Capítulo 29
La luz en la habitación en la que se encontraba podía ser declarada la peor tortura del mundo. Lo era, después del dolor que estaba sintiendo en su abdomen.
Poco a poco, comenzó a abrir los ojos, y se encontró con una figura sonriente. Tenía una bata blanca, y se veía una mujer joven.
Intentó moverse, pero fue consciente del estado en el que se encontraba. Tenía muchas vías conectadas a su brazo. Estaba mareada, y sobre todo, adolorida. No tenía ni la mínima idea de lo que había pasado, y tampoco quería recordarlo.
—Hola. Si te sientes un poco desconcertada, es normal. Llevas quince días inconsciente.
Abrió la boca, intentado soltar alguna palabra coherente a la situación que estaba viviendo, pero no encontraba nada de lo que aferrarse. Quería recordar un poco de lo sucedía, pero su cabeza dolía demasiado.
—¿Al menos recuerdas tu nombre?
—Jennie, supongo.
—¿Y sabes cuántos años tienes?
Asintió levemente, para después, buscar el indicio de algún rostro conocido, pero la habitación estaba completamente sola. Lo único que pudo reconocer, fue una chaqueta oscura, en uno de los muebles de la habitación.
—¿Qué pasó?
—Pues, te dispararon. La bala se alojó cerca de sus costillas. Tuviste mucha suerte de que ningún órgano se haya perforado. Obviamente perdiste mucha sangre, y llegaron cuando ya dejaste de respirar. Te salvamos la vida. De nada.
Debía asimilar toda la información que había recibido, pero no deseaba hacerlo en ese momento. Lo único que recordaba, era a Roseanne. Sus aparentes últimas palabras, habían sido para ella.
Aún la amo.
—Estabas en una terrible situación. Si no te mataba la bala, morirías a causa de la ausencia de tu alfa. Me sorprende la conexión que tenías con ella, a pesar de no estar marcada. Ese es el poder del destino.
Tenía ganas de preguntar si al menos, Roseanne la visitaba por curiosidad, o tal vez por lástima, pero reprimió sus impulsos, y simplemente, asintió nuevamente.
La doctora realizó algunas modificaciones, mientras la examinaba rápidamente, y anotaba los resultados. Le hizo alguna preguntas sobre si le dolía la cabeza, o algo más en particular, a lo que respondió tranquilamente.
El vacío en su pecho, no se sentía igual de intenso que las veces anteriores. Su corazón latía tranquilamente, y el frío de su cuerpo, ya no estaba allí. No sabía si era una consecuencia de la morfina, o una técnica de supervivencia de su cuerpo, pero sentía a Roseanne junto a ella. La sentía en el pecho.
—Se supone que estás en la zona crítica de la clínica, y no puedes recibir muchas visitas. Tu madre está afuera. Tus amigas también. ¿Quieres ver a alguien en particular?
—¿Puedo ver a mi mamá?
La mujer de bata blanca asintió alegremente, y después de acomodar los aparatos que había movido, salió de la habitación.
Su madre ingresó con una sonrisa de alivio en el rostro, que contagió rápidamente a Jennie, que le mostró la misma sonrisa. Podía notar las ojeras, adornando su rostro, pero también, el brillo que poseía su mirada.
Lo primero que hizo cuando tuvo a Jennie cerca, fue depositar un beso en su coronilla, para luego, abrazarla con cuidado de no lastimarla. Su situaciones había sido demasiado crítica, y merecía los mejores cuidados del mundo.
—No sabes lo que me hiciste pasar, Jennie. Creí que iba a morir cuando Jisoo me llamó. Te has salvado de milagro.
—¿Tan milagro?
—Sí —comenzó a acariciar el dorso de su mano con cuidado, y dejó un beso en su pálidos y notorios nudillos— Realmente fue un milagro.
—Mamá, ¿Qué pasó?
Suspiró pesado, mientras mordía el interior de su mejilla. Habían llegado a un acuerdo, de tratar aquel tema con cuidado. No podían llevar a Jennie a una gran cantidad de estrés. Ya tenía suficiente con la falta de Roseanne, y volver a recordarle que Irene la había intentado matar, era mucho peor.
No podía mentirle a su hija. Se había prometido a sí misma, recuperar su confianza plenamente, y eso significaba decirle la verdad cuando se la estaba preguntando.
