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𝐏𝐫𝐨𝐥𝐨𝐠𝐨

El estruendo resonó en las paredes de la casa, haciendo temblar los cuadros colgados.

—¡No lo entiendes! —exclamó, la voz quebrada por la angustia, dirigiéndose a James.

—¡No, tú no lo entiendes! —replicó él, con la mandíbula tensa.

En medio de la noche, la joven pareja discutía con la urgencia del peligro inminente. La guerra por la pureza de sangre, una vorágine que se tragaba vidas día tras día, los había alcanzado. Desesperada, quería buscar refugio con su familia, pedir ayuda a quienes consideraba los más poderosos: sus hermanos. James, aterrado por las consecuencias, se negaba.

Un bebé, ajeno a la tormenta que se desataba a su alrededor, gateaba entre mantas y juguetes en el suelo. Sus ojos, grandes y curiosos, seguían los movimientos bruscos de sus padres.

—James, esto se está saliendo de control. ¡Están muriendo personas! —insistió, con la voz temblorosa—. No podemos escondernos para siempre. No quiero que Harry crezca en una guerra.

—¿Y qué pasará cuando sepan que estás aquí? —rugió James, la voz cargada de pánico. El grito hizo que Harry rompiera a llorar—. ¿No te das cuenta? ¡Te alejarán de nosotros! ¡Podrían matar a Harry!

Se apresuró a alzar a su hijo, acunándolo contra su pecho mientras intentaba calmar su llanto.

—Shhh, tranquilo, Harry, tranquilo —murmuró, besando su frente. Lentamente, el llanto del bebé se calmó. Miró a James a los ojos, con determinación—. No dejaré que les pase nada. Pero tampoco viviré cada día con el terror de que ese hombre venga por nosotros.

James bajó la mirada, con el rostro contraído por el dolor. —Yo solo... —titubeó— no quiero que les pase nada.

Sintió una punzada de compasión. Estaba a punto de acercarse a él cuando el ambiente cambió. De repente, la magia que los rodeaba se desvaneció, un silencio helado lo invadió todo. Ambos supieron al instante lo que significaba.

—¡Corre! ¡Toma a Harry y enciérrate en la habitación! —ordenó James, con el rostro pálido.

—No. Puedo detener esto de una vez —replicó, con el ceño fruncido.

—¡No voy a permitir que lleguen a ti!

Antes de que Lily pudiera responder, la puerta principal estalló en astillas.

—¡CORRE! ¡PROTEGE A HARRY! —gritó James, levantando su varita hacia la figura encapuchada que se recortaba en el umbral. Un aura oscura emanaba de él, presagiando peligro.

Con el corazón latiendo con fuerza, abrazó a su hijo y subió las escaleras a toda velocidad. Los gritos de James y el estallido de hechizos resonaban en la casa. Finalmente, llegó a la habitación de Harry, lo depositó en su cuna y se interpuso entre él y la puerta, lista para lo que fuera a venir.

El silencio que siguió fue aún más aterrador que el estruendo anterior. Solo el llanto de Harry rompía la quietud.Sabía lo que había pasado. Los pasos que resonaban en el pasillo no eran los de James. Conteniendo las lágrimas, esperó a que el monstruo cruzara el umbral.

—No te acerques —dijo con voz firme, los ojos centelleando con una furia contenida.

—Apártate, niña. No vengo por ti —dijo la figura encapuchada, con una voz espectral.

—No te tengo miedo. No sabes con quién te has metido —lo desafió, apretando los puños.

Una risa fría resonó en la habitación.

—¿Así que la pequeña diosa se rebela? —preguntó el encapuchado, levantando las manos para descubrir su rostro.

El valor de Lily se desvaneció. El terror se apoderó de su rostro.

—No... no, por favor —suplicó, retrocediendo hacia la cuna de su hijo, que seguía llorando—. ¡Llévame a mí! ¡Por favor!

—Apártate, niña.

—¡No le hagas daño! ¡Llévame a mí! ¡No pelearé!

—¡Estúpida diosa! ¡Dije que te apartes! —gritó el hombre, apuntándola con su varita. Un rayo de luz roja salió disparado, alcanzandola. Ella se desvaneció en el aire.

El hombre se acercó a la cuna, mirando con desdén el lugar donde Lily había estado parada. Luego, bajó la vista hacia el bebé. Harry, con las mejillas manchadas de lágrimas y los ojos hinchados, lo observaba en silencio. Sin inmutarse, el hombre levantó su varita y la apuntó a la frente del niño. De la punta surgió un destello verde, justo después de que pronunciara dos palabras.

—Avada Kedavra.

...

—¡NO! —Harry se despertó de golpe, con el corazón latiendo con fuerza. Otra vez la misma pesadilla. La imagen de la luz verde lo perseguía desde hacía días. Se frotó los brazos, buscando calor en la fría cabaña. Miró por la ventana: ya era de día. Se oían las voces de otros campistas. Suspiró y se levantó, poniéndose sus preciadas pantuflas de conejo. Estaba solo en la cabaña, como casi siempre.

Se disponía a vestirse cuando un fuerte golpe en la puerta lo interrumpió.

—¡OYE, ENANO! ¿YA TE DESPERTASTE? —gritó la inconfundible voz de Clarisse. Una sonrisa se dibujó en el rostro de Harry. Corrió a abrir la puerta.

—¡Hola, Clarisse! Qué agradable verte. ¿Cómo...?

—No estoy de humor para tus charlas matutinas —lo interrumpió ella. Harry siempre intentaba hacerse amigo de Clarisse, la única campista que no lo ignoraba por completo. —Quirón me mandó a despertarte. Dice que tiene algo importante que contarte.

Harry no necesitó oír más. Se puso rápidamente unos vaqueros azules, su suéter amarillo favorito sobre la camiseta del campamento y sus gafas redondas. Al salir de la cabaña, el sol brillaba sobre el campamento, y los demás campistas ya estaban en sus actividades.

—¿Qué querrá Quirón? ¿Habré hecho algo malo? ¿O tal vez por fin me nombrará maestro de arquería? La última vez dijo que era demasiado joven, ¡pero soy muy maduro para mi edad! —Harry hablaba tan rápido que apenas se le entendía, exasperando a Clarisse.

—¡Por los dioses! ¿Nunca te callas?

—Pero si estoy hablando normal... ¡Hola, Susan! —saludó Harry a una hija de Deméter que pasaba cerca. La chica fingió no oírlo y se desvió del camino. La reputación de Harry como alguien intenso e insoportable lo precedía. Clarisse suspiró aliviada al llegar a la Casa Grande sin haber explotado.

—¡YA TRAJE AL ENANO! —gritó Clarisse al entrar, llamando la atención de Quirón, el centauro instructor del campamento, y de Dionisio, o Señor D, el director, un hombre con aspecto de eterno borracho.

—Oh, Harry. Pasa, por favor —dijo Quirón con una sonrisa. Clarisse salió de inmediato, cerrando la puerta tras de sí.

—¿Me nombrarán maestro de arquería? —preguntó Harry, incapaz de contener su entusiasmo.

—Por última vez, no —interrumpió el Señor D—. Cállate, niño. Esto es importante.

Harry se desconcertó. Nunca lo llamaban para algo "importante". ¿Quizás por fin le darían una misión? Intentó poner cara seria, aunque su sonrisa lo delataba.

—Harry, esta mañana llegó una lechuza al campamento. Pero no una lechuza cualquiera. Traía esta carta —explicó Quirón, entregándole un sobre.

Señor H. Potter

Cabaña Número 8

Campamento Mestizo

Nueva York

El sobre era grueso y pesado, de un color amarillento. La dirección estaba escrita en verde esmeralda. Un color muy bonito, pensó Harry, sintiendo la mirada de Quirón y el Señor D sobre él. Le dio la vuelta al sobre y vio un sello púrpura con un escudo: un león, un águila, un tejón y una serpiente rodeando una gran H en el centro.

—¡Rápido, niño! No tengo todo el día —lo apremió el Señor D, haciendo que Harry se apresurara a abrir el sobre. Con manos temblorosas, extrajo una hoja de pergamino amarillenta y una lista. Desplegó el pergamino y comenzó a leer, frunciendo el ceño ante algunas palabras que le resultaban extrañas.

COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA

Dirección: Albus Dumbledore

(Orden de Merlín, Primera Clase,

Gran Hechicero, Jefe de Magos,

Jefe Supremo, Confederación

Internacional de Magos).

Querido señor Potter:

Tenemos el placer de informarle de que dispone de una plaza en el Colegio Hogwarts de Magia. Por favor, observe la lista del equipo y los libros necesarios.

Las clases comienzan el 1 de septiembre. Esperamos su lechuza antes del 31 de julio.

Muy cordialmente,

Minerva McGonagall.

Directora adjunta

Un torbellino de preguntas asaltó la mente de Harry, pero solo una salió de sus labios, con una mezcla de confusión y asombro:

—¿Tenemos... lechuzas?

Quirón y el Señor D intercambiaron una mirada significativa. Quirón suspiró y se acercó a Harry.

—Harry, para que entiendas, necesito contarte una historia. Hace muchos años, existía solo un mundo, hasta que se descubrió...

—¡Oh, vamos! No voy a perder mi tiempo escuchando ese cuento —interrumpió el Señor D con exasperación, dirigiéndose a Harry, que permanecía inusualmente callado—. Escucha, niño: eres un mago, pero no como los nuestros. Hay otro mundo, un mundo mágico, y al parecer tú vienes de ahí. Allí la gente vuela en escobas, usa varitas y esas cosas. Necesitamos que asistas a esa escuela para evitar que... bueno, para evitar complicaciones. —El Señor D hizo un gesto vago con la mano, restándole importancia al asunto, aunque su mirada seria contradecía sus palabras—. Creo que lo hemos roto.

Los dos adultos esperaban una avalancha de preguntas, miedo, incluso una negativa rotunda. Pero olvidaron que se trataba de Harry Potter. El chico, que hasta entonces había estado en silencio, exhibió de repente una sonrisa radiante. Sus ojos brillaban con una alegría tan intensa que parecía a punto de estallar de emoción. Para sorpresa de ambos, Harry levantó los brazos, aún con la carta en la mano.

—¡SOY UN MAGO! ¡Y VOY A IR A UNA ESCUELA DE MAGIA!

El Señor D se frotó la sien con gesto cansado.

—Sí... definitivamente lo hemos roto.

Quirón sonrió con benevolencia.

—Me alegra verte tan entusiasmado, Harry. Sin embargo, hay muchas cosas que debemos discutir.

—¿Cómo qué? ¿Qué tipo de magia aprenderé? ¿Hay dragones? ¿Puedo tener una lechuza mascota? —Harry bombardeó a Quirón con preguntas, su entusiasmo desbordándose.

—Poco a poco, Harry —dijo Quirón con una sonrisa—. Primero, debemos contactar con el mundo mágico y asegurarnos de que estén preparados para tu llegada.

El Señor D resopló.

—Mientras tanto, niño, intenta no volar por el campamento con una escoba imaginaria. Ya tenemos suficientes problemas con los sátiros.

Harry asintió con entusiasmo, aunque una pequeña duda se instaló en su mente. ¿Cómo contactarían con ese mundo mágico? ¿Y qué pasaría con el Campamento Mestizo?

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Sé que tengo muchas historias que actualizar, pero no pude contenerme. Enserio no paraban de llegar las ideas para este fanfic, así que heme aquí.

Casi no hay muchas historias de este crossover y las que hay no me han gustado mucho, así que estoy haciendo mi versión \_ヘ('ω')  tratare de combinar bien ambas sagas. espero que les guste.

-ℋ𝓪𝓼𝓽𝓪 𝓺𝓾𝒆 𝓵𝓪 𝓞𝓼𝓬𝓾𝓻𝓲𝓭𝓪𝓭 𝓷𝓸𝓼 𝓵𝓵𝓪𝓶𝒆

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