Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 4

Después de una tarde llena de trabajo, lo mínimo que esperaba Jennie, era un descanso. Ese día, no había recibido ningún tipo de información relevante. Lisa pasó gran parte del día hablando de Nayeon, imaginando lo que podía estar haciendo.

Almorzaron en un silencio cómodo, pero con Lisa, cosas como esas, no duraban mucho. Jennie ya se estaba acostumbrando al sonido de su voz.

La beta era de las sorpresas más grandes que había tenido en esa casa. Creía que todo el mundo intentaría golpearla, o que la venderían a penas llegase a esa casa, pero todo lo contrario. En su posición de omega, no estaba segura en ningún lugar. Lo sabía, pero con Lisa, al menos ya se sentía cómoda.

Para su buena suerte, no se había topado en ningún momento con aquel alfa. Lo agradecía con todo su ser, y también agradecía el hecho de que Lisa no se haya separado de ella en ningún momento. Para trabajar en la mafia más grande del continente, podía jurar que la beta tenía un lindo corazón. Hablador, pero bueno.

En el momento que se encontraron con Roseanne, el nerviosismo de Jennie se hizo presente. Sentía una ansiedad creciente, formándose en su pecho. Sus piernas temblaban, y sus manos sudaban. Tenía una expresión neutral, pero al ver a Jennie, cambió por una sonrisa amable.

Roseanne jamás iba a la cocina de los omegas. Primero que todo, ese no era su lugar en la casa, por su condición de alfa y su puesto dentro de la familia, y segundo, su madre le había prohibido molestar a los omegas que trabajaban tranquilamente en su casa. Con su simple aroma, enloquecían.

—Buenas tardes.

Saludó con voz cansada. No demostraba su cansancio, pero estaba destruida. Deseaba ir a su habitación, y caer a su cama, para dormir hasta mañana, pero primero tenía que ver a la omega y asegurarse de su bienestar.

—Roseanne ¿Cómo estás? ¿Mucho trabajo?

—Un poco.

—¿Sabes a dónde fueron Nayeon y Mina? Intentamos ingresar a su habitación, pero nadie contestó.

—Están de viaje. Barcelona.

La expresión de Lisa cambió a una confundida. En su mente, la persona que debía viajar era Roseanne, pero estaba frente a ella, mirando tímidamente a una cabizbaja Jennie.

—Creí que irías tú. Bueno, las dejo.

La chica abandonó la cocina, dejando a una Jennie mucho más nerviosa. No deseaba mostrar ese nerviosismo, pero era difícil. Algo en ella se estaba descontrolando, acelerando, y haciéndola sufrir.

Roseanne por su parte, pensaba en una manera de no ser tan obvia, y hablar con Jennie de alguna forma u otra. Estaba curiosa. Quería conocerla correctamente.

—¿Tuviste un buen día?

Preguntó cautelosamente, siendo consciente que podía asustar a Jennie de alguna manera. No deseaba que se fuera.

—Sí, supongo ¿Tú?

Roseanne pensó en su respuesta. Había sido un día horroroso. Demasiadas cosas en las cuales debía pensar, y trabajar.

—Un buen día.

—Me alegro por ti, aunque tengo que hacerte una pregunta.

—Oh, la que quieras.

—¿Puedo salir?

—¿Q-quieres irte?

La preocupación invadió a la alfa, que se tensaba en su lugar. Ella no estaba en ninguna posición para impedir que Jennie se fuera de esa casa. Tal vez, había descubierto que no podía estar allí.

—Al jardín —una sensación de alivio se instaló en su pecho, al notar como Roseanne se relajaba ante sus palabras— Desde aquí se ve muy bonito... ¿Puedo ir?

La alfa asintió con la cabeza, y le mostró una sonrisa tímida a la omega, que se levantaba de su lugar, y comenzaba a salir de la cocina, pero se detuvo rápidamente, al notar que Roseanne se quedaba en su lugar.

