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01

La lluvia caía incesante, insistente, implacable sobre ambas. Alfa y Beta se desafiaban fijo, una en su férreo estado de negación, la otra, sumida en una profunda impotencia, negada a la resignación. 

Todo lo bueno y bonito que las hizo encontrarse inocente e inconscientemente alguna vez estaba roto, eso que las unía pendía de un fino hilo, la ilusión, las esperanzas, las fantasías, todo se resumía a ese enfrentamiento, era el fin.

—¿Por qué no puedes entenderlo? Todo eso no significó nada, porque esto es un maldito error ¡Abre los ojos! 

—Eres tu la que no entiende, ¿tan poco crees en ti misma y en lo que eres capaz de sentir? 

—¡Tu no lo entiendes! 

—Me estás matando Dahyun, estás acabando con todo sin siquiera haberlo intentado... —Sollozó y sus grandes ojos se vieron demasiado tristes para que ella pudiera enfrentarlos. Era como si una maldita navaja estuviera atravesando justo allí, en donde se ubicaba su corazón.

—¿Yo a ti? ¡Tu acabaras conmigo el día en el que tu delirio se acabe! —Momo quiso rebatir sus palabras pero ella la detuvo —Ya deja ese estúpido capricho por la paz, unnie...

—No sabes lo que dices cariño, eres tan necia...

—¡No me trates como a una niña!

—¡Te comportas como una, Dahyun! 

—¡Apártate de mi! ¡Deja de hacerme tanto daño con todas tus fantasías sin sentido! —Exclamó con la voz tan alta y tan fuerte, que la loba de la pelinegra no pudo soportarlo. 

—¿Eso es lo que realmente deseas Dahyunnie? —Musitó la respuesta, intentando darle un alivio a esa loba herida, que no paraba de gruñir, rabiosa, ansiosa, impotente.

—¡Por todos los cielos unnie! Lo único que realmente deseo es volver a tener un poco de paz dentro de mi conciencia y eso solo sucedería si me regresara al instante en el que tu no estabas aquí... —Al instante que esas palabras salieron de sus labios, supo que se podrían malinterpretar. 

Dahyun no se arrepentía de conocer a Momo, Dahyun se arrepentía de haber producido todas esas tontas sensaciones sin origen, ni fundamento.

—Nunca quise hacerte daño... —Admitió la alfa, con las manos en las correas de su mochila. La castaña quería entender porque se veía como si estuviera haciéndole daño con sus palabras. ¡La verdad no hacía daño! ¿O no? 

—¡Pues me lo haces! ¡Me haces mucho daño! —No detuvo las palabras, ya no podía detenerlas, estaba agotada de fingir que la presencia de la alfa no la afectaba.

El silencio se hizo en aquellos pies de distancia entre ellas. Sólo se podía oír el natural estruendo entre las nubes, la lluvia rompiendo contra el césped y los pajarrillos buscando resguardo de la tormenta.

—Perdóname Dahyunnie, nunca deseé hacerte daño... —Su voz se oyó baja y quebrada.

Dahyun le miró con tanto reproche, que la alfa tuvo que correr la mirada. No soportaba esa constante expresión que le dirigía sin compasión y que retorcía a todo su interior.

—Ya no te haré mas daño... —Deseó la alfa, antes de voltearse dispuesta a salir de allí. Sí, se estaba dando por vencida. 

Sus ropas, sus pertenencias, todo lo que las rodeaba era agua, la lluvia había sido implacable, como la decisión de esa Beta. 

Momo se volteó dispuesta a dejar el campus, y también la vida de quien su loba había tomado, según el deseo de la madre luna, pero todo en ella se detuvo, el mundo dejó de girar, de sonar, de colorear, todo se congeló. Se acabó.

—¿Unnie? —Habló Dahyun cuando la alfa se estuvo muy quieta en su lugar, después de dar unos pocos pasos. —¡Momo! —Su garganta ardió cuando la nombró tan alto como un aullido. 

El cuerpo de la alfa cayó de un modo tan inesperado, que le quitó el aliento y las fuerzas que reservaba para luchar en su ausencia.

La Beta se apresuró a acortar los pasos que las separaban, para hallar a la japonesa totalmente inconsciente. ¿Qué sucedía? ¿Qué había hecho? 

"¡Mi Alfa!"

—¡No! —Respondió a esa voz interna que le dio una respuesta instantánea a cada uno de sus pensamientos. Esa respuesta que estaba esperando, esa que pensó que imaginaba todas esas veces, que vivía y latía en su interior y ella solo sabía callar y reprimir, esa que solo desataba la verdad. 

—¡No, no, no puede ser! ¿Qué hice? —Destiló la menor en un alarido, intentando buscar signos vitales, un latido, una señal, pero en su rostro solo había una desalentadora expresión de angustia, rastros de lágrimas frías y un ensordecedor vacío.

—¿Momo? Momoring, ¡Responde! No... por favor... Alfa... 

Tres semanas antes...

La conexión que se formaba en el lazo entre alfas y omegas era uno de esos tantos enigmas para los Betas.

¿Cómo saber lo que se siente, cuando ignoras absolutamente todo en su origen?

En la sociedad actual, eran medianamente normal los lazos entre las diferentes castas que conformaban la humanidad, pero para Kim Dahyun la verdadera fuerza de un lazo, existía en el que nacía cuando un Alfa se encontraba con su omega predestinado. Y los Betas pues, al parecer entre betas se entendían mejor, al parecer. 

Sabía mucho de eso de ser beta, porque era una en un mundo en donde colmaban Alfas y Omegas, y ser beta, era ser uno entre cientos. Ella, en un grupo de nueve amigas, era la única beta y ser diferente, ya más que en una realidad, se había convertido en un suplicio. Se había acostumbrado fácilmente a que, en la vida, no sería sencillo hallar con quien compartir su naturaleza. Al final del día, se sentía como si hubiera nacido sin gracia y a veces incluso, hasta sin espíritu.

En conclusión, ¿Qué es lo que sabemos sobre los betas? Que no tienen aroma, que no tienen celo y que, como tal, en todos sus individuos, las características se presentan con mayor y/o menor intensidad. Hay Betas que admitían percibir algunos aromas, incluyendo el propio, otros que no percibían ninguno en absoluto, otros que lo hacían cuando se involucraban con alfas por la fuerza de su lazo, pero por cierto lapso de tiempo. La conexión con su lobo era escasa y, en su mayoría, vana. En cuanto a su lazo débil e inexistente, ¿Acaso existían predestinados para los Betas? 

Una incógnita. Eso acababa siendo la naturaleza de un Beta, al final no había una normalidad en ellos, todo era sumamente impredecible.

Todo lo que Kim Dahyun conocía como normalidad, acabó ese día en el que Hirai Momo, decidió que ella era su predestinada.

¿Quién era Kim Dahyun antes de esas palabras de Hirai Momo? Aunque buscara en su interior, sólo hallaba ese típico grillo cantando en la nada y un pulcro silencio que siempre la aturdía.

Desde que ella llegó, sus intintos la abordaban para dirigir su mirada hacia esa dirección en particular, como si pudiera presentir su llegada incluso antes de que entre por la puerta, su insensible interior la distinguía con tanta facilidad, aún cuando no estaba allí. ¿Era extraño? Quizás lo era, pero no era para tanto, no para ella. ¿Qué podría significar una tonta paranoia?

La alfa llegó, pocos minutos, quizas pocos segundos después, e ingresó al buffet enlazada al brazo de Sana. Sus grandes ojos igualaban a un gran planeta iluminado por el calor del sol, cuando la halló en la distancia, admirándola. Aunque Kim intentara simular que no era así, Momo podía sentir su mirada, podía advertir su presencia, podía percibir su calor sin siquiera ser consciente de que estaba allí.

La loba de Momo saltó al hallarla entre la multitud de estudiantes, normal, nada nuevo, más de lo que sentía cuando ella estaba cerca, viéndola a lo lejos, buscándola, inconscientemente pues, de algún u otro modo se atraían. Hirai sonrió para responder a las palabras de Sana, la pelinegra sentía que su vida reiniciaba con solo verla algunos minutos a la hora del almuerzo, más no le sorprendía, comprendía que era natural.

Para Dahyun era ridículo, era como una insoportable necesidad que no sabía como detener. Fingía muy bien que todo lo que sucedía entre ellas no era más que una distracción, que nada en su interior se revolucionaba al verla, porque muy a su parecer, sería mas sencillo de enfrentar el instante en el que la japonesa encuentre a su predestinado/a, el de verdad, entonces todo acabaría, la ilusión se desvanecería en el aire y no dolería... o por lo menos no lo haría tanto.

La joven coreana suspiró, mientras tarareaba la nueva canción que había montado con el piano y sostenía la mejilla contra su mano, admirando a esa preciosa alfa pelinegra. No estaba oyendo que sucedía a su alrededor, pues mantenía los audífonos en los oídos, pero si estaba con sus ojos sobre ella, perdida en la relajante música y la absoluta nada, detallando como llegaba con toda su aura cargado de energía que le hacía sonreír, con su fleco perfectamente recto, su cabello tan oscuro como la noche, su sonrisa cuadrada que tanto le gustaba y esas piernas tan largas. Quería mucho a esa unnie, era una alfa alegre, algo gruñona, pero tan dulce. Dahyun hubiera querido preservarla como una amistad, le hacía sentir bonito con su presencia, pero muy en su interior, sabía que no podía ser, no después de sus palabras.

La armonía en ambas y en su grupo de estudio, duró lo que tardaron en afianzarse en sus carreras, Nayeon unnie había cambiado mil veces de carrera, Jeongyeon unnie, Chaeyoung y Jihyo en cambio habían decidido lo que harían desde el primer instante, al igual que ella.

Con el tiempo llegaron Sana, Mina y Momo de intercambio, cerrando el círculo con la llegada de la joven Tzuyu, analizando que los novatos de primer año se volverían una carga con estudiantes de años más avanzados. Al final definieron que con Chewi les bastaba y les sobraba.

Eran un grupo genial, cuando la madre luna parecía haber formado un círculo perfecto de amistad como si de la historia mágica de my little pony se tratara, Yoo Jeongyeon acabó con todo, una vez cayó rendida a los pies de Im Nayeon y el grupo tuvo un quiebre bastante asombroso. Como si de una fiebre se tratara, de pronto el grupo era un cúmulo de predestinadas y de lazos perfectos en el que, muy a su pesar, Dahyun entendió que su nuevo lugar era habitar el núcleo de esos nuevos universos.

Aún y con deducciones claras y los pies firmes sobre la tierra, la Beta creyó que no podría ser mejor, pero entonces Hirai Momo la citó una tarde de otoño debajo de algunos cerezos desnudos del campus, para decirle que su loba había creado un lazo con la suya. 

Dahyun se apenó de recordar su respuesta a las palabras de la japonesa mayor. La Beta parpadeó para no recordar lo que sintió ante el gruñido de Momo, luego de haber largado la carcajada limpia repleta de honesta incredulidad y puro bochorno de indignación. 

¿Un lazo? ¿Su loba había hecho un lazo con una beta? 

Eso debía de ser un jodido mal entendido, Dahyun apostaba su beca universitaria, con que esa alfa solo se había deslumbrado con alguna de sus canciones, de su característico sentido del humor o de su facilidad para hallar las cámaras del departamento de periodismo. Diablos, ¿Qué rayos estaba pensando esa alfa tonta? 

La amistad que Dahyun había sembrado en ella, acabó ese día, irrevocable.

Y luego estaba eso que la Beta encontraba en su mirada al hallarse con la de ella en la distancia, en su insistente impulso de querer acercarse a ella y respirar su perfume. No. No significaba nada, no debía significar nada más que una ilusión, un tonto crush, uno muy tonto y fantasioso, imaginó.

Dahyun conocía y admiraba los lazos reales, todos tenían características claras. Tal era el caso como el de sus madres, que se armaba de una gran lealtad, como el de Nayeon y Jeongyeon que se formaba de esa empalagosa y torrente pasión, como el de Sana y Jihyo que rebosaba de esa deslumbrante perseverancia, o como el de Mina y Chaeyoung que colmaba de una dulzura tan genuina, eran lazos de verdad, que ella podía percibir en el aire, y a veces, sentía que se podían hasta tocar con las manos.

Aquel tonto sentimiento que Momo insistía que existía entre las dos, los sentimientos que la alteraban cuando estaba cerca, que la hallaban en la multitud y sus hermosos ojos aceitunados que inspiraban las canciones más melancólicas que podría haber imaginado jamás, no podían significar algo tan grande como un lazo. 

No.

Debía de ser ese insoportable deseo de ser diferente, y que acentuaba que ella destacaba. Bah, imaginaciones suyas. Al final del día sabía quien era, y concluía que, si no se deshacía de esas tontas ilusiones, su vida acabaría en una maldita tragedia. Aunque la alfa inspirara mucho en su interior vacío, eso no significaba nada y no se expondría a ningún tipo de daño, nunca más.

La joven se puse en pie dispuesta a dejar el comedor y huír, una vez más del llamado silencioso de esa mirada oscura de alfa que siempre la detenía y que colmaba de tensión el único instante en el que se encontraba con sus amigas, pero ese día no tenía ánimos para... 

—¡Dahyun unnie! ¡Ven aquí! ¡Hoy te traje un rico pastel! —OK, siempre se lo podía pensar dos veces. —Mi madre lo hizo, se que te gustará, tiene mucho chocolate... —Chaeyoung removió el tupper hacia a la beta y esta sonrió como respuesta. La joven alfa rubia con escarcha de castaño en su cabello largo se acercaba a ella, iba tomada de la mano de la japonesa menor, Mina.

—Tu madre querría que te comas ese pastel, Fresita... —Le regañó Mina, una vez habían tomado un lugar en la mesa que acostumbraban a ocupar, esa en la que cabían todas juntas sin problema. Chaeyoung alzó los hombros como respuesta a su omega, ruborizada por ese apodo que no podía superar.

—Mi madre quiere que deje de ser vegana y me niego rotundamente al asunto. Ya le dije que me alimento muy bien, que no me hará daño dejar la carne y los ultraprocesados, no sé cual es su problema. —Alzó los hombros, despreocupada con la vida.

Dahyun pudo encontrar algunos trazos de pintura detrás de sus orejas y nuca. La Beta sonrió con pastel en la boca, esa chica siempre le provocaba tanta ternura. 

—Ella se preocupa por ti, Chaeng... —Agregó Dahyun, haciendo sonreír a la joven alfa. 

—Ya lo sé unnie, pero de todos modos no habrá vida en la que esa señora no se preocupe. Tomé una decisión, ya debería haberlo superado a estas alturas, no soy una cachorra ¿no creen? —Argumentó de aquel modo tan tierno. Mina sonrió para calmar la tensión de su loba y Chaeyoung sonrió con calma como respuesta. 

La beta admiró la conexión, ese acto espontáneo, tan puro y silencioso que solo ellas y los que eran como ellas podían comprender. Siempre que veía un lazo de verdad, se daba la razón. Dahyun solo quiso saber a que olían, cuando se veían con esa sonrisa tierna y Chaeyoung respiraba desde la unión del cuello de Mina sin disimulo.

—Dile a tu madre que a estas alturas del siglo, ya no se opina sobre los cuerpos ajenos... —Comentó Yoo Jeongyeon, haciendo su llegada y robándole un bocado de pastel a Dahyun, quien gruñó como respuesta. La alfa pelicorta alzó los brazos como símbolo de paz, aunque con esa expresión de burla en sus ojos y sonrisa, era una traviesa.

—¡Basta Jeongyeonnie! ¡Sabes que te hace daño el chocolate! —Le regañó Im Nayeon llegando detrás de ella, esa omega vivía para cuidar el cutis de su alfa. Dahyun detalló el instante en el que Jeongyeon abrazaba la cintura de la omega mayor, y le sonreía con tanta naturalidad. 

—Ow cierto, tienes razón. —Ahora dirigiéndose a la beta —Gracias Dahyun-ssi, eres muy amable de combidarme pastel, pero no puedo comer chocolate. —Habló la alfa, con aquella facilidad para irritar a cualquiera de ese modo tan simpático. Dahyun le miró angosto.

—¡Yo no te invité unnie! ¡Te serviste tu sola! —Exclamó, haciendo reír a Chaeng y a Mina.

—Le diré a mamá que el pastel estaba muy rico. —Señaló Chaeyoung con aquella sonrisa de hoyuelos profundos que Mina adoraba admirar.

—¡Momorin! —Exclamó Nayeon, con alegría de volver a ver a su antigua roomie. 

Jeongyeon frunció el entrecejo ante el entusiasmo que demostró su omega y Nayeon volteó los ojos, ante los celos infantiles de su alfa. Al final, Jeongyeon era muy celosa de Nayeon, y viceversa, por supuesto.

Dahyun sonrió, ese par siempre era demasiado posesivo y tóxico con la otra, pero siempre eran tiernas de ver. 

—¿Cómo te encuentras Nayeon-Ah? —Respondió la nipona mayor, luego de abrazar a la omega coreana e ignorando el gruñido de Yoo. —¿Te está cuidando bien esta alfa bruta? —Consultó la nipona mayor, mirando de reojo a Jeongyeon.

—¿Tienes que impregnarle todo tu aroma de japonesa? —Replicó Jeongyeon, ahora con la boca llena de algún pastelito de crema. 

—¡Jeongyeon, deja esa cosa, luego estas llena de granos! —Le regañó Nayeon tomando el pastelito y dejándolo sobre la mesa en donde se lo había robado a Sana.

—¡Mi pastelito! —Exclamó Sana, remarcando un mohín de indignación.

—Según tu, todo me provoca granos, omega —Habló la alfa pelicorta, cuando la castaña le quitó el pastelito a medio morder.

Después de todo, ver a Nayeon y Jeongyeon discutiendo por tonterías era un clásico de la hora del almuerzo, eso y después verlas besuquearse al despedirse para regresar a clases. 

—¡Sana unnie! Necesitas oír la nueva canción de Dahyun unnie, es de las que te gustan, es para llorar... —Señaló Chaeyoung, haciéndo sonreír a la omega pelinaranja.

—¿Otra canción? —Preguntó Jeongyeon, igual de interesada y dejando su mini discusión con su omega.

Nayeon presionó los labios cuando su alfa la dejó con la palabra en la boca, para poner atención a la conversación sobre la mesa. 

—Bueno... —Dudó la beta al hallar la expresión de interés en cierta alfa japonesa y toda la atención sobre ella. —Aún no está terminada... 

—No es cierto, si lo está. De hecho hasta tiene un cierre demasiado bueno. Ella agregó un beat que sienta muy bien a la melodía, esta muy bueno la verdad... —Habló Chaeyoung nuevamente.

Silencio rodeó la mesa y, aún con todos esos ojos sobre ella, Dahyun supo que no la dejarían escapar.

—¿La quieren oír? —Suspiró Dahyun, sin opción alguna y pronto tenía a todas pasándose su teléfono de mano en mano. Dahyun se dispuso a terminar el pastel que envió la mamá de Chaeyoung, intentando evitar las preguntas que llegarían por su origen.

Ya era el turno de Momo de oír la canción, cuando llegaban Jihyo y Tzuyu de la Facultad que compartían. 

Dahyun se concentró en el instante en el que Sana elevó el volumen de una carcajada e iluminó el comedor con una gran sonrisa cuando Jihyo la abrazó como saludo y se dieron un tierno beso de esquimal.

Hirai era una de las últimas en oír la letra de la menor, tragó cuando dejó caer la mirada sin poder dirigirla a la beta, pues, muy a su parecer, la canción tenía un claro mensaje entre líneas que se le hizo demasiado sencillo de interpretar y significaba algo así como: libérame de esta agonía sin fin, o regrésame al instante en el que tu no existas en él. 

—¿Quién demonios te hizo tanto daño, Dahyun-ssi? —Carcajeó Jeongyeon cuando analizaba la letra de la canción, junto a las demás chicas.

—A veces simulamos escenarios para escribir, unnie, deberías saberlo tu también compones... —Señaló la menor intentando provocar a la alfa, aunque fallando en verse tan animada como siempre.

Jeongyeon frunció el entrecejo cuando Tzuyu carcajeó al recordar la canción que la alfa había escrito para su omega, había sido épico.

—Yo solo escribo lo que siento Hyun... —Resumió de inmediato, enfrentando la burla de la menor en la mesa.

Dahyun y Chaeyoung eran estudiantes de la facultad de arte. El sueño de Dahyun era convertirse en una reconocida compositora. En cuanto a Chaeyoung... bueno, ella soñaba con viajar por el mundo pintando murales, pero ese era otro asunto. 

—Se nota, cariño... —Se burló la dientona junto a ella.

Jeongyeon hizo un puchero cuando todas rieron ante la referencia, pues, nadie olvidaría el día en el que Yoo Jeongyeon, una sobresaliente estudiante de psicología, dejó de ser una alfa pura muy seria y retraída, para convertirse en la dulce masita de Im Nayeon.

—Siempre me pregunto, ¿De dónde habrá nacido una alfa tan cursi? —Carcajeó Tzuyu, impulsando a la mesa a reír a su par.

Chou Tzuyu, era una joven omega estudiante de mercadotecnia y gestión de la imagen. Tzuyu tenía talento para vender lo que fuera, tu gato, tu alma, lo que fuera ella podría, aunque tenía un humor bastante negro para el gusto general. 

—¡No soy cursi! —Exclamó la alfa coreana, frunciendo el entrecejo y evidenciando su molestia.

—¡Si eres! —Corearon a la vez, haciéndola gruñir. 

Nayeon rió ante la evidente indignación de su alfa y le miró con admiración. Al final no era una mentira, si lo era y ella era testigo, pero no podía darles la razón o su alfa jamás la perdonaría.

Nadie sabía y entendía que es lo que hacía una omega tan preciosa como Im Nayeon estudiando contaduría en la Facultad de ciencias económicas, pero al fin, ¿Quién demonios podía juzgarla? Ella era talentosa en todo lo que hiciera. 

—Ya basta. —Advirtió, ganándose el poder de calmar las aguas, después de todo era la unnie del grupo.

—Tan solo, no puedo escribir sobre algo que no experimenté, ¿Como imaginas sentimientos y sensaciones? —Argumentó la alfa pelicorta, de inmediato. Al final de la frase, ella tenía un punto. 

—¿Y cómo hacen los guionistas de las películas de terror, o los escritores de ciencia ficción, unnie? —Señaló Tzuyu, siempre tan atenta y analítica. Dahyun frunció el entrecejo.

Jeongyeon alzó los hombros, no dándose por vencida. 

—No es lo mismo escribir un guión o un libro, que componer una canción, no me veas la cara de tonta Chewi... —Reprochó la alfa mayor a la omega taiwanesa y Dahyun la burló, como era su costumbre, imitando los movimientos de su mano y sus expresiones. 

Jihyo rió cuando Jeongyeon se irritó por eso y la beta no supo en qué instante había llegado esa alfa. Ah cierto, con Chewi.

—¿Qué insinúas Jeongyeon-ah? ¿Que Dahyunnie tuvo una relación que nos estuvo ocultando y que le hizo mucho daño de modo tal, que ella pudo sacar una excelente canción como recompensa? Oye, suena muy bien Hyun... —Habló Jihyo, siempre alerta y habilidosa.

La menor se removió en su silla, ahora bajo la mirada de halcón de la líder. 

Park Jihyo era una audaz y excelente estudiante de Abogacía, rayos, esa alfa era la percepción hecha persona, jamás podrías ocultarte de ella. Le llamaban líder, porque un día Chaeyoung imaginó como una broma, como sería si fueran un grupo de kpop y todas estuvieron de acuerdo con que, la única que podría sostener el papel de líder, sería la poderosísima Park Jihyo. 

—Yo no... —Tragó Dahyun, evitando ver a sus unnies. 

—¿A qué te refieres, entonces? —Consultó Sana, ahora ansiosa por profundizar sobre el origen de esa letra, como todas unas chismosas. —¡Te estas ruborizando Dubu! —Exclamó sin compasión, escandalizado el círculo.

Minatozaki Sana, la omega mas dulce, sensible, tierna y popular del campus que estudiaba letras en la facultad de su novia. Porque sí, ella sí sería una excelente escritora de novelas, estaba muy segura de ello. Cabe aclarar, que es la flamante omega de Park Jihyo, y nadie se atrevía acercarse a la omega de esa temible alfa, que prometía ser una poderosa abogada muy pronto. 

—U-una historia, m-me inspiró, am, ya saben, bu-bueno... ¡Solo la escribí y ya! —Se obligó a responder la beta. 

Jihyo y Jeongyeon le vieron con los brazos cruzados, ante su extraña respuesta.

—Deberías inspirarte más seguido unnie, la canción te quedó demasiado perfecta... —Mencionó Chaeyoung sacándose los audífonos de los oídos al oírla por enésima vez. Mina la miró con los ojos muy abiertos y la menor se sonrió apenada. 

—¿Perfecta para quién? Si es muy triste —Analizó la omega japonesa, ahora cruzando los brazos sobre su pecho. Chaeyoung le dejó un beso sobre los labios, haciéndola sonrojar. 

—Eres muy talentosa unnie... —Musitó Tzuyu dejando de lado el desafío de miradas en aquel par —¿Te inspiraste de esa relación inexistente que hubo entre Jihyo y Kang, para tapar que se coje a Sana desde un principio? —Señaló la menor, con una risilla descarada. 

—¡Tzatan! —Exclamó la explosiva líder, haciendo reír a la menor. —Nunca salí con Kang, solo somos amigos... —Reprochó la alfa.

—Lo siento unnie, fue un chiste nada mas... —Musitó la omega, viéndola de lado. Sana se mantuvo en silencio, apenada de lo que había dicho la maknae del terror. 

—De otra historia... —Habló la beta, luego de mecer la cabeza. Dahyun no era demasiado partidaria de tener tantos ojos sobre ella, si así fuera, hubiera sido idol.

—Todas las canciones tienen un origen y todas las parejas tienen una canción. Por ejemplo, Nayeon y yo somos... 

—"Love line" —Musitaron todas en coro, provocando la sonrisa orgullosa de la mayor y un rubor intenso en la interrumpida Yoo. 

—Ya lo sabemos Jeongyeon-ah, lo haz repetido hasta el cansancio. —Volteó los ojos, una malhumorada Momo, ganándose el apoyo de los demás miembros. 

—Envidiosas... —Susurró, provocando una nueva risita de Nayeon, quien le tomó una mano debajo de la mesa y dejó un beso sobre su mejilla.

—Algún día vas a tener que soltar la sopa sobre esta increíble historia unnie, es bastante inspiradora... —Señaló Tzuyu, siempre hambrienta del origen de todo. Dahyun meció la cabeza. 

—Eso ya no importa, Chewi... —Musitó bajando la mirada al recordar esos sentimientos. 

Levantó la mirada y se halló en los ojos de la pelinegra japonesa quien le veía con reproche. 

Poco tardaron en reiniciar una nueva conversación, alejándose del asunto una vez Kim lo canceló, y alborotándose de inmediato en otro tema.

Cuando se despedían dispuestas a regresar a clases, la beta ya se había ido pues, le había sido incapaz soportar tanta tensión que le provocaba estar bajo la insistente mirada de Momo.

Aunque todo parezca ser nuestro propio problema, siempre hay quienes observan la secuencia desde muy cerca.

—¿Aún no se ha convencido? —Consultó la alfa menor, poniéndose a la par de la japonesa. 

—Ella no lo cree posible... —Respondió, presintiendo la llegada de la otra alfa del grupo.

