Capítulo 6
Jennie cruzó el umbral de la puerta con un sentimiento de ansiedad en el centro de su pecho. Todo parecía estar normal. Buscó el cuerpo de Roseanne por el lugar, pero no lo encontró. Sólo había dos espacios en los que podía estar. El baño, y el vestidor.
Los pasos de Jennie hasta la puerta del baño, eran temblorosos. Parecía una recién nacida intentando caminar sin caer.
Sentía que debía tocar, preguntar y esperar por una respuesta, pero no lo hizo. Tomó la manija de aquella puerta con fuerza, y la abrió, para ingresar con la cabeza agachada.
Jennie sintió el aroma de Roseanne. Ese aroma que ya resultaba inconfundible. Aroma a alfa en su máxima expresión, que se fundía con un perfume lo suficientemente suave como para dejarla idiotizada. Jennie, se volvía idiota con el simple olor de Roseanne. Perdía todo pensamiento coherente y racional. Olvidaba los motivos por los que estaba allí. La alfa que tanto la idiotizaba, era parte de una familia que hacía daño. Muchísimo daño, pero a su omega no parecía importarle.
—¿Jennie?
La voz de Roseanne sonaba cansada, agotada, y gastada. Estaba tan sorprendida por la presencia de Jennie, que creyó que lo sucedido hace un par de horas, le había provocado daño cerebral.
La omega elevó su rostro con cuidado, y al ver a Roseanne sintió como algo se rompía en su interior. Estaba golpeada. Más que golpeada, y tenía sangre en su camisa blanca, que era un desastre a ese punto. Su cabello estaba mojado, al igual que su rostro y sus manos lastimadas. Podía observar la marca que había quedado en sus nudillos. No sólo tenía golpes en su rostro. Los botones de aquella prenda estaban abiertos, y se notaba una gran marca roja en su costado derecho.
Jennie mordió su labio inferior con fuerza, mientras se acercaba lentamente a Roseanne. Tenía unas ganas incontrolables de llorar. Quería llorar y llorar, hasta que cada una de las heridas desapareciera.
Quedaron frente a frente, y la alfa, buscó la mirada de la temblorosa omega a unos pocos metros de distancia.
—¿Qué haces aquí?
A pesar de haber recibido una paliza, y la conversación que oyó el día anterior, Roseanne no podía dejar de sonreírle. Le alegraba en cierto punto que Jennie estuviera allí, junto a ella. Aunque pudiera estar tomando las cosas con un significado erróneo, su corazón no dejaba de latir, y con la simple presencia de la chica, todas sus preocupaciones, y dolores, se fueron.
—¿Sucede algo?
Jennie negó rápidamente, mientras sentía como sus lágrimas le impedían observar correctamente a Roseanne. La primera cayó, formando una cascada que descendía por sus mejillas sin control alguno. Por más que intentaba limpiarlas, continuaban dejando su rastro. Roseanne se acercó un poco más, para quedar prácticamente, pegada a ella. Había menos de un metro de distancia.
—No llores. Por favor. No llores. Si alguien te hizo daño... Y-yo voy a matarlo.
—¿Q-quién te hizo todo esto? ¿Por qué te golpearon?
—Porque tú tienes razón. No soy una buena persona. No lo soy. Hago cosas incorrectas. Vivo de traficar cantidades inhumanas de drogas a todo el mundo. También lo hago con las armas. Las personas me compran armas, para defenderse y para matar a otras personas. Mi familia lo hace por más de cincuenta años. Soy parte de la tercera generación. He vivido todos estos años aquí. Mi vida completa es mi familia, mis negocios. La mafia —Roseanne escupió todas esas palabras de forma que Jennie se sintiera culpable. No sabía cómo la alfa se había enterado de sus palabras, pero estaba concentrada en las cosas que le estaba diciendo. Roseanne estaba siendo honesta con ella— Tuvimos un altercado con algunas personas. Por eso nos peleamos.
—¿P-pasó algo más?
—Unos simple desconocidos que llegaron a una reunión. No utilizamos armas contra ellos. Estaban recorriendo la zona. Nada más. No... No están muertos.
Jennie se sentía aliviada al saber que aquellas personas no estaban muertas, pero también molesta, por observar el estado en el que dejaron a Roseanne. No sabía qué hacer.
—Tienes que curar esas heridas...
—No. Estoy bien así —respondió mostrándole aún más su brillante sonrisa. Roseanne estaba bien debido a la cercanía que tenía con Jennie— ¿Qué haces aquí? Creí haber dicho que no deseaba la compañía de nadie.
—Oh, Lisa... Ella le dijo a tus... Bueno, a los señores que están afuera que podía entrar ¿Quieres que me vaya?
—No. P-puedes estar aquí, todo el tiempo que lo desees.
Esas palabras, provocaron un fuerte sonrojo en el rostro de la omega. Roseanne seguía siendo amable, después de todo, y le sonreía. A ella. Roseanne seguía sonriéndole a la persona que tantas cosas creía de ella.
Creo que te juzgue erróneamente.
—T-tienes que curar esas heridas. Lisa...
—Estoy bien. Estoy más que bien. Me agrada tu compañía, Jennie. Si me muevo... Puede que te alejes. No quiero eso.
Si Jennie ya estaba sonrojada, esas palabras la marcaron tanto, que tuvo que esconder su rostro, agachando la mirada. Roseanne había sido completamente honesta con ella. La honestidad siempre tenía un efecto en las personas. El efecto en Jennie, era ese sonrojo.
Estando en esa posición, podía observar el abdomen expuesto. La piel de Roseanne, era porcelana, y Jennie podría jurar que de la más fina. Pálida, perfecta e irreal. Podía notar lo tonificado que estaban sus músculos. Su sonrojo aumentó, y mordió su labio inferior.
Roseanne no era consciente de las cosas que estaba provocando en la omega. Se deshizo de su camisa, para lanzarla a una esquina del baño, y fue en busca de una nueva prenda limpia.
Cuando ingresó nuevamente al baño, Jennie seguía en la misma posición, y se asustó por la nula reacción que había por parte de la omega. Quería tocar su hombro, o abrazarla, pero se contuvo, y simplemente carraspeo, llamando la atención de una atontada Jennie.
—¿Bien?
—Y-yo...
—Tú. ¿Pasa algo?
La figura de la beta se hizo presente en el baño, sacando a el par de su pequeña burbuja. Jennie había olvidado completamente la existencia de todas esas personas a las afueras de la habitación. Llevaban muchos minutos encerradas. La gente podía pensar cosas que no debía. Lisa, observaba a Roseanne con una sonrisa pícara en su rostro, y carraspeo ligeramente.
—¿Estás bien? A pesar de estar destrozada, no te ves mal.
—Estoy bien. No es para tanto. ¿Por qué entras a mi habitación sin pedir permiso? Creí que había sido clara con no dejar pasar a nadie.
Jennie se encogió en su lugar. Si la orden de Roseanne había sido no dejar pasar a nadie, ella tampoco debería estar molestando allí. El lugar de la omega era fuera de esa habitación, pero no hacía nada por moverse al exterior del lugar. Estaba anclada al suelo.
—Yo deseaba dejarlas tranquilas. Nadie iba a molestar, pero tenemos dos asuntos. Uno bueno y el otro malo. Muy malo.
—¿Qué pasa?
—Tus padres vuelven mañana. Eso es lo bueno.
—¿Y lo malo?
—Ji-hu quiere hablar con Jennie...
El corazón de la omega se paralizó al escuchar el nombre de Ji-hu. No recordaba conocer a ningún Ji-hu, y eso, la hacía estar aún más nerviosa. Podía sentir todos los músculos de Roseanne tensados, mientras observaba a Lisa con incredulidad.
—¿Qué?
—Ji-hu... Quiere hablar con Jennie.
—¿Cómo se conocen? ¿Se conocen? Te dije...
—Mantuve cuidada a Jennie todos los días, lo prometo, de verdad. Desde que hablamos esa noche, pero, hay algo que no me atreví a contarte. Perdón.
Lisa estaba revelando parte de las peticiones que había tenido Roseanne en esa primera noche. La alfa lo había sentido automáticamente, y de inmediato, se lo contó a su mejor amiga. Que Ji-hu Park supiera sobre Jennie, o que la haya visto, provocaba que su interior se removiera con fuerza.
Jennie se había quedado confundida y congelada en su posición. Estaba fuera de lugar, escuchando una conversación que no debería escuchar. Roseanne le había ordenado a Lisa cuidarla, o eso entendía de toda esa confusión. Eso quería creer.
—Entonces ¿Cómo mierda me explicas esto? —escupió con furia, mientras apretaba sus puños con fuerza— ¿Cómo mierda ese imbécil sabe de Jennie? ¿Cómo se conocieron? ¿Hizo algo?
—Roseanne...
—Fue lo único que te pedí. Te dije que no lo quería cerca. No lo quiero cerca de ella. No a él. ¿Dónde está?
—Esperando por ella. En la sala de estar. No creo que...
—Espérame aquí. Tengo que resolver un problema.
Roseanne soltó con amargura, con la disposición de salir de la habitación a enfrentar a Ji-hu por haber puesto los ojos en Jennie, pero una suave mano tomó la suya. Ese simple acto, desató a dos corazones, que ya parecían latir con la misma frecuencia desenfrenada. Los ojos de Roseanne se abrieron con sorpresa, y tragó saliva con dificultad.
—N-no vayas...
—Tengo... Yo tengo... Tengo que ir. Déjame hacer esto. Si ese señor me desea conocer, debe ser por algo. Voy a ir para hablar con él.
Roseanne negó rápidamente con la cabeza. No imaginaba a la preciosa omega, hablando con ese idiota. Ji-hu y Roseanne tenían muchos problemas. Problemas que Jennie no sabía que existían y que se remontaban a varios años.
—Roseanne...
—No tienes que ver a un tipo así. Seguramente...
—Jennie, ven conmigo.
Lisa soltó de repente, dejando a la alfa con una expresión que causaría terror en cualquiera. Miraba a Lisa con rabia, molestia, incluso un poco de odio, pero la beta no quería exponer a Roseanne, ni lo que pasaba con ella.
La omega, soltó la suave mano de Roseanne, y sintió como un vacío se formó en su estómago. Aunque no le gustase admitirlo, el toque le resultaba agradable, familiar, y sobre todo, protector. Con unos pocos segundos, la chica se había sentido más protegida que en toda su vida. Estaba segura junto a Roseanne. Se sentía segura junto a Roseanne.
Ambas salieron de la habitación, y recorrieron aquel pasillo repleto de guardias, hasta llegar a la escalera. La beta miró a Jennie con algo de remordimiento. Sentía que todo era su culpa.
—Lo siento tanto. No deberías estar pasando por esto. Es mi culpa.
—N-no entiendo. ¿Puedes explicarme?
—¿Recuerdas al imbécil de hace unos días? —el rostro de la omega palideció y deseo correr nuevamente hasta la cercanía de Roseanne. Su estómago se revolvió con fuerza, dándole la sensación de que terminaría vomitando todo— Él es Ji-hu. El primo de Roseanne y Mina. Es el hijo del hermano de Jung-Ki. Trabaja en la familia, y vive aquí. O sea, antes no, pero ahora va a vivir aquí.
Jennie sintió como sus ojos se llenaban de lágrimas con sólo imaginar la presencia de ese alfa. Aún recordaba su sonrisa lasciva, su presencia aterradora, y su aroma. Era lo que más recordaba. Ese aroma tan desagradable.
—Lamento no haberte llevado conmigo. Roseanne me lo dijo, pero no creí que pasaría todo esto. Realmente lo siento. Quiere pedirte disculpas. Eso me dijo.
—No quiero verlo...
—Lo sé, pero será menos de un minuto. Lo que estoy haciendo es horroroso, pero...
—¿Roseanne sabe sobre ese día? ¿Le dijiste?
—No. Quedó entre nosotras. Si quieres, vamos a decirle ahora, y acabamos con esto. Ella... No quiere que te acerques a él. Hay mucha historia entre ellos.
¿Por qué me dejó ir libremente? ¿Por qué no está aquí? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?
Jennie se tambaleó hasta llegar a la primera planta. Con cada paso que daba, peor se sentía. Su omega se retorcía violentamente. Estaba aterrada, asustada, nerviosa, y sin ese tacto que le había provocado tantas cosas.
Lisa la guío por la última planta, hasta llegar a un salón amplio. Era la sala de estar más amplia que había visto en su vida, pero estaba demasiado asustada como para ponerle atención a los detalles. En uno de los sofás, la figura de aquel alfa llamó atención. Estaba vestido con un traje oscuro, que le quedaba a la perfección. Entre sus manos, había un ramo de flores muy bonito. Cuando observó a la omega temblorosa, le mostró una sonrisa que Jennie no podía tomar de buena manera. Quería irse. Necesitaba salir de allí.
—Lisa ¿Podrías dejarnos a solas? Tengo muchas cosas que hablar con la señorita.
La omega cerró los ojos con fuerza, deseando tener el poder de teletransportarse, para salir de esa situación en la que ella misma se había metido.
—No creo que sea lo mejor...
—Dile a la paranoica de mi prima, que la omega no le pertenece. Vete.
Jennie le mostró su mejor sonrisa en esa situación, y asintió con la cabeza. Estaba animando a la única persona que podía salvarla de un posible abuso o violación, a que se fuera.
Lisa observó a la omega, para después fulminar a Ji-hu con la mirada. Sus pasos llegaron hasta la puerta del lugar, y la cerró con cuidado. Todo era su culpa.
—Por fin tengo la oportunidad de volver a verte. Me llamo Ji-hu. Y sé que tú te llamas Jennie. Es un placer conocerte.
La omega no sabía que responder ante esas palabras. Tenía un nudo en la garganta que no le permitía hablar. Sus ojos estaban repletos de lágrimas. Quería llorar, pero estaba conteniendo su llanto con fuerza. Se encontraba estática en su lugar, mirando hacia el suelo.
—Quería ofrecerte mis más sinceras disculpas por lo sucedido. Yo sé que no puedo hacer lo que hice. Estoy consciente de mi error, pero quiero recompensarlo. Lo siento, omega.
Se acercó con amplias zancadas, hasta quedar frente a Jennie, y se agachó para tener más acceso a su rostro. Le mostró una sonrisa, y para terminar, le extendió aquel ramo de flores.
—Acéptalo, por favor. Me dolería mucho que no lo hicieras. Sería un golpe bajo.
La omega tomó el ramo, y retrocedió discretamente ante la presencia de aquel alfa en el cual no confiaba absolutamente nada. Jennie siempre se había caracterizado por pasar desapercibida entre los alfas. Nunca se había llevado mucho con ellos. Les temía. Todos eran desagradables, arrogantes, exigentes y no tenían pizca de respeto por el resto de las personas. Había nacido en una sociedad, en la que ellos, poseían todo el poder. Sólo tres alfas habían logrado tener su confianza. Su padre, Irene, y la inesperada Roseanne.
Roseanne.
—¿Por qué huyes? Ya te pedí disculpas.
—Yo... Usted me...
—No lo digas de esa manera. Yo no te he hecho nada. Aún. Simplemente, tenía ganas de observarte de cerca. Nada más. No te toque, ni te abuse. No soy eso. En mi familia tenemos reglas que seguir. No abusamos de los omegas.
Pero si pueden acosarlos. Pueden acosarlos hasta hacerlos llorar y sentir asco.
—Mi prima es la que más respeta esa regla. Veo que mandó a su perrito faldero a protegerte. Es demasiado egoísta. También quería conocerte. No habían dejado de hablar de ti. Eres muy bonita. Demasiado bonita.
Jennie no sabía que contestar ante esas palabras, sólo pensaba en Roseanne. A pesar de ser familia, eran diferentes. Notoriamente diferentes.
—Ya que nuestras diferencias ya no existen, quería hacerte una invitación para esta noche. Hay restaurante en el centro, que estoy seguro que te va a gustar. Tengo una reunión con unos amigos, y me gustaría que me acompañaras. Como mi omega, claramente. Nos vamos en dos horas.
Jennie quedó atontada ante esa cantidad de cosas. No había preguntado si deseaba ir. No había hecho nada de lo que debía hacer para invitar a alguien correctamente. La omega no deseaba hacer eso. No quería la compañía de Ji-hu, no quería ir a reuniones con sus amigos. Era el mismo tipo que la acosó sin ninguna pizca de remordimiento. Ahora, la quería obligar a irse con él.
Con algo de nerviosismo, le devolvió las flores, y retrocedió varios pasos. Se acercaba a la puerta, pero un rugido la dejó estática.
—Quieta.
Jennie no puedo hacer nada ante la voz de alfa que Ji-hu había decidido utilizar con ella, dejándola totalmente imposibilitada de moverse. Su omega no lo controló más, y gimió agudo, en busca de ayuda.
El alfa estaba dispuesto a acercarse. Se notaba molesto. Demasiado molesto. Y lo estaba. Para él, Jennie no era más que una omega, que tenía que serle obediente, dócil, tranquila y sumisa.
La puerta se abrió de manera furiosa pero silenciosa, ninguno de los dos notó la presencia de Roseanne, hasta que frenó los avances de Ji-hu.
La rabia consumía a la alfa de pies a cabeza. Había escuchado ese rugido, y luego, el llamado de Jennie. Con eso, fue suficiente de espera. Su omega estaba en peligro.
—¡Si vuelves a hacerle daño, te mato. Voy a matarte!
—No seas ridícula. Somos familia. ¿Crees que acepten que mates a un miembro importante por una puta? Primero se muere la omega, y después tú.
Roseanne, a pesar de estar herida, envió un puñetazo directo y certero a la quijada de su primo. Había sido un golpe tan fuerte, que lo derribó espantosamente. Cayó directo al suelo, quedando sin mucha conciencia de sí mismo. La alfa se lanzó al suelo, y colocó su rodilla en el cuello de Ji-hu. Además de golpearlo, y noquearlo, ahora lo estaba ahogando.
—Escúchame —el alfa se removía en su lugar, por la falta de oxígeno en su cuerpo, pero Roseanne, en vez de darle lugar para respirar, aplicaba más fuerza— Si vuelves a insultar a cualquier omega de esta familia, te mato. Si vuelves a utilizar tu voz de alfa con cualquier omega de esta familia, te mato. Si vuelves a acosar a cualquier omega de esta familia, te mato. Es muy sencillo. Te voy a matar. Jennie... Es mi omega. Espero que te quede claro. Mañana llegan mis padres. Veremos que hacemos contigo.
Omega. Soy su omega. ¿Soy su omega?
Antes de que Jennie pudiera soltar una palabra sobre lo que había escuchado, Lisa apareció, y la sacó de la estancia. Prácticamente, cargó con el cuerpo de una estática omega, y la llevó con pasos rápidos hasta su habitación.
—¿Dónde están tus llaves?
Buscó las llaves dentro del pantalón, y abrió la puerta del lugar, haciendo que Jennie ingresara.
—Escúchame claramente, Roseanne no va a dejar que te pasé nada. No salgas de aquí, hasta que yo venga por ti. Las cosas se pusieron un poco complicadas, pero te prometo que nada malo te va a pasar —Lisa se aseguró de que las ventanas estuvieran bien cerradas. Ella no creía que algo más pudiera pasar, pero tenía que dejar a Jennie en un espacio seguro— Lamento que no puedas ir a cenar. Mañana... Veremos cómo van las cosas. Por favor, no salgas. Lo que acaba de pasar, traerá consecuencias. Roseanne... Dios. Malditos alfas. No salgas. Si mañana una persona que no sea yo o Roseanne viene a buscarte, no salgas. Aunque te diga que nosotras lo enviamos. Roseanne jamás dejaría que un extraño venga por ti. Cuídate mucho.
Lisa salió de la habitación, pero antes de cerrar la puerta, Jennie salió de su trance, y buscó la mirada de la beta. Necesitaba al menos una respuesta a todas las preguntas que tenía. Necesitaba muchas respuestas a todo lo que estaba sucediendo. Roseanne, Ji-hu, la familia. Todo la tenía muy confundida.
—¿E-es verdad?
—¿Qué cosa?
—¿S-soy su... Omega?
Sólo necesito la expresión de Lisa, para entender que era real, y que no había sido un engaño de su subconsciente o de los nervios.
Soy su omega. Su omega.
—Tienes que hablar con Roseanne, seriamente. Yo no puedo decirte nada. Son cosas que no entiendo, pero ella sí. Lo único que puedo decirte, es que a pesar de que creas que es una mala persona, o que no tiene sentimientos, si los tiene, y las personas no siempre son lo que crees. A pesar de que vivamos del tráfico o del crimen, no nos convierte en lo peor del mundo. Es lo que hacemos, es lo que hace a Roseanne, ser como es. Sé que no quieres conocerla, pero... Es tu destino. Siempre lo ha sido. Buenas noches, Jennie.
La beta cerró la puerta, y con la misma llave que había robado de Jennie, le colocó seguro. Sabía que las cosas con ese suceso iban a cambiar completamente.
Jennie se dejó caer en el suelo, y observó los girasoles, que estaban en un pequeño vasito con agua, y se largó a llorar desesperadamente. Su corazón latía con violencia, y su cuerpo temblaba sin control. Sentía que todas las piezas encajaban. Para su mala suerte, encajaban.
Desde el primer día, ese fatídico primer día, su corazón latía a causa de Roseanne, y los días que llevaba hasta ese, era lo mismo. Su inexplicable nerviosismo, o su omega idiotizado por todo lo que hacía Roseanne. Su interés, o sus noches pensando en ella. La emoción que le causaba ir a su habitación todas las mañanas, y llenarse de su aroma tan adictivo. La manera que se había emocionado tanto por las sonrisa que le daba, o la forma que la trataba. Y por último, ese toque entre ambas manos, que había desatado aquella sensación de seguridad y de protección que sólo había sentido con Roseanne.
No habían dudas. No había quien pudiera negar todo lo que sucedía. Ni siquiera Jennie estaba en posición de negar lo que sentía. Sería ridículo algo así. Por eso lloraba. Después de todos estos días, sabía lo que pasaba entre ellas. Lloraba porque lo sentía. Sentía en el pecho. Su omega lo sentía.
Estoy jodida
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