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Namjoon y Seokjin cumplían diecisiete años de casados.

Luego de casarse por segunda vez, decidieron empezar a contar desde ahí su aniversario de casados. El primer año en el que fueron casados por obligación, lo habían tomado como un año de noviazgo, ya que en todo ese tiempo nunca se consideraron esposos y se dedicaron más que todo a conocerse y a aprender a amar todo del otro.

Cada año acostumbraban a viajar a algún lugar bonito para celebrar su amor y, mientras ellos viajaban, dejaban a los cachorros con los padres de Seokjin pero, como aún seguían sin hablarles por la pelea que tuvieron cuando trataron de rara a Hyori, esta vez, Yoongi los va a cuidar.

No confían mucho en Yoongi. Namjoon especial no confía en él para encargarle sus hijos, pero sabe que si los dejan con Jungkook, van a llegar con ideas y preguntas locas sobre tener pareja que él no está dispuesto a responder.

—Es hora de despertar. —le dijo Namjoon al oído a Seokjin esa mañana— Jinnie, mi amor, despierta.

El omega se removió un poco en la cama e hizo un sonido parecido al de un gato, pero no abrió los ojos.

—¡Vamos omega perezoso! —le dijo un poco más fuerte— Abre los ojos para tu alfa, por favor. 

Le acarició un poco el cabello.

—Es muy temprano, Namjoon. —respondió, dándole la espalda— Duerme otra rato conmigo, alfa.

—No puedo volver a dormir y tú debes despertar porque te traje el desayuno.

Seokjin abrió un poco los ojos y vió a Namjoon sentado a su lado en la cama y una bandeja con dos desayunos en su mesa de dormir.

—Cocinaste para mí. —le dijo sonriendo, formando arrugas al lado de sus ojos. Namjoon asintió.

—Feliz aniversario, amor. —se acercó y le dio un beso en la frente.

—Feliz aniversario, cariño. —respondió, sonriendo y mirándolo muy enamorado—Déjame ver que hiciste.

El alfa se puso de pie y cogió los desayunos para sentarse con su omega en la cama, contra la barandilla.

—Casi todo es fruta porque sabes que a veces dejo quemar las cosas. —le sonrió un poco apenado— Y Hana aún no llega y…

—Me encanta. —lo interrumpió el omega—Gracias.

Ambos se sonrieron y se dieron un corto beso antes de empezar a desayunar mientras hablaban de su viaje y de algunos recuerdos de todos los años que llevaban siendo pareja y una familia.

—Hace unos años era tú el que me despertaba el día de nuestro aniversario. —recordó Namjoon— Y ahora, soy yo el que lo hace. Sorprendente.

—Bueno, hace unos años no teníamos hijos con problemas adolescentes. —ambos rieron— Y ya era hora que empezaras a despertarte primero para atender a tu omega.

Namjoon le sonrió mientras negaba con la cabeza. 

Se quedó mirando a Seokjin, apreciando como comía los trozos de fruta que le había llevado y como se limpiaba cuando dejaba algo alrededor de sus labios. Observó sus pestañas, la forma en que tocaban un poco sus mejillas cuando cerraba los ojos o bajaba la mirada, como sus labios tan finos se veían tan perfectos. Como esa mañana, sus ojos estaban de un negro, más brillante, más hermoso. Sus facciones delicadas y hermosas. Las pequeñas arrugas que se hacían en sus ojos cuando sonreía. Su pequeña y respingona nariz y como la arrugaba cuando sentía algo que le incomodaba. Seokjin era perfecto y era su omega, su esposo, su amor. Suyo.

Aún no podía creer que llevara diecisiete años casado con él, que ese omega tan perfecto y espectacular decidiera compartir el resto de su vida con él, que le permitiera amarlo y que lo amara con la misma fuerza, pasión e intensidad que él lo hacía. 

Cada día que pasaba, no se cansaba de agradecerle a la vida por su esposo, sus hijos y todo lo que en estos años habían formado juntos.

Definitivamente amar a Seokjin era como sentirse en el cielo.

—¿En qué piensas? —preguntó el omega, hundiendo uno de sus dedos en donde se formaba su hoyuelo.

—En que te amo mucho. —el omega le sonrió y se sonrojó un poco.

Namjoon fue el primer y único alfa que lo hizo sonrojar y amar con tanta intensidad.

—Yo también te amo. —respondió y se acercó para besarlo. Transmitiendo en ese beso todo su amor por él.

Seokjin aún seguía sin creer la manera tan rara en la que todo empezó con Namjoon. Recuerda como se negaba a la posibilidad de enamorarse de él luego de ser obligados a casarse, le parecía algo imposible y estúpido, y siempre que lo recuerda se ríe porque sólo le bastaron unos meses para que su omega se volviera completamente loco por ese alfa y él, se dejara perder en esos hermosos ojos color miel, esa sonrisa con hoyuelos, ese cabello ondulado perfecto y en el amor que Namjoon le ofrecía. 

Si así se sentía estar en cielo, entonces, amar a Namjoon era eso. El cielo. Hermoso, tierno, pacífico, suave y perfecto.

—Deberíamos bañarnos juntos. —dijo Namjoon bajando sus besos al cuello ajeno, sacando a Seokjin de sus pensamientos.

—¿Eso será un regalo de aniversario?

—Definitivamente. 

Ambos sonrieron y se dirigieron al baño, para darse uno de sus regalos de aniversario allí.

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—Papi —dijo Hyori mirándolo— Pa’. —miró a Namjoon— Como sabemos que en la tarde se irán a su viaje de aniversario, decidimos hacerles este almuerzo como regalo, de parte de los tres.

Seokjin los miró a los tres, sonriendo.

—La verdad Hana y Hyo hicieron casi todo. —señaló Dakho— Pero Sun y yo ayudamos con el postre.

—Que seguro será lo más delicioso de todo. —dijo la beta.

—Gracias, monstruos. —dijo Namjoon —Aunque hay algo que no entiendo. —todos lo miraron confundidos— ¿Por qué si este un regalo de ustedes tres, Yoongi está acá?

Todos dirigieron la mirada al alfa que se encontraba sentado en una de las sillas del comedor, mirándolos sin interés.

—Oh, le contamos al tío Yoongi lo que queríamos hacer y él nos ayudó a comprar algunas cosas. —explicó Suni— Y, luego dijo que él era prácticamente como un hijo de ustedes, así que lo invitamos.

—¿Un hijo?... Pero que mier… —empezó Namjoon.

—Yoongi también es de la familia y es bienvenido. —lo interrumpió Seokjin—Vamos a probar lo que nos prepararon.

—¡Por fin! Muero de hambre. —dijo Yoongi.

Todos comieron mientras hablaron de temas al azar. Todo estaba delicioso y, tal como lo aseguró Suni, el postre fue una de las cosas más deliciosas de todo lo que prepararon.

Cuando terminaron, descansaron un rato en la sala, mientras veían el libro que Namjoon le había regalo una vez a Seokjin, dónde guardaban fotos de recuerdos importantes y si querían, escribían algo sobre eso. 

El libro en el que contaban su amor por medio de fotografías.

La hora de partir al aeropuerto llegó y todos los acompañaron hasta allí para despedirse.

—Tomen muchas fotos. —dijo Hyori abrazándolos— Los voy a extrañar.

—Nosotros también los extrañaremos a ustedes. —dijo Seokjin— Pero sólo son cuatro días, pasarán rápido.

Se abrazaron entre todos un rato más, menos Yoongi porque no era muy fan de los abrazos en público.

—Ya sabes, Yoongi. —empezó Namjoon— Cuida muy bien a mis hijos. Nada de novios o novias en las habitaciones, nada de meterles ideas raras sobre que el amor está sobrevalorado y si Jungkook los visita, no dejes que les hable de cosas incómodas para mi.

El alfa de piel pálida puso los ojos en blanco y le dio unas palmaditas en el hombro.

—Tranquilo, amigo. Soy el mejor niñero del mundo y si las novias o novio de los insectos van a la casa, no los dejaré ir al segundo piso solos, lo prometo. —aseguró— Palabra de alfa.

Namjoon asintió.

Unos minutos más tarde los llamaron para abordar y se fueron, dejando solo a Yoongi con los tres Kim.

—¿Quieren helado? —les preguntó mientras salían de ahí.

—¡Por favor! —dijeron ambas gemelas al tiempo.

Él y Dakho sonrieron y se dirigieron al auto del alfa para ir por sus helados.

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El primer día, cuando bajaron del avión, ya había anochecido así que, como estaban muy cansados por el viaje, simplemente comieron y se fueron a su habitación de hotel.

Al día siguiente, se despertaron con la luz del sol entrando por el gran ventanal de la habitación y con el sonido de las olas muy cerca. Seokjin fue el primero en levantarse de la cama para apreciar la preciosa vista que tenían desde su habitación hacía la playa. 

Luego de bañarse y desayunar, fueron a visitar varios lugares y a sacar fotos de todo lo bonito que vieran. Seokjin definitivamente le tomó muchas fotos a Namjoon sin que él se diera cuenta.

En la tarde decidieron quedarse en la playa y disfrutar del sol. Al final del día, ambos estaban bronceados.

Luego de la cena y subir a su habitación de hotel, se besaron y todo en la habitación empezó a subir de nivel.

—Te amo. —dijo Namjoon entre besos— Y amo estar aquí contigo y… —bajó a su cuello— amo que seas solo mío, mi omega.

Seokjin se estremeció cuando Namjoon pasó por su marca.

—Quiero hacerte el amor. —dijo el alfa—¿Tú quieres, omega?

—Sabes que sí. —respondió con la respiración un poco acelerada— Siempre voy a quererte y desearte, alfa.

Namjoon gruñó y empezó a quitar la ropa de ambos, muy lento y delicado.

Quitó la camisa del omega y repartió besos por sus clavículas, su pecho, estómago y volvió a subir para besarlo en la boca lentamente.

Cuando ambos quedaron en ropa interior, siguieron besándose hasta que el omega empezó a removerse por la necesidad de tener a su alfa dentro de él.

—Alfa…—jadeó— Te…te necesito, ahora.

—Calma, omega. —dijo metiendo una de sus manos en la ropa interior de Seokjin, buscando su entrada— Soy todo tuyo.

Seokjin gimió cuando sintió uno de los dedos del alfa en su entrada completamente llena de lubricante natural y empezó a moverse para hacerle entender que podía agregar otro dedo y mucho más. Namjoon lentamente introdujo otro de sus dedos y luego otro y supo que su omega estaba más que listo para recibirlos cuando este estaba gimiendo y moviéndose sobre sus dígitos.

Quitó la ropa interior de ambos y luego se alineó en la estrecha y lubricada entrada del omega para entrar en él lentamente, ambos volviéndose completamente locos.

Cuando entró por completo, esperó un momento y se inclinó para besar a Seokjin, quien gemía bajo él. Se besaron lenta y amorosamente y cuando el omega envolvió sus piernas alrededor de su cadera, empezó a moverse dentro de él.

No pararon de besarse mientras Namjoon lo penetraba y cuando se separaban para respirar, el alfa bajaba a su cuello para hacerle pequeñas marcas y embriagarse con el olor de Seokjin, su omega.

—Te amo, te amo. —dijo Namjoon sobre su cuello haciéndolo gemir.

—Yo… te amo, alfa. —Seokjin gemía con cada movimiento de Namjoon.

Volvieron a besarse sin detenerse y luego de un rato, Seokjin fue el primero en venirse y derramar todo en el abdomen y pecho de ambos.

—¿Quieres mi nudo, mi amor? —preguntó Namjoon, jadeante, en su oído.

—Sí, alfa. —respondió sumiso y gimiendo por los deliciosos movimientos de Namjoon dentro suyo.

Unos empujes más y el alfa se derramó dentro del omega, su nudo creciendo y haciendo que el vientre de este se viera un poco hinchado por su semilla. Antes de que el nudo terminara de crecer, se acercó a su cuello y abrió de nuevo la marca, sacándole un lloriqueo a su esposo.

Cuando el nudo bajó, se limpiaron y se acostaron, con Namjoon detrás del omega, besando la marca reabierta y el omega disfrutando las caricias.

—Te amo mucho, alfa. —dijo Seokjin cerrando sus ojos— Eres lo mejor que me pasó y nunca me cansaré de decírtelo.

Namjoon sonrió contra su cuello.

—Yo te amo aún más. —dijo girándolo para mirarlo— Cada día te amo más y más y me enamoro más de cada pequeña parte de ti.

Seokjin lo miró y se estiró para darle un corto beso en los labios.

—Descansa, cariño. —el omega bostezó y se acurrucó contra el pecho de su pareja.

—Descansa, mi omega.

Ambos no tardaron en quedarse dormidos, abrazados e impregnados por sus olores mezclados. No necesitaban nada más para ser felices, tenerse el uno al otro ya era suficiente y era la definición perfecta de felicidad. Siempre fue y será así.

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