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𝐇𝐨𝐭𝐚𝐫𝐮 𝐇𝐚𝐠𝐚𝐧𝐞𝐳𝐮𝐤𝐚. #1 💢

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Pedido por: Papas_Al_Horno0 ¡Gracias por pedir! (⁠◍⁠⁠ᴗ⁠⁠◍⁠)⁠❤

Tiempo canon (Era Taisho)

Tipo: Emotivo, romance, comedia.

Contexto: Reencuentro de un viejo amor. Donde descubres que ninguno de los dos lo ha podido superar.

𝐸𝑛𝑗𝑜𝑦 シ︎

"Las cenizas nunca desaparecen"

"Ya engañé suficiente a mi corazón. Las cenizas nunca desaparecieron... Te he extrañado por mucho tiempo, y no te dejaré ir ahora"

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Una bonita niña de nueve años salió corriendo de su casa una mañana. Iba muy tranquila y despreocupada, pese a que en realidad se escapó sin querer. Tiene la mala costumbre de salir de su casa sin permiso de sus padres y éstos entran en pánico. Sólo que como está vez su padre, quién es un herrero de cazadores estaba tan ocupado y su madre cocinando, ninguno se percató de la travesura de su hija.

La niña, cuyo nombre es (T/n), no corría sólo porque sí, quería llegar a un taller específico de los herreros, para ver a su mejor amigo, Hotaru.

En el camino le dio los buenos días a los amables herreros, hasta que llegó al dicho taller. Asomó su cabecita en la puerta y justo como lo pensó. Ahí estaba Hotaru. Tan concentrado como siempre.

Hotaru Haganezuka es un niño de catorce años. Desde que era un pequeño niño siempre mostró una actitud agresiva, amargada y terca. Porque eso es, un terco de primera. Gracias a eso sus padres no pudieron con su personalidad hiperactiva de su hijo, y el líder de la villa, Tecchin-sama, fue quién terminó criándolo. Igual que su padre heredó esa pasión y talento increíble por el forjar katanas para los cazadores de demonios. Y es un aprendiz muy bueno.

(T/n) le dice a todos que él es su mejor amigo y que en el interior es una masita de amor. Mientras que esté habla de ella que es una niña loca que le habla a lo random. Cuando lo cierto es que quiere mucho a esa linda niña, pero no lo acepta por su gran orgullo.

-¡Hotaruuuu~! -la niña corrió hacia él y lo abrazó de la espalda. Éste chasqueó la lengua.

-Ya se me hacía raro que no llegaras, niña tonta.

-Toto tú, que vives obsecionado con un pedazo de metal. -se defendió la niña soltándolo y le sacó la lengua.

-¡Hey! Más respeto, niñita. Esto es un arte. No lo entenderías. -habló ofendido.

La niña lejos de estar molesta se limitó a dar una carcajada tomando su estómago. Ama conversar con Hotaru, siempre dice que su rostro enojado le parece tan lindo.

-¿Y qué harás hoy? ¿Jugamos? -propuso dando saltitos.

-¿Jugr? ¡Debo practicar más con mi padre para llegar a ser un gran herrero! -hizo un gesto de orgullo, que salió más como un puchero.

-Oh... Ya veo. -la niña se desanimó, pero en seguida su brillo volvió. -¡En ese caso, me quedaré junto a ti todo el día! -sonrió en grande.

-¿Para qué? ¿No te vas a aburrir? Deberías jugar con muñecas como las niñas. -preguntó el niño confundido y volvió a lo que hacía.

-Puedo traer mis uñecas para no aburrirme, y así te hago compañía. -amplió más su sonrisa achinando sus ojitos.

El corazón del niño dio un latido fuerte que juró que lo sintió perfectamente, tanto que molestas mariposas revolotearon en su estómago. No entendía qué le pasaba, pero siempre que esa niña mostraba interés en él le hacía una cosquillas en la panza.

Hotaru rodó los ojos, fingiendo que no le importó y le respondió con voz desinteresada.

-Sí que eres una loca. -comentó y luego sonrió malvado, la niña lo golpeó en el hombro.

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Un par de años después (T/n) se convirtió en una bella chica de dieciocho años, mientras que Haganezuka tenía veintitrés. En todo ese tiempo se había fortalecido su relación que forjó el destino. Su relación de "amigos", cuando todos en el pueblo, o al menos la mayoría, sabían evidentemente que esos dos se gustan. La tensión amorosa se siente en el aire.

(T/n) trataba como un amigo a su cascarrabias de amigo, pero dentro de su corazón tenía la esperanza de que éste se le declararía románticamente como su padre le contó que hizo su madre. Imaginar un escenario así de romántico con Haganezuka es como soñar despierta. Pero sabiendo el carácter del chico, es obvio que no va a pasar nunca y la desanima.

Por ese motivo jamás se imaginaría lo que le dijo Haganezuka ese día de verano.

-¿Qué? -soltó sorprendida la chica roja hasta las mejillas.

-Lo que escuchaste, sorda, no lo volveré a repetir. -respondió Hotaru con tono áspero estando de espaldas, para ocultar su sonrojo notorio.

Hotaru la citó fuera del pueblo, pero no tan alejado. Cerca del bosque donde habían árboles hermosos y grandes que se movían al compás del viento. Gracias a la fresca brisa de verano el clima estaba en su punto perfecto.

La chica no podía creer lo que escuchó, fue tan irreal que necesitaba escucharlo otra vez. Su corazón latía como loco, tanto que sentía que en cualquier momento estallaría. Haganezuka seguía de espaldas sin dar ningún movimiento ni decir palabra alguna después de lo dicho.

-Por favor, Hotaru. ¡Dímelo otra vez! -suplicó con un puchero.

-¡Dije que no! -rechistó son moverse de su sitio con los brazos cruzados.

-¡También me gustas! -exclamó feliz y corrió a abrazarlo por la espalda enamorada.

El cuerpo del chico se estremeció. Alguien tan fuerte cómo él no era capaz de entender la forma en la que una mujer lo pone nervioso, pero le gusta, no lo negará. Suspiró y se dio la vuelta para envolverla en sus brazos cariñosamente sin decir nada. Sólo disfrutando el abrazo con tanto amor de ambos.

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Duraron dos años de relación, desde ese bello día en dónde Hotaru hizo un esfuerzo por animarse a confesar sus sentimientos hacia la chica de cabello (c/c). Desde entonces los días se volvían

horas infinitas en que la joven pareja pasaba su tiempo. La noticia no tardó en que toda la aldea supiera que había nacido una nueva pareja, aunque en realidad fue culpa de la lengua suelta de Kanamori.

(T/n) amaba consentir a su novio como si fuese un perrito gruñón. Como hacerle Dangos, su postre favorito, eso lo pone de un muy buen humor. Y más si ella los hizo. O darle masajes en la espalda en las noches cuando éste está cansado y con los músculos entumecidos por el trabajo. Haganezuka no es precisamente la persona más cariñosa, y aún así le brinda sonrisas, aunque sean pequeñas a su amada.

Por bastante tiempo su relación perduró con fortaleza y firmeza. Nada parecía que los iba a separar. Hasta que comenzaron a tener problemas.

Y el responsable fue Hotaru. Era más que evidente que ese chico había desarrollado una pasión por el forjar katanas. Y por eso le ponía mucha dedicación, tiempo y concentración a su trabajo... Quizás mucho demás. Olvidando citas que había planeado con (T/n). Ella al saber el amor de su novio por su trabajo no le dió importancia, sólo eran pequeñas peleas, pero pronto comenzó a cansarse de eso. Ya ni siquiera lo veía tanto. Los demás herreros organizan tiempo de trabajo y tiempo en familia o pareja. Pero Haganezuka parecía entrar en un mundo dónde sólo vive él y las katanas.

Por esa razón, (T/n) confrontó a Hotaru un día, queriendo arreglar las cosas conversando civilizadamente. Pero nada sucedió como esperaba gracias al carácter de su novio.

-¿Estás diciendo que yo soy el problema? ...¡No! ¡No! ¡Peor aún! ¿Que MI trabajo es el problema? -alzó una ceja notablemente molesto, no llevaba su máscara de herrero.

-¡No! Me estás entendiendo mal, Hotaru. Sólo digo que... -suspiró y cerró sus ojos breve. -Te extraño, y sé que amas tu trabajo y me encanta lo talentoso que eres. Pero simplemente ya no tienes tiempo para mí y eso me frustra. -confesó en un murmullo. -Sólo quería conv-.

-Aah, entiendo, te han metido mucha en esa cabecita, ¿no es así? -sonrió sarcástico. -Si piensas que voy a dejar mi precioso trabajo por ti te equivocas. Conoce tu lugar.

-¿Ah? -abrió sus ojos de asombro. -No dije eso. Y no tienes que hablarme así, sé que amas lo que haces pero deberíamos tener tiempo para nosotros...

-No, mi trabajo es prioridad ante todo, deberías estar feliz de al menos verme. No seas insoportable. -chasqueó la lengua molesto.

-... ¿Te refieres a que yo soy una molestia? -susurró audible la chica, sintiendo un nudo en su garganta.

Haganezuka no se inmutó, desvío la mirada. A (T/n) le dolía pensar que era una molestia para él. Éste a veces le hacía bromas de eso pero sabía que la quería. Sin embargo, si ahora estaba más enfocado en su trabajo que en otras cosas, supo que se había convertido en un estorbo. Ella no quería dejarlo.

-Está bien, ya no te seré un estorbo. Dejémoslo así. -respondió la chica luego de unos segundos en voz baja.

Pensó que él mínimo le rogaría que hablarán y se enojaría pero no sucedió. Hotaru se puso su máscara amarrando su cabello.

-Bien, mejor para mí.

Fue su respuesta para acto seguido irse caminando tranquilamente. Dejando el corazón hecho pedazos de la pobre chica que luchaba por no derramar lágrimas, sin éxito.

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Varios años después (T/n) ya era toda una mujer de veintiocho años. Aunque seguía siendo una adulta joven. Un par de meses después de su ruptura con Hotaru su padre se jubiló de ser herrero y decidió irse del pueblo con su esposa e hija a otra provincia de Japón. Ahí sus padres siguieron trabajando, continuando con su vida tranquila desde que estaban en la villa. La chica también encontró un trabajo honrado para ganarse la vida y ayudar a sus padres con los gastos de la casa.

Su vida en esos años fue relativamente buena, sin ningún problema, conflicto u obstáculo. Las personas del pueblo al que viajó son amables, el clima y paisaje es lindo y pacífico y tiene a sus padres juntos. Todo es perfecto, pero el vacío de Hotaru seguía sin llenarse con nada. Nunca negó que lo extrañaba, es más que obvio, hasta sus padres lo saben perfectamente y por esa razón le evitan el tema. Hotaru, se puede decir, fue su primer y más grande amor. El chico que le hacía más bonitos los días, y la hacía viajar en otro mundo. Lo amó tanto... Bueno, aún lo ama, y le dolió el cómo la dejó como si nunca hubiera tenido importancia nada de las lindas aventuras que pasaron en su relación.

(T/n) no volvió a tener un novio. Tuvo varios enamorados en el nuevo pueblo por su belleza, pero nunca se interesó por ninguno, pese a que lo intentó saliendo con ellos. De todas formas, sus padres la comprendieron y no la obligaron a casarse con nadie. Su corazón seguía perteneciéndole a un hombre que está segura que ya ni debe recordarla.

Su vida estaba en paz hasta el día que a su padre se le ocurrió la "maravillosa idea" de volver a la villa por unos asuntos y quería que lo acompañara su familia, es decir, su esposa y (T/n). Viajarían en aproximadamente una semana.

(T/n) abrió sus ojos de par en par y llevó su mano a su pecho escuchando las palabras de su padre. Ella misma no entendía su reacción, y era algo que no podía evitar al pensar que volvería a la villa donde creció en su niñez y adolescencia. Y donde tuvo a su primer amor.

En la noche, antes de dormir estuvo sentada en su futón con la mente clavada en esos pensamientos, si seguía así no iba a dormir ni quince minutos y necesitaba energía para trabaje al siguiente día. En eso el shōji se abrió dejando ver a su padre que asomó su cabeza con preocupación.

-¿Puedo pasar? -le dijo con tono preocupado.

-Claro, papá. -de inmediato cambió su semblante a uno alegre.

El señor pasó a su habitación y se agachó a su altura.

-Soy viejo, pero no tonto. Yo y tu madre sabemos que aún te afecta tu ruptura con el. -frunció el labio. -Mira... Si te sientes incómoda. Te puedes quedar aquí en la casa, estoy seguro que estarías bien y nos esperas sólo dos meses que estaremos en la villa. ¿Qué te parece?

(T/n) sonrió débilmente. Las buenas intenciones de sus padres por ayudarla la animaban, pero no quería verse débil o grosera. Al final, sólo son dos meses en la villa de los herreros, el tiempo pasaría rápido y volvería a este pueblito a seguir con su vida normal, llegó a la conclusión que no habría razón para no ir.

-No se preocupen, iré con ustedes. Sólo son dos meses, los acompañaré. -respondió animando su voz.

La respuesta positiva de su hija no lo hizo estar cien por ciento seguro de que le gustaba la idea obviamente, pero le alivió que estuviese tranquila. Éste le devolvió la sonrisa y asintió para luego salir de su habitación, no sin antes darle las buenas noches.

(T/n) miró por la ventana dando un leve suspiro y luego se acostó en su futón arropándose del frío. Ya con la mente más relajada y despejada para conciliar el sueño.

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La chica se bajó de la carreta que los llevó hasta la villa, fue un viaje agotador pero pacífico. Apenas puso un pie en el suelo un sentimiento de nostalgia pura invadió su mente haciendo estrujar su pecho. Sinceramente extrañó bastante este lugar y a todos los habitantes también. Sus ojos (c/o) miraron felizmente todo a su alrededor. Por este momento se sentía tan alegre que regresar, ya no le preocupaba nada.

Sus padres y ella saludaron a varios herreros que los reconocieron al instante. Y no era difícil que no la reconocieran. No había cambiado casi nada en estos años, sólo obtuvo un rostro un poco más maduro pero seguía siendo delicado, y con la misma altura baja y cuerpo delgado.

Ya en la tarde, luego de saludar al líder de la villa fueron a su antigua casa que para sorpresa de los tres seguía intacta y deshabitada. Para luego comenzar con la tarea de desempacar todo.

-(T/n), ¿puedes ir a buscar agua, por favor? -le preguntó la madre guardando las cosas en su lugar.

Al instante (T/n) respondió con un "sí" al momento que asentía y salió de la casa con un balde en su mano para llegar hasta el pozo de la villa que no se encuentra muy lejos.

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Por otro lado, ya en sus treinta y tres años Hotaru se especializó y perfeccionó su trabajo como herrero, sus katanas quedaban perfectamente forjadas y hasta brillantes, por el esfuerzo y dedicación que ponía. Y eso es algo que al principio llamó la atención de muchos cazadores que lo pedían como herrero, pero al romper sus katanas por accidente en las misiones se arrepentían de escogerlo a él, al ver a Haganezuka poseído por el diablo.

Hotaru fue feliz con su trabajo, pero él también sentía que algo le faltaba. Estaba incompleto y no lo entendía. Tiene su trabajo que tanto ama, vive tranquilamente en la villa con su familia y amigos, ¿Entonces qué falta? ¿Qué le hace estar tan jodidamente vacío como un abismo en su ser?

Él mismo es consiente que está así desde que rompió con (T/n), y a decir verdad, se arrepiente todos los días. Esa chica completaba su felicidad, le hacía los días lindos y entretenidos. Claro que la amó, es sólo que estuvo muy enfocado con la herrería y la dejó de lado y por impulso le dijo esas cosas feas. Cuando quiso disculparse se enteró que su familia dejó la villa por otra provincia. Pensó en buscarla pero le llegaron unos pedidos de katanas y luego decidió dejarlo así, aunque sí le dolía.

Ahora estaba concentrado terminando de pulir una katana, tan concentrado que no escuchó la voz de su amigo.

-¡Haganezuka-san!

Hotaru lo miró entre confundido y molesto por la interrumpión a su trabajo.

-¿Qué quieres? -dijo indiferente.

-Ay, había estado hablándote desde hace media hora. -exageró imitando una voz dramática. -Ya terminé con mi katana, pronto cerraré el taller, ¿vas a venir a descansar o qué?

-No, me quedaré más tiempo. -respondió rápido sin quitarle la mirada a la katana mientras trabajaba.

El chico lo miró suspirando profundamente. A estas alturas no sabía si su amigo era un apasionado u obsecionado. Kanamori dejó ajustada la puerta y se recostó en ella con los brazos cruzados.

-Umm... Creo que estás muy sólo. Ya tienes más de treinta años, ¡deberías casarte! Yo soy feliz con mi esposa. -comentó orgulloso de su relación de recién casado.

-¿Te pregunté? -contestó con voz molesta sin mirarlo.

-No, no hace falta preguntar para saber que estás viejo y solo. -ese comentario le hizo irritarse y se paró de la mesa a mirarlo.

-¡YO NO ESTOY VIEJO, MALDITO CIEGO! -amenazó señalándolo enojado.

Kanamori rió bajo y se encogió de hombros.

-Bueno, ya que te vas a quedar. ¿Puedes ir al pozo por agua? Y dejas los baldes dentro del taller antes de cerrarlo. Debo ir ya a casa.

-Ajá. -le respondió rápido sin interés volviendo a sentarse a seguir el trabajo.

Antes de salir por la puerta Kanamori paró y pensó algo, sonrió maliciosamente y se dió la vuelta nuevamente.

-Mañana saludaré a Hori, llegó con su esposa y (T/n) ayer, se quedarán un tiempo. Se me olvidó darles la bienvenida. -le informó hablando como si fuese lo más normal del mundo antes de irse.

Los puños de Hotaru los apretó tanto que creyó que rompería sus manos, al momento que sentía sus músculos tensarse. Ese simple comentario de Kanamori fue suficiente para sacarlo de su perfecta concentración y crear un caos en su mente que ponía como locas sus emociones. Inhaló y exhaló oxígeno para tranquilizarse.

-...¿ Ella está aquí? -murmuró apretando su propia ropa.

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El área estaba despejada, con pocos herreros por la calle. La recordaba a la perfección, como si fuese ayer que caminaba por estas calles. Al llegar al pozo (T/n) visualizó de lejos a un herrero que sacaba agua al mismo tiempo que ella. No le puso mucha importancia y se puso del otro lado del pozo para sacar agua. El otro herrero tampoco le prestó atención.

No fue hasta que él terminó de llenar su balde con agua y se dió la vuelta que (T/n) lo vio por el rabillo del ojo. Al reconocer el haori peló los ojos.

Es Haganezuka.

-¿Hotaru?

La suave voz de la chica lo hizo parar, supo de inmediato de quién se trataba y volteó. (T/n) no podía ver su cara, pero reconocía muy bien ese haori y su máscara. Ella se quedó parada mirándolo, su corazón latió velozmente en su pecho.

Haganezuka se quedó de la misma forma por unos segundos. Verla después de tanto tiempo no pensó que le reviviría cenizas. No sabía si sentirse feliz o no. Sólo alzó su mano temblorosa en su saludo y sin más se fue, dejando a la chica sorprendida. Ella llevó su mano a su pecho calmando sus latidos acelerados.

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-¡Lo ví! ¡Lo ví, mamá! Estoy segura que era él. Me miró, ya... ¡YA ME VIO! -exclamó (T/n) alterada a su madre.

Después de ese reencuentro torpe y emotivo entre los viejos amantes (T/n) regresó corriendo a su casa que por poco se le botaba todo el agua. Fue a la cocina donde se encontraba su madre cocinando y se sentó en una mesa a contarle todo a detalle como si le contará a una mejor amiga el chisme del año... Sólo que ella era parte del chisme.

-¿Y te saludó? -preguntó la madre cortando unas verduras.

-No... Bueno sí, sólo alzó su mano... ¡AYYY MAMÁ! -bajó su cabeza en la mesa y la escondió en sus brazos. -Mesuentosrara.

-¿Qué? -volteó a verla con la ceja alzada.

-¡Que me siento rara! -lagrimeó alzando su voz.

La madre negó con la cabeza suspirando. Sabía que su hija nunca superó a su primer amor, pero esto no lo imaginaba en ella. Hechó las verduras cortadas en una sopa cocinándose con fuego y tapó la olla. Luego se sentó frente a su hija y acarició su cabeza comprensiva.

-Lo sigues amando, ¿no es así?

(T/n) sin responder ni alzar la cabeza asintió lentamente.

-Mucho, mamá. Pero ese estúpido ya ni me debe recordar mucho. Sólo piensa en su trabajo. Por eso terminamos. -esta vez ya levantó la cabeza y se enderezó, pero seguía con la mirada baja.

-Haganezuka-san siempre fue muy disciplinado y responsable, lo recuerdo perfectamente de niño. Y también recuerdo el tiempo que te guardaba para ti solamente. Se notaba que te quería, en ese momento quizás le hicieron varios pedidos y estaba estresado... Deberían hablar, nunca es tarde. -comentó su mamá como consejo.

Los ojos de la chica emitieron un leve brillo al pensar en esa posible esperanza de arreglar todo. Pero a la vez estaba casi segura que no valía la pena revivir viejos pasados, al menos eso pensaba ella.

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Un par de días después (T/n) estaba aburrida de estar sola en su casa, así que su madre la convenció de salir a pasear por la villa. Así recordaba los viejos tiempos en dicho lugar.

Mentiría si dijera que había podido olvidar a Hotaru. Ese hombre era el causante de todos sus insomnios, ¡incluso en sueños lo veía! Pero claro, recordaba el rostro de un Hotaru de veinticinco años que fue la última vez que lo vio. Ahora sí mal no calcula debe tener más de treinta... ¿Se pregunta qué tanto habrá cambiado?

En la calle vio a un niño que caminaba torpemente tambaleando por la sobrecarga de unos materias para su pequeño cuerpo. Corrió hacia él para ayudarlo.

-¡Kotetsu-kun! -tomó las tablas para ayudarlo.

-¿Eh? ¿Cómo sabes mi nombre? -preguntó ladeando la cabeza.

-Te conozco desde que naciste, conocí a tus padres. ¡La última vez que te vi recién habías cumplido los cinco años! -sonrió amable al recordar al niño más pequeño.

-¿En serio? Wow, no te recuerdo. ¿Eres hija de Hori-san? -ella asintió. -¡Pues bienvenida! -sacudió su mano derecha como saludo.

-¡Gracias! -amplió su sonrisa imitando el movimiento de su mano.

Kotetsu es un niño encantador ante los ojos de los demás. (T/n) amó conversar con él, cuando era un niño pequeño era más callado. Ahora habla hasta por los codos, pero ciertamente es un niño muy listo. Ella llevó los materiales en sus brazos al igual que él para restarle peso.

-Aahg... El señor Haganezuka debe estar enojado conmigo ya por atrasarlo con estas cosas. -bufó el niño cansado.

-¿Haganezuka? -repitió sorprendida por el apellido del herrero.

-Sí, ¿lo conoces? Es un viejo loco que todo el tiempo lleva el diablo dentro. Me da miedo... ¡Pero también lo odio! -exclamó moviendo sus brazos enojado.

(T/n) tragó saliva del nerviosismo, se estaba acercando al taller donde trabaja su ex novio. Tenía ganas de devolverle todo a Kotetsu y salir corriendo como gallina, pero eso se vería muy grosero ya que empezó a ayudarlo. Se repitió mentalmente que sólo dejaría los materiales ahí y se iría rápido.

No tardaron mucho en llegar y Kotetsu se adelantó a abrir la puerta. (T/n) no quiso ni asomarse y sólo esperó afuera paciente.

-¡(T/n), ven, ayúdame a ponerlo aquí! -gritó el niño dentro del taller.

(T/n) hizo una mueca y respondiendo un "Claro", hizo lo que le pidió. Puso los materiales en una esquina del taller que tenía toda herramienta que usan los herreros. Kotetsu se quedó entretenido ordenando los materiales, la chica miró a su alrededor. Ahí estaba Hotaru, como se lo imaginaba. Ni se percató de sus presencias por tener su vista y oídos en una katana.

(T/n) apretó sus labios y se despidió de Kotetsu para salir. Sin imaginarse que toda la perfecta concentración de Hotaru se fue interrumpida cuando sus fosas nasales aspiraron el dulce aroma al perfume de la chica de cabellos (c/c). Levantó su mirada encontrándose con la chica saliendo de su taller. A él mismo le parecía increíble que ella fuera la única que puede destruir su concentración.

-¡Kotetsu! -el mencionado volteó confundido. -¿Qué hacía esa mujer aquí?

-Ah... Ella sólo me ayudó a cargar los materiales, señor Haganezuka.

Haganezuka sintió unas ganas fuertes en ir tras ella, al menos hablarle. Pero su orgullo le ganaba, eso le haría ver ridículo. Esperaba que se fuera rápido porque verla de nuevo le sacaba de sus sentidos y perdía toda concentración al ver nuevamente ese (c/o) en sus ojos. Como lo fue en el pasado...

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Unas noches después en la villa celebraron una especie de festival de cultura entre ellos. Y dejaron todos los preparativos para el anochecer. (T/n) le emocionaba tal festival, lo recordaba de niña y volverlo a vivir definitivamente sería hermoso y nostalgico, más con las personas con las que vio en su crecimiento de infancia y adolescencia.

Miró todo a su alrededor saludando a muchas personas y viendo varios puestos de comida y otras artesanías. Sus padres estaban del otro lado del festival, por lo que ella sólo les avisó que iba a estar cerca mirando los distintos productos. Hasta que se encontró con Kotetsu quién iba solo caminando también entre la multitud.

-¡Kotetsu! -lo llamó agitando su mano sonriente.

-¡(T/n)! -corrió hacia ella feliz. -Qué bueno encontrarte. -Todo en este festival se ve delicioso, ¡hace que mi estómago se estruje! Pero no tengo mucho dinero para comprar todo. -bajó la cabeza derrotado, la chica rió ante lo visto.

-¿Te parece si comemos dangos? Pero primero quiero ir a ver unas joyas. -el niño asintió saltando de felicidad.

Tal como la chica le prometió primero ella quiso ir a unos pequeños puestos dónde vendían unas joyas y pequeñas artesanías bonitas. Dónde compró unas cuantas, eran muy hermosas. Kotetsu le estuvo hasta dando consejos de cual escoger más que su propia compañía, es un niño muy encantador.

Luego cumpliendo su palabra fueron juntos hacia un puesto de dangos. Por suerte no había mucha gente en la fila, así que no demoraron mucho para llegar.

-¡Siiii! Extrañaba comer dulces. ¡No me dejan comer muchos dulces porque dicen que me daña los dientes! -frunció el labio Kotetsu.

-Pues tienen razón, Kotetsu-kun. Ven, ayúdame con estos dangos mientras pago. -dijo entregándole los dos dangos.

(T/n) abrió su bolsita y sacó los yenes para pagar el postre. Recibió un agradecimiento del vendedor y en ese momento Kotetsu se chocó con otra persona que recién había comprado un dango.

Era Hotaru.

El choque ocasionó que a Kotetsu se le cayera uno de los postres y emitió un chillido de tristeza y berrinche. Haganezuka se veía enojado como siempre.

-¡NOOOO, el Dango! -lloriqueó viendo el postre en el piso.

-¡Fíjate, mocoso! ¡Casi tiras mi precioso dango! -gritó enojado.

-Y a mí qué, viejo. Mi dango se hechó a perder. -le sacó la lengua.

Eso hizo enojar a Haganezuka tanto que le dieron ganas de jalarlo de la ropa y darle vueltas hasta lanzarlo. Pero esa furia fue aplacada por la calmante voz de (T/n).

-Hotaru... No te enojes con el niño. Fue un accidente. -dijo tímidamente sin mirarlo a los ojos.

Haganezuka la miró con algo de asombro y un poco embobado por ella, quizás demaciado que era casi notorio. Tanto que Kotetsu no fue tan tonto como para no notar el comportamiento y mirada enamorada de Hotaru, aún con ese semblante amargado.

-No te preocupes, Kotetsu. Compraré otro.

Se dió la vuelta caminando de vuelta hacia el señor con los dangos pero para su sorpresa Hotaru se le adelantó y le pidió un dango extra al vendedor. Al dárselo se volteó a mirar a (T/n), aunque no lo hizo directamente por vergüenza.

-No seas tonta. Tú misma lo dijiste, fue un accidente. Ten. -le extendió el Dango.

Los ojos de la chica destallaron una leve luz de felicidad interna al ver a Hotaru hablarle y darse el lujo de recompensarle lo que Kotetsu dejó caer. Hotaru por otra parte agradecía tener la máscara puesta ya que si no su rostro rojo como un tomate sería descubierto con facilidad.

Un tímido murmuro de agradecimiento de (T/n) fue audible para los oídos del hombre frente a ella y sin más éste se retiró casi corriendo. (T/n) quedó sin moverse por segundos debido a las chocantes emociones de esa pequeña interacción, ella misma sabía que no debía sentirse así por él pero era obvio que no controlaba sus sentimientos. Kotetsu quien era el espectador no fue tan tonto para no darse cuenta de la química entre esos dos individuos. Pero decidió callar para no molestar a la nerviosa chica.

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El evento había salido muy bien y los herreros junto a sus familias disfrutaron mucho, ya que no salen mucho de la aldea por sus deberes y protección. Dos días después (T/n) salió un poco temprano de su casa para comprar frutas que su madre le envío para hacer una ensalada de frutas como desayuno.

En el camino de regreso luego de ya llevar su canasta llena de frutas iba distraída pensando en que ya sus padres decidieron irse a la otra provincia y regresar al pueblo en dónde viven. Eso tenía a (T/n) un tanto triste aún sin decirlo en voz alta, el poco tiempo que ha estado en la aldea se volvió a encariñar con su gente y lugares... Además de su antiguo amor que nunca murió.

Mientras caminaba en la calle y por su distracción chocó contra un herrero que iba en el mismo camino, ocasionando que se cayera su canaste y las frutas rodaran. El amable herrero no se preocupó por la distraída chica que se disculpó más de cinco veces y le ayudó a recoger las frutas.

Todo esto era visto por los ojos mieles de aquel enojón herrero. Haganezuka que por casualidad pasaba por ahí vio la escenas y de inmediato los celos se apoderaron de sus emociones.

-JA, lo sabía. Sigue enamorado de (T/n). -se burló Kanamori a sus espaldas.

Haganezuka se sobresaltó y rápidamente volteó atrás encontrándose con su mejor amigo y Kotetsu.

-¿Y ustedes qué? -gruñó ignorando el comentario.

-Pasábamos por aquí también y vimos la manera en que miraba a (T/n). -dijo Kotetsu entre risas.

-¿De qué hablas, mocoso estúpido? Eso no es cierto. -negó ya que traía su máscara y creía que nadie se daba cuenta.

-Haganezuka-san, te conocemos muy bien. No soy estúpido para no darme cuenta que aún la amas. ¡Y no lo niegues! -exclamó Kanamori con las manos en su cintura.

Haganezuka oprimió sus labios sintiéndose descubierto y derrotado. En parte tenían razón, su estado emocional desde que esa chica volvió a la aldea dió un giro total y descontroló su corazón.

-... Qué más da. Ella no me debe amar ya. Fui grosero con ella la última vez... -murmuró cabizbajo. -Ellos se irán pronto, ya es muy tarde.

-¡Ay! ¡Por favor, viejo! ¡Yo mismo fui testigo de que (T/n) te ama todavía! -exclamó el niño con burlas, ambos hombres lo miraron mal, en especial Hotaru.

-¡Respete a sus mayores! -le regañó Kanamori.

-Igual no dije ninguna mentira. -murmuró el niño alzando los hombros.

Kanamori chocó la palma de su mano contra su frente negando, luego miró a su amigo.

-En fin, nosotros podemos ayudarte a reconciliarte con (T/n). Pero debes poner de tu parte, si de verdad la amas.

Haganezuka lo pensó unos segundos. Ni el mismo negaría para este punto que la ama como un loco, ha sido el amor de su vida desde niños, cometió un error y que ella volviera es como la oportunidad que la vida le dió a ellos nuevamente. Definitivamente lo dejará ir.

-Bien, haré lo que me digan. -afirmó en voz baja pero segura. -Kanamori sonrió orgulloso.

-¡Excelente! Será divertido hacer el plan, no tiene que tener tanta cosa. Algo sencillo, yo me encargaré de (T/n). -Kotetsu mostró su dedo pulgar hacia arriba como un gesto de confirmación.

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(T/n) no entendía por qué la insistencia de Kotetsu por llevarla a un lugar que ni siquiera le especificó. Por lo que le dijo necesitaba ayuda de un cargamento como la vez pasada pero más cosas, o algo así, explicó todo por rápido y... ¿Emocionado?

Prácticamente Kotetsu llegó a su casa esa misma noche con esa historia, y ella inocente le creyó y aceptó ir a ese tal lugar. Luego de avisarle a sus padres que saldría un momento con el niño y ponerse un haori para amortiguar la brisa fría de la noche lo siguió. Kotetsu estuvo hablando y hablando con ella como si quisiera que (T/n) no sospechara de nada, aunque justo esto le hacía dudar a la chica, pero no le hizo caso a tales pensamientos.

Fue hasta que Kotetsu la llevó cerca del bosque donde un verano Hotaru se le declaró cuando ambos apenas habían salido de la adolescencia. Un sentimiento nostálgico y enternecedor golpeó su pecho.

-Ammm... ¿Dónde están los materiales? -fingió sus emociones (T/n) con una sonrisa.

-Ups, lo olvidé. ¡Iré a buscarlos! -habló el niño tropezando con sus palabras y salió corriendo perdiéndose de vista.

Justo cuando (T/n) abrió su boca para hablar Kotetsu se había ido en un segundo. (T/n/ parpadeó varias veces confundida pero suspiró restándole importancia. Obediente se quedó parada en ese lugar por dos minutos mirando a su alrededor y al cielo, la brisa de noche que soplaba la helaba pero también era refrescante. Tenía muy buenos recuerdos de ese lugar.

Al poco tiempo escuchó unos pasos aproximarse. Pensó que era Kotetsu así que no hizo nada esperándolo hasta que oyó esa voz.

-Hola, (T/n)...

Emitió un jadeo de sorpresa y volteó para ver a Hotaru llegar. Caminó lentamente hasta pararse frente a ella sin tanta cercanía y con las manos enlazadas tratando de mantener la calma.

-¿Ho-Hotaru? ¿Qué haces aquí? ¿También viniste por materiales para la herrería? -le habló nerviosa.

-No... Vine a hablar contigo. -dijo sincero.

(T/n) abrió sus ojos comprendiendo rápidamente que todo fue un plan. Peinó su cabello hacia atrás en un gesto de nerviosismo y molestia con Kotetsu.

-Kotetsu, ¿por qué? -murmuró con voz muy baja para que Hotaru no la escuchara. -Mmm... Escucha, Hotaru. Si lo que quieres es que estemos en buenos términos y paz pues, lo estamos relativamente. No tengo problema. Kotetsu es un niño y quizás no es consiente de lo demás pero ya sabes... Podemos ser amigos. -habló como una carretilla de la velocidad que le provoca tanto nervios.

-No es lo que quiero. -habló serio sin pensar y luego se golpeó mentalmente. -Es decir, no quiero que seamos amigos.

La joven estaba confundida pero su corazón podía entender lo que el hombre frente a ella quería decirle. Haganezuka por su lado elegía cuidadosamente cada palabra que le diría para no dañar el momento y hacerle saber sobre sus sentimientos más genuinos.

-(T/n)... No soy el mejor hombre, ni de cerca y soy consiente. Sé que tengo mal carácter y amo mucho mi trabajo, pero no lo amo más que a ti. Me di cuenta cuando te fuiste. -habló sin mirarla directamente aún usando la máscara. -No soy bueno hablando ni expresándome, pero eso no hace falta para decirte lo mucho que... que... Me has hecho falta, (T/n), todos los días. No lo quería aceptar pero no pude olvidarte.

Luego de esa confesión, o mejor dicho, una especie de segunda confesión de Hotaru, (T/n) no supo qué decirle a él que impaciente esperaba una respuesta positiva o negativa antes que perdiera su autocontrol por los nervios. (T/n) quedó muy sorprendido y melancólica, siempre pensó que Haganezuka la había olvidado totalmente como una hoja del viento. Pero ahora sabía que tenían una segunda oportunidad de vida juntos.

-Hotaru...

-Sé que realmente no te merezco, eres muy buena persona y yo no. Sólo quería que lo supieras antes que-.

-¡Hotaru! ¡No sabes cuánto esperé que me dijeras eso! -no le dejó terminar cuando se lanzó a sus brazos.

Tal como sintieron la fuerza con el que el tiempo que los separó de la misma forma se abrazaron para olvidar los malos tiempos y hacerse saber a sus corazones que estarían listos para volver a otra oportunidad de estar juntos para siempre.

Hotaru tragó saliva apretando su abrazo, deseando ambos que este momento nunca acabara. Aunque ahora tenía miedo que ella se fuera y (T/n) supo leer su mente.

-No iré a ninguna parte. Antes no tenía una razón para estar aquí pero ahora la tengo. -eso le hizo suspirar aliviado al hombre.

-... Tú siempre has sido más importante que cualquier katana, (T/n). No volveré a tratarte mal. -murmuró con vergüenza.

(T/n) rió felizmente y tomó la máscara del hombre para quitársela delicadamente, revelando ese hermoso rostro que nunca había olvidado, ahora con apariencia más madura pero conservando la misma belleza facial de toda su vida.

-Sigues siendo hermoso como siempre. -susurró (T/n) con timidez y un leve rubor en sus mejillas.

-Puedo decir lo mismo. -contestó sinceramente.

(T/n) emocionada por el momento tan emotivo no esperó ni un segundo más para volver a unirse a los labios. Le tomó de las mejillas apretando leve y sonrió en el beso felizmente de la misma forma en la que Hotaru se sentía regresándole el beso con la misma intensidad.

-¡Siiii! Por fin no te quedarás siendo un viejo soltero y amargado. -gritó Kotetsu saliendo detrás de unos arbustos.

-¡JOVEN KOTETSU! -regañó Kanamori saliendo del mismo lugar.

(T/n) no aguantó la risa y Haganezuka rodó los ojos. Si no fuera porque ahora mismo se siente muy feliz ya hubiera mandado a volar a ese niño entrometido, pero gracias a ellos pudo reconciliarse con su amada.

-Gracias... -murmuró desviando la mirada.

-No hay de qué, los amigos se ayudan siempre. -dijo Kanamori sonriendo y caminando hacia ellos.

-Tiene razón, no me esperaba ese plan sucio. -bromeó causando risas de los otros dos. -Pero sin duda ayudaron.

Hotaru agarró sus manos y sonrió dejando de prestarle atención a su alrededor. Ahora tenía sólo ojos para (T/n), como siempre había sido y sería para siempre con su vida juntos.

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