Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

23: La caída del linaje Terry.

Conforme los días otoñales avanzaban, el aire se volvía cada vez más fresco y el viento susurraba indicios del inminente invierno. Las hojas doradas y rojizas caían lentamente de los árboles, creando una alfombra crujiente sobre el suelo. El cielo se volvía grisáceo y las mañanas se despertaban envueltas en una ligera neblina, que desaparecía gradualmente a medida que el sol ascendía en el horizonte.

Los atardeceres eran bañados por tonalidades cálidas y anaranjadas, mientras que las noches se volvían más largas y silenciosas. Las chimeneas de las casas comenzaban a humear, proporcionando calidez y confort en contraste con el aire gélido que se filtraba en el exterior.

La gente, consciente del cambio estacional, comenzaba a abrigarse con suéteres y chaquetas, y las calles se veían salpicadas de sombreros y bufandas. Los parques y jardines, una vez repletos de actividad y risas, se volvían más tranquilos y serenos, invitando a paseos reflexivos entre los árboles despojados de sus hojas.

Frank regulaba el termostato mientras Celio se preparaba para salir a la universidad. Ambos se miraron y en los ojos de Frank se reflejaba un brillo peculiar. Estaba inquieto por los planes retorcidos de Celio, y este lo entendía. Después de todo, sus planes no eran precisamente buenos.

La oposición de Frank a los planes de Celio era evidente, pero Celio no esperaba que lo entendiera. Aunque estaba bien, al menos eso creía el pelinegro.

—¿Estás seguro de lo que quieres hacer? —preguntó Frank con voz tranquila. Sus ojos celestes estaban llenos de inquietud mientras jugueteaba con los cordones de su sudadera.

—Lo estoy, ¿de acuerdo? —respondió Celio con determinación en su voz. Se encontró con la mirada de Frank, tratando de transmitir su convicción. Había un atisbo de vulnerabilidad en sus ojos, pero no quería que Frank lo viera. Había tomado una decisión y creía en el camino que había elegido.

Frank suspiró suavemente, dándose cuenta de que sus palabras no cambiarían la decisión de Celio. Le importaba mucho Celio y quería protegerlo de cualquier daño, pero también entendía que Celio tenía sus propias razones y motivaciones.

—Está bien —finalmente cedió Frank, su voz cargada de preocupación—. Solo prométeme que serás cuidadoso y que no dejarás que las cosas se salgan de control.

Celio asintió, una mezcla de determinación y aprensión en su expresión. Apreciaba la preocupación de Frank, aunque no estuvieran de acuerdo en este asunto. En lo más profundo de su ser, Celio sabía que Frank estaba allí para él, dispuesto a apoyarlo independientemente de las decisiones que tomara.

Los árboles que adornaban con su sutil belleza el campus universitario estaban vestidos de tonalidades naranjas, manchados por la tenue luz de aquel día nublado. Parecían delicados, pero a la vez elegantes e imponentes, erguidos en su grandeza.

Celio caminaba por el campus en compañía de Frank, quien mostraba una leve tranquilidad en su semblante. Sin embargo, el deseo de justicia poética para satisfacer el refinado paladar de los Briand aún ardía en el interior del duque. Una sonrisa se dibujó en su rostro mientras continuaban su camino hacia la facultad de Imperialismo.

El edificio era imponente, desprendía una arquitectura que imponía respeto a todo aquel que osara contemplarlo. Era majestuoso y exudaba un aura de realeza y elegancia que no podía compararse con ningún otro edificio del campus. Sus columnas, revestidas en un blanco sólido, y sus puertas de madera oscura y maciza, lo convertían en una verdadera obra de arte.

La presencia del edificio parecía recordarle a Celio su linaje y las responsabilidades que conllevaba. Era un lugar donde la historia se respiraba en cada rincón, y él, como heredero de los Briand, estaba destinado a dejar su huella en ese prestigioso entorno académico.

Frank no podía apartar la vista del lugar. Aunque ya llevaba un tiempo en la universidad, su facultad seguía impresionándolo como el primer día. Celio, por su parte, se dirigió directamente al aula donde se encontraría con Pete Terry. Al entrar, ambos lucían rostros serios y determinados.

Pete, que conversaba con algunos compañeros, se sorprendió al percatarse de su presencia. No esperaba que Celio se atreviera a buscarlo, sobre todo después de lo ocurrido aquella noche. Los vestigios de la pelea aún se notaban en el pálido rostro de Celio. Los demás alumnos los observaban con curiosidad, ya que era inusual que estudiantes de cursos inferiores fueran a las aulas de grados superiores. Además, los moretones en el rostro de Celio no pasaban desapercibidos. Aunque aún no eran las nueve de la mañana, el día ya se había vuelto sumamente interesante.

—¿Ese es el duque Briand? —murmuró una chica desde el fondo del aula.

—¿Qué le pasó en el rostro? —susurró un chico— ¿Viste con quién está? Es Guess...

Celio soltó una risa cargada de burla y desprecio, tomó rápidamente una silla y se sentó con comodidad. Las miradas curiosas no podían siquiera imaginar lo que estaba por suceder, y mucho menos Pete Terry.

—Buenos días a todos —habló Celio, esbozando una sonrisa elegante pero siniestra—. Hoy tengo cuentas pendientes con uno de sus queridos compañeros, ¿no es así, Terry?

Todos los ojos se dirigieron al rubio, quien no supo cómo reaccionar. Abrió la boca y luego la cerró, sin atreverse a decir algo que Celio pudiera utilizar en su contra. En ese momento, lo más importante era mantenerse lo más relajado posible, pero la mirada penetrante del pelinegro no lo dejaba en paz. Era como sentirse atrapado por una Boa constrictora, que esperaba pacientemente el momento oportuno para destrozarlo.

Celio miró fijamente a Pete Terry, con una mezcla de satisfacción y desprecio en su mirada. Sabía que había llegado el momento de revelar todas las malas jugadas del rubio, una tras otra. Se levantó de su silla y comenzó a hablar con voz firme y decidida, captando la atención de todos en el aula.

—Queridos compañeros, permítanme contarles la verdadera historia detrás de Pete Terry —comenzó Celio, mientras las miradas curiosas se centraban en él—. Este individuo, respaldado por su apellido y su familia, ha estado llevando a cabo una serie de acciones despreciables que han afectado a muchos de ustedes.

Uno a uno, Celio fue revelando los actos de Pete, destapando su comportamiento abusivo y manipulador. Habló de las veces en las que había acosado y maltratado gravemente a sus compañeros, haciendo sus vidas un infierno. Detalló cómo había utilizado su influencia y estatus para someter a otros estudiantes, aprovechándose de su posición privilegiada.

—Y no solo eso —continuó Celio, con una expresión de determinación en su rostro—. Pete Terry ha sido responsable de falsas acusaciones hacia personas inocentes, solo para mantener su siniestro juego y proteger su propio nombre. Ha arruinado la reputación de quienes no estaban dispuestos a participar en sus actos deshonestos.

A medida que Celio exponía cada una de las malas acciones de Pete, el ambiente en el aula se volvía cada vez más tenso. Algunos estudiantes se miraban entre sí, sorprendidos por las revelaciones, mientras que otros asentían, reconociendo haber sido víctimas de las manipulaciones de Pete.

Celio no se detuvo. Siguió desentrañando las artimañas de Pete, desvelando los hilos que le permitían escapar de los escándalos gracias al apoyo de su familia. Explicó cómo habían utilizado su apellido y conexiones para encubrir sus fechorías, evitando que las consecuencias reales recaigan sobre él.

—Ya basta de permitir que personas como Pete Terry sigan dañando a nuestra comunidad universitaria —declaró Celio con determinación—. Es hora de enfrentar las consecuencias de sus acciones y poner fin a esta impunidad. Ningún apellido o estatus social debería ser escudo para el maltrato y la manipulación.

El aula quedó en silencio, asimilando la revelación de Celio. Las miradas se dirigieron nuevamente a Pete, cuyo semblante había perdido toda su arrogancia. Era evidente que sus malas acciones habían sido expuestas y que no podría escapar de las repercusiones.

Celio había logrado destapar cada una de las malas jugadas de Pete Terry, revelando su verdadera naturaleza y su abuso de poder. Ahora, era el momento de que la justicia prevaleciera y aquellos que habían sido afectados por las acciones del rubio pudieran encontrar el apoyo y la reparación que merecían.

—¡Tú tampoco te librarás de esto, Briand! —exasperó Terry y mostró un semblante puramente desesperado. Aquella expresión era lo que quería Celio, verlo de esa forma, tan acorralado y sin salidas... era sumamente satisfactorio—. ¡Tu precioso apellido no te salvará de lo que te hará mi familia por esto!

—Deja de ladrar, hasta un perro lo hace mejor —escupió Celio—. Aparte, ¿qué podrá hacer tu familia en contra de él? —inquirió mientras señalaba a Frank. 

Está interesante la cosa juasjuas. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro