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Veintidós:

—Entonces, —Sonrió —Sí. Sí. Sí. Sí.

Jeongyeon la hizo girar y la aprisionó entre la dureza sólida y segura de la mesada y la peligrosa dureza de su agarre.

—Nayeon, eres una omega… espléndida, ¿lo sabías? —Subió las manos hasta sus hombros, luego al cuello y las dejó quietas en su nuca, al tiempo que con los pulgares le acariciaba las orejas.  Luego bajó lentamente la cabeza y le rozó los labios con los suyos una, dos y tres veces.  

Cuando la alfa posó ambas manos sobres sus glúteos y la pegó a ella, Nayeon sintió como si su corazón estuviera en una nube, y por lo que su cuerpo automáticamente la rodeó con sus esbeltas piernas. Lo que deseaba era aprovechar la oportunidad de volver a hacer el amor con Jeongyeon, sin importar la seguridad de formar una familia. Levantó los dedos y comenzó a seguir el fascinante contorno de su cara.

—Dime —Pidió la castaña, con voz ronca por la pasión —¿Vamos a experimentar la misma sensación de la última vez o has cambiado de parecer?

—Oh, cariño... —Su expresión fue tan reverente, que Nayeon se sintió como si fuera la omega más perfecta del mundo —Ya he cambiado de parecer en tantas cosas...

Con las manos ansiosas ambas se quitaron la ropa, al tiempo que realizaban apreciaciones de sus respectivos cuerpos y se daban besos apasionados y codiciosos. Pero cayeron sobre la cama de Nayeon como una sola persona, y la urgencia de su deseo dió paso al placer sensual de la exploración lánguida y pausada.

Para la omega, fue la experiencia más excitante y espiritual de su vida, poder acariciar el cuerpo desnudo y estilizado de Jeongyeon, de pronto se convirtió en el placer más erótico que podía imaginar. Sentir los besos que la alfa le daba a través de toda su preciosa anatomía, creó sensaciones emocionales y físicamente tan estimulantes que flotó entre las lágrimas de gozo y la realización de su llegada al clímax.  ¿Cómo podía una alfa capaz de semejante ternura, no creer en el amor?

—Tu piel es como satén líquido —Jadeó la pelicorta, mientras con los labios abría un sendero por sus muslos y su ingle hasta llegar al estómago —Quiero tocar... y probar cada milímetro en ti, Nayeon... —Detuvo el tormento de sus besos ardientes y húmedos para alzar la cabeza y mirarla a través de sus ojos nublados por el deseo. —Dime qué quieres... qué te gusta. 

—Hasta ahora, pareces leer cada uno de mis pensamientos y deseos, incluso antes de que los tenga. —Jadeó la omega, con la voz dificultosa.

—Dímelo de todos modos, quiero oírte... —La instó a hablar, a ser explícita de sus deseos —Quiero saber qué te gustaría que te haga... —Habló la alfa. Sin quitarle la vista del rostro, pasó la lengua por su ombligo mientras con los dedos jugueteaba con sus pezones.

—Todo... Quiero que me hagas todo —Musitó, retorciéndose por el calor que surgía en su interior, al tiempo que contenía las palabras de amor que no se atrevía a pronunciar.

Jamás habría una alfa que pudiera satisfacerla como Jeongyeon, y ese conocimiento resultaba esperanzador.

La pelicorta la elevó más y más hacia lo que imaginaba como el cielo, y le era muy difícil mantener la declaración de amor en su cabeza, a causa de lo ágil que podía ser con su boca y manos.

De repente todos sus pensamientos frágiles quedaron a flor de piel y su cuerpo se dobló en éxtasis cuando los dedos de Jeongyeon atravesaron los rizos íntimos y el pulgar comenzó una caricia interior. Durante un indeterminado y delicioso tiempo, la felicidad era el motor que la empujaba y fue todo lo que anheló en su vida... pero al instante dejó de serlo. 

—¡Jeongyeon! —Exclamó —¡Detente! ¡Detente ahora! 

La urgencia que notó en su voz, detuvo el corazón y la mano de la alfa, incluso antes de que ella le aferrara la muñeca. Sintió un nudo de pánico en la garganta y una contracción de miedo y remordimiento en las entrañas.

—Cariño, ¿Qué sucede? ¿Te he hecho daño...? —Se alertó, en búsqueda de los motivos.

Nayeon sacudió la cabeza con energía y la subió hasta poder tomar posesión de su boca. El fervor de sus besos breves y hambrientos, y las caricias que sus manos regaban por sus pechos eliminó cualquier ansiedad que pudiera haber creado la idea de que le había hecho daño en Jeongyeon, aunque también la enloqueció de deseo.

—Ah, Nayeonnie... Cielos, cariño, no me asustes de esa manera. Pensé que te había hecho daño o algo que no te gustaba...

Nayeon la buscó con aquella mirada provocativa, mientras sus manos seguían explorándola, con entusiasmo.

—Jeonguie, amo todo lo que me haces. Pero en esta ocasión quiero que llegues conmigo. En mí. Ahora.

La emotividad de sus palabras y la sensación de su mano cerrándose en torno a su trasero para unirla a su cadera, empujaron a la alfa al borde del abismo. De hecho, su último pensamiento semiconsciente, mientras Nayeon le colocaba con destreza un condón, fue cómo demonios podía esa omega mantener el sentido común en un momento como ese. Lo único que su mente, su cuerpo o su loba podían procesar, era la devastadora necesidad de poseerla.

La frente húmeda de la omega descansaba en el hueco del cuello también sudoroso de la alfa, algún rato más tarde cuando habían saciado aquella insoportable y ridícula necesidad que tenían de la otra, y ambas tenían las piernas entrelazadas, débilmente iluminadas por la poca luz que las abrigaba, respirando de forma entrecortada, unidas en aquella mirada que no podían apartar.

—Jeonguie...

—¿Mhm?

—Es probable que esto te suene trivial e ingenuo, especialmente porque la vez anterior que hicimos el amor no te lo mencioné, pero quiero que sepas... —Nerviosa, pasó sus dedos sobre el cabello corto de aquella alfa —Quiero que sepas que hacer el amor contigo es mejor de lo que nunca ha sido jamás, es mejor de como lo imaginaba.

Nayeon sintió que se ponía rígida ante el sonido de su risa, la cual la sorprendió inmensamente. Antes de que el pudor o la indignación la hiciera saltar de la cama, Jeongyeon la abrazó con más fuerza contra su cuerpo y Nayeon sonrió, descansando su cabeza sobre su hombro, sintiendo el intenso aroma que desprendía de su ser y que la traía loca.

—No me río de ti, cariño. Tienes razón, fue muy bueno, muy bueno... —Repitió con aquella sonrisa preciosa y perfecta.

—Vaya... Imagino que tendré que inclinarme ante tu conocimiento y experiencia superiores sobre lo que está bien en el dormitorio, pero, cielos, si esto es sólo bueno... ¡Necesito saber más!

—¡No, claro que no! —Jeongyeon la inmovilizó debajo de ella —Creo que debo advertirte de que espero que la madre de mi bebé siga ciertas normas de conducta... —Bromeó la alfa, tomándose el labio inferior.

—¿Oh? —La diversión en sus ojos no se desvaneció —Bueno, aún falta saber si es que estoy embarazada, asique no te emociones Yoo...

—De todos modos, ni se te ocurra creer que podrás irte de esta cama pronto, y menos aún “salir más”. Reconozco que al decir que había sido buena, quizá subestimé las cosas un poco... —Sonrió de lado —Pero como tengo el resto de la noche libre, si estás interesada, tal vez podríamos repetir el ejercicio y así podré actualizar mi anterior evaluación, e incluso mejorarla para ti... 

—¿El resto de la noche? —Jadeó con asombro —¿No vas a ir a casa hoy? —Murmuró con satisfacción de solo imaginar tenerla para ella, toda la noche.

—No lo pensaba... —Frunció el ceño —¿Por qué? ¿Quieres que me vaya? —Consultó con preocupación. De todas las otras veces, esta era la primera vez que Yoo Jeongyeon no deseaba irse jamás.

—No, claro que no —Se apresuró a decir —Lo que pasa es que siempre has dejado claro que tu regla número uno era no pasar la noche jamás con una amante, aunque la estuvieras viendo seguido.

—Te lo dije antes Nayeonnie, estoy cambiando de parecer en muchas cosas...

Se había dicho a sí misma que no debía animarse demasiado por sus palabras, pero le costó seguir ese consejo en vista de su actitud tierna y atenta de aquella noche. Y fue aún más difícil los días y las noches que siguieron. 

Cada mañana Jeongyeon se levantaba y le llevaba a la cama un vaso con zumo de naranja y una taza de café descafeinado, y el hecho de que en cuanto la complacía bebiéndose ambos líquidos, ella a su vez la complacía ayudándola a ducharse. Nayeon hizo que llegara a la conclusión de que dejar la cafeína era más estimulante que consumirla.

Si en la Empresa Jyp Corporation habían notado la costumbre que había adquirido la alfa de aparecer varias veces por la oficina de Nayeon, nadie lo comentó. Park dió por hecho que habían aceptado su sugerencia de que Jeongyeon debía quedarse en casa de Nayeon, como precaución ante la inminente llegada de los Kim.

La omega sabía que su vida era tan perfecta como jamás podría llegar a serlo. Siempre había sabido que Jeongyeon no estaba a favor de un compromiso a largo plazo, y en esos días había descubierto que ella nunca se podría casar con otra alfa que no sea ella. Aunque no deseaba atraparla en el matrimonio ni robarle su libertad, la idea de tener a su cachorro la llenaba de un gozo sin igual.

Faltaban tres días para su celo. Siempre había sido tan puntual que casi podía predecir la hora a la que llegaría... pero, ¿Y si no lo hacía...? Si se ajustaba a las fechas, debería haber estado relativamente a salvo la noche en que un solitario preservativo se había salido. Y la vez que lo hicieron sin protección ella no estaba en su periodo fértil, aunque todo era posible y eso la llenaba de esperanza.

—¿En qué piensas, Nayeonnie? —Consultó el alfa, ingresando de lleno a su oficina.

—¡Oh! Padrino... Hola —Movió las carpetas que tenía sobre la mesa con el propósito de parecer algo eficiente. —¿En qué puedo ayudarte?

—He venido para hacerte saber que Hirai Momo ha regresado.

—Oh, cierto... —Apenas exhibió un ligero interés —Estaba de luna de miel, ¿Verdad?

—Bueno, eso también, pero...  digamos que ha realizado una investigación secreta para mí en Illusion Island“¿Park sabía que Momo había estado allí?”, pensó Nayeon —Como es nuestra arquitecta en jefe, quería que echara un vistazo en el sitio en cuestión, para que pudiéramos adelantar los cambios que vamos a llevar a cabo. Y ya que iba a faltar al trabajo por su luna de miel, decidí matar dos pájaros de un tiro, para lo que ella fue estupendo, porque la luna de miel le salió gratis.

—Y, eh... ¿Jeongyeon sabía que Momo iba a estar en el hotel?

—No. Sin embargo, le advertí a Hirai de que no se mostrara sorprendida si veía a Jeongyeon, aunque sí que la evitara a toda costa...

“Fantástico, ellas estuvieron tratando de esquivar a Hirai. ¡Y quien las había estado esquivando era ella!”, pensó Nayeon, tratando con todas sus fuerzas de no voltear los ojos.

—No podía correr el riesgo de que el viejo Kim se enterara de que Hirai era una empleada de Jyp y, así, adivinar lo interesado que estaba en el negocio —Continuó, riendo —Ha sido un inteligente caso de espionaje industrial. Bueno, en cualquier caso, quiero que en los próximos días vayas a cotejar información con Hirai. Como Jefa del Departamento de Promociones, y al conocer la isla en persona, deseo que me digas lo que debemos ofrecerle a nuestros huéspedes para mantenernos por delante de la competencia.

—¡Desde luego! —Aceptó la omega, de inmediato —Tengo curiosidad... Tú siempre has estado en contra de las relaciones en la oficina. ¿Cómo es que no has trasladado a Myoui Mina ahora que Momo y ella se han casado?

—Porque me da la impresión de que son el tipo de personas que no permiten que su relación personal impida su trabajo. Las dos son lo bastante ambiciosas como para no perder el tiempo besándose en los pasillos o teniendo relaciones en su despacho durante la hora del almuerzo —Repuso con franqueza —Siempre me he enorgullecido de ser un hombre justo, Nayeonnie, si la gente tiene la ambición para mantener separadas sus vidas profesional y privada durante las horas de trabajo, entonces a mí no me molesta que tengan una relación personal en su tiempo libre. La eficiencia se resiente cuando las emociones personales invaden la oficina y las prioridades de trabajo se alteran.

Jeongyeon rió cuando Nayeon se lo contó, mientras comían juntas en la oficina de la omega.

—¿Por qué no le mencionaste a Park que vimos a Momo en un hotel rival? —preguntó Nayeon, mientras bebía el batido de chocolate que Jeongyeon le había llevado, aduciendo que debía beber más leche.

—Pensaba encarar personalmente a Hirai. Bueno, ¿él dijo si había tenido noticias de Kim?

—No, gracias al cielo —Suspiró —¿Sabes? Una cosa era llevar la farsa de nuestro matrimonio en un momento de crisis en la relativa seguridad de Illusion Island, pero me siento rara manteniéndola en el mundo real.

—Te sentías cómoda cuando sólo se trataba de ti y de mí, pero todo parece fuera de control cuando se involucran otras personas... incluso el padrino, ¿Verdad?

—En especial él —Aseguró la omega —Sé que la confesión sería buena para mi alma, pero también sé que revelarlo ahora no sólo estropearía la compra de la isla, sino que tiraría abajo el nombre de Jyp Corporation. De cualquiera de las dos maneras, le haríamos daño a al padrino.

—Lo superaremos, Nayeonnie —Prometió la pelicorta, cuando pasó sus dedos por su largo cabello castaño y añadió: —Puede que no represente un gran consuelo para ti, pero estar casadas ahora me parece menos falso que en la isla.

La alfa la acercó todo lo que pudo, en aquella habitual posición vertical y plenamente vestidas, la besó en un intento por asimilar toda la magia que aquella omega podía transmitirle. Loca por tocar su piel, metió su mano por debajo de la parte de atrás de su blusa, la gratificación instantánea que recibió de su ardiente suave piel fue breve, porque con la lengua ansiosa y dientes juguetones ella respondió a su desesperación, con esa pasión que hizo más intensa esa gratificación. Necesitó hasta el último vestigio de auto disciplina para apartarse del contacto.

—Cariño... —Ambas tenían la respiración entrecortada —Si no me voy de aquí ahora, seguro que quebrantaré la política de la empresa y te tomaré en el escritorio... y tu no sabes, cuánto lo deseo. —Advirtió la alfa con aquellos ojos tórridos de pasión. Nayeon sonrió ante sus apasionadas palabras.

—Si no te vas de aquí ahora, lo más probable es que te tome antes de llegar a la mesa.

—Oh no. Me voy, me voy —Gimió —Aunque sólo la Luna sabe cómo conseguiré concentrarme en algo el resto de la tarde. —Dijo para sí misma, mientras intentaba ocultar su inminente erección de la mirada curiosa de los empleados y detener la excitación de una loba ambiciosa.

Estoy por aquí, el final está muy cerca...

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