Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

III.

Vanitas le presentó a sus dos amigos, explicándole muy por encima la relación que tenían ellos, se habían conocido hacía unos años, cuando eran más pequeños y todas las travesuras estaban presentes día a día. Finalmente habían sido ellos mismos, quien lo apoyaron más que nadie en su sueño de curar y salvar a las personas, Noé aún comprendiendo la historia y tomando con cariño la confianza que tenían para contarle, se sentía un extraño en ese sitio.

Especialmente cuando estos reían, y se perdían en recuerdos banales; le hacían añorar a las dos únicas personas que lo habían acompañado y hecho sentir de alguna forma un chico normal, sin añadir los quehaceres y mandatos que debió sobrellevar desde que nació, como heredero al trono tras la muerte de sus padres.

Se sentía mal, sobre todo porque sabía que la relación que construiría con aquel joven de ojos azulados no sería más que por beneficio en ambas partes, aún cuando veía esos mirares tristes y en su corazón buscaba entablar una amistad.

Así de extraño era Noé, tomaba cariño a las personas que recién conocía y muchas veces había sido dañado por esto, al aprovecharse de su inocencia y amabilidad, terminaba él llorando y Domi queriendo golpear a todo el culpable de sus lágrimas.

Johann, el joven alto, trajo de fuera el traje que había lavado con sumo cuidado de ambos jóvenes, haciendo sus suposiciones al tocar la tela tan suave, y las pequeñas joyas incrustadas en el traje azulado de alta costura. —Vanitas. Este traje es demasiado caro, ¿Cómo es qué has podido, Noé, conseguir un traje tan bien hecho?

Ahí venía otra vez, puesto al no salir demasiado o siempre con sus guardias, pocos habían visto su rostro o conocían inclusive su voz, era algo que la sobreprotección de su abuelo lo había llevado a sufrir toda su vida. —Bueno, la verdad es qu-

—Se lo robamos a unos archiduques para poder escapar sin levantar sospechas. —le interrumpió Vanitas.

Noé se sorprendió de ello, sabía que les había contado una historia completamente distinta de lo sucedido realmente, debía ocultar su verdadera identidad, y entendía que era para la protección de estos jóvenes.

Estos asintieron tras la respuesta, y comprendieron que Vanitas tampoco era de especificar sus asuntos, aún así les parecía extraño el que quisiese permanecer tanto tiempo con alguien, pues sabían que lo llevaría a su hogar (destino desconocido para ambos jóvenes), y ellos conocían que él jamás pasaría más de un día con personajes ajenos.

—Debo tomar algunas cosas, y marcharemos a nuestro viaje. —comentó el de cabello oscuro, preparándose para salir. 

—¿Emprenderemos viaje en este instante? —preguntó Noé, tras no esperar tanta prisa.

—Saldré un momento, debo buscar otro carruaje, que por suerte... —dijo tomando un diamante incrustado en el traje del príncipe. —Voy a tener mucha facilidad para conseguirlo. No podemos viajar en el otro, del que vosotros os encargareis de destruir esta noche. —le comentó a los dos amigos de antaño.

—¿Requieres de mi ayuda? —comentó Noé, al sentirse algo inútil. 

—Lo mejor es que te quedes reposando, no debes hacer muchos esfuerzos. —dijo este para marcharse por la puerta, con aquel cabello largo balanceándose con suavidad.

Noé no era alguien que permaneciese mucho tiempo sentado sin hacer nada, y estaba algo desesperado, además de incómodo con los otros dos que lo veían algo extrañados. Pues estos veían sus movimientos, formas de actuar, hablar, y las veían extrañamente elegantes para ser un marques u hombre cualquiera.

—Noé. —lo llamó Dante, el de cabello rojizo anaranjado. —¿Te llevas bien con Vanitas?

Este sintió como caía en un pozo profundo de incertidumbre. —B-bueno, carezco de mucha cercanía, caso distinto a ustedes, sin embargo, su compañía es bastante agradable. —respondió, después de todo lo había salvado, y no estaba desagradecido con él.

Estos asintieron, su lenguaje era muy sofisticado. —Bueno, debo irme a trabajar. Hasta luego, Dante. —comentó el de ojos claros y cabello blanco, acercándose a la puerta de salida y propinándole un beso, en los labios, al contrario.

"¡EN LOS LABIOS!"  Pensó Noé, realmente pocas veces había visto a un hombre y una mujer besarse, pero dos hombres, realmente era algo inaudito, jamás había visto algo así y no supo como sentirse respecto a ello. Es decir, ellos habían tenido la confianza de tener ese acto de intimidad en su presencia, imaginando que sería de tal confianza para Vanitas que jamás imaginarían que fuese a decir algo, y eso estaba claro.

No le gustaba meterse en los temas o vidas de los demás, pero aquello le estaba haciendo sudar las manos, por lo que retiró su mirada nervioso. Parecía que en verdad, no sabía nada del mundo exterior, y suponía que Vanitas ya lo sabía, por lo tanto él tampoco debía hacer de un grano, una montaña.

Dante abrió y despidió a su "amigo", para cerrar y mantener una sonrisa de amor, que Noé fue incapaz de no percibir, y le agradó aquel sentimiento de comodidad. Este se despidió y también tomó sus cosas para marchar a trabajar, todas las personas luchaban por sobrevivir fuera, sacando su alimento día a día con su sudor, y se avergonzaba de él nunca haber levantado una mano a nada, había sido mimado y mantenido como un príncipe, algo que muchas veces había renegado de querer ser.

Estuvo solo durante algunas horas, esperando por la llegada de Vanitas, muchas veces temiendo que aquel joven lo hubiera abandonado, o, estuviera vendiendo su paradero con sus asesinos para obtener ganancias, pero quería creer en él, y eso le daba miedo.

Lo único que sabía hacer era defenderse, y luchar, gracias a sus incesantes clases de entrenamiento, y por otras razones que más adelante explicaría. Tras eso escuchó como la puerta se abría de nuevo, era aquel joven de cabello oscuro.

—Vanitas. —añadió más sorprendido de lo que esperaba.

—Noé, nos vamos. —dijo este acercándose a su dormitorio y tomando las maletas que antes había dejado preparadas. —Déjame subo esto, y vengo por ti. —comentó para iniciar su camino hacia el exterior.

Noé tan solo lo observaba, al final había regresado por él, y se sentía algo inútil, por lo que se levantó muy forzosamente, viendo como el contrario entraba de nuevo al lugar. Este corrió hacia él, al ver que le temblaron sus piernas. —¡Noé! ¡No seas un mamerto*, estás herido y tienes que hacer caso a lo que te diga! —le dijo este, tomándolo por la cintura y regañándolo a su vez.

Este se avergonzó, hacía mucho que nadie lo reprendía, al ser el niño mimado, todo lo que hacía estaba bien, por lo que llegado un momento en su niñez se aburrió de hacer travesuras al ver que todo lo veían perfecto.

—Disculpa. Me siento un poco improductivo. 

—No importa como te sientas, es por tu bien. —dijo, mientras traía una blusa negra que había conseguido para ocultar el torso del joven príncipe. —Sé que tampoco es la ropa que supongo sueles llevar, pero es lo que hay. También hay un chaleco violeta, pero todavía no te lo puedes poner por la reciente herida. —le dijo el ojiazul, al ayudarlo a vestir.

Tuvo que pedirle que se sentase de nuevo, al ver que seguían temblando las piernas del moreno, pero en fondo la razón principal era que no llegaría a introducir la camisa por el contrario, al ser más alto que él. Ya sentado, le ayudó a ponerse la camisa larga que protegía sus largos brazos y cuello, le tendió sus guantes blancos que había llevado en el baile y este tomó con gusto, habían sido un regalo de su abuelo y eran muy especiales.

Intentándolo otra vez, se elevaron juntos y fueron hacia el carruaje con rapidez. Subieron, siendo Vanitas quien dejó en el interior al moreno para dirigirse a conducir con todo guardado. Noé sentía que era un niño pequeño, incapaz de valerse por sí mismo, y fue cuando sintió una leve punzada en su hombro, algo que dejó pasar.

Observó como Vanitas comenzaba el camino, y quiso hablar con él a través del pequeño espacio entre el interior y el cochero. —¿No es molesto realizar este viaje con alguien tan...bueno, con alguien como yo? —comentó Noé.

El de cabello oscuro dirigió su mirada hacia el frente, el carruaje se abría paso hacia un camino envuelto en un paisaje de arboleda y un cielo claro, algo parecido a la mirada de su compañero. Tenía que afirmar que pocas veces había salido del castillo, y tan solo podía ver aquellos cielos y bosques desde el jardín de su hogar, no se sentía igual al de ahora, por lo que sacó un poco su cabecilla por el ventanal, para admirarlo mejor.

Vanitas lo observaba por el rabillo del ojo, su compañero vestía un rostro sorpresiva, entusiasmado, como si fuera la primera vez que veía todo aquello. —Es extraño, pero espero que sea algo entretenido el viaje que vamos a realizar.

Noé lo observó algo tímido por dejarse llevar por su entusiasmo y decidió entrar de nuevo al interior y sentarse rectamente. A veces, sus modales desaparecían, después de todo iba a ser el heredero, y no podía parecer un niño en cada instante.

El de ojos azules se sorprendió de la rapidez con la que se adentró, como si se hubiera avergonzado. —¿Es la primera vez que viajas por este campo? 

Noé asintió desde sus espaladas, tratando de calmar su aleteado corazón. —Solo puedo pasear cerca del castillo.

—Eso quiere decir que no conocen con certeza tu rostro en los pueblos cercanos, ¿no? —preguntó Vanitas haciendo sus suposiciones.

Este asintió nuevamente. —Entonces, siéntate a mi lado. Podrás disfrutar mejor de las vistas desde aquí. —le dijo para frenar el trote de los caballos, y seguido bajarse para abrir la puerta. Tendiendo su mano a su vez. —Déjame ayudarte.

Noé sintió que sus emociones fallaban contra su voluntad, aquel acto había salido de aquel corazón ajeno, tan solo para poder él disfrutar de las vistas. Los colores subieron a sus mejillas, y tomó la mano algo apenado, haciendo fuerza para su cuerpo aún algo débil; al tocar su mano nuevamente, sintió...

Ambos se ayudaron, y Vanitas consiguió subir al moreno junto a la posición del cochero, para el subirse seguido e iniciar el camino. El de ojos azulados, podía ver aquellos mirares violetas más cerca, era realmente hermosos bajo sus pestañas, y con algo de motivación observó el paisaje junto a él.

Noé veía las aves revoletear en círculos, sabía que habían encontrado una buena ráfaga de aire por la que podían descansar sus alas y seguir volando sin mucho esfuerzo, algo que le había explicado su abuelo. También había niños jugando más a lo lejos, con palos y piedras y sus risas inundando la zona.

Vanitas tornó levemente el rostro hacia el moreno, al sentir algo de frío rodearle. —No tengo la certeza de que todo nuestro viaje sea tranquilo, o pocas descansar sobre un cama durante estos días, espero tengas eso en mente.

Noé sonrió hacia este. —¡Y eso lo hace más emocionante, además, nos persiguen unos asesinos, parece una obra del propio Pierre Corneille*! —decía este con sus ojitos brillosos.

Vanitas también conocía algunas de las obras de aquel dramaturgo, extrañamente nadie cercano a su círculo, leía libros parecidos a los de su gusto. —Espero que nuestro final no sea trágico.

Noé rió a costa de esto, y reposó su cabeza en el espaldar para seguir deleitándose de las vistas. Dejando sucumbir su mente sobre varios pensamientos. —Escucha, Vanitas, ¿crees que aquellos que buscan matarme sean un grupo organizado por propia voluntad o estén dirigidos por alguien? 

—Es más probable que tengan un líder. —respondió este vagamente.

Tras un tiempo en un silencio cómodo, Vanitas quiso preguntar algo. —Entre los que buscaban ajusticiarte, había uno de una máscara. Aquel no dejaba de quitar la mirada sobre ti, ¿crees que lo conoces o puedas reconocer su identidad?

Y Vanitas sintió que su corazón se heló, tras el cambió de expresión en el moreno y la mirada dirigida hacia él. Pero no era expresamente por lo que había dicho el oji-celeste, sino más bien al ser capaz de recordar las palabras que le dirigió este antes de saltar. "No puedes seguir huyendo" Aquellas palabras nadaban en los recónditos de su mente. 

No sabía que era lo que trataba de expresar aquel personaje y tras pensarlo durante algunos minutos, imagino que podía estar relacionado hacia dos de sus secretos más bien guardados en su familia, pero era imposible que alguien externo pudiera saberlo.

Escuchó su nombre en unos labios ajenos y trató de regresar a su realidad. Observó aquellos mirares azules verlo con algo de inquietud y algo más, que no supo descifrar, mientras sostenía su manga llamando su atención.

—Siento haberte preguntado, por tu expresión parecías asustado. —decía Vanitas soltando el agarre en este.

Noé trató de recomponerse. —No te disculpes, está bien. Solo, recordé algo no muy grato para mí. Contestando a tu cuestión, no conozco la identidad de aquel personaje o sus mandados, pero, no deberíamos preocuparnos por ellos. Es poco probable que logren localizarnos y para ello, ya habremos llegado al castillo y toda relación entre ambos, terminara. —contestó el de tez morena algo serio.

Vanitas asintió, estaba de acuerdo y había que ver con ojos esperanzadores la situación. El camino avanzó hasta tal punto, en el que la zona campesina ya estaba lejos de su vista, parecía una simple mota de color para el de mirares amatistas.

La tarde comenzaba a hacerse, sabía que su viaje sería largo, después de todo debían cruzar caminos no muy avistados y más escondidos para protegerse en todo caso, por lo que tardarían más que simplemente seguir el camino recto. 

Pero las conversaciones banales y algunas risas, tras la anterior situación, suavizaron el viaje hasta la hora de almorzar, por suerte Vanitas había alistado provisiones de la casa de Dante sin avisarle, sentía que podía escucharle maldecirlo desde lejos.

Tras eso, se acercaron a una aldea pequeña tratando de buscar un morada en la que pasar la noche, y dejar que los caballos descansasen aquel trote, después de todo habían estado cabalgando casi todo el día y todos necesitaban descansar. Si seguían el plan establecido, no tardarían más de una semana en llegar al castillo real, esperando no tener imprevistos, no podía ni debían cabalgar sin descanso, además de que podrían levantar sospechas.

Se acercaron a un hostal que hospedaba algunas habitaciones y caballerizas a la disposición, tomaron para poder pagar algunos de los diamantes del traje de Noé, y con gran rapidez, les entregaron las mejores habitaciones y hostal para los animales, también donde poder resguardar el carruaje.

Les ofrecieron una habitación, con dos camas separadas pero bien amuebladas y con un ventanal a su disposición, de casi todo el proceso se encargó Vanitas, pues Noé estaba deslumbrado con el lugar, la gente comiendo en la zona de alimentación, los niños corriendo y luchando con barras de pan, las luces en el hostal, y el de mirada celeste solo podía reír ante su compañero. 

Después de todo, debían convivir en la misma habitación, para protegerse mutuamente y Vanitas poder tratar la herida de Noé, como había prometido todas las noches. Tras dejar sus caballos con bastante agua y alimento, ambos marcharon hacia el cuarto.

Y dentro, Vanitas dejó un leve sonido de gracia. —No creas que siempre será así, ya te avisé. Hoy hemos tenido suerte.

Noé asintió, llevaba en sus manos unos dulces que le había regalado una señora cerca del edificio y los guardó en una pequeña cesta. —¿Estás acostumbrado a realizar viajes como este? —cuestionó el moreno.

Vanitas asintió.  —No tanto, hace un tiempo era lo único que hacía, me encantaba estar fuera de mi hogar. Pero, por algunas razones he tenido que asentar cabeza y comprometerme más a estar con mis deberes y...prometida.

Noé sintió iluminarse sus ojos. —¿Aquella dama? Era muy hermosa, forman una pareja ideal.

Vanitas negó y se sentó junto al ventanal. —No es exactamente eso. Esto está decidido por otros, ¿me entiendes?

Noé se sentó en la cama cercana a él, y asintió. —También mi compromiso con la señorita Dominique está arreglado, pero no veo algún problema, después de todo, la quiero, nos conocemos desde niños.

Vanitas lo observó, bajo la noche tras él. —Es un sentimiento normal, yo también la quiero. Pero, ¿Tú la amas? ¿Realmente es lo que buscas, atarte a ella y pertenecer a muchas más responsabilidades?

Noé pareció pensarlo, no se había planteado aquello en ningún momento, era algo que debía hacer y lo tenía que hacer quisiera o no, no es como si buscase algo más en su vida. —El amor es un sentimiento que está muy idealizado, y no creo que se pueda querer verdaderamente a alguien con tal magnitud. Pero sé con seguridad que estará bien pasar el resto de mi vida con ella. —dijo con fuerza, aún cuando su rostro se veía algo decaído, facción que comprendió Vanitas.

Este resopló y se dispuso a sacar sus artilugios del maletín para tratar la herida del joven nuevamente. —Sácate la blusa, Noé. —demandó este, acción que acató el contrario.

Limpió con rapidez la herida que parecía ya cerrada, limpiando algunos restos de sangre, cambió las vendas y le ofreció uno de sus frascos con la medicina, que había guardado, quien lo bebió de inmediato. Una buena señal era la temperatura estable que había mantenido en el día.

—¿Entonces nunca has amado a nadie? —preguntó Noé, esperando no ser intrusivo, viendo como se quitaba aquella capa puesta en su hombro, dejando al descubierto nuevamente la blusa que vislumbraba las clavículas algo delgadas.

Vanitas lo observó bajo su cabello oscuro, pareciendo que sus mirares eran lo único que brillaba en la habitación, junto a aquella joya en su oreja. —No cuento mis intimidades. —respondió para dejar una sonrisa socarrona en sus labios, y seguido recostarse en su cama, dando por terminada la conversación.

Noé algo extrañado, sintiendo su corazón algo agitado, trató de olvidar la sonrisa de su compañero algo extraña, decidiendo descansar. Observó por última vez la noche lunar y guardando en su corazón y memoria todo lo visto en el día, esperando tener otra experiencia como aquella.

||

¡Espero qué les agrade esta nueva actualización! Adoro esta historia y estará actualizada más pronto de lo que creen, y habrá algo que seguramente les sorprenderá.

Quería avisar de que cambié el usuario de mi cuenta de dibujos, siendo ahora @synangell en Instagram, donde podrán ver mis dibujos de esta historia antes que nadie, y muchos de mis otros fanarts.

¡Nos leemos!

¡All the love, Ella!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro