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Capítulo 6

Como prometí, aquí les dejo el siguiente capítulo.
Disfruten de su lectura 😉

Paso sus manos por la espalda de su pequeño hasta que el llanto disminuyó, no sabía si habían pasado minutos u horas solo sabía que se sentía demasiado bien poder sostener a Jimin de esa manera y consolarlo.

Cuando el aroma salado de las lágrimas se disperso lo suficiente, pudo ser envuelto una vez más en el dulce aroma que era cada vez más intenso y su lobo estaba cada vez más ansioso por el inicio del celo de su omega pelirrosa.

— Jimin — trato de agarrar la carita del menor para mirarlo a los ojos, pero su menor se resistió y siguió con la naricita pegada su cuello —, pequeño necesito que hablemos antes de que tu celo inicie.

Los brazos contrarios ajustaron aún más el agarre alrededor de su cuello. — No quiero hablar... No quiero que me digas que te vas.

El temblor en la voz de Jimin le rompió el corazón por el miedo que pudo percibir detrás de las palabras.

— No me iré pequeño, te lo aseguro. Pero aun así tenemos que hablar, por favor déjame ver tus hermosos ojos.

Su sonrojado omega salió de su escondite mordiendo el regordete labio inferior.

— ¿Piensas que mis ojos son hermosos? — había una sed de cariño nadando en el azul-grizaceo del par de orbes que lo miraban.

— Los más hermosos que jamás he visto.

Las mejillas del menor solo se volvieron de un tomo de rojo más intenso mientras una pequeña sonrisa extendía sus labios rellenos. Se moría de ganas de probarlos, no había tenido el placer de hacerlo la última vez que estuvieron juntos, pero juraba por la Luna que esa vez no dejaría de probarlos en cada oportunidad.

Claro, después de aclarar unas cosas con Jimin.

— Realmente tenemos que hablar Minie.

Los brazos que rodeaban su cuello deshicieron el agarre hasta que el par de manitas descansaba en su abdomen aferrándose a la tela de su camisa.

— Esta bien.

— Pequeño, tu celo esta por iniciar y quiero pasarlo completamente contigo pero no podremos hacer eso. — Fue testigo de como lágrimas aparecían rápidamente en los ojos de su omega y rápidamente tomo la carita entre sus manos tratando de apaciguar la tristeza. — Escúchame primero Minie. No es que no quiera estar todo el día contigo, es solo que todos en el restaurante saben que me ofrecí a traerte la comida y si yo no aparezco mañana en el trabajo a nadie le costará hacer la relación. — Vio entendimiento y algo de rechazo en la mirada del menor, pensando que nuevamente quería ocultar lo de ambos, eso no podía estar más lejos de la verdad. — Ya no quiero esconder lo que somos Jimin, y no puedo negarte porque mi corazón duele cuando veo tu sufrimiento. Pero por mucho que quiera gritarle a todo el mundo que nos pertenecemos, tenemos que pensar en Minjae.

Miedo lleno el aroma de su omega. — No quiero hacerle daño a Minjae.

— Yo tampoco — dijo sinceramente —. Pero entenderé su enojo porque después de todo yo fui el culpable desde un principio de que todo esto sucediera.

— Yo también fui culpable.

— No pequeño. Tu no tienes la culpa de lo que yo hice cuando nos conocimos, yo tengo que solucionarlo y por eso solo te pido que entiendas que antes de decirle a todos que tu eres mío, tengo que hablar con Minjae.

— Lo entiendo.

— Me gustaría venir después del trabajo y acompañarte mientras tu celo dure, si me dejas hacerlo. — Jimin rápidamente asintió con las mejillas rositas haciéndolo lucir increíblemente tierno. — Estaré contigo hasta que llegue el momento de irme a trabajar y tendrás que tomar un supresor mientras yo esté fuera, realmente odio que tenga que ser así pequeño.

— Esta bien... yo... estoy feliz.

Tan tierno.

Su Jimin era demasiado tierno y merecía que lo protegieran de cualquiera que quisiera dañarlo.

Si, claro. Y tu has hecho un maldito buen trabajo haciéndolo feliz.

Bien, necesitaba tener una seria conversación con su malditamente sarcástico subconsciente para que dejara de arruinar momentos como ese donde estaba completamente feliz de sostener a su tierno omega.

Acarició el cabello esponjosos con una mano mientras la otra presionaba la cintura baja del menor para acercarlos aún más. Inhaló profundamente tratando de llenarse de ese dulce aroma tanto como sus pulmones se lo permitieron y finalmente beso esos labios carnosos que lo llamaban.

Realmente eran tan dulces como parecían.

Se perdió en el sabor y la suavidad de ese par de labios mientras disfrutaba de la respuesta de Jimin. Su pequeño omega soltaba pequeños gemiditos y suspiros de satisfacción cada pocos segundos. Cada célula de su ser se regocijo con lo bien que se sentía cada mínimo movimiento que el esbelto cuerpo hacia encima de él.

Mordió ligeramente la tierna carne del labio inferior de Jimin mientras se separaba un poco para aspirar el aire que sus pulmones exigían, pero dejo su frente pegada con la contraria odiando la idea de deshacer por completo el contacto.

Y no era el único infeliz con la separación. El menor tomó su camisa y lo jalaba con fuerza para continuar con el beso que habían mantenido segundos atrás, podía oler la su propia excitación mezclándose en el aire con la contraria y alcanzó a ver la sombra lobuna comenzando a cubrir la mirada de Jimin poco a poco.

Si esa no era pista suficiente de que el celo de su pequeño estaba por iniciar, quizás lo fueron las traviesas manitas que querían abrir el botón de su pantalón.

Con una risa en el rostro sujeto las muñecas del menor y beso cada una antes de hablar.

— Pequeño, déjame darme un baño antes.

— Hueles bien — contestó rápidamente su omega mientras insistía en arrancar su ropa de su cuerpo.

Volvió a escapar una risita de sus labios por el ceño fruncido de su pelirrosa. — Gracias, pero estuve toda la tarde en el calor de la cocina y yo siento que necesito un baño. — Sujetó a Jimin mientras giraba ambos cuerpos y lo recostaba sobre la plana superficie del colchón. — Serán unos pocos minutos pequeño, te lo prometo. — Colocó un rápido beso en los dulces labios y otro en el ceño fruncido que arrugada un poco el espacio entre las cejas del menor. — Mientras tu puedes esperarme con tu cuerpo perfecto completamente desnudo.

El fuerte sonrojo en Jimin lo fascinó.

— Más te vale hacer algo con mi cuerpo desnudo en cuanto salgas del baño — dijo su omega tratando de parecer valiente pero fallando por el temblor en su voz y el sonrojo que se extendió por el hermoso cuello de cisne.

— Te aseguro que haré muchas cosas con tu cuerpo desnudo, mi pequeño.

Dejo otro beso fugaz en el tierno omega y salió de la habitación para entrar en la puerta de enseguida, que sabía que era el baño por su anterior inspección para encontrar la recamara de Jimin.

Se desnudo rápidamente aventando su ropa y luego arrepintiéndose y levantándose de nuevo para doblarla cuidadosamente, después de todo tendría que usar esa misma ropa para ir a su departamento por la mañana. Le disgustaba la idea de volverse a poner la misma ropa en el momento que tuviera que irse, pero se aseguraría de empacar algunos cambios y ponerlos en el maletero de su auto por la mañana antes de ir al trabajo para poder pasar las noches con su tierno Jimin.

Tomo una rápida ducha, con agua fría ya que no se tomo el tiempo en averiguar cual llave abría el agua caliente, y salió temblando tratando de encontrar una toalla para secar el exceso de agua en su cuerpo.

Cuando se consideró lo suficientemente seco y al borde de congelarse, envolvió la toalla en su cintura y salió finalmente del baño. Quería encontrar donde encender la calefacción, pero si no lo hacía su pequeño buscaría aún más el calor de su cuerpo así que no perdió ni un segundo más en ir a encontrarse con su omega pelirrosa.

Una sonrisa estiró sus labios cuando vio a el tímido omega completamente cubierto por las cobijas con solo sus delitos y los ojos sobresaliendo. La ropa en el suelo sin duda indicaba que bajo esas cobijas solo encontraría desnudez en el cuerpo delgado y se apresuro casi salvando ante la idea de volver a ver ese perfecto cuerpo sin nada que interrumpiera su vista.

Cuando sus rodillas se encontraron con el borde del colchón, dejó caer la toalla que había mantenido en su cintura viendo como los ojos de Jimin terminaban de desaparecer debajo de las cobijas.

Su sonrisa solo se agrando antes de acomodarse al lado del enorme capullo en el que su omega se había convertido.

No tenía prisa alguna en retirar las mantas, la última vez se había cegado tanto por la necesidad de poseer y marcar con su aroma que no se tomo el tiempo de mimar y explorar al  menor. Esa vez lo haría, recorrería y besaría cada centímetro del bello cuerpo delgado y le daría a Jimin caricias y abrazos suficientes para toda una vida. Su dulce pequeño no merecía menos.

Comenzó por besar cada uno de los deditos que agarraban con fuerza las cobijas para mantenerlas en su lugar. Cuando estos perdieron tensión en el agarre, bajo con lentitud un poco las mantas hasta que pudo dejar al descubierto los hermosos ojos y veo cada párpado con suavidad. Bajó un poco más para dejar otro beso en la punta de la naricita y después lo suficiente para volver a probar el sabor dulce del par de labios.

No fue un beso desesperado ni hambriento, solo uno lento y largo que le permitió disfrutar del aroma, sabor y cercanía del pequeño omega. Cuando las manitas abandonaron el agarre de las mantas para enredarse en su cabello, comenzó a bajar las cobijas que separaban su piel de la suavidad del cuerpo de Jimin.

No se detuvo hasta que su cuerpo se encontró entre las hermosas piernas desnudas del menor con piel tocando piel. Gruñó en un tono bajo por lo bien que se sentía estar solo así, pegado a su Jimin envuelto en su calor.

A pesar de lo excitado que estaba y de lo punzante que se sentía su erección, si no sucedía nada entre ellos y su pequeño decidía dormir en ese instante él sería feliz solo con sostener ese precioso ser entre sus brazos.

Aunque el enloquecedor aroma del lubricante natural de su pequeño pelirrosa le dijo que eso no iba a suceder. Su mente dio vueltas con todo la dulce esencia volviéndose más y más fuerte mientras se mezclaba con el olor del lubricante natural.

Dejo los carnosos labios para iniciar su camino hacia abajo por el perfecto cuerpo, necesitaba probar a su pequeño por completo.

Beso el hermoso cuello de cisne y se tomó su tiempo con los dos pequeños pezones de suave color rosita que se endurecieron cada vez más con cada movimiento de su lengua sobre ellos.

Cuando llego al vientre bajo se aseguró de limpiar las pocas gotas que caían desde la erección de su pequeño para después probarlas desde la fuente misma. Gimió con el sabor de su pequeño al mismo tiempo que Jimin gemía por placer y el sonido melodioso aceleró su respiración aún más.

No se demoro demasiado tiempo ahí, su destino lo estaba esperando entre los gruesos muslos de piel suave. Tomó las hermosas piernas y las separa un poco más hasta que pudo ver como la piel brillaba cubierta del lubricante que hacía agua su boca.

Inhaló profundamente y después lamio su camino desde la rodilla hasta quedar a pocos centímetros del lugar que realmente quería e hizo lo mismo con la otra pierna. Lo estaba volviendo una pequeña tortura placentera para ambos.

— Por favor~... Jin, por favor~

Decidió continuar ante las súplicas de su pequeño y las manitas tirando de su cabello para guiarlo hacia el lugar que ambos querían. El sabor explotó en sus pailas gustativas y su mente solo abandono su cuerpo, su resolución de tomar las cosas con calma quedo olvidada y solo redoblo sus esfuerzos para obtener más de la esencia dulce.

Estaba enloqueciendo por los gemidos y las súplicas de su tierno omega, su lobo y él solo querían darle más y más placer pero también necesitaban estar unidos a ese precioso ser.

Con movimientos rápidos volvió a colocar su cadera entre las piernas de Jimin con su mente gritándole que se olvidaba de algo. No entendía sus pensamiento, su cabeza seguía dando vueltas y solo seguía las necesidades de su cuerpo.

Cuando se acomodó y se sintió preparado para continuar entendió lo que su mente le advertía.

— Pequeño, ¿tomas anticonceptivos?

— S-Si.

Gracias Luna.

No creía tener paciencia ahora para separarse y buscar un condón.

Volvió a alinearse y se empujó cuidadosamente disfrutando de cada pequeño gesto que podía ver en la expresión de la carita de su omega. Su espalda baja se sentía invadida por una corriente eléctrica que se extendió hasta las puntas de sus dedos de las manos y los pies.

Se sentía incapaz de moverse en ese momento porque estaba seguro de que su liberación vergonzosamente lo alcanzaría en el instante en que tuviera el mínimo roce, ya era difícil con el cálido interior de Jimin palpitando alrededor de su erección.

Tenía que haber sabido que su pequeño no se lo iba a poner fácil.

El menor comenzó a moverse por su propia cuenta arrancando un gemido de su garganta.

Ahora le importaba muy poco si duraba lo suficiente o no, solo movió sus caderas rápidamente buscando  darle placer a su omega y conseguir su liberación.

Tomo las curvas contrarias en cada una de sus manos y abrió aún más las piernas de Jimin para que su cadera pudiera aumentar el ritmo desesperado que tenían. Sus gemidos vergonzosamente seguían llenando el espacio y la única manera de callarnos fue inclinándose y juntando sus labios con los contrarios.

Ahora se permito el beso desesperado y profundo que no se habían dado, dejó que su lengua danzara con la de su pequeño sin seguir un ritmo en específico, solo eran movimientos sin sentido pero llenos de lujuria.

Su lobo estaba aullando de felicidad en su interior y eso solo añadió más sensaciones a su sensible cuerpo.

— Jin~ es demasiado... estoy muy cerca~

Realmente agradecía eso, porque él  también sentía cerca su liberación y sin duda iba a arrollar todo su ser.

Cambio el agarre a la pequeña cintura y notó puntos blancos en su visión cuando su nudo se extendió dejándolo unido a su pequeño, quien dejó que su orgasmo humedeciera en medio de sus cuerpos.

Mientras envolvía a ambos en las cobijas rogaba a la Luna por un poco más de control, de lo contrario se desmayaría después de cada liberación por las emociones tan intensas que recorrían su interior.

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