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Prólogo



Lunes 21 de Junio

Abro la ventana y decido sacar la cabeza para apreciar más el momento.
Hacia sol, pero no era nada comparado con el viento. Este chocaba contra mi rostro siendo verdaderamente  suave y fresco, muy fresco, y eso me encanta.
No se como expresar esta sensación, me frustra, pero a la vez me fascina. Es como si por un breve momento pudiera sentirme en paz y libertad de verdad.

Decido cerrar los ojos un instante para apreciar ese gran momento, grabarlo en mi memoria para cada vez que necesite recordarlo vivamente.

Noto como mi cabello castaño vuela libremente, enredándose entre si mismo sin ser algo tan complicado. 
Me mantengo en esa posición un rato más, hasta que decido volver a abrirlos.

Para mi suerte pasamos por delante de un gran cartel de color verde jade, con letras blancas casi desgastadas y de un tono amarillento, dando a entender el paso del tiempo. Este podía leerse bien, pero por desgracia ya conocía ese lugar bastante bien.


Bienvenidos a Green Ville


No me hacía mucha ilusión volver a estar allí -Genial- pensé.

La paz y tranquilidad desaparecieron al escuchar la voz de mi padre llamarme desde dentro del coche, que como siempre estaba enfadado con todo y por supuesto con mi "mal" comportamiento.

-Como la policía nos pare y nos multe por tu actitud en el coche, lo vas a pagar tu con tu dinero-

Me vuelvo a sentar correctamente y lo único que hago es quejarme, como de costumbre. -¿No había un sitio más aburrido al que ir?- dije mientras entrelazaba los brazos sobre mi pecho.

-Ya hemos hablado de esto antes, si querías te podías haber quedado en casa- se le notaba cierto enfado en su voz.

-Si claro, y quedarme sola sin hacer nada durante todo el verano, ¿no? El sueño de toda persona de 20 años- esta vez mi padre fue el que calló. No pensó en eso.

-Míralo por el lado positivo, este sitio es bastante relajante.- Ahora fue mi madre la que habló. Volteó a verme desde el asiento de copiloto y me miró por encima de sus gafas de sol. -Sin el ruido de la gran ciudad, ni de la gente. Dicen que la gente aquí se está muy callada últimamente, así que solo habrá dos cosas: paz y tranquilidad- volvio la mirada al frente mientras se arreglaba el cabello frente al espejo.

-Agh, lo intentaré- decidí callarme y esperar a llegar.

Todos nos callamos por un largo tiempo manteniendo así un silencio bastante extraño. No era desagradable ni intimidante, pero era uno lleno de misterio a mi parecer era bastante raro.

Al pasar más o menos veinte minutos, logré visualizar la casa de mi familia al lado del lago o charco de agua más bien dicho, que caracterizaba ese lugar.

-Bien, ya hemos llegado-dijo este mientras aparcaba-Saca tus cosas del maletero y ves a ordenarlas.- no hice más que asentir, cogí mis cosas y salí de allí.


Me acerqué a la casa. Estaba rodeada por un pequeño sendero de árboles y un hermoso jardín.
Las flores eran de todos los colores que podría alguna vez imaginar . Eran rojas,amarillas, azules, violetas... Sus colores eran realmente vivos, y el aroma que estás emitían era verdaderamente reconfortante para el trayecto en coche de hace no mucho.

Eleve la mirada hacia la gran casa delante mío.
De tres plantas, y a mi parecer muy grande para solo vivir una familia en ella la verdad.
Sus paredes exteriores eran de color azul cielo y las tejas del tejado de un color oscuro tirando al negro. Las ventanas estaban bien conservadas y limpias. La casa también tenía un porche enorme, debías subir unas escaleras antes para llegar a el. A su lado derecho antes de la puerta, este tenía un banco junto con una pequeña mesa del mismo color, blanco perla. A su otro lado, un gran pasillo sin nada de por medio, para al final ver dos grandes plantas en unos jarrones muy bonitos y un sillón de exterior bastante grande y de color beige.

Muy bonito.

La puerta de entrada a la casa está hecha de una madera muy vieja y de un color muy oscuro, casi roñosa podría decir.

-Su tacto no deberá de ser muy agradable- pensé.

Iba a llamar bien decidida, pero antes de que eso pasara se abrió la puerta dejándonos ver a una persona de mediana edad, colocándose bien sus gafas en el puente de su nariz.

La persona que ha estado cuidando más a sus plantas mientras nosotros no estábamos.

Si

Mi abuela.

Es una persona bastante bajita, con el cabello de un color grisáceo y bastante corto, que según ella era a la moda. Llevaba unas gafas redondas muy viejas, (no entiendo como no se ha dejado antes la vista llevándolas). Vestía con un vestido de verano de color verde con unos estampados de flores color verde lima. Llevaba unas botas marrones casi desgastadas a causa de estar cada día arreglando el jardín. Esa era una de sus mayores aficiones en la vida, el jardín. Me atrevería a decir que quería más a esas plantas que a su propia familia. No la culpo, yo si pudiera también lo haría y con mucho gusto.

De pronto una gran sonrisa se formó en sus labios, para después salir un grito de alegría por su boca.

-Madre mía! Cuanto has crecido hija- Me cogió la cara entre sus manos arrugadas y suaves.- Que mayor estas!. Que, dime ¿cómo va todo? ya tendrás un montón de pretendientes, ¿no?- Eso la verdad me incomodó bastante. Ella solo me observaba dándome vueltas a mi misma, mientras iba examinándome cuidadosamente- Pero que digo seguramente ya estas hasta con ...-

No logró acabar lo que decía ya que mi madre la interrumpió- Hola mama, ¿Cómo has estado estos días? ¿Alguna novedad en el barrio?- ¿De verdad? ¿No había otra cosa que preguntar?

Para mi misma balbuceé sin ser escuchada por nadie-En fin, gente mayor- Ese es el único razonamiento lógico que les doy

-Viva, y eso ya es mucho.- Me golpeo mentalmente. Alguien que a estas alturas piensa así .... Esta mujer me supera- Aunque eso si, el otro día me enteré de una cosa que le pasó al hijo menor de los vecinos de enfrente, bueno se ve que...- Ese fue el momento, ahí fue cuando desconecté de la conversación. Otra de las aficiones que no he contado de mi abuela, es que le encanta hablar. Habla a todas horas y con quien sea. La verdad no se cómo nunca se cansa de hacerlo, la gente es muy cotilla y si vas hablando con todo el mundo de cualquier cosa, la gente tendrá más de que hablar y opinar sobre ti.

Por lo general siempre he sido una chica un tanto reservada, nunca me ha gustado destacar y que la gente sepa como soy en realidad. Sería muy raro para mi, no me sentiría cómoda estando rodeada de gente que no es como yo.

La abuela se giró en mi dirección mientras daba por finalizada su conversación con mi madre -... ya verás te caerán genial, te irá bien hacer amigos, ya sabes, relacionar con los de tu edad-

-Espera espera espera, como que... Presentarme a... ¿quiénes abuela?- por favor no lo vuelvas a explicar, por favor, no me apetece hablar durante horas abuela. Por favor.

Creo que se ha ofendido, normal yo también lo estaría si me hicieran una cosa así -¿No me estabas escuchando? A los niños que siempre están con el hijo mayor de la vecina ...- Pero como siempre mama al rescate entra en acción.

-Debe de estar cansada, ha sido un viaje largo, ¿Verdad Sarah?- Solamente asentí- Mejor ve a tu antiguo cuarto y deshaz tus maletas, no queda mucho para ir a cenar.-

-Sí cariño, si, haz caso a tu madre y sube a tu habitación, está tal como tú lo dejaste la última vez que estuvisteis aquí.-
¿Como la última vez? tendré que arreglar un montón de cosas entonces.

Subí rápidamente por la escalera principal, mientras de fondo escuchaba a la abuela seguir con su conversación con mi madre.

-La juventud de hoy en día, no hay quien los entienda. ¿Quieres un poco de café?. Estaba haciendo lo para cuando llegarais, ya que seguramente debéis de estar muy cansados.-

Al llegar a la segunda planta me encontré con las habitaciones de mis padres, el servicio y con la habitación de la abuela.
-Ojalá acabar de andar aquí y no subir las escaleras- pero por desgracia yo duermo en el tercer piso. Si, una planta para mi sola, lo que eso significa que por desgracia has de subir muchas más escaleras que los demás.

Al llegar por fin arriba delante mío había un gran espejo. Había dos pasillos correspondiendo a dos alas de la casa, pero primordialmente decidí ir directamente a mi habitación.

La puerta costó de abriese, pesaba mucho y estaba sucia. Al lograr lo decidí ir por faena y después hacer la ruta por mi planta. Había cosas que seguramente no recordaría de aquí.

Examine la habitación y lo único que pude hacer fue dejar mis maletas encima de la cama polvorienta que tiempo después debería de limpiar.
Me recogí mi cabello castaño en una coleta alta mal hecha, y decidí empezar con las cosas que debía de hacer.

- Que asco, bueno....- admire toda la habitación. La verdad es que era muy bonita, consistía en ser un comedor, habitación y terraza a su misma vez.
Era muy grande, a su fondo había una pequeña ventana donde debajo suyo había un sofá con una mesita delante de él. A su lado derecho había un armario (el cual allí dejaría mi ropa).
Al otro extremo de la habitación había el balcón era grande y estaba decorado como el mismo porche de abajo. Este daba unas hermosas vistas del pueblo y parte de campo.
La cama estaba entre dos mesitas de noche y a sus pies una caja bastante extraña.
-Esto no es mío...- lo examine discretamente- ...¿Que es esto?-La verdad no se para que servirá ni como ha llegado aquí.  La intriga me mataba así que decidí abrirla con cuidado...

-...No puede ser...-

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