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#8

Capítulo con contenido violento y grotesco; asesinatos, muertes, sangre y maltrato. Se recomienda discreción. 

Minutos después de la masacre.

—Mark...

—Ay, no, no. ¡Regresa, Noah! —imploró Mark, sacudiendo el cuerpo del pelinegro.

—¡¿A quién mierda llamas "Noah", infeliz?! —reprochó el de ojos grises—. Hazle un favor a la humanidad y piérdete. Ah, y suéltame —ordenó empujando el cuerpo de Mark.

—Deja en paz a Noah, Natanael —La mirada Mark sobre el tal Natanael, era sumamente aterradora.

—Como si yo quisiera estar en el cuerpo de este perdedor —objetó Natanael, haciendo un gesto con sus manos—. Pero es lo que hay. Al menos pude torturar a algunos gatos y matar a unos perros callejeros. Aunque, bueno, las palizas que le daban a Noah me impedían hacer gran parte de mi trabajo. Ahora solo me toca asesinar a los bastardos parientes de este debilucho y podré ser libre —explicó el pelinegro, caminando por el baño, observando la escena grotesca que tenía en frente.

—No te irás de aquí.

—¿Te das cuenta? Mi plan está saliendo a la perfección; se matan entre ustedes, yo hago mi parte, te elimino a ti, Mark, y salgo por la puerta principal como un ganador —aseguró Natanael mientras esbozaba una radiante sonrisa. Podría estar en el cuerpo de Noah, sin embargo, sus sonrisas eran totalmente diferentes. Noah irradiaba pureza cada vez que sonreía, en cambio, Natanael solamente podía derrochar malicia.

—¡No! Deja que Noah regrese, deja que vuelva conmigo —ordenó Mark, apuntando con su arma al cuerpo del pelinegro. Este soltó una estruendosa carcajada, llena de burla e ironía.

—¡Vamos! Apuñálame y vive con la culpa de haber matado a tu amado Noah —La sonrisa de Natanael podía enfriar a cualquiera—. No puedes, eh —aseguró soltando una risilla para luego ponerse serio y encogerse de hombros—. Por eso eres más débil que yo y por eso te mataré. Antes, déjame decirte que Noah no regresará. Ese patán sufrió un colapso cuando vio toda esta sangre y masacre. Ahora, agoniza dentro de mí y, dentro de poco, perecerá. No es ninguna pena porque era un idiota.

—Maldita sea —gruñó Mark, haciendo rechinar los dientes.

—Eh, eh, no gruñas, Mark porque me recuerdas a un perro rabioso y me dan ganas de torturarte. Sería divertido, lo admito, pero no tengo mucho tiempo; los padres de Noah llegarán en cualquier momento y me impedirán moverme como quiero —comentó el pelinegro. Entonces, rápidamente tomó el cuchillo de Mark. Pobre Mark, estaba muy molesto y se distrajo. Natanael cambió de lugar con Mark; ahora era el pelinegro quien apuntaba con el cuchillo—. ¿Qué se siente ser la víctima?

—¡Carajo, Natanael! —injurió Mark, retrocediendo con cuidado.

—Ay, ya cállate. Será divertido matarte porque es como matar a dos pájaros de un tiro. Cuando te apuñale, Josh desaparecerá contigo —susurró Natanael.

—Ese infeliz no regresará, yo mismo me encargué de él —musitó Mark, tomando una bocanada de aire al recordar lo que Josh había hecho.

—Sí... bueno, da igual —Natanael corrió hacia Mark, lo golpeó en el rostro y lo arrojó al piso. Lo pisó varias veces en rostro y luego rozó el filo de la navaja con el cuello del chico. Antes de que Mark pudiese decir algo, Natanael le abrió el abdomen de un solo corte, haciendo que todos sus órganos salieran. La sangre también se derramó, ensuciando todo el traje de Natanael—. Qué desagradable.

Natanael observó la escena y luego miró hacia el techo.

—Perfecto, ahora tengo que volver y destrozar a esos bastardos —aseguró.

Las paredes blancas se mostraban limpias y apacibles. Era una habitación pequeña, pero suficientemente grande para lo que sucedía allí dentro. En una esquina de la habitación yacía una mesa con un montón de equipamiento médico. Había dos enfermeras, una doctora y un asistente. Ellos observaban con detenimiento al chico pelinegro y de ojos grises que tenían amarrado a una silla.

—Dios... ¿Qué estará sucediendo en esa cabeza? —murmuró una enfermera.

—Hasta ahora, únicamente sabemos que hubo una masacre entre todas sus personalidades. Pudimos ver que desapareció Paul, quien representaba al silencio. Megan, quien representaba la debilidad. Kath, representante de la rabia. James, quien representa la violencia. Luego desapareció Cooper, símbolo de lujuria. Ámbar, símbolo de bondad. Josh, símbolo de hipocresía y Mark... símbolo de venganza y amor —informó la doctora—. Solamente espero que sea Noah quien despierte.

—Pobre niño, con razón terminó así —habló el asistente, hojeando el perfil psicológico del paciente—. Noah Higgins, dieciséis años, inglés. Fue encontrado en el sótano de una granja, donde era torturado y abusado sexualmente. Solo tenía siete años... —exclamó.

—Sí. Fue llevado al hospital, en donde lo atendieron. Noah era tranquilo y muy callado, pero un día, de repente, cambió. Hablaba de forma grosera, insultaba constantemente, también pasaba horas diciendo que era una mujer y necesitaba satisfacer sus necesidades básicas. Incluso habló por dos días seguidos, ruso; idioma que Noah desconocía por completo —explicó la doctora, mirando a su equipo—. Tenía todos los síntomas, así que, nos pidieron que nos hiciéramos cargo. El problema era que él solo tenía diez años, ¿Cómo podíamos someterlo a pruebas tan espantosas? Nos obligaron a descifrar todas las personalidades y, así, obtuvimos un recuento. Noah Higgins tiene un total de once personalidades que representan a una persona que influyó de manera negativa o positiva en su vida.

—¿A qué se refiere?

—Paul representa el silencio, bueno, eso es porque la muchacha que trabaja en la granja sabía todo lo que le hacían, pero nunca habló. Se calló hasta el día en que se suicidó —Las enfermeras seguía escuchando hasta que un ruido estruendoso, las obligó a mirar a Noah. El chico empezó convulsionar; se retorcía exageradamente en la silla, luchando inconscientemente con las correas en sus manos, tobillos y cuello.

—¿Qué sucede? —preguntó el asistente, viendo como todos se paralizaban.

—Está a punto de despertar. Aquí podemos ganar como podemos perder... —musitó una enfermera, mirando fijamente la escena.

Finalmente, Noah abrió los ojos y sonrió macabramente. La doctora se espantó al contemplarlo, ya sabía que las cosas no habían salido nada bien.

—¡Oh, Dios! Ese es Natanael. No dejen que se desate —ordenó la doctora, corriendo hacia Natanael. El asistente la ayudó, no obstante, el chico le propinó un cabezazo, lo que lo dejó tendido en el suelo. Natanael golpeó a la doctora y obtuvo las llaves de las correas. Rápidamente, se desató y frunció el ceño ante el alarido que pegaron las enfermeras.

Natanael se frotó las muñecas, mirando alrededor, como buscando algo. Cuando lo encontró, corrió hacia él y se lo arrebató a una de las enfermeras. Ella gritó del espanto y se alejó rápidamente, no podían salir porque Natanael tenía las llaves de la puerta.

—Bien, me llevaré mi diagnóstico —informó el chico, guardando todos los papeles en una carpeta marrón. Se enderezó mientras se estiraba y agitó las llaves mientras tarareaba una bonita canción. Pasó a un lado de las enfermeras, quien lo observaron—. ¿Qué miran, perras? —Ofendió y abrió la puerta para empezar a correr a la salida del psiquiátrico. Ese tonto de Noah era tan genial que logró crear una personalidad que tuviera su misma enfermedad. Fantástico. 

Las enfermeras alertaron a todo el hospital, pero fue muy tarde. El chico logró escapar, la onceava personalidad "Natanael Higgins", hermano gemelo de Noah, no representa nada. Esta era la única personalidad que estaba constituida por el resto de las personalidades, lo que lo hacía sumamente inteligente, no obstante, un desquiciado también.

La única personalidad que podía pensar perfectamente por su cuenta, había escapado y nunca más se supo de él. 

¡Hey! llegó el final de estos cuentos de terror, al menos los de Noah. ¿Les gustó? 

¿Qué opinan al respecto? Espero poder leer sus conclusiones. 

Entonces, sin más, me despido. 

¡Nos leemos la próxima! ¡Una abrazo virtual! 

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