Epílogo
No importaba que ya lo hubieran hecho tres veces, sus manos aún sudaban y estaba tan nervioso que no había podido comer toda la mañana.
Pero también estaba emocionado, tanto que su corazón quería salir de su pecho.
No sabía como había sido capaz de conducir hasta el lugar donde los esperaban. Su Taehyung, su esposo, no estaba mucho mejor. Llevaba diez minutos paseándose de un lado a otro en esa pequeña sala de espera, si no llegaba pronto la beta a la que esperaban probablemente su esposo se quedaría sin uñas en sus dedos por tanto morderlas.
— ¿Están tardando, no crees? — preguntó con angustia en su voz.
— Han pasado diez minutos.
— ¿Seguro? — Asintió. Su beta mordió su labio. — ¿Y si dicen que no? ¿Y si ya no nos-
Interrumpió a su esposo envolviéndolo en un abrazo. Él también estaba enloqueciendo por la espera y los nervios, pero nunca permitiría que su beta sufriera de ello, siempre tenía que mostrarse fuerte y seguro lo haría aunque Taehyung siempre podía ver a través de él. Al menos lo intentaría.
— Todo esta bien. — puso sus labios en la sien de su beta, cada palabra susurrada contra los cabellos castaños. — No veo por qué dirían que no, hemos demostrado ser buenos. — Apretó un poco más la cintura delgada queriendo creer esas palabras tanto como se las estaba diciendo a su esposo. — Así que todo está bien.
Un suspiro tembloroso contra su cuello fue su respuesta. Se quedaron ahí abrazados, siendo el apoyo del otro. Dejó varios besos sobre la marca en el cuello de su beta, sintiendo como propia la calma que sintió su esposo.
Ayudo un poco. Por algunos segundos se perdió en la sensación calmante que compartían. Hasta que la puerta se abrió y finalmente entró la beta que esperaban. Una señora amable y de sonrisa fácil. Normalmente le encantaba conversar con ella, pero solo tenía vista para el bulto de mantas que cargaba.
Su ansiedad debió notarse porque la beta apartó un poco la cobija azul para que pudieran mirar el rostro del cachorro dormido que estaba entre ellas.
Su hijo.
Su cuarto cachorro.
No podía creer que en cada ocasión se sintiera igual de emocionado y asustado.
Aunque esta vez podría estar justificado porque ese cachorro era el más pequeño que habían adoptado hasta entonces. Sólo dos meses. Su corazón estaba tan acelerado y sus manos no dejaban de temblar. Era tan pequeño y frágil.
Lamio sus labios secos.
— ¿Quieren cargar a al pequeño Chung-hee?
Taehyung asintió de inmediato. Con gusto dejaría que su esposo fuera el primero, sus manos estaban inestables, no quería dejarlo caer por accidente o apretarlo de más.
Estaba tan enojado con su hermano Jin que toda la semana le dijo que un cuarto hijo sería mucho más fácil porque ya tenía experiencia. No se sentía más fácil. Estaba igual de asustado que las primeras veces. Aún no sabía como había resultado bien esas tres veces anteriores, pero de alguna manera sus hijos lo querían y no había herido a ninguno en el proceso.
Solo esperaba que esta vez resultará igual de bien, porque ya quería a ese pequeño que estaba en los brazos de su esposo.
Solo tuvo ojos para el mientras terminaban todo el papeleo, no recordaba mucho de lo que se había dicho, las únicas palabras que recordaría el resto de sus días serían cuando la beta dijo: “Ya pueden llevar a casa a su hijo, Kim Chung-hee”.
Fue la misma emoción que sintió cuando le dijeron esas mismas palabras con sus tres cachorros anteriores.
El viaje de regreso fue tan brumoso como el papeleo en la oficina de la beta. No pudo dejar de ver por el retrovisor al cachorro que aún dormía en su asiento especial para el carro, su esposo había subido en el asiento de atrás solo porque tampoco podía apartar la mirada.
Los coches en la entrada de su casa seguían ahí, todos sus amigos habían ido a felicitarlos por su quinto aniversario, y a preparar todo para darle la bienvenida al cachorro que acababan de adoptar.
La primera en correr hacia él en cuanto cruzaron la puerta de entrada fue su cachorrita de cuatro años, su princesita Ha-neul. La levantó en brazos, su cachorrita era curiosa y ya estaba asomándose a las mantas que envolvían a su nuevo hermanito.
Sus amigos mantuvieron aun su distancia, dejaron que sus otros dos hijos se acercaran primero a recibirlos. Y así lo hicieron. Yungsoo con sus seis años tomó de la mano a su hermano de tres, Dong-yul, y juntos se acercaron a ellos.
Tuvieron que agacharse para que los cachorros conocieran al pequeño detrás de las mantas. Y como si los sintiera, su bebé finalmente despertó. Sus ojitos pasaron por sus hermanos y después miró a Taehyung por mucho tiempo. No lo culpaba, él también disfrutaba de ver a su hermoso esposo por horas.
— Mira eso, hasta el pequeño cachorro sabe apreciar la cara de un modelo — dijo Jimin haciendo sonrojar a su Taehyung, lo hacía cada vez que mencionaban que había participado en algunas revistas no sólo como fotógrafo, sino también como modelo.
— Cállate Minie. — Su hermoso beta replicó con tono molesto, pero lucía una sonrisa.
— Si, cállate Minie, porque aún me siento indignado de que Tae aún no me llame como modelo para una sesión de fotos.
Jin dio un bufido poco elegante que adulto aún más su grueso labio inferior en un pronunciado puchero.
— Tu ya tienes un trabajo, uno en el que estas muy ocupado y no dejare que te vayas — le recordó Yoongi al mayor de todos.
Eso provocó que comenzarán a discutir. Unas cosas nunca cambiaban.
— Deberíamos de haber utilizado solo el servicio de niñeras que Hobi-hyung y Namjoon-hyung nos ofrecían en lugar de permití que todos ellos entraran en nuestra casa. — Susurró a su esposo, lo suficientemente alto para que todos escucharan.
— Te lo dije, somos las mejores niñeras — dijo el omega pelirrojo con una sonrisa de corazón.
Y fue el primero en cerrarse hasta donde estaban ellos. Seguido de cerca de el resto de sus amigos.
Si, se sintió igual de orgulloso al presentar a su cuarto cachorro, como lo había hecho con los anteriores.
Nada podía igualar esa felicidad de estar con sus amigos, sus hijos y su hermoso esposo.
Su Taehyung.
El que siempre sería su beta destinado.
Agradecimientos >>
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