—Irene te disparó.
Aquel balde de agua fría no era algo que se esperaba en esos momentos. Su mejor amiga había la traicionado. Le había disparado, y había intentado matarla de la peor manera.
¿En qué momento había ocurrido todo eso?
Como una función automática del cerebro, todos los acontecimientos de ese día llegaron a su mente, como una tormenta furiosa. Lo recordaba todo. Lo recordaba absolutamente todo.
Las habían citado a un lugar, para matarlas, o eso pensaba, pero Jisoo había jugado una carta; Yeri. Recordaba el sonido de los disparos, los gritos de desesperación, y las cantidades ridículas de sangre.
También recordaba el disparo. El mismo disparo que la había llevado hasta ese punto. La que había sido su mejor amiga, le disparó. Le disparó por enamorarse de Roseanne.
Su alfa.
Después de confesarle sus sentimientos, todo se había ido completamente a negro, hasta ese momento. Recordaba haber escuchado su voz por última vez, y tal cual hizo aquel día, sonrió.
—¿Qué pasó con Irene?
—Pues, la tomaron como cautiva por una horas, y después la mataron.
—¿Jisoo?
—Lisa. Tienes buenas amigas, Jennie. Amiga que darían la vida por ti.
No sabía cómo sentirse frente a la situación de la muerte de Irene. Quería culpar a la morfina, o a la inconsciencia de quince días. De sus ojos, comenzaron a brotar lágrimas tristes.
No sólo recordaba la muerte de Irene, sino de todas las personas con las cual alguna vez convivió. Sus compañeros de trabajo. Las personas con las que iba a trabajar en algún momento.
Todo eso pasó porque se había enamorado.
Lloró más de lo que esperaba, mientras era consolada por su madre. La mejor manera de desahogarse en esos momentos. Dejó totalmente fluir las lágrimas.
Su cuerpo se sentía pesado, cansado, y necesitaba dormir en algún momento. Con el pasar de los minutos, comenzó a caer en un estado de somnolencia profunda, y sin más, volvió a dormir.
Esa vez, el despertar fue mucho más traumático.
Un dolor agudo se presentó en su costado. Intentó llamar a alguien en esa habitación pero estaba sola. Las cortinas estaban completamente cerradas, y la luz artificial le estaba haciendo daño.
Comenzó a respirar de la manera más profunda que pudo, pero dolía el simple hecho de pensar en esa herida.
Cerró los ojos, y simplemente, aguantó aquel dolor por unos minutos, hasta que la puerta fue abierta con cuidado.
Frente a ella, tenía a Kim Jisoo. La persona que le había salvado la vida sin importarle ponerse en riesgo. Sin importarle absolutamente nada. Se había arriesgado por ella, por salvarla.
Entre sus manos, tenía un arreglo floral muy bonito, que posicionó en el mueble, al lado de la camilla, y luego, se sentó en aquella incómoda silla, en la cual había pasado muchas horas llorándole a la omega. Su único deseo en la vida era que despertase, y que estuviera bien.
—Hola.
—Hola. Debo darte las gracias por todo esto. Si no fuera por ti, no estaría viva.
Jisoo negó rápidamente, y sostuvo tímidamente la mano pálida de la omega. Ella se sentía terriblemente responsable de lo sucedido. Tenía que haber actuado con la concentración requerida en ese caso. Había perdido cualquier sentido de la protección en ese momento.
—Es mi culpa que estés aquí.
—No, Jisoo. Me has salvado todos este tiempo. Irene de todas maneras terminaría disparando en algún momento, y prefiero ser yo, quien recibió la bala, antes que Roseanne.
La beta se tensó en su lugar, recordando todas las discusiones que ella y Lisa habían tenido con Roseanne durante esos quince días. Habían sido quince largos días.
Jisoo estaba dispuesta a llegar a un consenso con Roseanne. Sabía que Jennie la necesitaba junto a ella, pero Lisa se negaba a eso. No quería que la alfa le hiciera más daño. Jisoo tenía suficiente con todo lo que estaba pasando.
Al final, el acuerdo entre la pareja, y Roseanne, había sido poder visitar a Jennie, únicamente cuando dormía. De esa manera, la omega comenzaba a recuperar un poco de color en su rostro, sin saber exactamente cómo lo estaba logrando.
—Creen que vas a salir en una o dos semanas. ¿Cómo te sientes?
—Duele bastante, pero bien. Quiero salir de aquí.
—Jennie, realmente creí que te perdería. Fueron las peores horas en toda mi vida. Lo siento tanto.
La omega apretó la mano que Jisoo sostenía, intentando borrar esas ideas de culpabilidad. Podía leerlas en su rostro, y no le agradaba. No tenía la culpa de nada de lo que estaba pasando. Sin Jisoo, hubiera muerto mucho antes.
—No digas nada más. Estaré bien.
—Sí, dicen que mejoras. Eso es bueno.
—¿Lisa dónde está?
—En la cafetería.
—Ella fue la que mató a Irene —como respuesta, recibió un asentimiento y tomó aire para continuar hablando de ese tema en específico— ¿Hubo funeral?
—Lo hubo. ¿Quieres saber cómo fue?
Tragó saliva con nerviosismo, antes de negar con la cabeza. Tenía que preocuparse de otras cosas en ese momento. El color blanco comenzaba a desesperarle y lo único que deseaba, era salir de esa situación. Necesitaba volver al mundo real.
—¿Bear?
Extrañaba a su fiel compañero. Quería verlo y jugar con él. Después de todo, a pesar de no ser un humano, poseía muchísima más empatía que las personas, y siempre estaba allí para ella.
—Te extraña muchísimo. Está esperando por ti.
—¿No puedo verlo?
—No creo. Conociéndote, vas a tirarte al suelo, y olvidarás completamente tu herida. No quiero eso.
El teléfono de Jisoo comenzó a sonar, sacando a el par de amigas de su tranquilidad. La beta tensó su mandíbula al ver ese nombre en la pantalla. No podía exponer a Jennie a Roseanne.
La conversación se desarrolló de manera difícil. Directamente, se estaban insultando de una manera poco sutil.
La beta guardó su dispositivo en el bolsillo de aquella sudadera, y Jennie comprendió que algo no estaba bien. Conocía a Jisoo, y conocía sus expresiones. Algo no le agradaba. Ella deseaba saber lo que ocurría, y en el fondo de su ser, sentía que tenía que ver con Roseanne.
Aún no recibía ninguna noticia de ella. Ni su madre, ni Jisoo la habían mencionado. Eso, claramente la preocupaba.
¿Aún me ama?
—¿Quién era?
—Una pesada. Desde que se enteró que despertaste, no ha dejado de llamar. No creo que quieras verla. No vale la pena. ¿Recuerdas lo que hablamos? Tienes que ser fuerte. Pon los ovarios por delante.
Pestañeo varias veces, recibiendo la información de la mejor manera posible. Roseanne preguntaba por ella. Roseanne aún recordaba que existía. Eso no significaba nada, o podría significar mucho.
Su corazón con sólo pensar en la cercanía con su alfa comenzó a golpear contra su pecho de manera fuerte. Se sentía viva otra vez. Todo esa oscuridad en la que estaba sumida, había desaparecido.
Aún se preguntaba qué hechizo estaba utilizando Roseanne en ella. Una persona no podía amar de la manera que ella amaba a la mayor. No podía amar y desear tanto a alguien. Terminaba doliendo.
Sabía que depender de la manera que dependía de Roseanne, no era precisamente sano, pero no había pedido nacer siendo omega. No había pedido al destino colocar a alguien como Roseanne en su camino. Todo era culpa del destino.
Mi estupidez parece ser crónica.
Quería poner los ovarios sobre la mesa. Ella debía estar decepcionada y enojada por todo lo que Roseanne le había hecho sentir. No tenía que estar feliz, no tenía que sonreír, pero lo estaba haciendo de todas maneras.
—¿Recuerdas todo lo que dijo de ti?
Asintió torpemente, llevando su mano, hasta la posición en donde estaba el vendaje de la herida, y la dejó descansar sobre esa zona.
—¿Por qué sigues sonriendo?
—Porque sigo enamorada de ella.
—Jennie, eres masoquista. Recibiste un balazo por culpa de esa. Es que me da rabia. Le rompería la cara. Tiene la desfachatez, de decir que va a venir.
Si la noticia de que preguntaba por ella había alterado su corazón, saber que Roseanne estaría allí en algún momento.
Roseanne iría a verla.
Con aún más alegría, mostró sus tiernos dientes a la beta, que simplemente, rodó los ojos con molestia. No le agradaba la idea de tener a Roseanne con Jennie en una habitación.
El daño que le había generado la alfa, había sido demasiado grande, y no podían continuar su historia de amor, sin no recibir como mínimo, una disculpa.
Jisoo sabía que no podría luchar en contra del amor que Roseanne y Jennie sentían por la otra, pero al menos, podía hacer sufrir a Roseanne, por romperle el corazón a su mejor amiga. Eso sería algo totalmente justo. No era algo malo, que recibiera un poco de su propia medicina.
—Hay alguien que te ha enviado flores.
—¿Roseanne?
—Una tal Nicole. ¿Es alguien especial?
Jennie negó con la cabeza. No recordaba ninguna amistad con alguna Nicole, y tampoco tenía interés en otra persona. No era muy común recibir flores de una desconocida.
—Debe ser una equivocación.
—O no. No lo sabemos.
[🌠]
Suaves golpeas en la puerta, alertaron directamente a Jisoo, que en menos de dos segundos, estaba recibiendo a esa desagradable persona. La persona que más daño le había hecho a Jennie, pero la que también mayores sonrisas le había provocado.
Park Roseanne estaba nerviosa. Estaba más que nerviosa. Llevaba todo el día pegada al teléfono. Cuando recibió la noticia de que Jennie había despertado de la inconsciencia, su corazón saltó de inmediato de alegría.
Trabajar, fue completamente una locura. Había dejado a Mina a cargo de todas las cosas importantes, y simplemente, se dedicó a divagar por la ciudad, y consiguió un objeto bastante necesario a un futuro cercano, o eso quería creer.
No logró aguantar más la espera, y a las diez de la noche, llegó directamente a la clínica. Sus tónicas habían sido así por quince largos días. Visitaba a Jennie por las noches, y se iba en las madrugadas. Dormía unas dos horas, para ir a su trabajo, y pensaba todo el día en su omega.
Sólo podía pensar en su omega.
Pero tenía frente a ella a una furiosa Jisoo. Sabía que merecía todos los insultos, los golpes, y las desgracias que podían pasarle a una persona. Lastimó a la persona que más amaba, y por poco, no acabó muerta. Roseanne nunca olvidaría lo que sus acciones provocaron. Por eso, le debía todo a Kim Jisoo.
—Buenas noches.
Habló con un notorio nerviosismo en su voz, y suspiró con pesadez al ver la expresión de odio que Jisoo le brindaba. Tendría que acostumbrarse a eso. Tendría que dar muchas explicaciones. Empezando por Jennie, y terminando con Lisa. No podía olvidar que una de sus mejores amigas la odiaba.
—Buenas noches.
—Jisoo...
—Sabes que nos podemos ahorrar los discursos estúpidos. Tú eres la culpable de todo esto. Jennie sufrió por tu culpa. Casi muere por tu culpa. Esa bala era para ti. Espero que lo tengas claro.
—Lo sé. Sé todos mis errores, y tengo que pedirte disculpas. Perdóname por todo esto, Jisoo. Siento que por mi culpa, tuvieron que pasar por esa situación. Si yo no fuera tan idiota, tal vez nada de esto hubiera pasado —Roseanne nunca le había tenido rechazo a aceptar sus errores. La arrogancia y el orgullo no eran precisamente conceptos con los que se pudiera relacionar a la alfa. Sabía que se había equivocado, y si tenía que pedir perdón mil veces, lo haría mil veces— También quiero agradecerte por cuidar a Jennie. Yo no... Yo no pude hacerlo.
—Bien dicho, no lo hiciste. No olvido tu conversación con Lisa. Si no quieres a Jennie, no la ilusiones.
—Amo a Jennie. Lo sabes perfectamente. Todo el mundo lo sabe.
La beta soltó una risa totalmente sarcástica, que contenía una cuota de veneno, que llegaba a poner a Roseanne, mucho más nerviosa de lo que estaba. Cuando Jisoo se lo proponía, podía ser realmente aterradora, o Roseanne, era demasiado cobarde.
Se acercó peligrosamente, hasta quedar frente a frente, a la persona que más odio tenía en esos momentos, y apretó su mandíbula. Las ganas de golpearla directamente en el rostro, no le faltaban, pero si a Roseanne le sucedía algo, Jennie también estaría mal. Lo primordial era lograr que Jennie se recuperase correctamente.
—Nunca voy a olvidar lo que hiciste.
—Lo sé, y realmente desearía retroceder el tiempo. Nunca creí que mis acciones afectarían a tantas personas.
—Quiero matarte.
—Lo sé.
—Pero Jennie es tan feliz contigo, que no podría verla sufrir más por tu culpa. Te dije que el amor que sentía por ti era demasiado grande, pero como siempre, no me escuchaste. Siempre fuiste tú. Siempre te escogió a ti, por sobre todas las cosas.
Roseanne merecía el premio a la persona más estúpida, y en carne propia, estaba experimentando el sentimiento más intenso de culpa. Se sentía culpable por no haber notado todo eso antes.
Jennie siempre la había escogido a ella. Por sobre su padre, su trabajo, su investigación, incluso, por sobre ella misma. Cuando Roseanne tuvo la oportunidad de decidir, no había elegido a su omega.
—Hay cosas que debemos hablar antes de que Jennie te vea. No voy a repetirlo dos veces. Quiero algunas cosas.
—Lo que sea. Te daré lo que sea, pero déjame verla.
—La primera y primordial, es que debes pedirle disculpas por todo lo que hiciste. Fue tu culpa. Todo esto. Jennie no es la culpable de nada de lo que pasó. ¿Queda claro?
Asintió tímidamente al escuchar el tono tan amenazante que utilizaba la beta con ella. Se sentía como la maldita, que había lastimado a una persona de un corazón noble, y Jisoo, podría representar a la madre de Jennie en esos momentos.
—Lo segundo, es que tus privilegios de alfa con Jennie se acabaron. Nada de gruñidos, ni de vocecitas, ni nada. Es libre.
—Nunca le voy a gruñir a ella. Lo sabes.
—No hablo de ella. Mi mujer me dijo que solías gruñirle cuando se acercaba a Jennie. Todo eso se acabó. ¿Se entiende?
—Sí.
—Cuando Jennie salga de esta clínica, volverá al lugar del cual nunca debió salir. No vas a reclamar, ni vas a hacer cosas para ponerla incómoda. Para mi mala suerte, están destinadas, y si la niña no te siente a su lado, comienza a ponerse mal.
Con esas palabras, una sonrisa tímida se coló en el rostro de la alfa. No podía estar más feliz. Lo único que deseaba, era volver a compartir el mismo espacio que Jennie.
—Que vivas en la misma casa que ella, no significa nada.
—Lo sé.
—Nada de besos, Roseanne. Yo no puedo confiar en ti. No sé si realmente quieres a Jennie o no, y no voy a arriesgarme a que termine peor de lo que estaba. Hasta que no estés segura de lo que quieres, mantén tu distancia.
Esa parte, no le agradaba tanto como la anterior. Con sólo ver a Jennie, todo su sistema se enloquecía, sus hormonas se alborotaban, y sus manos, parecían tener vida propia. Necesitaba besarla, abrazarla, acariciarla, y hacerla su omega definitivamente.
Roseanne estaba segura de sus sentimientos. Estaba más segura de lo que quería. Lo que quería, era marcar a Jennie, y después de conseguir eso, hacerla su mujer. Iba a casarse con esa mujer, aunque le costase una vida completa ganarse su perdón.
Esa era la parte que más le preocupaba. No quería ni imaginar lo muy lastimada que Jennie había terminado con esa situación, pero aguantaría con paciencia. Al menos tenía la certeza de que Jennie la amaba con locura.
—También quiero una disculpa a Lisa. La merece.
—Lo haré. Tengo que remediar muchas cosas.
—Y también le debes una disculpa a tu madre. No sabía que eras de las personas que le gritaban a su madre. Me parece una real falta de respeto.
—Lo sé.
—Si Jennie suelta una sola lágrima por ti, soy capaz de pegarte un tiro, Roseanne.
Con eso, la beta soltó un suspiro pesado, y comenzó a caminar lejos de la puerta de la habitación que estaba siendo ocupada por Jennie Kim. Esa era la señal que necesitaba, para saber que podía entrar.
Tendría que ser valiente. De eso se trataba el amor. Valentía.
[🌠]
It's aliveee. No sé crean, Jennie esta viva, vivaa
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