𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒄𝒖𝒂𝒓𝒕𝒐.
—Aquí están los resultados de tus exámenes. —habló el doctor Collins cerrando la puerta de su consultorio detrás de él.
Angus se removió ansioso en su lugar. Esperaba buenas noticias, después de todo había tenido algunos cambios notorios y ningún dolor para destacar. —¿Hubo algún avance? —preguntó curioso, sentandose sobre el borde de su silla. Era marzo, así que ya estaba atravesando su tercer mes de tratamiento.
El médico guardó silencio por unos instantes mientras tomaba asiento en su lugar. Revisaba cautelosamente por si algún detalle se le había escapado cuando leyó los papeles en el laboratorio hacia unas horas atrás. —Todo está perfectamente en orden. —le entregó los documentos a su paciente para que pudiera verlos por su cuenta.
—Tus niveles de testosterona han bajado un poco, además de que el estrógeno ha subido. Aún no tienes los niveles de progesterona de un omega normal, pero créeme que pronto estarás muy cerca.
—Eso es muy bueno de escuchar. —sonrió alegre. Dejando todo encima del escritorio.
El alfa asintió. —Necesito que vayas a la camilla, haré una revisión por si acaso antes de inyectarte.
El chico obedeció, se quitó su sweater y se sentó en la camilla. Despacio se deshizo también de su camiseta y de sus pantalones, ya había hecho esto en otra consulta antes. Con cuidado, el doctor escuchó los latidos de su corazón y su respiración, aprovechó también para tomarle la presión. —Doctor, tengo algunas dudas. —lo llamó al recostarse sobre su espalda para seguir con el chequeo, había cosas que quería saber.
—Dime, ¿Qué quieres saber? —presionó su abdomen despacio, buscando alguna incomodidad o dolor.
—Cuándo... eh, ¿Cuándo me veré como un omega real? —estaba un poco nervioso por tener que preguntar algo así, pero creía que debía hacerlo.
Collins sonrió al alejarse para colocarse un par de guantes de látex. Luego se dirigió hasta un armario. —Ten paciencia, en este tercer mes vas a notar muchos más cambios. Ya puedes vestirte. —armó una jeringa nueva, la cual recargó con la dosis de hormonas que necesitaba. Angus ya estaba boca abajo con su ropa puesta, pero había bajado su ropa interior y su pantalón un poco para dejar expuesta su cadera. —Como te decía, tus testículos van a reducir un poco su tamaño gracias a las hormonas, —introdujo la aguja, quitandola bastante rápido. Dejó un algodón con una cinta encima de la zona. —También en estas semanas va a empezar el desarrollo de las mamas y ya deberías notar el aumento de grasa en tus caderas.
Young se sintió feliz de escuchar aquello. Se vistió otra vez antes de pararse. —¿Y qué me dice del aroma? Mi esposo me dijo que nota un olor dulce cerca mío.
—Él no te miente, ni se equivoca. —aseguró mientras arrojaba a la basura los elementos que acababa de usar. —Yo también puedo sentirlo y muchas personas a tu al rededor seguro que igual. Todavía no es tan fuerte, pero no tardará mucho en notarse más.
—Me alegra mucho oir eso.
El alfa asintió. —Ahora sólo tomarás dos píldoras por semana. —buscó dos recipientes llenos, le entregó una al más bajo. —Esta crema debes colocartela en todo el cuerpo, hazlo luego de bañarte y de rasurarte. Y esta otra es para tu rostro, debe estar limpio antes de hacerlo. No uses mascarillas ni nada de eso, por un tiempo.
Angus prestó atención a todas sus indicaciones. Ya sabía que su doctor había hablado con el médico parte de su staff, este ya tenía todo lo necesario para inyectarlo y atenderlo por si algo ocurriera.
Realmente estaba demasiado contento, todo esto estaba yendo en serio bien. Salió de la consulta para agendar un turno para dentro de dos meses, deseaba que ese día llegara. Caminó de vuelta a su casa, él y Brian tenían que almorzar antes de ir al estudio. Su fantasía se cayó de golpe al recordar un detalle bastante importante, tenía que hablar con sus amigos y su hermano acerca de su transición. Mierda, su familia y amigos también estaban en la lista. Sabía que no sería fácil de digerir que había estado ocultando esto por lo que parecía mucho tiempo.
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—Nene, ¿Ya estás listo? —preguntó Brian entrando al cuarto donde estaba su pareja. Angus observaba el piso sentando en el borde de la cama, movía sus pies nervioso.
—Sí, Brimi. —se levantó, caminando hasta su pareja. Odiaba tener que usar esos jeans tan amplios, pero no podía permitir que nadie notara sus caderas más anchas y muslos algo llenitos.
—¿Estás bien? —colocó una de sus manos sobre el hombro derecho del otro.
—Estoy muy nervioso. Tengo que hablar con todos sobre esto aún.
—Me habías dicho que lo harías hoy.
—Lo sé, y tendré que hacerlo de una vez. Ya pasaron algunos meses, no voy a poder seguir ocultando esto. —razonó. Su corazón latía bastante rápido.
—Sabes que te apoyo con lo que decidas. —besó sus labios con ternura, abrazándolo luego. El guitarrista le devolvió el gesto, colocando sus manos detrás de su espalda. —Me gusta mucho tu cabello. —aseguró. Realmente le agradaba como se veían sus rizos largos.
—Gracias, amor —acunó su rostro entre sus manos, dejando que su alfa sintiera la suavidad de estas. Lo besó dulcemente.
La ansiedad que sentía el omega se hacía cada vez más fuerte mientras se acercaban al estudio. Sus piernas le temblaban cuando bajo del auto y las manos le sudaban al abrir la puerta del lugar. Brian tomó su mano libre, entrando junto a él. Notó que todos ya estaban ahí. Le avergonzó un poco pensar que ellos dos iban tarde.
Saludó un poco ansioso antes de tomar asiento en el sofá sofá en medio de su hermano y Cliff, su bajista. Se dedicó a escuchar su conversación atento, intentando fingir la tranquilidad que le hacía falta. Su esposo estaba hablando con Bon sobre algunos detalles relacionados al viaje. Ya no ensayarían más, todos los instrumentos estaban listos para ser cargados en el camión, luego serían llevados al aeropuerto.
—¿Crees que habrá piscina en el hotel? —preguntó el inglés. A él le emocionaba mucho el viaje que harían para grabar su disco. Jamás había estado por esos lados del mundo, lo único que sabía es que allí hacia bastante calor.
—Espero que sí, allí es verano todavía —contestó Malcolm, removiendose un poco sobre su lugar.
Angus murmuró algo respecto a eso que ninguno logró escuchar. Vio como Phil entraba al cuarto, él había estado fumado afuera. Al darse cuenta de que todos estaban en el mismo lugar, supo que tenía que hablar. —Chicos, hay algo que quiero decirles antes de que viajemos —comenzó. No podría ocultarles el por qué su médico tenía que inyectarlo o la razón de que tomara pastillas si no estaba enfermo.
—Dilo, Ang —Bon le sonreía, se dio la media vuelta sobre el banquillo en el que estaba sentado.
El alfa se sentó sobre el apoyabrazos del lado de su esposo, tomando las manos del bajista. —¿Qué pasó? —preguntó curioso. Cliff también se mostró interesado en saber.
—Yo... eh —miró a su pareja, quien asintió sonriendo. —Nunca me sentí cómodo como un beta y no quiero seguir viviendo así, —se frotó las manos un tanto incómodo. —c-comencé un tratamiento para ser un omega hace unos meses ya. —todos se quedaron en silencio por un momento.
—¿Hace cuánto tiempo? —cuestionó Malcolm con su ceño levemente fruncido, no estaba seguro de como sentirse al respeto de tal noticia.
—Desde hace tres meses. —sentía sus ojos acumular pequeñas lágrimas, se sentía jodidamente juzgado. Levantó su vista un momento, Scott aún le sonreía.
—Está bien, Ang. Seguirás siendo el mismo de siempre para mí, ¿Sabes?. Eres uno de mis mejores amigos, así que te apoyo en lo que quieras. —asintió, regalandole un gesto alegre.
—Sí, no es nada extraño o ilegal a fin de cuentas —se unió Rudd mostrándole una sonrisa.
—Exacto, está bien mientras te haga feliz a ti. Quiero que sepas que puedes contar conmigo para lo que necesites. —aseguró Cliff, pegando al guitarrista a un cálido abrazo. El escocés pudo sentir el fuerte aroma exótico con el que contaba el omega: cheesecake de cerezas bañado en el jarabe de las mismas y chocolate blanco. Pudo percibir también el de la pareja de este que estaba impregnado en su piel, café amargo con licor.
Angus tocó el hombro de su hermano con su mano un poco menos temblorosa ahora. Malcolm se puso de pie, ignorandolo para largarse del estudio a paso acelerado. Sintió su corazón estrujarse en dolor, ¿No se suponía acaso que ellos dos eran muy cercanos? ¿Cuántas veces se habían prometido que se apoyarían en todo? Quiso ponerse de pie para ir tras él, Bon lo detuvo en seco.
—No lo hagas, Ang. —habló. —Te lo digo por tu bien, no querrás tener que pelear con él. Soy su esposo, sé lo cerrado que puede ser. —suspiró pesado después de palmear su hombro.
Las horas pasaron rápidas, la noche se abrió paso casi de golpe. Brian estaba en su habitación, terminando de organizar las cosas que llevaría para su viaje; aunque todavía faltaran dos semanas para viajar le gustaba organizar todo con tiempo. Mientras él se mantenía ocupado con eso, el escocés intentaba llamar a la casa de su hermano. Nadie le contestaba.
Luego de dos intentos, fue el alfa de la casa quien atendió el teléfono. —¿Con quién hablo?
—Soy Angus, Bon. ¿Está Malcolm?
—Él está bañando a Beth ahora, pero le diré que te llame luego.
—Perfecto, gracias. —colgó. Espero esa llamada toda la noche, más nunca llegó.
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