Capítulo 9
Roseanne no sabía en qué momento había hecho tantas cosas buenas para merecer a una omega como Jennie. El simple hecho de tener el placer de conocerla, la convertía en la persona más afortunada del mundo.
Sentir el cuerpo delgado y ligeramente pequeño de la omega entre sus brazos, la ponía feliz. No podía sacar esa felicidad de su pecho en una eternidad.
—Mi omega.
El susurro hizo temblar a la omega de pies a cabeza. Creyó que terminaría en el suelo, pero Roseanne, la sostuvo aún más contra ella. Estaban completamente pegadas.
La puerta se abrió, y Lisa buscó a la pareja por todo el lugar. Notó que la salida al balcón estaba habilitada, y con pasos poco discretos, fue hasta el lugar. Se encontró a Roseanne y a Jennie en un abrazo íntimo. Se sentía fuera de lugar, pero estaba feliz, y debía hablar mucho tiempo con su amiga omega.
—Así las quería pillar.
La primera en reaccionar fue Jennie, que mostró su rostro sonrojado a la chica. Roseanne estaba tan perdida por la omega, que ni siquiera le interesó que Lisa estuviera viéndolas, o molestando a Jennie. Sólo le interesaba su omega. No existía nada más para Roseanne.
—Ya suelta a la pobre chica. Vas a matarla.
En el momento que Lisa iba a acercarse a separar a la pareja, un gruñido profundo salió desde el pecho de la alfa, dejando a la beta paralizada, y a Jennie sumisa en su lugar. La omega se aferró a Roseanne buscando darle tranquilidad. Ella no iba a ir a ningún lugar. No podría alejarse aunque quisiera.
—¿Me gruñiste?
—Yo... No te acerques.
—Es mi amiga, egoísta. Tu mamá no te crio así. Debería darte vergüenza. Fuera de aquí. Tenemos que hablar cosas de amigas, y tú no estás incluida.
Roseanne frunció el ceño, y buscó la mirada de Jennie. La omega había quedado tan sorprendida por el gruñido, que sus mejillas habían tomado un demasiado rojo.
—¿Estás bien?
—S-sí. Me sorprendió... No lo esperaba.
—Lo siento. Yo... Ella... Ella quiere quedarse contigo. La conozco. Después...
—No lo sientas. No me asustas. ¿Bueno?
Roseanne asintió rápidamente, y aflojó su agarre en la cintura de Jennie. Cuando estuvieron completamente lejos, le mostró una sonrisa tímida, para luego, tomar su taza de café, y salir de la habitación.
Lisa movía sus cejas de manera sugerente. Las había encontrado en un acto tierno, pero íntimo, y estaba con ganas de molestar un poco.
—Así que avanzamos rápido. Ayer no podías verla, y ahora un abrazo. Me alegra que al menos puedan hacer eso.
—Dios, que vergüenza. Todo esto. ¿Cómo acepté dormir en esa cama?
—¿Se sintió bien?
La sonrisa de Jennie, era respuesta suficiente. Había tenido la mejor noche de su vida al lado de Roseanne. Definitivamente, había sido la mejor noche de su vida.
—Te dije que con Roseanne, siempre dormías bien. Es como un osito de peluche. Cuando duermo con ella, no puedo evitar abrazarla. Es algo que sale inconsciente.
—También me pasó. Recuerdo sólo estar tocando su mano, y amanecí...
—¿Inválida?
—Cómoda. Junto a ella. ¿Por qué inválida? Puedo caminar perfectamente. No tengo lesiones lumbares, ni en mis extremidades —Lisa soltó una carcajada, mientras negaba para sí misma. Había ocasiones donde Jennie realmente no entendía a lo que se refería— Es un tema serio. No sé por qué te ríes.
—Olvídalo. Debe tener las bolas azules.
—¿Qué? ¿Qué es eso? ¿Una especie de código? ¿Cosas de la mafia?
—Más bien, cosas de alfas. Lo verás con el tiempo. ¿Deberíamos empezar a ocupar el lugar del vestidor que te corresponde? Puedo pedir que te suban tu ropa. ¿Te gustaría?
Jennie evitó contestar a esa pregunta, y ayudó a Lisa a cambiar las sábanas, aunque seguían igual de limpias que el día anterior. Eran cosas que la omega no entendía en su totalidad, pero prefería seguir las órdenes que le daba Lisa.
La beta, por seguridad de todo el mundo, logró que Jennie no saliera de la habitación con pijama, y fue a buscar la ropa que su amiga omega le pidió.
La omega se encerró en el baño, y suspiró al notar su sonrisa de estúpida en el espejo. Era una estúpida enamorada. O al menos eso daba a entender.
Lavó sus dientes con lentitud, mientras recreaba todas sus interacciones con Roseanne. Desde el primer día. Ese primer día, que había llorado como idiota a las afueras de su habitación, y Roseanne se había quedado frente a ella, esperando a que se calmara. También recordaba su manera de darle apoyo, prepararle aquel té. Todo lo que había hecho Roseanne, desde que Jennie llegó a esa casa, la hacían replantearse lo que realmente era la alfa. Roseanne no era una mala persona, pero seguía haciendo cosas malas. Seguía traficando, matando, robando, estafando. Aún seguía traficando omegas, y Jennie, era una omega. Tenía que hablar con Roseanne sobre su trabajo.
La omega creía que debía dejar fluir las cosas, y esperar a que pasara tiempo, pero no podía hacer eso. El tiempo estaba en su contra. Mientras más esperaba, mayor tiempo corría. En algún momento, Jennie tendría que volver a su realidad. A la academia, y delatar todo lo que sabía de Roseanne. Esa era su misión en la casa. Ganarse la confianza de los miembros, y sacar toda la información para desaparecer, y trabajar incansablemente en acabar con aquella dinastía de mafiosos.
Se quitó toda la ropa, y con mucho cuidado, se paró debajo del chorro de agua. Estaba tibia, y salía de una manera tan relajante, que podría estar eternamente allí. Utilizó los productos de Roseanne, y se llenó de parte de su aroma. La parte suave que siempre se sentía con ella.
Al terminar, se tomó todo el tiempo del mundo, para vestirse cómodamente. No habían prisas, por el contrario. Estaba terriblemente nerviosa. Iba a explotar de los nervios.
—Te ves muy linda. Vas a dejar a todo el mundo petrificado. Jennie, eres muy bonita. De verdad. Te cortejaría si fuera alfa. Te vendrías conmigo. Soy mejor que Roseanne.
—¿Crees que caería en tus encantos?
—Por supuesto. Caerás. Los padres de Roseanne están emocionados por conocerte. De verdad.
Esas palabras, sólo servían para aumentar los nervios de Jennie. Una cosa era conocer a alguien de la casa, y otra cosa, era conocer a los padres de Roseanne, los dueños de la casa, y las personas más poderosas de todo el continente, si de crimen se hablaba. Los padres de su alfa querían conocerla a ella.
—¿Estarás con nosotros?
—Sí. Tengo privilegios.
—Bien. ¿Hay algo que no puedo hacer? ¿Algún tema del que no deba hablar? ¿Algo?
—Pues, no. No hablan mucho de los negocios. Los padres de Roseanne, son agradables. Ellos de verdad se preocupan por nosotros. Somos una familia. Quieren saber de ti, y como llevas tus primeros días aquí. Por eso es esto. No tengas miedo.
La hora del almuerzo llegó, y Lisa abandonó la habitación, para darle paso a una tímida Roseanne. Tenía el cabello húmedo, y la omega observó con curiosidad a la chica. Ellas nunca habían salido para que se arreglase, pero estaba lista para aquella ocasión.
Se acercó con impresión a Jennie. Era la pieza de arte, más hermosa que había visto en su vida. No podía dejar de pensar en su belleza. Era la mujer más hermosa del planeta.
La omega estaba esperando alguna palabra por parte de Roseanne, pero simplemente, se mantenía en silencio, observándola en silencio, y después, negaba con la cabeza para sí misma. En ese momento, Jennie deseo tener la habilidad de leer mentes.
Lisa le había dicho que estaba hermosa, o que la cortejaría, pero Roseanne parecía ida. La miraba tan fijamente, que Jennie sintió como sus piernas comenzaban a temblar.
¿Me veo tan mal? ¿No le gusta?
—¿E-estás...
—¿Estoy? Sí, estoy. ¿Tú estás?
—Sí. O sea, no. No sé. Te ves...
—¿Mal? —se adelantó a las palabras de Roseanne, y cuestionó con cuidado— ¿Me veo mal?
—No. Tú nunca te verías mal. Eres... Tú eres muy bonita —la timidez de Roseanne, estaba haciéndose presente. A pesar de ser alfa de altos rangos y presencia, estaba nerviosa ante una persona tan linda, y que le causaba tantas cosas— Yo... Soy muy estúpida. No tenía que decir eso. Se supone que venía a preguntarte si estabas lista, o si te sentías preparada para eso, y... Lo arruine. Sólo que tú eres muy bonita. Perdón.
Jennie mordió su labio inferior para no mostrar la sonrisa de embobada que quería salir. Negó con la cabeza por las palabras que Roseanne le había dado. Su omega saltaba de felicidad con cada acción que la alfa realizará. Era una lucha constante.
—Yo... Estoy lista. Supongo. Espero no morir en el intento.
—Tranquila. Todo irá bien.
Caminaron en silencio hasta la primera planta, y tomaron un rumbo que parecía desconocido para Jennie. Llevaba varios días viendo allí, pero nunca había recorrido la casa, ni mucho menos.
Se detuvieron en una esquina, y Roseanne buscó la atención de la omega. Quería asegurarse que estuviera bien. Podía ser su nerviosismo. Podía oler su nerviosismo y ansiedad.
—¿Estás segura de que quieres hacer esto?
—¿Me veo insegura?
—Te ves nerviosa. Si no quieres hacerlo, yo hablo con mis padres. No estás obligada a venir. Ellos lo entenderán.
—Soy una idiota. No debería estar asustada.
—Oh... Yo también me asusto. Todo el mundo se asusta. No es algo malo. Es normal. Por eso, si no quieres, no importa.
Jennie negó con la cabeza ante las palabras de Roseanne. Conocer a los dueños de la casa, significaba un gran paso para ella. No podía despreciar una invitación de ellos.
—Quiero hacerlo. Estoy segura de que quiero hacer esto.
—Bien. Si te quieres retirar en algún momento, puedes hacerlo.
Cuando retomaron sus pasos, a los segundos, estaban frente a una puerta custodiada por dos guardias, que la abrieron automáticamente.
Era el comedor más precioso y lujoso que había visto en su vida. Y contaba con más de doce puestos. La luz natural se colaba por las ventanas, que tenían una vista privilegiada al jardín de la casa.
Jennie estaba tan concentrada en aquella vista, que olvidó completamente la presencia del resto de las personas, hasta que sintió una mano, tomando la suya. Era Lisa, que recién había llegado.
—Bueno, Jennie. Ya conoces a Jihyo, y a Nayeon —tiró de su cuerpo, para acercarla a un hombre que la miraba con una amable sonrisa— Él es Jung-Ki.
—Es un placer conocerla, señorita.
Jennie le mostró una sonrisa amable, devolviendo el gesto con el que el alfa se había presentado ante ella.
—Y bueno, ella es Mina.
Una pelinegra de cabello sedoso y negro, se acercó hasta Jennie, para analizar su rostro, y luego, volver a su lugar. Roseanne había fulminado a Mina por tomarse atribuciones.
—Jennie, puedes sentarte donde quieras.
La omega ni siquiera dudó en su lugar, y dejó que Lisa la guiase. Tenía a Nayeon a su izquierda y a Lisa a si derecha. Frente a ella, estaba Roseanne con una expresión seria, y poco a poco, dejó caer sus hombros y suspiró. Tenía la esperanza de que Jennie la escogiera a ella.
Por la puerta, Yeri, junto con los dos omegas que habían llegado junto a Jennie, ingresaron. Se presentaron ante los desconocidos, y al igual que hicieron con ella, les ofrecieron sentarse en cualquier lugar. Yeri quedó junto a Roseanne, y los otros dos omega, a su lado.
La sonrisa que le mostró Roseanne a Yeri, llegó hasta el fondo del corazón a Jennie. Le dolió, le dolió tanto, que terminó frunciendo el ceño. No podía hacer nada. Yeri parecía tener mucha confianza con Roseanne.
Muchísimo platillos de comida fueron llegando a la mesa. De todos los colores, formas y sabores. Era un banquete en toda la expresión de la palabra.
Jennie intentó disfrutar lo que más pudo de la comida, pero su humor había empeorado. La complicidad entre Roseanne y Yeri, estaba en otro punto. La omega sabía que le gustaba a Roseanne, como le gustaba, lo que podía comer o no. Eso le dolía hasta el fondo.
—¿Cómo lo han llevado estos días? ¿Necesitan algo en lo que podamos ayudarlos?
La voz suave de Jihyo, sacó a Jennie de su burbuja, y puso su atención en la mujer. No tenía ganas de hablar, pero debía dar una respuesta.
—U-ustedes han sido muy amables. Por mi parte, no necesito nada.
—Nosotros también lo hemos llevado bien, y no necesitamos nada. Tenemos de todo aquí. Debemos agradecerles su hospitalidad. No sabíamos que íbamos a estar tan seguros en esta casa. Son buenas personas.
Uno de los omegas se pronunció, y Jennie fijó su vista en él. Cuando llegaron a la casa, eran miedo total. La omega deseaba saber ese cambio tan repentino de actitud. Ya no se veían aterrados, por el contrario, se notaban tranquilos.
—Yo estuve en su posición, y puedo asegurar que esta casa, es el mejor lugar en el mundo. Nada les va a faltar. Conocerán a muchas personas de buen corazón. Empezando por Roseanne.
—Mi hermanita tiene buen corazón. Todo el mundo babea por ti.
Mina lanzó un poco de sal a la herida. Ya había sido suficiente con escuchar a Yeri adulando a Roseanne, y ahora, las palabras de Mina jamás abandonarían la mente de Jennie. Ella no era nadie. Insignificante en la vida de una persona tan buena, y deseada por otros omegas.
No había duda que Roseanne podía ser una rompecorazones. Era amable, inteligente, respetuosa, tranquila, cuidadosa, y sobre todo, de buen corazón. Sumando eso, a su indiscutible belleza física, la hacían tremendamente atrayente a los omegas.
—No digas eso. No es verdad.
—Es verdad. Las secretarias, las omegas de algunos clientes, las personas de esta casa. Tienes un imán para atraer omegas, pero sigues sola. Despierta, Roseanne. El mundo es para los vivos. Te vas a perder. Vas a morir v...
—Cállate. N-no todos tenemos la suerte de ser correspondidos...
—Y si no te resulta con una, vete con otra. ¿Cuál es el problema?
El ambiente se sentía terriblemente tenso, pero la persona que más lo estaba sufriendo, era Jennie. La hermana de Roseanne, era tan directa, que la abrumaba un poco. Le había dicho a Roseanne, que buscase otra omega. Prácticamente, la estaba alentando a fijarse en otra persona.
Jihyo podía observar la incomodidad de Jennie y de Roseanne, así que comenzó a realizar preguntas básicas, o si les gustaba algo en particular. No deseaba crear problemas entre su hija, y la que posiblemente, sería su pareja.
No hubo mucha participación de Jennie en esas conversaciones. Se limitó a mover la cabeza de lado a lado, y a observar su regazo. Ya no estaba cómoda, y deseaba irse.
Al llegar los postres, Lisa se hizo de varios, y los colocó frente a la omega. Con una cuchara, comenzó a darle de todos un poco. Había notado que Jennie no había probado bocado, y le preocupaba. Al menos eso, podría sacarle una sonrisa.
La otra persona preocupada, era Roseanne. Sentía en el fondo de su pecho, que algo no estaba bien con la omega, y le preocupaba. Quería acercarse, y hablar con ella. Quería borrar el ceño fruncido que Jennie tenía desde el inicio del almuerzo. Quería sacarle una sonrisa.
—¿Estás bien?
Nayeon había permanecido la mayor parte del tiempo, concentrada en la conversación con Jung-Ki y Jihyo, pero también sentía las miradas poco discretas de Roseanne a Jennie.
La omega intentó sonreír, pero una mueca se formó en su rostro. Asintió lentamente con la cabeza, pero Nayeon ya tenía la película completa en su cabeza.
—Desde que empezamos con esto, no has dejado de removerte en la silla. Estoy segura que tiene que ver con Roseanne.
—Lo siento si te he molestado.
—No te preocupes. Pasé algo parecido. No tan parecido. Si necesitas consejos, sabes dónde estoy.
—Créeme que necesito varios. Muchísimos.
—Jennie, abre. Este te va a gustar.
La omega abrió la boca, y recibió un suave sabor a chocolate. Estaba tan bueno, que le sacó una sonrisa. Lisa había logrado su cometido.
El par de chicos se retiró después de unos minutos. Ambos estaban agotados, y deseaban descansar. Jung-Ki y Jihyo también se retiraron, dejando a el resto, continuar disfrutando de aquellas piezas de dulces sabores.
—Y dime, ¿Cuántos años tienes?
Mina estaba deseosa de preguntarle cosas a la omega de su hermana. Era la única que no la había conocido.
—Diecinueve.
—Eres joven. Demasiado joven.
—¿E-es malo?
—No.
—¿Y tienes hermanos? ¿Amigas? ¿Padres? ¿Algo?
—Amigas, y bueno, mis padres están muertos.
—Aparte de Jisoo, ¿Tienes más amigas? Ella nos dijo que eran muy unidas. Por eso te recomendó, y como mis padres adoran a Jisoo, aceptaron inmediatamente.
—T-tengo otra amiga en el exterior.
—¿Y por qué no le dices que venga? No creo que haya problemas con eso. Si en algún momento necesitas de su apoyo, háblalo con mi mamá. Ella, con tal de que te sientas cómoda, es capaz de traer al Diablo.
Una sonrisa se coló en el rostro de Jennie al pensar en Irene. Llevaban varios días alejadas, y a decir verdad, si la extrañaba. Su mejor amiga, hacía de su vida una maravilla. La cuidaba, la quería y la hacía reír. Si no fuera por Irene, posiblemente no estaría viva.
—G-gracias por eso. Lo pensaré.
Jennie no había dicho esas palabras con consciencia de lo que podían causar en Roseanne. Un sentimiento amargo y de posesividad se colocó en su pecho. Apretó su mandíbula, y simplemente, se levantó del lugar, para salir por la puerta.
Todas quedaron confundidas con su actuar, menos Mina. Ella simplemente negó con la cabeza, mientras reía para sus adentros.
—Voy a verla.
—No, Yeri. Iré yo.
La alfa se levantó de su lugar, y antes de salir, dejó un beso en la coronilla de su omega, y desapareció por el mismo lugar que Roseanne.
La preocupación en Jennie apareció. En su mente, Roseanne estaba disfrutando de la ocasión, mientras hablaba con Yeri, y sus padres. Que de la nada desapareciera sin decir palabra, le causaba una mala sensación. Podría tener algún problema.
—Tranquila —Nayeon tomó su mano sobre la mesa— Roseanne... Es Roseanne. Necesita aprender a controlar las emociones que está sintiendo.
—¿Y qué está sintiendo?
—Pues, deberías preguntarle. Es difícil para una persona que siempre ha estado sola, comenzar a sentir tantas cosas. Tú también debes sentir muchas cosas que no sabes manejar.
No tienes idea.
—Tranquila, Jennie. Va a estar bien. Mina va a saber tranquilizar a Roseanne.
Mientras la omega recibía el apoyo moral que le hacía falta para controlarse y no salir corriendo a seguir a Roseanne, la alfa se movía de lado a lado, con la vista perdida en el suelo. Se sentía desesperada. Una ola de desagrado, tristeza y desolación la había atacado.
¿Por qué ella no era la que le transmitía esa confianza a Jennie? ¿Por qué Jennie no le podía sonreír de la misma manera a ella? ¿Por qué no podía dejarse llevar? ¿Por qué todo era tan difícil?
De la frustración, se lanzó al sofá de la oficina, y cerró los ojos. Sus lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos. No quería llorar. No podía llorar, pero se sentía una idiota. Las cosas con Jennie jamás iban a avanzar.
Golpeó la almohada a su lado, y posterior a eso, la lanzó por los aires contra una de las paredes.
—Tranquila.
Mina se sentó a su lado, y negó para sus adentros. No le gustaba ver a su hermanita tan confundida, tan perdida e ilusionada con Jennie. Ella misma había notado la manera en la que Roseanne, observaba a la omega, y podía verse a sí misma en sus primeros pasos con Nayeon.
—Sé lo que sientes.
—No lo sabes... Tú eres feliz, tienes a tu omega. Te ama, y la amas. Eso es lindo. He esperado una vida completa para encontrarla, pero ella no me quiere. Está bien. Nunca he sido lo suficiente para nadie.
—Roseanne...
—Jennie... Ella lo dijo. No quiere un alfa que haga cosas malas. Yo hago cosas malas. Soy una... Una mala persona —una lágrima se escapó de sus tristes orbes, y la limpió rápidamente— Estoy destinada a la soledad.
—Nadie está destinado a la soledad. Tu omega puede ser complicada, pero no dejará de ser tu omega hasta que ambas mueran. El destino lo quiere así. Es por algo.
—Para hacerme sufrir. Estoy pagando por todos mis pecados. No... Yo no creía que iba a doler. Duele. Duele aquí —apuntó el centro de su pecho, cercano al corazón que latía despacio y lento— ¿C-cómo puedo calmar este dolor?
—No hay medicina o especialista para estos dolores. Tienes que estar tranquila. En algún momento las cosas pueden mejorar. Nadie más que tú, merece ser feliz. Eres lo mejor que hay en esta casa, Roseanne. Jennie debe estar asustada. Para ella, es mucho más difícil que para nosotras. Los omegas... Los omegas tienen vidas difíciles, y tenemos que ser empáticos. No puedes pretender que salte de alegría. Tiene que asimilarlo. Tú también tienes que asimilar todo esto. ¿Sabes lo que hizo Nayeon al enterarse que estábamos destinadas? —Roseanne negó con la cabeza suavemente, y esperó la respuesta de Mina— Me golpeó, me insultó, y después, llamó a su hermano para que me golpeara. Todos tienen maneras diferentes de afrontarlo. Tal vez Jennie necesita un tiempo para hacerlo. Tienes que ganarte su corazón, no por ser su alfa, sino, por lo que eres como persona.
—¿Hiciste eso?
—No, pero usas el cerebro mejor que yo. Eres increíble, hermanita. Encontraras la manera de que tu situación cambie, o mejore. Tranquila.
—Jennie... No sé que me hizo.
—El destino, Roseanne. El destino. ¿Quieres jugar ajedrez?
Roseanne le mostró una sonrisa a Mina, y asintió. Era una de las maneras en las que solían comunicarse cuando eran más pequeñas. Roseanne siempre había sido demasiado tímida, y Mina, entendió que los juegos de mesa o de video, provocaban que Roseanne lograse ser mucho más expresiva. Se había enterado de mucho de los problemas de su hermana, mientras tenían partidas de ajedrez, cartas o videojuegos.
Pasaron la tarde entre risas, burlas y un ambiente cómodo. Esa era la misión de Mina. Ser un oído, ser un apoyo, y también, sacarle sonrisas cuando las necesitaba.
Cuando llegó la noche a la gigantesca casa de la familia Park, Roseanne decidió que era hora de ir a dormir, sobre todo después de que Nayeon ingresara al lugar, y comenzara a reclamarle a su hermana por no haberle dado noticias en todas esas horas.
Mientras caminaba por los pasillos de la primera planta, pensaba en los acontecimientos de su día, y notó a lo lejos, que la luz de una de las cocinas estaba encendida. Sabía que podía ganarse problemas con su madre por querer ir hasta ese lugar, pero poco le importaba. En su pecho sentía que podía ser Jennie.
Se detuvo en la entrada, y el aroma de la omega que la tenía tan aproblemada, llegó hasta el fondo de su ser. Era demasiado tarde como para que ella siguiera despierta.
Jennie había tomado la valentía de bajar en la noche a la cocina. Tenía su pijama puesta, y a pesar de que intentó de todas las maneras conciliar el sueño, no pudo hacerlo. Sentía que le faltaba algo.
Creía que una taza de té, la ayudaría a relajarse y a calmarse un poco, pero todo había salido terriblemente mal. Sus dos primeros intentos, no tenían ni una pizca de parecido a lo que Roseanne le había dado. Ella deseaba con todo su ser, volver a probar aquella bebida suave y dulce, preparada por su alfa.
Estaba en su tercer intento, y realmente deseaba que saliera bien. Tenía la medida de hierba perfecta en sus manos, pero al girarse, notó una figura de pie en la entrada, y provocó que todo se fuera al piso. El grito que había salido de su boca podría despertar a todo el mundo. Roseanne simplemente, comenzó a reír por la expresión de pánico que había causado en la chica. Su tercer intento, había sido otro fracaso.
Jennie fulminó a Roseanne con la mirada. Había dejado un desastre, había gritado y saltado del susto, y lo peor de todo, que la causante de eso, se estaba burlando de ella. Tenía que mostrarle su peor faceta. No podía caer tan fácil ante una risa tan melodiosa y contagiosa. Por más que estuviera extremadamente emocionada por escuchar la risa de Roseanne, debía mostrarse indignada.
Limpió su desastre bajo la mirada atenta de la alfa. Comenzó a guardar todas las cosas que había mezclado, y en ese momento, Roseanne cambió rápidamente su expresión. Antes, estaba relajada, y ahora, preocupada porque Jennie se iría.
—¿Q-querías... Querías algo?
—¿Te importa? —contestó de la peor manera que pudo, aunque era difícil al tener a Roseanne frente a ella. Era su alfa, y con una mirada, ya la podría tener a sus pies— No te importa.
—¿Estás bien? ¿T-te asusté mucho?
—Para nada. Me ha encantado tu repentina aparición. Toda la casa me escuchó gritar por tu culpa. ¿Feliz?
—Oh, lo siento. Fue divertido. Tu expresión fue divertida. No volveré a hacerlo. Puedes estar tranquila. ¿Quieres un té? ¿Por eso bajaste? Puedo prepararte uno.
Le mostró una tímida sonrisa, mientras comenzaba a sacar las cosas que Jennie tanto le había costado encontrar, y seleccionar. Sin esperar por una respuesta, comenzó a preparar todo lo necesario. La omega se dedicó a observarla embelesada. Estaba deleitada por sus movimientos, expresiones, sonrisas tímidas, gestos, pero sobre todo, por lo que era Roseanne. Una alfa de gran amabilidad y encanto. Una alfa muy difícil de encontrar.
Podría mirarte una eternidad y no me cansaría de ti. No puedo cansarme de ti, alfa.
Cuando una taza de cerámica impoluta se colocó frente a ella, le mostró una sonrisa, y bebió un sorbo de aquella bebida que parecía sacada del olimpo. Roseanne hacía que todo fuera glorioso.
—¿Te gusta?
A pesar de seguir como una idiota y hormonal omega, negó con la cabeza, y mordió su labio inferior, para atrapar la sonrisa que quería colarse en su rostro.
—Es lo peor que he bebido en toda mi vida.
Roseanne abrió los ojos con impresión, y frunció el ceño con fuerza. Una ola de tristeza volvió a ella. Jennie parecía molesta con ella. La miraba mal, pero continuaba bebiendo el té. Roseanne creía que en cualquier momento, la omega le lanzaría la taza por la cabeza, o le escupiría el té. Ella se había esmerado mucho por lograr aquel sabor que tanto le había gustado.
—Puedo... Puedo preparar otra taza. O sea... Si no te gusta, no tienes que beberlo. Déjalo así. Voy a hacer más.
—No. Déjalo así.
—Lo siento —la alfa esperaba que como mínimo, Jennie la mirase a la cara, pero nada, parecía concentrada en otra cosa, y eso, sólo servía para lastimarla más— ¿Estás enojada?
—¿Te gustó asustarme?
—Sí.
—A mí me gusta estar enojada contigo. Es como ojo por ojo.
Roseanne se sentó al lado de Jennie, y entendió con muchos minutos de analizar sus palabras y su expresión, que ella no estaba molesta. Simplemente, jugaba.
—No quiero que te enojes conmigo. No me gusta.
—¿Duele? —asintió rápidamente con la cabeza, mientras apuntaba su pecho— ¿Duele allí?
—Mucho. No quiero que te enojes.
—Y yo no quiero que me asustes, alfa. No duele, pero no me gusta. Hay muchas cosas que no me gustan.
—¿Cosas que no te gustan de mí?
Lo poco que conozco, es perfecto.
Negó con la cabeza, y le extendió su taza a Roseanne, que le dio un tímido sorbo a el contenido, para luego, devolverla a su dueña original.
—¿Es lo que hago? ¿Eso te molesta?
Jennie tenía muchas cosas que pensar sobre el trabajo de Roseanne. Realmente muchas cosas que pensar, pero no quería concentrarse en eso, cuando el recuerdo de esa mañana, comenzaba a atacarla. Habían pasado muchas horas desde que se armó de valor, y abrazó a Roseanne. Deseaba hacerlo otra vez. Necesitaba volver a hacerlo.
—Roseanne...
—¿Sí?
—Yo... Yo quería pedirte una cosa. Una pequeña cosita.
—Lo que quieras, será tuyo.
La omega se estaba preparando mentalmente para la locura que estaba por pedirle a Roseanne. Si antes había hecho cosas locas, lo que estaba por salir de su boca, era el mayor riesgo que había tomado en su vida. Jennie sabía que no tenía otra forma de dormir. Su cama, se sentía vacía, fría, incómoda, como si no le perteneciera. No estaba bien allí, y lo había sufrido como una condenada. Sabía lo que necesitaba.
—¿Puedes... Puedes dormir conmigo?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro