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Epílogo

—Jennie, Jennie quédate conmigo... —sintió apenas un roce sobre su mejilla, murmuró algo incomprensible, algo se posó sobre su nariz y boca y respiró un aire más frío que lo hizo reaccionar, abriendo sus ojos apenas un poco— Jennie Kim, ¿me escuchas?

Parpadeó para ver a Roseanne, su amiga y compañera, su expresión era muy preocupada, y sonrió apenas en un intento de hacerla sentir mejor.

—Rosie...

La rubia suspiró pesadamente, podía notar su cuerpo temblar, su corazón latía apresurado, tomó la mano de la castaña para sostenerla con fuerza.

—Te desmayaste después del concierto ¿Cuándo vas a aprender a tener un límite? —Roseanne hablaba con apenas un hilo de voz, estaba bastante pálida y asustada por ver a su amiga colapsar en cuanto salieron del escenario.

Estaba segura que había tenido un mini infarto, Jennie estaba a su lado al bajar y si bien ambas estaban muy cansadas luego de tanto baile, no vio venir cuando la castaña se apoyó sobre ella de golpe, por un segundo sus ojos se pusieron en blanco y luego había caído desmayada en sus brazos, por más que la llamara no reaccionaba, y las personas del staff se la llevaron a una habitación más privada, aunque ella no iba a dejarla sola nunca.

—La ambulancia está en camino, aguanta un momento —murmuró la rubia.

—¿Una ambulancia? Pero estoy bien... —dijo.

Shh, cállate, no tienes que hablar con el oxígeno, solo respira —Roseanne casi nunca usaba su tono más grave que su voz normal y que servía perfectamente para retarla cuando hacía algo mal, aquel momento era una de esas ocasiones especiales.

Dio unas cuantas bocanadas al oxígeno, hasta que se sintió mejor, no se dio cuenta que era Roseanne quien tenía la máscara sobre su rostro todo este tiempo, a pesar de que había más miembros del staff a su alrededor, incluso uno se había acercado para dejar un trapo frío sobre su frente, pero Roseanne le pidió que le diera espacio y que ella lo haría.

—Rosie-

—Ya dije que te calles —la interrumpió la rubia, Jennie río un poco y le hizo caso, tomando su mano con más firmeza y dejando caricias con su pulgar sobre la mano de Roseanne.

A los pocos minutos llegó la ambulancia y Jennie se subió a esta, aunque ya estaba bastante mejor, al menos no estaba cerca de desmayarse, fue hacia el hospital con su manager, solo para que le dieran suero un par de horas, estaba muy deshidratada y tenía hambre, así que también le llevaron comida de McDonald's mientras la dejaban descansar en una camilla.

Mientras comía sus hamburguesas (porque le habían llevado cuatro) solo podía pensar en el extraño sueño que había tenido, si es que a ello de le podía llamar sueño, o alucinación, se sentía tan real, y tan raro.

¿Había sido todo un sueño?

Había perdido el conocimiento por quizás poco más de un minuto, aunque no recordaba nada desde antes de terminar el concierto hasta que había despertado en aquella sala con Roseanne, pero sentía que había pasado mucho más tiempo.

Cuando regresó con el resto fue recibida por todas, y no era la primera vez que recibía una charla de que debía cuidarse más, no dar todo de sí sino saber controlar cuando estaba llegando a su límite, que aun así podía tener mucha energía y pasarla bien sin necesidad de desmayarse.

—Eres la que tiene más resistencia de todas nosotras y haces como quince horas de gimnasio diarias, ¿Cuánto das en una sola noche para terminar así? —preguntó Jisoo en aquel tono agudo y gritón que usaba cuando quería sonar seria y graciosa al mismo tiempo.

—Estoy seguro que Jen aguanta más que eso en una noche —dijo Lisa, como siempre haciendo comentarios de doble sentido con una sonrisa pícara.

—Lisa, no es el momento —la cayó Jisoo, correcto, igual que siempre— Y de paso, ya es tarde —agregó, de todas formas la charla de castigo había terminado— No solo Jennie debe descansar ahora, mañana tenemos más cosas que hacer.

—Tiene razón, Jennie, descansa —Lisa se levantó de su asiento, despidiéndose de ella con unas palmaditas en su cabeza, Jisoo se sumó haciendo lo mismo, Jennie se río y todas fueron hacia los cuartos, dedicándole palabras amables de que lo había hecho bien, y que se merecía descansar, que ya tendría otra oportunidad para volver al escenario y pasarla bien sin preocupar a nadie.

Por la noche volvió a su dormitorio particular, como siempre, estaba sola, pero esa noche en especial no quería estarlo, aquel sueño raro que había tenido en el poco minuto de su desmayo, no podía dejar de pensar en eso, y sentía que debía contarle todo a Roseanne.

Quería estar con ella, abrazarla y no soltarla, dormir juntas en su cama como en otras ocasiones, después de sentir la desesperación de perderla no quería soltarla al despertar.

Como si la hubiera llamado, tocaron la puerta del cuarto y la cabellera rubia de Roseanne se asomó apenas.

—¿Puedo pasar?

Jennie fue hacia ella para tomarla de la muñeca, tirar de ella hacía adentro y cerrar la puerta, para abrazarla con fuerza, Roseanne tardó un par de segundos en corresponder, pero abrazó su cintura con firmeza, escondiendo el rostro en el cuello de la castaña.

—Me asustaste mucho, Jennie —murmuró.

—Estoy bien, Rosie, ya pasó —dijo— Rosie, tuve un sueño... O algo así, cuando me desmayé, vi algo.

—¿Aliens?

Jennie soltó una carcajada, se separó de ella para ver esa sonrisa que le gustaba tanto, acomodó su cabello rubio hacia atrás en suaves caricias.

—Algo así... Es muy largo —dijo.

—Tengo tiempo —respondió Roseanne, encogiéndose de hombros.

Se acomodaron las dos en la cama grande que tenía Jennie, por la cercanía de la castaña Roseanne se dio cuenta que estaba necesitada de afecto, así que se encargó de abrazarla por la cintura mientras ella contaba su relato, lleno de Dioses, amor y fantasía, y al llegar al final Roseanne estaba más que enganchada con la historia, incluso al llegar al final, Jennie estaba al borde de las lágrimas y ella también, y un sabor amargo se instaló en su pecho cuando finalizó.

—¿Y ya? ¿Nosotras dos solo nos dormimos y listo? —Jennie asintió— Y yo nunca me doy cuenta que regresaste entonces siempre creeré que te perdí —Jennie volvió a asentir, esa idea le daban ganas de llorar— Y si tú estás dormida entonces no tengo una razón para despertar tampoco.

—Y yo tampoco —agregó Jennie.

Woo... —Roseanne hizo una pausa, sus ojitos estaban bien abiertos, lucía igual muy atractiva y graciosa, igual que siempre— Deberías escribir un libro de eso, Jen.

La castaña río, dando golpes tontos contra ella, solo para que Roseanne la tomara de las muñecas y la aprisionara contra el colchón mientras seguía riendo, las dos sabían que Roseanne era la que tenía más fuerza de las dos, pero también que Jennie podría romperla la cara de un golpe a Roseanne si así lo quería.

Con la risa de la castaña, Roseanne solo podía sonreír con ternura, tenía ese sentimiento de que todo estaría bien cuando escuchaba Jennie reír, tenía esa risa pura, como la de un bebé al nacer, era de sus sonidos favoritos del mundo.

—Te amo tanto —murmuró con toda su alma, aquella súbita confesión hizo que Jennie dejara de reír, se puso muy roja, hasta las orejas, y a Roseanne le encantaba verla así.

—¿Qué?

—Cuando te desmayaste en mis brazos sentí que iba a perderte... —dijo suavemente, su voz hacía que un escalofrío le recorriera la columna— Sentí que no iba a tener la oportunidad de decírtelo, y eso me atormentó todo el día. Por eso quiero decírtelo de una vez.

>> Te amo, Jennie.

Jennie no tenía palabras, aquellos ojitos brillantes y llenos de estrellas sonrieron para ella, entre su cabello que siempre estaba largo últimamente, sonrió con toda la pureza de su alma.

—Yo también te amo, Roseanne.

Con una sonrisa y el alivio de sus corazones, la rubia se inclinó sobre ella para posar sus labios sobre los de la castaña, encajando perfectamente en ellos, como si siempre hubieran sido para ella, con un extraño sentimiento de familiaridad en aquel primer beso, sintieron que estaban más juntas que nunca.

[🌠]

—¿Otra vez espiándolas? —preguntó Yoongi, entrando a la sala de aquel Dios Mayor, quien estaba evidentemente al borde de las lágrimas mientras miraba por aquella ventana al mundo de los humanos, y del otro lado estaban aquellas dos— Jimin deberías dejarlas disfrutar su intimidad, los humanos son reservados.

—Ellas no pueden ver que las estoy viendo, Yoongi, no estoy haciendo nada —se quejó el Dios mayor, limpiando su ojos.

—Oh, Jimin... —Yoongi fue hacia él para abrazarlo— Te dije que estarían bien... —vio a aquellas dos enamoradas, abrazadas en aquella cama y besándose con suavidad y delicadeza— Ya se dieron cuenta, al parecer.

—¿Tú crees? —preguntó Jimin, por más que amaba verlas felices en todas sus vidas Humanas, quería que despertaran en su mundo, quería poder abrazarlas debidamente y decirles que podían estar juntos por la eternidad.

Esperaba que en algún momento se sintieran lo suficientemente bien en sus vidas Humanas compara despertar, según Yoongi, cuando se sintieran completas con su vida en la Tierra ellas regresarían.

Por eso Jimin las cuidaba tanto, ellas eran en verdad, las favoritas de Dios, y había dado todo de sí para que tuvieran buenas vidas, que sean felices, y exitosas hasta en esa banda en la que estaban y que todo el mundo amaba, estaba felices que ellas recibieran tanto amor de todo el mundo, porque se lo merecían, aunque tenían tanto talento y se esforzaban tanto que el trabajo de hacía por sí solo.

—Creo que sí, ya... Puedo ver qué despertarán en un par de años —dijo Yoongi, con una sonrisa amplia— Justo venía a contarte eso, así que creo que están muy bien...

Jimin sonrió con sinceridad, abrazándolo con emoción, en su valentía dejó un beso en la mejilla de aquel Dios serio, para ponerse rojo hasta las orejas después, y alejarse lentamente mientras balbuceaba una excusa, o eso intentaba.

—Jimin... Ya sabía que ibas a hacer eso, no tienes que ponerte así —dijo Yoongi, cruzándose de brazos, soltó una carcajada cuando Jimin se pudo aún más rojo, peinándose con nervios.

—¿Y... Qué se supone que voy a hacer ahora? —preguntó el Dios mayor, sin saber en verdad, cómo salir de aquella situación.

Yoongi rodó los ojos, para ir hacia él y tomar su rostro, agacharlo a su altura, y en puntas de pie, para finalmente besar los carnosos labios del Dios mayor por primera vez, sintiéndose tan felices como aquella pareja de humanos, en sus vidas nuevas de Diosas dormidas a pronto de despertar.    

[🌠]

ay ola

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