☆•𝐄𝐏Í𝐋𝐎𝐆𝐎 (𝑺𝒆𝒈𝒖𝒏𝒅𝒂 𝒑𝒂𝒓𝒕𝒆)•✩
—Dios, por favor apiádate de mí, ya no puedo m-más... ¡Buaaaaaaarrrggh! — Otra arcada más lo obligó a guardar silencio.
—Pobre... —Siseó el más bajo, observando con un empático dolor a su amigo, o bueno, a los pies que se asomaban por debajo de la puerta del cubículo del baño —¿qué vez es esta?
—La cuarta en los últimos cuarenta minutos —respondió Jin. Jimin gesticuló una expresión de dolor y un tanto de comprensión.
—¿Y sí habrá ido al doctor? Gulf dijo la ocasión anterior que sí lo había llevado y que incluso le habían recetado las medicinas correspondientes, ¿por qué su enfermedad aún persiste? —Cruzó sus brazos, sosteniendo la botella de agua que había comprado para su amigo.
—Mm. —respondió Jin, con su mano en su mentón, pensativo él. —Es extraño. Mew siempre ha sido alguien saludable, o bueno, al menos lo fue durante los dos años que vivió en el reclusorio. —Jimin asintió.
—¿Ya estás bien, Mew? —preguntó de inmediato, al notar como su amigo de un color casi amarillento y con ojos divagando, salía del baño a pasos lentos mientras frotaba su estómago.
—Dentro de lo que cabe creo que ya salió todo lo que debía de salir —musitó, su voz sonada débil, cansada, en un hilo casi inaudible. De hecho, de no ser por la cercanía que habían mantenido los chicos junto al cubículo, probablemente ni siquiera lo habrían escuchado.
—¿Quieres que te llevemos al médico? —cuestionó Jin, realmente preocupado por el peliazul. Llevaba alrededor de tres semanas con esos síntomas que parecían reacios a marcharse, atacandole en cualquier momento. Mew incluso había tenido que salir corriendo en horas de clase para no verse obligado a vomitar frente a todos. —O podemos llamarle a Gulf para que te acompañe.
—N-no... —Mew terminó de enjuagar su boca con el agua que le dió Jimin —no nos vemos desde el lunes, él dijo que su trabajo lo mantendría muy ocupado y a mí la universidad, bueno... — Jin y Jimin compartieron una consternada mirada al percatarse de lo cristalinos que se habían vuelto los ojos de Mew en tan solo cuestión de segundos. El peliazul levantó su rostro con lentitud y se encaró así mismo en el espejo —y si... ¿y si Gulf ya no me quiere? —Sollozó audiblemente. —Sé que me está ocultando algo... pero no le recriminé nada porque no quiero asfixiarlo. Mi padre dice que no debo atocigarlo, pero yo no lo atocigo, yo... ¡solo lo extraño mucho! — El volumen de su llanto incrementó dejando a ambos amigos con la boca abierta y sin saber qué decir.
Jimin fue el primero en acercarse a él y rodearle con su brazo, dándole tranquilizadoras palmaditas en la espalda.
—No pienses eso, Mew, Gulf te ama. —Consoló, por supuesto que aquello no era mentira.
—Mm, estoy de acuerdo. — Se unió Jin —Ese idiota puede ser muchas cosas y lo que quiera, pero de lo que sí estoy seguro es de que él te ama, galán. No debes sentirte inseguro. —Palmeó el hombro de Mew. —Es más, ahora que lo recuerdo, siempre es él quien tiene inseguridades, ¿no? De hecho, Nam me lo ha comentado en algunas ocasiones, que él teme de que en algún momento puedas cansarte de él y dejarlo. — Jimin esbozó una risa.
—¿Ves? Ambos son unos tontos, pero de tí me sorprende, siempre eres tan seguro de tí mismo y determinado al respecto de que no dejarás que nadie te quite a Gulf. — Jin asintió, Mew solo pudo sollozar, él solo quería seguir llorando.
—Sí, Mew, tranquilo. Verás que ese tonto te llamará para que puedan verse pronto, pero su trabajo le consume tanto tiempo y tú con la universidad y el trabajo, es obvio que la frecuencia con la que se veían anteriormente iba a disminuir. — Mew asintió —Ya no llores, Mew, esto no es propio de tí.
—Exacto, incluso parece como si fueras una chica con tremendos síntomas de embarazo haha — Jin lo miró horrorizado —, es decir, las náuseas y esta repentina sensibilidad para llorar por todo.
—Pero ni siquiera soy un doncel... —respondió, llorando aún con más ganas —aunque... pensándolo bien... un bebé sería el método perfecto para retenerlo conmigo y que así no pueda abandonarme. — Jin y Jimin se echaron a reír por lo dicho, en serio ese Mew no era su Mew.
—Bueno, ya basta, debemos ir a clases. Deja de llorar o a este paso terminarás más seco que el desierto, Mew. Vámonos. —Demandó Jin.
El más bajo le tendió su pañuelo favorito a uno de sus mejores amigos para que pudiera limpiar sus lágrimas y su nariz. Tomando la mochila del peliazul _porque ni siquiera tenía ánimos para cargarla_ Jin los empujó a ambos fuera de los baños para poder dirigirse a clases. Era viernes por la tarde, al menos Mew tendría el fin de semana para descansar y distraerse, o para permanecer en su cuarto y llorar los dos días. Como a él mejor le placiera.
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—Míralo por mí, mamá, yo en serio no tengo valor. —Extendió el alargado y blanco objeto hacia su madre. Mientras con su mano libre cubría sus ojos.
Malaí lo tomó con una leve sonrisa curvada, lo giro hacia arriba y sonrió grandemente al observar ambas rayitas en aquel pequeño rectángulo, las mismas que comprobaban que la prueba era positiva y efectivamente Gulf sí estaba esperando un bebé.
