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Epílogo

Jennie sonrió automáticamente al abrir los ojos.

Frente a ella, tenía el causante de sus ojeras, pero también, una de sus mayores fuentes de felicidad.

Nunca pensó que ser madre iba a ser una tarea fácil. Con Christopher, las cosas salieron mucho mejor, pero con Yohan, todo era muchísimo más complicado.

Yohan era el segundo hijo de Roseanne y Jennie, y sólo tenía seis meses de vida. Un tiempo de vida muy apto para no dejar dormir por las noches. Recordó que Roseanne se hizo cargo de Yohan, y prácticamente no durmió nada. A pesar de eso, se fue con una sonrisa en su rostro.

Con Christopher, todo había sido más sencillo, aunque fueran madres primerizas, el niño lo había puesto todo más fácil.

Jennie nunca pensó que a sus veinticuatro años estuviera casada, y ya tuviera dos hijos.

Dos hijos con la persona hermosa de ese planeta.

Volvió a sonreír, cuando notó la sonrisa de su propio hijo en sus sueños. Amaba a sus hijos con su vida.

Cuando Christopher nació, toda la familia quedó satisfecha con el pequeño. Desde kilómetros, podía notarse que ese niño, era un alfa, y al comenzar a crecer, se confirmaba. Tenía un instinto protector con Jennie, pero sobre todo con Yohan.

Una de las diferencias que tenían los hermanos Park, era su estatus. Christopher era un alfa completamente, y Yohan, un omega.

Roseanne le había prometido en reiteradas ocasiones que nadie iba a lastimar a Yohan por ser un omega, y si ella debía intervenir constantemente por su pequeño, lo iba a hacer.

Lo única que Jennie deseaba, era que su hijo lograse ser feliz, y que nadie lo pasara a llevar por ser un omega.

Su instinto protector con Yohan había sido muy diferente al de Christopher. Podía dejarlo con Lisa, o Nayeon, incluso Jisoo, pero con Yohan, no. Tenía la necesidad física de estar junto a su hijo constantemente, y el pequeño, también parecía estar igual con ella, y con Roseanne. En especial con Roseanne.

Con sólo escuchar su voz, o ver su rostro, reclamaba por la atención de su madre, que lo tomaba como si fuera el tesoro más preciado de la historia. Lo era para ellas.

Los suaves golpes en la puerta la sacaron de su trance, y con un suave "pase", le dio la orden de ingresar a aquella persona, aunque no era muy difícil de adivinar.

Lisa ingresó a la habitación con agilidad, y después de varias zancadas, llegó hasta el lado que antes había sido ocupado por Roseanne.

—Buenos días.

—Buenos días.

—Te ves cansada. ¿Mucho trabajo con Yohan?

Asintió lentamente, mientras observaba el desayuno que Lisa había llevado a su habitación.

—Yohan no dejó dormir a Roseanne.

—Pero aun así tu esposa se fue a la reunión. ¿Por qué no has ido con ella?

Jennie suspiró con pesadez, recordando la dichosa firma de ese millonario contrato con el mismísimo presidente del país.

Sólo lo había visto una vez, y acabó detestando sus peticiones, y la mala persona que se escondía detrás de la figura de un hombre que se mostraba como bueno. No le agradaba, pero el dinero que recibían por venderle armas al gobierno era demasiado.

Con el tiempo, la omega comenzó a ser mucho más relevante en la familia Park. No sólo por ser la esposa de Roseanne, o la madre de sus hijos, sino, por cerrar negocios, y ser una negociadora demasiado buena. Extremadamente buena.

—No lo sé. Sabes que no me agradan.

Jennie habló con Lisa durante todo el desayuno, y como era común para ella, dejó a la beta, junto a Yohan, agradeciendo que aún dormía plácidamente.

Caminó lentamente hasta la habitación a unos metros de la suya, y tras abrir la puerta, sonrió sin darse cuenta.

Christopher era un desastre al dormir. Un desastre muy parecido a Roseanne. Recogió todas las almohadas, y se acercó hasta quedar al lado del niño.

—Despierta, corazón.

Murmuró algo sin mucho sentido, y se removió en la cama, para reacomodarse. Jennie rodó los ojos, antes sentarse en la orilla. Acarició el cabello lacio y oscuro, acomodándose a su lado.

—Christopher —llamó con suavidad al niño, que automáticamente se refugió entre sus brazos— Vamos a comer. ¿Tienes hambre?

—¿Roseanne?

—Mamá está ocupada, pero si te levantas pronto, seguramente venga a casa. ¿Quieres jugar con ella?

—¿Yohan?

—Durmiendo, corazón.

Después de convencer al pequeño que se levantara, logró bañarlo y vestirlo. Agradeció que no estuviera con ganas de correr y jugar por todo el lugar.

Salieron de la habitación, encontrándose directamente con Im Nayeon.

—Ve a saludar a Nayeon.

Corrió hasta quedar frente a la mujer, y sacudió su mano de lado a lado, ganándose la sonrisa cálida de la mujer con vientre abultado.

Habían pasado muchos años desde que Nayeon y Mina, estaban juntas, y por fin, se habían decidido tener un hijo. Sin quererlo, su plan se había quedado un poco estancado. Nayeon estaba a la espera de gemelos.

—¿Quieres acompañarme al desayuno?

Asintió con fervor, y Jennie se quedó un poco más tranquila. Sólo dejaba a sus hijos con personas de confianza. De extrema confianza.

Volvió a su habitación, para encontrarse con el sonido más satisfactorio. La risa de Yohan resonaba en la habitación, mezclada con la voz animada de Lisa, que realizaba sus mejores esfuerzos para hacerlo reír, y que no llorase.

Cuando el bebé fijó la vista en el cuerpo de Jennie, su sonrisa aumentó, mostrándole sus encías.

—Dame cinco minutos. Tengo que bañarme y estoy contigo.

El llanto resonó en toda la habitación, sacando un suspiro de Lisa. Había hecho todos sus esfuerzos, pero Yohan no lo ponía las cosas fáciles.

La omega se bañó y vistió con muchísima rapidez, debido a la presión que estaba poniendo su hijo. Nunca le había gustado escucharlo llorar, pero entendía los motivos.

—Ya estoy aquí, bebé.

Tomó el cuerpo del pequeño, y lo abrazó con cariño contra su pecho. Dejó un beso en la coronilla, llena de castaños rulos, y fue lo único que necesitaba para estar tranquilo.

Vistió y alimentó a Yohan con un gran ánimo, mientras Lisa hablaba con rapidez sobre los negocios que la familia estaba en los últimos meses.

Las cosas en la mafia iban bien a cargo de Roseanne y Mina. Los problemas no abundaban, y los ingresos aumentaron de una manera significativa.

Si bien Jennie, pasaba gran parte del tiempo preocupada de los negocios, el buen funcionamiento de las técnicas implementadas por su esposa, mejoraban de lleno toda la situación. Podía tener el equilibrio perfecto entre ser madre y traficante.

Llegó al cuarto de juegos de la casa. Había sido una medida implementada por Roseanne, que beneficiaba a todas las personas cercanas. Christopher pasaba la mayoría del tiempo armando rompecabezas de diferente colores y figuras, y Yohan observaba el entorno y los juguetes con interés.

Nayeon y Christopher armaban un rompecabezas con interés, cuando Jennie y Lisa ingresaron a ese lugar.

Su amistad se había fortalecido con todos los miembros de la casa. Ella y Roseanne, eran las encargadas de ser representantes de la familia, y ser en parte, las que continuaran con el legado de esta.

—No sabes lo cansada que estoy. Los gemelos me tienes mal. No soporto estar sin mi mujer.

—Ustedes los omega, realmente me sorprenden. Nunca puedes estar sin Mina. ¿Cuál es la diferencia?

—No sé si te pasaban con Christopher o Yohan, pero siento que la buscan. Cuando Mina no está, son mil veces más inquietos, y cuando oyen su voz, se tranquilizan —comentó su parecer con algo de intriga. Había leído sobre los embarazos, pero cada día se sorprendía mucho más— ¿Es algo sólo mío?

Jennie pensó en la respuesta, para negar con la cabeza efusivamente. Su segundo embarazo, había sido una locura hormonal. Aún se preguntaba si Yohan realmente quería que saliera viva de ese proceso.

—Yohan... Sólo se detenía cuando Roseanne le hablaba. O sea, todo el tiempo se movía y me golpeaba.

Inconscientemente, acarició los rulos del pequeño entre sus brazos, que observaba con ojos abiertos a Nayeon, para volver su atención a la omega. Jennie le sonrió con amor, y él devolvió el gesto.

—Yohan es un amor. Un poco caprichoso, pero un amor.

—Es un mimado. Roseanne y Jennie no lo dejan un minuto solo —Lisa frunció el ceño, mostrándole una expresión seria al omega que seguía en su burbuja— A todo esto, ¿A qué hora llegará mi amor?

Jennie rodó los ojos, y Nayeon le lanzó una de las piezas de rompecabezas a la chica. Lisa era el típico ejemplo de la hipocresía.

—La reunión no duraría mucho. Están de camino.

Respondió Jennie poniéndole atención a Christopher, que parecía muy sumido en su burbuja. A leguas podía notarse que Christopher era hijo de Roseanne.

No sólo era el físico, ya que tenían las facciones muy parecidas, sino, la forma de actuar. Jennie estaba tan orgullosa de tener un hijo como Christopher. Era un pequeño amable, despierto, respetuoso, y con una inteligencia emocional y social increíble. Al igual que una inteligencia lógica extraordinaria.

Por las cosas que había hablado con Jihyo, Roseanne y Christopher se parecían muchísimo de pequeños, pero la gran diferencia entre ambos era su comunicación. Su hijo se desenvolvía mucho mejor que su mujer.

Jennie los amaba a ambos.

A pesar de ser un día muy importante para la familia en términos de negocio, también era muy importante para Jennie y Roseanne.

Nadie en la casa lo sabía, pero estaban de aniversario. Habían sido los cinco mejores años de su vida.

El matrimonio de Roseanne y Jennie, se celebró en una ceremonia de exclusivamente, ellas dos. Sabían que no necesitaban absolutamente a nadie para demostrarse su amor.

Todos en la casa, sabían que se habían casado en algún momento, pero nadie conocía la fecha exacta. Únicamente el par de esposas que se amaban con locura.

No solían demostrarse el amor con regalos costosos, o viajes, o cualquiera de esas cosas. Más bien eran una pareja de detalles, acciones y palabras susurradas a la medianoche, cuando todos descansaban, ambas se demostraban lo mucho que se amaban.

Jennie no tenía ni la mínima idea de qué hacer con Roseanne por su aniversario. Sabía que de alguna manera, su esposa siempre terminaría haciendo algo. Fuera grande o pequeño. Algo saldría de la cabeza de Park Roseanne.

—Mira.

Christopher pidió con amabilidad, y Jennie salió de su burbuja, para observar el trabajo de su hijo. Le agradecía que los genes de Roseanne hayan hecho un gran trabajo. Christopher y Yohan, tendrían una inteligencia asegurada.

—Muy bien. ¿Fue muy difícil?

—No.

—¿Y quieres hacer otro?

Asintió con una mirada brillante, mientras corría hasta llegar al mueble donde se guardaban todos los rompecabezas que tanto le gustaban. Notó como sacó uno de la ciudad de Barcelona. Era su favorito, y Christopher, adoraba armarlo para ver la sonrisa de Jennie y Roseanne.

—Yo me comía los mocos a su edad. Tus hijos van a ser superdotados.

Las palabras de Lisa obligaron a Nayeon a soltar una carcajada jocosa, mientras agarraba su redondo abdomen. Jennie observó con disgusto a su amiga, ignorando el hecho de que consumía cosas tan asquerosas como los mocos.

—Tener a una alfa de primera clase sirve mucho.

Jennie nunca había entendido lo que significaba un alfa de primera clase. Después de todas las cosas que Roseanne hacía a la perfección, comprendió que su alfa, era de primera clase, y por cómo iban las cosas, su hijo, sería uno de las mismas características.

Los alfas de mayor rango, son los más tímidos y pasivos. Cosas de la vida, supongo.

Por la puerta del lugar, ingresó la persona que más trabajaba junto a Jennie. Chou Tzuyu saludó a cada una de las personas en ese lugar, para luego sentarse al lado de Jennie.

Su amistad con Tzuyu había comenzado a florecer con la integración de Jennie al negocio familiar. Le había explicado muchísimas cosas, y entre conversaciones y conversaciones, ambas terminaron congeniando de gran manera, formando un lindo lazo.

Yohan le sonrió a Tzuyu, y Lisa se sintió traicionada por el pequeño, aunque tampoco lo podía culpar. La presencia de Tzuyu, se sentía igual que tener a un ángel en persona.

—Han llamado desde Manchester. Al parecer tu idea salió bien. Quieren negociar con nosotros. ¿Sabes cómo manejar esto?

Jennie pudo sacarse un peso de encima. Por fin tendría al dichoso productor de heroína entre sus manos. Lo necesitaba, ya que su mercancía, era la más consumida en todo el continente europeo. Golpearía con fuerza a las demás familias de la zona.

—Planea una reunión aquí. Que sea todo en persona, por favor, y los gastos corren por nuestra cuenta.

—Siempre tan atenta con los posibles socios. Jennie, eres una genia.

Tzuyu se mantuvo a su lado, consultando todos los detalles para aquella reunión. Sabía lo mucho que ambas habían trabajado para tener una oportunidad para negociar con ese hombre, y no podían perderla de ninguna manera.

Las risas jocosas que Tzuyu le sacaba a Yohan, solían ser lo suficientemente altas, como para alertar al resto de la casa, en especial a la persona que caminaba con pesadez por los pasillos.

Park Roseanne había madurado demasiado en esos cinco años, pero seguía teniendo la misma cara de una persona joven. Seguía siendo joven, pero el imperio que tenía a sus pies era totalmente injustificable con su edad.

Escuchar la risa de Yohan, era de sus mejores medicinas para un día tan cansador como ese. A pesar de ser a penas las dos de la tarde, llevaba despierta más de un día, y las reuniones con las personas del gobierno, solían cansarle demasiado. Siempre necesitaban más. Significaba más dinero, pero también más cansancio mental.

Christopher corrió a sus brazos cuando la notó entrar por la puerta, y con una alegría desbordante, lo tomó con fuerza, para llenar su rostro de besos.

—¡Má!

—Hola, mi pequeño. ¿Cómo estás?

—Bien.

Respondió escondiendo su rostro en el hueco del cuello de Roseanne. Apuntó a su madre con el dedo índice. Ambos tenían un lenguaje muy extraño y difícil de comprender, pero eso se traducía en la pregunta, "¿y tú?"

—Yo estoy un poco cansada, pero me he enterado que quieres jugar a algo. ¿Videojuegos? ¿Carreras? ¿A las luchas?

—¡Carreras!

Exclamó con emoción, observando el rostro alegre y relajado de Roseanne. No había nada más que le llenase el pecho de felicidad que sus hijos y su mujer.

Dejó en libertad a Christopher, para saludar a sus amigas, para después, ubicarse junto a la mujer que le quitaba el aliento. Su omega, su esposa y el amor de su vida.

Roseanne no podía estar más enamorada de Jennie, porque era imposible.

—Yohan, ¿No me vas a dar un abrazo?

Su pequeño cachorro, prácticamente se lanzó a sus brazos, y Roseanne volvió a sonreír con fuerza.

—Te extrañé mucho, pequeño. Muchísimo.

Notó como el omega, se acurrucaba entre sus brazos, sintiéndose seguro con Roseanne. Jennie también conocía aquella sensación, y no podía culpar a su hijo, por sentirse seguro entre los brazos de su madre.

—¿Te has portado muy mal?

Buscó la mirada brillante de Jennie, y la omega negó con la cabeza. Tenía ganas de lanzarse contra Roseanne, y besarla hasta perder la consciencia, pero había demasiadas personas.

—Nada fuera de lo común. Sabes cómo es tu hijo.

—Mi pequeño cachorro. No sabes cuánto te amo —acarició las mejillas redondas de Yohan, y notó como Christopher llegaba a su lado, ubicando su cabecita en el regazo de Roseanne— A ti también te amo, cachorro no tan pequeño.

—¿Y a mí?

Lisa no podía seguir viendo la imagen de su mejor amiga, siendo rodeada por sus hijos, sin sentirse fuera de lugar.

—También te amo. Tengo mucho amor para dar.

La hora de la siesta, había sido todo un estrés para Jennie. Christopher había despertado con mucha energía aquella mañana, y lograr que Roseanne entendiera que debía descansar un poco, fue una tarea difícil.

A las cuatro y media de la tarde, después de un buen juego de escondidas entre Mina, Tzuyu, Yeri, Jisoo, Lisa, Roseanne y el pequeño Christopher, pudo lograr dejarlo descansar.

No sólo fue difícil con Christopher. Alimentar a Yohan con aquellas papillas era todo un reto. El pequeño estaba muy acostumbrado a la leche como alimento principal.

Después de una batalla contra sus hijos, logró que cada uno estuviera descansando. Le agradeció a Nayeon por dejar a Yohan dormir con ella.

Lo único que extrañaba de no ser madre, era la libertad de hacer el amor con Roseanne a todas horas.

No pudo evitar imaginar todos los momentos íntimos con su esposa. Una sonrisa se instaló en su rostro.

Salió de la habitación de Nayeon, para caminar con algo de nerviosismo hasta llegar a la suya. Abrió la puerta con cuidado, encontrándose con una alfa nerviosa. Lo sentía perfectamente.

—Hola.

—H-hola...

Se acercó hasta llegar a su lado, y tomó asiento junto a Roseanne. No se habían saludado de la manera que acostumbraban. Odiaba que Roseanne fuera tan despistada a veces. Necesitaba de sus manos en ella. Necesitaba de un tacto firme y amoroso.

—¿Y mi beso?

Giró su rostro con cuidado, chocando sus labios con Jennie de manera tímida. Le costaba desenvolverse después de tanto tiempo sin una intimidad. Estaba temblando de los nervios y la expectación.

Roseanne se sentía como una inexperta.

—¿Qué pasa?

—Estamos de aniversario. Lamento no haberte dicho eso antes. Lisa sigue diciendo sus bromas extrañas, y Jisoo también...

Su almuerzo también había sido una experiencia completamente. Las bromas doble sentido de Lisa, nunca dejarían de existir.

Jennie negó con la cabeza ante las palabras de Roseanne. Sabía lo tímida y vergonzosa que Lisa y Jisoo lograban ponerla, tomando en cuenta, que llevaban mucho tiempo sin lograr llegar a ese punto de intimidad que tanto extrañaban.

Con un bebé de pocos meses, era algo difícil entregarse a Roseanne como tanto lo deseaba. Incontables eran las veces que despertaba con una erección lastimando y presionando contra su espalda baja. Sabía que era normal, pero no estaba demás recalcarlo.

—Te amo.

—Yo también te amo. Y tenía una idea en mente.

Jennie podía adivinar rápidamente de lo que se trataba. Sonrió cuando sintió lo labios de Roseanne contra su cuello. Se estremeció al recibir un beso en la mordida que seguía igual de intacta que el primer día.

Era el sello del amor que se tenían.

—¿Quieres... Quieres tomar un baño conmigo?

Preguntó con un tono de voz tembloroso. Jennie comenzó a desabotonar la camisa blanca con algo de lentitud. Podía sentir la mirada intensa de Roseanne en sus movimientos.

—Eres hermosa.

—No más que tú, amor de mi vida. No más que tú.

Roseanne cortó la distancia entre ellas, con un beso suave. Un beso lleno de los sentimientos más amorosos de su cuerpo. Un beso lleno del amor más puro que podía existir.

El amor que Roseanne sentía por Jennie, jamás iba a tener una explicación natural. La amaba con locura desde que la conoció, y continuaría amándola de la misma forma hasta el día que su corazón dejase de latir.

Con el camino de besos amorosos que Roseanne realizó hasta llegar nuevamente a la mordida que unió sus vidas para siempre, quería demostrarle todo su amor.

Comenzó a deshacerse de la ropa de la omega, mientras le susurraba palabras cariñosas y llenas de amor.

Aún estaba en ropa interior, pero Roseanne no pudo evitar deleitarse por la imagen de la persona más perfecta del mundo, entregándose completamente a ella.

Jennie había cambiado tras el embarazo. Era algo común, y la creciente inseguridad en su pecho, no le había permitido mostrarse mucho frente a Roseanne. Su esposa se había encargado que recuperase la confianza en su propio cuerpo.

Se sentía más amada que nunca.

—Estoy más gorda.

Y sin contar el hecho de que sus pechos habían crecido un poco más. Al menos, ya no producía leche, sacándoles volumen.

—Eres más perfecta.

Su nerviosismo y timidez cambiaron rápidamente a aumentar la excitación creciente en su cuerpo. Necesitaba tanto llenarse de su alfa. Su último celo había sido hace dos meses, siendo totalmente imposible pasarlo juntas, obligando a Jennie, a volver a conformarse con la calma de los supresores.

Con habilidad, Roseanne empujó suavemente a Jennie hasta quedar encima de ella. Comenzó el camino de besos, que repartió por sus clavículas marcadas, hasta llegar a sus pechos.

Los descubrió con algo de prisa, y los atacó sin ningún tipo de pudor. Acarició sus perfectos pezones con la punta de la lengua, ganándose un suspiro pesado por parte de Jennie.

La omega volvía a estremecerse de pies a cabeza a causa de las caricias de Roseanne en su piel. Sentía que terminaría quemándose en el infierno. Su piel ardía, y sus piernas se cerraban automáticamente, a medida que los besos de su alfa bajaban.

—Mía.

Escuchó aquellas palabras como si las hubieran gritado por todo el lugar, pero Roseanne las había dicho contra su vientre.

—Tuya.

Roseanne sonrió con suficiencia, y llevó sus manos hasta el borde se su ropa interior. Sintió como era devorada con la mirada intensa de la perfecta persona que aún estaba vestida.

Iba a reclamar la necesidad de un contacto piel con piel, pero al sentir los besos de Roseanne en la cara interna de su muslo, simplemente perdió la cordura.

Tembló de pies a cabeza en repetidas ocasiones, mientras soltaba ruidos demasiado audibles para su gusto, y por inercia, mordió su labio inferior.

Roseanne con sus propios dedos, liberó los húmedos labios de su mujer. Recibió una mordida cuando tocó un punto sensible de Jennie.

No había nada que pudiera detener a la alfa, de darle un orgasmo a su omega. Era lo que más deseaba de ese mundo. A pesar de estar loca por unirse a Jennie, le importaba mucho más, cumplir las expectativas de ella antes que las propias.

Jennie llegó al orgasmo, sintiendo una fuerte oleada de placer. Roseanne tenía unas manías muy extrañas a la hora de hacer el amor. La primera, era recorrer su cuerpo de pies a cabeza, y disfrutar de aquello por mucho tiempo, y la segunda y la que más detestaba la omega, era esa manía de desnudar a Jennie y mantenerse con ropa la mayor parte del tiempo. Pocas eran las veces que Roseanne terminaba desvestida antes que Jennie.

Tardó bastante en recuperarse de su orgasmo. Tardó más de lo esperado, ya que su mujer, no paraba de recorrerla a besos.

Jennie se sentía la persona más adorada del planeta.

Giró su rostro, para encontrarse con una imagen demasiado erótica para ser real. Park Roseanne, la misma que se sonrojaba con palabras amorosas, o bromas subidas de tono, se encontraba lanzado su ropa a los rincones de la habitación.

No había notado lo tan desesperada que su alfa se encontraba en esos momentos, hasta que observó los ojos de deseo en Roseanne.

Iba a ir directamente hacia ella, pero Jennie tenía una idea muy diferente en su mente. No estaba acostumbrada a tomar el control de las situaciones como esas, pero era su aniversario.

—Yo arriba.

Si pudiera tomarle una foto a Roseanne, lo hubiera hecho. Su rostro era un poema. Sus ojos comenzaron a brillar con fuerza, y tragó saliva pesadamente.

Asintió de manera torpe, y se acomodó en el suave colchón. No había nada más estimulante que tener a su omega de esa manera, pero que Jennie tomase el control de la situación, la volvía más que loca.

Cuando la omega se sentó sobre su dolorosa erección, soltó un suspiro pesado. La humedad en Jennie era más que notable, y eso la enloquecía.

—¿Por qué nunca me dejas quitarte la ropa? Quiero amarte como tú lo haces conmigo. ¿No te gusta eso?

Le gustaba. Obviamente le gustaba, pero le gustaba mucho más, amar a su esposa como lo merecía.

—Me gusta...

—¿Pero?

—Eres mucho más importante que yo. Todo lo que hago, es por ti, y amo verte. Lo amo demasiado.

Jennie sonrió con algo de vergüenza, y juntó sus frentes. Movió su rostro, dándole un beso de esquimal, para luego apoderarse de los labios de Roseanne sin ningún tipo de control.

Sabía que las manías de terminar controlando todo, acabarían con su esposa, pero esa tarde, Jennie tenía el poder de todo.

Roseanne sintió la mano de su omega tomando el miembro que continuaba sufriendo por la situación en la que estaba. No faltaba mucho para que su celo llegase, y ya lo podía sentir.

Soltó un jadeo audible, llenando los oídos de Jennie. No había algo más estimulante que tener a Park Roseanne en su poder.

—¿E-estás segura?

Sus mejillas habían tomado un color carmesí, y notaba como todo su cuerpo había subido de temperatura. Roseanne nunca cambiaría.

—Segura. Quiero hacerlo, y usted, lo va a disfrutar.

No había ningún secreto detrás de esas palabras. Roseanne adoraba cuando Jennie se ponía sobre ella, y se dejaba llevar por el placer que eso conllevaba.

—¿Mucho?

—Lo vas a disfrutar muchísimo.

Estaba más que lista para hacerlo. La humedad entre sus piernas terminaría provocando un desastre en el lindo edredón de la habitación, y Lisa no iba a dejar de molestarlas, pero no le importaba nada más que Roseanne en esos momentos.

Comenzó a introducir el miembro en su interior, y se obligó a no cerrar los ojos ante la imagen más encantadora del mundo. Roseanne apretaba su mandíbula con fuerza, y respiraba pausadamente. Los ojos de su alfa, no la habían abandonado en ningún momento.

Extrañaba aquella sensación de unirse a Roseanne completamente. Su excitación era demasiado amplia para tener pensamientos concretos sobre algo en específico.

Se sentía llena, y no estaría satisfecha hasta anudarse a Roseanne.

Después de que el dolor inicial desapareciera, Jennie comenzó a moverse tentadoramente sobre Roseanne. No dejaban de mirarse. Habían logrado encontrar ese punto de hablarse con la mirada.

Todo estaba siendo tan intenso, que la mayor luchaba con reprimir sus ganas de tomar a su omega, y hundirse hasta el fondo con fuerza y firmeza.

Iba a colocar sus manos en la cadera de la omega, pero la propia Jennie, desvió el trayecto, logrando que Roseanne terminara con las manos en su trasero.

—Yo puedo. Quiero hacerlo lento.

Roseanne asintió con un claro hechizo en su mirada. Apretó con ambas manos a Jennie, provocando que se hundiera más en ella, y sonrió a escuchar el gemido de la omega.

—¿Te gusta?

—Mucho.

—¿Qué tanto?

—No aguantaré —confesó con una sonrisa en su rostro. Era imposible que sus manos se mantuvieran quietas en ese minuto. Sus dedos se presionaban despacio con la piel de la cadera de Jennie— Así.

—¿Así?

—Perfecto.

Con la ayuda de sus manos, guiaba a la omega a que el movimiento fuera perfecto. No iba muy rápido, y tampoco muy lento. Para Roseanne, lo mejor estaba frente a ella.

Lamió la piel de su cuello, hasta llegar a la mordida. La mordida que tanto estimulaba cuando se encontraban en los actos íntimos. Le gustaba demasiado ver esa marca, y a pesar de estar perfectamente curada, siempre brindaba lametones y besos cuando la veía.

—Te amo.

Estaba haciendo un gran esfuerzo por no acabar en ese momento. Podría haber acabado con la primera embestida. Llevar tanto tiempo sin hacer el amor con Jennie, ya la tenía oxidada.

—¿Me amas?

—Te amo.

Sabía que su omega se encontraba en el mismo punto que ella. Lo sentía en su cuerpo, en sus movimientos cansados, y en su respiración errática. Jennie necesitaba a Roseanne, y Roseanne, necesitaba de igual manera a Jennie.

—¿Estás segura de que me amas?

Dejó su cuello, para volver su atención al rostro sudoroso y sonrojado de su omega. La omega que había llegado a su vida, para cambiarla completamente, y darle los mejores orgasmos de su vida.

—Muy segura.

No aguantó más, y con algo de fuerza, recostó a Jennie en el colchón, uniendo una de sus manos, con la suya, y llevándola encima de sus cabezas.

Comenzó a embestir a la omega con fuerza, sin rozar la brutalidad, y sin olvidar que faltaba poco para que ambas llegasen al anhelado orgasmo.

El calor y las ganas de liberación recorrían el cuerpo de la omega. Su abdomen dolía como nunca, y no anhelaba ninguna cosa que no fuera llenarse de su alfa.

Sus miradas continuaban igual de conectadas. Roseanne se había encargado se mantener la atención de Jennie, y le estaba costando no cerrar los ojos y dejarse llevar por el placer abrasador.

—Te amo.

—¿C-cuánto?

A medida que más hablaban, el orgasmo menos tardaba en hacer acto de presencia. Jennie mordió su labio inferior con tanta fuerza, acallando los gemidos que alertarían a toda la casa.

—Mucho.

—Grita.

Pidió aguantando un poco más las ganas de mandar todo al diablo. Necesitaba hacer gritar a Jennie, para que toda la casa escuchase lo mucho que su mujer la amaba.

Sólo bastaron seis embestidas profundas y fuertes, para que ambas llegaran al orgasmo al mismo tiempo. Mientras Jennie tenía su anhelado organismo, el nudo de Roseanne, crecía con tanta fuerza, que ambas quedaron sorprendidas.

—Te amo.

El cuerpo de Park Roseanne temblaba mientras se dejaba caer encima del cuerpo de su omega. No le había hecho falta gritar después de ese acto en el cual se había entregado mutuamente amor.

Jennie se recuperaba del violento orgasmo que azotó su cuerpo sin vergüenza. Acariciaba la espaldas tensa y sudorosa de su alfa, mientras repartía besos en su frente.

—Y yo te amo a ti, Roseanne. No sabes lo mucho que te amo, y tampoco sabes lo mucho que te amaré. Hasta el final de nuestros días.

—Hasta el final.

El nudo nunca tardaba en bajar, y Jennie agradecía mentalmente haber vuelto a los supresores. Aún no estaban en condiciones para tener más hijos, pero claramente, ya había conversado esa situación. Necesitaban que Yohan creciera para volver a pensar en ser madres.

Si no fuera por los supresores, Jennie estaba segura que después de esa sesión, acabaría embarazada.

Se mantuvieron repartiéndose muchas caricias y besos apasionados. No había manera de frenar el placer que ambas sentían.

—¿Aún podemos tomar un baño?

—¿Lo vas a preparar tú?

Asintió con una sonrisa en su rostro, y se levantó rápidamente del cuerpo de Jennie, dejando a la omega con cierta sensación de vacío.

Sentía el aroma de su amada en toda la habitación, y suspiró al igual que lo hacía en sus mejores años.

Con veinticuatro años, seguía sintiéndose como una adolescente enamorada de Roseanne.

Después de un viaje tan largo, le era inevitable no pensar en todas las cosas que había pasado juntas.

Desde sus primeras citas, hasta el nacimiento de sus dos hijos. Con Roseanne, la vida nunca sería sencilla, pero el amor que le entregaba todos los días era mucho más grande que los problemas que podían tener.

Ese siempre fue el motivo por el cual, cambió su vida completamente. El amor.

—¿Estás lista?

Escuchó a Roseanne desde el baño, y con cuidado, levantó su cuerpo. Sus piernas parecían mantequilla, y con pesar, logró llegar al lugar.

Fue recibida por los brazos desnudos de su alfa, y rápidamente, unió sus labios en un beso suave.

—No soy tan buena como tú, pero hice mi mayor esfuerzo.

La omega se abrazó al cuerpo cálido de Roseanne, y observó la gran tina que pocas veces utilizaban. Ese día era algo especial, y sabía lo mucho que le gustaba a su esposa, estar junto a ella.

El agua se encontraba demasiado tibia, rozando lo caliente, pero a ninguna de las dos le preocupaba eso. La sensación de calor ya estaba en ellas.

Jennie se apoyó contra el pecho desnudo de Roseanne, y soltó una sonrisa embobada. Unió sus manos a las de su esposa, y cerró los ojos, dejándose llevar por el latido de su corazón.

La omega estaba segura de la adoración que tenía su esposa hacia ella. Lo sentía en su día a día. Lo sentía en sus besos y el amor que tanto le había dado a pesar de todas las cosas.

Lo sentía en el lazo.

Conocer el amor desmesurado que sentía Roseanne hacia Jennie, no sólo era fascinante, sino, provocaba que la omega, continuara perdiendo la cabeza a causa de Roseanne.

Dos personas que no debían estar juntas le hicieron caso a su destino, y conocieron el amor más sincero que alguien podría encontrar.

Se encontraron.

—Feliz aniversario, amor de mi vida.

La voz susurrada de Roseanne, le sacó un estremecimiento a la omega, que acercó todo su cuerpo hacia la mayor.

—Feliz aniversario, amor de mi vida.

Respondió de la misma manera, recibiendo besos en la mordida.

Jennie descansó en el pecho de su alfa, dejándose mimar y acariciar por ella. Todo cambió cuando la mano derecha de Roseanne llegó a su plano vientre.

—Quiero otro.

—¿Otro bebé?

—Sí. Cuando Yohan crezca, ¿Podemos tener otro?

Jennie recordaba la etapa de su embarazo con cierto cariño. Recordaba su abultado vientre, que recibía constantes caricias por parte de Roseanne. Extrañaba esas noches de invierno, en la cuales, el calor corporal de su alfa, junto con el aroma que desprendía, le ayudaba a entrar en un estado de paz, mientras sus hijos se movían en su interior.

Podrían tener mil hijos.

—Yohan es muy pequeño.

—Un poco.

—¿Realmente quieres otro bebé?

Asintió, pegando aún más el cuerpo de su omega contra ella. Quería experimentar los nervios de tener que recibir a otro bebé en el mundo. Quería ver a Jennie con un abultado abdomen y sonreír inconscientemente. Adoraba ver la relación entre sus hijos, y deseaba que tuvieran un nuevo compañero.

—Te gusta cómo me veo embarazada —molestó a una avergonzada Roseanne. Sus pensamientos habían ido un poco lejos, pero no rozaban lo incómodo— No tendremos tiempo para hacer nada.

—Lo haremos. Nuestras hormonas se alborotan cuando estás embarazada.

Sonrió con amplitud, besando el cuello de Jennie. No había muchas mentiras detrás de eso. Sintió nuevamente el tirón en su abdomen bajo. No tomó mucho tiempo para que su dolorosa erección, tomase vida otra vez.

—Aún no he dicho nada. Te emocionas muy rápido —su mano derecha tomó el miembro de Roseanne, sacándole un jadeo bajo, oscuro y demasiado grato de escuchar. Adoraba llevar al límite a su mujer— ¿Puedo hacer algo por ti?

Sus ojos demostraban la pasión que contenía la alfa. Podía pasar de ser una persona tímida y reservada, a ser una bestia sin el mínimo sentido de lo que significaba saciarse. Jamás parecía satisfecha. No hasta anudarse por completo.

—Te amo.

—Y yo a ti.

Se besaron por última vez, dejándose consumir por el deseo que se extendía por ambos cuerpos.

Tal vez, tendrían un nuevo miembro en la familia.

【 𝓕𝓲𝓷 】

[🌠]

terminó (otra vez) en fin gracias a los que me acompañaron en la re-edición, los que la leyeron desde el principio <3 y gracias a icccecreampie (dónde sea que estés) 

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