—Tu alfa comenzará a reclamarla ahora que lo sabe y eso se pondrá más peligroso para ti... —Habló Jeongyeon hacia la alfa japonesa, quien veía en dirección por donde la Beta había salido, rato antes.

—Ya lo sé, pero ella no lo entiende, no puedo obligarla —Señaló, poniendo las manos dentro de su bata blanca.

Jihyo hizo esa expresión de desagrado al notar la derrota en su semblante.

—Debes hacerle entender, o tu loba puede sentirse rechazada... —Señaló la alfa menor, ahora buscando apoyo en la mayor. Jeongyeon suspiró al poner una mano sobre el hombro de la nipona.

—Momo esto es grave, puedes deprimirte e incluso... —Su voz se detuvo al sentir una intensa sensación de melancolía de solo imaginarlo, pero supo que fue por percibir el aroma de Momo mucho más suave que el día anterior.

—Mis ojos no han vuelto a su color normal desde que hablé con ella... —Sus manos temblaron cuando las sacó de adentro de sus bolsillos —Creo que que estoy comenzando a perder aroma, mis feromonas no responden, es bastante extraño, nunca me había sucedido algo parecido —Inspiró, al sentir una mano en cada hombro, al menos le hacía bien sentir el apoyo de sus amigas.

—Momo, ¿por qué no lo habías dicho antes? —Preguntó Jihyo, evidenciando su gran preocupación.

—Estamos aquí para apoyarte, somos tus amigas Momo-yah... —Suspiró Jeongyeon.

—No quiero presionarla. —Determinó. —Ya la presioné demasiado al decírselo, debí haber esperado que ella me reconozca por sí sola... —Lamentó la nipona, intentando detener su desánimo. 

—No se trata de presionarla y no te apresuraste cariño... —Lamentó la menor.

—Momo la haz esperado durante dos años, ¿Cuanto más tiempo ibas a dejar pasar? —Resaltó la rubia, haciendo temblar a la japonesa.

—Regresare a casa después de graduarnos. —Admitió y Jihyo jadeó con la boca abierta ante su respuesta.

—No puedes irte así como así, podrías hacerte mal, Jeongyeon-ah... —Buscó ayuda en la mayor, quien le miraba alerta.

—No me hará daño si no la muerdo... —Comentó Momo, fallando en verse relajada con la idea.

—Seria el caso si fuera una beta cualquiera, pero si es tu predestinada nada será así de sencillo Hirai. Te hará daño y lo sabes muy bien, estudias sobre eso. —Gruñó la mayor, haciendo énfasis en la carrera de Momo, quien estaba pronta a graduarse en su doctorado.

—Se trata de tu salud y la de tu loba Momo, no puedes tomarlo así de ligera... —Resaltó la menor, ahora con firmeza. Momo meció la cabeza. —Voy a hablar con Dahyun, no pueden seguir así, ella tiene que dejar su necedad de lado... —Determinó Park, dispuesta a ir tras la nombrada. Momo la detuvo, tomándola de su brazo.

—Ella lo verá, pronto lo verá estoy muy segura, solo necesita tiempo... de algún modo tiene que poder asimilarlo, después de todo es mi predestinada. —Musitó la nipona y sonrió con pena, cuando las alfas la tomaron de la mano, como muestra de apoyo. 

Ella tenía que poder verlo, ¿Acaso no era su destino? ¿Acaso no era un final feliz asegurado? La alfa japonesa tembló, porque ni siquiera ella podía asegurar que fuera así. Cual fuera el final de la historia, no se arrepentía de poner todas su esperanzas en su hermosa beta.

Hola tu, ya estoy aquí, ¿te gustó mi Dahmo?

Ya sé, puede ser un poco confuso, pero hay algunos detalles que se irán revelando con el pasar de los capítulos, se paciente por favor.

Muero por saber tu opinión, asique coméntame mucho♡

Gracias por haberle puesto tanta atención y cariño a este fict en su pura sinopsis, no sé como agradecerte. Lloré de la emoción, debo admitir.

Ya casi estoy de regreso, tu JazUnnie🌻

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