XIX.
Otra vez..., este sentimiento surcaba mi pecho y cuerpo. Había perdido a alguien importante —pensaba el moreno, refiriéndose a Vanitas—, sin embargo, se diferenciaba de mis padres o hermana, a quienes solo podía recordar, lamentablemente, con sangre y cuerpos inertes. Habían sido su familia pero al carecer también de sus recuerdos o su amor, durante gran parte de su vida, carecía por tanto de un amor profundo hacia ellos.
Limpió sus párpados, sintiendo algo de quemazón en ellos; no había dormido en toda la noche, por lo tanto, sus ojos estaban enrojecidos de tanto llorar y sentía la garganta seca y algo adolorida. Se encontraba acostado en el suelo, tratando de contar con sus dedos, los pequeños golpes intermitentes que daba en el mármol. El amor y dolor referido a su familia, eran muy distintos a los que poseía sobre aquel humano.
Aquella persona, aquel chico, le había convertido en un Noé del que desconocía absolutamente todo; sus celos, su excesiva preocupación, su emoción al hacerlo sonreír, sus ansias por tocarlo. Inmediatamente, no tardó en acariciar sus labios, recordando los roces que había compartido con el humano la noche anterior.
¿Cómo era posible que pudiera sentirse tan vacío cuándo pensaba en la decisión de alejarlo? ¿Cómo podía evitar tener aquel dolor y recuperar el que había sido antes de conocerlo?
En algún momento de la noche, imaginó que con su don, podría llegar a borrar su memoria, pero, no tardaba en arrepentirse; no quería olvidar, no quería alejar de él, los primeros y únicos sentimientos que había tenido en su vida sobre el amor y sobre Vanitas.
Escuchó unos débiles golpeteos tras la puerta y, con prisa, una lágrima discurrió sobre su mejilla, cayendo en un simple goteo al suelo.
—¿Dauphin? —logró escuchar de uno de sus más allegados sirvientes —El rey solicita su presencia, necesita comentarle algunas preparaciones, para que al terminar, marché a alistarse.
Este le respondió cordialmente y regresó a escuchar sus pasos alejándose de su puerta. Su amatista mirada era débil y apenas relucía con el alba que se acercaba por su ventana. No tardó en levantarse y con el mismo traje de la noche, se dirigió a su baño personal, para enjuagar su rostro, tratando de desaparecer su tristeza, además de lavando sus dientes. Salió de sus aposentos en busca de su abuelo, en busca de completar su deber en aquel palacio, alejando lo único que había estado buscando toda su vida.
Los sirvientes por los pasillos lo saludaron, felices de regresar a ver su querido príncipe caminando por su hogar, aún cuando este les respondió, aquel rostro tan triste, con rojez bajo sus ojos, les dejó un sentimiento amargo en sus corazones.
Noé no tardó en acudir al salón del trono, en busca de su abuelo; sentía que le escocían los ojos y le dolía la garganta, se sentía muy cansado. Su maestre estaba hablando con unos organizadores, estaba todo decorado con estandartes de la corte, asientos alrededor donde se sentarían los invitados más importantes, y cerca del trono había un atril con una almohada rojiza, donde descansaba la corona y junto a ella, la crisma.
Pese haber sido muy tardía la anunciación, parecía que todo estaría predispuesto, después de todo, era la coronación del nuevo heredero a Francia, y sabía que las personas, indudablemente no negarían aquel célebre acto.
Sujetó con fuerza su brazo izquierdo y llamó al que más había querido en su niñez —¿Abuelo?
Este tornó a verle, con aquellos orbes heterocromáticos, vestido en traje y una larga copa en su cabeza, junto a una sonrisa, sin embargo, al ver las facciones tan tristes en su nieto, se suavizaron sus gestos —Noé. ¿Has dormido siquiera algo? —le cuestionó.
El moreno apenas negó con leves movimientos, experimentando cómo el hombre se acercaba a él y acariciaba su rostro —¿Cortaste el lazo? —le preguntó nerviosamente por su respuesta.
—No..., no pude hacerlo —respondió con dolor en sus orbes amatistas, que parecían cristalizarse ante su incesante agonía.
Con aquellas palabras, el maestre pudo respirar de nuevo, sintió un gran alivio en su pecho al saber que su amado nieto no había destruido y alejado de él, la única persona destinada para su larga eternidad.
—Me alegro saberlo, Mon Chaton —añadió con cariño el hombre. —Necesito que te centres en lo que ahora mismo acaece, debes dirigirte hacia el jardín, y caminar hasta que no haya una diferencia entre el bosque y nuestros campos, donde el palacio se vea como una mota en la lejanía. Cumpliendo con nuestra tradición, en busca de un liberación de tus nervios antes de la coronación.
Noé se extrañó, hacía tantísimo que había hablado con su abuelo de los rituales y ritos previos a la consagración que se había olvidado completamente. Se trataba de una actividad, donde el elegido a rey, caminaba por la naturaleza despejando sus dudas, y para cuando estuviera en perfectas condiciones, regresaría como un hombre nuevo. —¿No teméis que me ocurra algo, alejándome de palacio?
—No te preocupes, mi querido nieto. Todo ha sido inspeccionado y continuando en las tierras reales, es de lo más seguro. Además, el mal que nos perseguía ya hace mucho que quedó bajo tierra.
El moreno accedió a su petición —Está bien, abuelo. Creo que también me ayudará a despejarme de muchas cosas.
—O te ayudará a saber lo que buscas en verdad —señaló el mayor de pestañas rubias. —Id. Para cuando regreses, te alistarán para la ceremonia. El sol ayudará a eliminar esas ojeras que vistes.
Noé comprendió que se refería a la decisión de eliminar a Vanitas de su vida, pero aunque caminase por todo el mundo, no se retrataría de su decisión. Dejó un último vistazo en la gran sala que pronto estaría repleta, y se despidió de su abuelo, dispuesto a ponerse un traje casual y marchar a su liberación personal.
También su maestre le explicó que había encontrado al gato blanco que había traído Faustina, bajo su cama, se había escondido desde su llegada, y Noé le explicó que era suyo, llamado Murr, por lo que se lo quedaría. Noé se afligió un poco de haberse olvidado de él tantos días, pero Vanitas lo había ocupado todo en su cuerpo y mente.
Con todo listo, Noé se encontraba en los jardines conversando con unos sirvientes que quería mucho. Se había vestido con un traje algo casual, mientras terminaba aquella tradición, regresando a palacio sin más tardar. Vestía una blusilla ajustada azul oscuro, cubriendo su cuello, que se complementaba con unos guantes de la misma tonalidad en sus manos; una túnica con capucha de color blanco, cubría gran parte de su cuerpo y brazos, casi como una cazadora, siendo esta de un forro de raso: un tipo de tela de seda, muy liso cuya trama era fina y saliente. Además de unas botas cortas y unos pantalones de seda algo holgados, que le ayudarían a caminar.
Vanitas pudo ver a través de la ventana como el moreno estaba hablando con algunos sirvientes, y salió con prisa hacia él. Había pasado una muy mala noche, se había quedado dormido llorando, con mucho dolor en su corazón.
Se lavó el rostro y los dientes rápidamente, y acomodó su alborotado cabello. Abrió la puerta y salió corriendo piso abajo, seguía descalzo pues recién se había levantado, con su larga melena suelta y la pijama azulada de seda. No tardó en salir al jardín principal, siendo observado por algunos de los sirvientes que hacían su trabajo.
Sus azulados ojos se estrellaron con la luz inminente del sol, cegándolo por momentos. Observó la espalda del moreno que continuaba con aquellos trabajadores. Era muy temprano, estaba seguro de ello, y verlo listo a emprender un nuevo día lo llenaba de orgullo.
