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A pedido de: MaryKeifer

¡Qué lo disfrutes! (⁠◕⁠ᴗ⁠◕⁠✿⁠)

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No lo dejes ir.

Pensaba Duff mientras intentaba hacer que su amigo se quedara junto a él aunque fueran unos minutos más. Ese dulce sabor que tenían los labios del pelinegro le habían dejado una sensación tan peculiar que quería volver a repetirla. Lo perdió de vista tan rápido poco después de ese beso y no podía permitir aquello.

Se echó resignado en un sofá para entregarse a los siguientes tragos que su botella de vodka pudo ofrecerle. La música escandalosa de ese bar y el alcohol lo mantenían alerta. Posiblemente también era la marihuana que había fumado antes de tocar la que hacía efecto.

Pronto se encontró acompañado por Axl, quien se burló de él después de dejar salir una larga calada de humo sobre su rostro. No le prestó mucha atención y continuo buscando con la mirada al guitarrista de rizos negros.

—¿A quién esperas? —preguntó el pelirrojo ya algo confundido por la actitud del bajista. Pocas veces lo veía ansioso.

—A Slash, estaba aquí hace unos pocos minutos.

Axl bufó incómodo. —Ugh, ya se están enganchando —comentó. Conocía sus pequeñas aventuras y no le molestaba, principalmente porque él participaba también de esas noches con distintos miembros de la banda.

—Eso no es cierto. —rechistó ante la acusación. No creía que estaba enamorándose en verdad de Saul, al menos no seriamente.

—Dí lo que quieras. —el colorado le regaló una última mirada, casi de desdén, antes de irse detrás de una muchacha que lo llamaba con las manos.

Al encontrarse solo, McKagan no tuvo más opción que aguardar por algo más de compañía. Se quedó pensando en las recientes palabras del vocalista, ¿En serio parecía que le gustaba Slash? Quizás era cierto que sentía algo por él, sin embargo no creía que fuera tan obvio. Hacia un esfuerzo grande por verse lo menos desesperado posible. Pero, ¿En qué estaba pensando? A él no le gustaba su amigo, únicamente quería algo de diversión. Le dió otro trago a su botella como forma agresiva de callar su mente.
Para cuando su botella estuvo vacía, decidió que debía parar algún rato antes de conseguir más alcohol. Al correr de los minutos quiso irse del bar, pero algo dentro suyo le decía que esperara un poco más. Divisó al guitarrista acercarse a él algunos instantes después.

—¿A dónde estabas? —cuestionó.

Slash se sentó a su lado, juntando sus cuerpos bastante. —Sólo salí un rato para fumar un poco de marihuana con unos chicos. —Duff no dijo nada, a cambio colocó su brazo derecho alrededor de los hombros del más bajo. Hudson comprendió la idea, llevando una de sus manos a los muslos delgados del rubio. —Te quedan tan sexy estos pantalones. —aseguró mientras acariciaba el cuero que separaba la piel de su tacto.

El bajista entonces comenzó un beso suave. Disfrutaba el sabor de los labios carnosos, tal vez era un whisky muy dulce o algo así. El de rizos lo abrazó por la cintura, pegándolo a su torso lo más que podía. A ninguno le avergonzaba darse esas demostraciones amorosas entre tanta gente, posiblemente porque estaban algo perdidos por las sustancias que habían consumido.

—¿No quieres irte ya? Vamos a mi casa, tengamos algo de privacidad. —sugirió el más bajo. Estaba empezando a calentarse y no quería acabar haciendo nada indebido frente a cualquiera.

—¿Tan pronto? —el rubio casi se quejó. Lo había estado esperando un buen rato para pasarla bien juntos, así que no quería irse sin antes embriagarse un poco. —La noche es joven, podemos seguir aquí.

—Una hora y nos vamos, te tengo ganas. —se puso de pie, ofreciéndole su mano al otro para que se parara. Su intención era llevarlo a la barra por algo de beber.

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—¿Tienes frío? Puedo darte mi chaqueta. —habló Hudson al sentarse a un lado de su amigo, en un banco de madera y hierro fuera de esa tienda de veinticuatro horas. Había parado allí por un pequeño snack, dos paletas heladas frutales.

Duff se rió. —Te comportas como todo un caballero, ¿Eh? —las luces del local le permitieron ver las mejillas sonrojadas del más joven.

—Sólo soy amable contigo. —abrió el envoltorio de su helado para comenzar a comerlo.

—Lo sé, eres tan tierno —besó su mejilla con dulzura. A cambio recibió un empujón un tanto fuerte, entendió que quizás se había sobrepasado con esa muestra de cariño.

—Ya cállate.

Los dos continuaron comiendo en silencio, sus manos libres estaban entrelazadas entre sí. Aquello había sido obra del rubio, quien casi de forma inconsciente había buscado ese inocente tacto.

—¿Sabes? Creo que todavía puedo seguir bebiendo un poco más. —comentó el rubio.

—No lo sé, amigo, quizás ya fue demasiado. —respondió el moreno. Su estómago ya estaba cargado de alcohol. De hecho, la idea del helado había sido suya, pues creí que estos les ayudarían a bajar un poco la resaca del día siguiente.

—No pasará nada.

—Duff, ya fue suficiente. —prácticamente le ordenó que dejara de insistir. Le gusta el alcohol a él también, pero estaba seguro que les estaban robando el tiempo. —Mejor termina con eso y vamos a casa.

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—Qué suaves son tus rizos —comentó Duff, se encontraba aprisionado entre el colchón y el cuerpo del otro, acariciaba los cabellos del guitarrista mientras recibía besos en su cuello. —Tan hermosos~

—Tú eres hermoso. —comenzó un beso candente entre ambos. Sus respiraciones ya se sentían pesadas y Slash podía asegurar que su pantalon le ajustaba en la entrepierna. Subió despacio la camisa del bajista, esa piel tan suave y apenas bronceada le hacía saliva la boca.

—Te amo, Saul.

Al decir aquello, el moreno se separó un poco ansioso. Nunca se decían cosas de ese estilo tan meloso, no tenían razones tampoco, se suponía que esto sólo era un juego para pasar el rato y bajar la calentura. —Eh, ¿Qué? —dijo porque no sabía que más acotar.

McKagan desvío de inmediato la mirada y le pidió que lo dejara levantarse, dándole unas palmaditas sobre el antebrazo como forma de decírselo. Sin embargo, el de rizos se negó.
El bajista supo que había metido la pata. No fue algo que pensó en lo absoluto, simplemente salió de él.

—Michael, ¿Por qué me dices que me amas?

—No importa. —murmuró intentando quitarse a su amigo de encima sin tener que recurrir a un forcejeo violento.

—Sí importa. —lo apretó todavía más contra la cama. Quería que hablara a toda costa, que confesara. —Te has estado portando raro estos días, ¿Qué pasa conmigo?

—M-Me estás lastimando.

Aquello hizo que el guitarrista líder lo soltara rápidamente. No quería que la situación fuera sacada de contexto y él pareciera un tipo peligroso. Duff se levantó de inmediato y bajó su camiseta.

—Espera, no te vayas. Hablemos. —le pidió desesperado al ver como se colocaba sus zapatillas.

—¿Sobre qué? Ya sabes lo suficiente para humillarme y que el resto me odie. —se puso de pie y caminó fuera del cuarto.

Slash lo siguió apurado, no iba a dejar que se fuera. —No sé de que estás hablando.

—Ugh, cómo si nadie de la banda se hubiera dado cuenta. Ustedes van a detestarme por esto. —tomó su chaqueta que estaba respaldar de una silla, iba a colocarsela para irse.

—¿Por qué te gusta alguien? Eso es estúpido. —casi se burló. —¿Ves por qué no tienes que beber tanto? Empiezas a decir estupideces.

—¡No es estúpido! —gritó enfadado. Era como si el menor no entendiera el punto al que quería llegar. —Les estoy arruinando el juego a todos y rompiendo la primera regla de toda banda.

—¿Y cuál es según tú?

—Nunca salgas con ninguno de tus compañeros. —intentó seguir su camino hasta la puerta del departamento, pero le fue imposible porque Hudson lo abrazó rudamente.

—No me importaría arruinar el juego para nadie si es por ti.

Y Duff no pudo evitar comenzar a llorar. No estaba seguro de por qué lo hacía, sólo su cuerpo se sentía obligado a hacerlo para descargar todos los sentimientos que se estaba tragando desde hacía un buen tiempo atrás. Estaba confundido pero tan enamorado, tan dolido por no haber podido demostrar aquello antes.

El guitarrista lo obligó a darse media vuelta, sin nada más por hacer lo besó amorosamente. Lo guío hasta el puff que había cerca de ellos, haciendo que se sentara allí mientras sus labios seguían unidos. Cuando se separaron, Slash se acomodó entre las piernas del más alto, seguido de eso tomó las mejillas ajenas entre sus manos. —Es estúpido que llores por esto. —aseguró. La situación había pasado tan rápido de ser comprometedora y caliente, a ser extraña y dramática.

—¿Yo te gusto, Saul? —aquella pregunta pareció tan ajena a su propio ser aunque, indudablemente, había salido de su boca.

—Me atraes, y eso es suficiente supongo —respondió. —. Creo que con eso puede sostenerse una relación.

—Bésame, ¿Sí? —nuevamente se entregó a sus suaves labios, encontrando en ellos y en el dulce tacto algo de consuelo.

Sus cuerpos se enredaron rápidamente, buscando el calor del contrario. Todo lo que querían era sentirse mutuamente el tiempo que fuera necesario. Las caricias comenzaron, llevándolos a querer regresar a la cama y continuar con la noche que se habían prometido.

—Podríamos intentar ser algo, si eso es lo que quieres... —habló el de rizos cuando se soltaron.

El bajista sentía su corazón latir más fuerte de lo normal, como si lo hiciera en su garganta. —¿Me amas realmente?

—Michael, te amo lo suficiente como para tener una relación contigo.

—Pero-

—Podemos seguir conociéndonos mientras salimos, no tiene por qué ser un gran escándalo que no sepamos mucho de nuestras vidas personales.

El rubio se mordió la lengua al comprender el punto. Era cierto que nunca compartieron el suficiente tiempo entre ambos antes, pero que podían hacerlo a partir de ahora.

—Entonces, ¿Somos novios ahora? —se atrevió a preguntar ante la incertidumbre.

—Sí, lo somos. —volvió a besarlo amorosamente. Esta vez fue un beso más corto, pero igual de candente que los anteriores. —¿Te parece si vamos a la cama?

El mayor estuvo de acuerdo de inmediato. Lo veía como una oportunidad para tener intimidad de una forma más dulce que en otras ocasiones. Deseaba su cuerpo con ansias, pero ahora quería su amor principalmente.

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