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Diecinueve: Dream Glow

Miles de años después de su último encuentro, volvieron a verse, aquellos dos hermanos que habían iniciado cada uno de los Mundos, aquellos que habían comenzado todo, ahora podían terminar su rivalidad.

—Taehyung —dijo Jimin, sonaba tan tranquilo y seguro, igual que antes, igual que siempre.

En secreto, Taehyung siempre había admirado la forma que tenía Jimin de ser, siempre más frío pero más tranquilo, más serio pero que aun así te dejaba en libertad de hacer la tuya, pero con solo verlo... Sabías que él estaba al mando sin necesidad de hacer algo.

Taehyung nunca podía demostrar el poder de esa forma tan tranquila, y siempre lo supo, desde el principio de los tiempos.

Por ello había querido tener el control de todo, pero sabía que no podía solo, por eso tenía tantos Dioses para hacer las tareas que él no podía manejar, pero en los últimos cientos de años parecía que tantas creaciones habían agotado su energía, quizás sus poderes ya no eran lo mismo.

Estaba seguro que Jimin, que nunca había abusado de sus poderes como él, porque él no tenía que demostrarle nada a nadie para que reconozcan su presencia, podría terminar con él tan fácil.

—Jimin... —murmuró, sentía sus piernas temblar, estaba agotado, de tantas catástrofes, de destruir al joven Dios, sin lograrlo... Quería descansar.

—Vine a reclamar lo que también es mío —dijo.

—Nunca te importó, ¿Por qué te importaría ahora? —Taehyung rió.

—Porque a ti tampoco te importa —atacó— Si te importara no destruirías todo cada vez que tengas un berrinche, si te importará cuidarías de lo que hicimos juntos, a todas las criaturas, a los Humanos y cuidarías a tus Dioses también.

Taehyung no respondió, si era sincero había dejado de importarle demasiado hacia bastante, porque encontraba todo tan repetitivo y aburrido, que su mayor entretenimiento era cuando había un problema con alguno de los Dioses.

—Vengo a buscar a la Diosa de Todo lo Bello también —agregó.

—Esa "Diosa" —hizo comillas con sus dedos— Ya no existe —dijo el moreno, sonrió y tuvo unas enormes ganas de reír, se estaba mintiendo a sí mismo— Esa escoria no debería de estar ni siquiera en la porquería de tu Mundo.

Jimin estaba realmente molesto por el tono de voz del otro, tan soberbio como siempre.

—Jennie decidió escapar de tu Mundo porque era una porquería, no tengo que ni siquiera estar allí para saber que lo es —Jimin se acercó a él a paso firme, Taehyung no retrocedió, no se movió— Nada próspero puede crecer en la sombra del egoísmo, hermano, y tu Mundo es una prueba de ello.

>> ¿Cuántos Dioses has expulsado? ¿Cuántas criaturas has mandado a mi Mundo porque ya no cumplían con tu capricho? Ni siquiera sabes cuántos... Pero todos dicen lo mismo: Ir hacia el Inframundo es lo mejor que les ha pasado en su existencia. Y Jennie lo sabía incluso antes de ir hacia allá, incluso encerrada en tú Mundo...

—Y así terminó —dijo Taehyung.

—No, así comenzó todo, hermano —Jimin negó, sonriendo con algo de maldad— ¿Crees que alguien va a poder verte del mismo modo luego de que un joven Dios lograra hacer lo que su corazón decía?

Taehyung no respondió, su mirada estaba perdida, Jimin tenía razón.

—Rebeldía, vergüenza, valor, un cobarde de sus responsabilidades... Muchos han llamado a Jennie de muchas formas, pero ella es una Diosa libre, y si ella pudo hacerlo ¿Qué te hace pensar que algún otro Dios no? Ya nadie te tomará enserio, y todos te dejarán solo.

Taehyung respiró de forma agitada, recordando las palabras de Jisoo antes, y ahora Jimin.

Sentía el aire a su alrededor extremadamente pesado, todo a su alrededor parecía demasiado oscuro, como si las luces se estuvieran apagando una a una, y solo podía ver a su hermano y sentirse extrañamente pequeño.

Tenían razón, tenían tanta razón, un escalofrío recorrió su cuerpo.

—Jennie no es una Diosa —dijo, negando— Ella no debería poder hacer nada...

—Justamente, mientras menos esperanzas tengas de alguien más lejos puede llegar —dijo Jimin con simpleza— Te ves cansado, hermano ¿Todo bien?

Taehyung negó, sintió sus piernas flaquear, pero allí estaba su hermano para sostenerlo antes de caer, y sintió el mundo frío mientras todo se alejaba de sí, en un gran sentimiento de pánico, hasta que calló dormido, en el Sueño Eterno.

—Buenas noches, Taehyung.

[🌠]

Desde el Inframundo, Mina esperaba a que tenga a que hacer su parte, según Yoongi, tenía que estar atenta a las luciérnagas.

Según lo que predijo el Dios del Destino, Jennie lograría romper su alma en miles de pedazos antes de que Taehyung pudiera absorber su energía y destruirla, al ser las luciérnagas seres tan pequeños, Taehyung no podía eliminarlas una por una, porque sería mucho trabajo, y podría escapar, ese era el plan.

Pero no le había avisado nada sobre una gatita dorada.

—¿No eres la gatita de Jennie? —preguntó, viendo a la pequeña saltar a su alrededor.

Se agachó frente a ella, tomándola en brazos, al sentir aquel cosquilleo sobre sus manos de inmediato notó que no era una gatita común y corriente.

—¿Estás hecha de Alma? —preguntó la chica, el animalito dio un maullido— Oh, ya entiendo... Eres una Protectora, hecho de Alma, de Jennie ¿No?

El animal maulló aún más, dándole cierta gracia a la Diosa.

—Sí, yo sé hacer criaturas como tú, reconocería una donde sea —dijo, la dejó en el suelo— Sirven para cuando las Almas se sientes solas, entiendo por qué Jennie tendría uno... ¿Pero, por qué te dejó aquí?

Nini se volteó hacia donde estaba la cabaña de Roseanne, y luego volvió a mirar a Mina.

—Oh... Entiendo. Eres como la tercera rueda en la relación ¿No?

Nini corrió enojada a su alrededor, era bastante adorable.

—Bueno, bueno... Si te dejaron con Roseanne ¿Qué haces aquí? —cambió de tema, y la gatita buscó alrededor hasta que la encontró, era una luciérnaga, que la estaba siguiendo desde hacía rato— Oh, una luz... Oh, mierda las luciérnagas —recordó qué estaba haciendo y sus ojos buscaron las criaturas luminosas, había un par a su alrededor, y a lo lejos notaba aún más, que estaban en camino— Dios, son muchísimas...

Era común que a veces que las Almas se rompan, ella podía unirlas, aunque tantos seres tan pequeños... Era un desafío, porque era difícil tenerlas todas juntas en un mismo lugar, se movían demasiado, y nunca sabría si tendría todas las partes.

Nini saltó frente a ella para llamar su atención, notó como las luciérnagas se quedaban a su alrededor, como rondando, comenzaban a posarse sobre su pelaje, su brillo se mezclaba con su pelaje dorado, eran del mismo color, porque eran parte de la misma Alma.

—¿Quieres ayudar? —preguntó Mina, la gatita asintió— Temo que no podrás salir de esta, pequeña —aclaró— Tantas partes de una misma Alma, y tú, si quiero unir todo tendría que unirte a ti también.

Nini alzó sus orejas, sin entenderla del todo.

—Los pedacitos de Alma se quedan contigo porque también eres Alma, se unen porque son iguales —explicó Mina— Por eso se quedan contigo, y para hacer volver a Jennie, tendrás que unirte a ella también.

>>No desaparecerás, solo vas a vivir con ella, desde adentro.

Nini bajó las orejas, algo triste, pero rápidamente asintió.

—¿Segura?

Completamente segura.

Por Jennie no dudaría ni un momento, ni siquiera en dar su propia existencia, era su trabajo, estaba allí para protegerla, y lo haría, una última vez.

[🌠]

—Jennie... —Roseanne murmuró su nombre de nuevo, aquel dolor en su pecho no se iba, sabía que la única que podía aliviarlo era la castaña, sus mejillas estaban empapadas en lágrimas.

Jimin le había prometido que volvería pronto, pero no tenía rastro de ella, ni siquiera Nini estaba allí con ella.

Estaba completamente sola, salvo por un horrible mal presentimiento que florecía en su pecho, como algo rompiéndose en mil pedazos, no creía que fuera su corazón, porque eso ya estaba roto.

Ya no sentía a sus humanos, no sabía qué había pasado, quizás estaban todos muertos y ese dolor que sentía era la propia extinción.

Tenía frío, demasiado, su cuerpo estaba muy agotado como para moverse, pero su único deseo era salir, buscar a alguien que pueda estar a su lado, buscar algo, a sus humanos, a Jimin, o a Jennie.

—Jennie... —volvió a llorar su nombre, y en una voz lejana y extraña creyó que alguien le respondía— ¿Jennie?

"Roseanne~"

Sentía sus ojos pesados, y el aire le faltaba por más que respiraba en suspiros lentos y cargados.

—¿Dónde... Estás?

"Rosie~ ¡Ven!"

—No puedo... No puedo, no puedo... —murmuró, cerrando sus ojos con fuerza, quiso levantarse de la cama, con esfuerzo logró salir de esta, para caer y apoyarse en la pared, podía escuchar la voz de su amada, afuera, en algún lado, debía ir con ella.

"Rosie, te estoy esperando..."

Roseanne asintió, la voz de Jennie la guiaba hacia el exterior, llegó hasta la puerta y la abrió solo para ser recibido con una oscuridad enorme, que no podía entender, no solía estar tan oscuro.

Rosie!"

—Jen... —sonrió al ver aquella lucecita que se acercaba a ella, una luciérnaga, sabía que era la castaña, su amor, su linda y bella Diosa.

Estiró su mano hacia aquella luz, pero no pudo tomarla, ya que sus rodillas fallaron y calló al suelo, aunque no sintió nada de aquel golpe, ni la textura del césped sobre su piel, puesto que ya estaba atrapada en el Sueño Eterno.

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