☆•𝐓𝐑𝐄𝐈𝐍𝐓𝐀 𝐘 𝐒𝐈𝐄𝐓𝐄•✩
—No lo digas, ¿entendiste? —Asintió.
—Pero estoy asustado, ¿en serio él no se molestará por esto? — La preocupación puede notarse en su rostro.
—Deja de actuar como un cobarde y simplemente acompáñame, — el otro suspira resignado y decide seguirle —¿o es que no quieres comprarte ese juguete?
—¡Sí, sí quiero!
—Bueno, entonces deja de molestar.
—Pero esto está mal, ¿no sería mejor pedirlo?
—¡DEJA DE ACTUAR COMO UN COBARDE! Solo necesitamos ir ahí y tomarlo, él no va a molestarse. —Continúa intentando convencer al otro pequeño.
—E-Está bien. — No muy convencido, decide aceptar el plan de su hermano.
Comienza a caminar de puntitas hacia el mueble pegado a la cama de su padre, con la vista busca a su hermano, este le anima silenciosamente a que continúe. Con mucha lentitud y cuidado tira de la manecilla de madera, de la primera gaveta de aquel mueble caoba.
Observando por segundos a su padre que yace plácidamente dormido, tira poco a poco de la gaveta, descubriendo en segundos la billetera de cuero negro, que contiene los documentos y el dinero de su padre. Traga grueso a la vez que suspira lento y silencioso, cortando por intervalos veloces. Toma la billetera con mucho cuidado de no hacer ruido, la abre y comienza a buscar el dinero, mirando a su hermano en busca de ayuda.
Cuando está a punto de sacar el dinero, la luz de la habitación se enciende y la lámpara de la otra mesa pegada a la puerta del cuarto, se cae volviéndose pedazos en el suelo. Como consecuencia el mayor se levanta de un respingo, con sus ojos expandidos completamente, manos a los costados.
—¡¿QUÉ?! ¡¿QUÉ PASA? —Observa al pequeño que aún sostiene la billetera en una mano y el dinero en la otra. —M-Mew... ¿qué estás haciendo? — Mew traga grueso y llevando su vista hacia la puerta de la habitación, comprueba que su hermano ha desaparecido de ahí.
—P-Padre... y-yo...
—Tú... ¡¿ME ESTÁS ROBANDO?! — Los ojos del pequeño han acumulado las lágrimas incesantes, el padre lo ve con horror y decepción, combinados.
—¡Padre, por favor! ¡Yo no quise hacerlo, San dijo!...
—¡San está durmiendo, Mew! ¡¿cómo puedes culparlo?!
—Pero, te juro que él dijo que podría comprarme el juguete si tomaba el dinero, que tú no te molestarías por ello, créeme por favor.
—¿Te atreves a robarme solamente por un maldito juguete?
—Perdóname padre, por favor, sé que hice mal, yo no debí hacerlo, no debí hacerlo.
—No, no debiste hacerlo y tendré que castigarte para que entiendas que esto no se hace. ¡YO NO HE CRIADO A NINGÚN LADRON!
—Yo solo escuché a San, padre...
—¡YA BASTA! No solamente actúas como un ladrón sino que también mientes ahora.
Mew dejó caer el dinero en la cama, continuaba llorando y ahora su cuerpo entero temblaba de miedo, sentía culpa y hasta él se sentía decepcionado de sí mismo.
—N-No te estoy mintiendo, vamos con San y él te dirá la verdad, te lo juro por la garrita de oso panda, que yo no fuí, padre. — Chai suspiró con pesar, tristeza y decepción por el actuar de su hijo. Pero algo en el minúsculo brillo de sus ojos, esa preocupación y esa desesperación que irradiaba, le hacía creer en que su pequeño Mew decía la verdad. Rascó el puente de su nariz al mismo tiempo que revolvió su propio cabello, y asintió.
—De acuerdo, vamos con San.
Ambos caminaron hacia la habitación del gemelo mayor. Mew era quien lideraba el paso, su corazón latiendo acelerado y sus lágrimas callendo sin cesar.
Estando frente a la puerta de la habitación de su hermano, suspiró esperanzado, imaginando que San por error había dejado caer la lámpara y que a lo mejor algún fantasma había encendido la luz. Y que había corrido únicamente porque se asustó de que su padre los encontrara y castigara.
—San... —Dio tres toques suaves en la puerta, no hubo respuesta —San, abre por favor, sal y dile a papá que tú dijiste que estaba bien que tomaramos el dinero. — Únicamente hubo silencio, Chai suspiró agotado y negó con la cabeza, volvió a su cuarto para tomar las llaves, al volver abrió el cuarto de San y se encontró con todo a oscuras y San durmiendo profundamente. Se giró de inmediato hacia Mew y negó con la cabeza.
—Tu hermano está durmiendo, Mew.
—No puede ser, él estaba... estaba despierto, padre, te lo juro. — Chai negó en desespero.
—Ya no me mientas, eso solo empeora todo. Estás castigado, ven a mi habitación ahora mismo. — Mew comenzó a llorar con más intensidad, corrió hacia la cama de su hermano y comenzó a mover su cuerpo para que este despertara.
—San, por favor, por favor.
—M-Mew... ¿qué haces? Déjame dormir.
—¡¡TÚ NO ESTÁS DURMIENDO, SOLO FINGES!! — Las lágrimas brotaban incesantes de los ojos del pequeño Mew de apenas 7 años.
Movía eufóricamente a su hermano, pidiendo auxilio silenciosamente. San empujó sus manos y le miró a los ojos, su mirada era oscura y profunda, Mew retrocedió por inercia, su pecho subiendo y bajando debido al susto.
—Dejame en paz, ve y afronta las consecuencias de tus actos.
—P-Pero t-tú...
—Vete, Mew.
—San, ¿por qué me haces esto? — El mayor sonrió, tiró de la cobija para poder cubrirse del frío, y acomodando su postura en la cama, dijo:
—Para que aprendas desde ya, que eres un completo perdedor. — Mew soltó un suspiro triste y pesado, con sus mejillas humedecidas por su llanto y su corazón doliendo por la traición de su hermano.
Continuó observándolo fijamente, con su boquita un tanto abierta, mientras que San descaradamente se giró para darle la espalda y continuar durmiendo.
—¡MEW, DEJA DORMIR A TU HERMANO Y VEN AQUI! ¡¡AHORA!! — El pequeño suspiró resignado y giró sobre sus zapatos para caminar hacia donde estaba el mayor. —¿De qué te sirve llorar ahora si no lloraste mientras le robabas dinero a tu padre?
—Lo siento... —dijo, en un sollozo. Su mente quedó en blanco.
San sonrió al escuchar los azotes que su padre dio como castigo a Mew, con aquel cinto de cuero. Su mirada ya no era la misma, el brillo de sus ojos había desaparecido, apenas ayer había sido el mismo San sonriente y protector de su hermanito menor. Pero ahora... desde ese momento, ese San ya no existía más.
Para Mew, esa fue la primera vez que San le hacía algo como eso, ese, fue el inicio de todos sus tormentos, esa noche dio inicio a su vida de injusticias y maltratos por parte de San, y él ni siquiera entendía porqué.
Cinco años después
Mew llegó a los servicios sanitarios de la escuela. Ahora ya tenía 12 años, pero su vida no era diferente a como era cuando San comenzó a maltratarlo, al principio el maltrato era únicamente en casa y con su padre. Pero ahora, parecía que San había evolucionado, llevando el maltrato a su escuela también.
No tenía amigos, nadie quería sentarse a su lado, todos se burlaban de él y de su aspecto. Le llamaban "cuatro ojos", únicamente por usar gafas. Mew era un poco rellenito de cuerpo, también se burlaban de él por eso. No sabía en qué momento exacto había sucedido, pero él había ido poco a poco, volviéndose un marginado gracias a su hermano.
San ahora era el chico más popular de su sección y también de la escuela, siempre se encontraba con su pandilla de maleantes. Y aunque Mew no fuese al único al que le hacían bullying, sí era a quien con más intensidad se lo hacían.
Remojó su rostro con el agua fría del chorro, observó su reflejo en el espejo y suspiró dedicándose una sonrisa para si mismo.
—Tú puedes, Mew, yo sé que sí. —Palmeó sus mejillas y entró al baño.
Al estar dentro escuchó como de pronto se abría la puerta principal que daba entrada a toda la sección de los sanitarios. Escuchó las risas burlescas de la pandilla de su hermano, seguido del llanto de algún pobre chico abusado por ellos.
—¡S-San... p-por fav-vor, mi padre no tiene din-nero, te juro que pagaré ma-mañan-
San ni siquiera le permitió terminar de hablar, con sus dedos apretó los cachetes del pobre chico y levantó su rostro. Escupió en su cara y la dejó caer al suelo.
—Le debes dinero a mi amigo desde hace un mes, ¿y quieres más tiempo? — Uno de los demás chicos dejó ir una patada en el estómago del chico en el suelo. Haciéndolo gritar del dolor y rodear su estómago con sus brazos.
—¡¡LO SIENTO, LO SIENTO!! ¡YO LO SIENTO MUCHO!!
Mew cerró sus ojos estando aún en el cubículo. Tenía su pantalón hasta las rodillas e intentaba no hacer ningún ruido. San chasqueo la lengua y asintió.
—Bien, tienes hasta pasado mañana para pagar...
—Y con intereses —dijo, el chico que en este caso resultaba ser el acreedor.
—¡Sí! ¡Sí! —repitió eufórico el chico en el suelo.
San iba a decir algo, pero al momento en que ladeó su cabeza, se percató de la mochila que estaba colocada en la esquina del lavamanos horizontal, le pareció tan familiar que sonrió diabólico al recordar a quien le pertenecía.
—Oye Saint... —se dirigió al chico deudor —me parece que hay alguien que quiere hacerte compañía. —sonrió, y los demás chicos con él.
—¿En cuál de todos estos cubículos estará el cuatro ojos? —preguntó burlesco, uno de los dos chicos restantes, todos ellos eran malvados, pero no tanto como lo era San.
Mew al escuchar esto cubrió su boca con sus dos manos, comenzando a transpirar involuntariamente. Había tenido una buena mañana sin toparse con San, ¿por qué tenía que pasarle esto ahora?
Tasithorn, uno de los chicos de la pandilla de San, comenzó a abrir las puertas de los cubículos, a patadas. Haciendo a Mew y a Saint, respingar en su lugar debido al susto. Mew retrocedió un poco sus pies al escuchar como Tasithorn se acercaba a él.
Goxd, otro de los chicos de San, llamó silenciosamente la atención de este y le señaló con la cabeza el cubículo en el cual desgraciadamente se alcanzaban a ver desde abajo, los zapatos de Mew. San sonrió con burla y autosuficiencia. Caminó lentamente hacia ahí, y dando una patada logró abrir la puerta, pero también golpear a Mew en la nariz debido a la poca distancia que había entre la letrina y la puerta.
—Hermanito, aquí estás... —sonrió. Le expresión en el rostro de Mew, se desfiguró en una de terror.
—Sa-San... p-por favo-r — Mew no terminó de hablar porque ni siquiera supo en qué momento San lo había tomado del cabello y lo había obligado a salir del baño.
A duras penas intentaba subir su ropa interior y sus pantalones, pero cuando lo logró, Tasithorn le volvió a bajar su ropa interior, haciendo a Mew llorar con más intensidad.
—Vamos, hermanito. Vamos a que todos vean ese blanco y asqueroso trasero.
—¡¡NO, NO, NO, SAN, POR FAVOR!!
Goxd tomó a Saint del cuello de su camisa y lo levantó para llevarlo a rastras consigo, este también protestando en el camino. Tasithorn tomó la mochila de Mew y caminó tras ellos.
Al llegar al pasillo, San lo tiró al suelo, con sus pantalones aún hasta sus rodillas y su ropa interior abajo, mostrando sus glúteos y casi su miembro, pues el castaño lo cubría con sus manos. Mew lloraba en vergüenza, se sentía humillado, esto era lo peor que San haya podido hacerle, todos estos años soportó tantos maltratos verbales, pero esta vez había excedido en su odio hacia él.
—Veremos si ahora le pareces atractivo a alguna chica. —dijo Goxd. De todos los presentes algunos reían y otros solo espectaban sorprendidos, murmurando cualquier cosa al respecto. Mew comenzó a subir su ropa interior y así mismo a subir su pantalón. Saint quiso ponerse de pie, pero Tasithorn dio una patada en su pecho cortandole el aire.
—Ustedes... son unos perdedores, y la basura de esta escuela. —dijo Goxd.
—¡PERO ÉL ES TU HERMANO! —gritó Saint. Mew lo tomó del brazo en señal de que guardara silencio, Saint le miró con temor.
—Pero el que lo sea, no le quita ser un perdedor. Ahora, si tú no quieres salir lastimado, te sugiero que te vayas. Aún no terminamos con él. —Saint miró a Mew y este le indicó que se fuera. Dedicándole una sonrisa agradecida, pues había sido el primer chico que mostraba siquiera un poco de preocupación por él. Goxd se encargó de levantar a Saint y empujarlo para que se alejara de ahí.
San caminó lentamente hacia Mew y le sonrió. —¿Q-Qué... qué vas a hacer? ¿S-San?...
—Sujétenlo —ordenó.
—¡SAN! POR FAVOR, SAN, POR FAVOR —suplicaba, el gemelo menor.
Tasithorn, Goxd y San, levantaron a Mew en el aire y lo llevaron por los pasillos hasta llegar a las gradas de la salida de la universidad, ahí empezaron a columpiarlo cómo hamaca, para al final tirarlo para que cayera sobre un basurero grande, de color negro. El cual debido al peso de Mew, terminó por caer también y cubrir a este de basura en sus pantalones y su camisa de botones, que llevaba por encima.
Los tres chicos se echaron a reír, acompañados de los espectadores presentes. Mew sollozó y con sus manos cubiertas del líquido asqueroso y maloliente de la basura, acomodó la posición de su gorro negro.
—¡Aquí están tus cosas, perdedor! — Tasithorn arrojó la mochila abierta de Mew, hacia la basura. Algunos de sus libros salieron de esta al caer, y algunos de sus cuadernos también se ensuciaron.
Mew suspiró pesado, limpiando sus lágrimas y contemplando como todos pasaban a su alrededor y fingían que él no existía. Tomó una profunda bocanada de aire, y comenzó a recoger sus cosas. Gateando en el mismo lugar, buscando incluso sus plumas entre la basura.
Al momento en que iba a recoger su último libro, otra mano fue más presurosa para tomarlo. Mew levantó su rostro y de inmediato su mirada se posó en un lindo chico de cabello negro, peinado hacia atrás, su rostro era de un color canela. Portaba un suéter negro y grande, con la capucha sin poner, en sus dedos llevaba anillos de plata, este le sonrió al darle el libro.
—Aquí tienes... — Mew observó el libro y estudió en su mente la forma de tomar el libro sin ensuciar la mano del otro chico. Este se dio cuenta de ello y sonrió. Tomó él mismo la mano de Mew, llenando sus dedos de la suciedad en la ropa del castaño, colocó el libro sobre la mano de este y le dedicó otra sonrisa. —la suciedad física siempre puede ser removida y eliminada con un poco de agua y jabón, más la suciedad y putriedad del corazón o del interior de alguien, no se quita con agua y con jabón. — Mew ni siquiera entendió porqué, pero rio ante esas palabras. —Ellos están podridos por dentro, y no hay nada que se pueda hacer, pero recuerda que lo podrido siempre termina en la basura.
—G-Gracias... — El castaño guardó el libro en su mochila mientras que el pelinegro le extendió su mano para que se pusiera de pie.
—Ten... — Mew expandió sus ojos al notar que el pelinegro le extendió su mano, con unos pantalones de deporte, en ella.
—Egh... —el de piel canela volvió a sonreír.
—Cambia esos... —Señaló los jeans sucios de Mew —por estos. —Movió su mano con la prenda. —Puede que te queden un poco grandes, pero no creo que eso importe en este momento.
—Aaah, s-sí, n-no importa... —Sonrió, y tomó los pantalones de deporte.
A continuación el pelinegro comenzó a retirar su suéter bajo la atenta mirada de Mew, al finalizar volvió este al derecho y se lo extendió a Mew quien lo tomó sin decir una sola palabra.
—También puedes usarlo.
—¿Cómo haré para devolverlos? —preguntó con timidez. El moreno sonrió.
—No importa, puedes quedartelos.
—¿Ja? P-Pero... — Mew guardó silencio de inmediato, al sentir como el moreno tomó su gorro retirándolo de su cabeza, alborotando unas cuantas hebras de su cabello.
—Entonces... yo me quedaré con esto, ¿qué te parece? — El castaño asintió cabizbajo y sonrió de lado, todo tímido él. —Ahora estamos a mano, ¿verdad? —Volvió a asentir.
—De verdad... g-gracias. Ni siquiera me conoces y aún así me ayudaste. — El moreno asintió inerte.
—Tal vez no te importe o no tenga por qué decirlo, pero mi padre sufrió de bullying cuando era jóven.
—Vaya... y-yo...
—No te preocupes, él siempre dijo que eso lo volvió más fuerte, no entiendo cómo pero, él siempre lo dijo. — Mew analizó la forma "pasada" en la que se dirigía el chico a su padre, y aunque tenía curiosidad, decidió mejor no preguntar.
—P-Puedo preguntar... ¿cuál es tu nombre?
—Por supuesto, — El chico acomodó su postura, se colocó el gorro de Mew el cual por supuesto le lucía perfectamente, y sonrió. —Soy Kan...
—Hey, bro, ¡debemos irnos! — Un chico bastante alto y un poco tonificado, se acercó corriendo al pelinegro. El moreno le miró fugazmente, como protestando en silencio. —¡Ahora!
—Está bien, debo irme, cuídate. —Palmeó el brazo de Mew y sin decir más, se dio la vuelta para acompañar al otro chico. Dejando a un confundido Mew, aún de pie.
•
El peliceleste despertó de golpe, pero sin mover su cuerpo, simplemente abriendo grandemente sus ojos. Sus mejillas estaban húmedas y su cuerpo sudado. Contempló la constelación en su techo, no era primera vez que soñaba con los maltratos de San en su pasado. Pero esta vez había sido distinto, gracias a este sueño había recordado a ese chico que había sido su salvador en esa ocasión.
¿Acaso era posible?
¿Podría ser posible de que ese chico haya sido Gulf?
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¿Ustedes creen que ese chico que
ayudó a Mew en el pasado, sí era
nuestro bello Girasol? 😍😍💕
Eso quiere decir que ya se conocían pero ninguno lo recordaba. *inserte grito*
Bueno, nos leemos a la próxima.
Besos
[No recuerdo si ya había usado el nombre de Saint, pero si ustedes recuerdan que ya lo usé aquí en esta historia, me avisan, please. Para buscar otro nombre.]
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