Doce:
Ella miró el despertador, luego se dió la vuelta y se negó a responder a los golpes en la puerta. Los pensamientos sobre la alfa que dormía en la otra habitación la mantuvieron despierta casi toda la noche, y Jeongyeon estaba loca si pensaba que la dejaría sacarla de la cama a esa hora tan intempestiva. Aunque la ola que de repente ondeó en el colchón de agua estuvo a punto de tirarla al suelo.
—¿Qué demonios...? —Una mano le tapó la boca.
—¡Shh! —El susurro de Jeongyeon sonó apremiante, su rostro aún recién despierto, alarmada ¡Y su magnífico cuerpo semidesnudo! Bueno, al menos de la cintura para abajo. Nayeon no se atrevió a mirar más abajo. —No subas la voz. —Le advirtió.
—¿Cómo entraste aquí? —Le agarró la muñeca y le apartó la mano. —Anoche puse el cerrojo.
—Lo sé. Tuve que entrar por el cuarto de baño —Frunció el ceño de solo recordarlo. —¿Por qué cerraste...? Olvídalo, hay alguien en la puerta.
—Pues ve a abrir. —Dijo como si fuera el paso más obvio a seguir.
—Escucha... —Maldijo cuando los golpes se hicieron más sonoros. —¿Hirai te vió anoche? —Ella sacudió la cabeza, más para despejarla que otra cosa, aunque la pelicorta lo tomó como una negativa. —De acuerdo, entonces nuestra mentira no ha sido descubierta, así que demos por hecho que es Irene quien...
—¿No podríamos empezar el día con una nota positiva y suponer que es la muerte? —Ironizó la omega, volteando los ojos.
—¡Ha, Ha! Ya he cerrado el sofá, —Se levantó de la cama, y gracias a la Luna llevaba short debajo de esa gran camiseta—, pero será mejor que salgas tú a ver qué quiere.
—¿Es que aún no lo has deducido? Chica, eres lenta. —Comentó aunque, sabía lo que esa omega estaba haciendo allí.
—Ponte esto —Hizo caso omiso del sarcasmo, la miró con desaprobación y alargó la blusa que se había puesto la noche anterior. —Una camiseta larga de un equipo de fútbol no sugiere una noche de pasión, ¿no lo crees?
—Es gracioso —Le quitó la blusa de la mano y le aclaró —, pero su dueña no pensaba lo mismo cuando me la regaló.
Nayeon observó satisfecha la mueca que provocó en la alfa con su comentario, se metió en el baño y rápidamente se cambió, decidida a no prestarle atención a la fragancia a canela imponente de aquella tonta alfa. Efectivamente el largo de la blusa le llegaba hasta poco debajo de los muslos y cubría menos que la camiseta.
—¡Date prisa, Nayeon! —Exclamó desesperada, aunque con la voz baja.
—¡Lo intento, maldita sea! —Abotonó la prenda y levantó el cuello para parecer sexy. —¡Ya voy! —Anunció, saliendo del baño. Al llegar a la puerta de la cabaña, se obligó a hablar con voz alegre. —¿Quién es?
—Irene —Fue la seca respuesta, desde el otro lado.
—Buenos días, Irene —Abrió y esbozó una amplia y falsa sonrisa. —¿Cómo estás? Cielos, ¿no es un día maravilloso? —Comentó Nayeon al taparse los ojos, ante los rayos de maravilloso sol que le iluminaban el rostro. Y si era un hermoso día.
Cuando la omega pelinegra la inspeccionó con descortesía de arriba abajo, Nayeon le devolvió el insulto y decidió que debía ser una de las raras ocasiones en que iba demasiado vestida. Así como el bodysuite y los pantaloncitos de la omega no dejaban mucho a la imaginación, no resultaban tan sugerentes como la blusa que utilizó la alfa la noche anterior, sin nada más debajo que unas bragas.
—¿Está Jeongyeon? Tengo que hablar con ella. —Se limitó a responder y Nayeon se recostó en el marco de la puerta, fingiendo pereza por una larga y agitada noche de pasión.
—Bueno, sí... pero, mhm, no está vestida como para recibir visitas... si es que me entiendes. —Le echó un guiño sugerente, de hecho estaba disfrutando tanto aquello.
—Entonces la esperaré... —Una mueca reveló unos dientes magníficamente blancos. —Si no te importa. —Dijo con ese cinismo que tan bien empleaba. A Nayeon le importaba, y sintió la tentación de...
—¿Quién es, cariño? —Decidió intervenir ante la expectativa.
Ante el sonido de la voz de Jeongyeon giró y lo vio de pie en la puerta del dormitorio con una toalla alrededor del cuerpo. Apoyó el brazo en el marco, para sostener sus débiles rodillas y, al mismo tiempo, bloquear la entrada de la omega que intentaba pasar.
—¡Soy yo, Jeongyeon! —Repuso Irene, entrando en la cabaña de todos modos. —Yo... ¡Oh! —Que la propia Irene no supiera qué decir ante la descarada exhibición de femineidad hizo que Nayeon saliera de su asombro.
—Jeonguie, cariño. Aquí Irene quiere hablar contigo ¿Puedes dedicarle un minuto, por favor? —Habló con demasiada suavidad.
—Claro. Buenos días, Irene. —Esbozó una sonrisa devastadora. —No tardaré. Mientras me visto, Nayeon y tú pueden platicar a gusto por un momento.
En cuanto desapareció la fuente de su distracción, Nayeon volvió a asumir su papel, y con amabilidad le indicó una silla a la visitante.
—Lo siento Irene, nos has pillado en un mal momento. —Dijo con una sonrisa burlona.
—¿De verdad? —preguntó con escepticismo. —Llevo un buen rato llamando.
—Oh... Imagino que no prestábamos atención a la puerta. Tal vez deberías haber llamado... —Con un gesto teatral se dió una palmada en la frente. —¡Oh, es verdad! Probablemente Jeongyeon descolgó el teléfono de la habitación... —Se encogió de hombros.
—Oh, aún lo hace, ¿no? —Irene esbozó una sonrisa ladina.
"¡Es una perra arrastrada!", pensó Nayeon sin poder evitar dirigir dagas de fuego en su dirección.
—Muy bien, ya estoy presentable... —La aparición de aquella alfa en shorts de mezclilla y una blusa de tirantes hizo que Nayeon estuviera a punto de soltar un suspiro de alivio; hasta que la aferró por la cintura y la acercó para darle un beso fugaz en los labios, que le hubiera gustado poder disfrutar más. —Hablaba en serio sobre descansar hoy. —Bajó la mano hasta su cadera. —Llevas mucho trabajo encima.
—Jeongyeon... —Comenzó, parándole la mano para evitarse un ataque al corazón. —Estoy... eh... muy bien. En serio. —No pudo evitar tartamudear ante sus muestras de afecto.
—Es verdad. —Los ojos oscuros de la alfa la observaron divertidos. Nayeon no pudo hacer otra cosa que sonreír. —Creo que aún se te ve un poco pálida, ¿No lo crees Irene? —Jeongyeon tomó el gruñido de Irene como una confirmación de su falsa preocupación. —Me parece que somos dos contra uno, cariño. Bueno, Irene, ¿Para qué querías verme? —Decidió al fin, ponerle un poco de su atención.
—Por desgracia a Namjoon le ha salido algo urgente, y no podrá reunirse contigo hoy tal como habían quedado...
Nayeon había oído decir que una resaca podía ser «mala», «fuerte», incluso «terminal», pero jamás «urgente».
—Pero en vez de sufrir la inconveniencia de un día perdido... —Continuó Irene, cruzando una pierna desnuda sobre la otra de forma escandalosa, como si quisiera cerciorarse de que sus dos anuncios de cirugía plástica no dejarán en la sombra sus otras cualidades —, me ha sugerido que te ponga al tanto de lo que hace que Illusion Island sea tan única.
La castaña mujer la oía cuando a su mente el siguiente pensamiento llegó: "¡Apuesto que quiere empezar por el dormitorio!". Aunque jamás había dedicado muchos pensamiento al tema de que los títulos podían estar pasados de época, tras conocer a Irene, quedó convencida de que todo el procedimiento necesitaba con desesperación algún tipo de control de calidad.
—Bueno, la cuestión es, Irene —Dice Jeongyeon con suavidad —, que pensaba llamar al Señor Kim para cancelar la reunión de hoy. No me gusta dejar sola a mi omega cuando no se encuentra bien. —"Mi omega" resonó en los oídos de Nayeon.
—Pero Jeongyeon, acaba de admitir que se encuentra perfectamente. —Rió falsamente. —Y estoy convencida de que tu omega está tan ansiosa como todos nosotros porque Jyp Resort Corporation e Illusion alcancen un acuerdo mutuamente beneficioso lo más pronto posible ¿No es así, Nayeon querida?
—Jeongyeon, Irene tiene razón. Me siento lo bastante bien como para unirme a ustedes en el recorrido por la isla. —Habló fingiendo gran ansiedad.
—¡No! —Estalló Irene antes de modificar su tono de voz. —Quiero decir, lo mejor sería que no lo hicieras. No deseamos que el calor y el sol puedan provocarte una recaída, digo, no creo que seas alguien que se expone demasiado al sol... —Agrego al final por el notable claro en su piel.
"¡Es que no disfruto de suficiente tiempo como tu para vivir bronceándome, cariño!" Pensó nuevamente la omega, con molestia.
—Estoy de acuerdo contigo, Irene. —Dijo Jeongyeon. El comentario le ganó una sonrisa complacida de una omega, mientras la que aún tenía bajo el brazo se puso rígida y le dió un pellizco. Jeongyeon palmeó con discreción su trasero y sonrió ante su mirada indignada.
—Pero...
—Vamos, cariño, no te pongas así. Hoy sólo deberías descansar... —Contuvo la risa cuando en sus ojos vio una promesa de muerte y luego añadió: —Y yo pienso quedarme contigo aquí para cerciorarme de que lo hagas. —Al instante el cuerpo de Nayeon se relajó por completo. —Gracias de todos modos, Irene, pero tendré que declinar tu ofrecimiento. Dile al Señor Kim que me llame luego, y fijamos una hora para mañana sin problema.
—¡Muy bien! —El rostro demasiado maquillado mostró su irritación. —Pero en ese caso, Jeongyeon, ¿puedo sugerirte que cuelgues el teléfono para que logre contactar contigo?
—¿Qué demonios quiso decir con eso? —Preguntó Jeongyeon después de cerrar la puerta. Nayeon dominó el impulso de reír y se encogió de hombros. —A propósito, se me han ocurrido un par de ideas para solucionar el problema de Hirai.
—Ahora mismo preferiría que hicieras algo de café, en lo que me visto...
—¿Qué prisa hay? —Consultó la alfa.
—Un marcado síndrome de abstinencia de la cafeína —Dijo por encima del hombro de camino al baño. Jeongyeon no evitó perder los ojos sobre sus piernas desnudas.
—Me refería a la prisa por vestirte. Personalmente, te encuentro arrebatadoramente sexy con mi blusa favorita, te ves tan...
La voz de Jeongyeon sonó profunda, seductora, seria y le parecía llegar hasta lo más hondo de su ser y acariciarla en todo lo que la hacía mujer. "¡Es ridículo!" pensó. Lo único que hacía era bromear, y en vez de imaginar estúpidamente que se trataba de algo más, debería responderle con una contestación ingeniosa que sin duda la alfa esperaba. Pero no se le ocurrió nada, y aunque lo hubiera pensado, le habría resultado imposible verbalizar.
Llegó al cuarto de baño con la suprema fuerza de voluntad de poner una pierna temblorosa delante de la otra. Nunca antes en su vida había sido tan consciente de una alfa, podía sentir su mirada en la espalda, y se obligó a no dar la vuelta y ver qué expresaba su cara. En cuanto estuvo sola, hundió la espalda contra la puerta cerrada y se dejó caer al suelo.
Tenía que olvidar el hecho de que la conocía de toda la vida y que no se parecía en nada a las alfas que la habían atraído. Lo que de verdad le molestaba era no tener que competir por su atención, ¡Sino que deseaba hacerlo! Ya podía quedarse ahí sentada una hora practicando técnicas de respiración, pero el aroma de la alfa después del baño, le resultaba tan excitante como la naturaleza de su aroma impregnada en la tela de su blusa contra su piel desnuda.
Gimió al bajar la vista a lo que con cariño llamaba sus pechos y ver sus cumbres rígidas. Como si no bastara enfrentarse a la rotunda sexualidad de Yoo Jeongyeon, de pronto su propia sensualidad, oculta hasta entonces, también demandaba atención.
Uff, esa atracción se está haciendo casi imposible de sobrellevar...
Mierda, hoy actualicé un montón. Me iré a descansar, te quiero, Tu JazUnnie🌻
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