𝐄-𝟏𝟓┆𝕴 𝖇𝖊𝖈𝖔𝖒𝖊 𝖆 𝖕𝖗𝖎𝖓𝖈𝖊𝖘𝖘
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El plan iba a salir a la perfección, tenía que hacerlo. Yo no era particularmente buena planeando misiones, o situaciones, o cualquier tipo de actividad. Preferiría ser espectadora y apoyar desde lo lejos, nunca tuve que preocuparme mucho por esa parte, siempre tuve a alguien que me pueda a ayudar, en este caso eran Mairin y Amadeo.
Amadeo podía hacerlo solo, era muy inteligente, pero había un pequeño cabo suelto que se tenía que resolver con magia, un hechizo el cual solo podría hacer Mairin y es que el minúsculo problema era que... no podía salir del campamento. Lo intenté por semanas, hice todo. ¿Lanzarme hacia la barrera? Termine en la enfermería ¿Tratar de cavar un hueco? Tampoco ¿Buscar algún hechizo? No se podía. Había sido encarcelada aquí.
Sin embargo, había una forma de solucionarlo. Adhara Abernathy estaba encerrada, pero no Sirena Delacour. Si hacía un hechizo para cambiar de cuerpo, mi "ADN" llegaría en cambiarse hasta cierta parte, y solo durante cierto tiempo, la otra persona no se veía afectada, solo yo. Mi magia se iría durante el momento que estuviera hechizada, lo cual no era tan malo en parte, era mejor que Chase no supiera nada.
Tomaría la apariencia de una de mis compañeras de cabaña, ella se había ido hace unos pocos días y tomé algunos de sus pelos de su peine, era una parte muy importante para el hechizo. En las clases de magia que había tenido, aprendí que hay dos tipos de hechizos principales, los que solo son de forma oral o los que se necesitan objetos mágicos, ya que drenarían demasiada energía del que conjura el hechizo. Una vez intente hacer uno, no era muy buena. Y con decir que no era muy buena me refiero a que provoque algunas dagas mágicas voladoras que casi me matan, Deo quiso protegerme y yo a él, ahora ambos tenemos una pequeña cicatriz en la mano, no se notaba tanto y usando un hechizo de ocultamiento más las habilidades de Afrodita... ayudaban a disimularlo, prácticamente nadie lo había notado, solo lo sabía Deo y Mairin.
Mairin me llevo a un lugar escondido en el establo, nadie estaba a estas horas de la noche en este lugar lo cual era grandioso para hacer el conjuro, tenía una extraña planta morada, era muy bonita, era una lástima que tenga que morir por el hechizo... aunque crecería de nuevo, como una nueva semilla. Me cambié a la ropa que usaría mi nueva identidad secreta, era unos jeans y un abrigo de todos los colores del arcoíris con una imagen de unos ponis al medio.
— Voy a parecer una niña de tres años— me queje mientras me iba a cambiar
— El punto es que no parezco tú, nos podemos encontrar con alguien que te reconozca
— Ni que fuera una celebridad para que me reconocieran
— Saliste en la televisión y en muchas noticias en tu última misión, Taylor Swift te mando un saludo. Te reconocerían fácilmente
Sabía que la noticia se había hecho un poco viral, al igual que las falsas acusaciones por los incidentes en algunos lugares, pero la memoria de las personas nunca era tan buena.
— Pero hay ropa más bonita
— Esa está bien o prefieres eso - señalo un montón de ropa en una bolsa negra, no se veía exactamente como eran, lo que más resaltaba eran sus colores fosforescentes.
El abrigo no estaba tan mal.
Cuando termine de cambiarme fue hacia Mairin. La hija de Hecate empezó a rodearme con los pétalos de las flores moradas mientras decía cosas en griego antiguo, lo que decía parecía indescifrable, tal vez era un hechizo muy antiguo, mientras más antiguo era el conjuro, más difícil era de pronunciarlo. Era genial verla hacer magia, las puntas de su cabello se tornaban blancas y sus ojos rojos. Cada bruja tenía un color característico, aunque generalmente el color de su magia era roja, amarilla, azul, verde, negra, naranja, rosada o morada. Había unas pequeñas variaciones en los tonos, pero era muy extraño, solo era cuando su alma estaba conectada a la de otro ser mágico, su alma gemela o el amor de su vida (algo muy cliché) y si su fuente de magia estaba siendo corrompida. Cada color significaba un diferente tipo de magia, la magia en la que la bruja más resaltaba. Quería saber que significaba cada color, que significaba el mío, pero Mairin se reusaba a enseñarme todavía.
Una llama de fuego rojo empezó a envolverme, dolía, la magia no solía doler tanto como esta vez. Mi cuerpo se debilitaba y sentía que la sangre me hervía, la piel me picaba insoportablemente y mi cabello se quemaba. No podía moverme, no tenía que hacerlo por más que doliera, si lo hacía la transformación no terminaría y sería espantoso. Mairin seguía dando vueltas, oía sus pisadas y el murmullo de voz recitando el hechizo. Por un momento, sentí que todo mi cuerpo estaba adormecido, estaba a punto de desmayarme cuando la rubia me sostuvo.
— ¡ADY! - grito sosteniéndome en sus brazos
— ¿Funciono?
— Para nuestra suerte, sí.
— No tenemos suerte, solo a la mejor bruja de aquí.
Ella odiaba los cumplidos, la hacían sentir incómoda o eso ella decía, pero en el fondo sabía que le encantaban, solo necesitaba que las personas se lo digan más seguido y creérselo.
Me sostuvo de los hombros e invoco un espejo para que pudiera verme. Ahora era naturalmente rubia y mi cabello estaba mucho más largo, los rizos se mantenían, mis ojos eran más grandes y tan azules como el cielo y mi piel era tan pálida como la nieve. Parecía una princesa realmente. La chica de la cual tome su cabello se llama Grace, siempre había destacado en la cabaña por parecer una princesa, de eso se disfrazaba cada año en Halloween y parecía un ángel, era la persona más dulce que puedas imaginar, pero tenía un grupo de amigos cerrados. Era popular y no era usual que cualquiera hable con ella.
No podía mentir, amaba esta apariencia, me sentía linda, después de mucho tiempo. El dolor valió la pena.
Traté de hacer un hechizo simple, no pude hacerlo. Solo seguían los poderes de Afrodita, solo que ahora eran más fuertes. Era genial, si ignorabas el hecho que te picaba todo el cuerpo, pero era soportable. El hechizo llegaba a cambiar un poco de mi ADN, lo cual parecería imposible, pero la magia convierte lo imposible en posible hasta cierto punto; sin embargo, mi cuerpo rechazaba aún esta nueva "apariencia".
— Luzco como una princesa.
— Sé que a veces el hechizo puede hacerte sentir incomoda al principio, pero pasara, eventualmente.
— Tranquila, estoy bien.
Ambas fuimos con los demás que se sorprendieron mucho al verme.
— La magia realmente es fascinante - dijo Chase mientras se daba una vuelta a mi alrededor para verme bien.
— Lo sé, ¿genial, ¿no?
— Sí, pero... ¿Funcionará?
— Lo hará. — dijo muy segura Mairin antes de cruzar la barrera
Todos lo hicimos y yo fui la última. Cuando pasaba sentía mi cuerpo más débil y que mi sangre volvía a arder hasta que logre pasar la barrera. Deo me vio mal y me sostuvo del brazo.
— No es necesario, Deo.
— No estás bien y me siento más seguro si te cuido. No podría guiar a los demás sí sé que tú en cualquier momento te puedes desmayar.
— No lo hare. ¿Cuándo me he desmayado? - él me miró serio, sabía que significaba eso - Bien, un par de veces, pero eso le añade diversión a la vida. Y estoy bien.
— Prefiero asegurarme.
Los cuatro caminamos por el bosque hasta llegar al árbol de Thalía.
— Ustedes van avanzando un rato, quiero conversar con ella, a solas.
Mairin miró confundida a Deo, el italiano le hizo una seña para que se fuera. Chase los llevo a los dos más adelante, dejándome a solas con Thalía.
— Hola, Thai, sé que no te gustaba mucho ese apodo, pero siempre era divertido cuando te enojabas haciéndome cosquillas. — Sonríe recordando cuando aún estaba aquí - No he vuelto a ver a Luke, lo extraño y mucho. Quiron se fue y sé que está mal, pero vamos a una misión en secreto, te prometo que traeré a todos a salvo, que regresaré bien. Ahora luzco diferente, me gusta, siento que me veo más bonita, aunque tú ya me decías princesa de las estrellas. Creo que en el fondo siempre supiste que era hija de Hecate, eras muy inteligente, aunque no tanto como Annie... conocí a dos chicos. Adriano es un hijo de Hermes, es lindo, pero no sé, me quiere a su forma. Deo - sonríe como una idiota - Amadeo, es hijo de Atenea, tenemos tanto en común, es divertido, amable, inteligente, se preocupa por mí, te caería bien, pero le dirías que es un nerd. No recuerdo mucho mi primera misión, no lo recuerdo a él, capaz hizo algo muy malo para que no lo recordara... yo no lo sé.
No recordaba mucho de mi primer beso, mi primer novio y los demás había hecho un trato secreto para no hablar de eso nunca, parecía que a todos nos hubieran borrado la memoria, lo cual era extraño hasta cierto punto, pero en este mundo no hay nada normal asiqué no me seguí cuestionando... tanto.
Me despedí de Thalía y fui hacia donde estaban los demás, no lloraba, no me gustaba llorar y aunque usualmente lo hacía cuando veía a mi amiga, esta vez no fue así.
— Llegaste, princesa - me sonrió Deo, bajando su velocidad y caminando a mi lado mientras sostenía un mapa.
Volteé a ver a Chase a mi izquierda, quien estaba totalmente sorprendido por no decir que abrió sus ojos como platos, trato de disimularlo, pero no era muy bueno en eso. Su mirada viajaba entre Deo y yo.
— ¿Tan rápido? Los niños de hoy en día son tremendos - suspiro el hijo de Afrodita caminando un poco más adelante
— ¿Qué? - dijimos los dos a la vez
Mairin solo veía la escena divertida.
— ¿Y a dónde vamos? - pregunté - Confió que ustedes sabrán la respuesta
— Vamos a Nueva York - sonrió Chase - Ya me dijeron cierta parte del plan... bueno, todo, pero me quede pensando en Nueva York y lo demás no recuerdo. ¡Vamos a ir al mismo lugar que piso Blair Waldorf!
— ¿Quién? - volteamos a verlo los tres
— ¡POR LOS DIOSES! ¿No han visto Gossip Girl? - él se detuvo a pensar un rato más - Bueno, Ady y Deo no deben de verlo, no es para su edad, pero manos mágicas, ¿no lo has visto?
— ¿Manos mágicas? - se burló Mairin - No soy tu amiga, Bennet.
— Pero sabes quién soy y todos me aman, asique te llamaré Manos Mágicas, vas a ver que te va a gustar.
— No lo creo y si lo repites una vez más, te convierto en un cerdo.
Chase se alejó un poco de ella.
— No harías eso.
— ¿Tú crees que no lo haría?
— Mejor conviérteme en un hermoso gato o en un panda rojo, son adorables como yo.
—¿Quién te ha estado mintiendo tanto tiempo? - suspira mi hermana antes de explicar el plan - En Nueva York está Eunomía, la diosa de las buenas leyes y legislación. Se dice que ella tiene el registro de cada persona del mundo, si pedimos su ayuda nos podría decir donde está la amiga de tu padre. Y como las cosas con Hermes están últimamente tensas, no conviene pedir su ayuda.
— ¿Es amable?
— Tendremos que hacer pequeñas misiones, probablemente - contesto MaiMai al saber a qué me refería.
— Malditos dioses, no son ni una pizca de amable o generosos, nunca ayudan por su propia voluntad... excepto Afrodita, te amo abuela. — sonreía mientras avanzaba por el denso bosque - Hefesto y Hades son los mejores. Apolo, eres genial, pero a veces no "ayudas" del todo.
— ¿Quieres ganarte a más dioses de enemigos, Adhara? - cuestiono MaiMai fulminante - Ya tienes a Ares de, enemigo Zeus.
— ¿Y? Ni que quiera ser su admiradora o amiga. Además, si quieran matarme, ya lo hubieran hecho.
— Buen punto - asintió Chase mientras comía algunas bayas para el viaje.
Deo me tomo de los hombros y empezamos a caminar juntos mientras me contaba de nuevo libro que leyó, me gustaba verlo hablar de libros, me gustaba la forma en la que narraba las historias.
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Lyssa era la chica más increíble que había conocido. A pesar de no pertenecer a ese mundo mágico, cada vez que hablabas con ella era como si no fuera real. ¿Era bonita de más? Sí, tal vez era lo que más te llamaba la atención cuando la veías o su voz, tenía una voz muy bonita, pero era amable, dulce, cuando te dejaba conocer ese lado de ella. Sentía que giraba todo a mi alrededor cuando la miraba o estaba con ella.
Sus padres eran gerentes de algunas empresas discográficas, tenían bastante dinero, lo cual la convertía en parte de la gran elite de Manhattan. No era de sorpresa que tuviera una gran voz, le encantaba cantar cuando estaba sola, pero cuando se perdía en sus pensamientos, tarareaba algunas canciones, me gustaba oírla. Me sorprendió que estudiara en el mismo colegio que yo, pero al ser una de las hijas menores de su familia, pasaba desapercibida gran parte del tiempo y quería tener su vida lo más normal posible.
Ella tocaba mi ventana rogando para que le abriera mientras llovía, sus entradas siempre eran peculiares y dramáticas.
— Aun no entiendo por qué no entras por la puerta, mi madre ya te conoce - le dije mientras abría la ventana y le daba mi abrigo para que se calentara.
— Es más divertido por la ventana - me sonrió mientras sacaba su cámara instantánea de su bolsa de tela negra con un estampado de "Avengers".
Ly amaba tomar fotos, tomaba foto a cualquier cosa que le pareciera bonita o demasiado perfecto para ser real o simplemente a cosas que le gustaran. Ella encendió su cámara y me tomo una foto.
— ¿Ahora qué hice?
— Nada, solo estás muy lindo
Y era coqueta, muy coqueta. No sabía si bromeaba o realmente le gustaba. No sabía si me gustaba que lo hiciera o no era tiempo aún, solo me ponía nervioso, era agradable recibir cumplidos y... era todo muy complicado.
— No he dormido en la última semana por mis pesadillas.
— Lo sé, pero incluso con ojeras te ves lindo. Siempre te ves lindo.
— ¿Entonces por qué no me tomas fotos siempre?
— Porque los rollos de fotos se me agotarían muy rápido y también quiero tomarle fotos a otras cosas bonitas, como yo.
— ¿Cómo tú? - reí
— No miento, sé que soy linda.
Solo sonreí y la llevé a ver una película en la sala.
— Brujita, ¿quieres galletas o gomitas azules?
— ¿Brujita? - me preguntó - ¿Quién es "brujita"?
Mierda.
— Ah. ¿Dije "brujita"? - traté de sonar relajado - Era el apodo de una vieja amiga.
— ¿Una vieja amiga?
— Una chica que me gustaba. Adhara, se llamaba Adhara.
— ¿Tu primer amor? - sonrió ella intrigada - Qué tierno.
— Sí, algo así - contesté incómodo - ¿Qué película querías ver?
— 10 cosas que odio de ti
— La hemos visto veinte veces, Ly. ¿Acaso quieres que cante "Can't Take My Eyes Off You" enfrente de toda la escuela por ti?
— Cantas fatal, mejor aprende francés y enséñame.
— Mejor te enseño griego antiguo.
— ¿Sabes griego antiguo?
A veces me olvidaba de pensar antes hablar.
— Mi mamá sabe bastante y me enseño. Sabes que me gusta la mitología griega.
— A ambos nos gusta, sabes que mi segundo nombre es Andrómeda.
Todo esto se sentía un déjà vu. Un déjà vu que intentaba ignorar.
— Debe de ser el destino.
— Tal vez - sonrió ella antes de poner la película.
Quería olvidar a Adhara, habían pasado ya algunos meses desde la última vez que la vi. Realmente quería hacerlo, pero hablar con Ly a veces me traían recuerdos, a veces sentía que seguía hablando con mi brujita cuando estaba con ella. Sé que está mal, y con el tiempo se dejó de sentir menos eso... solo la extrañaba, la extrañaba demasiado. Más de lo que ella me hubiera extrañado en mil vidas. Sentía como si toda mi vida estuviera buscándola sin saberlo y cuando la encontré todo se sintió bien, se sintió un reencuentro, como si la conociera de toda la vida, como si los sentimientos que tenía por ella siempre hubieran existido solo que los ignoraba o estaban ocultos, pero en el momento que se fue, sentía que una parte de mi alma se fue con ella, que rompí una promesa sagrada o una profecía.
✧*・゚*
— Asique... ¿Aquí está? - preguntó Chase, observando el gran Penthouse que estaba frente a nosotros.
Durante nuestro trayecto habíamos usado la tarjeta de crédito del padre de Chase, a veces me olvidaba que era millonario y que podía literalmente comprarme, pero yo era un regalo de Afrodita que venía gratis. No fue extraño que el único que no estuviera sorprendido por el bello edificio fuera él, Annie amaría este lugar. El diseño del edificio era elegante y perfecta, parecía una especie de Olimpo modernizado, ya que los detalles de oro en las paredes le daban mucho estilo.
— El oro es verdadero - suspiró Amadeo viendo cada mínimo detalle
Deo no era un gran amante de la arquitectura como lo era Annabeth, pero igual lo admiraba hasta cierto punto. Era algo de los hijos de Atenea. El hijo de la diosa de la sabiduría también era millonario o algo similar. Un día, mientras veíamos las estrellas, algo muy común, me habló de como era su familia. Parecía que mientras más dinero tenía, más frío eras y miserable como integrante de una familia.
— Manos mágicas, es tu turno de hablar.
— ¿Disculpa? - la mencionada fulminó con su mirada a Chase - Aquí tú eres el único que tiene suficiente poder "familiar" como para hacer que entremos.
— Sé que soy increíble, pero no soy Tony Stark como para hacer que entremos a su casa.
— ¿Tony Stark? - miré confundida a Chase
— ¿No has visto nunca los Avengers, princesa? - sonrió Deo
— Miré algunas películas mientras... bueno, no vi muchas. Casi nada de acción, pero vi todas las películas de Spider-Man.
Deo solo se rio y me tomo de la mano, los demás se habían adelantado mientras hablábamos.
— Hay que cambiar eso - susurró - Podemos hacer que Quiron haga noches de películas en el Campamento, debes de ver el hermoso mundo que es Marvel. Y se nota que te encantan las películas. Además, otros campistas también podrían verlas, seguro que Azami moriría por ver una película de ponis.
— ¿Quieres organizar un evento de películas?
— Sí, te gustan las películas y no has visto muchas. Te prometo que cuando regresemos al campamento verás todas las joyas del cine que te has perdido toda tu vida.
— Increíble - dije tratando de ocultar mi sonrisa
— Ojalá pudiera hacer que se proyecten en tu cabaña, pero no creo que Quiron nos deje, habría problemas con el resto de los campistas, sería mejor si lo hiciéramos pasar por algo para todos, lo cual no está mal. Es una buena idea al final de cuentas, lo haríamos los ¿sábados? No, la mayoría hace algunas fiestas esos días, será mejor los domingos. Podemos decirles a las ninfas que hagan palomitas y-
Tuve que detenerlo de su trance planificador. Cuando Deo se metía algo en la cabeza, era muy difícil distraerlo de su mundo, se perdía en él y cualquier cosa que organizada estaba pensada meticulosamente para que todo saliera perfecto, teniendo en cuenta incluso inconvenientes poco probables o irreales.
— ¡Eres increíble! - lo abracé - Gracias, gracias, gracias
Él se quedó helado durante un tiempo, pero luego me correspondió el abrazo, por más que ya lo abrazaba más seguido, su reacción siempre era la misma, como si cada vez que lo abrazara, fuera la primera vez.
— Sabes que es muy sencillo, no es nada del otro mundo y cualquiera podía hacerlo y-
— Pero tú quisiste hacerlo, por mí... eso significa mucho - sonreí antes de despeinar ligeramente su cabello. — Ahora entremos, que Mairin nos va a matar con la mirada
Él solo asintió y me tomo de la mano llevándome adentro.
Chase ya estaba hablando con el de recepción, convenciéndolo con dejarnos subir, lo cual no tardo mucho al mostrarle una tarjeta rosa que tenía, el de seguridad no dijo nada cuando vio aquel pedazo de plástico y solo nos guio hasta el ascensor y aplasto el botón del último piso.
— ¿Qué fue eso? - trate de interrogar a Chase
— ¿Qué cosa?
— La tarjeta
—Ah - sonrió - Mamá me la dio hace unos años, dijo que podía usarla cuando necesitara que reunirme con alguien importante, que solo mostrara la tarjeta y luciera confiado. Como esta es la única experiencia en donde requiero reunirme con alguien tan poderoso como una diosa, quise intentarlo.
Los cuatro llegamos al último piso y cuando entramos a la casa de la diosa quedamos atónitos. Todo tenía decoraciones de oro y era hermoso. Parecía una casa de lujo.
— Disculpe, SEÑORA DIOSA, donde sea que estés. Te ofrezco a Amadeo como tributo por tu tiempo y ayuda.
— NO PUEDES VENDERME SIMPLEMENTE
— Tranquilo, todo estará bien. Ahora, donde estará Eunomía - le susurro al italiano
— ¿Qué trae a estos semidioses tan intrigantes a buscarme? - dijo una voz fría desde lo lejos.
