
| • 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐕𝐈𝐈: 𝐕𝐢ñ𝐞𝐝𝐨 •|
Parte 2.
Gon movía sus pies con impaciencia, de un lado a otro, sentado en aquel banco. No sabía porque su mamá y papá le habían dicho que se quedará ahí, pero bueno, él sería buen niño y se quedaría sentado ahí.
Pronto vio del otro lado de aquel jardín a una cabellera... Roja,
¡Woooow!
Eran tan roja como la sangre o como esas rosas rojas que a su tía tanto le gustaban. Miro con curiosidad que aquella niña con vestido verde lo veía con esos ojos llenos de curiosidad y ahí se sorprendió aún más.
Sus ojos eran de diferente color, mientras que uno era totalmente azul el otro era de un color rojo camersí. Vio como la niña miraba de un lugar a otro como si buscará algo al no verlo sonrió y corrio hacia la banca dónde estaba sentado.
- ¡Holaaa! -habló con una sonrisa de oreja a oreja que hacía cerrar sus ojos formando media lunas.
- Hola -hablo algo tímido.
- ¿Tú eres el hijo de Meisho -sama, verdad? -la niña se acercó a él con evidente emoción.
- Si -respondió.
- ¡Lo sabía!, ¡lo sabía! -dio saltitos en su lugar mostrándose feliz, Gon no pudo dejar de mirar sus ojos que formaban media lunas o esos hoyuelos en los cachetes -. Kurapika me deberá esas galletas, oye, oye -la niña lo miro está vez seria.
- ¿Por qué estás aquí solo?, ¿no tienes frío? -preguntó con duda, puesto que ahora mismo estaban en inviernos y aunque no eran inviernos tan feroces aún así se sentía la brisa fría, la nariz roja de aquella niña era una prueba de ello.
- Algo -respondió.
- Oh, oh -la niña tomó la muñeca del pequeño jalandolo para que caminara con ella -. ¡Entonces vamos a adentro!, ¡te llevaré a la cocina, ahí hacen ricas galletas!
- N-no puedo -el niño de cabellos en punta la veía sorprendido, no podía irse -. Mamá dijo que debía quedarme aquí.
- ¿Meisho -sama? -la niña lo miro con el ceño fruncido -. Iremos solo un ratito -la niña hizo una seña con los dedos juntando el índice y el gordo.
- Pero -
- No te preocupes, yo cuidare de ti -la niña se mostró orgullosa de si misma sin embargo el pobre moreno lo sabía que hacer.
- No me has dicho tu nombre -dijo.
La niña se comenzó a reír, Gon no sabía que era lo gracioso pero de verdad que le gustaba cuando sonreía. Era una niña muy tierna.
- Tienes razón, soy Mizuki -la niña sonrió.
- Soy Gon -el niño sonrió, y como si esto hubiera sido una invitación la niña lo jalo consigo para esto el pequeño Gon se dejó hacer entrando al palacio de aquel Reino.
- Gon, te van a encantar las galletas, ¡Ya lo veras! -sonrió mientras tarareaba una canción que ya había escuchado.
- ¿De dónde sabes esa canción? -preguntó con curiosidad.
- Haha me la canta por la noches -dijo con una sonrisa.
Pronto unos pasos rápidos se hicieron escuchar por aquel pasillo.
- ¡Mizuki!, ¡Mizuki! -cuando ambos niños voltearon vieron a un niño un poco más alto con cabellos rubios.
- Hola Kurapika -hablo la niña con una linda sonrisa.
- ¿Quién es él? -preguntó al ver al pequeño niño.
- Me llamo Gon -hablo el niño sonriendo.
- Aaaaah -el niño lo miro -. Eres hijo de tía Meisho.
- ¿Conoces a mamá? -preguntó sorprendido.
- Pues claro, aunque cuando te conocí eras más pequeño -el rubio sonrió al ver que por solo unos pocos centímetros él era más alto.
- ¿Ya me conocías? -preguntó exaltado así como también la niña de cabellos color cereza.
- Pues claro, solo no te reconocí, de todas formas, ¿A dónde iban? -el niño puso sus manos en su cintura y los miro con una ceja alzada, Gon casi se echa a reír pues esa pose le recordaba a su madre cuando lo regañaba.
- ¡Por galletas! -la niña grito levantando los brazo llevándose la de Gon con ella, pues aún no soltaba su mano.
- Mizuki, la señora Akina nos regañara de nuevo, sobre todo a ti -
- Eres un aburrido, vamos Gon -la niña jalo al moreno con ella comenzando a caminar. El rubio suspiro y los siguió directo a la cocina.
La brisa soplo en su rostro, el cual llevaba una sonrisa, al recordar aquel momento una leve carcajada se hizo escuchar en aquella oficina.
- ¿De que te ríes Gon? -preguntó Kito quien lo miraba con curiosidad.
- Solo recordaba a Kurapika y Mizuki, la primera vez que los conocí nos infiltramos en la cocina y robamos galletas -sonrió divertido al hablar de aquel recuerdo -. Todo por
- Mizuki -hablo el hombre de cabellos blancos.
- Así es, esa niña era -rió con ganas para después continuar -. Una bomba, amaba cuando venía seguido, las pláticas con ella y mi madre eran de verdad divertidas.
- Jamás olvidaré cuando trato de enseñarte a bailar -el joven soldado comenzó a reír con burla, porque a pesar de que aquel hombre tenía 28 años había visto bastantes cosas de Gon y podía considerar está cercanía una amistad fuera de protocolos.
- Al final lo consiguió -hablo el moreno con gracia -. Me alegra saber que se lleve bien con Killua.
- Eso es bueno -hablo.
- No sabría que hacer si ambos no se llevarán bien, es decir, ambos son importantes y para mí no hay mayor alegría que Killua se lleve bien con esa mujer a la que quiero como una hermana -el joven moreno miró aquellos pergaminos, con cansancio.
- Su majestad Killua, se está acoplando muy bien al reino -
- Si... -el moreno recordó aquella plática con el concejal -. Es bueno. Creí que sería peor, pero, todo está marchando bien.
- Por cierto, ¿hablo con el príncipe Tserriednich? -sabía que hablar de ese hombre solo incomodaría a Gon pero era un tema a relucir.
- Solo un poco -el moreno frunció el ceño -. Solo dijo que le diera sus cordiales saludos a Killua. Cómo sea Kito, necesito a la guardia mañana, irás conmigo mi tía se encargará de aquí.
- Lo sé -
- Bien, si me disculpas estoy muy cansado y mañana será un día más agotador -hablo con una sonrisa.
- Descansa -
Al llegar a su habitación, el alfa se cambió y durmió a lado de su pequeño hijo quien dormía abrazado a aquel oso (que le había pertenecido a él), aún recordaba aquellas noches cuando despertaba por las madrugadas e iba a la habitación de sus padres con aquel oso en brazos, solo para recibir besos en sus mejillas y abrazos de ella.
Una sonrisa amarga surco sus labios, cerro los ojos con fuera, no, debía ser fuerte.
Ya habían 7 años, ya estaba en el pasado.
A la mañana siguiente la rutina fue igual que siempre, desayunó con Killua confirmando la hora de partida, para después seguir con su trabajo en la oficina viendo los papeles y cartas que le llegaban hasta que una en particular le hizo fruncir el ceño. La hoja era de calidad con un grabado en rosas y con el sello de aquel reino rodó los ojos.
Suspiró dejando aquel sobre lejos de él, no quería leer lo que ya sabía que había dentro.
No podía amargarse este día que sería importante para Killua, miro los papeles en la mesa y siguió con su trabajo.
Esto era... Incómodo.
Muy incómodo.
En su reino el hablar de su celo era algo tan íntimo que solo debía hablarse con su madre y su médico. Ningún alfa (que no fuera su marido claro está, podía saber de esto). Y ahora a pesar de que ni siquiera su séquito estaba ahí, hablar con Retz y... ¿Palm?
Era... Muy incómodo.
- Sé que es un tema incómodo Majestad, sin embargo es necesario saber... cuándo será su siguiente periodo -la pelinegra hablo con una sonrisa comprensiva.
- No se preocupe Majestad, esto se quedará entre nosotras, sé que en su reino nadie además de su marido, madre y médico personal lo debe saber y cómo ve Palm es la médico personal tanto de Gon cómo ahora suya -la rubia hablaba tranquilamente esperando a que Killua respondiera, aunque entendía el porqué no -. Si usted se siente incómodo con mi presencia puedo salir de la habitación.
La rubia caminaba hacía la puerta, sin embargo Killua la tomo del brazo.
- Por favor quédate, me... Siento más cómodo si estás aquí -hablo el albino, porque si, Retz le caía bien. Era una persona sencilla que apoyaba a su marido y que siempre trataba de hacerlo sentir cómodo, la conocía más a ella que a esa mujer de cabellos negros.
- Me quedaré aquí Majestad -hablo la rubia con una sonrisa.
- Entonces Majestad -hablo de nuevo la pelinegra.
- Soy regular, cada tres m-meses -dijo con vergüenza.
- Bien -la joven escribió con aquella pluma en la hoja de papel -. ¿Cuándo fue su último periodo?
- Fue hace 2 meses y medio -sabía que debía hablar de todas formas, su periodo estaba a nada.
- Oh -la chica lo miro sorprendida, apunto en aquella hoja para después continuar -. Pronto llegará su periodo, ¿cierto?
- Así es -respondió.
- Que bueno que nos avisó, comenzaré a hacer los supresores para usted, aunque, ¿usa alguno en especial? -preguntó.
- No... -de hecho estaba prohibido usarlos. Y venía de nuevo aquella sensación incómoda, ¿acaso tenía que explicar cómo funcionaba su reino y todo lo que conlleva?, sobre todo su celo...
Era mal visto que los omegas de las realeza bebieran supresores, puesto que eso podría alterar su fertilidad y como omegas no podían hacer que eso sucediera pues su obligación en el reino era dar a luz a los hijos que su esposo quisiera.
Sin embargo, él lo hacía, era uno muy leve que su madre a escondidas preparaba. Era tan tonto, ¿cómo no pregunto?, él no sabía como se preparaba, con todo lo del matrimonio, al llegar al reino con todo lo que ha estado pasando se había olvidado por completo de mandar tan siquiera una carta.
- ¿Majestad? -preguntó con una sonrisa.
- Yo, si uso... Pero no sé cómo se prepara -la vergüenza se hizo presente de nuevo, ¿cómo pudo ser tan despistado?, para defenderse así mismo culpaba todos los sentimientos que había tenido al llegar aquí. No hay más -. Cómo deben saber en mi reino los omegas no tenemos permitido tomar supresores pero mi madre hacía uno muy leve que camuflaba con el té verde que siempre tomo para que el concejal no se diera cuenta.
Las chicas miraron sorprendidos a su rey. ¿Estaban prohibidos?, pero que tontería más grande. Los celos en omegas no eran conocidos por ser bonitos y dónde no había dolor eran horribles, los calambres en la parte pélvica, el dolor inmenso en la cabeza o espalda baja que parecía que te partían en dos además de la necesidad de hacer un nido, las emociones descontroladas; un celo en omegas era simplemente horrible.
¿Cómo podían prohibir lo único que los ayudaba a poder sobrellevar los síntomas?
Claro, como todos eran alfas idiotas, como no vivían ese tormento.
Porque claro, el celo en un alfa era muy diferente. Mientras que un omega debía sufrir por 5 o 7 días intensos dolores (aunque los últimos dos días ya no había dolor pero si una sensación de soledad o sentimientos que jamás habían puesto atención surgían), o cambios drásticos de las emociones un alfa la tenía algo sencillo.
El celo de un alfa duraba 5 días, los primeros días eran aparentemente normales, con una necesidad muy baja por el sexo, el tercer día era una tortura, pues habían dolores de cabeza insoportables y a veces temperatura. Si, el único día en el que un alfa se debía de preocupar era por el tercer día. Los últimos dos días eran más que nada por la necesidad pura del sexo y la reproducción.
Pero un omega sufría, esos días eran dolorosos no solo por los dolores físicos, si no también mentales. Esos días eran perfectos para que todas las inseguridades salieran y te hicieran sentir peor.
Por ello, los supresores eran importantes porque aliviaban los dolores físicos y hacían que el omega se relajara. Claro que esto solo era una cara de la moneda, cuando un omega era estable (emocionalmente hablando) el celo lo podía pasar bien, con los dolores físicos siendo pasables y si contaba con un lazo solo lo hacía más fácil.
O el lazo.
Bendito sea el lazo, cuando había un lazo los síntomas en ambos se hacían menores, el omega formaba su nido tanto para él como para su alfa (y cachorro, si es que ya lo tenían), el sentimiento de estar completo gobernaba a la pareja gracias a esa unión y sobre todo ya había esa atracción sexual.
Tener un lazo era bueno, claro, y si realmente existía amor era el doble de bueno. Pero, en este mundo tan corrupto el amor pasa a segundo plano, lo primordial era asegurarse tener a alguien quien cuidarte y saber que no estabas desamparado sin nada.
- No se preocupe majestad -la joven hablo, no por nada era la mejor médico del reino -. Yo puedo crearle uno que no sea tan fuerte.
- ¿De verdad? -preguntó con duda.
- Por supuesto, majestad entiendo las reglas de su reino y soy una de las médico más capacitadas en este lugar, jamás haría algo que lo ponga incómodo o que lo lastime -hablo con una sonrisa -. Cómo es costumbre, ¿supongo que hará un nido?
Oh los nidos, a Killua le gustaban, le encantaba hacer sus nidos, era un lugar en el que se sentía tranquilo y protegido, con los cojines, peluches y mantas que más le agradaban.
Aún recordaba cuando podía entrar al nido de su madre juntos a sus hermanos.
Siempre imagino que podría hacer eso cuando tuviera sus propios hijos.
- Si -respondió, porque aún era incómodo, se sentía desnudo al hablar de un tema el cual siempre había sido a puertas cerradas y con solo dos personas. Ni siquiera sus hermanos podían saber algo así.
- Yo le haré llegar lo que necesite, y si usted pide algo con gusto haremos todo porque se le sea entregado -hablo la rubia con una sonrisa.
- Eso sería todo majestad, no lo olvide cualquier cosa yo estoy a sus órdenes -hablo la pelinegra con una reverencia y una sonrisa que adornaba su pálido rostro.
- Gracias -hablo el albino para después salir con la rubia a su lado. Su séquito se encontraba hablando alegremente cuando vieron que el albino salió pusieron toda su atención en él.
- Majestad -la omega de ojos azules hablo acercándose a él -. En menos de una hora el carruaje saldrá, para el viñedo.
- Oh -sus ojos brillaron de emoción, Retz quien estaba a su lado sonrió alegremente, era como ver a un gato con ojos dilatados en esferas totalmente negras, era tierno -. Está bien, vayamos al salón principal -volteo a ver a la joven que aún esperaba a su lado con una sonrisa amable -. Gracias Retz, me fuiste de mucha ayuda allá dentro.
- Es un placer para mí -hablo con una sonrisa -. Si me disculpa tengo que ir a arreglar algunas cosas, con su permiso.
La joven se alejo, dejando a un emocionado y nervioso Killua quien comenzó a caminar junto a Bisky y su séquito al salón principal.
Los minutos habían pasado, la pareja real se encontraba a las afueras de las puertas traseras del castillo, el carruaje ya había sido traído a las afueras de las puertas.
Un risueño Alluka reía con emoción pues sería una de las pocas veces en las que también salía del castillo, Killua siempre se preguntó ¿por qué?, ¿por qué escondian al pequeño Alluka?
Pero sabia que eso era totalmente de Gon y él no debía de indagar más, no, hasta que formara un vínculo más real con el rey.
- ¿Listos? -la voz amable y divertida de Gon le hizo ver cómo el moreno cargaba a su pequeño de 3 años quien reía emocionado y asentía con la cabeza -. Vamos Killua.
El moreno le regaló una sonrisa, esas que solía darle de vez en cuando y que hacían que lo siguiera con los ojos vendados. Porque no había nada más allá que una sonrisa amable, no había lujuria, no había superioridad. Solo era Gon y eso lo calmaba, porque jamás había obtenido ese trato tiempo atrás por otro alfa que no fueran sus hermanos o padre.
Así que siguiendo esa sonrisa subió al carruaje seguido de Gon y el pequeño Alluka.
Su corazón palpitaba como loco, sabía que irían a un viñedo y que para hacer eso tenían que pasar por una parte del pueblo, cosa que le emociono. Se asomó por la ventana del carruaje viendo las casas hechas de piedra con los tejados de... Colores.
Eran colores naranjas, rojos y amarillos, se sorprendió un poco pues de algo que sabía y que había visto en las pinturas de los libros de su reino, y retratos de este mismo. Las casas eran simples, piedra gris con el tejado de color negro y listo, adornadas con la blanca nieve que siempre solía caer, con los cielos nublados y con la nieve en cada rincón de las calles, siempre que veía aquellas pinturas solía pensar que se veía triste y solitario.
Kiroi Yuri era diferente, muy diferente. El sol en el cielo hacía que incluso los tejados brillarán, con aquel cielo tan azul como el mismo mar la vegetación en las calles. Pronto salieron del pueblo, se recostó en su asiento viendo que Gon miraba afuera con una sonrisa... nostálgica.
- Espero que no haya estado mal traer a Alluka -hablo sin mirarlo.
- No importa, creo que es mejor, Alluka no sale mucho, ¿cierto? -hablo el joven con una sonrisa.
- Cierto, tampoco es que tenga tanto tiempo -el moreno lo miro, el pequeño comía una paleta, viendo afuera -. Pero cuando lo hay trato de sacarlo, además de que bueno tampoco puedo sacarlo mucho.
- ¿Por qué? -mierda, había prometido no preguntar de más y ahí iba y metía la pata. Dios, Killua felicidades.
- Es difícil de explicar -el moreno hablo con duda -. Llegando al viñedo te puedo hablar más de ello, de hecho hay muchas cosas de las que me gustaría hablar Killua.
- ¡Chichi!, ¡Chichi! -el pequeño gritó con emoción señalando a las afueras.
Killua con curiosidad también miro y se maravillo. Jamás había visto algo tan lleno de luz, de colores. Si mirabas a ambos lados del carruaje podías ver las llanuras llenas de lirios amarillos y rojos posándose de forma tan hermosa y única, con el sol en el cielo dándoles pareciendo que brillaban, jamás había visto algo tan hermoso, algo que jamás pensó ver.
Sus ojos azules brillaban con los colores que sus pupilas podían reflejar.
Gon no sabía que ver, si aquel paisaje o ver como su hijo miraba con alegría y emoción las afuera o ver a cierto albino que también tenía aquella mirada clavada en aquel lugar.
Su mirada emocionada, sonrió.
- Es hermoso Gon -hablo sin verlo, siguiendo con la mirada los colores.
Gon no miró afuera, tampoco miro a su hijo quien era la cosita más hermosa que alguna vez pudo ver, simplemente miro a ese chico que estaba sentado frente a él.
- Si, es hermoso -dijo en casi un susurro, porque por primera vez algo más era hermoso.
Y ese pensamiento, al que no le puso tanta atención solo podía marcar el inicio de algo.
El inicio de algo a lo que no estaba preparado.
Las horas pasaron, hasta llegar al viñedo, la gente que trabaja y cuidaba el lugar ya estaba enterada que irían por lo que habían preparado todo.
Obviamente, emocionado porque serían los primero en conocer a su reina.
- Llegamos pequeño -el moreno movió al niño que había caído dormido.
- ¿Ya? -el niño balbuceo frotando sus ojitos con sus manos.
La puerta del carruaje fue abierta, Gon salió con el niño en brazos dejandolo en el suelo al pequeño que ya tenía todas las energías renovadas para comenzar a jugar.
Vio que el albino comenzaba a bajar del carruaje, por lo que Gon se movió y ofreció su mano sin pensarlo mucho, Killua la tomo y apoyándose en el bajo, aún emocionado.
Los campesinos que trabajaban ahí se acercaron emocionados al igual que el señor encargado de todo aquel viñedo.
- Majestades -hablo el hombre, un tanto regordete, con una sonrisa en los labios, al llegar a dónde la pareja hizo una perfecta reverencia -. Es un gusto tenerlos aquí.
- Yoshio -san, me alegro de volverlo a ver -menciono el moreno con una sonrisa amable.
- Y yo de verlo majestad, y de por fin ver a la reina -hablo con una sonrisa dirigiendo su mirada al albino.
El albino sonrió amablemente, era curioso ver cómo este hombre hablaba tan normal con Gon, cómo si no fuera rey y súbdito.
- Majestades -una mujer de cabellos largos y castaños traía consigo una canasta llena de peras nashi con una sonrisa hizo una reverencia -. Traemos una canasta de peras, son de la nueva cosecha esperamos que sea de su agrado.
La mujer veía a Gon pero de reojo veía al albino quien miraba con atención a la canasta.
- ¿Quiere uno? -preguntó apenada, viendo al joven que era su reina.
Las historias se quedaban cortas ante la belleza del omega, podía entender porque su rey lo había escogido como esposo para gobernar este reino.
Y ambos se veían cómodos juntos, era mejor así, su joven rey merecía ser feliz después de todo lo que le pasó.
- Yo... -claro que quería, en su hogar habían muy pocas frutas, tampoco es que le dejarán comer mucho pues los concejales decían que eran frutas corrientes que la realeza no podía comer.
- Toma una Killua, son muy ricas y jugosas -el moreno lo ánimo tomando tres, una se la dió al pequeño que esperaba paciente a qué se la dieran y la otra se la dió al ojiazul.
El albino vio aquella fruta en sus manos y con emoción se la llevó a la boda dando un mordisco sintiendo toda esa explosión de sabores en sus pupilas gustativas. Le encantó, emocionado volteo a ver a Gon quien lo miraba con una sonrisa divertida.
- Está rica, ¿no? -preguntó.
- Mucho -hablo, en definitiva debía probar cada fruta que este reino tenía.
- Ahora señores, prometan que no dirán nada -el moreno los vio a ambos con el rostro serio, haciendo que Killua lo mirara curioso -. No estamos enlazados y por sus rostros supongo que ya sabían.
Killua abrió los ojos, es verdad, no estaban enlazados y eso se podía notar demasiado. Ninguno de los dos tenía su olor.
- Por supuesto, majestad -hablo la omega.
- No me digan así, por favor, tratenme como siempre -el chico miro con el celo fruncido a aquella mujer quien rió.
- Gon, no creo que sea bueno que te hable informalmente cuando tu esposo está aquí -hablo la señora con una sonrisa divertida.
- ¿Puedo ir a jugar con Mei -chan? -preguntó el niño, viendo a su padre y luego a la señora.
- Ve a jugar con ella, está en la casa, ya sabes dónde -hablo con una sonrisa la señora.
- Si, de esto Killua quería hablarte -hablo Gon -. Ellos son la familia Sato, son encargados del viñedo viven aquí y como podrás ver tenemos una relación muy cercana.
- Estamos encantados con conocerle, majestad -hablo con la mujer con una sonrisa amable.
- El gusto es mío -el albino entendió porque ese tono tan informal, eran cercanos y sabían que no estaban enlazados.
- Si se siente inseguro, hoy lo trabajadores salieron temprano, solo estamos la familia Sato aquí, no se preocupe majestad -el hombre hablo con una sonrisa.
- Supongo que irá a mostrarle la plantación -una niña se acercó con una wagasa azul, extendiendola hacia Killua quien la tomo dando las gracias a la niña con una mirada -. Para que se proteja del sol, majestad.
- Gracias -contesto el joven.
- Les avisaremos cuando la comida este lista, nosotros cuidamos al pequeño Alluka -la señora hablo haciendo que Gon diera las gracias y comenzará a caminar seguido de Killua, quien abrió la wagasa, recostando el palo de madera en el hombro, y sosteniendola con ambas manos.
- Entonces, son... ¿cercanos a la familia real? -preguntó con curiosidad.
- Oh, no, no -el joven nego -. Ni siquiera mi tía sabe que hablo muy de cerca con ellos, solo Alluka, Kito y tú ahora.
- ¿Por qué no sabe? -
- Digamos... que sería difícil de explicar -hablo el moreno rascándose la nuca.
- Puedo preguntar, ¿cómo es que son cercanos a ti? -preguntó curioso.
- Claro, Killua creo que no te lo había dicho pero de verdad cualquier cosa que quieras saber, sobre el reino, tradiciones, la familia real... sobre mi puedes preguntar yo no te ocultare nada -el joven hablo, caminando alado del chico siguiendo el camino de tierra, el albino asintió con la cabeza, si, tenía muchas dudas -. Y sobre la familia Sato, digamos que fue por una... amiga.
Una grandiosa amiga, a la que extrañaba demasiado.
- ¿Una amiga? -preguntó curioso.
- Si, ella... llegó aquí de otro reino, era extranjera, ella bailaba por las calles, fue así que la conocí -el moreno sonrió con diversión al recordarla -. Era como una bomba de tiempo, cuando supe que era reconocida pero que no tenía dinero, le pedí a la familia Sato que la dejaran trabajar en este lugar, yo ya me llevaba bien con la familia, pero fue ella quien hizo que ese lazo se fortaleciera.
- ¿Y dónde está ella? -pregunto, el rostro de Gon se iluminaba cuando hablaba de ella por lo que la curiosidad invadía su cuerpo, quería conocerla.
- Ella partió, hacer 1 año -el joven miro con tristeza el camino.
- Lo siento mucho Gon -el albino no sabía que decir.
- Si... Aunque sé que va a volver, se fue por un motivo pera volverá -el chico sonrió.
Y eso hizo sonreír a Killua.
- Ellos son buenos, cuidan el secreto de Alluka y cuidarán lo del enlace no preguntarán de más y no te harán sentir incómodo. Son buena gente, no hay de que preocuparse Killua -el chico sonrió.
- Si confías en ellos, no puedo no hacerlo yo -hablo viendo que habían unas pequeñas escaleras -. Gon, tengo una duda acerca de Alluka.
- Dime -y ahí rezo, porque aunque Gon había dicho que todo lo que Killua preguntará el respondería eso no significaba que fuera difícil, el hablar de aquella amiga ya era difícil ahora de Alluka lo era más.
- ¿Por qué lo mantienes en secreto? -preguntó.
Esa era una excelente pregunta que no sabía como responder.
- Por los rumores -hablo con sinceridad -. Tu los debes conocer están en todos lados, hablan de un harem cuando yo no tengo ni uno, muchis en mi reino no los creen pero no por eso tengo a toda la gente comiendo de mi mano, hay nobleza que no me quiere en trono, los concejales son iguales, tengo a muy pocos de mi lado, si Alluka sale como mi hijo los rumores de que seguramente es hijo de un concubina se harán sonar y mi reino no querrá a un hijo bastardo como heredero -hablo con seriedad, además había otro problema -. Además
Uno del cual debía advertir a Killua, al final eran esposos, permanecerian juntos por toda la vida y era su deber cuidarlo o darle las herramientas para que Killua se cuidara por si solo.
- Sabes los casos de los asesinatos hacia omegas -hablo.
- Lo sé -se sentía mal, no quería que Gon hablara si él no quería hacerlo.
- Bueno, esos asesinatos se están saliendo de control, tanto que no solo omegas están en peligro si no también alfas, todos estamos en peligro Mizuki, tu y Alluka también -hablo porque si su madre fue un blanco Killua lo sería también, al igual que Mizuki al igual que su hijo.
- Presentarlo al mundo solo haría que lo pusieran como objetivo, ¿no es cierto? -hablo el albino con seriedad.
- Exacto, por eso, hasta que todo esté controlado -y hasta que toda la verdad salga a la luz -. No puedo hablar de la existencia Alluka.
- Entiendo y cuentas conmigo -el albino hablo rápidamente, ese pequeño no merecía estar en los planes perversos de esos hombres, no un niño como él.
- Gracias Killua -el moreno retomó su sonrisa, viendo que habían llegados -. Llegamos.
El viñedo estaba rodeado de montañas y bosque, era una imagen simplemente hermosa y misteriosa, las filas de la plantación tenían los árboles llenos de uvas, se veía que apenas comenzaban los brotes.
El olor a frutas era uno que podía alcanzar a oler.
- Huele muy bien -el moreno hablo casi inconscientemente.
Y ahí se dió cuenta, no era el olor de la plantación (aunque un poco si), era su propio olor. Había olvidado que su celo estaba a muy poco, y los primeros síntomas se hacían notar ya.
Se avergonzó, aún así no tuvo miedo, Gon no le haría daño. Además era leve.
¿Debería decirle?
En si, por obligación debía, era su esposo aún así la timidez lo atacó.
- ¿Killua? -
- Estoy entrando en celo -hablo sin escuchar siquiera lo que el moreno decía.
- ¿Qué? -la revelación lo tomo por sorpresa, ahora entendía porque ese olor dulzón había estado rondado desde tiempo atrás -. ¿Te duele algo?, sé que los dolores son muy feos, ¿quieres que hable con la familia Sato?, o, ¿te dejo solo?
Killua aún con las mejillas sonrojadas por la vergüenza sonrió divertido hacia el moreno quien lo miraba con preocupación.
Y ahí estaba de nuevo esa sensación de perdida en Gon, esa que no sabía controlar y a la que no podía poner nombre.
- Estoy bien, son mis inicios, aún falta para que inicie como tal -dijo aún con la sonrisa divertida -. Solo tenía la necesidad de decirte.
- Me espantaste Killua, he visto como son los dolores y de verdad pense que te irías a desmayar o algo, aquí no hay supresores -hablo el chico haciendo un puchero inconscientemente.
- Perdón, perdón -se disculpo el joven rey, regreso su vida al hermoso paisaje -. Tienes un reino precioso, me encantaría conocer más de él.
- Lo harás, solo tenme paciencia -dijo con diversión, volviendo a la vista aquel lugar.
Juntos caminaron por el lugar con Gon hablándole del proceso del vino mientas hablaban de otras cosas. Pronto un joven niño llegó diciendo que la comida estaba lista.
Killua comió con gente que no era de la realeza, comió en una casa que no era un castillo, comió en un lugar acogedor. Uno que fácil podría decirle hogar y no se negaría a eso.
Le agradaba.
La brisa cálida pero fuerte movió la capa, el viento abrazo aquella melodía que salía de aquella flauta e hizo que se expandiera por aquel bosque.
Un joven sentado en la rama de un árbol, con la espada recargada en el tronco con una pierna colgando y la otra flexionada tocaba una canción de cuna.
- Otra vez tu, deja de tocar esa mierda -la voz enojada de la alfa de cabellos rosas se escuchó, y aquel chico de cabellos rojos tocó con más fuerza.
- El jefe viene -hablo una voz más emocionada quien miraba hacia la fogata con sus manos extendidas.
- Tenemos un nuevo pedido -la voz de aquel hombre se hizo sonar en aquel pequeño lugar alejados de todos.
- ¿Un nuevo pedido? -preguntó está vez aquel chico que había dejado de tocar la flauta.
- Así es, Machi estás a cargo de toda la información, investiga todo lo que puedas de esta persona -el hombre aventó un retrato hecho a mano cerca de la fogata dónde la joven estaba, recogió la hoja y miro aquel retrato.
Alzo una ceja, era interesante.
- Como ordene, jefe -
1. Pera nashi
2. Wagasa
Holaaa ❤️.
¿Les gustó?
Por fin actualizo está historia.
Este capítulo me gustó escribirlo.
Ahora, quiero explicar más o menos mi omegaverse, el como lo voy a estar trabajando por encima, en los siguiente capítulos lo explicaré a mejor medida. Aún así, si hay alguna duda, pueden preguntarme.
Cómo bien en la narración indica, el celo en omegas dura de 5 a 7 días dónde hay dolor pélvico, en la espalda baja, dolor de cabeza y alteración en las emociones. Estos días son donde el omega tiene mayor posibilidad de embarazo.
Por lo general un omega (ya sea con lazo o sin este) hará su nido dónde se deberá sentir protegido, y dónde pasará la mayor parte del celo. Ahora, con relación a lo sexual, no hay no existe.
Durante el celo el omega si es más fértil pero, esto no quiere decir que tendrá la necesidad de tener sexo o de llamará a algún alfa. Esto solo ocurrirá en dos ocasiones:
1. El omega ya ha obtenido su despertar sexual y existe una gran atracción (sexual) hacía un alfa, cuando el omega entra en celo las feromonas ya podrán atraer a ese y a cualquier otro alfa, sin excepción.
2. El omega siente amor hacia un alfa. El tener relaciones sexuales para un omega enamorado es una de las cosas más íntimas y que solamente podría hacer con su alfa destinado o por quien realmente este enamorado, esto hace que en el celo parte de su lobo interior le ordene hacer esa actividad íntima y "romántica" con ese alfa y solo con ese alfa (aunque sus feromonas pueden atraer a otros alfas, si NO está enlazado)
(Al estar enlazado, en el celo por obvias razones el único que reaccionara a sus feromonas es su alfa).
Estas son las únicas dos posibilidades por las que un omega pueda necesitar del sexo en su celo.
Ahora los alfas.
El celo del alfa dura 4 días, y este si se mueve por la necesidad de sexo durante los últimos dos días, por lo que ellos si es MUY necesario que tome supresores.
En la antigüedad, las violaciones a omegas sucedían por esto mismo, un alfa en celo puede tomar a cualquier omega (este o no en celo).
Era algo que no se evitaba (y que tampoco querían que se evitará), con el paso del tiempo y con la existencia de supresores esto a cambiado y los alfas pueden resistir la necesidad del sexo. (aunque muchos alfas no lo hagan, ya que la violación a omegas sigue habiendo por el pensamiento retrogada en donde el omega funciona solo para la satisfacción y reproducción).
En el celo de los omegas hay un solo día en donde el cuerpo del alfa se debilita totalmente, existe un dolor de cabeza insoportable al igual que de cabeza y fiebre. Los siguientes dos días son en los que el semen tiene más fertilidad por lo que en la relación sexual al realizar el nudo está más que claro que el omega quedará en cinta.
Durante el celo se muestran distantes (y cariñosos si es que tienen enlace o tienen a un omega cortejando).
El celo en el alfa cambia al estar enlazado pues estos se vuelven más dóciles ante su pareja, el olor en su omega se vuelve más fuerte (aunque estos no estén en celo) y solo responderán al olor de su pareja.
Esto cuando hay realmente un enlace pasional y amoroso.
Que lamentablemente muy pocas parejas las tienen.
Y creo que es todo. De todas formas si tienen dudas con como estoy llegando mi omegaverse puedes preguntar o si hay algún termino que no entiendan estoy a sus órdenes ( ◜‿◝ )♡.
Está idea llegó por el hecho de que no me gusta que el celo sea la necesidad vital de la reproducción y ya. No me gusta ver a los omegas tan necesitados por eso decidí cambiarlo, espero que haya quedado bien ( ˘ ³˘)♥.
Ahora sí, nos leemos la siguiente actualización.
Lxs amooo ❤️.
Bye bye.
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