Jennie no deseaba ir sola. Estaba atardeciendo. Podía encontrarse con cualquier persona desagradable, y no lo deseaba. Había una sensación un tanto desconocida, cuando Roseanne estaba cerca. No sabía cómo describirla, pero tampoco deseaba ponerse a pensar en eso. Simplemente, quería compañía de un rostro conocido.

—¿No vienes?

Todos los sentidos de Roseanne se pusieron alerta al escuchar esas palabras. La omega la observaba curiosa, con una expresión relajada. No veía el miedo en ella, y tampoco en sus ojos.

—¿Q-quieres que vaya? ¿Contigo? ¿L-las dos?

—Sí...

Una sonrisa se mostró en su rostro, y comenzó a caminar junto a Jennie. Había una especie de pasadizo, desde la oficina de la casa. La omega se estaba dejando guiar por Roseanne.

Cuando abrió la puerta que daba con el jardín trasero, su vista se dirigió al precioso cielo de atardecer otoñal. Los colores que adornaban el cielo, era irreales, o eso creía la omega. En el centro de Seúl, las cosas no se veían de esa manera. Estaban muy lejos. Demasiado lejos.

—¿Te gusta? Siempre he creído que la vista es lo mejor que tiene esta casa. Termina siendo una fantasía. El amanecer también se ve bien.

—Es... Perfecto.

—Lo es. Esta casa fue construida en este punto porque a mi abuelo se enamoró de la vista. Aquí conoció a una de sus esposas.

Jennie buscó la mirada de Roseanne, que estaba fija en ella, y la alfa, le mostró una sonrisa tímida.

En ese momento, Jennie comenzó a analizar el rostro de la mujer a su izquierda, que la observaba con tanta fuerza, que deseo esconderse detrás de algo. Iba a sonrojarse.

Roseanne poseía un precioso rostro. El más hermoso que Jennie haya visto en toda su vida. Era una armonía total. Su piel, sus cejas, su nariz, sus ojos. Todo en Roseanne era perfecto. Y la forma en la que la miraba, la hacían aún más perfecta.

Quitó su mirada de la alfa, al pensar en lo ridícula que podía verse. Ella jamás iba a ser la mitad de bonita que Roseanne. No había posibilidad.

Jennie comenzó con pasos lentos, mientras recorría los espacios con flores del lugar. Desde el balcón de Roseanne, se veían lindas, pero desde cerca, era un espectáculo total. Estaban perfectamente cuidadas.

Estas flores deben tener más cuidados que yo.

Roseanne se había dedicado a seguir sus pasos con una distancia. Se sentía una idiota por haberse quedado pegada, mientras analizaba a Jennie, pero era imposible no hacerlo. Era imposible mantenerse lejos.

Notó como la omega se detuvo frente a los girasoles. Parecía hipnotizada por la belleza de aquella flores. Su madre era fanática de los girasoles, y los cuidaba como si fueran lo más frágil de este mundo.

Con un deje de valentía, se acercó a una de esas preciosas flores, y la sacó de su lugar, ganándose una mirada confundida por parte de la omega. Le extendió la flor, bajando su rostro, y escondiendo el sonrojo que la atacaba con fuerza. Estaba muerta de los nervios.

—E-es para ti.

—¿Por qué la sacaste? No tenías que hacer eso.

—Oh, yo creí que te gustaban mucho, y tal vez querrías uno. ¿N-no lo quieres?

Jennie estaba sorprendida. Algo en ella saltó de felicidad por el gesto. Nadie le había regalado una flor. Nadie había hecho algo así por ella. Podía considerarse un gesto básico, pero a Jennie, le sacó una sonrisa.

Tomó aquella flor entre sus manos, y la acercó a su rostro. Brillaba, a pesar de que estuviera oscuro. No sabía cómo agradecerle a Roseanne por el gesto.

—Gracias. No tenías que hacer eso. Se veía tan perfecta allí. ¿Voy a causarte problemas por eso? No tenías...

—Quería hacerlo, y no, mi madre no tiene que enterarse que le robé una de sus flores más preciadas. Ella ama los girasoles, pero será nuestro secreto —el tono de confidencialidad provocó que la sonrisa de Jennie se ampliara mucho más— ¿T-te gusta?

—¿Cómo no me va a gustar algo tan lindo? Muchísimas gracias, Roseanne. Realmente no debías hacerlo. Tu madre va a despedirme.

—No creo. Ella estaba muy emocionada por tu llegada. Le agradas. Me lo dijo. Eso también es un secreto. Debe mantener su imagen de la omega del jefe.

—No le diré que me dijiste.

La omega observó hacia los árboles, y desde ese lugar, pudo observar lo que parecía una estructura a lo alto. Se acercó un poco, seguida por Roseanne, pero la oscuridad no ayudaba mucho en esos casos.

Cerró parcialmente los ojos, y se agachó, para tener otro ángulo de visión, pero no lograba distinguir correctamente ese punto. Se sentó en el suelo, sin importarle que pudiera ensuciar su ropa, y se recostó en el frío césped. En el cielo, se observaban todas las estrellas posibles. No había duda de que ese lugar, estaba ubicado en el paraíso.

Debido a la contaminación en la cuidad, cielos nocturnos como esos, eran difíciles de ver, pero ahora ella estaba en ese lugar, sintiéndose parte del universo.

—Ponte aquí —golpeó el lugar a su lado, para que Roseanne se recostara a su lado. Jennie deseaba que la alfa viera aquel espectáculo junto a ella. Roseanne le hizo caso automáticamente, y se lanzó al suelo, observando todas las estrellas visibles. Habían perdido la noción del tiempo— Es hermoso.

A pesar de que Roseanne haya vivido toda su vida en esa casa, jamás se había lanzado al suelo, a observar las estrellas. Era una sensación indescriptible, que se mezclaba con un silencio espectacular. Podía escuchar la respiración de la omega a su lado, que estaba mirando el cielo, y también el girasol entre sus dedos. La sonrisa de Jennie era mucho más atrayente que el cielo.

—Cuando era pequeña, quería ser astronauta, para capturar una estrella. Creía que simplemente podía subirme a una nave, viajar por la noche, y cazar estrellas.

Después de esa confesión, le mandó una mirada a Roseanne, que estaba observándola con detención. El corazón de Jennie latía extremadamente fuerte. Podía sentir que iba a arrancarse de su pecho, y continuar con el golpeteo.

—¿Cazar estrellas?

—Sí. Guardarlas en un frasquito, y tenerlas en casa ¿Vi mucha televisión?

—Tal vez.

—Si pudieras ir a un planeta ¿A cuál irías? Sé que viajar al espacio es técnicamente imposible, y ni siquiera podríamos salir al cinturón de asteroides, pero da igual. Yo iría Saturno probablemente. Desearía saber cómo es tener todos esos satélites a tu alrededor.

Roseanne sonrió ante las palabras de Jennie. Jamás se había imaginado saliendo del planeta, y mucho menos, viajando a uno diferente.

—No lo sé. A Plutón. Lejos de todos. No es un planeta, pero no necesito mucho.

—¿Tan lejos? No podrías ver el atardecer, y menos el amanecer. ¿Crees que amanezca allí? Lo imagino como una noche eterna. Tardaría muchos años en dar una vuelta al sol. ¿Podrías soportarlo?

—No lo creo.

—Pero es interesante. Todo el mundo responde que iría a Marte. Eres la primera que responde algo diferente. Me agrada.

Jennie no era consciente de lo que estaba ocurriendo en su corazón. Simplemente, se dejaba llevar por el golpeteo furioso, que parecía transformarse en algo familiar. Llevaban bastantes minutos en la misma posición. Roseanne observando a Jennie, y la omega, devolviendo la mirada, con la misma atención.

—¿Qué hay entre esos árboles? Pude notar algo.

—Es una casa. Íbamos a jugar allí con Mina. Era como una cueva. Te invitaría, pero está oscuro, y hace un poco de frío ¿Tienes frío?

La omega asintió ligeramente, pero no le prestó atención a eso en todo lo que estuvieron recostadas. Todo pasó a segunda plano. Sólo tenía concentración para Roseanne, la flor y el cielo.

Roseanne se quitó su chaqueta y la sacudió, para después, ayudar a Jennie a que se la colocara. Se alejó al notar la cercanía con la chica, y ambas se levantaron del suelo.

Tal cual llegaron a ese lugar, volvieron a casa. Roseanne seguía sus pasos en silencio, mientras sonreía de manera tonta. Llevaba demasiado tiempo con la misma sonrisa en su rostro, y Jennie, intentaba calmar sus nervios, y el sonrojo que Roseanne había provocado. La chaqueta tenía el aroma de la chica terriblemente presente, mucho más que en las sábanas o el montoncito de ropa que se encontraba por las mañanas. Esa chaqueta llevaba siendo usada por horas.

La alfa, acompañó a Jennie hasta la puerta de su habitación, y con un tímido "buenas noches", se despidió, para salir corriendo, como si se tratase de una niña pequeña.

La chica se encerró en la habitación, y dejó la flor en la mesita de noche, para luego, quitarse la chaqueta. Tendría que lavarla, para devolverla a su dueña en algún momento.

Estuvo algunos minutos en la ducha, para luego salir, y colocarse la pijama con una sonrisa que no había abandonado su rostro, desde que Roseanne había escapado por el pasillo. Su sonrisa no saldría con nada.

Buscó la agenda, y pensó en los acontecimientos del día. No había recolectado ningún tipo de información relevante para el caso, tampoco se había esforzado en indagar.

Cerró el objeto con algo de fuerza, y las imágenes junto a Roseanne la atacaron con algo de fuerza y culpa. La alfa, era realmente amable. Se había comportado muy bien con ella, y Jennie, estaba juntando toda la información que podía para destruirla. Roseanne era todo lo que Jennie jamás pensó encontrar en una casa llena de mafiosos. Roseanne era amable, tímida, respetuosa, tranquila, y de actitud tremendamente pasiva. Comenzaba a dudar de su estatus de alfa.

¿Una persona que actuaba como ella podría hacer cosas tan terribles? ¿Podría traficar personas? ¿Podría traficar omegas o niños?

La parte racional de Jennie, creía que podía ocurrir, pero su omega estaba reclamando por creer a Roseanne capaz de eso. La trataba bien, con respeto y amabilidad. Su omega creía que Roseanne era incapaz de dañar a alguien. Era incapaz de dañarla a ella. Jennie también era una omega después de todo.

¿Qué tanto puede esconder una persona que luce tan buena? ¿Realmente es mala?

La omega despejó todas las ideas de su mente, y prefirió concentrarse en todo lo bueno que le había sucedido en ese día. Y en todos los recuerdos o hechos, estaba Roseanne.

[🌠]

Lo primero que sintió Jennie al despertar, eran los rayos de luz ingresando a la habitación, a través de las cortinas. Se removió incómoda por la cama, y abrió los ojos despacio.

Tomó su teléfono, y notó que el reloj daba a las seis y media de la mañana. Era demasiado temprano. En la mesa de noche, aún se encontraba el girasol.

Con algo de flojera, se levantó de la cama, y camino hasta el baño. Había tenido el primer sueño reparador de todos esos días.

El agua tibia la ayudó a salir de su estado que parecía vegetal, y encontró una manera de revivir. No sabía porque había despertado tan temprano, pero estaba allí, en la ducha.

Con un silencio sepulcral, se vistió para ese nuevo día. Al menos, ya tenía claro que iría a la habitación de Roseanne, y posiblemente, Lisa encontraría la manera de escabullirse en la habitación de Nayeon y Mina. Esperaba no ganarse problemas por eso.

Jennie llevaba más de cinco minutos con su mano en la manija de la puerta. Iba a dar un gran paso al cruzarla. Podría encontrarse con ese alfa otra vez, y de sólo pensarlo, deseaba escapar por la ventana, o quedarse en esa habitación por siempre.

Tienes que ser fuerte. Todo va a estar bien. No puedes ser cobarde. No seas cobarde. Estarás bien. No van a tocarte.

Abrió la puerta, y se encontró con un pasillo vacío en su totalidad. Colocó las llaves correspondientes, y comenzó a recorrer la ruta que tenía en su mente para llegar a la escalera, pero no sabía qué hacer. Estaba sola y perdida en esa casa. Sin Lisa a su lado, todo se sentía más grande y confuso.

¿Debía ir a la cocina? ¿Se encontraría con el resto de omegas de la casa? ¿Dónde estaba Lisa cuando la necesitaba? ¿Por qué la casa parecía tan inmensa ahora?

Esas palabras atacaban a Jennie, y se dio cuenta, que realmente no conocía nada de esa casa, que era una extraña, y que no sabía cuánto tiempo tendría que sobrevivir en esa cueva rodeada de lobos. El único piso que conocía era el último. Por accidente, había llegado a ese lugar el primer día.

Sus piernas temblorosas la llevaron hasta aquel piso, y a medida que se acercaba a la habitación de Roseanne, comenzaba a arrepentirse. Podía sentir algunas voces. Eran alfas. Claramente, eran alfas.

Jennie deseaba dar la vuelta, pero se ancló al suelo, cuando escuchó un rugido que sonaba desgarrado, autoritario y sobre todo, molesto. Aquella persona la dejó sumisa, dócil y asustada.

Voces seguían discutiendo, en un idioma que no conocía. Estaba escuchando una discusión entre dos alfas, o eso parecía. No reconocía las voces correctamente. Las feromonas se encontraban en el ambiente, dejándola muy nerviosa. Era un error que ella estuviera allí.

Una mano, la tomó desde el brazo, y comenzó a arrastrarla hasta el punto central de la pelea. El tacto con esa persona fue la gota que rebasó el vaso, haciendo que se descontrolase totalmente. Aquella persona le estaba haciendo daño. Sentía su brazo siendo totalmente destruido por él.

Los alfas que inicialmente estaban enfrascados en una acalorada discusión, le prestaron atención al guardia que había llegado sorpresivamente.

—Encontré a esta señorita espiando ¿Qué hago con ella? ¿La matamos?

Esas palabras provocaron que Jennie soltara un sollozo involuntario. Entre su brazo que dolía, el ambiente tenso, y esas palabras, ya estaba en otro punto del pánico. Temblaba violentamente, y cerró los ojos, esperando algún grito o un golpe. Aún no podía reconocer a ninguno de los dos alfas que discutían. Estaba demasiado concentrada en su débil brazo, siendo destrozado por ese guardia.

Un segundo rugido mucho más profundo y fuerte resonó por la habitación. Ese rugido, le llegó hasta la médula espinal, provocando que su omega se retorciera. Sintió como ese alfa, soltó su brazo sorpresivamente. Jennie ya creía que ambos eran uno solo.

—Los dos, fuera de aquí —Roseanne estaba totalmente furiosa por la manera en la que ese guardia había tratado a Jennie, y aún tenía temas que resolver con el otro idiota— ¡Fuera de aquí!

No necesitaron de un segundo grito, para abandonar el pasillo. La mirada de la omega buscó a Roseanne por todo el lugar, hasta que la encontró frente a ella, con pocos metros de distancia. Podía sentir el nerviosismo de Jennie con sólo mirarla.

Roseanne no quería cometer una locura, pero deseaba matar a ese guardia con sus propias manos. Observó el brazo delgado, que poseía las marcas de sus dedos. La había tomado con tanta fuerza, que esas huellas tardarían algunas semanas en irse, sin contar con el dolor.

—L-lo siento.

La omega cerró los ojos nuevamente, mientras continuaba sollozando en silencio. Su brazo dolía muchísimo, y tenía miedo. Tenía mucho miedo. La tensión aún emanaba del cuerpo de Roseanne, pero eso no le causaba miedo. Ya estaba entregada completamente. Jennie estaba al cien por ciento segura de que podía confiar en Roseanne.

—¿Duele mucho?

Asintió rápidamente, mientras llevaba sus dedos a la zona afectada, y con la punta, acariciaba despacio.

—Sí, pero... Lo merezco. No quería escuchar tu conversación. Creí que estaba vacío. Perdón. No volverá a pasar. Lo prometo.

La alfa negó con la cabeza, mientras reprimía sus deseos de rodear a Jennie con sus brazos, y dejarla sin aire por tantas horas pegada a ella. Ni siquiera le importaba si escuchaba o no la conversación. Ella misma le contaría si fuera necesario. Lo que le preocupaba, era Jennie. Sólo Jennie. El resto del mundo podría irse a la mierda, porque Park Roseanne, sólo tenía un interés en mente.

—No importa. Esa conversación no interesa. Te hizo daño. Estas llorando, y te duele mucho. ¿Qué hacías aquí?

El tono de voz que estaba usando Roseanne, sonaba diferente, un poco más serio de lo normal, pero para Jennie, seguiría siendo música para sus oídos. Una melodía que la envolvía, y la hacía vibrar.

—Desperté antes que Lisa, y no sabía qué hacer. Iba a ir a la cocina, pero entré en pánico. Esta casa es enorme, y yo... Y-yo sólo conozco este pasillo, y... Me siento segura cuando estoy aquí. Iba a esperar en la puerta hasta que Lisa apareciera, pero antes de llegar, escuché la discusión, iba a irme, pero no pude, y después....

Roseanne cortó a la chica, tomándola por los hombros. Estaba cometiendo una locura, pero Jennie estaba demasiado nerviosa como para seguir hablando.

—Ven.

Pidió suavemente, y guio a la omega hasta su habitación. El desastre común estaba allí. Cama desordenada y almohadas por el suelo. Roseanne dejó que sentara en esa cómoda silla de escritorio, y salió por la puerta.

Jennie respiró profundamente mientras calmaba su miedo. En ese momento, debía ser fuerte. Lo más fuerte que pudiera, pero no lo logró. Era débil. Una débil omega, que lloraba cada vez que podía a los pies de una perfecta alfa.

Soy una idiota. Podría estar durmiendo, pero estoy aquí, llorando...

Roseanne volvió a la habitación con una expresión neutra, en sus manos, tenía una vaso de agua, y el mismo frasco que Lisa había utilizado con ella.

Se agachó frente a Jennie, y puso el vaso en la cubierta del perfecto y pulcro escritorio.

—Lisa... Ella dijo que eran cinco gotitas...

—¿D-dónde está ella?

—Oh, fui a despertarla. Estará aquí en algunos minutos. Aún no he puesto nada ¿Quieres tomarlas?

Jennie asintió lentamente, y espero a que Roseanne tuviera mezclada el agua con esas gotitas. Bebió todo sin pensar en el sabor, y suspiró. La alfa aún tenía una expresión de preocupación en su rostro. Estaba mordiendo su labio con fuerza, y su vista iba desde el brazo de Jennie, hasta su rostro, para luego volver al brazo.

Una molesta y adormilada Lisa ingresó a la habitación, y se lanzó a la cama de Roseanne, sin ningún tipo de orden o permiso. Se acomodó entre las sábanas, e ignoró la mirada fulminante que Roseanne le estaba dando.

—En mi defensa, son las siete de la mañana. Esta alfa idiota fue a buscarme. Mi turno de trabajo comienza entre nueve y diez. Ayer limpiamos tantas habitaciones, que no sabría desde donde contar.

La culpa atacó a Jennie. Lisa lucía destruida y muy cansada. Si no fuera por su idiotez, y su espíritu explorador, todo el mundo estaría en sus cosas.

—¿Por qué fuiste a buscarla?

Roseanne parpadeo tres veces, mientras era atacada por la mirada de Jennie. Bajo su punto de vista, la única que podía ayudar a la omega, era su amiga.

—T-tú temblabas mucho. No quería asustarte. Lisa es como una medicina. Ayuda mucho a las personas que lo necesitan, y ustedes se llevan bien. Cuando las personas se asustan, a veces necesitan contacto de piel con piel con alguien de confianza. Tal vez un abrazo con Lisa te iba a ayudar. No lo sé...

—Jennie, ven aquí. Abracito.

Sin poder responder ante esas palabras, Jennie tenía a Lisa pegada a ella. La abraza despacio, mientras acariciaba su brazo con lentitud. Roseanne en cierto punto, tenía razón. Los abrazos de Lisa eran reconfortantes, y se sentía bien estar junto a ella.

Estuvo varios minutos unida a la beta, que la trataba como si fuera la pieza más frágil del mundo, y Jennie, se sentía así.

Cuando se separaron, notó a Roseanne diferente, como si hubieran lastimado algo o alguien importante. Estaba completamente tensa, con la mandíbula apretada, mientras miraba a un punto muerto en el suelo.

—Tengo mucho trabajo por hacer. Volveré en la tarde. No... No te separes de ella, por favor.

—¿Qué vas a hacer?

—Resolver problemas.

Sin mirar a ninguna de las dos, salió de la habitación, y Lisa negó con la cabeza, mientras llevaba a Jennie hasta el borde de la cama, y la obligó a sentarse.

—Alfas. Los alfas son lo más extraño de este mundo. Un día están contentos, después se enojan, y después están contentos. Es como un ciclo que mi cerebro no entiende. Soy muy lenta para esas cosas. Si los alfas son extraños, Roseanne es... Diez veces más extraña cuando se pone en modo alfa. Gruñe, y hace otras cosas del demonio.

—¿Ahora está en modo alfa o algo así? —Jennie no quería admitirlo, pero esperaba algunas palabras, que se despidiera, aunque sea de lejos, pero nada. Simplemente se fue, dejando a la omega un poco más confundida de lo que ya estaba— ¿Está enojada?

—Sí. Ya comenzó con sus tonterías. Está furiosa con ese guardia. Fue a despertarme con gritos. O sea, Roseanne gritando. Imposible. Creí que me iba a dar un regalo por todos los años de servicio, pero no. Ahora el pobre hombre debe estar muerto.

La omega abrió los ojos por la tranquilidad con la que Lisa había hablado sobre matar a otra persona. Esperaba que fuera una metáfora, pero no estaba segura de eso. No estaba segura de nada. Hasta a ella podían matarla.

—Le agradas a Roseanne. Le agradas mucho, y no quiere que te pase nada malo. Ese guardia, no volverá a tocarte. No creo que nadie más pueda hacerlo, así que tranquila. Si quieres, podemos ir a comer. Debes tener hambre. No fuiste a la cena. No deseo imaginar las cochinadas que hiciste con Roseanne.

El rostro de Jennie tomó un color carmesí intenso, y sintió su cara arder. Era una locura pensar en algo con Roseanne. Apenas se habían tocado.

—Sólo vimos las estrellas

Lisa soltó una carcajada limpia. En su mente, eso significaba alguna alusión a que el sexo había estado demasiado bueno, pero ella conocía a Roseanne. Su amiga era algo lenta.

—Entonces, estuvo muy bueno. Para ver las estrellas...

—No, o sea... Nosotras... Nos acostamos y vimos estrellas. En el cielo. No es lo que imaginas. De verdad. Nos acostamos a ver estrellas.

—Lo sé. Roseanne no toca a los omegas. A ninguno. Empezaré a creer que es alérgica a ellos. Si necesitas algo en algún momento, estoy a tus órdenes. Lo que sea ¿Bueno?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro