POV Jennie

No podía ver nada en el baño, me daba miedo la oscuridad, más que eso era que se me apareciera alguien o tocar algo extraño y no poder ver nada, pero en ese momento era lo que menos me asustaba. Había llorado por lo que me había dicho Rosé, me hizo darme cuenta de que soy una estúpida que se comporta como niña de 8 años, pero también me dolió que ella me lo haya dicho justo al ilusionarme con un beso. Jamás me había planteado la idea de que Rosé me gustara, nunca me había gustado una chica, pero debo de admitir que Rosé no era cualquier chica.

¡Mierda! Rosé me gustaba, pero como no gustar de ella si era perfecta, aunque a veces su actitud me cagaba, a la vez me gustaba. ¡Te odio por gustarme Rosé!

—¿Jen? ¿Todo bien? —preguntó Rosé detrás de la puerta, ¿Por qué era tan así? Tan ella...

—Si, voy —tenía que salir pero ahora mismo mi mente era un desastre, no creía que le gustara a Rosé sólo se portaba amable conmigo, pero lo que más me asustaba es que me gustara una chica y si alguien se enterara no me vendría nada bien. Tenía que pensar en alguien más y tenía que terminar con mi novio porque la relación ya estaba muerta, así que se me ocurrió una idea y salí del baño.

—¡Rosé!

—¡Estás viva! —se rió, en verdad que era estúpida.

—Tenemos que salir a un antro.

—¡¿Qué?!

—Me escuchaste, hay que salir ahora.

—Yo no soy de fiestas, no pienso salir.

—Vamos a ligar, Rosé.

—¿Acaso crees que me importa ligar? Lo siento pero yo paso.

—¡Vamos! Debes de divertirte un rato.

—Yo no me divierto así, además ¿qué hay de tu novio?

—Es un estúpido, lo terminaré —fruncí el ceño.

—Creí que era el mejor, pero considerando que te gusto, creo que le falta ser mujer para que te logre gustar igual.

—¡No soy lesbiana! Que tú me gu... —antes de que pudiera completar me tapé la boca, la había regado ya que casi decía que me gustaba y no quería que saliera de mi boca.

—Gu... que? —se río y no pude evitar ponerme algo roja, me miró a los ojos y por unos segundos estábamos calladas— Jen, yo...

—No hace falta decir nada —la callé— Sólo quiero que vayamos al antro.

—Bien, iremos pero no haré lo que tú quieras.

—¡Si!, Te daré ropa mejor —así que me cambié y le di un cambio de ropa. Cuando terminamos de arreglarnos (Que fue como pudimos porque no se veía mucho) había parado de llover y al antro al que quería ir quedaba a unas pocas cuadras de mi casa, caminamos hasta ahí, se veía lleno y apenas nos dejaron pasar.

—¡¿Venir aquí enserio te gusta?! —me dijo Rosé gritando porque no se escuchaba nada por la música.

—¡Sii! —me miró asqueada— ¡Estaré en la barra! —me dirigí a la barra y dejé sola a Rosé, lo había hecho para que se soltara un poco.

—¿Qué te puedo servir? —me dijo el chico de la barra una vez que me senté.

—Una cerveza normal estaría bien —el chico asintió y me dio la cerveza, yo decidí buscar a Rosé para ver si no se había ido, había mucha gente y apenas podía pasar entre ella, hasta que vi a Rosé en un sillón con dos chicos a lado de ella acosándola, mi enojo rápidamente subió y fui con ella— Chicos ¿me disculpan? Me la tengo que llevar —tomé a Rosé del brazo y me la llevé a la barra— Tú sí que no pierdes el tiempo.

—Está fiesta me asusta.

—Es porque todos están tomados, locos y sólo quieren ligar como yo —tomé de mi cerveza.

—¿Vas a tomar enserio?

—Si, ¿Por qué no?

—Será mejor que me vaya, no me gusta esto.

—¡Vamos! ¡Divierte un rato!, Hey una cerveza para mí amiga —le pedí al chico de la barra.

—Yo no tomo gracias.

—¡Deja de ser un angelito y diviértete! —le dieron la cerveza.

—Me divierto con otras cosas.

—Me la tomaré yo entonces —me acabé mi cerveza y abrí la otra. Me acerqué al oído de Rosé para susurrarle— El chico de la barra es lindo —reí divertida.

—Entonces háblale, campeona —se río.

—No creo que me haga caso.

—¡Oye chico de la barra! Mi amiga quiere tu número —le dijo Rosé al chico, él cuál se río divertido y anotó en una servilleta su número para dármelo.

—Así de simple es —se río Rosé.

—Tú conseguirías muchos números, ¿En serio no te gusta nadie?

—Ya te dije que no, soy un alma libre —sonrió.

—Deberíamos conseguirte novio.

—¿Y en verdad eso te gustaría? —no sé qué trataba de hacer restregándome que me gustaba, pero se estaba convirtiendo en algo molesto.

—¡Chico de la barra, otra cerveza! —dije ignorando su pregunta.

—Te va a salir cara la cuenta —en eso me acordé que no había llevado dinero.

—Sólo traje dinero para la entrada.

—¡¿Y cómo piensas pagar esto?!

—Se nota que no sales de fiesta —me giré para ver al chico que estaba al lado de mi— ¡Hola! Me llamó Jennie, mucho gusto —le extendí la mano y me devolvió el saludo— ¿Vienes seguido a este antro?

—No mucho, sólo vengo con un amigo —dijo el chico.

—¡Oh, perfecto! —le dije al chico y enseguida miré a Rosé para que observara lo que hacía— ¿Qué dices si te invito una cerveza y platicamos un rato?

—Los caballeros invitan, preciosa —dijo el chico con voz seductora.

—No veo a ningún caballero por aquí —reí divertida.

—Lo estás mirando —sonrió— Dos cervezas por favor —le dijo al chico de la barra.

—Y todo va a la cuenta de este caballero —sonreí seductora.

—Eres muy coqueta —sonrió.

—Sólo con los caballeros —reí— ¿Cómo te llamas?

—Jack, un gusto bella dama —me besó la mano.

—No se encuentran muchos caballeros en el antro.

—Ni damas —sonrió y yo bebí de mi cerveza.

—¡Oh mira! Ya es tarde —vi mi teléfono— Me tengo que ir, espero encontrarnos luego.

—¡Oye, tu número!

—Te lo anotaré en tu teléfono —me lo dio y le di un número falso.

Tomé a Rosé del brazo y la jalé hasta llegar a la entrada mientras tanto con la otra mano sostenía la cerveza.

—Eso fue fácil —dijo Rosé divertida.

—Es mejor que corramos antes de que se entere de la cuenta y del número falso —volví a tomar a Rosé del brazo y corrimos dos cuadras.

—Los caballeros invitan, preciosa —dijo Rosé burlándose del chico Jack.

—Estúpida —me reí.

—Creí que ibas a ligar, no a romper corazones.

—No todo se puede en esta vida —bebí de mi cerveza.

—¿Cómo te sientes con la cerveza?

—Un poco mareada, pero no tanto ya que puedo caminar bien —seguimos hablando y tonteando mientras llegábamos a mi casa.