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𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒅𝒖𝒐𝒅𝒆𝒄𝒊𝒎𝒐.

—Gracias al cielo que esto terminó —habló Bon mientras se desperezaba. Se acercó a su esposo, este revolvia con una cucharita de plástico el café que se había preparado. Besó suavemente la mejilla de Malcolm, quien sonrió leve.

Angus asintió, estaba muy de acuerdo con el vocalista. La entrevista había sido jodidamente incómoda para él. La mayoría de preguntas fueron de carácter profesional, pero cada tanto la periodista desviaba la conversación que llevaba con el guitarrista de forma extraña, ella se había metido demasiado en el hecho de que era transexual. Parecía que aquella mujer intentaba hacerlo parecer completamente anormal.

Se echó en un pequeño sofá un poco alejado del resto que había en el lobby y soltó un suspiro cansado, quería volver a casa a preparar su bolso. Le habían informado que recibiría su cirugía en tan solo dos días, así que quería estar preparado.
Notó como Cliff se acercaba a él, así que decidió sentarse de manera más correcta.

—¿Está todo bien? —preguntó. Sabía muy bien porque le cuestionaba aquello, era consciente de que su molestia había sido notada por todos.

—Para nada, esa estúpida buscaba hacerme quedar como un maldito fenómeno en televisión abierta.

El inglés se sentó sobre el apoyabrazos, seguido de eso acomodó su falda de mezclilla. —No tienes que enojarte, hay personas demasiado morbosas por ahí afuera. Además, tú no eres ningún fenómeno.

—A veces sí que me siento así. —estaba un poco frustrado, pero en realidad no sabía como sentirse exactamente. 

—No digas eso, eres un omega normal. Igual que cualquier otro.

Angus secó una pequeña lágrima de su ojo izquierdo. Miraba hacia otro lado para evitar que alguno de los presentes lo viera llorar. Sentía una de las manos del bajista acariciar su espalda para tranquilizarlo. Él lo hacía sentirse muy a gusto.

—Iré a dar un pequeño paseo con unos amigos hoy, ¿No quieres venir? A ellos no les molestaría que tú vengas conmigo.

—¿Lo dices en serio? —lo observó, una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro.

—Claro que sí, seguro que vas a caerles bien.

Algún rato después, ambos se dirigían a una cafetería en el auto que compartían Cliff y Phil, este último sería alcanzado hasta su casa por Brian para evitar tardarse mucho tiempo en el transporte público, pues el horario de la niñera que estaba con sus niños ya casi acababa.

—¿Qué tal vas con tu transición? En los últimos meses se ha vuelto difícil reconocerte —habló el mayor, apenas había tráfico así que no tenía que estar completamente atento a la calle.

—Ya no me falta mucho para terminar con todo esto. —se puso cómodo en el asiento del acompañante. —El jueves me harán un trasplante, podré tener mi propio útero. Y también me harán una vagina y todas esas cosas, ya sabes.

Williams se dio vuelta a mirarlo cuando frenó en un semáforo. —Eso es fantástico —le regaló una pequeña sonrisa.

—Lo sé, voy a tener mis cachorros algún día. —miró por la ventana un momento cuando el auto se puso en movimiento otra vez. —Y también voy a poder tener celos y todo eso.

—Estoy feliz por ti, pero ¿Pensaste bien en esto? Hay cosas que tal vez deberías saber, Ang. —sentía que había cosas que debía informarle, no quería que se encontrara de lleno con la cantidad de problemas que le generaba su cuerpo. —El celo, el período y el embarazo no son siempre cosas bonitas.

—Sí, los doctores me lo dijeron... pero está bien para mí. Toda mi vida he querido sentir esas cosas. —recordaba bien como en su adolescencia vio a los omegas de su al rededor comenzar a desarrollarse, había sentido envidia de Malcolm y de sus amigos a pesar de que ellos siempre se quejaban. —Quiero sentir todo lo que siente un omega. Sé que soy uno, no tendría porque privarme de nada de eso.

—Entiendo, puedes pedirme ayuda con esas cosas si la necesitas.

—Gracias, Cliff.

—No es nada. —sonrió

El resto de la tarde se la pasó bebiendo un smoothie de fresa y comiendo un pastelito de vainilla mientras charlaba con esos otros cuatro chicos. Ellos le parecieron muy agradables, además de que lo habían tratado muy bien.
Se sintió contendo de saber que los vería nuevamente en algunas semanas. Expandir su círculo social era algo que la psicóloga, a  quien había estado frecuentando últimamente, le había pedido que hiciera.

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Sonidos externos hicieron que Angus despertara de a poco. Había pasado horas durmiendo gracias a la anestesia persistente y el dolor tan agudo en su pelvis y entrepierna.
Observó todo lo que lo rodeaba, estaba completamente solo en el cuarto. No tenía idea de dónde se encontraba su esposo, él era el único que tenía permitido visitarlo dentro de la habitación durante las primeras horas luego de la operación.

Se quitó las sábanas de encima y levantó con cuidado la camisa del pijama que estaba usando. Un gran vendaje blanco manchado de sangre estaba alrededor de sus caderas, cubriendo la zona inferior de su vientre y espalda baja. Se removió un poco en la cama, una fuerte molestia lo hizo recostarse sobre las sábanas otra vez. Pudo sentir un paño dentro de su ropa interior que presionaba su perineo.

Suspiró, todavía se sentía muy cansado. La puerta del cuarto fue abierta, una enfermera ingresó con un carrito donde llevaba algunos platos de comida.

—Supongo que debes tener hambre, ¿No es así? —preguntó ella con una sonrisa a la vez que ayudaba al guitarrista a armar la mesa plegable encima de sus muslos.

—Sí, bastante. ¿Cuántas horas llevo durmiendo? —puso sus manos para recibir el plato con gelatina. También obtuvo una botella con jugo de mango.

—Te trajeron del quirófano a las dos de la tarde y ya son casi las seis de la tarde.

El escocés se sorprendió un poco al oír aquello. Era cierto que le gustaba dormir, pero no llegaba a excederse nunca en una siesta.

—Te dejaré comer tranquilo, en una media hora pasará el doctor a verte. Pero si necesitas algo antes, pulsa ese botón. —le indicó un pequeño control sobre la mesa de noche, a un lado de la radio.

—Espere, ¿Dónde está mi esposo?

—Hace un rato nos avisó que saldría, creo que mencionó que buscaría a un pariente tuyo.

—Está bien. —comenzó a comer tranquilo luego de que la mujer se retirara. Encendió la radio, le daba igual escuchar música o las noticias, quería entretenerse un poco con algo.

Apenas comió la mitad de su merienda, en verdad no tenía hambre. Era como si su cuerpo estuviera lleno de otra forma, así que no le cabía nada más.
El doctor Collins llegó antes de lo esperado acompañado por un enfermero que lo ayudó a ir al baño para lavar sus dientes y orinar luego de tanto tiempo. El médico una revisión general y le pidió ponerse de pie a pesar del dolor profundo que todavía sentía. Le quitó sus vendas para darle unas nuevas. De igual forma quiso revisar un poco las cicatrices en su cuerpo, sobre todo en la zona genital para asegurarse de que todo iba bien.

Pocos minutos después estaba acompañado por otras personas. Su alfa había vuelto acompañado por Malcolm al hospital, Ellen había llegado también unos diez minutos más tarde sólo para saludar antes de volver al trabajo. No tenía idea de cómo habían dejado entrar a su hermano y a su amiga, pero eso había pasado.

Su pareja estaba ocupado charlando con el especialista como para notar la fuerte tensión que se sentía en el ambiente. Los dos omegas parecían distantes entre ellos pese a encontrarse tan cerca. Angus hacia un esfuerzo por disfrutar de su cena de arroz con verduras mientras su hermano mayor doblaba algo de ropa limpia que él mismo le había traído.

El otro guitarrista se sentó en un pequeño sofá individual para charlar un poco con él. Johnson se acercó a ellos también luego de que el doctor se retirara con el enfermero.

—Iré a fumar afuera y luego buscaré algo para comer. —les dijo a ambos. Quería estar con su esposo, aún así no sentía que fuera oportuno interrumpir ese momento entre los dos omegas. Se retiró un poco resignado del cuarto.

—¿Te sientes cansado todavía? —preguntó el mayor al ver cómo el otro alejaba su plato vacío y volvía a acomodarse encima de su mullida almohada.

—Sí, un poco.

—Supongo que debes estar contento de lo que hiciste.

—¿A qué te refieres? —lo miró un poco confundido.

—Cambiaste completamente, hasta conseguiste un útero y todo eso.

—Sólo lo hice con mi físico. Mi mente siempre estuvo dentro del cuerpo equivocado —explicó, no sabía ya cuántas veces había tenido que decir lo mismo. —. Toda mi vida me sentí como un omega, estuve atrapado durante años en el cuerpo de un beta.

Malcolm sabía que no debía decir nada más. Podría refutar con sus propias convicciones, pero generarse un nuevo problema con su hermano no le parecía lo más conveniente en ese momento.

—Entiendo si no te gusta o si no estás de acuerdo, pero no vas a decirme como vivir mi vida —siguió hablando el más joven mientras se reincorporaba. —. Me he esforzado mucho para llegar hasta aquí.

—Lo sé, Ang, pero-

—No hay "peros", Malcolm. Hace unas semanas parecía que íbamos mejorando y ahora intentas hacerme sentir mal otra vez. ¿Qué es lo que quieres de mí? —el dolor que le provocó haberse sobresaltado lo hizo regresar a su posición en la cama.

El guitarrista rítmico se levantó de su lugar para ayudarlo a acomodar la sábana junto con la colcha. —Sólo quiero que sepas lo mucho que te desplaza el mundo por ser un omega.

—Ya lo sé, me lo han dicho miles de veces y tú también lo has hecho. No necesito que me lo repitas.

—Lo hago porque quiero cuidarte, soy tu hermano mayor.

—Ya no somos niños, no entiendo porque te importa tanto. —suspiró ya un poco fastidiado.

—Porque ninguno de nuestros hermanos me cuidó a mí. —casi le gritó. No comprendo por qué Angus no podía ver lo mismo que él. —¿De qué sirven esos hermanos? ¿De qué carajo sirven esos alfas?

Angus guardó silencio, su mirada denotaba suficiente. —El problema no es todo el mundo, no son todos los alfas. Tienes un esposo excelente y yo también, además conoces a otros alfas que nunca te harían daño. Tú sabes muy bien eso.

—Sí recuerdas a Linda, ¿No? Mamá y papá me permitieron salir con ella luego de que nada funcionara con ninguno de los hombres con los que me habían emparejado. —buscó en su memoria aquellos recuerdos frescos de la adolescencia para poder compartirlos con el menor. —Se supone que ella iba a cuidarme durante una fiesta a la que me llevó; pero ¡Oh sorpresa!, dejó que dos de sus amigos abusaran de mi esa noche. Y a nadie en casa le importó eso. ¿Sigues pensando que hay muchos alfas buenos allá afuera y que ser un omega es divertido?

El más bajo se quedó callado, apenas recordaba esa noche cuando Malcolm entró llorando a la casa con parte de su falda desgarrada y sin nada su ropa interior. Su padre le había hecho creer que su hermano se merecía aquel abuso por haber salido a un lugar rodeado por alfas y con una falda algo corta.

—Olvidé todo eso sólo por Bon, porque él no merece un omega sin libido. Y además, quise formar una familia sin tener que pensar en nada de todo lo que había pasado.

—Mal, en verdad yo no tenía idea de eso.  Perdóname por pensar que tú tenías la culpa, papá siempre dijo eso.

—Ya no importa, Ang. Al menos ahora lo sabes. Te perdono y espero que tú también puedas hacerlo conmigo.

—No tienes que pedirme perdón por haberte preocupado conmigo. —sintió bastantes ganas de llorar.

En ese momento, Brian ingresó en el cuarto acompañado por la misma enfermera que había traído la comida, esta vez cargaba una manta. —¿Quién de ustedes dos pasará la noche aquí? —preguntó la mujer, ella tenía indicaciones para dar sobre los medicamentos que debía consumir Angus.

—Quédate tú, Brian. Yo debo volver a casa.—Young se levantó. Luego dejó un beso sobre la frente de su hermano antes saludar a su cuñado con un pequeño apretón de manos. 

Angus limpió sus lágrimas con el dorso de su mano. —¿Está todo bien? ¿Él dijo algo malo? —preguntó su esposo cerca de él mientras la enfermera acomodaba el sofá con la manta.

—No, de hecho me trató muy bien. —no era necesario compartir una anécdota tan oscura con su esposo, no en ese momento por lo menos.

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