Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

05

Los celos en alfas puros podían tener una duración más extensa que la de un alfa común, el cual solo dura veinticuatro horas, pero en su mayoría eran mucho más cortos que los de un omega, quienes, en promedio, tenían entre tres y cinco días de celo a causa de la necesidad de su lobo.

Que Momo llevara casi cuatro días en celo, parecía ser mucho más que una locura, parecía ser el misterio que colmaba desde la incertidumbre de una loba rechazada, y una advertencia hipotética de parte del universo y de la madre Luna, porque claramente parecía ser el marcado de un límite impredecible.

Jeongyeon analizó el estado de la japonesa quien de pronto, y apenas entrada la noche, comenzaba a alterarse tanto que se tornaba incontrolable. Tan pronto se iluminaba la luna, Momo comenzaba a gruñir y a pelear consigo misma como en una batalla cuerpo a cuerpo con un fantasma. La alfa rubia sintió que su corazón se estrujaba al ver a su amiga sufrir, consciente de que no había absolutamente nada que pudiera hacer para detener su dolor, solo su otra mitad tenía la respuesta y el alivio a tanto suplicio. Ella sabía muy bien cómo se sentía ese jodido dolor.

—Da-dahyun, Dahyun-nie escúchame... Ah, me-me duele... —Gimoteó mediante aquel inexplicable desaliento.

¿Qué significaba la extensión del celo de Momo? ¿Acaso podría estar en peligro, como insistía Jihyo? Jeongyeon tragó y meció la cabeza con inconsciencia ante la sola idea. Debían estar exagerando.

El celo más largo que Jeongyeon había tenido fue de dos largos días, y sabía que fue a causa de sus propias dudas y de las de su omega, pero jamás había llegado a más.

Jeongyeon comprendía que ella y su omega no eran el mejor ejemplo de resistencia, pero había una gran diferencia entre los besos que Jeongyeon lograba arrebatarle a Nayeon, cuando aún enfrentaban las dudas y sus lobas se llamaban incansablemente. Lo irresistible que podía ser Nayeon para ella y su alfa para su omega, hacía toda la diferencia.

La descomunal distancia que había entre Momo y Dahyun siquiera les permitía un espacio para el beneficio de la duda, y que Dahyun fuera beta lo hacía aún más difícil, ya que ella inconscientemente no tenía la necesidad de reaccionar al llamado de la loba de Momo, por su falta de conexión natural con su beta.

Seguro se trataba por eso.

Quizás, si pudiera hablar con calma con Dahyun, le explicaría aquello y quizás lograría que permitiera que Momo... Ahí estaba otra vez lo que lograba la influencia de la tenaz Park Jihyo. ¡Por supuesto que no haría esa estupidez! ¡No debía meterse en ese asunto y no lo haría nunca más! Su loba se desanimó ante su determinación y la mayor se confundió aún más ante esa respuesta que la alertaba hasta el punto de que se le erizaban todos los vellos del cuerpo.

¿Qué debía hacer? Le había prometido a Dahyun que no volvería a opinar al respecto y que no intentaría involucrarse otra vez, pero su propia loba ya no soportaba ver a Momo sufriendo de ese modo, ella conocía ese dolor, era intenso, incesante y tan abrumador que había cedido a la primera oportunidad de morder a su omega casi que con desesperación. 

Dahyun debía reaccionar, pero ¿cómo podían intervenir ella y sus amigas en un asunto tan íntimo como lo era el futuro de un lazo? La rubia tragó. No tenía una jodida oportunidad siquiera para opinar. 

Jeongyeon presionó la mandíbula tan abrumada por la impotencia, atrapada entre la lealtad de una de sus mejores amigas y la vida misma de la otra, ¿Debía de hacer algo al respecto? Un escalofrío intenso le recorrió el cuerpo por completo y tuvo miedo de lo que pudiesen significar sus constantes dudas.

—Mírame —insistió Jeongyeon tomando las mejillas de la nipona, cuando la veía con los ojos entrecerrados, quebrantada por la temperatura, bañada en sudor y contorsionada del dolor. Se veía exhausta y derrotada, era su loba quien gastaba sus energías en aquel llamado sin respuesta alguna, ella sólo sufría las consecuencias del deseo de su lado animal y la rubia lo sabía muy bien. No había nada que pudieran hacer, solo era Kim Dahyun quien tenía la solución al sufrimiento de su amiga.

—Muérdela Momoring... —Musitó decidida y al instante chilló, cuando Momo se abrazó a ella, para morderla —¡No a mi alfa tonta! ¡A Dahyun! —Se apartó de su alcance y Momo cayó contra su almohada, lloriqueando en su estado, debilitada. —¡Márcala Momo! —Exclamó la rubia antes de que la japonesa cayera nuevamente entre sus sueños.

Si su conexión era tan real como Momo creía y le había dicho, entonces podría morder a su loba, así fuera en sueños. Jeongyeon se tomó las manos sudorosas con ansiedad, mientras veía a Momo ceder ante sus sueños, exhausta.

Si todo salía bien, quizás hubieran hallado una buena solución, o más problemas...

¿Acaso podía estar bien después de besar a la mujer de la que se había enamorado inútilmente, dentro de unos tontos sueños? 

Dahyun bufó cuando caminó de un lado hacia a otro, repleta de ansiedad. Sus manos temblaban y su corazón latía con prisa con tanto estruendo, que podía sentir su repercusión en todo el cuerpo. Había hecho de todo para ocultar su deseo de regresar a encontrarse con ella en sus sueños, los cuales no había soltado desde entonces.

Esa jodida ansiedad la iba a matar un día cualquiera de esos. 

La beta caminó por la habitación con aquella insoportable sensación, mientras el recuerdo de sus besos llegaban a su mente para acribillarla a quemarropa. Algo dentro de su cuerpo se retorcía de satisfacción y de gozo, mientras ella detenía el paso para recordar cada detalle de los labios de esa alfa japonesa, mientras la veía con esa mirada exótica, como si intentara tomar mucho más que sus labios, como si estuviera dispuesta a devorarse su alma con sus dulces, suaves y pacientes besos. Había tanto en esos sueños que le daban una satisfacción tan inmensa como el miedo que la amenazaba desde que habían comenzado a ser recurrentes desde hacía dos noches.

Diablos, no había podido dejar de pensarla, de soñarla, de sentirla contra su boca. Cada vez que cerraba los ojos la sentía contra su piel, tomándola de los hombros para detenerla otra vez, invensible, acariciando su cabello y maniatando su corazón entre sus manos con una habilidad que le provocaba escalofríos. Quería saber si sus besos eran así de tiernos y abrasadores en la jodida realidad, quería poder tenerla a su lado en ese mismo momento para poder sentir su calor e impregnarse de ese aroma que parecía quedar entre sus labios, después de cada uno de sus sueños y que la hacía creer que se había vuelto una desequilibrada, con probabilidad de caer en un psiquiátrico pronto. Quería darle una lección a su jodida y vil mente con la cruel realidad.

Dahyun se recostó sobre su cama y apoyó la cabeza sobre la palma de su mano, intentando dejarse caer en sus sueños. La añoraba cuando no la soñaba, su alma la extrañaba cuando no la tenía cerca y estaba cansada de fingir que no era así.

Aun cuando tenía mil cosas que atender, aunque tuviera que recuperar el día que faltó a clases y se hubiera pasado todo el fin de semana en la cama, estaba dispuesta a caer en sueños, y morir en ellos si fuera necesario, con tal de poder sentir nuevamente el calor y las maravillosas sensaciones que le regalaba la sola presencia de esa alfa pura japonesa y soñar con que sus palabras eran una posibilidad y que podían ser la una para la otra para toda la eternidad, porque eso es lo que hacían las jodidas masoquistas y desequilibradas como ella, soñar.

La temperatura era suave, no había una gota de viento y podía sentir aquella sensación de frío/calor que la recorría solo cuando ella estaba cerca. Sus manos se habían vuelto atrevidas y codiciosas esta vez, mientras recorrían el largo de su espalda. Se mantuvo en silencio y con los ojos cerrados, entregada a esa sensación que hacía brincar a su estómago y que le ruborizaba el rostro de emoción. 

—Oh, eres preciosa... no puedo soportar... tengo que... Dahyunnie... —Jadeó la alfa contra su cuello, golpeando el cálido de su aliento contra su piel.

La beta jadeó mientras sentía sus suaves labios regando besos húmedos, sus caricias amables pero profundas. Su corazón ardía, quemaba dentro de su pecho cuando ella ponía sus manos sobre ella y la trazaba como si fuera su exclusiva obra de arte. 

—¡Oh no! ¿Q-qué haces? —Insistió la beta cuando apartó a la alfa, quien deslizaba suavemente la punta de su lengua contra su hombro descubierto y unos extraños colmillos afilados se marcaban y sobresalían a su ataque. Dahyun sintió que su corazón se aceleró por centésima vez de ese modo inexplicable —¿Qué haces, estás loca?

—Estoy en celo, n-necesito...ne-ecesito marcar a mi beta, necesito... necesito marcarte, déjame... de-dejame hacerlo Dahyunnie... —Tartamudeó la alfa temblorosa, mientras se abrazaba a su estrecha cintura y respiraba de su cuello con éxtasis, como tantas veces vio que sus amigas hacían entre sí. Ese detalle tan íntimo y que parecía tan significativo, parecía regocijar a la alfa quien la trazó con su lengua una vez más, regalándole otra oleada turbulenta. 

—¡N-no! ¡Momo! ¡Momo no, no puedes! —Se escandalizó Dahyun cuando entendió que estaba señalando el hueco en donde esperaba dejar su marca. Momo gruñó al oír su negativa, más no se apartó un solo centímetro del lugar que había elegido.

—No me digas que no Dahyun —Sollozó mediante su reproche —No me niegues la posibilidad de tenerte, aunque sea en mis miserables sueños, sé que lo deseas tanto como yo te deseo a ti, beta, déjame hacerlo por favor, no... —Tragó antes de hallarse en sus ojos —No sé cuánto más pueda aguantar la espera...

La mirada suplicante de la alfa provocó el sollozo que abordó a la beta, involuntariamente.

—¿No es peligroso que me...

—Solo estoy durmiendo Dahyun. So-solo estoy durmiendo beta, no haría nada para dañarte, lo prometo.

La tremulidad y tartamudeó de su promesa perforaron el corazón de la beta, quien no tardó en perderse en esos ojos verde plomo que tantas sensaciones le provocaban y que parecía tomar posesión de todo en ella, una vez se encontraba con los suyos.

—Pero, pe-pero no puedes, no podemos sin hablar... —Intentó resistirse. Momo gruñó ante su negativa y Dahyun se alertó al oír un aullido alto y certero. Era su alfa. Jamás había oído a un lobo.

—Oh Luna, solo dejate llevar por mi, por lo que sientes beta, yo sé que lo sientes, puedo verlo en tu mirada, por-por favor solo... 

—Eres una maldita manipuladora —Le regañó, intentado apartarla con la mano contra su frente. Momo meció la cabeza, resistiendo.

—Solo soy una alfa rechazada por su beta predestinada ¿que esperas que sienta? Déjame hacerlo, solo es un tonto sueño Dahyun, ¿no es eso lo que en verdad crees? Entonces nada malo puede suceder.

—¡Estás loca! —Jadeó la menor, sintiendo escalofríos ante la sola idea.

Momo asintió dándole la razón, estaba loca por ella. Lo estaba mientras bajaba por el largo de su cuello, también lo estaba cuando respiró su suave y particular aroma floral con el que tanto había soñado las noches pasadas mientras añoraba su aceptación, tenía que estarlo cuando había provocado aquel desequilibrio universal y se encontraban buscándola hasta en sus sueños. La alfa japonesa tragó, intentando detener sus instintos y colmillos. Estaba completamente desquiciada, sin duda. 

—¿Qué haces? ¡Qué crees que haces! —Exclamó Dahyun, al ver como Momo enterraba sus labios contra aquel lugar que ya había marcado.

Ese era el lugar, en donde la jodida vena de su pulso saltaba con alteración y exponía la más sensible piel pálida de su beta, allí lo haría.

—Voy a morderte ahora... —Ronroneó ante la idea y oyó a su loba aullar, anticipando aquel maravilloso instante.

—No puedes, n-no puedes... —Se resistió la beta, asombrada, desconcertada debido a que nada en su cuerpo parecía obedecer su terquedad, no dentro de los sueños de esa alfa solo podía ser su pertenencia.

—Si puedo cariño, porque solo es un maldito sueño, porque necesito de tu consuelo y lo harás, porque puedo oír como me llama tu loba aún cuando tu misma lo ignoras. Te amo Dahyun, amo todo de ti, tu me enloqueces... —Jadeó contra su cuello, antes de fundir sus colmillos sobre su suave y blanca piel de la beta. 

La beta se retorció contra la intrusión y pronto, un dolor intenso y casi vivo invadió su cuerpo como una oleada incesante. No fue preciso en donde había clavado su mandíbula, sino que dolió en todas partes, en cada nervio vivo en su profundo interior.

Dahyun se apartó rápidamente de la nipona, y buscó la marca, pero se impresionó al ver que esta no estaba, aunque dolía condenadamente, no estaba allí, y en su lugar no había nada que pudiera dar credibilidad a aquello que había sentido. Sollozó y sintió un profundo vació al notar que, como esperaba, no existía una marca y siquiera solo indicio de lo que acababa de suceder entre ella y la alfa.

Tenía razón, siempre la había tenido. Así sería la vida de la alfa si decidiera vivirla junto a ella, si la aceptara como su alfa, carente de sentido, sin gracia, sin alma.

—Oh Luna, eres una tonta, unnie... —Jadeó con lágrimas en los ojos ante las emociones que la abordaron al instante. 

La beta podía sentir una desesperación lacerante que provocaba una opresión indescriptible en su pecho, que parecía con el solo propósito de dejarla sin aliento, era desesperanzador.

—Eres mi beta y ahora eres completamente mía, Kim Dahyun —Sonrió la alfa triunfante, con los ojos repletos de satisfacción.

Solo bastó un breve instante en el que Dahyun analizaba lo que había sucedido, buscando la marca incredulamente, cuando Momo se partió a la mitad por el dolor. 

—¡Ah, no! No puede ser... —Lloriqueó la nipona, sintiendo tres veces más dolor que antes. 

Dahyun se acercó a ella pero no supo qué hacer o que decir, todo era tan confuso, pero estaba segura de que podía sentir su dolor allí en donde la alfa la había marcado un momento atrás.

—¿Puedes sentir dolor en un sueño? —Cuestionó la beta, desesperada por socorrer a la alfa, quien no paraba de presionarse el estómago, gemir y gruñir como quejidos.

—E-el dolor e-es real, lo-o estoy sintiendo a-ahora mismo, aunque e-esté aquí en mis sueños, co-ontigo. —Masculló y se dejó caer sobre el suelo. 

Dahyun la miró alertada, nunca había visto a nadie sufrir un dolor similar, verdaderamente parecía ser insoportable y eso le provocó una desesperación que no había experimentado jamás, una desesperación que parecía despojarla de todos sus sentidos.

—Dime que puedo hacer... —Suplicó la beta y persiguió su frente para ver si tenía temperatura.

—Estoy bien, se pasará, es solo-solo que... —Tartamudeó, tragó y lamentó al oir a su loba aullar —Oh diablos no se pasa, no-no se pasa... Mhm... —Gimió la alfa y se cuadró entre quejidos sobre el suelo frío. —Dime qué me quieres Dahyun... —Imploró la alfa —Di-dime que soy importante para ti, aunque no sea verdad, por favor... —Sus grandes ojos cargados de lágrimas gruesas se deslizaron por sus sienes, húmedas y colmadas de su dolor. 

Dahyun oyó un nuevo aullido de la alfa de su unnie, que le provocó un sollozo involuntario, una vez se puso a la altura de la alfa. No fue consciente de la tremulidad de sus cuerpo, hasta que extendió su pequeña mano para acariciar a la alfa adolorida.

—Si te quiero Momo unnie, y eres muy importante para mí aunque no lo creas... —Musitó la beta con las lágrimas cayendo de sus pequeños ojos tristes.

Dahyun no quería hacerle daño a la alfa, nunca había tenido aquella intención. Ella era la culpable, podía sentirlo, podía oírlo en lo más profundo de su ser, algo le indicaba con certeza, que era por su causa que la alfa estaba en ese deplorable estado y solo sabía acrecentar una culpa insoportable. Pero, ¿cuanta credibilidad había en unos tontos y dramáticos sueños?

—Oh Luna, no es suficiente beta, ayúdame... ayúdame por-por favor... —Lloriqueó retorciéndose en el piso, como una cachorra malherida y la beta comenzó a impacientarse ante su condición, nada parecía cambiar y el tiempo parecía interminable.

—¿Qué-qué debo hacer? Dime que puedo hacer para ayudarte, unnie... —Habló la menor, arrodillándose a su lado.

—Abrázame, por favor. —Suplicó Momo, cerrando los ojos y dejándose llevar por la insoportable sensación de dolor que parecía descargar contra su cuerpo una y otra vez, como un duro castigo, como una aterradora tortura que se negaba a ceder.

Dahyun apenas fue consciente de que la alfa se intentaba abrazar a sí misma, cuando se apresuró a ocupar un lugar a su lado para cubrir su cuerpo tembloroso con el suyo.

—Déjame hacerlo... —Habló la beta cuando estuvo a su lado.

La alfa aceptó de inmediato y pronto sintió como los delgados brazos de la coreana la rodeaban con fuerza, toda la fuerza que pudiera existir en su pequeño cuerpo blando y cálido.

Ni siquiera sabía en qué posición estaban, Dahyun solo comprendía que rodeaba el alto cuerpo de esa alfa fuerte entre sus brazos y que era una de las acciones que más paz había encontrado en toda su existencia, porque la primera había sido hallarse en sus oscuros ojos verde plomo.  

—Te amo beta, eres mi destino, eres parte de mis sueños... ¿lo entiendes? De los sueños de verdad. —Jadeó contra su oído, su aliento caliente golpeando contra su cuello y aquella sensación que quemaba como fuego desde que la mordió, revivió en su cuerpo como lava hirviendo. 

—¡Momo unnie! —Jadeó la beta al despertar y palpó en la cama como quien acaba de perder un objeto muy preciado. ¿Qué buscaba? Encontró su móvil y rápidamente marcó un número. 

—¿Si? —Contestaron del otro lado con la voz grave y perezosa.

—¿Chaeng? —Atropelló la beta, como si un segundo atrás no hubiese estado dormida, en aquellos sueños en donde Momo sufría un dolor inexpresable, entre sus brazos.

—Mhm, ¿que sucede Dahyun unnie? Es temprano aún... —Le regañó la menor, lanzando un bostezo de tigre bebé.

—¿Ha-has visto a-a Momo unnie últimamente? —Exclamó con la voz demasiado alta, sin poder controlar su alteración.

—No. No la veo desde el jueves. Creo que está en casa, estaba en celo por lo que supe, no creo que regrese hasta mañana. ¿Tu estás bien? Estás muy gritona unnie... —Insistió en su reproche la alfa menor.

—¿E-en celo? ¿E-ella está en celo ahora mismo? ¿Estás segura? —Su cuerpo tembló ante esa información.

—Pues, supongo que sí, dijo que lo estaba el jueves cuando se fue temprano de la universidad. El viernes, Sana y Mina salieron corriendo junto a ella porque su loba estaba inconsolable. Creo que lleva alrededor de tres días en celo... —Lamentó la menor al recordar las palabras de su omega, quien le había relatado el estado de la nipona mayor.

—¡¿T-tres días?! —Exclamó la beta y cayó sentada en su cama de la impresión ¡Aquellos eran muchísimos días! —Vaya... Gracias Chaeng, yo... te veré luego. —Balbuceó antes de colgar la llamada, sin esperar la respuesta de su menor. 

Entonces era verdad, no sólo estaba compartiendo los sueños con esa alfa, sino que su conexión era completamente real. Todo había sido real. 

O quizás era su paranoia y alguien lo había mencionado ya, y ella lo sabía... Dahyun se tomó la cabeza sumamente confundida con sus pensamientos.

Su corazón se aceleró nuevamente y un inquebrantable impulso de salir corriendo tras la alfa le ordenaba que alzara sus pies y buscara de ella, pero su inocencia habitual era serena cuando analizaba lo que había estado sucediendo. 

¿Acaso tanto podía afectarle que aquella alfa estuviera en celo?

Debía aceptar que no había conocido un celo de alfa tan largo como aquel. Dahyun tardó solo un breve instante de impulso, para llamar a aquella alfa japonesa y luego de esperar un tiempo considerable, ya casi a punto de darse por vencida, la llamada fue contestada del otro lado.

—Dahyunnie... —Respondió esa voz pesada, jadeante y ronca. Parecía falta de aliento.

Algo, vaya el universo a saber qué, pero algo dentro de la beta dió un brinco que le dejó una sensación intensa en la boca de estómago al reconocer la verdad, esa alfa estaba en celo aún y su estado no parecía ceder un solo segundo.

Dahyun jadeó, siseó y se estremeció cuando se tomó el hombro y resintió como si de una quemadura se tratara, por allí, como si estuvieran quemando en donde Momo había dejado su marca, en sus sueños. La Beta dejó caer el teléfono y se apresuró a descubrirse el hombro, en una búsqueda desesperada por hallar la marca con sus propios ojos, pero no halló absolutamente nada más que la hormigueante sensación de dolor y pesadumbre que regresaba a su cuerpo y que parecía atravesar su pecho, con intenciones de alcanzar su corazón para destrozarlo.

—¿Dahyun? —Se escuchó en el silencio de su habitación. 

La beta se apresuró a tomar la llamada nuevamente, mientras se masajeaba el hombro que la alfa había mordido en sueños. "Sólo ha sido un sueño" se decía mentalmente, presionando los párpados, "Solo ha sido un sueño Dahyun, deja las fantasías afuera de todo esto".

—¿Estás bien, unnie? Su-supe que estabas en celo aún, y quería saber si...

—¿Y como supiste tú que estoy en celo? —Consultó la japonesa, con una sonrisa repleta de entusiasmo.

—Y-yo, Chaeng, habló del motivo de tu ausencia y...

—Ah, era eso. —Gimoteó Momo cuando su loba aulló de tristeza y cerró los párpados cuando el dolor la atacó nuevamente, ante su desánimo.

—Si, y quería saber como estabas... —Balbuceó la beta, con la voz baja y apenada. Se sentía muy culpable por estar molestan a su unnie en medio de su celo.

—Estaré bien Dahyunnie, es solo un celo más, no te preocupes. —Señaló la alfa conteniendo la respiración. Por supuesto que era mucho más que un celo más y ella lo sabía muy bien.

—Lo sé. 

—¿Lo sabes? —Insistió la alfa, cerrando los párpados con fuerza para sobrellevar la llamada y el intenso dolor que la invadía.

—Sé que estarás bien, unnie... 

—¿Po-podemos hablar e-en la universidad, más tarde? —Musitó luego de un instante de silencio incómodo.

—Unnie... —Resopló la menor, sintiendo la intensidad de esa horrible sensación de angustia que la invadió al oírla jadear.

—So-solo escúchame una vez más Dahyun, te lo ruego... —Suplicó la nipona, reteniendo el sollozo que le provocó al oírla resistirse por enésima vez a ella.

¿Cómo podría siquiera atreverse a decirle que no? Si aún tenía aquel abarcativo e impregnante aroma picando en su nariz, la sensación de sus labios hormigueando en los suyos, colmando su interior de sensaciones que revolvían su estómago y que animaban por completo todo su espíritu inanimado. No podía negarse ante la idea de verla a los ojos una vez más, de oírla decirle cuanto la amaba como lo hacía en sus sueños. 

—Hablaremos más tarde, unnie.

—¿Lo-lo prometes, cariño? —Murmuró la alfa.

—Lo prometo, Momo unnie. Hablaremos.

Momo tembló intentando cerrar la llamada y Jeongyeon tomó su teléfono para hacerlo por ella ya que sus trémula manos no deseaban darle tregua. La nipona se halló en sus ojos hinchados en la madrugada y sintió pesar. La alfa rubia se había despertado cuando la oyó gruñir en medio de la madrugada y desde entonces se habían estado viendo en silencio.

El sol comenzaba a salir, Momo pudo sentir como su loba comenzaba a ceder. Siempre era así, pareciera como si la madre Luna la castigara, apenas se oscurecía el cielo y brillaba con todo el esplendor que le daba el padre Sol. 

Jeongyeon la buscó nuevamente con su mirada y Momo sonrió débilmente con los ojos cargados de lágrimas.

—¿Acaso, entiendes que esto no puede seguir así, verdad? —Habló la voz de ultratumba de la alfa rubia, quien parecía cambiar a una aterradora voz con cada despertar.

—Lo sé Jeongyeon-ah. —Susurró bajando la mirada de la imponente preocupación que dejaba ver su amiga.

—Tiene que acabar, o cualquier día de estos, tu alfa acabará contigo si no le das lo que desea, Momo. Debes poner un...

—La marqué —Habló antes de regresar a buscar su mirada —La marqué en mis sueños.

—Oh no... —Jadeó Jeongyeon, ahora preocupada.

Su teoría había fallado. Su amiga había marcado a la beta y el dolor no cesó un solo instante. Jeongyeon la miró con los ojos repletos de terror.

—Todo estará bien, hablaré con ella y le pediré que me deje marcarla.

—¿Cómo estás tan segura? ¡Además ella debe dejarse marcar! ¡No puede rechazar la marca o tu loba morirá! —Se alteró la rubia.

—No exageres Jeongyeon-ah, ya pareces Jihyo... —Le regañó la nipona, meciendo la cabeza.

—Es que estoy comenzando a creer que tiene toda la razón ¿entiendes que esto es muy malo? ¡Rayos yo lo creo, mi loba me lo dice cuando te veo como anoche! —Se exasperó la rubia.

—Nos hemos estado viendo en sueños Yoo, solo ella y yo sabemos que sucedió en ellos ¿esta bien? Se ha dejado besar por mi, estoy segura que pudo sentir mi aroma y oír a mi loba. —Razonó Momo, al recordar el sensible modo en el que la beta respiraba de su aroma creyendo que era discreta o de la reacción involuntaria que tuvo al aullido de su loba desesperada, en el último sueño. Ella lo vió todo. Ella lo sabe.

—¿Y si no? —Dudó la coreana, sin poder evitar esa expresión de angustia.

—No seas pesimista, alfa bruta. —Le regañó la nipona, dejándose animar por los primeros rayos del día.

—Ahg, ya estás mejor, ¿verdad? Me iré con Nayeon. —Se quejó, poniéndose en pie.

—Ah, no me nombres a esa mujer desde tan temprano ¿Puedes? —Se burló la nipona y rió cuando Jeongyeon gruñó en su contra.

—Respeta a mi mujer, Hirai. Me largo de aquí. —Gruñó la rubia, tomando sus cosas con desánimo. —Tendría que estar abrazada a mi omega y dormir unas horas más, esto me pasa por hacerme la solidaria... —Gruñía de mal humor.

Momo sonrió respirando y analizando sus acciones de inicio del día. Si su celo había cedido, con un par de supresores sería suficiente. Hubiera querido no tener que utilizar supresores para que Dahyun pudiera olerla, pero esperaba que la Luna estuviera de su lado en el encuentro que le esperaba con su beta.

Todo dependía de esa conversación con Kim Dahyun, su amor y su beta predestinada.

¡Al fin pude terminar este capítulo!

Oh Luna, tu no sabes lo que me costó terminarlo ;-; espero que te guste mucho ¿Ok?

Seguiré muy pronto, ya está cerca del final así que espero que te guste mucho su desenlace Ü

Luego regreso, tqm, tu JazUnnie🌻

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro