cap 31
[Narra la escritora]
Te sentías como una total imbécil, otra vez habías caído en esas estúpidas promesas vacías, abrazabas tus rodillas en tu cama sujetando tus rapados brazos, tu mirada estaba pérdida a la nada, tu celular vibraba consecutivamente por la alarma avisando que era hora de despertar.
No habías pegado el ojo en toda la noche, habían pasado varios días, exactamente cuatro, no tardaron mucho en volver a romper su palabra, pero esta vez la cosa escaló más de lo que creías.
Antier de vuelta habían vuelto a ignorarte, no les reclamaste ya nada, habías estado pasiva esperando que al menos esta vez se refirieran a no atacarte o que en vez de hablar se guardarían su distancia cuando anduvieran de mal humor contra tí pero estabas equivocada.
Karaku ayer término con su novia cuando está se enteró de lo que pasó en la fiesta, ningún miembro de la familia imaginó que ella intentaría suicidarse, supuestamente porque tenía más mierdas encima, no sabías eso, sentías mucha lastima por ella, su familia le reclamó mucho a ustedes.
Pero después de todo, tu madre hizo una cena como si nada hubiera pasado y la chica no estuviera internada en cuidados intensivos al tomarse un frasco enteró de pastillas, ni siquiera regaño a Karaku por engañar tantas veces a su novia a tal punto de tener inseguridad con todo lo que rodeaba a tu hermano, la familia llegó con gritos hacía ustedes, la madre de ella cuando conectó mirada al momento imprudente de no obedecer quedarte tras la pared su mirada conectó la tuya esta estaba vacía, era la más afectada obviamente.
La mujer saco una carta de su bolso y se la entregó a Karaku, la reacción de Karaku era neutral, como si supiera lo que contenía esa nota suicida.
Nunca esperaste que aquella madre despechada te agregará a su oleada de gritos.
>>ERES UN ENFERMO ¡¿COMO FUISTE DE HACERLE TANTO DAÑO A MI HIJA?! A LA QUE UNA VEZ DIJISTE AMARLA, TODA TU FAMILIA NO TIENE PERDÓN DE DIOS, TODOS LO SABÍAN TODOS Y NINGUNA LA AYUDÓ A SALIR DE TÍ, SON UNOS MONSTRUOS, ERA MI BEBÉ, MI BEBÉ.
Vocifero mientras era sostenida por su esposo por los brazos ahora intentando llevarsela quien parecía querer arreglar la situación ahora que su esposa estaba tan alterada
Su mirada volvió hacía tí de manera asesina, sus ojos estaban desorbitados del coraje.
>>¡TÚ! MALDITA BASTARDA, TÚ SABIAS LO QUE TÚ HERMANO LE HACÍA A MI BEBÉ...¡¿POR QUÉ NO LA AYUDASTE?! AMBAS SON MUJERES Y CASI DE LA MISMA EDAD PORQUE PORQUE ¡¡RESPONDEME MALDITA PERRA!!
Fue allí cuando tú madre cerró la puerta tras de ella y empezaron gritos, no te defendía tí pero uso eso a su favor para sacar a la familia de Karaku fuera de allí, el padre de su ex novia en un momento de irá lo iba a agarrar a golpes pero sólo logró romperle la camisa cuando Karaku encestó el primer golpe y tus hermanos salían para apoyar, por suerte tú padre estaba allí, tú madre los hubiera dejado dejarlo en pésimo estado.
Todo el día ignoraste eso, a pesar de que no era tú pareja, sentías una gran culpa, ahora que lo pensabas ya con calma, nunca tuviste intención de ver a través de ella, un novio infiel y una familia total de alcahuetas que no advirtieron a una inocente muchacha enamorada sobre el peligro que corría, saber que él era tan mala persona como para regalarle las cosas usadas y en "mal estado" de su hermana menor debió de haber sido doloroso.
Aunque eso no duró mucho y solo te distragiste en llamada con Sayaka y Kaede juntó a Miyu, este último ya estaba mejor.
A la hora de la cena para tu mala suerte te tocó ir con Karaku y con Aizetsu para comprar una botana, por suerte hoy tus hermanos pasarían una buena noche donde verían películas de terror por horas, por el hecho de que tus padres saldrían.
El trayecto fue tranquilo porque Aizetsu estaba utilizando la camioneta de Sekido, debido a que la tienda ya estaba cerrada tendrían que ir a otra más lejana.
Habían bajado, allí había un gatito callejero, estaba algo sucio pero eso no quitaba que era bonito, era algo encimoso por el hecho de que se metió a la tienda con ustedes.
Tus hermanos menos Urogi eran muy poco fanáticos de los animales callejeros en especial, pero no pudiste evitarlo, el gato se acercó a Karaku, quien no estaba de humor por las acusaciones, nunca esperaste que pateara al pobre animal contra la pared, su maullido de dolor fue espantoso.
Cerraste los ojos y recordaste aquella escena.
Tus ojos se desorbitaron en ese momento, Aizetsu no dijo nada, las bolsas de frituras resbalaron de tus brazos, el gato maullo y se metió a la tienda, la encargada no dijo nada, solo aseguró que el minino estuviera a salvó.
De inmediato te pusiste contra él, nunca había hecho esa locura, con fuerza lo empujaste.
—¡¿Qué mierda te sucede ahora a tí?! —vocifero en un grito.
Lograste escuchar un susurró de Aizetsu apenas audible, pero sonaba como un advertencia mientras metía las compras
—¡Golpeaste a un animal inocente! Lo lastimaste imbécil —reprochaste sintiendo como si fueras a llorar por la impotencia— ¿Como pudiste? No cabe duda que no tienes sentimiento-.
Ya no pudiste continuar, tu mejilla ardía, estabas desorientada, la fuerza de impacto había hecho que cayeras al piso para atrás de manera que tus codos se llevarán gran parte de tu impacto.
Sujetabas la zona irritada, elevaste la mirada, aguantando las lágrimas, su expresión no era burlona, no sabías como pero su aura logro intimidarte, él nunca se atrevió a abofetearte, solo Sekido y tu madre lo habían hecho, no querías sentirte débil, lo miraste desafiante a la vez que sentías como tu corazón se encogía.
—¿Qué? ¿Ahora tu también te vas a intentar matar? —cuestionó chupando los dientes mientras rodaba los ojos— si tanto querías defender a ese asqueroso animal a la otra te pones tú y me dejas de estar jodiendo.
No respondiste nada mientras te intentabas incorporar, no había pasado ni la semana y ya te habían defraudado.
Extrañamente ya no querías seguirle la discusión, habías creído en ellos verdaderamente solo por considerar que había sido un detalle él hecho de que te secuestraran solo para tenerte de regreso a casa.
—Oye levántate —ordenó Aizetsu, quien estaba frente tí con una mano extendida para ayudarte a incorporarte.
Abofeteaste sú mano para acto seguido levantarte sin su ayuda, aunque no te libraste de que tomará tú mejilla para examinarla.
—Sueltame idiota—empujaste su pecho y retrocediste— ya vámonos de aquí.
—No debiste de haberlo molestado —expresó hablando obviamente de Karaku— hizo mal pero no debiste confrontarlo con esas palabras, ahorita tal vez te ponga varías curitas, quedará posiblemente marca.
—¿Tal vez? — Frunciste el ceño ante eso.
—Si, después de todo tiraste mi bolsa de papas al piso, no me gusta que estén quebradas así que ya verás tú que hacer en la casa si es que mis papas están en casi perfecto estado.
Bufaste y te metiste al auto, ibas atrás, el trayecto se sintió como una eternidad, hasta que llegaron, sacaron las cosas sin dirigirse la palabra.
Al momento de entrar agudizaste el olfato y el olor del tabaco como el del alcohol estaba presente en tú sala, frunciste el ceño deseando que no fuera cierto.
En la sala se encontraban Gyokko y Douma, estos eran de todo menos de tú agradó, el pelimorado tenía el ego por los cielos siempre por ese asqueroso arte, te desagradaba pero no quitaba el hecho de que usará cadáveres de pescado en ocasiones para hacer esas porquerías y Douma era igual o peor pero este te daba algo de miedo, era atractivo pero extraño en ocasiones, se mete en cosas que no le incumben, una vez lo encontraste husmeando en tú habitación, sus argumentos eran "Tú olor es muy rico, quería saber si tú habitación igual"
Saludaron de un lado a otro pero no respondiste, dejaste las bolsas en la cocina fuiste a tú cuarto para cambiarte y ver si es que tú mejilla seguía irritada, ya no pero tus brazos sí, te pusiste una pijama de hello Kitty y bajaste, ya habían escogido película, así que te sentaste en el sofá, todos ya estaban allí.
Algo andaba mal...sentías sus desaprobatorias miradas, como si fueras un bicho raro.
—¿Pasa algo? —interrogaste levantando tu rostro.
—Si —respondió Gyokko.
Se llevó varías miradas por parte de tus hermanos y del mismo Douma, abrazaste tu bolsa de papitas, Sekido explicaría.
—Sumiko vete a tu habitación —mando Sekido— hoy es diferente, quedamos solo con nuestros smigos, los planes cambiaron.
—¿Y por qué me dicen hasta ahorita?
—reprochaste con fastidio— Fuí a la tienda y siempre hacemos esto cuando papá se va con nuestra madre, les aceptó a estos colados pero no me pueden correr, es mi casa también.
El rostro de los cuatro se encontrajo debido a las carcajadas de Gyokko y Douma.
No pudiste cantar victoria cuando Urogi te cargó llevandote a tu cuarto, dentro te tiro al piso de manera que acabaste boca abajo.
Del coraje rasguñaste las palmas de tus manos con cierta tristeza, ni a la semana habían llegado con esa patética promesa, no soportaste y explotaste, te levantaste de un salto hacía él para tomarlo de dos mechones de cabello atrayendolo a la habitación cerrando la puerta tras de tí.
—¡Mierda! —exclamó contra ti observando como tomabas un palo de escoba y te posicionanabas frente a la puerta como si el palo fuera una lanza contra él— ¿Qué te pasa maldita loca?Estas mal del cerebro o que te pasa? Quitate de la puerta.
—Cállate infeliz, quiero saber porque mierda lo están volviendo a hacer otra vez —exigiste en un tono relajado pero amenazante apuntandole con el bastón que tenía una punta algo filosa.
—¿Hacer qué?
—A tratarme así imbécil, siempre es lo mismo con ustedes una y otra vez, cuando por fin me alejó de ustedes con la intención de dejarlos "en paz" ya que según para ustedes soy un estorbo ¿Por qué entonces me buscan? Hicieron un pleito hace cuatro días porque por un día me libre de ustedes —retrocediste un pasó atrás cuando observaste como se aproximaba a tí paso lento— con mi tío Urami cuando traje a Miyu a cenar, tuve unas geniales dos semanas solo para que ustedes pidieran mi regresó, otro ejemplo es a los once, me dió bulimia, el tío Urami pidió CUIDARME ¿y que hicieron? Lloriquearon por horas a nuestra madre para que no me fuera con él ¡¿Cuál es el punto de que la historia se repita?!
Su ceño se había fruncido y se abalanzó contra tí como si fuera un depredador contra una presa, siquiera pudiste encestarle un golpe cuando te lanzó a la puerta de manera que caía sobre tí al piso aunque solo aterrizaste contra la puerta poniendo el bastón de manera horizontal, quería tomar aquel palo, una sonrisa energética se le formó de manera siniestra con las luces apagadas solo con la luz fuera de tu ventana.
—Hermanita estamos unidos por sangre, jamás dejaríamos que te fueras por más que quisiéramos, deja de fastidiarnos, hemos sido muy blandos pero deja de desafiarnos, cometiste un gran error al irte con ese niño.
Tu corazón se enocogio, no pudiste repeler cuándo te tomó por ambos brazos y te lanzó a un lado y salió de allí.
Con su salida a gatas te encaminaste a tu cama, no cerraste los ojos en todos los ojos mientras escuchabas como en el piso de abajo reían a carcajadas viendo una película o algún otro programa.
[...]
Finalmente amaneció y sin ánimos te levantaste de tu cama para ponerte tu uniforme,antes de previamente bañarte, pero todo lo hacías sin ánimo, frente al espejo tu cabeza se poso a tu hombro derecho, tu rostro estaba limpió de maquillaje o productos de skin care, efectivamente eras igual a ellos, tu piel morena con su misma textura de cabello
—¿Por qué para ellos tengo que ser diferente? —pensaste en voz baja observando la condena de tu vida, tus ojos— ¿mi maldición es no ser amada?..
Bruscamente la puerta fue abierta sin avisar previamente, desviaste la mirada para dirigirla al intruso sin pronunciar una palabra.
—Sekido esta haciendo el desayuno, apurate Sumi —para Aizetsu por un momento al verte en el uniforme y con tu rostro limpio, sin un delineado o rubor mínimo— veo que todavía no te alistas, vas a llegar tardé.
—Ya voy —aseguraste comenzando a poner tus productos de skin care ya con prisa.
—Bueno, te dejó.
Dijo para retirarse en lo que te alistabas.
[Aizetsu]
Por más que no parezca, desde que se comenzó a maquillar pocas veces la veo sin este, la noto rara, siempre tiene que ser así.
Fuí a mi cuarto por mi chaqueta, pase mi mirada al escritorio a donde había una pequeña pelota y la agarre, el cuarto de Sumiko esta muy lejos del mío, me da lastima que sea un tipo de oveja negra, su cuarto esta lejos de nosotros, extrañamente me acuerdo que de bebé nuestros padres no sabían dónde ponerla, no era tan lindo de recordar a como lo decía Shinazugawa en él kínder.
El se expresaba de su hermano como un tipo de trofeo ¿Por que siempre causa problemas? Ni siquiera la tolerabamos, lloraba a gritos apenas todos nos dormiamos, fue una mala época para nuestra madre, a veces la escuchaba llorar cuando tenía que ir a ver Sumiko, papá tenía que estar allí con ella durante los primeros meses de ella.
Pero Sumiko siempre estaba con una estúpida sonrisa incluso solo con ver a veces a Karaku o a cualquiera de nosotros, cuando comenzó a gatear fue un caos, quería estar siempre tras nosotros, incluso fue rápido en que aprendiera a caminar o bueno, correr una semana antes de que cumpliera los dos años empezó hasta empezar a patear pequeñas cosas, en una mañana cuando intentó perseguirnos se cayó hacia tras por una pelota que le había dado el tío Urami, fue gracioso para nosotros ver cómo lloraba a gritos histéricos mientras pataleaba, no pudimos evitar reír a carcajadas verla con sangre en la nuca y en su mejilla.
Nuestros padres nos vieron extraños cuando comenzamos a reír, Urogi y Karaku emitían risas que sonaban como gritos de euforia ese día extrañamente mamá comenzó a llorar y por primera vez abrazo a Sumiko, papá tuvo que regañarnos, nunca nos han dicho la maldición que supuestamente tiene.
Realmente quisiera a veces no ignorarla, o que fuera una hermana normal, nadie en esta casa la soporta, pero siempre pasa algo extraño, de un momento a otro tenemos la necesidad de tenerla con nosotros, que nunca se separe de nuestro lado, la odiamos.
Pero...
Tome una foto de mi escritorio para verla fijamente, mi corazón se aceleró al ver la foto enmarcada de los seis en aquel parque de diversiones con Sumiko en medio con ese lindo vestido morado y esa estúpida sonrisa que tanto la caracteriza.
—A la vez no podemos alejarnos de ella, es nuestra.
[...]
Caminabas a la escuela desanimada sin tus hermanos esta vez, te habías llevado el desayunado comiendo antes de que toda la familia bajará.
La falta de sueño te estaba cobrando factura a la vez que caminabas a la preparatoria, sentías una extraña paz, le enviaste un mensaje de texto a Sekido puesto que ni le avisaste en persona.
Tardaste veinte minutos en llegar, el trayecto estuvo pesado pero ahora llevabas unos crocs negros de plataforma, los dejaban llevarlos siempre y cuando no los presumieras y fueran discretos.
Ya querías ver a Sayaka y Kaede, tus mejores amigas, eran de posiciones económicas muy diferentes, posiblemente también podrías llegar a serlo di mínimo tuvieras tres hermanos menos.
Te adentraste a la preparatoria, ibas un poco diferente, traías el cabello planchado, tu uniforme algo desordenado como siempre, pero tu maquillaje no era tan llamativo como siempre.
Te dirigiste a tu salón y las dos estaban allí, automáticamente cuando las tres cruzaron mirada desprendieron un chillido y se lanzaron casi a lágrimas, entre las dos te cargaron para abrazarte dulcemente.
—Sumii —saludo Kaede casi llorando, ella era la más linda de las tres, bonito cuerpo, ojos azules y unos preciosos rizos castaños con mechones celestes, era una de las más aplicadas del grupo y era la que en instrumentos ella toca batería, guitarra y piano eléctrico pero a pesar de a veces parecer una adolescente problemática en realidad es alguien muy llorona con el humor roto.
—Te extrañamos Sumi —exclamó Sayaka en tono de regaño, ella era la más loquita de las tres, ella era muy llevada con la gente, pero a la vez tiene su lado, no le tiene miedo a muchas cosas, ella sabe tocar muchos instrumentos, fácil roba corazones de cualquiera, es hermosa, ella es rubia de mechas rosas pastel, es de usar aretes muy exagerados, ella tocaba más instrumentos pero odiaba el bajo justamente fue la que le plantó cara a Sekido cuando este te alzó la voz frente a ellas a los ocho años.
Eran tus amigas de la infancia, tu mejor compañia y tus cómplices más leales, sonreíste aceptando sus brazos para pasar un lindo momento.
Tu no eras tan distinta a ellas tu aspecto era una cabellera lisa azabache con varios mechones rubios, eras de mucho ambiente, te llevabas y luego no te aguantas, confías mucho en tus capacidades aún con lo que tus hermanos te hagan creer, tu preciada cualidad era tu voz, desde muy pequeña el cantó fue algo que te apasionó, solo tocabas guitarra para apoyarte en eso.
—Te tenemos una sorpresa —dijeron ambas para mirarse entre sí.
—Okey?
[...]
—Están locas de remate —setenciaste cruzandote de brazos negando con la cabeza— ¿No conocen a mi familia o que?
—Ay por favor, haz hecho cosas peores —contradijo Sayaka cruzándose de brazos— vamos si competimos nos ayudarán hasta sacar un álbum en Spotify.
Habías hecho mucho a lo largo de tus quince años, pero esto era algo con lo que no sabías si podrias controlar.
—Vamos Sumi, somos como las chicas súper poderosas —quiso apoyar Kaede— somos un trío, hemos tocado en cafeterías o restaurantes, los encantas con tu voz, esto puede ser un impulso para las tres.
—¿Un impulso? —rodaste los ojos— ustedes son ricas, no es buena idea participar en esos concursos, no somos como kpop, aquí nos podemos separ peor que one-direction, vamos a terminar como Britney Spears sin ofender Sayaka —dijiste por su cabello rubio— pero si en sí me pongo en peligro a diario esto rebasa todo tipo de atrevimiento.
—Somos un equipo —siguió Kaede— merecemos reconocimiento, tenemos el talento, tu los enamoras con tu voz, sin tí no podemos, si una de nosotras falta será imposible.
—¿No te gustaría que al fin tuviéramos la que cada una de nosotras queremos? —pregunto Sayaka— vamos a ser famosas si ganamos.
Bajaste la mirada tomando un sorbo de jugó helado, en eso la imágen de tus hermanos se posó en tu cabeza al momento de cerrar los ojos.
Suspiraste pesadamente sabiendo en lo que te materias.
—Aceptó ¿Cuándo es?
—En tres semanas —contestaron al unísono.
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