|• 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐈𝐈𝐈: 𝐂𝐞𝐥𝐞𝐛𝐫𝐚𝐜𝐢ó𝐧 •|
Capítulo III: Celebración.
- En vista de que todos han disfrutado su cena me gustaría dar el anuncio más importante de esta noche -miraba a todos sin ninguna emoción en su rostro - Desposaré al último principe del reino Shiroi Tsubaki, Killua Zoldyck.
Todos miraron sorprendidos. La cabeza de Killua comenzó a dar vueltas, ¿Él casarse?, ¿Qué?, ¿Con el Rey Gon?, en un intento desesperado miro a su padre por alguna explicación pero este veía al Rey con una sonrisa.
- ¡Usted no puede hacer eso! -grito Illumi con rabia, ¿Cómo se atrevía?
- Claro que puedo -contesto Gon sentandose y tomando la copa de vino, Retz se quedó muda, Mito quería intervenir al igual que Kito, ¿Por qué no les dijo nada?, ¿Por qué no comento nada?, Es más ¿Desde cuándo Gon había decidido casarse?
- Esto es un insulto -dijo la Reina en un susurro con rabia contenida, ¿Por qué el Rey quería desposar a su hijo?, Era un completo idiota, como se atrevía.
- No está en discusión -dijo con voz calmada. Killua lo miraba, ¿Por qué él?, Tanto tiempo que había pensando que encontraría a su persona destinada y se casaría por amor, que su padre no lo daría a cualquiera y ahora, ¡Ahora todo eso se iba a la mierda!, Ahora tenía que casarse con Gon, el Rey de Kiiroi Yuri, el hombre más fuerte, el alfa al que todos tenían miedo, el alfa que seguramente tenía una relación con aquella mujer que estaba sentada enfrente de él. ¿Por qué él?
- ¡Claro que está en discusión nosotros no lo aceptamos! -dijo Milluki levantándose y cerrando los puños con fuerza. Kalluto miraba a Gon, ellos habían tenido bastante tiempo juntos y en verdad se agradaban, ¿Pero por qué?, ¿Por qué pedir la mano de su hermano tan repentinamente?, Gon jamás mencionó haber sentido algo por su hermano, entonces, ¿Por qué?
- Es una orden, una orden real acaso ustedes ¿Van a desobedecerme? -preguntó con voz seria mirando a ambos chicos mientras las feromonas salían de él. Si, ellos eran príncipes de un grandioso reino, sin embargo, Gon era el Rey del segundo mejor reino, sus órdenes eran casi ley. No solo las de él si no también las del Rey Meruem.
Eran reglas que no estaban escritas, Gon sabía que todos los reinos no quisieran una nueva guerra por lo que siempre habían tratado de llevarse bien, incluso de una forma muy exagerada. Era pura hipocresía, creo que en ello Meruem y él estaban totalmente de acuerdo, lo único que querían era poder a base de ellos. Gon no sabía como carajo habían tantos rumores malos de él y jamás había necesitado tomarlos para que le tomaran en serio. Pero ahora lo necesitaba.
Al haber tenido tantos pensamientos negativos, las feromonas de Gon salieron.
Killua jamás había sentido esa cantidad de feromonas, instintivamente comenzó a tener miedo, más de lo que tenía, sin embargo ese olor no iba a él, iba hacia sus hermanos, quienes lo miraron con odio y terror, sentandose y cerrando los puños. Mito casi se levantaba para golpear a Gon, ¿Qué mierda estaba sucediendo?
- No estoy pidiendo permiso, es una orden -dijo guardando las flores amenazantes. Nadie dijo nada, hasta que el Rey mando a los sirvientes a que llevarán a los invitados a sus respectivas recamaras.
Retz camino algo rápido, y tomo el brazo de Gon haciendo que la mirase.
- ¿Qué mierda estás haciendo? -dijo con enojo.
- Lo que tenía que hacer -dijo caminando de nuevo.
- ¿Qué?, A ti ni siquiera te gusta el principe, ¿Por qué?, Acaso no viste su mirada llena de odio -dijo la joven rubia.
- Que me odie, no me importa -dijo el moreno, la había visto, claro que la había visto pero no ya no podía hacer nada.
- ¿Entonces por qué mierda te quieres casar con él? -preguntó más enfurecida.
- Eso no te incumbe -dijo Gon con una mirada triste.
- ¿En serio te gusta? -preguntó con incredulidad. Pero la mirada que le dirigió Gon fue suficiente para saber que si.
¿Gon estaba enamorado?, ¿Su pequeño Gon?, ¿Qué?
Bisky estaba abrazando a su Killua con fuerza mientras esté la abrazaba con el mismo ímpetu. ¿Por qué?, Él no quería esto, ni siquiera se había planteado que el Rey se quisiera casar con él, ¿Por qué?, Acaso no había visto la mirada que se dirigió a él, llena de odio, llena de miedo y tristeza. Su padre no dijo nada, esto era una orden no un pedido.
¿Pero por qué?, ¿Por qué?, Saldría de este lugar, su hogar para ir a un infierno con alguien que no amaba.
Bisky sentía impotencia, no podía hacer nada. Una orden real jamás debía de ser ignorada, que mierda estaba haciendo ese idiota. Robando lo único que quería proteger. Lo único que había jurado proteger ante está nación que la acepto ante todos los cielos y ahora ¿Cómo podía ayudarlo?
Para nadie era un secreto que el Rey Gon, era una persona bastante seria, una vez que sus padres no estuvieron con él, Gon había hecho todo lo posible por sacar su nación adelante y sin perder el control de la alianza además de que debía seguir con las investigaciones. Gon se había encerrado en el trabajo, los rumores y chismes habían comenzado a surgir en su reino y en los demás. Porque a pesar de que su Reino había tenido una gran mejora, nuevas y mejores alianzas, a pesar de ello, había algo que cambio al Reino del Norte. Esa amabilidad, esa felicidad, ese sentimiento cálido que brindaba la nación ya no era parte de ella.
Sabían porque. El Rey se había convertido en alguien distante y frío. Los rumores que hablaban de él eran pura tontería y todos los que conocían realmente a Su Majestad sabían lo que ese chico de 24 años escondía. Pero para los desconocidos era mejor creer en esos chismes. A pesar de que en su infancia había sido bastante impulsivo; cuando fue coronado todo ello se olvido, sin embargo, Mito no dejaba de pensar que está decisión había sido una de las más impulsivas que su sobrino había tenido. ¿Qué estaba haciendo?
Los días en el palacio habían pasado rápido, Killua no había salido de su habitación, no quería ver a ese hombre, no antes de la boda que ya tenía fecha. 3 días después Gon se marchó con sus tres acompañantes al reino del Norte.
- ¿Por qué Silva? -preguntó Kikyo mirando a su marido con enojo.
- Es lo mejor, nadie sería mejor que nuestro Rey Gon -dijo el Rey mirando algunos papeles.
- ¿Al menos le preguntaste a tu hijo?, ¿Te molestaste por hacerlo? -preguntó enojada.
- No, son detalles menores; si es una orden real nosotros no podemos hacer nada -continúo - además el Rey es alguien serio, tomara en serio este matrimonio.
- No, no importa cuan caballero sea, ¿Acaso no escuchaste todos los rumores?, Ese muchacho se desvío demasiado después de que sus padres murieron. ¿¡Quieres que tu hijo llegué a ser una sola concubina!? -dijo gritando desesperada. No podía permitir tal humillación.
- Por Dios mujer, son solo rumores, ese joven Rey es un caballero -dijo Silva restando importancia.
- Eso no lo sabes, ¡Nadie había podido entrar al castillo!, No siquiera sabes que tipo de relaciones tiene también con el Reino de Akai Botan -dijo - Gon no es Ging.
- No metas al antiguo Rey en esto -dijo el Rey mirando a su mujer con advertencia.
- ¡Estás dañando a tu hijo! -gritó.
- Solo será un matrimonio, con el tiempo se querrán, los mismo sucedió con nosotros -dijo alzando los hombres.
- ¿Qué dijiste?, ¿Se querrán? -preguntó - ¿No lo ama?, ¿No lo quiere?
- Kikyo -iba a comenzar a hablar sin embargo su esposa siguió gritando.
- ¡Peor aún!, ¡Es solo un maldito juego!, ¡Solo es un trofeo! -gritó con rabia - Espero que te arrepientas por esto.
Al finalizar sus palabras salió de la habitación realmente enojada, Silva la miro salir y nego la cabeza. Jamás se arrepentiría de esto. No después de saber lo que hubiera pasado si Gon no aceptaba.
Killua miraba el árbol de flores sakuras, con estos días cada vez podía sentir más asco e impotencia.
Pero lo haría. Tenía miedo de que algo malo ocurriera si él no aceptaba. No lo conocía. Su padre no lo conocía. Habían conocido a Ging pero no a este chico. ¿Que infierno le depararía?, El albino no era idiota; ambos nunca habían hablado anteriormente, sabía que lo único que por lo que tal vez quería estar con él era por su cuerpo o por su reino.
Siempre había pensando que su hogar era una jaula y lo único bueno de esa jaula era que podía practicar nen, habían muchas cosas aquí que no podía hacer y sus derechos habían quedado muy abajo por los viejos concejeros. No podía salir del castillo, no podía escoger con quién casarse, porque anteriormente ya había sucedido que una carta de cortejo casi era aceptada. No podía hablar cuando quería, no podía meterse en los asuntos del reino, no podía mirar a los ojos a lo alfas desconocidos, no podía hacer nada. Cómo Omega debía ser serio, debía ser sumiso.
Y aunque si podía practicar, era verdad que su padre le había prohibido varias cosas y su madre no pudo hacer nada. Toda su libertad había sido robada una vez que piso la sala de entrenamiento.
¿Y ahora?, Las reglas, las costumbres y tradiciones eran diferentes y él no sabía que tan malo sería ir a una nueva jaula de oro, alado de desconocidos y solamente para darle hijos al Rey. ¿Qué había hecho para merecer esto?
Cuando la fecha de la boda se acercaba su corazón no podía dejar de palpitar tan feo. Habían noches en las que no podía dormir. Su pensamientos estaban perdidos.
Ya todo el Reino sabía de su unión, habían recibido cartas de felicitación por tan grande unión, Killua ni siquiera quería mirarlas, no quería saber esos buenos deseos, porque no había felicidad. Su flor se estaba cansando y no era por amor, sus hermanos habían entrado a su habitación para decirle que no dejarían que nada malo le pasara, que ese hombre no lo tocaría.
Pero a quien engañaban, si se convertía en su consorte tendría que dar herederos; había comenzado a leer algunos libros que hablaban de las tradiciones y costumbre de aquel reino; todos decían lo mismo: "La primer noche del matrimonio real los soberanos tienen que concebir aquella unión."
Sabía lo que sucedería, no era estúpido. Y su corazón se sintió aún más triste, como si estuviera en una marea que no le dejaba respirar por unos segundos. La fecha de la boda se acercaba, faltaban 2 meses para por fin pertenecerle a Gon Freecss.
Y esa sola idea lo tenía asqueado, triste e impotente.
- Killua -la puerta se abrió dejando ver a aquella rubia con una sonrisa. El albino la miro con una leve sonrisa.
- Se han hecho las listas de las cosas que podrás llevar -dijo la rubia, esa era otra de las costumbres, una vez que un matrimonio se realizaba, el Omega no podía llevar cosas de su nación, ya que ahora pertenecía a una nueva y debía servirle a esta.
- ¿No se supone que no puedo llevar nada? -preguntó el joven con una ceja alzada.
- Bueno, yo también lo pensaba, sin embargo, llegó una carta ayer que decía que podías llevar lo que quisieras, todo ello se va a aceptar en el reino -dijo la chica con una sonrisa leve - Está sellado y firmado por el mismo Rey.
- Ya veo -dijo el joven.
No sabía que clase de juego estúpido era este pero si por lo menos dejaría llevar ciertas cosas a otro lugar que no es su hogar él lo aceptaría. Por lo menos tendría algunas de sus pertenencias.
- Killua -dijo la joven - También tengo permitido ir contigo, me dijeron que fue un sugerencia del mismo Rey.
- Eso... Está muy bien -dijo el albino con un rostro aliviado, al menos estaría con alguien de su familia, no estaría solo en ese palacio.
- Killua no dejaré que te ocurra nada, ¿Entendiste?, él... No te hará daño -dijo la omega con una sonrisa triste, mirando a su pequeño niño.
- Lo sé -dijo el albino sonriendo levemente. La chica salió de su habitación pues entendía que Killua debía de prepararse y ella le dejaría ese tiempo.
Podía entregarse a él, podía hacerlo, sería solo unos momentos. Podía permanecer callado a su lado, él podría hacerlo. Si lo había sido en todo este tiempo entonces podría en otro lugar. Para proteger a su nación y para hacer que prosperará.
Sin embargo a pesar de que esos pensamientos inundaban su mente, su corazón se agitaba con miedo y tristeza, quería creer que podría lograrlo, más no podía sentirlo. Miro de nuevo ese árbol de sakuras, jamás había llorado, cuando le permitieron practicar nen se sintió tan feliz que no pudo evitar abrazar a sus padres, jamás sintió verdadera tristeza, solo miedo. Y ahora... Ahora una pequeña lágrima se posó sobre su mejilla.
Sería fuerte.
Por su familia, su nación.
Los días pasaron tan rápido, Killua no los había sentido, y ahora... Estaba aquí. Delante de su espejo con aquellos niños que lo arreglaban para la ceremonia, los niños lo veían alegres, era un sonrisa pequeña, pero ellos sabían lo que sentía su príncipe.
En las tradiciones de los reinos no había una distinción entre un omega y una omega. Ambos eran señal de gracia, prosperidad, elegancia, ternura, fertilidad y feminidad. Los regalos que cortejaban a una omega debían ser los mismos para un omega. Siempre fue así y siempre sería así.
En muchos reinos al consorte del Rey le llamaban Reina aunque esté fuera hombre, era una tradición o una costumbre que jamás fue mal vista. A Killua no le importaba como le llamarán, su destino ya estaba firmado y no podría hacer nada. Así que ahí estaba, la flor más hermosa del reino del Sur, vistiendo el kimono blanco. Habían puesto un tocado blanco con flores ume, se veía tan precioso, sin embargo, su semblante triste lo hacían ver cómo si su futuro esposo lo habría abandonado en el templo o como si estuviera de luto.
- Su alteza -uno de lo niños hablo, el albino lo miro - ¿Colocamos maquillaje?
- No, así está bien, gracias -dijo el principe con una leve sonrisa. Ambos niños asintieron.
Todo esto era tan alucinante, se sentía como en un sueño del que no podría despertar. Había llegado hace unas pocas horas, el viaje no era fácil, sin embargo el día en el que se hacía la ceremonia y la celebración tenía que ser cuando el principe Zoldyck pisará Kiiroi Yuri. Por lo que ahora estaba frente de un espejo enorme, con sus pequeños ayudantes, sería la última vez que los viera. Afuera de la habitación estaba Bisky junto Hayate uno de los soldados del su reino. En pocos minutos vería a quien se convertiría en su esposo. A quien miraría siempre; seguía mirándose en el espejo mientras los niños arreglaban la parte inferior del kimono, unos cuantos golpes sonaron en la puerta seguido de una dulce voz.
- ¿Su alteza, me permite la entrada? -preguntó la joven y elegante voz. Killua no pudo recordar exactamente quién era pero sabía que ya la había escuchado.
- Puede pasar -el principe miro que la puerta se abrió, dejando ver a una omega preciosa. Retz, vestía un kimono rojo, con detalles dorados, su cabello rubio era recogido en un moño con una horquilla del mismo color de su kimono.
Por lo general, las mujeres vestían vestidos normales, las Reinas solían utilizar vestidos más ostentosos: cuando había una fiesta dentro del palacio, una reunión, algún festival. Solamente en ceremonias más importantes se utilizaba un kimono, en este caso, al ser la boda del Rey tanto los alfas como los omegas debían usar un kimono, aunque esto era solo para la ceremonia nupcial y solo era para las personas que asistirían que por lo general eran los padres de la pareja y tal vez unos cuantos amigos. La tradición era un ceremonia privada e íntima; en el banquete los invitados podían usar los vestidos normales, a excepción de los novios.
Para Killua ver a la omega con el Kimono, solo podía hacerle pensar que era una mujer muy importante para Gon. Puesto que solo personas importantes e íntimas para su futuro esposo podían estar ahí. La chica lo miro con una sonrisa amable, se acercó a él, llevaba algo en su mano una caja de madera.
- Si me permite decirlo alteza, se ve hermoso -dijo la chica sonriendo.
- Gracias -para Killua esto era extraño, no sabía que esperar o que decir.
- Alteza, está humilde sirvienta espera no incomodar, he traído un obsequio de parte de la princesa -dijo la joven enseñando aquella caja, Killua se sorprendió y miro la caja con curiosidad.
- No me incómoda, ¿Qué es? -preguntó, Killua por naturaleza era curioso. Nunca había salido de su castillo mucho menos de su reino por lo que cuando llego a este no pudo evitar sorprenderse por todos los colores que vio, incluso las casas eran tan diferentes. Era tan diferente y eso le gustaba.
- Es una horquilla -abrio la caja dejando ver una hermosa horquilla, era un lirio amarillo, una de las flores representativas del reino. Killua había leído bastante por lo que supo que solo el consorte del Rey podía llevarla, era la horquilla que pasaba de generación en generación.
En el Reino de Akai Botan el consorte tendría un anillo rojo, en su reino el consorte llevaba un collar con una gema azul: una tanzanita, aquella gema es muy rara de conseguir incluso más que el diamante, su madre siempre lo llevaba con ella y lo mostraba orgullosa, era una piedra preciosa, sin embargo, el collar no era para nada exagerado. Era una cadena con aquella gema solo eso. Su reino se consideraba bastante simple, pues lo que realmente importaba era la historia detrás de aquella piedra que por obvias razones siempre es diferente. Historias que con el tiempo son olvidadas a menos que pases el cuento a otras personas, tal y como lo hizo su madre y su padre con él.
Y ahora sabía la importancia de aquella horquilla. Esa majestuosa joya había sido parte de la reina Meisho, y ahora él tenía que utilizarla, no, no había conocido a la reina, no le haría esa grosería a ella, no podía utilizarla.
- Esta será bastante audaz con sus palabras, pero entiendo lo que su alteza está pensando. De hecho sería la misma princesa quien vendría a entregarla. Para nuestro reino no hay mejor persona que pueda portar está horquilla que la flor invernal de Shiroi Tsubaki -la rubia dijo aquellas palabras con una sonrisa amable; el olor de esta chica se esparció en la habitación, un olor a rosas frescas, uno que era amable y que hacía dudar a Killua.
- Puede colocarla -dijo el joven mirando la sonrisa de aquella omega. Los lirios amarillos eran hermosos, los había visto en pinturas, cuando llegó al castillo había visto que muchos de los arreglos florales tenían estás maravillosas flores. Ese color amarillo, tan vivo, tan lleno de energía. Tal y como había leído; los lirios amarillos representaban felicidad; entendía el porqué, todos los libros que hablaban del norte llamaban al Kiiroi Yuri como "El Reino en eterna primavera" sabía que era por ello, por los campos de aquellas exquisitas flores pero también significaba lealtad; esa que los súbditos de este reino tenían por sus antiguos reyes y por su nuevo rey, esa que esta mujer también le tenía seguramente a su nación.
La horquilla era una flor abierta, los pétalos tenían un color amarillo tan precioso, dejaba ver los estambres(1) de la flor que eran de un color amarillo menos intenso, las anteras(2) eran de un color rojizo, aquella joya que estaba pulida para recrear esa parte de la flor simplemente era hermosa, si la movías destellos salían de allí. Había una grande, la más abierta y a cada lado dos pequeñas. De la parte trasera de las flores salían pequeños hilos hechos de plata simulando ramas, que también llevaban cuencas blancas. Simplemente era una pieza hermosa.
Sabía la historia detrás de esta horquilla, su significado para el reino y para el consorte. Era una pieza que al darse al consorte, se entregaba no solo una pieza de joyería; si no un nuevo hogar, una nueva nación, la lealtad de sus súbditos, se iniciaba un nuevo ciclo y Killua no estaba listo para ello. Podría ser cualquier horquilla pero no lo era, en ella llevaba un peso de sus antecesores, pero la que más significaba para él.
Era la reina Meisho, una mujer que vivió en guerra, que peleo por la justicia, que no se dejó de nadie, que no fue un accesorio, la primer reina que podía practicar nen. No era solo un nombre, era una admiración. Porque cuando Killua supo su historia decidió probar suerte y pedir que lo dejarán practicar nen. Fue un impulso y ahora estaba aquí, con aquella horquilla en la parte lateral de su cabeza.
No sabía que sentir, no sabía que le deparaba alado del hijo de una de las mujeres que más admiraba. No pudo evitar pensar si ella estuviera aquí, ¿Qué le diría?
- Listo -la voz de la joven Retz lo saco de sus absurdos pensamientos - Se le ve tan hermosa.
- Gracias -contesto, mirándose al espejo, ¿Que habrá sentido la Reina Meisho al sentir la horquilla en su cabeza?, Él se sentía mal, no amaba a Gon, era un matrimonio que no quería, no estaba listo para dar hijos, no estaba listo para siquiera ya no ser la "flor invernal de Shiroi Tsubaki" y ser llamado la "la radiante camelia blanca de Kiiroi Yuri". Habían muchos términos para referirse a los soberanos y Killua ya había escuchado el nuevo nombre que tendría que recibir en este reino. La puerta fue tocada, haciendo que Killua mirara hacia esta.
- Pase -dijo el principe.
- Su alteza, Retz- san -la voz de un hombre sonó dejando ver al general Kito con un semblante serio - Es hora, el carruaje está listo.
El corazón de Killua palpito fuertemente, era el momento. El albino asintió con la cabeza mirando a Bisky quien se asomaba detrás de aquel hombre. Momentos después ya estaban en el templo donde la ceremonia se haría.
Al llegar su familia estaba ahí, su padre, su madre y sus hermanos. La familia de Gon también estaba ahí, Mito, Kito, estaba otro joven de cabellos rubios, Killua lo miro extrañado no sabía quién era, Bisky lo miro y le dijo en voz muy baja.
- Alteza, es el Rey Kurapika -la voz de su amiga lo hizo mirarla para después volver a verlo, el joven estaba acompañado de una mujer, cabello rojo, tan oscuro como la sangre misma, su piel blanca era preciosa, tenía una sonrisa gentil mientras escuchaba lo que el Rey le estuviera diciendo.
Gon llegó al lugar, acompañado de Retz. Vestía el Kimono de seda negra real Monstsuki(3) el cual tenía el emblema del dragón, emblema de la familia Freecss y del su nación, aquel kimono se ajustaba a todo su cuerpo. Al ser un alfa era más alto que Killua, las medias tabi(4), calzado tradicional, más el accesorio característico, el abanico.
El sacerdote ya había llegado, haciendo inicio de la ceremonia. Al dar inicio a esta dió unas cuantas palabras que realmente Killua no había escuchado, era como si se hubiera quedado sordo y solo hacia las cosas al saber cómo se hacían, como un robot.
- Pueden entregar los anillos -el sacerdote hablo, ambos chicos se colocaron los anillos en el dedo anular. Aquellos anillos eran de oro, no tenían nada de grandioso, más lo único era que tenían tallado flores ume en toda la circunferencia de este.
Las manos de Killua temblaban y no pudo percatarse que las de Gon temblaban de la misma forma.
- Los votos por favor -el sacerdote hablo mirándolos, ambos jóvenes habían quedado de frente. Gon sostenía ambas manos de Killua, el albino pudo sentir las manos del Rey, no eran suaves, sabía que era por el entrenamiento, pero aún así se sentían cálidas. El albino alzó la mirada encontrándose con los ojos de Gon, decir que no tenía miedo era mentira, la voz del alfa sonó por todo el lugar.
- Yo, Gon Freecss, Rey de Kiiroi Yuri; te tomo a ti Killua Zoldyck como consorte, como compañero de vida y, ante todos los cielos prometo amarte aquí y en mis siguientes vidas, prometo respetarte, prometo cuidarte, jamás te faltará nada, seré tu luz y también tu compañero, te tomo como mi omega, como mi esposo, mi confidente, como mi único amor -la voz de Gon resonaba por todo el templo, sin ninguna pizca de nervios, mirando a aquel chico que de ahora en adelante llamaría esposo.
- Yo, Killua Zoldyck, Principe de Shiroi Tsubaki; te tomo a ti Gon Freecss como compañero de vida, como consorte y, ante todos los cielos prometo cuidarte, prometo respetarte, jamás te faltará amor conmigo, seguiré tu camino alado tuyo y alado de quién engendremos, prometo buscarte y amarte hoy y en mis siguientes vidas, te tomo como esposo, como compañero, como alfa y como único amor -la voz de Killua estaba imperturbable, dijo sus votos con total elegancia, sin embargo su corazón se agrietaba con cada oración dicha.
El momento más importante de la ceremonia llegó, el sacerdote les entrego los pequeños cuencos rojos; sakazuki(5) que tenían grabados lirios amarillos, estos contenían el vino nupcial sake(6). Ambos jóvenes comienzan a dar los sorbos a aquello cuencos.
3 sorbos: al cielo, a la tierra, al ser humano.
Con cada sorbo, Killua se sentía más mareado, más infeliz, más nervioso.
Sus hermanos veían impotentes, no querían esto para su hermano, no sabían que pasaría después, Bisky miraba con tristeza la escena, su mejor amigo, su hermano, estaba siendo condenado a una relación que no quería a una que le costaría toda su libertad de poder amar.
El sacerdote saca la vara ōnusa(7) para bendecir a los novios. Dice algunas palabras y con un asentimiento con la cabeza hace que todos los acompañantes beban el vino sake como una forma de mandar buenos augurios a la pareja real.
Todos los presentes lo toman y con ello, la ceremonia termina. El sacerdote felicita al Rey Gon para luego despedir a los demás. Para Killua esto es una tortura, la pareja real es llevada hacia el palacio donde la "fiesta" obviamente se llevaría acabo. Y con ello un nuevo comienzo se alzaría, uno que Killua no quería iniciar pero debía que.
Un infierno estaba por comenzar.
1 - 2. Estambres y Anteras:
3. Montsuki (紋付): El kimono de etiqueta negro decorado con el emblema de la familia, o kamon (家紋). De hecho, el nombre montsuki significa literalmente "con emblema".
Es una prenda de ropa muy formal que por ejemplo llevan los novios y los invitados masculinos más relevantes en las bodas.
Dependiendo del abolengo de la familia y el gusto estético, el montsuki puede llevar uno, tres o cinco emblemas, situados en la espalda, el pecho y los hombros.
4. Medias tabi: Los tabi o tabs, son calcetines tradicionales japoneses, complemento ideal de los kimonos, cuya la característica más relevante es su forma, con el dedo pulgar separado, (asemejándose a un guante para el pie), lo que les hace muy cómodos para llevar con los varios tipos de calzados como los zori (más tradicional) o getas (similares, pero mucho más informales). Hechos de algodón, para sujetarlos, los tabi disponían de cuatro o cinco cierres en la parte trasera llamados kohaze.
5. Sakazuki (盃): Los juegos de sake son comúnmente de cerámica, pero pueden ser de madera, madera lacada, vidrio y plástico El matraz y los vasos se pueden vender individualmente o en conjunto.
6. Sake: Es una bebida alcohólica a base de arroz. Al ritual de beber sake se lo llama "San san kudo". Esto lo hacen para sellar su unión junto a los dioses. Tienen que beberlo durante tres veces y en tres sorbos por cada vez, ya que en Asia los números impares son considerados de la fortuna, y el número tres simboliza el cielo, la tierra y el ser humano.
7. Vara ōnusa (大麻): es una vara de uso ritual utilizada en las ceremonias Shintō hecha de madera sakaki y decorada con tiras de papel o lino blancas llamados shide atadas a una de sus puntas. Se emplea, específicamente, en los rituales de purificación.
¡Hola ❤️!
¿Les gustó?
No me resistí jajaja y lo subí antes xd.
Ayer lo iba a publicar pero estuve bastante ocupada y ya no pude, lo que si publique ayer fue los One Shots de estos bebos.
¡Nos vemos la siguiente actualización ❤️!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro