Uno:
La puerta del despacho de Yoo Jeongyeon se abrió con tanta violencia, que hasta creyó que en su oficina interrumpían para apagar un incendio algún equipo de bomberos, pero quien entró fue una despampanante castaña con un traje amarillo canario ceñido a su cuerpo divino.
—Buenos días, Nayeon —Saludó la alfa pelicorta, fingiendo gran amabilidad con una sonrisa, dejando el informe que había estado leyendo —El padrino me dijo que habías vuelto. —Aclaró ante su expresión sorprendida.
—¡Él lo sabía! —Respondió la omega a modo de saludo, clásico en el huracán Nayeon.
Sus feromonas comenzaron a desplegar ese delicioso aroma a frambuesas agrias en toda su oficina como un maldito elixir y la alfa se detuvo para no gruñir. "Oh-oh" Pensó, al instante de notar su semblante. Sin duda habría preferido a los bomberos.
Im Nayeon furiosa no era algo a lo que una alfa debiera enfrentarse sin al menos un whisky en el estómago y otro en la mano. El modo en que podía pasar de la tranquilidad a la histeria era capaz de dejar a una persona en desequilibrio emocional.
—¿Puedes creerlo? —Demandó, eufórica —¡Sabía en todo momento que estaba casada! ¡Quiero decir, lo sabía y no dijo ni una sola palabra! ¡Oh, Luna! ¡Estoy tan enfadada que podría arrancarle hasta el corazón! No estaba preparada para que me lo soltara de esa manera. Incluso ahora me cuesta creer lo sucedido, y...
—Nayeon... —Interrumpió la alfa, sabiendo que, si no la cortaba en ese momento, podría divagar durante una hora sin que ella acabara por enterarse de nada. —¿De qué estás hablando? ¿Quién lo sabía? ¿Qué es lo que sabía? —Quiso saber la pelicorta, ahora que tenía su atención.
—¿Y quien más? —Exclamó alzando los brazos como si fuera lo más obvio. —¡El padrino, por supuesto! —Fue de un lado a otro sin dejar de pasarse la mano por su largo cabello oscuro —¡Ha sabido en todo momento que estaba casada y yo ni siquiera me enteré hasta ayer por la noche! ¡Así! —Chasqueó los dedos —Se levanta y se casa sin decir una palabra.
Cualquiera que no conociera a Park Jinyoung habría pensado que la evidente irritación de su ahijada al descubrir que ella era la última en enterarse de su matrimonio era comprensible, pero Jeongyeon conocía a Park, también solía ser su tutor y la había criado desde los diez años, lo cual habría sido un reto más que suficiente para cualquier alfa soltero, sin los problemas de cabeza adicionales de educar a la airada y gesticulante omega que no paraba de moverse en su despacho.
—Quiero decir, ¿puedes creértelo? —Repitió incrédula.
Jeongyeon no podía. La idea de que Park, de setenta y dos años de edad, se hubiera casado sin mencionarlo a ninguna de las dos, le resultaba incomprensible. No, imposible quizás, incomprensible era Nayeon.
—¡Maldita sea, Jeongyeon! —Bufó —¿Es que no vas a decir nada? No me vendría mal un poco de simpatía. —Se quejó, viéndola con reproche.
—Lo siento —Murmuró, luchando por contener una sonrisa —Te prometo que te brindaré toda mi simpatía si te calmas y me cuentas de qué demonios estás hablando.
—¡Hablo de Hirai Momo! —Su tono y su mirada impaciente indicaron que el nombre debería significar algo para ella.
—Hirai... Hirai... —"Ese nombre me resulta vagamente familiar, pero..." —¡Ah! ¿Te refieres a esa alfa que el padrino ascendió a Directora de Diseño hace más o menos una semana? —Un suspiro sonoro y un gesto de la omega, confirmaron que había identificado a la persona.
Jeongyeon apenas iba por el departamento de diseño, y en muy raras ocasiones en que tenía que tratar con ella, lo hacía a través del director, pero Hirai y ella aún no habían necesitado ponerse en contacto.
—¿Y? —Instó, cuando Nayeon no añadió nada más —¿Qué pasa con ella, qué te tiene taaan alterada? —Habló la alfa, volviendo a posar su mano en los papeles que en verdad necesitaban de su atención.
—¡Te lo acabo de decir! —Espetó —Se casó. —Aclaró con los dientes presionados.
—Entonces es ella quien necesita mi simpatía, no tú —Respondió sin verle y ese comentario por lo general habría provocado uno de los discursos a favor del matrimonio de Nayeon, pero lo único que consiguió fue que frunciera los labios y parpadeara con desaprobación —¿Nayeon? ¿Qué pasa? —preguntó confusa.
—¡Se casó con Myoui Mina! —Alzó los brazos y Jeongyeon volteó los ojos.
—Hmmm... ¿Su secretaria? —Tuvo que volver a esforzarse por darle una cara al nombre.
—¡Sí! —Exclamó antes de menear otra vez la cabeza —Todo es una locura. Quiero decir, ¿Realmente puedes creer que de verdad se casara con ella? —Dudó la omega.
—Bueno, ella siempre me dió la impresión de ser más el tipo de persona orientada hacia su carrera, que a ser la amante de una ejecutiva —Ofreció, ya que estaba claro que Nayeon quería su opinión —Pero es atractiva, sí...
—Oh vamos Jeongyeon... —Le lanzó una mirada de "¿eres una completa imbécil o que?" —¡Sólo se casaron para que Momo pudiera conseguir el ascenso! —El tono resaltaba la total desaprobación e indignación de la castaña. —Es lo que se conoce como matrimonio de conveniencia. —Expuso.
—Un matrimonio de conveniencia... —La alfa carcajeó. —Esa sí que es una verdadera tontería. —Definitivamente se había ganado toda su atención con esa ridícula idea.
—¡La única tonta aquí, eres tú! —Replicó Nayeon, antes de musitar lo que podría haber sido una disculpa y respirar hondo para calmarse. —Por si no te has dado cuenta, este asunto no me parece gracioso.
Jeongyeon seguía sin entender a que iba con tanto escándalo.
—Es evidente —Sin poder abandonar la sonrisa —Pero desde donde estoy yo, siempre y cuando no sea mi boda, Nayeon, no me parece el fin del mundo. —Le aclaró, sin apartar los ojos de los papeles que atendía.
—Te haces la tonta, ahg... ¡No lo entiendes! —En esa ocasión se pasó las dos manos por el pelo, revolviéndolo por completo. —¡Jeongyeon, ellas no se aman! ¡Toda esta situación es una farsa!
Nayeon era una romántica incurable y, por ende, sus emociones y reacciones siempre resultaban más extremas que razonables, aunque a Jeongyeon le sorprendió la pasión con la que reaccionaba ante el matrimonio de dos empleadas de la empresa.
—No sabía que tú y esa tal Mina fueran tan amigas. —No pudo evitar comentar.
—Bueno, lo éramos. Lo somos. ¡Oh, no lo sé! —Respiró hondo y suspiró. —Sólo llegamos a conocernos cuando quise que alguien trazara algunos planos para remodelar mi cocina. —Dijo alzando los hombros.
Hizo falta toda la voluntad de Jeongyeon para que no estallara de la risa. La única mejora útil que Nayeon podía hacer en su cocina era forrarla con plomo y donarla al gobierno como contenedor para residuos nucleares. El sólo hecho de recordar su reciente intento de hacerle un bizcocho de cumpleaños a su padrino, bastaba para que se le encogiera el estómago.
—... un día descubrimos que teníamos mucho en común, y por ello a veces al salir del trabajo salíamos. Nada especial, ir al cine, a cenar o a dar un paseo por la playa, ya sabes. Pero una noche regresamos a mi casa y... bueno, nos sorprendió descubrir que nos atraíamos mutuamente, pero una cosa llevó a la otra y terminamos besándonos y...
—Espera. ¿Qué? ¡Nayeon! —Ella se sobresaltó al oír el tono de su voz. Jeongyeon no había pretendido gritar, pero demonios, no era una puritana, aunque...
—¡No me mires así! Besarse es algo perfectamente normal. Tengo veintiocho años y estoy enamorada de ella.
—¿De quién? ¿Te refieres a Mina o a Hirai? —Quiso aclarar la alfa.
—¡No! ¿Cómo crees? Bueno, ella es atractiva, pero no. —La miró con expresión cansada. —De Hirai, la Directora del departamento de diseño. Bueno, como iba diciendo...
Jeongyeon sintió un profundo asombro. Había mezclado a Myoui Mina con Hirai Momo y durante unos segundos su actitud abierta de vivir y dejar vivir se había visto sacudida. Esa omega la volvía loca.
—Oh, Jeongyeon... me siento tan confundida. —Se sentó al fin, dejando caer su delgado cuerpo sobre esa silla.
—Cuéntame, porqué te sientes confundida —Musitó, una elección desgraciada de palabras, ya que la omega las tomó al pie de la letra y comenzó una exhaustiva narración de lo que sentía por Hirai.
En una crisis de negocios, Nayeon podía ser Sansón, pero cuando se trataba de su vida personal se venía abajo enseguida, al menos delante de ella. Con Park siempre lograba mantener un aire de estoicismo en deferencia a la creencia de reserva del alfa mayor.
—No sé si me siento más desgraciada, enojada o furiosa —Dijo con derrota. —Fue una gran sorpresa. El padrino me lo dijo en el momento en que me bajé del avión y-y...
Así como Nayeon rara vez lloraba, el frágil temblor de los labios pintados y el rápido parpadeo le indicaron a Yoo que era hora de intervenir y distraerla.
—Cariño, estoy segura de que todo esto te parece devastador en este momento, pero a riesgo de sonar poco sensible y cínica... Bueno, te enamoras más veces que las que yo me duermo. —Incluso intentó sonar cómica.
—¡No es verdad! —Dijo con total indignación.
Nayeon en innumerables veces usaba dicha frase en su juventud para convencer a su padrino de que era inocente de cualquier travesura en que la hubieran descubierto, pero Jeongyeon era menos ingenua. La miró fijamente hasta que ella no pudo dejar de esbozar una sonrisa tímida.
—De acuerdo —Agregó. —Pero corrige eso que dijiste por "más veces que las que duermes en tu propia cama" y lo aceptaré. Oye de verdad que esta vez es diferente...
—Hmm... —La alfa ladeó sus labios.
—Hablo en serio, Jeongyeon. —Afirmó con convicción y total seguridad por los años que la conoce. —Lo que siento por Momo era... Es —Corrigió rápidamente —... realmente especial. Ella es... bueno... es única. —Buscó mejores apelativos.
—Única, ¿eh? Me lo imagino —Dijo con asombro y un poco de sarcasmo. —¿Quién habría pensado que Momo tendría tanto en común con todos los alfas de los que te enamoraste en los últimos diez años? "Única" —Remarcó entre sus manos.
—¡Pero de eso trata! Momo no es como los demás alfas de los que me enamoré antes —Una sonrisa extasiada, apareció en su cara. —Ella si es inteligente, es considerada, compasiva, divertida y... —Agitó los brazos. —Y maravillosa. —Terminó al fin.
—¡Y está casada! —Le recordó, la pelicorta —Palabra que no sólo hace sonar campanillas, sino que incluso evoca imágenes de anillos y compromiso. —El rostro de la omega quedó consumido por una expresión de absoluta desolación, haciendo que Jeongyeon deseara no haber sido tan directa. —Demonios, quizá esa Hirai era especial de verdad. —Rodeó el escritorio y le pasó un brazo por los hombros abatidos. —Lo siento, cariño. No he sido justa. Lo último que necesitas es que yo te lo recuerde, pero puedes conseguir algo mejor que una alfa que es lo bastante estúpida como para dejarte ir. En este caso la perdedora es ella. —Se aplaudió internamente por aquello.
—Gracias Jeonguie, pero, por desgracia, en esta ocasión eso no hace que me sienta mejor. —Su sonrisa amarga, acompañó aquellas palabras.
—Funcionó cuando te separaste de Jisoo —Adoptó esa expresión cómicamente asombrada —Y con Jennie... y con Somi. Por no mencionar a risueño, gruñón, dormilón y todos sus predecesores. —Bromeó la alfa con aquella sonrisa simpática.
—Sí. —Ante su intento de humor ella hizo una mueca. —Supongo que después de mil repeticiones todo pierde impacto. —Concluyó la omega castaña.
—Muy bien, pero no deja de ser menos cierto. Entonces, qué te parece si dejas de ir de víctima y empiezas a mirar el lado bueno, ¿eh? —La instó la alfa, dejando unos golpecitos sobre su hombro.
—Cielos Jeongyeon, tu simpatía y compasión resultan abrumadoras —Hizo una mueca.
—Tal como yo lo veo, Nayeonnie, tú ya sientes bastante pena por ti misma. Alimentar tu desgracia con una falsa compasión sólo te animara a pensar más en esa idiota —Tiró de una mecha de su cabello. —Y pienso que eres más divertida cuando estás dispuesta a comerte el mundo, Im Nayeon. —Sonrió, le abrazó fugazmente y le dio un beso en la cabeza.
La suavidad sedosa de su pelo era familiar, pero la leve fragancia de su champú no. Se centró en el aroma, pero la distrajo el modo en que sus dedos jugaron con el puño de su camisa y cosquilleó en su muñeca.
—Jeongyeon... —Cantoneo la omega.
—¿Hmm? —Se preguntaba a sí misma en su cabeza, ¿qué perfume era ese? No es el de siempre, este resultaba más dulzón.
—¡Jeongyeon! —Su mano dejó de ser gentil al tirar de la muñeca. —¿Me estás escuchando? —Reclamó.
—¿Eh? Lo siento. ¿Qué has dicho? —Atendió la alfa, al fin.
—Que tienes razón... —Aceptó.
—¿Queeee? —Exageró la pelicorta. —¿Es Im Nayeon dándome la razón? —Se ríe. —¡Esto es imposible! ¿Me lo puedes dar por escrito? —Le entregó aquellos papeles a los que no podía atender desde que ella había llegado. La misma, le sacó la lengua y le golpeó el hombro cuando ella rió.
—He decidido que estar abatida no le hace ningún bien a mi situación, razón por la que estoy aquí... —Dijo dibujando círculos imaginarios.
—Oh no, aquí viene... —Murmuró Jeongyeon, viéndolo venir.
—Necesito tu ayuda, Jeonguie. —Si dijo eso que ella se esperaba.
—Sabía que por algo más estabas aquí... ¿Mi ayuda? —Jeongyeon la miró horrorizada. Si venía de parte de Im Nayeon, de algo escandaloso se trataba.
Hazme saber qué te parece, ¿te va gustando hasta aquí?
Si me comentas, publicaré otro más tarde.
Si ves errores no dudes en avisarme, por favor.
Te quiero, tu JazUnnie🌻
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