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14: Gritos, culpa y decisiones.

Beth y Celio se encontraban sentados en la cama, rodeados de un silencio ajeno. Celio se veía abatido, con los ojos llenos de tristeza y la culpa, pintándole el rostro con recelo exagerado. Beth, preocupada por su amigo, buscaba la manera de brindarle consuelo en ese difícil momento.

Sin decir una palabra, Beth se acercó lentamente a Celio y extendió sus brazos para abrazarlo. El abrazo era cálido y reconfortante, un gesto que transmitía su apoyo incondicional y su disposición a estar allí para él. Celio se dejó llevar por la cercanía de Beth y se aferró a ella, buscando consuelo en ese abrazo.

Durante un tiempo, permanecieron abrazados, permitiendo que las emociones fluyeran libremente. Celio dejó escapar un terrible suspiro. Beth le acariciaba suavemente la espalda, ofreciéndole un hombro en el que apoyarse. Era un momento de silencio compartido, donde las palabras no eran necesarias para expresar el apoyo y la comprensión mutua.

Beth sufrió con él, pues verlo en ese estado solo lograba destrozarle el alma. Acarició la espalda de su amigo y esperó a que se calmara, brindándole la calidez de ese momento y un silencio acogedor.

—Lo siento por gritarte, no quise hacerlo realmente —murmuró el chico, despegándose de la princesa, quien lo miró con una expresión triste en el rostro.

—Lo sé... —dijo Beth y logró sonreír con debilidad—, tampoco debí atacarte de esa forma por algo que ni siquiera existió —agregó y se acomodó en la cama, atisbando a los ojos rojos de su amigo.

Beth notó que cuando, Celio fijaba la mirada en alguien, sus ojos rojos intensos penetraban hasta lo más profundo del alma. Transmitiendo una mezcla de emociones, desde la pasión y la intensidad hasta la melancolía y la tristeza. Sus ojos eran una ventana a un mundo interno, complejo y profundo, revelando una tormenta emocional que buscaba ser comprendida.

—De todas formas, yo-

De repente, Celio tosió con fuerza y sintió como su garganta ardía debido al esfuerzo que hizo al gritar. No estaba acostumbrado a someter su voz a semejante acto, pero lo hizo y le esas eran las consecuencias. No era grave, pero le dolería durante algunos días.

Beth, del susto, se puso de pie y corrió a buscar agua. Cuando la tuvo, regresó para dársela al Duque, quien le agradeció y bebió con tranquilidad.

La voz de Celio era verdaderamente especial y destacaba por su melodiosa y, al mismo tiempo, imponente cualidad. Era un regalo divino que parecía haber sido moldeado por las manos mismas de la música. Cada nota que brotaba de sus labios era como una dulce melodía que acariciaba los oídos de quienes tenían la fortuna de escucharlo. Beth odiaría que Celio perdiera su hermoso don por esos arrebatos.

—No vuelvas a hacer eso, puedes lastimarte —advirtió la castaña, sentándose de nueva cuenta junto al pelinegro, quien asintió—. Escucha, si no quieres hablarme acerca de Frank, lo entiendo, pero, por favor, no huyas de mí. Es decir, no vuelvas a ocultar que te encuentras mal, no a mí —rogó y sus ojos azules se llenaron de lágrimas.

Celio no habló, pero le respondió con un gentil movimiento de cabeza, y la castaña sonrió.

Después de la ruptura con Frank, Celio se encontraba sumido en un mar de emociones conflictivas. Sentía una profunda frustración por no haber podido expresarse como hubiera deseado y por haber lastimado a alguien que amaba. La confusión también se apoderaba de él, ya que no entendía del todo lo que había salido mal en su relación.

Celio llevaba consigo una gran carga de culpa. Se culpaba a sí mismo por no haber sido capaz de comunicar sus sentimientos de manera efectiva y por no haber sido capaz de evitar el daño emocional a Frank. Sentía que había defraudado a la persona que amaba y que había sido responsable de su dolor.

La culpa se convertía en un peso pesado que Celio llevaba a cuestas. Le resultaba difícil perdonarse a sí mismo y liberarse de la sensación de haber fallado. Cada vez que recordaba los momentos difíciles de su relación con Frank, sentía una punzada de arrepentimiento y tristeza, deseando poder retroceder en el tiempo y hacer las cosas de manera diferente.

La autoestima de Celio se veía afectada por esta situación. Se cuestionaba su valía como pareja y se sentía inseguro acerca de sus habilidades emocionales. Deseaba haber sido capaz de expresarse de manera más clara y asertiva, y se preguntaba si alguna vez sería capaz de tener una relación sana y satisfactoria.

Además de la frustración, la confusión y la culpa, Celio experimentaba una profunda tristeza. Extrañaba a Frank y lamentaba haber perdido una conexión tan especial. Sentía un vacío en su corazón y anhelaba desesperadamente la cercanía y el amor que habían compartido.

Y cayó en cuenta de que nunca había cuestionado nada de sí mismo, mucho menos su manera de expresarse y confiar en los demás, hasta ese momento.

Los días de Frank se convirtieron en un torbellino de emociones y reflexiones. Desde el momento en que se separaron, Frank se vio inmerso en un mar de sentimientos encontrados: tristeza, arrepentimiento, confusión y soledad.

Frank experimentó una profunda sensación de pérdida. Su corazón se sintió vacío sin la presencia de Celio, y cada momento que compartieron juntos se convirtió en un recuerdo doloroso. Se preguntaba constantemente qué había salido mal y buscaba respuestas que le ayudaran a entender por qué se habían distanciado.

Los días se volvieron más difíciles para Frank. La frustración lo invadía en momentos inesperados, y se encontraba anhelando la compañía y el cariño de Celio. La soledad se hizo presente, y cada espacio vacío en su vida parecía recordarle la ausencia de su ex pareja.

Frank pasaba largas noches en vela, dando vueltas en la cama mientras repasaba los momentos compartidos con Celio. La nostalgia lo envolvía, y los recuerdos de su relación lo perseguían sin cesar. Cada canción, cada lugar y cada objeto parecían estar cargados de significado y evocaban la imagen de Celio en su mente.

El rubio suspiró y observó a la chica que tenía a su lado. Ella se mostraba risueña mientras observaba una de las copias de la llave del departamento. Aunque le pareció un poco extraño.

—¿Es de alguien más? —inquirió y señaló la pequeña llave. Frank se encogió de hombros—. ¿No?

—¿Eso importa? —cuestionó Frank y tomó a la chica para plantarle un beso. Ella no se quejó y lo rodeó con sus brazos.

Frank comenzó a salir más con sus ex parejas, buscando distracciones y momentos de diversión. Se sumergió en la vida social, asistiendo a fiestas y eventos, tratando de encontrar una sensación de pertenencia y satisfacción en medio de la multitud. Intentó mantener una actitud seria y tranquila, aunque su interior estuviese tumultuoso.

En su afán por llenar el vacío emocional, Frank también se aventuró en citas y encuentros puramente físicos. Se abrió a la posibilidad de que debía dejar ir a Celio y encontrar la satisfacción momentánea, sin embargo, nada parecía dar resultado y solo se encontró pensando en el pelinegro.

Solo tenía claro una cosa; debía dejar de pensaren Celio, a como diera lugar. 

¿Este par tiene salvación xdxd? 

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