Todos hicimos una reverencia cuando sentimos que la presencia de la diosa estaba cerca y no nos paramos hasta que estuviera enfrente de nosotros y nos hiciera una seña.
— Venimos en busca de su ayuda - le informó Mairin
— ¿En qué me necesitarían una hija de Hecate, el favorito de Afrodita, el castigo de Atenea y tú? - se quedó mirándome con una sonrisa - Es bueno, vernos Adhara Abernathy. Tu nombre es muy mencionado en el Olimpo, ¿lo sabías? Pareciera que los problemas te siguen.
— ¿Cómo sabe que-?
— No seré Aletheia, pero puedo ver la verdad, así es la única forma de hacer que se cumpla la justicia. Un hechizo tan débil no podría engañarme.
Mairin bajo la cabeza ligeramente.
— Necesitamos su ayuda con el paradero de una persona. Sabemos que tiene el registro de cada persona.
— Lo tengo, es la única manera de verificar lo que están haciendo y hacer que se cumpla la justicia si cometieron algún crimen.
— Necesitamos saber dónde esta persona, es para saber la verdad de mi padre. De mi historia y saber la verdad sobre mi vida, mi pasado, haciendo justicia ante las mentiras que me rodearon desde que nací.
— Si sigues viviendo en el pasado, tu final será catastrófico, porque te perderás en él y en lo que pudo ser. Nunca vivirás tu realidad hasta que tu vida sea arrebata de tu cuerpo y hayas perdido cada cosa que tenías. — me respondió mientras nos llevaba a su sala. — Sin embargo, le debo un favor a tu abuelo desde hace unos siglos y eres muy preciada por ella. Además, William era... peculiar.
— ¿Lo conoció?
— Oí de él, como varios dioses, tenía una reputación ciertamente... diferente.
— ¿Diferente?
— Lo entenderás en algún momento... Los ayudaré, pero antes necesito que hagan algo por mí.
MALDITOS DIOSES. UNA PIZCA DE GENEROSIDAD NO LES HARÍA FALTA, SOLO ERA UNA MINÚSCULA AYUDA.
— Por supuesto. — respondió Mairin
— Necesito que traigan 3 pergaminos que perdí en un... viaje de trabajo. Son sumamente importantes y fueron tomados por algunos sujetos que no les caigo del todo bien. Consíganlas en una semana y obtendrán la información que necesitan.
— ¿Sabe dónde están estos sujetos o-?
— Les daré un mapa, por supuesto. Solo necesitan ir a los lugares donde están, recuperar los pergaminos y traérmelos.
— ¿Así de sencillo? - cuestiono Deo, desconfiado.
— Sí.
— Aceptamos. — dijimos los cuatro
La diosa sonrió e invoco un pergamino y lapiceras para que firmemos. Deo y Mairin leyeron todo el contrario antes de firmar. De ahí Chase y yo firmamos, el hijo de Atenea y mi hermana evitaban que termináramos muertos o en una estafa, como ahora.
— Perfecto y una pequeña cosa más. — sonrió - Para saber que cumplirán la misión y no se arrepentirán antes de llegar de traérmelos todos... necesitará una pequeña garantía de cada uno.
— ¿Qué tomará?
— Solo les daré un desafío, no lo vean como un castigo. Serán menos hábiles en ciertos aspectos durante unos días, Esas habilidades yo las guardaré por cierto tiempo, pero regresarán eventualmente a ustedes de nuevo
— ¿Qué habilidades? - pregunto Mairin mientras los de seguridad nos llevaban hacia la puerta del ascensor y la diosa nos dio un pequeño mapa.
— Nada importante. Buena suerte, semidioses - se despidió antes de que las puertas cerraran en su cara.
En eso, todo sintieron una fuerte corriente eléctrica recorriendo todo nuestro cuerpo. Miré a Deo para saber si era la única que sentía eso, pero él ya estaba muy pálido y a punto de desmayarse, trato con sus últimas fuerzas tomarme de la mano.
— ¡Adhara! - dijo antes de que todo se volviera negro.
Los cuatro caímos al suelo antes de siquiera llegar al primer piso. Solo recuerdo haber oído un grito de Afrodita desde el último piso y sentir como mi garganta me dolía.
⁂
— ¡AFRODITA! - le grito el dios del sol a la hermosa diosa que caminaba furiosa por el Olimpo
— No le dirás nada a Zeus ni a tu hermana - le contesto molesta mientras se encerraba junto al dios en una habitación
— Sabes que estás rompiendo las reglas.
— No la estoy viendo, solo será en sus sueños. Ella necesita detenerse, no... no puede lo que le paso a mi Willy.
Apolo se sorprendió al oír aquel nombre de la diosa, un nombre que Afrodita se había negado a pronunciar en varios años por el dolor de lo que le pasó a su hijo. La comprendía, él había perdido a Hester hace siglos, pero doliendo.
— No le diré nada. Cuídala. Cuídalos, son solo niños.
— Lo son - susurró - Y mi Chase está con ellos, no voy a perderlos a ambos.
El dios de las artes asintió y vigilo que nadie los viera. Afrodita solo usó su magia y entró en los sueños de la heredera de los Abernathy.
✧*・゚*
Estaba en un bosque, un bosque a medianoche y lo único que se podía visualizar era una casa vieja que estaba rodeada de velas y al último del sendero de cadáveres. Cada vez las pesadillas que hacía Cronos se ponían más raras, terminaría con esto rápido. Caminaba entre los huesos tirados en suelo, rompiendo algunos, pero llegando a la casa.
Adentro todo estaba alumbrado con velas de varios colores y formas, incluso una era de un roble gigante, todas llevaban a la sala donde una figura misteriosa me esperaba en un sillón que estaba a espaldas de la puerta.
— ¿AHORA QUE QUIERES, CRONOS? - suspiré enojada
— ¿Cronos? - dijo una voz muy conocida, levantándose de su asiento.
— ¿Abuela? - sonreí, yendo a abrazarla
Esta ve lucía diferente, bueno, no del todo. Era raro. Durante los primeros segundos, lucía igual a la última que la vi. Sus hermosos rizos rubios caían por su espalda, y sus hipnotizantes ojos azules como el mar me capturaban y quitaban el aliento, tenía la piel igual de bronceada y una sonrisa confiada. Usaba un vestido azul medianoche de playa. Cada vez que me encontraba con ella, lograba quitarme el aliento por su gran belleza, se superaba cada instante. Pero en un solo pestañeo, su cabello comenzó a cambiar, se oscureció y paso a ser castaño, un tono de castaña familiar. Sus ojos no fueron la excepción, dejaron de ser azules y pasaron a ser marrones, pero con pequeños toques de gris... como los de los hijos de Atenea. Sus rasgos cambiaron ligeramente, seguía siendo bonita, pero era otro tipo de belleza. Su ropa cambió de color, de azul medianoche a negro.
Cada cierto segundo cambiaba de una apariencia a otra.
— ¿Estás bien? ¿Por qué estás cambiando tan rápido?
Ella palideció cuando me escucho decir eso e invoco un espejo mirándose con asombro.
— Te descuido unos meses y esto pasa. Más bien la pregunta sería para ti.
— ¿Para mí?
— Eso no es lo que importa ahora. Está prohibido que venga asique esto será rápido... VUELVE AL CAMPAMENTO.
— ¿Qué?
— Abandona esta misión.
— ¿Por qué?
— No... no debes de saber lo que le pasó a William, deja las cosas como están. Te hemos dicho solo lo que necesitas saber.
— Tengo derecho a saber, es mi padre
— Y era mi hijo. Escucha mi advertencia, Adhara.
— Necesito saber la verdad.
— La verdad te generará más dolor que vivir en una mentira. Y no dejaré que la vida de esos niños inocentes corra riesgo por tu capricho.
— Sabemos protegernos
— Alguien, alguien terminará muerto en esta misión, y tu decisión definirá quién de tus amigos será.
Uno moriría... uno moriría... alguien moriría... las visiones no dijeron nada... alguien lo haría... no, era imposible
—¿Qué?
Antes de que cualquiera de las dos pudiera decir algo más desperté.
✧*・゚*
Los cuatro estábamos tirados en una de las calles de Manhattan con nuestras cosas y el mapa que nos dio Eunomía.
Sentía algo raro, algo que no está bien. Miré al resto que tenían un gran temor en su rostro.
— No veo, no veo nada - empezó a entrar en pánico Deo frotándose los ojos.
Él siempre usaba lentes, tenía una mala visión, pero lograba ver, no estaba tan mal como para tener ceguera, corría verlo y sus ojos lucían normales, nada fuera de lo común.
Mairin que estaba a mi lado me miró desconcertada sin saber qué sucedía. Chase que estaba hasta el otro lado, grito tan fuerte que las personas que pasaban por la calle nos miraron raro antes de seguir caminando.
— ¡NO SIENTO MIS MANOS, NO LAS SIENTO! - grito desesperado - MANOS MÁGICAS HAZ ALGO
— ¿Qué? - Mairin nos miró confundida, era raro, pareciera que no supiera qué decíamos.
Chase grito demasiado fuerte y claro, era imposible que no lo hubiera entendido.
— NO PUEDO SENTIR MIS MANOS, HAZ UN HECHIZO O CUALQUIER COSA, POR FAVOR - le repitió el hijo de Afrodita
— ¿Qué?
— Esto ya no es una broma, Mairin - se enojó Chase
En eso, mi hermana palideció, y empezó a pronunciar varios hechizos, ignorándonos.
— ¿Esta ya se volvió loca? - me susurró mi "tío"
Quise responderle, pero las palabras no salían de boca, no emitían sonido... no... no, no, no. Esto no puede estar pasando.
— ¿Adhara? - se preocupó el hijo de Afrodita - Ady, ¿qué pasa?
— ¿Adhara, estás bien? - replicó Deo, quien se había tranquilizado un poco más con mi tacto
Trate de decir algo, lo que sea. Gritar, susurrar, cualquier cosa. No podía decir nada, no podía hablar.
— Tú también.
— No los escucho - dijo finalmente Mairin - Adhara no puede hablar, el chico Russo no puede ver y tú - señaló a Chase - lo más probable es que tus manos o piernas no funcionen.
El mencionado asintió y todos nos quedamos en silencio.
— Este es el precio, ella necesitaba quedarse con una habilidad y supongo que se refería esto. — suspiró Deo, levantándose con dificultad - Tenemos que conseguir esos pergaminos, rápido.
— ¿Y cómo se supone que lo haremos? Yo no puedo pelear sin poder mover mis brazos, Mairin ni siquiera sabe qué decimos o si le mandamos una alerta. Adhara no puede usar su embrujahabla ni decir lo que sea que sepa y tú eres el que sabe leer mapas y ni los puedes ver, ni pelear. Esto era una misión suicida.
Traté de decir algo para alentarlos, pero solo pude alzar mis puños en el aire.
— No se te entiende nada de lo que haces - dijo Mairin - No tenemos otra opción más que seguir con la misión, sabíamos que iba a ser difícil. Yo leeré el mapa, mi madre me entreno para sobrevivir y no es mi fuerte, pero sé algo. Leeré sus labios o sus señas - me miró específicamente en esa última parte - para tratar de entenderlos. Adhara ayudará a Deo y Chase nos representará, ahora eres el único que puede usar el embrujahabla y hacer que salgamos vivos de esto.
— ¿Ahora depende de mí? - su voz del último mencionado se agudizó de miedo - No, no, no. Yo a las justas sobrevivo por mi cuenta, mantener vivos a otros tres más será imposible.
Con señas le traté de decir "Eres más capaz de lo que piensas. Confiamos en ti".
— Eso es tan dulce, Ady - me sonrió - Si supiera lo que dices, pero por tu cara supongo que es algo bueno.
— Creo que quiso decir que confiamos en ti, Chase. Igualmente, tienes nuestra ayuda, sobre todo la de Mairin que es la más capaz de los tres.
Mairin solo asintió al ver que Amadeo la nombraba.
Chase asintió. Ahora nos daba una sonrisa confiada. Él era el más capaz de toda nuestra cabaña, era muy bueno peleando y en sus habilidades como hijo de Afrodita, él sabía que era capaz de hacerlo, solo le faltaba un poco de ánimos. Todos los necesitamos de vez en cuando.
— Mairin, ¿Hacia dónde tenemos que ir ahora?
— El primer pergamino está en Washington... en el Capitolio.
— ¿Qué haría un pergamino ahí?
— No tengo ni idea - contestó Deo, su brazo rodeaba mi hombro.
Prefería mantenerlo cerca, tenía miedo de que saliera herido sin querer.
— Bueno, vamos a Washington.
Todos asentimos y lo seguimos hasta la parada de buses.
Durante todo el camino solo podía pensar en lo que dijo Afrodita... alguien moriría y yo sería quien decida. No podía detener la misión a este punto, sería en vano y ya teníamos esta condición de Eunomía. No lo haría, pero encontraría la forma de proteger a mis amigos.
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Holiii, volví, después de mil años como siempre.
El Adhercy se van a volver a ver pronto.
Ady en su momento Ariel.
No se olviden de votar y comentar que me ayudaría mucho <333
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