
☘ | 𝑳𝒊𝒕𝒕𝒍𝒆 𝒎𝒊𝒔𝒕𝒂𝒌𝒆 ˢʰⁱⁿⁱᶜʰⁱʳᵒ ᵃⁿᵈ ᵂᵃᵏᵃˢᵃ| ☘
ꜰᴇᴍ ʀᴇᴀᴅᴇʀ x ꜱʜɪɴɪᴄʜɪʀᴏ ᴀɴᴅ ᴡᴀᴋᴀꜱᴀ.
ᴘᴇᴅɪᴅᴏ ᴘᴏʀ⇢ IxchelHernandez4, 𝗉𝖾𝗋𝖽𝗈́𝗇 𝗉𝗈𝗋 𝗍𝖺𝗋𝖽𝖺𝗋, 𝖾𝗌𝗉𝖾𝗋𝗈 𝗍𝖾 𝗀𝗎𝗌𝗍𝖾. 𝖬𝖾 𝗋𝖾 𝖼𝗈𝗅𝗀𝗎𝖾́ 𝖼𝗈𝗇 𝗅𝗈𝗌 𝗉𝖾𝖽𝗂𝖽𝗈𝗌, 𝗉𝖾𝗋𝗈 𝗁𝖾𝗒, 𝗏𝖺𝗇 𝖽𝗈𝗌 𝗌𝗁𝗈𝗍𝗌 𝗌𝖾𝗀𝗎𝗂𝖽𝗈𝗌.
ᴡᴏʀᴅ ᴄᴏᴜɴᴛᴇʀ⇢ 1812.
ᴘʟᴏᴛ⇢ ᴇꜱᴛᴀꜱ ᴇɴ ᴜɴᴀ ʀᴇʟᴀᴄɪᴏɴ ᴘᴏʟɪᴀᴍᴏʀᴏꜱᴀ ᴄᴏɴ ꜱʜɪɴɪᴄʜɪʀᴏ ʏ ᴡᴀᴋᴀꜱᴀ, ᴘᴇʀᴏ ᴘᴀʀᴇᴄᴇꜱ ɴᴏ ᴇɴᴛᴇɴᴅᴇʀ ᴛᴜ ᴘᴏꜱɪᴄɪᴏɴ, ᴘᴏʀ ᴇꜱᴏ ᴅᴇʙᴇɴ ᴄᴀꜱᴛɪɢᴀʀᴛᴇ.
ᴡᴀʀɴɪɴɢ⇢ 𝗋𝗈𝗎𝗀𝗁 𝗌𝖾𝗑, 𝗉𝗈𝗅𝗒 𝗋𝖾𝗅𝖺𝗍𝗂𝗈𝗇𝗌𝗁𝗂𝗉, 𝖼𝗋𝖾𝖺𝗆𝗉𝗂𝖾.
Con los nervios a flor de piel trataste instintivamente de soltarte, pero fue imposible, tu decreciente fuerza no lo permitiría. En ese instante te arrepentiste un poco del problema que habías causado, incluso hiciste sacar de sus casillas a Shinichiro, cuyas mayores cualidades eran la paciencia y la bondad incondicional. Al parecer, el hombre tenía un límite y tu lo pasaste.
Por otra parte, Wakasa era lo opuesto, sabías que no tendría piedad al sentirse traicionado. En tu tonta cabeza creíste que Shinichiro frenaría cualquier venganza que viniera de él, pero se complotaron, y no precisamente para algo bobo como decidir qué cenar.
—Chicos, sólo fue una error... —susurraste, con la voz un poco quebradiza.
Unas frías manos acariciaron tus muslos internos, mientras el humo de un cigarrillo chocaba contra tu rostro, provocándote una suave tos al aspirarlo. Te habían privado de la vista, así que estabas desnuda y atada de manos a su merced. Supusiste que Shinichiro sería quien te estaba sujetando de las muñecas si el humo venía en esa dirección, y Wakasa quien le daba escalofríos a tus piernas con su agudo tacto.
—¿Una broma?—cuestionó suavemente Shinichiro. La oscura risa de Wakasa llenó tus oídos—Te recuerdo, hermosa, que fuiste tu quien quiso mantener esto en secreto. Y ahora andas dejando que otros te coqueteen como si no tuvieras dos hombres esperándote en casa. —La frustración corrompía la serena esencia de Shini, presionando un poco más tus frágiles muñecas. —Pero está bien, si te tenemos tan insatisfecha deberíamos hacernos cargo, ¿no?
Todo el desastre inició porque Shinichiro te dejó atendiendo su tienda de motocicletas mientras él y Wakasa resolvían unos conflictos de los Black Dragons. Al regresar, encontraron a un sujeto hablándote con bastante confianza, remarcando lo bonita y tierna que eras. Pero lo que les hirvió la sangre fue presenciar tus risitas nerviosas y sonrojos, les dolió que jamás hubiera un rechazo de tu parte. Así que, con los celos nublando su psiquis, Shinichiro aceptó cualquier idea retorcida que cruzara por la mente de su amigo.
El cliente se fue, y tu atención pasó nuevamente al bobo juego en tu teléfono, frustrada porque no lograbas que la víbora respondiera con la suficiente rapidez a las letras del teclado. Cuando escuchaste la puerta del lugar cerrarse, levantaste la vista para encontrarte con el semblante serio de Shinichiro, y los ojos gélidos de Wakasa observándote, cuando daba vuelta el cartel a "Cerrado".
Trataste de preguntar qué sucedía, pero ninguno te dio una respuesta. Simplemente fuiste acorralada contra el mostrador, y cargada hasta el sofá viejo depositado en un rincón del garaje. Y así habías terminado donde estás ahora.
Con Wakasa afirmando tus piernas en sus hombros para comerte, primero sobreestimulándote con sus dedos bruscamente. Las yemas de sus dedos comenzaron a acariciar tus pliegues, y no pudiste aguantar más tus exasperados gemidos. Tu cuerpo se retorció debajo de él, estabas más sensible que nunca, no saber qué planes tenían tus novios para ti tornaba la situación más morboso y excitante.
Wakasa te miró con fastidio por interrumpir su concentración, estabas siendo demasiado ruidosa. Si seguías así, terminaría hundiéndose en tu calidez antes de lo debido, y quería hacerte sufrir, no recompensarte.
—Cállate—ordenó con irritación, como si tu sola presencia lo fastidiara. Con lo enojados que estaban, no era el momento para que te pusieras así de tonta. Pero pedirte en ese instante que dejaras de gritar, era prácticamente pedirte que dejaras de respiras, algo imposible. —Abre la boca, tontita.
Su tono condescendiente hizo que te mojaras aún más. No tardaste ni un segundo en hacer lo que te dijo, abriste tus labios sin saber muy bien qué esperar. Cuando algo esférico y dulce te hizo salivar, supiste al instante que se trataba de la paleta que traía en la boca momentos antes de vendarte los ojos.
—Te la regalo, encontré algo mejor para lamer—se burló, introduciendo toda su lengua hasta el fondo de tu estrecho coño. Tus caderas temblaron entre sus brazos, y tus uñas se clavaron en la piel de Shinichiro. —Tan dulce... —lamió tus pliegues con desesperación, saboreando cada gota de néctar que soltabas— y le dejaste pensar a ese idiota que probaría mi golosina favorita.
Shinichiro soltó un gruñido, reaccionando negativamente a las palabras de Wakasa. Que otro si quiera pensara poner las manos en algo suyo, era vomitivo. Por eso estaban en contra de mantener su relación en secreto, nadie sabría que tu culo tenía sus nombres.
Shin observó con atención, sin perderse cada estremecimiento, cada suspirito que el placer te brindara. Acomodó su pantalón, sintiendo que su erección lo estaba quemando vivo, mientras sujetaba el cigarrillo con los dientes para así poder liberar su mano y acariciarte. Sus callosos dedos deslizándose por tu garganta, hasta apretar tus lindo pechos.
Fue entonces cuando no pudiste aguantar más, el orgasmo estalló en tu vientre, extendiéndose en cadena por cada nervio de tu cuerpo, retorciéndote entre ambos hombres. Tus gemidos pedían clemencia, pero la lengua de Wakasa aún seguía enterrada hasta el fondo de tu coño, sin esperanzas de retirarse. Y, cuando el éxtasis se disipó, te percataste de que te habían quitado ese trapo negro de los ojos. La socarrona sonrisa de Shinichiro se burlaba de ti.
—¿No vas a ver el desastre que hiciste? —dijo, fingiendo desaprobación. Levantaste con lentitud tu cabeza, para ver a lo que se refería. Cuando tus ojos se toparon con Wakasa abrazado a tus muslos, su cabello rubio despeinado y su rostro embarrado de tus jugos. Él te observaba satisfecho, relamiéndose los labios. —Que desperdicio... —tu corazón dio un vuelco cuando Shinichiro se irguió, tomó a su amigo por la garganta y le dio una lenta y larga lamida a sus mejillas. Recogiendo cada gota de tus fluidos que corría por su tersa piel.
—Es hora de que te encargues de esto—suspiró Wakasa, desprendiendo sus pantalones para liberar su miembro, volviendo a su cotidiana expresión de desinterés e ignorando a Shin.
Ambos hombres movieron tu cuerpo con bastante facilidad, tu cabeza quedó colgando por el apoya brazos del sofá. Wakasa se posicionó cómodamente entre tus piernas, mojando su polla al hacer fricción contra tus pliegues húmedos.
Tu atención fue arrebatada de él cuando sentiste que te quitaban suavemente de la boca esa paleta que, sinceramente, olvidaste que tenías. Al echar la cabeza hacia atrás, tus ojos se encontraron con la gran erección de Shinichiro aún encerrada en sus jeans. Bastante ansiosa, pasaste tu lengua por la tela, siguiendo el camino donde se sombreaba su robusta masculinidad, como si fueras un gatito necesitado de amor.
Esos perezosos ojos negros te observaron con lujuria, el humo escapando por sus labios al regalarte una desinteresada sonrisa. Deslizó con lentitud el cierre, tomándose todo su tiempo para bajar su bóxer y dejar expuesto su pene.
Por su parte, Wakasa pegó tus muslos a tu pecho y se hizo paso en tu interior, estirando tus gomosas paredes de una sola estocada. Tus ojos se pusieron en blanco cuando cada nervio, importante o superficial, fue golpeado por él. Y tu boca se abrió en busca de aire para tus pobres pulmones, sacando parcialmente la lengua afuera. Oportunidad que Shin no desperdició para refregarse contra tus labios.
Te era difícil seguirles el ritmo, casi siempre se tomaban su tiempo para que te acostumbraras. Pero esta vez no sabías si podrías con ambos. Enredaste tu lengua alrededor de la punta de Shin, tratando de ir a tu ritmo para no agobiarte, algo con lo que Wakasa pareció estar en desacuerdo, porque de una fuerte embestida tu cuerpo fue impulsado hacia Shinichiro, enterrándolo hasta la base en tu garganta.
Un fuerte gemido que vibró contra su polla. Ambos soltaron un gruñido al unísono, satisfechos por la respuesta de tu cuerpo ante las acciones de Wakasa. Entonces, ya asegurados de que estabas lista, comenzaron un brusco, pero placentero, vaivén.
Shinichiro follaba tu boca desesperado, extasiándose aún más al ver el bulto que formaba su miembro en tu garganta abusada. Gruesas cuerdas de saliva lubricándolo e incitándolo a embestir un poco más duro. Tu lengua aterciopelada frotando sus pronunciadas venas, los gemidos que te hacía soltar Wakasa chocaban contra su piel, dándole una deliciosa y estimulante sensación.
Wakasa estaba fascinado con lo apretada que te volvías con cada empuje que ejercía. Se concentró en tus pechos rebotando en consecuencia de un constante ciclo de feroces embestidas. ¿Cómo culparlos? Cuando tu interior era tan suave y delicioso, sabías satisfacerlos tan bien... ¿Cómo no desquiciarse por ti y tu dulce coño?
Quizá de esta forma te darías cuenta de por qué se ponen tan celosos al verte con otro. Eres demasiado perfecta, no pueden permitir que alguien más sintiera el paraíso que tu podías proporcionarles. Eras de ellos, y quien se atreviera a ponerte un dedo encima sufriría las consecuencias de su ira.
Sentiste como te hundías contra los almohadones del sofá con cada golpe, y lo irregulares que comenzaban a ser las embestidas de ambos. Estabas tan cerca, ya no podías aguantar más, tu coño latía alrededor de Wakasa, ansioso de ser llenado por él.
Como siempre, Shinichiro fue el primero en venirse. Dejó caer su cabeza hacia atrás, los mechones negros de cabello adornando con delicadeza su rostro, le dio un último impulso a sus caderas, enterrándose cómodamente en el fondo de tu garganta. Soltó toda su carga en tu boca, te esforzaste por tragar la mayor cantidad posible, pero tu repentino orgasmo te distrajo.
Prácticamente te desasiste convulsionando debajo de Wakasa, tus ojos se fueron hacia tu nuca, y tus uñas se clavaron en la sudadera de tu novio. El semen de ambos hombres llenando tu interior deliciosamente aumentaba la experiencia, te sentías tan relajada que ni siquiera te diste cuenta cuando te desmayaste.
El siguiente recuerdo que tuviste fue despertar acurrucada en medio de ambos en la inmensa cama de su departamento. Ellos dormían tranquilamente, abrazados a tu cintura. Besaste a ambos, cerrando los ojos con una sonrisa, para volver a dormir, tu vida no podía ser más perfecta.
Voy a dejar mi pequeña nota por aquí, transmitiéndoles que mucha gente leyó el one shot anterior y no votó. No sean mala gente, yo les ayudo con la paja, ustedes aunque sea dejen su granito de arena votando.
En fin, potente el shot de hoy, ¿no? Estaba inspirada. Acuérdense que pueden dejar todos los pedidos que quieran, porque estoy aburrida. Y muchas gracias por el apoyo 💕
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro