El diario del Príncipe Mestizo

Entrada IX:

Algunos días eres más familiar que las líneas de mi palma. Pero sólo sé guardarte como mi carta de amor favorita esperando que un día encuentres el fantasma de tu presencia en estas palabras. Dices que llevo demasiadas metáforas en los bolsillos de mi mente, que nada de lo que digo es binario, que cuando se me da a elegir entre el sí y el no, mis manos siempre eligen el tal vez. Por eso nunca aprendí a decir "te amo". Pero no es que el amor no estuviera ahí. No es que no fuera cierto.

Sigo observando la lenta deriva de las estaciones desde mi ventana. Algunos días la soledad se siente como un peso en el pecho que no me deja respirar, y otros días funciona como una manta de seguridad. Porque verás, nunca aprendí a pronunciar la intimidad.

Así que cuando intentas hacer un hogar en mi corazón con candado, mis dedos aún tiemblan para darte la llave.

No estoy muy versado en los entresijos del amor: todo lo que he aprendido sobre él ha sido a través del desamor, la decepción y la pérdida. Así que lamento que la mayoría de los días haya parecido que bailábamos entre una relación platónica y el amor, sin estar nunca seguros de dónde aterrizarían nuestros pies.

Nunca podré llamarte realmente mía, pero mis sueños siguen siendo perseguidos por tus ojos. Estoy atrapado detrás de una pantalla desde la que aún puedo ver tus ojos, que defraudé. Sigo esperando que te haga sonreír de nuevo. Sigo sintiendo que un día estos muros se romperán y seré yo quien sostenga el hacha. Sigo esperando que un día aprenda a tomarte de la mano y no sienta que es una caída libre sin red de seguridad. Sin que mi cerebro calcule las miles de formas en que podría morir.

Quería tomarme el tiempo de conocerte. A otro nivel; más profundo de lo que nadie se ha tomado el tiempo de hacerlo. Comprenderte lo mejor que pueda, para poder amarte de una manera que nunca creíste posible.

Estoy aprendiendo a abrir mi corazón y quiero aprender contigo...