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Capítulo 20

Rhaelle soltó pequeños jadeos y suspiros al sentir a su esposo tocarla cuidadosa pero obscena forma.

Su humedad se hizo presente intentando apresurar un poco las cosas ya necesitada, sentía todo de ella palpitar que no se dio cuenta de la mirada coqueta del Targaryen.

— Deja de verme — Sonrojada de la excitación dejo que Aemond le quitara el vestido.

Su mirada de lujuria solo aumentaba la tensión deliciosa y caliente que ambos tenían ahora mismo.

— Tranquila — Susurro en sus labios deseando tocar cada rincón de ella.

Rhaelle impaciente dio un pequeño salto para ser tomada por los muslos logrando que la cargara y poder besarlo más cómoda.

El ambiente erotico junto a las pequeñas capas de sudor se hacían presentes en sus cuerpos, los pasos de Aemond resonaron por la habitación para llevarla a la cama con cuidado.

Rompió el beso sin dejar de verla para ponerse de pié y quitarse la ropa con una pequeña sonrisa al verla morder su labio.

Rhaelle tragó en grueso al ver el gran miembro de su esposo, su intimidad palpitaba nuevamente deseando tragarlo por completo y apretarlo.

La obscenidad se había apoderado de ella, lamio sus labios con sin apartar la vista de ahí. — Es enorme. — Aemond al escucharla río un poco afirmando.

— Se que puedes tenerlo todo, no voy a lastimarte. — Se acercó a ella para hundir su cabeza en su cuello comenzando a dejar más besos pasando sus manos por sus labios inferiores húmedos.

Sintió como su dedo era succionado casi de inmediato haciendo el sonido de un chapoteo. Soltó un gemido de solo imaginar lo que sentiría su miembro ahí dentro.

— Aemond — Gimió.

— Eso es, quiero oír lo mucho que te gusta estar así. — Sintió más su calor al hundir otro dedo comenzando a simular embestidas, con su pulgar masajeo su clitoris haciéndola gemir más alto.

Rhaelle cerró los ojos presa de la exitación llevando sus manos a cada lado de la cama para apretar las sábanas.

— Me gusta tenerte así, tan húmeda y deseosa. — Susurró para bajar su cabeza a sus pechos y pellizcar esos pezones que lo volvían loco.

Pasó su lengua sin dejar de masturbarla disfrutando sus gemidos y cuerpo retorcerse, sintió como se contrajo y negó sacando sus dedos.

— ¡Aemond! — Se quejó un poco.

— Vas a correrte en mi boca primero. — Demandó.

Rhaelle se estremeció con otro sonrojo en sus mejillas para abrir las piernas un poco más al ver sus intenciones.

Su cabeza se hizo para atrás y su espalda se encorbo al sentir la lengua húmeda y caliente de su esposo.

El como saboreaba su feminidad la volvía loca, los lugares que inspeccionaba y esas manos con anillos que marcaban sus piernas abiertas.

Las mordidas no se hicieron esperar y grito de placer para correrse en la boca de Aemond. Sudorosa y con los ojos llorosos trato de verlo pero la mano de Aemond provocó que los volviera a cerrar al comenzar a acariciar su clitoris con rapidez.

Los gritos en la habitación eran difíciles de ocultar, Aemond ya había caído profundamente que solo deseaba volver a impregnarse de su delicioso y espeso elixir.

— Voy a hacerlo. — Dictó para acomodarse jalandola de las piernas a la orilla de la cama y meterse entre ellas.

Punteo su entrada con su miembro para soltar un gemido restregandose a ella con fervor.

Ambos gimieron en voz alta y más cuando su miembro por fin la tenía, su intimidad lo succiono de inmediato  haciéndolo gruñir de gusto y comenzar su baiben rápido y certero.

El sonido obsceno que hacían sus cuerpos se apodero de la habitación, ambos entrelazaron sus manos ante la unión.

Después de un rato de acomodo en la cama con ella para ponerse encima y arremeter con fuerza contra su sexo.

— ¡Aemond! — Chilló.

— ¡Soy yo el que te coge, tu esposo Rhaelle nadie más que yo puede tenerte así! — Abofeteo sus pechos ligeramente provocándole un gemido a ambos del gusto.

Rhaelle enloquecía que solo podía arañar su espalda por más placer, sentirlo chocar de esa manera contra su cuerpo era placenteramente delicioso.

Ambos se fundieron en un beso apasionado demostrando el amor y deseo que se tenían.

Sus ojos conectaron y la boca de ambos se abrió ante el clímax y lo sensible que se encontraban. Aemond volvió a unir sus labios con una pequeña sonrisa disfrutando de su esposa. Su mujer.

Su dragón azul, ahora es suya y el es suyo.


Holaa en el otro capítulo me olvide no puse el  vestido de Rhaelle

La corona


El traje de Aemond

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