Después del desayuno me fui a dar una ducha y a vestir presentable para salir con mi Alfa, no me dijo a dónde iremos, pero obte por algo cómodo, pero bonito, quería verme bien para él.

El agua estaba fresca, mi ropa ya estaba en la cama solo para vestirme, me puse ropa interior del color de la playera color azul pastel, con unos jeans azules destintados con ciertas aberturas en las rodillas, unos tenis blancos, me gusta vestirme muy juvenil, por lo que me platico el Alfa Kim, él es mayor que yo y así estaba perfecto.

El señor Kim iba en ropa igual casual, así que no me sentía fuera de lugar, me extendió su mano y con timidez la tomé, salimos de la casa y en la entrada habían seis hombres en traje con lentes oscuros y de imponente presencia, al parecer todos alfas, me escondí detrás del Alfa Kim, no me gustaba estar rodeado de tantos Alfas.

Un auto elegante se estacionó frente a nosotros, los hombres, uno de ellos nos abrió la puerta trasera, mi Alfa me sonrió y me invitó a entrar, tímidamente entré y él detrás de mí.

―Te pondré el cinturón de seguridad, muñequito.―Se acercó a mi y me aseguro con el cinturón.

―Gracias Alfa.―Hice señas con la mano y sonreí.

―De nada, precioso.―Sonrió haciéndome sonrojar.

―¿A dónde vamos, Alfa?.―Pregunte y él leyó mi mano con atención.

―Daremos un paseo a un lugar secreto, luego te llevaré a comer algo rico, iremos a mi trabajo y después te llevaré a cenar o te preparo algo yo de cenar, hoy quiero consentirte, ¿Te parece?.―Mi boca estaba totalmente abierta haciéndolo reír.

Sonrojado y con una tímida sonrisa asentí, no me esperaba hacer todo eso, pero era feliz pasar todo el día con mi Alfa, acaricio mi mejilla y apoyé mi rostro en su palma, sus caricias me hacían sentir regocijo y paz, cubrí su mano con la mía y él sonrió, mi lobito estaba tan feliz y al parecer enamorado, el ya había caído por el Alfa y al parecer por ahí iba yo.

El auto se detuvo, al parecer llegamos al destino, mi Alfa desabrocho mi cinturón de seguridad y bajó del auto, me ofreció su mano para ayudarme a salir, la tomé y salí del auto, observé el lugar, estaba boquiabierto, era un enorme campo con muchas flores, mis ojos brillaron por las lágrimas, no esperaba tal detalle, volteó a mirarme y de inmediato me abrazo, sin evitarlo más sollozaba en su pecho, pero no eran lágrimas tristes, si no de felicidad.

―No llores, muñequito.―Limpio mis lágrimas.―Te mereces esto y mucho más, déjame dártelo, quiero hacerte feliz.―Beso mi frente.

Me separé un poco de su abrazo y lo miré a los ojos, asentí aceptando todo lo que él me quisiera dar, yo también quiero hacerlo feliz.

―Tambien le haré feliz Alfa.―Hice señas con mi mano y él sonrió grande.

―Ya lo soy, quedándote conmigo ya lo soy.―Beso mi nariz y sonreí feliz.

𝐶𝑜𝑛𝑡𝑖𝑛𝑢𝑎𝑟𝑎...