Arrugó sus manos en débiles puños y sintió como su vista se desestabilizaba. Tenía miedo de lo que pudiera pensar de él, pero, tenía más miedo de perderlo —¡Noé! —vociferó el humano, hacia aquel que parecía robar todo de su alma.
Este respingó levemente, y observando como las otras personas se despedían con una sonrisa y marchaban, Noé se tornó a verle: —Buenos días, Vanitas —le dijo con simpleza.
El lechoso pudo ver su rostro directamente, estaba pálido, y sus ojos mostraban marcas oscuras y rojizas, ¿se debía a una mala noche que había pasado? Más sin embargo, seguía reflejando una belleza única.
Noé pudo ver las facciones tristes y los ojitos algo hinchados del humano. Apretó su mandíbula, aquel dolor que estaba ocasionando, solo hacía daño al de larga y brillante cascada oscura. —Necesitamos hablar —expresó el humano dando pequeños pasos hacia él, podía sentir el césped frío y húmedo bajo los dedos de los pies desnudos.
Vanitas se fijo en cómo el vampiro marcaba su mandíbula y, desviaba su mirada mientras acomodaba los guantes en sus manos delgadas y morenas —No hay nada que hablar —añadió algo fríamente.
El humano renegó con una mirada aún más frágil, con aquella joya tintineando junto a sus movimientos —Noé, ¡No pienso dejar que lo ocurrido anoche se quedé en nada! —exclamó con algo de temblor en su voz.
Noé apretó sus puños y frunció su ceño con fuerza —¡No ocurrió nada, Vanitas! ¡Fue un error de mi parte!
Los luceros azules se vieron algo afectados por sus palabras, y negó con fuerza —¡No puedo creerte! ¡Sé que sientes algo por mí, Noé!
—No asumas cosas por mí, Vanitas. Ahora no tengo tiempo para lidiar con tu palabrería. Debo irme —señaló el hombre de piel morena, tratando de no gritar y crear un espectáculo. —Deja este tema de lado, alguien podría escucharte, y, por favor, no digas más mentiras —terminó con un semblante serio.
—¿Algo que se diferencia mucho de ti, no? —indicó el humano con sus labios fruncidos.
—¿Qué?
—¡Eres exactamente igual que todos ellos! ¡Igual a tu abuela y maestre! —exclamó el humano apretando sus puños con fuerza y observando directamente aquellos amatistas mirares. —¡Todo este tiempo has dicho que estabas enfadado con ellos por sus mentiras, pero, tú estás haciendo exactamente lo mismo! ¡Manteniendo un montón de secretos y pretendiendo que me proteges! ¡Pero, al final, solo se trata de protegerte a ti mismo!
Noé avivó un reflejo de duda y miedo en su mirada, para seguido experimentar como le hervía la sangre; negó con su brazo y dio media vuelta, ignorando al humano —¡Te da miedo que te vean enamorado de un hombre! ¡Después de todo, eres la familia real, ¿no es así?! ¡Te da igual dejar dañados a los de tu alrededor, siempre que te salgas con la tuya! —exclamó el humano, fijándose en como este se marchaba con firmeza, sin girar y decir absolutamente nada.
Solo pudo clavar su vista en como el albino, ocultaba su cabello con la capucha y giraba sobre el jardín principal desapareciendo de su vista. ¿Por qué lo odiaba tanto? ¿Estaba tan mal que se hubieran enamorado? ¿Acaso era un pecado que lo amase, que quisiera vivir a su lado y no separarse nunca de aquella cabeza blanca testaruda?
No pudo evitar apretar sus puños y que unas lágrimas traicioneras salieran de sus pálidos ojos. Vanitas podía ver el miedo en los ojos de Noé, pero por alguna razón, era incapaz de encontrar las palabras para alejar todos sus miedos. Podía ver que había algo más, que el moreno no quería decir. Estaba literalmente escrito en sus violáceos ojos.
Un carraspeo bajo se escuchó tras él, y Vanitas limpiando sus lágrimas, tornó a ver al intruso en su debilidad. Era el maestre de Noé, su abuelo, quien mantenía una mirada compasiva. —Siento estar en este aspecto —habló rápidamente el joven de hermosos orbes azules.
Los orbes heterocromáticos del señor negaron y parecieron sonreírle con tristeza —Ven conmigo, Vanitas —le indicó, haciendo el amague con la mano de atraerlo hacia él, y sin objetar, el humano accedió.
Vanitas se sentía algo apenado del aspecto que estaba mostrando ante el rey regente, algo intimidado añadió: —¿Ha escuchado la conversación?
El maestre le confirmó que así era, y el humano no pudo evitar sentirse desconsolado. No solo estaba perdiendo su postura ante el moreno, ahora también frente al rey de Francia, el cuál dejaría de serlo en pocas horas.
Fueron por el lado contrario de la ida de Noé, hacia lo que parecía un jardín secundario que se extendía mucho más allá de lo que alcanzaba a ver. Vislumbró una cúpula de cristal enorme, que dejaba entrever, entre la borrosidad, las flores y plantas del interior. El hombre con bastón en mano, y el minino en su hombro, —el cuál no había visto y había olvidado completamente de su existencia—, abrió la puerta trasparente, entrando junto al más bajo.
Era un precioso invernadero el que se encontraba frente a los azulados orbes del humano, había una gran cantidad de lirios liliáceos por todo el alrededor, también habiendo amarillas, blancas e incluso anaranjadas y rojas. El aroma era fuerte y muy agradable.
Vanitas las conocía porque sabía perfectamente que era la flor más típica de Francia. Contaba la leyenda que la flor de Lirium (lirio) brotó de las lágrimas de Eva, cuando fue expulsada del Edén y se dio cuenta que esperaba un bebé.
El señor estaba acariciando una de aquellas violetas, tan preciosa como los ojos del moreno. —¿Conoces la leyenda griega que proviene de esta flor? —le preguntó el señor.
Vanitas respingó tras escuchar su voz y asintió —Si. Se cuenta que esta flor se creó de las gotas de leche que la Diosa Hera dejó caer cuando alimentaba a Hércules.
El hombre reflejó sorpresa en sus facciones —Conozco pocas personas que sepan la historia. Y eso es un punto a tu favor, me gustan las personas cultas y estudiadas.
El lechoso asintió a sus palabras, algo confundido de su última expresión, ¿Por qué necesitaría tener puntos a favor de él? —Mi padre me ha enseñado toda la vida que el conocimiento es poder. La gran mayoría de mi tiempo la invertía entre los libros.
Parecía que los ojos violetas y azules del hombre de cabellos rubios brillaron con admiración. —Vuestro padre no se equivocaba, el conocimiento es poder..., —añadió con un suave tono de voz mientras se erguía observando sus flores —¿Os gustan quizás también los libros fantasiosos, de aventuras y acción? ¿O sois más de tópicos ajustados a la realidad?
Vanitas se acercó al ver que lo llamaba nuevamente con su mano, mientras lo pensaba, caminaron por el extenso pasillo donde Vanitas pudo atisbar rosas blancas y rojas. —Soy de ambos. Me gustan los libros culturales y clásicos, pero, también me agrada la idea de entrar en un mundo distinto al mío y experimentar esos paisajes fantasiosos.
—Supongo que experimentaste ese mundo al conocer a Noé.
—Supongo que si —respondió el joven de cabellos negros.
El hombre asintió con parsimonia a sus palabras, y lo invitó a sentarse junto a él en un banco que colgaba y se columpiaba en el aire. Poseía un cojín bordó y algo bastante blando para el gusto del humano. Seguido, el rey depositó su bastón sobre sus piernas y el gato blanco se acurrucó sobre este, y para la impresión de ambos, caminar con sus cortas patas y sentarse sobre el regazo de Vanitas.
El chico se sorprendió del pequeño animal, y con pesar le pidió disculpas por haberlo dejado tan abandonado. Acarició el lazo violeta en su cuello peludo, recordando con cariño aquel día que se lo pusieron ambos, él y Noé —¿Sabe que encontramos a este gato en nuestro viaje y Noé no pudo resistirse a llevarlo con nosotros? Incluso le compró este lazo y le puso un nombre —añadió el humano con una mirada envuelta en cariño y melancolía, mientras lo acariciaba.
—Noé tiene un corazón muy puro, a veces he supuesto que su inocencia y amabilidad, algún día jugaran a sus espaldas —indicó el hombre clavando su vista en el humano de largo cabello oscuro.
El lechoso no pudo evitar surcar una media sonrisa en sus labios —Es un estúpido mamerto —añadió con simpleza, dándose cuenta de con quien hablaba y negando con rapidez —Es-es decir, no pretendía insultar a su nieto-
El hombre mayor soltó una carcajada tras sus palabras —¡Eres muy imprevisible, Vanitas! ¡Y no te equivocas, es un pobre niño que se guía solo con su corazón! —decía entre risas y limpiando sus ojos de algunas lágrimas por su inesperada carcajada.
Vanitas acompañó la risa del mayor, aún algo extrañado de estar compartiendo una conversación con aquel personaje; sin prisa, escuchó como le hablaba con aquel tono suave nuevamente. —Es algo que me preocupa bastante de él, a decir verdad, se deja guiar mucho por sus sentimientos, y ahora, que tiene este don tan poderoso, alberga mucho miedo en su interior. Creo que lo habrás visto también.
El joven de cabello oscuro asintió a sus palabras: —Por lo que he podido conocer, siempre antepone a los demás antes que él mismo. Con lo recién ocurrido el otro día, tiene miedo de hacerme daño o a uno de sus seres queridos, pero no soy capaz de explicarle mi posición ante sus ideas anticipadas. Es muy cabezota... —admitió dejando un suspiro pesado. —Además, sé que me está ocultando otras cosas y no puedo comprenderlo al completo.
Tras las palabras del humano, quedó un pequeño silencio, en el que Vanitas solo podía seguir pensando en aquel albino. El maestre lo vio algo serio, y consecutivamente, observar el cristal superior, que reflejaba el cielo algo borroso. —¿Sabes por qué hay tantos lirios en este invernadero?
Vanitas lo observó con un confundido rostro —Supongo que os gustan demasiado.
El hombre de cabellos rubios negó con una sonrisa —Cuándo había importantes celebraciones, siempre me regalaban lirios. Al principio eran mis favoritas, cuándo era un joven indeciso y muy experimental, mucho antes incluso de encontrar a Faustina. Me las ofrecían como símbolo de una larga vida —añadió con una mirada algo sensible. —Desde que nací, siempre supe que mi vida sería muy larga, así que me causaba gracia que me ofreciesen estas flores con aquellos deseos. ¿Sabes qué piensan las personas de mí, fuera de estas paredes?
Vanitas negó: —Carezco de esa información, acostumbro solo a estar en mi hogar y con la señorita con la que estoy comprometido.
El maestre se sorprendió de aquella aclaración y ahora podía comprender aún más a su querido nieto. —Las personas piensan que soy un anciano muy viejo, casi que no puedo andar, y las arrugas no me dejan entrever siquiera mis manos, también, ha habido muchas especulaciones sobre que hace muchos años que había muerto o que había hecho un pacto con el diablo para seguir reinando con una mente en todos su cabales y no la de un anciano cerca de la muerte.
—¿Cuánto tiempo lleva siendo rey? —cuestionó Vanitas extrañado.
El rey dejó una sonrisa ladina —Mucho, mucho tiempo, Monsieur Vanitas. He tenido muchos nombres a lo largo de los años, Pipino el Breve, Luis el Piadoso..., un sin fin que ya ni recuerdo. ¿Noé te ha contado cuál es mi don? —cuestionó al humano que poseía un rostro incomprensible —Me llaman el Sin Forma, entre los vampiros. En otras palabras tengo la cualidad de poder cambiar de formas. Carezco del poder de un primordial, pero mi dinastía procede de muchos dones unidos a la inmortalidad de los vampiros, incluso, puedo ver el aura de los destinados.
Vanitas estaba hecho un cromo, su cabeza se estaba volviendo una red completa de dudas y preguntas. —Eso quiere decir..., que llevas eones en el trono, ¿entonces no ha habido ningún rey más que tú?
El señor negó —En un tiempo hubo alguien antes que yo, sin embargo, cuándo llegué a suceder a mi madre, ella me encomendó que guardase mi cuerpo original, hasta que encontrase a mi destinada y pudiese procrear otro sucesor. Pues supongo sabrás, que no encontramos a nuestro destinado hasta dentro de mucho tiempo, quizá eones enteros y mi don era perfecto para encubrirme. Para cuando encontré a Faustina, me coroné con este cuerpo.
—Pero, ¿Cómo lograbais hacer que vuestro anterior rey os sucediese la corona, si erais vos mismo? —añadió Vanitas con una intriga enorme.
—Eso no es necesario cómo en otros países, con solo tener el féretro que guarda las cenizas del pasado rey, su muerte me ascendía directamente al trono.
—¿Entonces las cenizas en las urnas o cuerpos en los ataúdes de los falsos reyes, eran también falsas?
—En efecto. No había nadie a quien meter en esos lugares.
—¿Y por qué si tuvisteis un hijo, no lo coronasteis como rey antes de conocer a su esposa o tener a Noé y su hermana?
El señor asintió a sus palabras —Ese fue un error mío. Cuando me presenté como sucesor al anterior rey muerto, quién era falso, me mostré con esta apariencia, pues había encontrado a mi destinada. Años después, nació mi primogénito, quien sería el destinado a sucederme. Sin embargo, mi pequeño se enamoró muy joven, y para cuando cumplió la mayoría de edad, ya había tenido a la hermana mayor de Noé, y su mujer estaba embarazada de mi mon cháton. Faustina me manipuló discretamente y me recomendó que esperásemos hasta que los niños hubieran crecido, y para cuándo fueran mayores, coronar a nuestro hijo e inmediatamente casar a nuestros nietos y mandarlos lejos de estas tierras. Pero por lo que sabemos, encontró su verdadero poder y su ambición dio en aumento, hasta, que la llevó a cometer esa tragedia.
Vanitas dejó un suspiro pesado tras eso, habían más cosas que asimilar y que con bastante probabilidad, no podría nunca capaz de entender del todo. —Por eso tuvisteis que desaparecer del mundo, después de todo, si os seguían viendo con esta apariencia joven, tras haber sido así cuando vuestro hijo ni había nacido, habrías creado un desorden en la sociedad y expuesto en peligro la existencia de los neófitos —comprendió el humano con facilidad. —¿Si sois un cambia formas, no podéis simplemente haceros más anciano?
El rey regente dejó una baja risa y negó a sus ocurrencias —No. Con mi cuerpo original no puedo, y ninguno de los cuerpos que puedo tomar se puede parecer al verdadero. Así que mi única opción era desaparecer y ocultarme, hasta que Noé se hiciera mayor y poder coronarlo.
—Aún así, la señorita Dominique os ha visto, supongo que sabrá los secretos de los vampiros, como todos los que habitan en palacio. Pero, hasta el mismo Noé me confesó que era incapaz de conocer todos los dones que poseíais. ¿Sabe él que sois un cambia formas?
El adulto de joven apariencia y pestañas rubias casi tan claras como las de Noé, negó —No veía necesario que supiera de este don. Él es mi querido Mon Chaton, no quería que supiera muchas otras cosas que solo conseguirían confundirle.
Vanitas pudo apreciar la mirada de cariño que dejaba el hombre al hablar del moreno, y eso consiguió suavizar su corazón. Podía comprender al señor, después de esperar tantos años, esperando a su destinada, fingiendo ser otros hombres con otros nombres y esperando ser feliz con ella, mostró su cuerpo real y acabó siendo engañado. Siendo que lo único que podría mantener a su lado, era el pequeño Noé, mientras esperaba oculto entre las murallas del reino a su mayoría de edad.
—Antes me habéis dicho que podéis ver el aura del destinado, ¿Cómo funciona eso? —cuestionó el de unos preciosos ojos azules.
—Puedo ver como el aura de los vampiros se adhiere al cuerpo que está destinado a él. Por ejemplo, Faustina tenía un color dorado, algo que sabía que era el mío. El destinado de Noé posee un color violeta. Y no te preguntes como sé que destinado es de cuál vampiro, eso va más allá hasta de mi conocimiento. Simplemente, lo sé.
Vanitas removió sus manos inquieto, acariciando al gato que aún estaba en su regazo: —Supongo que es el aura de Dominique, ¿no es así? Noé me confesó que era ella.
El hombre se mantuvo en silencio, mientras lo observaba intensamente. Aquella aura violácea que desprendía el cuerpo del humano, era increíblemente preciosa y, destacaba entre todos los colores de la sala, por lo que no pudo evitar dejar una risa cálida. —Andas un poco mal encaminado, Monsieur Vanitas.
El rostro del humano reflejó incertidumbre y con rapidez, cuestionó otra duda que tenía desde el principio: —¿Por qué me contáis todo esto? ¿Qué motivo os lleva a confesarme estas cosas?
—El único motivo que me mueve, es pedirte que no te rindas con Noé. No dejes que te obligue a irte, no te vayas de palacio sin confesarle tus verdaderos sentimientos —indicó el hombre con un tono suave. —La inmortalidad que sufrimos los neófitos es muy dolorosa, y muy larga, pero cuando ya hemos encontrado a nuestro destinado, se nos hace un poco más fácil. No quiero que Noé tenga una larga existencia amarga y deprimente.
Vanitas regresó a extrañarse: —Pero, Noé ya tiene a Dominique, ¿por qué insólita razón necesitaría de mí?
El hombre negó, tomó su bastón y le dio un golpe en la cabeza, a lo que el humano se quejó con fuerza: —Vanitas, eres un poco corto de mente cuando se trata de Noé. ¿Por qué crees que quiere que te vayas? ¿Por qué, si bien pude escuchar en vuestra discusión, te daría indicios que podrían indicarte que está enamorado de ti?
Vanitas abrió torpemente sus labios: —¿Por qué, simplemente se siente atraído hacia mí? ¿Algo cómo..., físicamente?
El rey suspiró pesadamente —Veo un aura violácea a tu alrededor, pequeño Vanitas —dejó en el aire el hombre, con una sonrisa cansada.
El humano pareció abrir varias veces sus labios, incapaz de proceder el significado de aquella frase. —Eso quiere decir..., que yo..., ¡¿Soy el destinado de Noé?! ¿Entonces me mintió? Por eso..., aquella vez que me mordió..., no sentí dolor... —fue añadiendo mientras asimilaba la información, y su rostro se ponía completamente rojo junto a sus orejas.
El palpitar agitado y rápido del corazón humano podía escucharlo perfectamente el vampiro mayor a su lado. Observando la sonrisa nerviosa que aparecía en el lechoso, el hombro llamó su atención con otro golpe del bastón en su cabeza: —Escucha, concéntrate. Sé que estás emocionado de que el hombre que amas lo haga también, pero, debes salvarlo. Ahora mismo está muy perdido y necesita de ti en lo más pronto posible.
Vanitas asintió con firmeza, depositando el minino en manos del señor para levantarse por consiguiente —Voy a cambiarme y a buscarlo de inmediato.
El hombre le negó: —Ahora mismo está en un prueba que se ha realizado siempre, y para cuando regrese, tendrá que ser alistado para la corte y la ceremonia. Lo mejor es que esperes a que pase todo, y una vez disponible, hables con él. Debes aclararle que lo amas, y que no fue obra de la sangre destinada, cosa que Noé cree. El que vuestras almas estén destinadas, no os obliga a enamoraros; simplemente os conduce al final dónde el amor os encuentra.
—¿Y por qué nunca se lo habéis explicado si es algo erróneo? —preguntó Vanitas.
—Porque solo lo creerá de su persona destinada.
El humano concordó con sus palabras y trató de relajar su corazón; al final, como le había explicado Noé, el destino se enlazaba cuando el vampiro mordía a su pareja, y aquel día que Noé lo mordió en el bosque, cerraron su contrato. Debía admitir que el moreno le había atraído desde el principio, desde que en la fiesta cruzaron miradas, con aquellos amatistas mirares y pestañas blancas que removían tempestades en el interior del humano; para cuando lo mordió en el bosque, a Vanitas ya le importaba Noé. Estaba tan feliz con aquella noticia, que no podía pensar en otra cosa.
Noé era su destinado y él era su pareja para el resto de sus vidas.
Tratando de calmarse, tanto mente, corazón y cuerpo, decidió ir a bañarse y arreglarse de una vez, para ayudar al maestre en el resto de preparaciones. En los pensamientos más profundos del abuelo de Noé, el más claro e importante, era que estaba seguro de que aquel humano amaba realmente a su nieto, y si podían arreglar su situación, tendrían una final maravilloso colmado de felicidad.
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¡Buenasss! Espero que les guste mucho esta nueva actualización, algo bastante larga, casi cinco mil palabras. Ahora, les vengo a dar una noticia que quizá impacte mucho.
Este, y siendo muy probable, es el penúltimo capítulo de toda esta maravillosa obra.
También habrá un + Epílogo (dividido en dos partes, quizá, o en uno muy largo).
Desde un principio, para los que leyeron el aviso, pudieron darse cuenta de que la historia sería más o menos corta, no llegando a superar los 30 capítulos, que además incluso, dependía de mi inspiración si llegaba a ser menos. Con respecto a esto, vengo a explicar que quizás es la historia que más inspiración me ha dado, pero siendo muy a mi pesar, con todos los puntos resueltos y solucionados, se acaba esta maravillosa travesía, que me ha dado muchísima creatividad.
Este libro terminará en el capítulo XX, habrá un visual art II, dónde introduciré todos los dibujos que he prometido y que sin embargo, no he subido, y un EPÍLOGO, con una sección de agradecimientos. Espero pueda ilusionarlos con esta noticia, y agradezco muchísimo todo.
Con mi mayor ilusión, les aviso que sería mi primera obra larga terminada en todos mis años de Wattpad, un hecho que me hace enteramente feliz. Justamente, esta próxima a acabarse con otra que tengo, llamada, ¿Es el final? con la pareja Katsuki x Izuku de My hero academia.
Mis dos mayores obras, por fin, en sus actos finales.
Pero, no se me desilusionen, como podrán ver en mis obras, he comenzado una nueva llamada Destiny, que es Vanoé y tiene muchas promesas y misterios por desvelar.
¡También vendrán muchas nuevas con el tiempo y ansío poder seguirlos viendo a mi lado! ¡Así que no se desaparezcan con el acabar de esta obra, y vayan a guardarse mi nuevo proyecto!
¡All the love, Ella!
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