—¡Es positivo, cielo! —chilló emocionada, Gulf se desplomó en el sofá, cubriendo su rostro con ambas manos.
—No lo puedo creer —balbuceó, con su rostro aún bajo sus palmas.
Malaí negó sonriente y colocó la prueba de embarazo en la mesa en donde se encontraban las otras seis pruebas de embarazo que también habían dado positivo, e incluso se encontraba una prueba de embarazo en sangre. No había duda alguna, Gulf esperaba un bebé de Mew. Gulf llevaba en su vientre el fruto del amor más hermoso que él pudo experimentar.
[F por mi Kanita haha 😂🤭]
—Tranquilo, Gulf, Mew estará felíz con esta noticia, ya verás. Se volverá loco y será el hombre más felíz sobre la faz de la Tierra —dijo Kaownah, en un intento por animar a su hermano, aunque por supuesto no dudaba de que Mew estaría felíz.
—Estoy de acuerdo con tu hermano, cariño. Ahora debes apresurarte en darle la noticia a Mew, lo has evitado durante dos largas semanas, Kan. Y sabes muy bien que esa no es la forma correcta de actuar. — Malaí besó la frente de su hijo y llevándose a su otro hijo con ella, decidieron darle su espacio al chico para que asimilara la noticia.
Gulf permaneció en el sofá, estático, sin mover ni un músculo. Sintió una lágrima resbalar por su mejilla, toda esta situación aún parecía increíble para él. Pensó en la probabilidad de que tal vez todo hubiera sido diferente si su madre hubiera hablado con él desde un principio acerca de la línea de donceles en su familia, pero ¿en realidad eso hubiera cambiado algo?
No, probablemente no lo hubiera hecho. Aún más porque Gulf dormía únicamente con mujeres antes de conocer a Mew.
Él nunca consideró la posibilidad de tener hijos, esa idea jamás fue atrayente para él. Ni siquiera con todas las bellas chicas con quienes durmió más de alguna vez, contemplaba absurdo el volverse padre, ver a las mujeres con su voluptuoso vientre y sus pies gorditos, él no quería lidiar con eso.
El rastro de una sonrisa de lado se hizo presente al caer en cuenta de que él sería quien llevaría el vientre voluptuoso y los pies gorditos, y que por supuesto sería él quien obtendría los mimos y cariñitos por parte de Mew.
Sonrió, esta vez amplio y marcado. Va a ser papá.
¡Iba a ser padre! ¡En su vientre llevaba al hijo de Mew y suyo!
El sollozo que escapó de su boca esta vez fue audible, ya sin ningún atisbo de tristeza o decepción. Ambas manos fueron a parar a su vientre plano y sonrió observando la tela negra de su camisa.
—Dios mío, vamos a ser padres, Mew. —Sollozó —Llevo a nuestro hijo en mi vientre, amor. —Rió, una risita melancólica mientras sus manos acariciaban suavemente su vientre.
De inmediato limpió sus lágrimas aunque más de estas continuaran saliendo, tomó su celular e ingresando a WhatsApp creó un grupo en el que añadió a quienes necesitaría para armar su plan para darle a Mew la sorpresa. Obviamente sus dos amigos y su querido suegro Zig, también apreciaba mucho a Bae, pero quería que este se enterara de la buena nueva junto con Mew.
—Bien, cariño, es hora. Debemos decirle a tu padre que será padre —Sintió una enorme calidez al contemplar su vientre mientras asimilaba cada vez más que llevaba un bebé dentro suyo. —Tú me ayudarás con eso, ¿verdad? Debemos ver a papá cuánto antes, yo lo he extrañado mucho y supongo que tú también, ¿no? —Limpió la lágrima que resbaló —Sí, creo que sí. —Sollozó, pero esta vez ese sollozo fue de alegría y no desesperación.
Se levantó del sofá, tomó las siete pruebas de embarazo, ocho si contamos la de sangre y guardandolas en su mochila se dispuso a salir hacia el encuentro que él ya había programado. Quería coordinar todo cuánto antes para poder buscar a Mew, él en serio lo había extrañado demasiado y se había sentido tan mal de estarlo evitando y ocultandole la verdad, pero tenía miedo de que esto no fuese lo que Mew quería.
Exactamente treinta minutos después se encontraban todos en casa de Bae Yong-Joon, él por supuesto no se encontraba ahí, únicamente Zigor que tenía este como su día libre.
Al llegar a la casa de ambos mayores, Gulf sintió que el mundo realmente no estaba a su favor en cuanto divisó a Jin y Jimin junto con los chicos. No se suponía que debía ser así.
—Gulf, por fin llegas —dijo Zigor.
—Mm, lamento la tardanza —Miró con rostro cuestionante a ambos amigos.
—Estabamos en la casa de Kim cuando tú escribiste, los chicos estaban con nosotros —explicó Yoongi de inmediato.
—Mew no está con nosotros, si eso es lo que te preocupa —dijo Jin. Gulf sabía de sobra que ambos amigos de Mew estaban molestos con él porque había evitado al chico tan descaradamente.
—Sí, está en su trabajo de medio tiempo. —agregó Jimin.
—Gulf, ¿pueden quedarse? Sabes que son nuestros amigos también.
—Está bien, pero, el caso es que... —Mordió su labio con un poco de frustración —no sé si ellos querrán ayudarme con esto.
—¿A qué te refieres? — Jin fue el primero en cuestionar.
—¿Es sobre Mew? —preguntó Jimin —¡¿Planeas dejarlo?! ¡¿Es por eso que lo has estado evitando tan cruelmente estas dos semanas?!
—¿Q-qué? ¡No, no, no! ¡Por supuesto que no voy a dejarlo! Jamás lo haría —La expresión en los demás se suavizó ante sus palabras. —Precisamente estoy aquí para hacerles saber la razón del por qué lo he estado evitando. — Todos fruncieron el ceño.
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—Aquí tienen — Zigor les sirvió un vaso de limonada a cada uno.
Hace unos minutos habían entrado a la casa y se habían reunido en la sala. Yoongi, Jimin, Namjoon y Jin se encontraban en el sofá para cuatro personas, mientras que Zigor se encontraba en el sofá individual al costado de los chicos, finalmente Gulf se encontraba también en un sofá individual, pero frente a todos.
—¿Y bien? — Desde que llegaron esta era la primera vez que Yoongi hablaba. Gulf sintió su corazón latir más acelerado de lo normal, podría ser similar a como lo hizo aquella ocasión hace casi tres años cuando volvía a Bangkok.
Llevó su mano a su vientre y cerró sus ojos suplicando fuerzas. Los chicos notaron ese gesto pero simplemente le restaron importancia, pensando que a Gulf posiblemente le dolía el estómago o algo así. Zigor incluso estaba considerando darle una de las pildoras que consiguió para los dolores estomacales de Bae Yong.
—Y-yo... — Su sudor era frío, su cuerpo entero se sentía frío en realidad.
—¿Estás enfermo? —indagó Jin. Gulf negó.
—Yo voy a ser padre —soltó, de forma rápida, todos se quedaron atónitos.
—¡¿Qué?! —dijeron al unisono.
—¿Tú engañaste a Mew? —preguntó Yoongi.
—¡¿Qué?! No, por supuesto que no. Jamás.
—¿Entonces como carajos nos dices que serás padre si no has engañado a Mew? — Jimin habló esta vez, con la furia desbordando de cada una de sus palabras. Gulf soltó un pesado y frustrado suspiro.
—Ok, otra vez. —Suspiró, guardando a propósito un suspensivo silencio. —Mew y yo vamos a ser padres... —Sonrió —estoy embarazado. — Jin soltó el vaso de jugo entre sus manos, Jimin casi se atraganta con agua invisible, NamJoon se reinició por un momento y a Zigor incluso le salió el jugo por la nariz. Yoongi únicamente frunció el ceño.
—¿Q-qué? —balbuceó el pelimenta. —¿Cómo es posible?
—¡¿Eres doncel?! —preguntaron los otros cuatro al mismo tiempo. Gulf sonrió y asintió. Tomando la mochila comenzó a sacar las pruebas de embarazo y a colocarlas en la mesa. Cada uno tomo una, Zigor tomó la de sangre.
—Lo supe hace dos semanas, bueno, dos semanas después de haber llevado a Mew al médico, exactamente el día de su cumpleaños —Le dijo a Zigor.
—¿Y por qué no dijiste nada? —cuestionó el mayor de todos.
—Porque quería estar seguro y... además, tenía... —Se detuvo y soltó un largo suspiro —tengo miedo de la reacción de Mew, de que él no quiera esto y-- —Sus ojos se llenaron de lágrimas.
—Oh, Gulf, ¿cómo puedes pensar eso? —dijo Zigor. —Estoy seguro que Mew estará felíz por esta noticia, él va a volverse loco.
—Estoy de acuerdo, —apoyó Jin —no tienes idea de cómo han sido sus últimos días sin verte y abrazarte, ha llorado por cada rincón de la universidad y ha hecho berrinches en todas las cafeterías a las que hemos ido. — Gulf sonrió con ternura y pesar a la vez. Realmente había extrañado demasiado a Mew.
—¿Escuchaste eso, bebé? Tu padre nos ha extrañado mucho —Le habló a su vientre, todos los demás sintieron una extraña ternura al contemplar esa acción, los ojos de Jin incluso se cristalizaron, pero no iba a aceptar que estaba quizás hasta demasiado felíz por aquella noticia.
—Él lo hace —dijo en cambio —. Felicidades, Kanawut. Esto sin duda es una extraordinaria noticia. — El moreno incluso se sorprendió ante el tirón que le dió el ojiverde para luego cubrirlo en un abrazo y palmear su espalda.
—Gracias, Jin —correspondió, mucho más sensible de lo que resultaba normal, por ello no pudo evitar llorar.
Uno a uno se fueron acercando para abrazarlo y felicitarlo, dejándoles saber que la llegada del futuro bebé Suppasit Kanawut sería la más esperada y la criatura amada por absolutamente todos.
—¿Y cómo planeas decírselo a Mew? —preguntó Yoongi, limpiando sus lágrimas. Sí, incluso el amargadito limón había llorado, Jimin se encontraba consolandolo.
—Precisamente para eso necesito... —guardó silencio—necesitamos su ayuda —dijo, tocando su vientre.
—Cuenta con ello —respondió NamJoon, —haremos exactamente lo que nos indiques, Kana. —Sonrió. Todos los demás asintieron.
—Bien, debemos apresurarnos porque quiero que sea cuánto antes. O sea, mañana. Zigor, no puedes decirle nada al alcaide aún, por favor.
—De acuerdo —respondió seguro.
—¿Y entonces? ¿Cuál es el plan? —preguntó Jin.
Gulf se acercó se inclinó un poco hacia ellos y ellos hicieron lo mismo, de inmediato Kanawut comenzó a relatar el que a su criterio era el plan perfecto para darle a Mew la notícia.
Horas después todo había quedado claro y cada quien había tomado su rol y papel. Cuando la hora de volver se llegó para Gulf, todos se ofrecieron a ir con él diciendo que algo malo podía pasarle en el camino a él y al bebé, así que no aceptaron un no por respuesta y los cinco llevaron a Gulf hasta la puerta de su casa, haciendo reír a Malaí por el cuidado y cariño que todos tenían con su hijo.
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Al día siguiente Mew se encontraba en su habitación, era fin de semana y por fin podría ver a Gulf. Por supuesto, si este no era otro sábado en el que el pelinegro le cancelara las salidas con la excusa de que tiene mucho trabajo que hacer. Había llamado innumerables veces a su novio, pero en ningún momento obtuvo respuesta. Las inseguridades y temores lo iban consumiendo cada vez más.
¿Y si ya no era suficiente para Gulf?
¿Y si su adorado chico ya se había cansado de él o de lo patético que era?
Inevitablemente una lágrima bajó por su mejilla, llevándose consigo los ánimos de salir en ese día. No molestaría más a Gulf y simplemente permanecería encerrado todo el día. Abrazó con todas sus fuerzas su almohada y aunque ahogó un sollozo, una lágrima bajando por su mejilla no pudo ser evitada.
—¿Mew? Hijo, ¿estás despierto? — Inmediatamente sorbió su nariz, limpió el rastro de sus lágrimas y se incorporó en la cama para responder a su padre.
—Lo estoy, pasa —Suspiró.
—Cariño, te he traído el desayuno —Anunció Bae, sonriente como siempre y vistiendo su pijama gris de seda.
—Gracias, papá — Bae no pudo evitar sonreír, pues cada una de las ocasiones en que Mew lo llamaba de esa forma era inevitable no sentir una emoción recorrer cada célula de su cuerpo. —¿Tú lo hiciste?
—No, fue Zigor. Únicamente el café es mi obra —Rió. —Por cierto, ¿estás listo para hoy? —Mew frunció el ceño, deteniendo en el aire el tenedor con un trozo de panqueque.
—¿A qué te refieres? ¿Qué hay hoy? — Esta vez el sorprendido fue Bae.
—¿Zigor no te lo dijo? — El peliazul negó —Pues dejó una nota diciendo que pasaría por nosotros a las 10.
—Papá, ¿y si me disculpas con él? Verdaderamente no tengo ánimos de salir — Hizo un puchero.
—Oh, Mew. ¿Eso quiere decir que aún no hablas con Gulf? — El completo silencio de su hijo le dió la respuesta. —Hijo...
Bae Yong planeaba decir algo más, pero en realidad ni siquiera él podía comprender la razón por la cual Gulf había evitado a Mew las dos últimas semanas. Siempre era él quien buscaba a Mew a la salida del trabajo, de la universidad y de su casa, pero había dejado de hacerlo sin razón alguna. Ni siquiera contestaba sus llamadas. Bae Yong conocía perfectamente que Gulf era un chico con la suficientemente madurez como para hablar directamente en el caso de que sus sentimientos hacia su hijo ya se hubiesen agotado, entonces, por esa razón era aún más difícil comprender lo que sucedía o pedirle a su hijo que no dudara.
Después de todo, Mew era una persona insegura. Su vida entera se trató de su hermano haciendole creer que cualquiera podría cansarse de él en cuestión de tiempo, y aunque Mew había pasado la etapa de maltrato, su corazón aún continuaba en el proceso de sanación. No dudada de Gulf, dudaba de él mismo, de sus capacidades y de que su autenticidad fuera lo suficiente como para mantener a una persona a su lado.
Dudaba de ser lo suficiente para mantener a Gulf a su lado.
Bae se limitó a acariciar con suavidad el hombro de su hijo, pasando de este al cabello recién retocado en azúl. Mew se sentía en libertad con su padre. Ya no más miedo al rechazo, ya no más miedo a la desconfianza o al no saber qué decir, con Bae Yong y con Zigor él vivía en completa libertad tanto de sus emociones como de sus acciones. Ese era uno de los factores que más influía en el cambio que había desarrollado y en el proceso de sanación que llevaba día tras día.
—¡Llegué! Díganme por favor que mis dos amores de la vida, ya se encuentran listos para partir. — Mamá Zigor _como Mew y Bae solían llamarlo a veces para molestarlo_ llegó eufórico a la habitación de su hijo, deteniendo en seco sus movimientos y su algarabía al encontrarse con sus dos chicos aún en pijama y uno sin siquiera haber salido de la cama.
—...
—...
—¡¿Que les pasa?! —Caminó hacia la cama de Mew y de un tirón le retiró las cobijas —Les dije perfectamente que pasaría por ustedes a las 10. — Llevó ambas manos a los costados de su cintura.
—Pero son las 9:30, amor —Bae fue el primero en hablar.
—Son las 10:30, Bae Yong — Ambos parientes parpadearon sorprendidos, Bae mirando por fin su reloj y Mew lanzando su cuerpo sobre la cama para alcanzar su teléfono y darse cuenta de que efectivamente eran las 10:30.
—¡Voy a cambiarme! —Anunció Bae, dejando únicamente el aire de sus palabras al correr tan rápido hacia su propia habitación.
—¡También yo! — Esta vez fue Mew quien casi se parte el tobillo al saltar de la cama y correr hacia el baño, incluso olvidando por completo que hace apenas unos segundos tenía cero ganas de salir.
Zigor sonrió complacido ante la obediencia de sus dos chicos favoritos, y con una sonrisa victoriosa adornando su apuesto rostro, sacó su celular y texteó felizmente el siguiente mensaje:
“Logré sacarlo de la cama, estaremos listos en minutos.”
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Al cabo de exactamente veinte minutos los tres se encontraban frente a la casa, Mew y Bae esperando que Zigor les hiciera saber a dónde irían o a qué se debía que actuara con tanta insistencia para sacarlos de casa en pleno sábado por la mañana.
—¿Y bien? ¿Qué planeas, cariño? — Fue Bae quien decidió preguntar. Zigor sonrió emocionado, mostrando que había estado esperando mucho tiempo para que alguno de los dos hiciera esa pregunta.
—Bien, estoy tan emocionado por ser parte de esto —Sonrió labial y felíz.
Sin esperar más tiempo sacó una página doblada en cuatro y se la entregó a Mew, era una especie de mapa del tesoro, de un color marrón pálido, con cuatro puntos marcados y el camino señalado con líneas. El peliazul lo tomó con ambas manos y lo extendió, sin entender nada. Miró a Zigor con expresión interrogante, pero luego continuó con la nota en su mano.
“Amor, sé que en este momento debes estar resentido conmigo por desaparecer, pero... ¿podrías jugar conmigo ahora? Prometo que al finalizar te daré la mejor de las recompensas, mi preciosa ave fénix.
Te espera con ansias: tu Gulf."
—Oh, Gulf —titubeó, a la misma vez que sonrió extasiado y de inmediato volvió al mapa en sus manos, recorrió cada parte de este observando con determinación. El mapa estaba decorado con la que era su mayor fascinación antes de conocer a Gulf: el universo y las constelaciones. Diversas estrellas se detallaban en el, junto a un patrón similar a la alineación de los planetas, los cuatro puntos marcados llevaban su debida pista de referencia.
[Les dejo aquí una fotito para que no deban imaginarlo. Yo lo creé, espero que les guste.]
La bocina de un auto sacó a Mew de su ensoñación y emoción. Al levantar su rostro observó a sus dos padres en el interior del auto de Bae Yong, mientras que Zigor iba en los asientos de atrás, ambos lo miraban con emoción y una felicidad compartida. Zigor le señaló el asiento del copiloto y dijo:
—¿Y bien? ¿A dónde vamos primero? — Mew volvió a sonreír felíz y dichoso, a este punto sus mejillas incluso dolían un poco debido a sonreír con frecuencia luego de dos semanas en las que no pudo hacer más que estar triste.
Lleno de euforia y adrenalina por completar este juego y poder tener a su amado de nuevo entre sus brazos, miró el mapa una vez y su cerebro de nerd y ratón de biblioteca le ayudó a encontrar el que sería el punto de partida tanto en el mapa, como el lugar al que deberían ir.
—¡A la casa de Gulf! — Al finalizar no esperó más tiempo y corrió hacia el auto.
—¡Yendo a la casa de Gulf! —canturreó Bae Yong. Encendiendo el auto de inmediato y sonriendo agradecido a su pareja mediante el espejo retrovisor.
Durante todo este tiempo, e incluso antes de, Zigor le había demostrado que tanto la felicidad de él, sería la suya, y así como a Bae Yong le hacía felíz observar a Mew felíz, a Zigor también. El hombre jamás había dudado de nada cuando de hacer feliz a Mew se tratase, y hoy con más certeza Bae Yong podía estar completa e infinitamente seguro de que darle esa oportunidad a Zigor había sido la mejor decisión que pudo tomar.
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El auto estacionó frente a la casa de Gulf, de inmediato Mew se bajó de este y corrió a tocar la puerta con una mezcla de sentimientos en su corazón. Se moría lentamente por ver a Gulf de nuevo, por abrazarlo y besarlo. Cada segundo que pasaba de pie frente a esa puerta parecía una eternidad ante la ansiedad e impaciencia que lo agobiaba. Sintió su corazón gravitar al momento en que la chapa de la puerta fue movida y la puerta era abierta lentamente.
—¡Mew, que gusto verte! —saludó Malaí, el peliazul sonrió felíz al verla y no dudó un segundo en saltar hacia ella y abrazarla. —¡Ouh! — Aunque la tomó por sorpresa, Malaí sabía de sobra que su yerno era alguien bastante cariñoso con ella, así que dichosa correspondió el abrazo.
—También me alegra mucho verla —Le dió el último apretujon.
—Aquí tienes — Le entregó otra nota —, es por lo que has venido. — Acariciando la mejilla de Mew le dedicó una sincera y profunda sonrisa, una que a su vez llevaba una gratitud silenciosa, pero que Malaí no dudó en hacerla audible —Gracias, Mew, gracias por hacer felíz a mi hijo. — Ninguno fue capaz de evitar que sus ojos se cristalizaran ante lo dicho. —Tú eres lo que tanto le hacía falta a su vida, gracias por llegar y salvarlo. —Mew sollozó.
—Gracias a usted por hacer posible su existencia, gracias porque él me salvó. — Malaí sonrió dichosa.
—Anda, ve con él. — Esta vez fue ella quien se acercó a él y lo envolvió en un abrazo.
—Gracias —musitó el peliazul antes de correr de nuevo hacia el auto, dándole una última mirada a la mayor antes de emprender nuevamente su camino.
—¿Todo bien? —cuestionó Bae de inmediato al notar el rastro de lágrimas en los ojos de su cachorro.
—Más que bien —respondió el menor. Extendió la nota en color fucsia que Malaí le entregó, en esta ocasión la nota decía lo siguiente.
“Muy bien, amor, lo lograste. Ahora déjame darte otra pista, seguramente ya leíste el siguiente punto en el mapa, bueno, porque te amo te daré una ayuda más. Se supone que ese día tan solo debía llevarte, no espiarte.
Cada vez más cerca de tí.
Te amo.”
El peliazul sonrió ampliamente, leyó el segundo punto en el mapa y mirando a su padre, dijo: —La universidad, el siguiente lugar es la universidad. — Bae Yong obedeció y enseguida emprendieron camino hacia la universidad.
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Gracias al auto de Bae no tardaron demasiado en llegar a la universidad, Mew frunció el ceño al observar desde la ventana del auto a Jin y NamJoon esperando frente a la universidad. Al momento en que Bae apagó el motor ambos chicos se acercaron a él, siendo Jin quien tomó la palabra.
—¿Jinnie?
—Ten —Le entregó una nota esta vez en color amarillo pálido. Mew lo observó con dulzura y sin necesidad de palabras expresó la sorpresa que era para él descubrirlo participando en esto. —Sé muy felíz, mi galán...—Ambos compartieron una dulce sonrisa —te lo mereces. Ve con él. —Palmeó el hombro ajeno.
—Gracias, Jinnie. Te quiero,... verdaderamente te quiero demasiado. —Jim sonrió felíz y complacido.
—Mm. Lo sé.
Siendo concientes que no se necesitaban más palabras, Bae Yong y Zigor se despidieron de los chicos y emprendieron camino nuevamente. Mew no había visto la siguiente parada en el mapa, decidió esta vez leer la nota primero.
“Segunda parada y, ¡lo lograste, amor! Me llena de dicha saber que recuerdas cada uno de nuestros lugares.
¿Ansioso por saber lo siguiente que te espera? Espero que sí ;)
La siguiente pista es: no fue posible realizarla al principio de nuestra relación, pero así como nuestro amor pudo lograr todo, nosotros también logramos esperar casi tres años para hacerlo realidad.
¿Recuerdas lo que es?”
Sin necesidad de ver el mapa Mew ya conocía la respuesta a eso. Justamente tres meses después del día en que todo por fin acabó, el peliazul había organizado una cita para su chico, la que vendría siendo en realidad su primera cita. Aunque su amor había iniciado dos años y medio atrás, ellos no habían tenido la oportunidad de disfrutarlo como cualquier otra pareja normal hubiera podido hacerlo, no habían podido tener momentos de fotografías juntos, paseos, viajes, ni siquiera su primera cita.
Por ello, Mew encontró perfecto darle a su chico la que sería la primera cita de todas, la primera de muchas que planeaba obsequiarle. Sus ojos acuosos se curvaron en lunas al sonreír con melancolía, ojeando el mapa y leyendo "nuestra primera cita" supo que estaba en lo correcto.
—Al centro comercial — Esta vez fue Zigor quien indicó el camino, Bae Yong asintió felíz.
Ambos conocían de esa primera cita de sus niños debido a que Mew no había parado de hablar de ella por semanas, relatando lo felíz que fue al caminar por todo el centro comercial mientras sujetaba la cálida mano de su chico, o lo lindo que fue ir a una heladería, panadería y hasta floristería, sin temer a que su hermano en cualquier momento pudiera aparecer y arruinar su momento. Sin tener que restringirse a sí mismo o temer que Gulf fuese a apartarse de su lado. Mew no podía olvidar lo demasiado hermoso que fue hacer cosas tontas de pareja y clichés con Gulf.
Porque cuando amas a alguien con todo el corazón, hasta el cliché más estúpido es lo más emocionante del mundo.
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Al llegar al centro comercial no sabía a dónde exactamente debería dirigirse, pues tal cual como lo recordó minutos antes, aquel día habían visitado muchos lugares en cuestión de horas. Bajó del auto con el mapa en una de sus manos y la nota en la otra. Se detuvo frente al centro comercial y cerró sus ojos recordando aquel día.
Al lugar al que habían ido primero fue a una joyería que mostraba bellezas echas de plata y oro, pero su corazón no le dictaba que ese fuera el lugar correcto en donde debería estar la siguiente pista. Emprendió camino sin un rumbo fijo por el momento, repasando cada lugar en su mente, de pronto su cerebro se iluminó al recordar que aquel día también habían tomado unos minutos para jugar en la máquina traga monedas debido a que Gulf quería un peluche que tenía en ella.
Al principio fue difícil lograr conseguirlo, pero después de casi ocho intentos Mew pudo darle a Gulf el ansiado peluche. Gulf había dicho ese día que nada se comparaba a esa sensación, que ni el regalo más caro del mundo podría compararse a algo que se regalaba con amor, no importaba el valor monetario o el tamaño, importaba el sentimiento que llevaba consigo.
Guiado por su corazonada corrió hacia la heladería que habían visitado dicho día, y tal cual como lo recordaba, a un costado se encontraba la máquina de peluches, y a un costado de ella se encontraba su otro amigo, su otro pilar y motivación.
—¡Jimin! — Corrió con más entusiasmo.
—¡Aquí, Mew! ¡Aquí! — El más bajito empezó a dar saltitos llenos de emoción. —¡Toma, toma! — Al momento en que Mew se detuvo junto a él, Jimin de inmediato le entregó la que sería la última nota en este juego, a diferencia de las demás esta era una nota en un color púrpura lila.
—Gracias — El peliazul no dudó en abrazar a su amigo y correr de vuelta al auto.
Jimin y Yoongi sonrieron al observarlo, el más bajito no pudo evitar llorar al entender que su amigo se dirigía a descubrir la que sería posiblemente la noticia más hermosa de su vida. Ese chico que hace casi tres años llegó a aquel centro disciplinario lleno de miedos, de dudas, resignado a una vida de maltratos y marginación, aquel chico al que tanto él como Jin lo vieron llorar lágrimas de sangre para sobrevivir, justo ahora estaba a punto de descubrir que sería padre.
Justo ahora estaba por descubrir que el destino todo cobra y nada olvida, y que por supuesto no había olvidado la deuda de felicidad que tenía con Mew, aquella que se escribió desde el momento en que Mew cumplió sus siete años y una vida llena de maltratos inició.
El destino pone a todos en el lugar en donde deben estar, eso siempre ha sido cierto. Mew está donde debe estar, donde debió siempre estar, ya no siendo un marginado y en su lugar siendo felíz, inmensamente felíz.
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Al llegar al auto Mew ingresó a este y colocando de inmediato su cinturón abrió la nota. A diferencia de las primeras tres, esta estaba escrita a mano, con la caligrafía de Gulf.
“Ese es mi chico inteligente, ¡lo lograste, cariño! Lo sabía. Muy bien, amor, solo nos queda una más, pero esta vez no hay pistas, solo sigue tu corazón y él te dará la respuesta.
Apresúrate, estoy ansioso por verte.”
—¿Qué? ¿Ninguna pista, en serio, Gulf?
—¡Bae! La búsqueda es para él, no para tí —regañó Zigor.
Mew ignoró la pequeña disputa de sus padres y tomó el mapa en sus manos, habiendo marcado con una X los lugares ya descubiertos, observó el último punto. Leyendo la pista del mapa suspiró, no era un suspiro triste ni lleno de decepción, era uno de concentración.
Cerró sus ojos y se recostó en el asiento del copiloto, olvidando por completo el exterior, la algarabía del lugar, tan solo quería escuchar a su corazón y que este le llevase la respuesta en cada uno de sus latidos. Aunque el lugar en que todo inició había sido la casa de Gulf, sabía perfectamente que no era ese precisamente su lugar, el lugar que llevaba grabados sus nombres y su historia.
Inhalando lentamente repasó en su mente cada uno de los momentos junto a Gulf, que se presentaban en cada uno de los latidos de su propio corazón, el lugar en el que real y verdaderamente todo inició, fue en la colina.
En la colina fue la primera vez que alguien empatizó con él, en la colina fue donde él se dió cuenta de sus propios sentimientos, en la colina era el lugar soñado donde ambos habían pactado encontrarse al Mew salir de prisión, en la colina fue donde se reencontraron dos años después de la dolorosa separación y descubrieron que el tiempo solo había sido un mal chiste que no puedo borrar el amor que ambos habían pactado sin necesidad de palabras.
La colina ha sido la testigo más fiel de su amor, de sus momentos dolorosos y felices, de su separación y su reencuentro, la colina los ha visto llorar, pero también los ha visto amarse, no hay otro lugar digno de llamarse "su lugar" más que aquella colina.
Abrió sus ojos de inmediato, sintiendo en su mejilla la humedad de las lágrimas que habían sido inevitables al recordar la más dolorosa y hermosa historia.
—Es la colina —susurró.
Al cabo de la una de la tarde, Gulf se encontraba en la colina lleno de ansiedad y nerviosismo. Se había preparado lo mejor que pudo para este momento, él mismo ya no se encontraba capaz de soportar la ausencia y lejanía de Mew, él mismo quería saltar a sus brazos y aferrarse a él para jamás soltarlo nuevamente.
—Tranquilízate, hijo. Se te puede subir la presión si continúas así. —Regañó Malaí.
—Estoy de acuerdo —dijo Jin —. Él vendrá, tranquilo.
Gulf sabía que aquello era cierto, Mew probablemente estaba en camino, en camino hacia ellos, pero eso fuera de calmarlo lo ponía más ansioso, suspiró y acomodó su camisa celeste. Inclinó fugazmente su rostro, pero al subirlo sintió como todo su cuerpo se paralizó al observar el auto de Bae estacionando al frente de la colina, sintió que sus piernas se volvieron gelatinas al contemplar a Mew bajando del auto y a sus ojos de inmediato buscar los suyos.
El moreno no pudo evitar sollozar ante lo mucho que había extrañado por lo menos verlo, pero pasaran las semanas que pasaran, Mew continuaba siendo el chico más hermoso ante sus ojos, Mew continuaba siendo capaz de paralizar su corazón pero a la vez hacerlo latir eufórico, Mew continuaba causándole nerviosismo por completo, continuaba enamorandolo cada vez más.
No supo en qué momento exactamente pero el peliazul se encontraba de pie frente a él, mirándole con esos profundos ojos café, transmitiendo sin palabras ese amor y la falta inmensa que le había hecho estos últimos días.
—Llegaste... —susurró felíz. En ese momento sintió que todas sus preocupaciones fueron borradas por el peliazul, todos sus miedos e inseguridades cesaron por completo.
—Te extrañé demasiado, no vuelvas a hacerme algo como esto —le reprochó el menor. Gulf tiró de su cuello y acercándolo a él reposó su frente en la ajena.
—Perdóname, amor, perdóname. Lo siento, lo siento tanto, no volveré a alejarte de mí jamás... —Besó su frente, a este punto ni siquiera le importaba que todos sus familiares y amigos se encontraban ahí. —hay algo que debes saber, Mew.
El aludido le miró atentamente sin soltar su cintura, Gulf dió dos pasos a su costado permitiendo que la caja blanca con una enorme X en su tapa fuera visible para Mew. El peliazul le observó confundido.
—Gulf...
—Tu búsqueda finalizó, puedes encontrar tu tesoro por fin. —Sonrió, con sus ojos cristalinos y los nervios a flor de piel.
—Mi tesoro siempre has sido tú —respondió de manera espontánea y verdadera.
—Y tú el mío, pero este será el nuestro. — Todos los presentes ahogaron un sollozo ante esas palabras, Bae incluso, aunque aún no sabía lo que había dentro de aquella caja.
Obedeciendo a las palabras de Gulf, Mew se acercó con lentitud hacia la caja, sintiendo emoción ante lo desconocido, pues debía aceptar que esto era demasiado especial si Gulf se había tomado la molestia de organizar algo tan lindo y dinámico.
Con ambas manos sujetó la caja para retirar la tapa, encontrando en ella una caja más, pero de menor tamaño, era de un color grisáceo adornada con tres corazones, dos únicamente delineados y el otro rellenado en blanco, debajo de ellos se leía la palabra ¡Felicidades!, pero sobre la caja descansaba lo que parecía ser una carta, doblada en cuatro.
Mew miró con curiosidad a Gulf y a todos los presentes, quienes también lo observaban ansiosos porque leyera la carta. No perdió más tiempo y colocando la caja gris en el suelo posó toda su atención en la carta. Gulf sentía su corazón latir más rápido a medida que Mew extendía aquella carta.
El peliazul por fin terminó de extender aquel papel, sintiendo emoción, pero a la vez el ardor en sus ojos al contemplar los peculiares adornos en el papel. Con un nudo en su garganta y su corazón latiendo eufórico, comenzó a leer la carta. Al principio pensó que la carta venía de parte de Gulf, pero a medida que leía pudo descubrir que no era así.
Al finalizar de leer la carta fue inevitable que sus lágrimas brotaran cuál cascada cristalina, sus manos temblaban como reacción ante sus sollozos.
—G-Gulf... —titubeó sin voltear a verlo, al contrario, cayó de rodillas al suelo y de manera rápida abrió la pequeña caja gris, sollozando audiblemente al encontrar una prueba de embarazo, un peluche miniatura en color café y a un costado una de las tantas pruebas de embarazo que Gulf se había realizado, junto a una nota que decía: ¡Sorpresa, serás mi papá!
Mew no podía creer lo que sus ojos veían, no podía creer que esto fuera cierto. Lloró profundamente abrazando tanto la carta como la caja a su pecho.
—¿Mew? — Gulf se acercó a él.
—Dime que no es un sueño. Gulf, dime que no estoy soñando y que seremos padres. —Para él parecía demasiado irreal, Mew no podía creer que él fuese merecedor de un regalo tan maravilloso como ese, estaba tan acostumbrado a que la vida fuera siempre dura con él, que no podía creer que esto fuese realidad, era más hermoso de lo que un día pudo soñar.
—Seremos padres, amor. Seremos padres, llevo a nuestro hijo justo aquí...—Tocó su propio vientre, tomó la mano de Mew y la colocó bajo la suya —mira, tu hijo está aquí, Mew.
El peliazul no pudo contenerse más y levantó a Gulf del suelo, lo abrazó de manera única y especial mientras que no paraba de agradecerle por darle un hijo. Al regresarlo al suelo no dudó ni un segundo en besarlo y hacerle saber que esta noticia lo había vuelto el hombre más feliz del mundo.
—¡Gracias, gracias, gracias! —Escondió su rostro en el cuello ajeno —No sabes lo felíz que soy, jamás pensé que me darías un regalo como este... —dijo, envuelto en llanto, con voz quebrada por la emoción y el llanto incesante.
—Para ser sincero, tampoco lo sabía. Lo descubrí cuando volvimos de nuestras vacaciones, me distancié porque quería estar seguro, porque temía que esto no fuera lo que tú querías y-- — Mew llevó su dedo indice a los labios de Gulf, luego de besar su frente, dijo:
—Tú siempre serás lo que yo más querré —El moreno sollozó y esta vez él lo envolvió en un abrazo —, gracias por regalarme felicidad, Gulf. Tú y nuestro hijo siempre serán lo mejor que le pudo pasar a mi vida. Gracias por existir, gracias...
A este punto incluso todos los presentes lloraban, Bae Yong no podía creer que sería abuelo. Pero estaba seguro de que sería el mejor abuelo que podría existir y protegería tanto a su hijo como a su nieto lo mejor que pudiera, se encargaría de darles todo el amor que hay en su corazón, y así mismo toda la protección.
Uno a uno comenzaron a acercarse a la pareja para dar sus felicitaciones, la colina se encontraba llena de todas aquellas personas que de una forma u otra habían aportado su granito de arena para que tanto Mew y Gulf se encontraran hoy aquí.
Mew terminó de sacar el contenido de la caja gris, dándose cuenta de que debajo el pequeño peluche había la que sería la primera pijama de su futuro bebé, sonrió felíz y aún incrédulo ante la dicha que lo llenaba, al levantar la pijama se dió cuenta que al fondo de la caja descansaba una notita más, en ese momento Gulf se acercó a él y lo abrazó por la espalda, recargando su mentón en el hombro del peliazul.
Luego de sonreírle y besar su mejilla, Mew tomó la nota y la alzó a la altura de sus ojos para leer.
Y él, no pudo ser más felíz.
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AAAAAAAAAAAAAAAAHHH, ¡¿qué les pareció?!
Espero verdaderamente que les haya gustado tanto como a mí, debo confesarles que no sé si se debe a que llevo casi un año sin escribir, pero realmente ahorita todo lo que escribo me da inseguridad. Borré y reescribí este capítulo tantas veces como no se lo pueden imaginar, al final este resultado fue el que más me gustó.
Les doy gracias a las dos personitas (no recuerdo sus usuarios 🥲) que me dieron ideas para lo de la noticia a Mew, recuerdo que una me dijo que podía hacer una especie de búsqueda del tesoro, y otra me dijo que podía hacer una carta para Mew que viniera de parte de su bebé, me encantaron ambas ¡así que mezclé las dos! 😍
Gracias por la paciencia que me han tenido, en realidad no saben cuánto se los agradezco. Todo ha sido demasiado difícil para mí, pero aquí sigo haciendo el esfuerzo para no dejar morir esto y para no dejarlos a ustedes. Pensaba en no subir esta parte ahora, pero dado a que ayer los emocioné falsamente, ahora sí les dejo la segunda parte.
Espero como siempre, leer sus comentarios y sus opiniones al respecto, quiero saber si les gustó la forma en que Gulf se lo hizo saber a Mew, o si le hubieran cambiado algo, hehe. Estaré atenta a leerlos a todos y cada uno de ustedes porque los he extrañado mucho.
Bye, mis Feeniks.
PD: Tengo preparados unos edits de Gulfito 🤰 para el otro cap 👀🙊, que me muero por mostrárselos, pero tocará esperar muejeji.🤭
¡Nos leemos!
—Jeff_Suppasit.
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