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02: "Frank Guess".

Tiburones. Con esa palabra definía muy bien su padre a la sociedad, sobre todo, a la nobleza. Era justo decir que la gran mayoría era capaz de dar su honor por unos billetes. Todos te traicionan en cuanto le ponen un precio a tu cabeza.

Así, el pequeño Celio creció, siendo consciente de la clase de personas que lo rodeaban. Aprendió a usar eso a su favor y logró convertirse en lo que era.

—¡Celio! —lo llamó la Princesa Imperial, Beth Fox. Su cabellera larga y castaña se sacudió por la ventisca que anunciaba una tormenta—. Por fin regresas, todavía no dejamos los formularios en la oficina central —indicó mientras le enseñaba un par de carpetas.

—Sí, es verdad —contestó Celio, tenía el rostro inexpresivo como siempre—. Me topé con Guess, así que, me entretuvo un momento.

—¿Otra vez? Ese poste de luz no sabe hacer otra cosa más que molestarte. Demonios, ¿qué querrá contigo? —protestó Beth y se cruzó de brazos. El Duque se encogió de hombros.

—Vamos a dejar esos papeles. Debo regresar al colegio para ayudar a Vasiliev con el Comité —habló el pelinegro y su amiga asintió en silencio, así que, ambos emprendieron camino a la oficina central de la Universidad Imperial, Royalties, un edificio anexo al Gold and Silver Crowns, ubicado en una propiedad fuera de la ciudad.

Al graduarse, Celio sabía que quería asistir a la Universidad Royalties, así que, rápidamente, hizo que su madre lo ayudara con el papeleo. Para sorpresa de nadie, fue aceptado casi inmediatamente, pues su reputación no pudo pasar desapercibida. Le pareció grandioso. Lo mismo sucedió con Beth, Ava y Charlotte, ninguna tuvo problemas. A excepción de Frank, quien debió firmar un acta de buena conducta, de lo contrario, no sería aceptado. Celio no sabía exactamente que ponía en el acta, pero lo suponía.

Frank Guess, un Príncipe no Imperial muy llamativo por su altura y atractivo que nadie, nadie, podía negar. Era un hecho que Frank era guapo; rubio, alto, ojos celestes y rasgos definidos, además de esa aura masculina que siempre tenía a su alrededor. Muchos lo consideraban un adonis y estaba bien, era como uno, sin embargo, su carácter arruinaba todo. Bueno, muchos consideraban esa personalidad violenta y desagradable, parte de su encanto.

El rubio hacía suspirar a muchas y provocaba envidia en muchos, así funcionaba. Claro que ni los hombres se salvaban de caer en el encanto de Frank, pero, por más raro que fuera, Guess era totalmente reacio a las personas. Era frío, distante y agresivo. Se desvivía por su hermano pequeño, el dulce Jonathan Guess, un chico que era todo lo contrario a Frank; amable, gentil, bonito y risueño.

Celio conoció a Frank en su tercer año de primaria. Al Duque le llamó la atención, pero nunca se acercó a él, después de todo, era desperdicio de tiempo, siendo que el rubio solo era capaz de asistir a clases y luego irse sin pensarlo. Eventualmente, ambos coincidieron en todas sus clases, año tras año, pero nunca cruzaron palabra. Y, durante su quinto grado en la primaria, Celio conoció al pequeño que se robaba la atención de Guess, Jonathan. Frank resultó ser el hermano mayor de un ángel, o eso pensó Celio en su momento, pues, el menor era muy parecido a los seres celestiales retratados en diversas pinturas.

El Duque, en ese tiempo, comprendió el actuar de Frank, después de todo, no debía ser nada sencillo cuidar de un niño tan lindo. Y tenía razón, los otros niños molestaban con regularidad a Jonathan por su apariencia, pero Celio decía que era envidia en su máximo esplendor. ¿Quién no querría tener una apariencia angelical? Y, el pelinegro, llegó a sentir esa misma envidia, pero no por su apariencia, sino, por la atención que le dedicaba Frank. Sintió celos por primera vez y se odió por ello, pues se dio cuenta de que Frank captaba gran parte de su atención.

Al llegar a secundaria, Celio estaba convencido de que se había enamorado trágicamente. Sin embargo, intentó ignorar sus sentimientos lo más que pudo y logró hacerlo, pero era cierto que se le escapaban algunas miradas hacia el rubio, quien no se enteraba de nada.

Se enamoró de alguien totalmente ajeno a su vida, de alguien a quien jamás le interesaría y estaba bien, esa era una de las razones por las que le gustaba Frank; no reparaba en él por su apariencia tan extraña. Aprendió a no odiarse tanto por su apariencia.

Pero se volvió doloroso, así que, Celio optó por arrancar ese sentimiento, aunque fuera a la fuerza. Y lo hizo, o creyó hacerlo.

—Llegas tarde —reprendió el pelinegro al ruso, quien estaba agitado de correr.

—Sí, es que la profesora estaba hablando de los exámenes —se excusó Edgar, quitándose unos cabellos que le cayeron en el rostro. Celio lo ignoró y le entregó una carpeta—. Uh, ¿qué es?

—Bueno, ahora eres el presidente del Comité Disciplinario, así que, quédate con esos papeles. Es importante que los leas y estudies cada documento. —El rostro de Edgar se distorsionó ante lo dicho por el Duque—. Eres feo.

—Ah —soltó el ruso. Hojeó rápidamente los documentos sin prestarle atención al pelinegro. Después de todo, Celio era bueno para ignorarlo—. Bien, los leeré. Ahora tengo que-

—Y esta es la propuesta —habló Celio, entregándole un folio con varias hojas—. En el margen izquierdo están las anotaciones. Además, ahí también están los candidatos para las vacantes —explicó y señaló el folio—. Y ya tienes a uno que quiere ir a la entrevista —agregó antes de darse vuelta y marcharse sin decir más.

Edgar suspiró, era realmente complicado tratar con Celio, pero no podía distraerse ahora que tenía tantas cosas encima. Simplemente, le agradeció en silencio y se fue en busca del chico que quería formar parte del Comité.

Edgar podrá manejar eso. Pensó Celio mientras caminaba en dirección a la salida del colegio. No quería encontrarse con Frank en ese momento, pero el universo siempre estuvo en su contra. Tal parecía que el rubio debía arreglar unas cosas en el colegio y estaba por ingresar al establecimiento, hasta que vio al Duque.

—¿Todavía tienes asuntos que arreglar aquí? —preguntó Frank. Celio maldijo en voz baja y luego miró al rubio.

—Con Edgar —respondió sin mostrar expresión alguna. Guess arrugó el entrecejo y tensó la mandíbula—. ¿Qué? ¿Acaso te molesta? Por favor —bufó el Duque.

—Por alguna razón, siempre estás dando vueltas alrededor de ese imbécil —increpó el rubio.

Sí, así era. Después de años ahora, inesperadamente, se fija en mí.

Frank llevaba casi un año persiguiendo a Celio. ¿La razón? No se sabe. El Duque una vez lo notó revoloteando a su alrededor y desde entonces, no ha parado. Y se volvió peor luego de lo sucedido en el motel. ¿Le parecía extraño? Sí, pero, sobre todo, satisfactorio. Celio se dio cuenta de que podía manejar al rubio a su antojo y eso era simplemente hermoso, para él, al menos. 

EeEeEh, nuevo capítulo de este par tan random jndwencowencio. En fin, espero que les guste UwU. ¿Cuál creen que es la razón de Frank para estar detrás de nuestro Duque? Complicado el rubio, típico de rubios Xdxdxd. 

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