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𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒅𝒆𝒄𝒊𝒎𝒐.

Las manos le temblaban un poco al joven omega, esperaba paciente en el consultorio del cirujano plástico que había operado su rostro. En breve le quitarían ese vendaje que tenía sobre su mandíbula y su cuello. Tenía que admitir que estaba bastante ansioso pues se encontraba completamente solo, su esposo tenía que esperarlo fuera del consultorio.

—Bien, llegó el momento de que conozcas los resultados. —habló el doctor.

—Estoy emocionado —aseguró al ver cómo el beta se acercaba con un par de tijeras.

—Mejor así. —lentamente cortó un trozo de la venda y fue quitándosela de a poco.

Angus sintió esa presión sobre su cara ser liberada despacio, se sintió bastante bien aquello. El médico le colocó un espejo frente a sus ojos, los cuales brillaron al notar como un pequeño cambio lo había hecho ver más delicado. Estaba fascinado de la forma en la que algo tan simple lo hacía lucir perfectamente como un omega. Levantó un poco su mentón para ver las marcas de las incisiones, había una de en cada lado pero no eran realmente notorias y sabía que con el tiempo se verían cada vez menos. Sobre su cuello había una marca también, aunque era bastante delgada.

Escuchó con atención las indicaciones acerca de cómo cuidar aquellas zonas para que cicatricen por completo de forma correcta. Luego de darle las gracias al doctor pudo salir del consultorio. Su esposo lo besó en los labios y sintió la necesidad de tomar sus mejillas con cariño.

Hacia ya varios días no veía el rostro de su esposo, así que esto lo emocionaba de cierta forma. —Te ves muy bien, amor —dijo con una gran sonrisa. Estaba contento de verlo sano y feliz.

—Gracias, cielo —besó una de sus mejillas antes de dejar que tomara su mano para volver a casa.

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La llamada finalizó del otro lado y Angus regresó el teléfono a su lugar un tanto nervioso. Acababa de hablar con Malcolm, habían pasado meses desde que charlaban por teléfono, o desde que siquiera charlaban. Para él, intercambiar unas pocas palabras no contaban como tener una conversación.

Miró a su esposo a través de la puerta de la cocina, él estaba lavando los platos con los que habían almorzado. Se acercó hasta Brian despacio, tenía algo que decirle. Sin embargo decidió darse la vuelta e ir directo al cuarto. Luego le avisaría que saldría por la tarde, sabía bien lo que su esposo pensaba sobre su hermano y no quería tener que discutir.

Se echó bocarriba encima de la cama, había comido bastante sopa, no podía consumir otro alimento que no fuese blando. Miró a la esquina del cuarto, a un lado de la cómoda su guitarra descansaba. La tomó para practicar un rato; aquello lo hacía sentirse muy bien, era libre en la música. Su instrumento no lo juzgaría nunca, no lo miraría mal, no levantaría rumores malos sobre su persona, no lo señalaría ni lo llamaría degenerado o maricón.

—¿Estás ocupado, bebé? —preguntó su esposo al entrar a la habitación. Se sentó a los pies de la cama.

—Sólo estaba practicando un poco, no pasa nada si sigo más tarde. —se puso de pie para colocar otra vez la guitarra en su lugar.

Brian palmó su regazo, estaba con bastantes ganas de tocar a su cónyuge. Angus entendió y rápidamente se colocó en aquel lugar. El alfa no tardó nada en meter sus manos dentro de la camiseta del más bajo. Con cariño apretó sus pechos, uno con cada mano, provocándole suspiros a su pareja.

—Bri~ —se removió un poco al sentir ese bulto debajo de su trasero.

—Sabes que pronto me toca mi celo, y en serio espero que podamos divertirnos un poco.

Young soltó una pequeña risita excitada, le gustaba hacia donde iba la cosa. Le permitió a su pareja seguir tocando su cuerpo, hacía bastante tiempo que no tenía ese tipo de contacto. Se movió para unir sus labios con los del contrario

—Te amo —suspiró Brian.

—Y yo a ti. —acarició sus cabellos con su mano libre. El más alto se pegó a él con cariño. —Brimi, voy a salir más tarde.

—¿Puedo saber adónde? —no era muy fanático de tener que preguntarle que cosas haría o con quién se vería, se sentía un controlador haciendo eso; más no quería que le ocurriera nada malo.

—Iré a la casa de Malcolm, él quiere darme un par de cosas y hablar conmigo un poco.

—¿Estás seguro, bebé? —le preocupaba un poco, a su vista se estaba exponiendo a un ambiente hostil. Esperaba que Bon estuviese en la casa. —¿No quieres que te acompañe?

—Voy a estar bien. Y no, no lo necesito, aunque me gustaría que me lleves. No tengo muchas ganas de conducir hoy. —hizo esos ojitos tristes que hacían que el alfa no pudiese negarse.

Johnson asintió, esa expresión en su rostro se veía muy diferente en comparación con meses atrás. Abrazó algo fuerte al menor, era todavia un poco extraño pensar que era su omega. Ese beta del que se había enamorado ya no existía, pero eso estaba bien; su esposo estaba empezando a enterrar el pasado. Pensando en aquello se dio cuenta de que quizás él necesitaba ver a Malcolm, necesitaban terminar de arreglar sus vidas juntos de una vez.

—Brimi, voy a darme un baño. ¿Sí? —se liberó con lentitud de su esposo, tenía que prepararse para salir luego. Buscó ropa interior y una toalla.

—Sí, bien, yo tengo que ir a la oficina ahora, tengo que hablar con algunos dueños de unas disqueras. Se está vendiendo bien el nuevo álbum. —se puso de pie, se vestiría de forma más adecuada para irse.

Angus se metió al cuarto de baño, quería darse un pequeño tiempo para él. Abrió las canillas para tener agua tibia, aunque mayormente fría, las temperaturas habían estado subiendo en esos días. Aprovechó para desnudarse mientras la bañera se llenaba. Se miró en el espejo, todavía no se había detenido a examinar la nueva forma de su rostro junto con la parte superior de su pecho. Cerró los grifos y entró en la bañera, tenía un rato para relajarse.

Lavó su cuerpo y cabello tranquilo en la bañera, le encantaba lo suave que se sentía su piel. Al rededor de una media hora después salió del baño. Envolvió su cuerpo en una toalla que cubría hasta las mitad de sus muslos. Conectó su secador de cabello y lo usó delante de su espejo. Le gustaba mucho ver su reflejo.

Una vez que tuvo puesta su ropa interior, se tomó su tiempo para elegir que usaría para visitar a su hermano. Revolvió un poco su armario hasta dar con un pantalón de jean un poco ancho, eso le hizo pensar la cantidad de prendas de ese material que tenía. Decidió que camiseta le quedaba mejor hasta quedarse con una de mangas cortas, color rosa pastel y ajustada; contaba con un dibujo algo infantil de una torre de panqueques decorada encima con crema y varios frutos rojos, al rededor del postre había un par de corazones rojos.

Hace un tiempo no usaba esa remera. En realidad era bastante importante para él, la había comprado algunos meses antes de comenzar con su transición y en verdad le encantaba, mas la había usado al rededor de dos veces por el temor que le provocaba llamar la atención en la calle al ser una prenda tan femenina.

Se colocó calcetines blancos y chatitas rojas que brillaban al haber sido lustradas recientemente. Encima de la cómoda había una caja donde guardaba la poca joyería que tenía, tomó algún par de pulseras que tenía allí. Nuevamente se miró en el espejo, esta vez en el de cuerpo completo que estaba en su cuarto.

—Debo perforarme las orejas —habló para si mismo. Sabía que los aretes eran un detalle que no todos los omegas tenían, pero él los quería.

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Angus tocó el timbre en la casa de su hermano. Miró hacia atrás por un momento, su esposo lo miraba desde el auto. Pronto la puerta fue abierta por Bon.

—Pasa, Ang. —dijo el alfa al hacerse a un lado para dejarlo pasar.

—Gracias.

Scott lo siguió con la mirada un poco confundido. Estaba seguro de que había notado su rostro algo distinto y su voz se escuchaba más apagada.

—Mierda, ¿Las hormonas hicieron eso en su cara? —preguntó mientras se tiraba en el sofá, palmeó el lugar a su lado para que su amigo se sentara a su lado.

—No, ya tuve mi operación en el rostro hace dos días. —se quitó su bolsa para dejarla encima de sus muslos. —También me quitaron mi manzana de Adán. —levantó un poco su cuello.

—Ya veo, se ve muy natural en serio. —le molestó un poco que no le hubiera contado nada de eso, se suponía que eran mejores amigos. —Supongo que el universo ya tenía en sus planes que fueras un omega.

—Tal vez, no lo sé —rio un poco. Escuchó unos pasos que provenían desde la escalera detrás de ellos y se dio la media vuelta. Malcolm iba bajando con su hija en brazos. Notó rápido lo grande que se había puesto Elizabeth, hacia meses que no la veía. —Hola —saludó desde su lugar, no quería pararse e incomodar.

Su hermano mayor sólo asintió con la cabeza como forma de devolverle el saludo. —Acompañame arriba, ¿Sí?

Angus tomó su bolsa para seguir al otro al segundo piso. Estaba bastante nervioso, su aroma sí que se sentía fuerte gracias a eso.

—¿No quieren ayuda con esas cajas? Son pesadas y-

—Te llamaré si necesitamos algo, Bon —se apuró a contestar a su esposo. Ambos omegas entraron al cuarto del matrimonio que vivía en esa casa. —Sientate en ese sofá si quieres —señaló con su cabeza el pequeño sillón que estaba a un lado de la cómoda. —¿Quieres cargarla? —preguntó Malcolm refiriéndose a su bebé.

El menor accedió, hacía mucho que no sostenía un niño. En verdad deseaba uno, esperaba ansioso aquella llamada dónde le dirían si era posible trasplantar un útero a su cuerpo.
La chiquilla lo miró extrañada, era como si nunca lo hubiera visto. Tenía sentido, había cambiado muchísimo desde la última vez.

—Supongo que para ella es como conocerte otra vez. Estás muy diferente físicamente... y tu voz también se escucha distinta. —sacó dos cajas de cartón grandes que estaban dentro de su armario y las dejó en el suelo.

—Gracias, creo —dejó que la pequeña alfa tocara su rostro y oliera su cuello para sentir su aroma. Ella parecía encantada por ese olor tan dulce; después de todo, su madre también tenía uno así de tranquilizador para un bebé.

—Quiero que veas todo lo que hay aquí. Puedes quedarte con lo que quieras. —aseguró el guitarrista rítmico, él estaba sentado en el piso.

Angus se puso de pie para devolverle a su hija. Luego se arrodilló frente a su consanguíneo y a las cajas. Abrió una de ellas con curiosidad. Estaba llena de juguetes que recordaba bien de su infancia a pesar de que ninguno había sido suyo. Varias muñecas, juegos de té, pequeños muebles de lo que seguro era una casita de juguete. Elizabeth ni siquiera se inmutó al ver tantas cosas, estaba casi dormida mientras tironeaba de la camiseta de su madre.

La otra caja tenía casi las mismas cosas, sólo que contaba con varios bebés de porcelana aún con su ropa puesta. También con algunos cuantos muñecos de tela.

—¿En verdad tú no quieres nada de esto? —estaba sorprendido de que le regalara algo así. A sus ojos eran cosas muy valiosas.

—No, lo poco que me interesaba ya lo guarde. —colocó a la niña sobre la cama, ella no rechistó para nada. Se paró para poder mostrarle a su hermano una caja distinta, esta vez era de madera.

Le enseñó un par de peluches que siempre fueron sus favoritos de niño y dos muñecas de porcelana que llamaron mucho la atención del menor, recordaba muy bien como George solía quitárselas a Malcolm únicamente para molestarlo.

—Estas cosas llevan años guardadas.

—Quizás algún día Beth quiera jugar con ellas —sugirió Angus.

—No lo hará, o bueno, Bon no la dejará. Él se toma muy en serio que sea una alfa, ya le compró sus trenes y consiguió un bate de béisbol para niños. —Young sonrió leve, esas miniaturas para niños eran adorables. El de cabello lacio volvió a sostener a la niña, ella parecía inquieta entre sueños. —A veces me molesta que sea así, mamá y papá siempre me torturaron por ser un omega y en serio no quiero que mi esposo presione que mi hija todo el tiempo.

—Bon parece un buen padre. —se acercó para ver como su sobrina se iba calmando al estar entre los brazos de su mamá.

—Lo es, pero estoy seguro que va a inscribirla en algún deporte apenas camine. —acaricio los pocos y pequeños rizos que tenía su hija. —Y yo no quiero que haga eso.

Angus no estaba muy seguro de que decir, sabía que su hermano siempre había tenido reclamos hacia los roles tan distintos que tenían los alfas y los omegas. Sí, quizás Bon tenía razón en lo que le había dicho; él tendría que haber nacido omega y por consecuente, Malcolm un beta. Tal vez la vida hubiese sido mucho más justa con ambos de esa forma.

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