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𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒅𝒆𝒄𝒊𝒎𝒐𝒄𝒖𝒂𝒓𝒕𝒐.

Era demasiado temprano esa mañana, Angus tenía sus pies helados y estaba jodidamente adolorido. El final de la manta beige con la que estaba envuelto de pies a cabeza era arrastrada por el parqué de madera. Caminó del baño devuelta a su cuarto y de inmediato trató de despertar a su esposo.

—Brimi, amor —acarició un poco el hombro de su alfa. Al ver que él comenzaba a despertar, siguió insistiendo. —Vamos, despierta.

—¿Qué pasa, cielo? —preguntó su alfa un poco sobresaltado. —¿Qué hora es?

—Son las seis, ¿Podrías ir a comprarme toallas higiénicas? Por favor, por favor —insistió un poco tomándolo de su hombro, tenía que hacer que su pareja se levantara.

—¿No puedes ir tú? No tengo idea de que tengo que comprar. —bostezó mientras se desperezaba. No volvería a dormir, ya tenía hambre.

Angus negó bastante rápido. —Estoy tratando de arreglarmelas con algo de algodón pero en serio necesito que las compres.  —hizo énfasis sobre el "en serio". Sabía que no podría aguantar mucho más y no quería tener que volver a lavar su ropa interior a mano para quitarle las manchas de sangre.

—Está bien, déjame que me vista y voy. —el guitarrista se sintió bastante aliviado al ver como Brian se levantaba para colocarse algo con que salir de la casa.

Apenas su esposo se fue, sintió cierto dolor sobre su pelvis contra el que no pudo hacer nada además de correr hacia el baño otra vez. Se quitó la manta y la dejó encima de la cama, no quería dejarla pues tenía el aroma de su pareja y aquello lo reconfortaba. Sin embargo, tampoco quería ensuciarla.
Tuvo que quedarse un par de minutos allí sentado esperando a que su alfa volviera a casa. Por suerte, él no tardó demasiado en llegar.

Escuchó como la puerta era tocada. —¿Puedo pasar, bebé?

—¿Por qué no podrías?

Brian abrió apenas la puerta y estiró su brazo para hacer pasar la bolsa. —No sabía cuáles comprarte, así que traje varias diferentes.

—No seas ridículo, Brian —se quejó un poco. Tomó la bolsa plástica para tomar alguno de los paquetes. Su esposo quitó la mano y cerró la puerta de inmediato, cosa que lo hizo rodar sus ojos un tanto molesto. Tuvo que leer las instrucciones para saber cómo debía colocarse la toalla.

Apenas un rato después salió del baño. El aroma a comida lo hizo moverse hasta la cocina, no sin antes pasar por su cuarto para cubrirse con su manta otra vez. Se sentó en su silla de siempre para esperar el desayuno. Sabía que a Brian no le gustaba cocinar, pero que sí lo haría en caso de que él no pudiera hacerlo.

El plato de huevos revueltos y pequeños cubos de tomate fue dejado frente a él, su esposo le alcanzó también un vaso de jugo de naranja. Realmente no esperó mucho para comenzar a comer. Su pareja dejó un plato con par de tostadas frente a ambos. Angus tomó una para acompañar los huevos. Se sentía bastante hambriento, sabía que era algo normal durante el período.

Ambos desayunaron casi en total silencio. Johnson estaba algo adormilado todavía. En una hora ambos tendrían que estar presentes en un ensayo para la banda. A pesar de que el guitarrista se sentía lo suficientemente mal como para no asistir, realmente no quería no aparecer.

—¿Puedes ir hoy o vas a quedarte aquí? —preguntó Brian mientras comenzaba a la levantar los platos vacíos.

—No estoy inválido, Brian. —contestó un  poco molesto. Sintió como si su pareja lo estuviese tratando de incapaz.

—Sólo no quiero que te esfuerces mucho ni nada de eso. —le respondió tratando de estar tranquilo. Podía sentir perfectamente el aroma de su pareja haciéndose más fuerte. Sabía que los omegas hacían eso cuando se sentían amenazados o enfadados por alguna razón.

—No me va a pasar nada, Bri. Además, tengo que acostumbrarme a esto. —se puso de pie para ayudar a llevar las cosas al lavaplatos. Luego fue directo a la habitación para buscar algo de ropa y darse una ducha. En ese momento no le dolía para nada, así que estaba convencido de que podría hacer todo lo que tenía planeado para su día.

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—Agh, mierda —se quejó en voz baja por tercera vez en la mañana. No pudo soportar los cólicos en esa ocasión, así que dejó de tocar. Se quitó su guitarra, que llevaba colgada por su correa, y se apresuró a salir de la sala de ensayos dentro del estudio.

Sus cuatro compañeros se detuvieron también, ninguno entendía que había ocurrido. Angus se apresuró al baño. Contó con la suerte de llegar antes de manchar su bragas. Sin embargo, estaba seguro de que en el caso de haber llegado unos minutos después, sería un desastre. Buscó entre sus bolsillos la toalla con la que contaba.

Pudo oir las bisagras de la puerta del baño crujir. —Ang, ¿Estás aquí? —la voz de Malcolm le llamó la atención.

—Sí, ya voy. —mordió su labio inferior al sentir el dolor sobre su pelvis. Decidió que no podía quedarse todo el día allí dentro, así que salió del cubículo luego de acomodar su ropa correctamente.

—¿Te sientes bien? Te escuché quejarte varias veces. —preguntó mientras lo veía lavarse las manos.

—Sí, sólo bueno, —se puso un poco nervioso. No estaba seguro de como decirle esto a su hermano. —Es que estoy con mi periodo.

—Ah, no sabía que ibas a poder... eso

—Sí, bueno, es así. —se secó las manos con una servilleta de papel que después arrojó a la basura.

Ambos hermanos volvieron en silencio para continuar tocando sus guitarras. Ninguno de los dos hizo comentarios sobre el asunto. Angus sentía que no quería compartir nada de lo que estaba pasando, no era algo de lo que se sintiera avergonzado, pero sí algo que le provocaba la sensación de que sería juzgado.

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Parecía que la suerte no estaba de su lado ese día. Sus planes de salir con un grupo de amigos se habían visto arruinados. La lluvia inesperada más la llegada de fuertes cólicos lo mantenían dentro de la cama. Estaba adolorido y muy enfadado, en serio tenía muchas ganas de salir a ese almuerzo.

Había tenido que resignarse a comer algo en casa y ahora pretendía dormir una larga siesta antes de limpiar la casa por la tarde. Por el momento, tenía algunas horas para descansar tranquilo. Su esposo estaba en la sala de estar leyendo un poco.

Pudo quedarse dormido bastante rápido. Apenas llegó a soñar cuando se despertó nuevamente. Podía oír algunas voces afuera de su cuarto. Se levantó despacio para ir hasta el baño, también espió para saber quién estaba allí. Sentada junto a su esposo se encontraba su suegra, hacia mucho tiempo no la veía. La última vez fue dos meses atrás gracias a que ella y su marido vivían bastante lejos.

Regresó al cuarto para buscar ropa limpia antes de entrar por fin al baño. Peinó su cabello de forma bonita y agrego algo de lápiz labial encima de sus labios rosas. Se vistió con un pantalón de tela rojo pues estaba algo hinchado como para usar otra cosa. Decidió que antes de colocarse su camiseta blanca, debía colocarse un brasier; no había usado uno en todo el día gracias al dolor que sentía también en sus pechos.

Salió del baño un tanto nervioso. Sabía que aquella omega estaba al tanto de su cambio de casta, pues Brian se lo había comentado por teléfono.
Ella se sorprendió un poco al verlo, pero no dejó de besar sus mejillas como hacia siempre. A sus ojos, él habia sacado adelante a su hijo.

—No tienes que explicar nada, Angus —dijo ella cuando el muchacho intento hablar. —. Sólo estoy aquí para saludar y quise traerte esto. —levantó de encima del sofá una pequeña bolsa morada.

—Muchas gracias —tomó entre sus manos el vestido celeste corto que había dentro. Le pareció muy bonito desde el primer momento.

—Este regalo es mío y de mi esposo, él no pudo viajar esta vez porque está ocupado en su trabajo pero espera verte para las fiestas. —apenas quedaba poco más de un mes para sus vacaciones de invierno. Ella le ofreció un abrazo que su yerno aceptó de inmediato.

Johnson los observaba con una sonrisa sin levantarse de su lugar, amaba lo bien que se llevaba su pareja con sus padres.

Algunas horas más tarde, cuando ya los tres habían cenado juntos, Brian se ocupó de llevar a su madre al hotel donde se hospedaba con una amiga de ella. Angus aprovechó esos momentos a solas para ponerse su pijama y lavar sus dientes, luego se dispuso a mirar algo de televisión. El encuentro que había tenido ayudó a disminuir mucho sus cólicos, creía que se debía a lo mucho que se relajaban los omegas cuando estaban con sus seres queridos.
El alfa regresó a la casa unos veinte minutos después, así que ambos fueron directo al cuarto para dormir.

—Te amo.  —aseguró recostandose encima del pecho de su pareja. Sentía sus brazos fuertes encima de su espalda y le encantaba aquello.

—Yo también te amo. —suspiró sobre sus rizos, estaba cansado. Cerró sus ojos listo para descansar.

—Bri, no te duermas aún. —se movió un poco. —¿No te das cuenta? Tener mi periodo significa que puedo tener bebés. Deberíamos empezar a planear todo esto ya.

El mayor le acarició el cabello suavemente. —Vamos a hacerlo pronto, primero tenemos que hacernos algunos estudios de sangre y esas cosas.

—Lo sé pero, amor, vamos a poder tener un bebé. —se sentía satisfecho con aquella idea. Además, estaba convencido de que un niño propio sería todo lo que necesitaba. Podría haber parado su transición hacia unos meses, pero quiso continuar para tener una matriz que le permitiera dar vida. —Vamos a ser padres.

—Sí, nene, a mi también me alegra eso. —besó su frente. —Por ahora tenemos que dormir.

—De acuerdo —se acurrucó entre las sábanas, feliz de sentir el aroma a menta y chocolate amargo del inglés y el calor corporal que este le ofrecía. Dormiría tranquilo pensando en como se vería el bebé que llegarían a engendrar pronto.

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