Capítulo 16
Dulces sueños 🤭😏
El calor y la necesidad lo despertaron demasiado pronto a su parecer. Las oleadas de calor durante su celo eran tan frecuentes que apenas había conseguido unos pocos minutos de sueño. Realmente ponía en duda que su sueño hubiera durado más de una hora.
Pero el deseo era tan fuerte que el agotamiento nunca detenía a ningún alfa para continuar. Y justo en ese momento deseaba a su Jimin.
A ciegas busco en la cama el cuerpo más pequeño pero solo vacío recibió su tacto.
Abrió los ojos rápidamente, su lobo ya lloraba por la pérdida de su omega hasta que ambos olfatearon el dulce aroma de Jimin. Todavía estaba en el departamento.
Se puso de pie rápidamente y salió de su habitación sin perder ni un segundo. El pequeño omega pelirrosa no tardó en darse cuenta de su presencia, miro su cuerpo desnudo con sus pequeños ojitos llenos de deseo y la lengua rosita humedeciendo los labios afelpados. Estaba usando sólo una enorme camisa, suya al parecer, sus hermosas piernas de piel blanca mostrándose ante su mirada hambrienta.
— Estaba tra-tando de recordar donde dejé caer m-mi celular — dijo Jimin con voz apenas audible y su vista aún recorriendo su cuerpo desnudo.
Avanzó los pocos pasos que los separaban pero se detuvo a algunas pulgadas de su pequeño, encerrándolo contra el respaldo del sofá.
Jimin tragó audiblemente, sus labios se separaron, pidiendo silenciosamente por un beso. Pero su mirada se vio atraída por el precioso par de ojos claros que estaban nublados y anhelantes. Acunó la mejilla de su pequeño, su pulgar deslizándose a lo largo de ese hermoso cuello de cisne y después descansando en la curva de su hombro. Justo donde podría lucir una marca, mi marca, pensó. Algo debió de mostrar su rostro porque Jimin se estremeció bajo su toque con el dulce aroma de su lubricante llenando la habitación y volviendo loco al lobo en su interior.
— Jimin te necesito… Te necesito tanto mi pequeño. — su voz temblaba por su deseo apenas contenido, pero aun sonaba áspera en el silencio donde sólo sus respiraciones y sus erráticas latidos participaban.
— Yo… — Jimin se acercó hacia él con mirada vidriosa y desenfocada, claramente le costaba concentrarse en hablar. — Yo…
Se miraron uno al otro, sus irregulares respiraciones volviéndose más y más audibles, luego mezclándose, desapareciendo la distancia entre ellos. Con un gemidito, su omega enterró el rostro contra su cuello, sus dientes romos hundiéndose en su piel solo sosteniéndose sin llegar a lastimarlo. Lo siguiente que supo, fue que tenía sus brazos alrededor del menor mientras que Jimin le besaba y dejaba marcas en su cuello. Su propia erección palpitaba atrapada entre sus cuerpos, la dolorosa necesidad de correrse y anudar a su omega ya se acumulaba en su espalda baja.
Ruiditos desesperados acariciaban su piel, Jimin definitivamente estaba sintiendo y reflejando su estado de excitación.
— Shhh mi pequeño, esta bien — dijo, enterrando los dedos en las suaves hebras de cabello rosa y jalando ligeramente.
Jimin gimió, moliéndose contra su muslo, las manos pequeñas deslizándose por su espalda desnuda y sus abdominales y después ascendiendo por su pecho y sus hombros. En ningún momento había dejado de besar su cuello y la línea de su mandíbula.
Su pequeño volvió a gemir sin reparos, frotándose aún más rápido contra su muslo, humedeciéndolo con su lubricante.
— Mi Jimin — dijo con voz tan necesitada que el menor por fin se apartó de su cuello para verlo.
Pero la vista del pequeño rostro hizo lo opuesto a tranquilizarlo. Jimin lo miraba con ojos vidriosos, mejillas sonrojadas, labios ligeramente hinchados por presionarlo tan fuertemente contra su cuello y temblorosos pidiendo, suplicando silenciosamente por un beso… Quería lamerlo por todas partes.
Inhaló profundamente, intentando recuperar algo de su control, o mejor dicho, tratando de aparentar algo de autocontrol. Aunque resultó imposible cuando todo lo que pudo respirar fue la excitación de su pequeño, su lubricante y su dulce aroma.
Besó con fuerza esos bonitos labios rosas, presionando sus cuerpos más juntos, tratando de fundirse con el pequeño cuerpo delgado.
Sus manos se deslizaron bajo la tela que le impedía sentir la piel suave y cálida, al mismo tieque unos suaves y pequeños dedos se envolvían alrededor de su dolorida erección.
— Te necesito — dijo su pequeño, su voz rota, necesitada. — Por favor.
Gimiendo, arrancó la única tela que se interponía entre ellos y los dirigió a ambos torpemente hacia el otro lado del sofá. En ese momento se creía incapaz de llevarlos hasta el dormitorio.
Estaba tan cegado por la necesidad de su celo, que su mente se nubló, no fue capaz de procesar lo que estaba pasando ni sabía a ciencia cierta cuanto tiempo había transcurrido. Cuando la niebla del deseo se dispersó y lo dejó pensar nuevamente, ya estaban encima de su Jimin embistiendo perezosamente con movimientos cortos que apenas le permitían salir unos pocos centímetros antes de volver nuevamente al cálido interior que lo envolvía.
— ¿Me puse condón? — se las arregló para preguntar, trabando los músculos de sus caderas. No podía jodidamente recordarlo.
Su pequeño busco su mirada con sus mejillas fuertemente sonrojadas.
— No, trate de advertirte pero no me escuchabas… Aunque tampoco insistí mucho, tu lengua en mi me hizo olvidarme de todo lo demás.
— ¡Maldición! — Se forzó a retirarse, pero los muslos de su omega se apretaron en su cintura.
— ¡Espera! — Las manos con pequeños deditos acariciaron su cabello con toques suaves y lentos, Jimin enfocó la mirada en esos movimientos evitando verlo directamente a él. — Yo inicie mi tratamiento anticonceptivo un mes antes de mi último celo… podemos continuar así… sí tu quieres.
Su decisión fue difícil de tomar, no porque no confiara en las palabras de su pequeño. Era porque sabía que su control estaba en juego, o más bien el control de su lobo. Estar con Jimin se volvía cada vez más intenso, cada vez su instinto de marcar y enlazar sus almas se volvía más y más tentador. Ser consciente de que su tierno omega no sólo estaba entregándose a él, si no que lo hacía sin restricción algún, confiando por completo, era enloquecedor.
— Jimin, no creo que pueda contenerme… si se que te estoy marcando con mi esencia desde el interior, yo podría no ser capaz de evitar morderte.
— ¿Y si yo lo quiero? — preguntó tímidamente, aún sin mirarlo.
— ¿Crees que yo no lo quiero mi hermoso pequeño? — Finalmente ese par de bonitos ojos claros lo miraron. — Lo quiero más que a nada. Pero no creo que debamos enlazar nuestras almas cuando aún hay cosas por resolver en nuestra relación.
— Lo se. — Un corto suspiro abandono los bonitos labios de Jimin. — Aún digo que continúes, estoy demasiado ansioso como para permitir que te detengas para ir a tu habitación. — Con una sonrisa traviesa, su pequeño pelirrosa movió sus caderas mandando un escalofrío que se extendió desde su espalda baja hasta sus extremidades.
— Jimin — trató que su tono sonara como advertencia, pero su voz estaba tan temblorosa que sonó más como un jadeo.
— Esta bien, confío en ti.
— Me das demasiado crédito mi cachorro.
A pesar de sus palabras, empujó más profundo en el apretado calor que lo envolvía. Jimin se estremeció y sus ojos se cerraron, las piernas alrededor de su cadera solo se apretaron con más fuerza. Su pequeño era todo mejillas sonrojadas y labios hinchados y entreabiertos mientras sus bonitos gemidos llenaban sus oídos. Y su mente volvió a perderse en un mar de lujuria.
Su mirada se dirigió hacia abajo donde se contempló desapareciendo dentro del seductor cuerpo de su omega, la vista por sí misma casi consigue que su orgasmo lo alcanzara. Estaba enloqueciendo.
Su Jimin estaba tan perdido en la sensación, con sus manitas sujetándolo fuertemente por los hombros al punto de enterrar un poco las uñas. Definitivamente habría muchas marcas.
— Jin… ¡Jin! — gritaba su pequeño para después morder su grueso labio inferior y volvía a hacer lo mismo como si no decidiera si estaba siendo muy ruidoso o no. — Más… — Jin retiró un poco su cuerpo cambiando el ángulo para buscar el punto dulce de su omega. No tardó mucho en encontrarlo.
Jimin gimió aún más fuerte, arqueándose debajo de él. Jin lo hizo de nuevo, con los ojos enfocados en el bonito rostro de su Jimin, que estaba sudoroso, completamente aturdido, y aún hermoso. Su pequeño parecía drogado.
Acarició los muslos de Jimin, separándolos, sus pulgares presionando la piel sensible de su cara interna. Empezó a embestir más duro, gruñidos bajos escapando de su garganta. Jimin lo miró con esos pequeños ojos muy abiertos, sus cabello rosa húmedo y oscuro por el sudor, pegado en la frente, su bonito pene goteando líquido pre-seminal. Gemía entrecortadamente apenas dejando espacio para tomar más aire antes de volver a soltar otro largo gemido.
— Jin yo... voy… — la voz de su pequeño se quebró y Jin ni siquiera tuvo tiempo de procesar las pocas palabras antes de que Jimin se estremeciera y se corriera sobre su pecho. Su pene palpitando y con espasmos.
El suspiro de satisfacción que escapó de los carnosos labios apretaron las paredes internas que envolvían su dolorida erección causándole más piel erizada en todo su cuerpo.
Su omega se veía magnífico recostado debajo de él completamente satisfecho, con su pulgar esparció la blanca esencia en el vientre plano de piel pálida.
— Te ves hermoso cuando estás complacido mi pequeño — dijo, mirando hambrientamente al pequeño sonrojado debajo de él —. Estuviste perfecto, cachorro. Eres perfecto — agregó, acariciando el pene que aún no se suavizada por completo o quizás estaba poniéndose duro nuevamente. No sabía pero estaba decidido a darle otro orgasmo a su bello omega.
Se retiró lentamente y empujó nuevamente adentro, su ritmo no está tan acelerado porque estaba tratando de coordinar sus embestidas con el movimiento de su mano sobre el pene de su Jimin.
Cuando su pequeño estaba otra vez duro y moviéndose de manera desesperada, lo levantando cuidando no separarse ni un poco, y los rodó a ambos para conseguir quedar sobre la espalda con su pequeño sentado en su ingle.
— Móntame mi pequeño — dijo recorriendo con sus manos el pecho de su Jimin, jugando con sus rosados pezones.
Jimin gimió ansioso, viéndolo hacia abajo con los ojos entrecerrados, su cabello desordenado y una expresión completamente abierta y enamorada. Jin le devolvió la mirada. No pudo apartar sus ojos mientras Jimin lo montaba lánguidamente, sus bonitos ojos cada vez más oscuros y desenfocados mientras él murmuraba alabanzas sobre lo bien que lo estaba haciendo, lo perfecto que se sentía a su alrededor y lo perfecto que era.
Pronto, su pequeño parecía completamente desconectado, sentado con gusto sobre su erección balanceándose aturdido.
Él e sentó y jaló el cuerpo delgado fuertemente contra su pecho, empujando sus caderas hacia arriba, enterrando su dolorido y duro pene en el dócil cuerpo de su pequeño, provocando que Jimin gimiera a un lado de su cuello, aferrándose a él.
Continuó así por un largo rato, con él embistiendo al cuerpo deshuesado entre sus brazos. En determinado momento, Jimin gimió corriéndose por todo el pecho y estómago de ambos. Y él finalmente se dejó ir, su orgasmo rasgándolo, estremeciendo todo su cuerpo mientras se derramaba dentro de su pequeño omega y al mismo tiempo mordiendo su antebrazo para evitar que sus dientes viajarán a esa tentadora curva del hombro de su pequeño.
Cuando su cabeza se despejó algo, se encontró con Jimin acunado contra su pecho, sus dedos peinando las hebras color rosa. Su pequeño se acariciaba contra su clavícula.
Y su nudo uniéndolos.
El calor de su cuerpo se apagó un poco. Su celo retrocedió por el momento, aunque eso solo duraría hasta que su nudo bajara y pudiera continuar nuevamente.
Acurrucándose con el cuerpo pequeño encima de él, trato de conseguir unos pocos minutos de sueño antes de volver a poseer a ese magnífico ser.
Esperaba, realmente esperaba, que la siguiente vez tuviera más control para evitar marcar a Jimin.
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