Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 35

Jennie siempre odió los funerales.

Desde la muerte de su padre, jamás había regresado a un cementerio, pero en aquella ocasión, era más bien una cuestión de formalidad.

Se encontraba rodeaba de hombres con trajes perfectamente ordenados, que seguían su paso lentamente. Con algo de distancia, pero siempre protegiendo que ningún desconocido se acercara.

Nunca creyó que la muerte de personas relacionadas a la mafia reuniera a rostros tan importantes. El presidente estaba allí, senadores, personas de altos rangos del ejército. Incluso el presidente de Japón estaba allí.

Decir que disfrutó de aquel acto masivo, sería una mentira. No lo hizo para nada, pero debía estar.

—Señorita.

Uno de los hombres de confianza puesto por Jung-Ki y Jihyo, se acercó con algo de cuidado a la omega, que se encontraba absorta en sus pensamientos. Le mostró una sonrisa suave, y con un pequeño gesto, le pidió que continuase.

—El señor Choi desea hablar con usted.

Jennie observó al hombre junto a su esposa. El hombre que debía ser su jefe en algún punto. El mismo hombre que había encubierto los abusos de su padre hacía su madre.

Tenía cuentas pendientes con él.

Aún estaba abrumada con todas las cosas que habían pasado en aquellas dos semanas. Las semanas más largas de su vida. Las más felices también.

—No tengo cabeza para él. ¿P-podría... Podría decirle que lo dejemos para otro día?

Pidió amablemente al hombre que era el encargado de atender todo lo que le pedía. No entendía porque tenía aquellos beneficios, ni tampoco sabía cómo manejarlos.

Tiempo al tiempo, Jennie.

Sintió la presencia de una pareja a su lado, y automáticamente sonrió al ver a Mina y Nayeon. La mayor, tenía unos lentes cubriendo sus ojos. Parecía de todo, menos interesada en aquella ceremonia.

—Qué lástima. Ojalá todos los hijos de puta murieran.

—Siempre puedes matarlos —comentó con una sonrisa en su rostro, acomodándose en su lugar, mientras observaba a la fila de personas que el matrimonio Park saludaba— ¿Todos los funerales son así?

—No. Es por cortesía. Tienes que poner buena cara, Jennie. Es parte del protocolo.

Recordó la omega a su lado, robándole un beso a Mina, que se quedaría dormida en cualquier momento. Estaba siendo un día demasiado largo, y aún faltaba mucho para que acabase.

Todo comenzó en la casa de la familia Park, que estaba repleta de sus miembros más importantes. Debían tener una charla con respecto al lugar de Park Jung-Ki.

Todos acabaron celebrando con sus copas, mientras se aceptaba a Roseanne, oficialmente como la nueva jefa de la familia.

Después de eso, tuvieron que separarse debido al funeral de las personas que cayeron en Japón, incluido, el tío de la alfa. Llevaba algunas horas sin la presencia de Roseanne, y ya la extrañaba. Extrañaba sus sonrisas, sus manos suaves y firmes.

Su futuro heredero también la extrañaba.

El día que Roseanne regresó de Japón, se encontró con la imagen más hermosa de toda su vida. Jennie tenía un test de embarazo entre sus manos. Lloraron juntas, mientras la emoción crecía entre ellas. Aún era una célula en reproducción, pero ambas no podían más de la felicidad.

El traspaso de poderes jurídicos, económicos y de negocios se llevaría a cabo esa noche. Después de esa noche, las cosas serían oficiales, y desde ese momento, ya estaba abrumada.

Entre Tzuyu y Lisa, le explicaron la importancia de los protocolos más importantes de la familia. Los funerales de los miembros que tenían más poder eran sagrados. Totalmente sagrados, y nadie podía escapar, aunque odiaran al fallecido. Ni siquiera Roseanne deseaba estar allí.

Podía sentir la incomodidad de su alfa al recibir palabras de todo tipo. En su mayoría, tenían que ver con negocios. Otras eran felicitaciones por parte de algunos extraños, que se habían colado al evento.

Sonrió para sus adentros al sentir el alivio de Roseanne, y su sonrisa aumentó de tamaño, al notar que comenzaba a caminar hacia su dirección.

Sintió las manos en su cintura, y su respiración tranquila contra su cuello. Repartió un montón de besos, hasta que llegó al lóbulo de su oreja.

—Hola.

Su voz le sacó un suspiro tranquilizador a Jennie, que no podía continuar en aquel lugar. En cualquier momento terminaría falleciendo debido al cansancio. Deseaba llegar a su habitación, y dormir eternamente rodeada de los brazos de Roseanne. Llenarse de su aroma embriagador.

—Hola.

—Hueles muy bien.

Desde que había dejado los supresores a causa del embarazo, no dejaba de decirle lo mucho que le gustaba su aroma. Parecía una adicta a ella, y en teoría lo era.

Jennie tomó su mano, y la posicionó en su vientre, relajándose ante el toque gentil de Roseanne. Terminaba asustando lo mucho que disfrutaba ese acto.

Lisa, al enterarse de la noticia, también intento tocar su plano vientre, pero Jennie se removió con violencia. Era un acto personal, íntimo, que sólo le pertenecía a una persona.

Toda la casa estaba expectante ante el nuevo miembro que se uniría a ellos en un par de meses. Hasta los padres de Roseanne se encontraban emocionados ante esa noticia, y comenzó una discusión.

¿Sería alfa u omega?

Ese era el gran terror que no había dejado a Jennie dormir por las noches. Por mucho que en la familia Park se respetaran mucho a los omegas, no imaginaba a uno llevando las riendas de la mafia en un futuro.

Roseanne la había tranquilizado con su palabras suaves, que una vez más, reafirmaban que era un gran ser humano para la sociedad en la que vivían.

"No importa en realidad. Más allá de alfa u omega, será nuestro cachorro. Lo amaremos. Y si es omega, será el mejor jefe que tenga esta familia."

Ningún alfa común diría algo así. Roseanne iba más allá de lo común. Era irreal.

Con aquellas palabras, le sacó un peso de encima a Jennie, que realmente veía eso, como un gran problema. Roseanne por su parte, sólo estaba interesada en que los meses pasaran rápido. Quería conocer a su cachorro. A su bebé.

Nunca había estado tan feliz en toda su vida.

El funeral de su tío terminó a eso de las tres de la tarde. Volvieron a casa, resguardadas por un montón de alfas. Los alfas que entregarían su vida, por proteger a Roseanne, o a Jennie. También protegerían al heredero.

Roseanne estuvo cerca de ella en todo momento, cosa que agradeció enormemente. Acabaría dejándolo todo atrás.

Antes de poder decir una palabra, Lisa se lanzó a sus brazos, tomándola con cuidado, y aprisionando sus movimientos. Notaba la molestia de su alfa, pero tampoco iba a soltar a una de sus mejores amigas por una alfa celosa.

—¿Cómo te sientes? Le dije a este poste que no debías ir a ese funeral. Debió ser una mierda despedir a una basura como esa.

—Más bien, fue masivo.

—Es mejor que te vayas familiarizando con los rostros. Todos son clientes importantes. Aún te falta conocer a muchos más.

Buscó la mirada de Roseanne, que negó con la cabeza ante las palabras de su amiga, y acercó el cuerpo de Jennie, para abrazarla. Escondió su rostro en el hueco del cuello de la omega.

Roseanne siempre fue muy tierna, muy cuidadosa, e incluso, tímida con sus acciones. Estaba desarrollándose. Le gustaba que fuera terriblemente cariñosa, y que deseaba estar cerca de ella todo el tiempo.

Notaba la tensión de su cuerpo. Sabía que estaba demasiado ocupada con sus nuevas responsabilidades, pero dentro de todo ese cansancio, veía la felicidad que la envolvía. La emoción por hacer cosas nuevas.

—Alfa mimosa.

Enredó sus dedos en el cabello oscuro de Roseanne, sacándole un jadeo de satisfacción. Sonrió lentamente, y repartió algunos besos en su mejilla.

—¿Mucha tensión?

—Demasiada.

Respondió directamente contra su cuello, dándole un pequeño estremecimiento. Respiró profundamente, para no interpretar erróneamente la situación.

—Ve a darte un baño.

Abandonó su escondite, y observó directamente a Jennie. Podía ver el brillo en su ojos, y negó ante esa posibilidad. No le molestaría entregarse a Roseanne en una bañera, pero las personas que estaban en casa merecían respeto. Un mínimo de respeto.

—¿V-vienes... Vienes conmigo?

—No.

Frunció el ceño, mostrándole su molestia, y ladeo su cabeza. Era la perfecta mezcla entre un cachorrito confundido, y uno molesto.

—Es sólo un baño. ¿N-no... No te gusta?

—Tus hormonas, y las mías, no pueden compartir un baño.

Comprendió a lo que se refería, y sus mejillas tomaron un color tan rojo como el de un tomate. Volvió a esconderse en el hueco de su cuello.

Sintió un beso demasiado sutil, pero después de la imagen en la bañera que su alborotada cabeza realizó, no servía para calmarse. No podía caer con todas esas personas allí.

—Ven conmigo. No... No hacemos mucho.

—No hacemos nada. ¿Acaso estás pensando cochinadas?

Asintió con fervor, sacándole una sonrisa a Jennie. No podía reclamarle absolutamente nada. Ella también pensaba cochinadas con Roseanne.

—No podemos. Hay muchas personas en tu casa. Sería demasiado vergonzoso —respondió, mientras se deleitaba con los besos en su cuello. Era una parte demasiado sensible— Ducha con agua fría para ti.

Lamió la mordida perfectamente hecha, sacándole un suspiro pesado a Jennie.

—Amor...

—Me voy.

—Te amo, Roseanne.

—Te amo más, amor de mi vida.

Si esa casa en algún momento había estado tranquila, en ese punto de la noche, no lo recordaba.

Mucho de los miembros más importantes de la familia estaban allí, conviviendo entre ellos, y siendo parte de la mafia. Ese, era el corazón de la mafia más importante e influyente del continente, y ese noche, sería completamente diferente para todos.

El hombre que llevaba más de veinte años a cargo del negocio entregaría su poder a su hija, y a su vez, ella comenzaría su propio imperio, de la mano de su hermana mayor, y de la mujer que más amaba.

Roseanne estaba más que nerviosa. Su sistema no podía coordinar correctamente las palabras, y mucho menos, pensar con claridad.

Había asesinado a su primo, y en una difícil situación, logró acabar con la vida de su tío, dándole un par de tiros en el pecho. Acabó con el par de traidores más grande, y aun así le temía a las consecuencias que podía traer su nombramiento como jefa de una familia completa.

Todo cambiaba desde ese día. Su estatus, y el de su mujer. Jennie pasaría a ocupar y a obtener una cantidad absurda de poder, incluso, pudiendo superar el suyo.

Lo merecía después de todo. Merecía tener el control.

Su madre la miraba orgullosa. Lo estaba, y lo estaría hasta el final de sus días. Roseanne siempre tendría el apoyo de su madre, y obviamente, el de su padre.

Estaban en su última reunión privada, antes de salir hacia la sala de estar. Era el último momento en el cual Roseanne, podría mostrarse como lo que era, una niña asustadiza y pequeña, que necesitaba de sus padres. Después de la firma y la presentación, todo cambiaría.

—¿Nerviosa?

—Aun no entiendo en qué momento sucedió esto.

Confesó con cierta vergüenza, dejándose abrazar firmemente por su padre. Roseanne sentía que tenía diez años nuevamente, y su padre la alentaba a hacer cosas.

—Es lo que siempre debió ser.

—Papá, no seré ni siquiera la mitad de lo que has sido tú.

—No has nacido para ser como yo, ni para hacer las cosas que he hecho yo. Crea tu propia marca, Roseanne —Jung-Ki le sonrió con algo de emoción. A pesar de que deseara llorar, no lo haría, hasta el final de la noche. No quería preocupar a su hija. Las lágrimas siempre eran relacionadas con algo malo, pero ese caso era diferente— Confía en ti.

—Será difícil no tenerlos cerca. Podemos esperar....

—No sigas huyendo, pequeña. Sabes que debes dejarnos ir.

Jihyo tomó la mano de Roseanne, y tal cual hizo el hombre, abrazó su cuerpo con fuerza, sosteniendo a su hija, y dándole todo el apoyo que requería la situación.

—Perdóname, mamá.

—No tengo nada que perdonarte, Roseanne. Todo lo que has hecho, ha sido por amor, y por tu propia felicidad. Con tu padre, siempre te hemos alentado a seguir tus sueños, y a hacer lo correcto. Tú y yo, sabemos que lo correcto siempre fue esta vía.

—Soy una asesina.

—Yo también. Y tu padre también lo es, pero así como puedes ver virtudes en nosotros, y nos sigues percibiendo como grandes personas, deberías hacer lo mismo contigo misma —observó directamente los ojos brillante de Roseanne, para mostrarle una sonrisa tranquilizadora— Las personas no son blancos o negros, Roseanne. Tú eres más que una simple asesina. Tu corazón es más que eso, al igual que tú. Ya lo has visto, y seguirás aprendiendo de esto. Las personas tienen historias que las componen, y vamos a allá de eso. Tienes que trabajar en ti, Roseanne. Si nosotros somos grandes personas, ¿Por qué no puedes ver que también eres una gran persona?

—Mamá...

—Escucha mis palabras, Roseanne. Quiero que puedas vivir con eso. Eres una gran persona.

—Y estamos muy orgullosos de ti. Siempre lo estaremos, hasta el final.

Roseanne observó a sus padres con amor. Los observó con toda la admiración posible, y con muchísimo cariño de su parte. Tenía tanto que aprender de ellos. Aún, teniendo veintiún años, tenía que seguir aprendiendo de ellos, sobre todo tomando en cuenta, de que ella, en pocos meses, sería madre de un cachorro que necesitaba mucho amor.

Su misión, era darle buenos valores. Los buenos valores que había aprendido de aquel matrimonio de mafiosos, que en realidad, eran las mejores personas que Roseanne encontraría en la vida, junto con Jennie.

—¿Lista para mostrarle al mundo quién eres?

—L-lista.

[🌠]

El epílogo...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro