Capítulo 26
La vida de Jennie Kim había cambiado.
Volver a su vida fuera de la casa de la familia Park había sido toda una locura, y de ese día, habían pasado exactamente dos meses. Llevaba dos meses sin ver a Roseanne. Sin ver a nadie que tuviera relación con ellos. Todo había terminado.
Parecía que hubiera sido hace poco que ella se encontraba junto a Roseanne en Barcelona, o en la casa del árbol, pero llevaba mucho tiempo sin saber nada de ellos. No sabía nada de nadie.
Cuando pensó en la vida fuera de allí, no creyó que fuera tan difícil, pero a medida que pasaban los días, todo era mucho peor que el anterior. Extrañaba a Roseanne, y con cada día que pasaba sin su compañía, moría un poco más.
Vivía junto a Jisoo, en el departamento de la beta, y Lisa. La novia oficial de Jisoo. Era la única persona que había entendido toda la situación que pasó, y logró hacer el esfuerzo de perdonar a Jisoo. Eso era amor verdadero.
La única relación que había mejorado durante esos dos meses era con su madre, y con Bear, el cachorro que crecía con rapidez. Era de las pocas cosas que lograba sacarle una sonrisa a Jennie, o sacarla de su casa los días que no trabajaba.
Trabajaba para un casino muy famoso en Seúl. Su turno iba de ocho de la noche, hasta las doce, y por atender a borrachos, le pagaban demasiado bien. No podía quejarse de nada.
Lo único en lo que pensaba Jennie, era Roseanne. Tenía recuerdos de los que se alimentaba su alma, pero sabía que no podría vivir de ellos eternamente. Todo lo que quedaba de Jennie Kim, era la sombra de lo que había sido en algún momento.
Muchas veces se dedicaba a buscar entre los clientes del casino, un rostro familiar. Buscaba la suavidad de las manos de Roseanne. Tal vez un par de orbes intensos y agradables. Un aroma exquisito, pero nada. No la encontraba.
Perdió mucho peso, la palidez en su piel, había incrementado, y las marcas violetas debajo de sus ojos, parecían imborrables. Jennie estaba muerta en vida.
Ese era uno de los días en los que la omega, no se encontraba a sí misma. Llevaba diez minutos mirando al horizonte, en busca de alguna respuesta para reencontrarse con su alfa.
La multitud de personas comenzaba a presentarse en aquel casino, pero ninguno lograba captar la atención de Jennie. Ninguno era atrayente para sentirse viva nuevamente. Ninguna de esas personas era Roseanne.
Estaba contando pacientemente los minutos para poder volver a su casa. Extrañaba a Bear, y únicamente quería hundirse en su cama, hasta no despertar.
Frente a ella, se posicionó una alfa que no la había dejado de mirar durante toda la noche. Era bonita. Cabello oscuro y largo, piel de porcelana y un par de orbes esmeralda. Aquella mujer, sólo tenía un objetivo en mente.
—Buenas noches, ¿Puedes venderme tu mejor trago?
Jennie automáticamente entendió que esa mujer no era coreana. Un acento extranjero tremendamente marcado se presentó ante ella. Podía jurar que era de Rusia, pero también, se iba por la opción de que era Alemana. Ambas alternativas podría estar correctas, y a ciencia cierta, no le interesaba mucho.
—Sí, mi compañero va a preparar lo que usted le pida. Después pase por la caja para pagar su pedido.
La omega le hizo una señal al beta que llegaba de milagro. No deseaba convivir con la persona que la llevaba acosando con la mirada por más de media hora.
—¿No puedes hacerlo tú?
—No.
Simplemente se alejó de la alfa, mostrándole su mayor cara de odio, y llegó al área de la caja, en donde tendría que esperar a que esa mujer pagase su trago, y se dignase a retirarse.
Su mente iba desde aviones de papel, hasta el pequeño Bear. Algo en ella, podía admitir que ese cachorro era de las cosas que la mantenía con vida. Jennie lo había perdido todo. Absolutamente todo.
Perdió su trabajo, perdió su casa, a su mejor amiga, su futuro, y lo que más le dolía, era haber perdido a Roseanne. Su alfa de sonrisa amable, de personalidad vibrante, y melodiosa voz. Había perdido a aquella persona que la hacía sentir tan bien, y tan especial al mismo tiempo. Sus ilusiones estaban en el suelo.
Recordaba constantemente su primer beso, o la primera vez que durmieron juntas. Los sentimientos que provocaba Roseanne en Jennie, o todas esas conversaciones nocturnas que tuvieron sobre el espacio, el mundo y cosas que no comprendían.
Jennie no podía seguir llorando. No porque no quisiera, sino porque las lágrimas no salían de sus cansados ojos. Había llorado esos dos meses, más que en toda su vida, y ya no se sentía en la posición de llorar. Estaba agotada, y seguiría agotada.
—Te envié el pedido.
La voz de su compañero, la hizo salir de su trance nuevamente, y se encontró con la alfa desconocida mirándola con un toque de fascinación.
Realizó los movimientos bancarios necesarios para recibir el pago de la mujer, y cuando creyó que se iría de ese lugar para volver a su mesa, tomó su mano suavemente.
—¿Cuál es tu nombre?
—No le interesa. Su orden está lista, puede retirarse.
—No deberías hablarme así, gatita.
Volvió a tomar el brazo de Jennie con mucha más fuerza, y atrajo su cuerpo, hasta que quedaran frente a frente. La omega estaba demasiado incómoda con la presencia de la alfa, e intentó soltarse de su agarre, pero únicamente consiguió que doliera mucho más.
—Te vas a quedar quieta, y me vas a escuchar.
—Me duele...
—¿De verdad? Pobrecita. Quiero saber cómo te llamas. Eres muy bonita, y hueles muy bien. Salgamos a una cita.
Jennie logró soltarse del agarre de la alfa, y con una valentía que no conocía, le lanzó una bofetada que resonó en toda la estancia. Cada par de ojos estaba en lo sucedido con Jennie, y la alfa, que la miraba con una sonrisa cínica. A lo lejos, una recién llegada contuvo el aliento al ver la cachetada, y simplemente, se dio la vuelta para salir de esa área.
Sabía que debía disculparse con ella por haberla golpeado, pero no le interesaba nada, ni siquiera que pudieran despedirla, o recibir odio por parte de esa mujer.
—Jennie —su compañero se acercó rápidamente hasta su lugar, y observó con desconfianza a la alfa que miraba a la chica con burla. Muchas veces habían tenido que lidiar con personas desagradables— Señorita, le voy a pedir que se retire, por favor.
—Estoy ocupada.
—No puede acosar al personal. Retírese.
—No la estoy acosando. Estamos conversando. ¿No puedo conversar con Jennie?
La omega buscó una salida rápida para el problema en el que estaba metida, pero no lo encontró. Tendría que soportar a esa mujer desesperante.
—No importa, en poco tiempo acaba mi turno.
Quedó a sola con la mujer en el área de la caja. Debía sacar las cuentas de las ganancias para dejar a su próximo compañero con las cuentas claras.
No le agradaba sentir la mirada de esa mujer en ella, como si fuera un pedazo de carne. Así la miraban todos los alfas, como si fuera un pedazo de carne.
Ojalá pudiera golpearte más. Te daría otra bofetada si me sigues mirando así.
Le agradecía al universo, que su salario, fuera lo suficientemente alto, como para comprar supresores, comer, y vivir medianamente cómoda. Lo único que la faltaba a Jennie, era Roseanne.
—¿Trabajas todas las noches aquí?
Frunció el ceño ante la pregunta estúpida de la contraria, que disfrutaba a más no poder la situación que estaba viviendo junto a Jennie. Su mejilla dolía, pero volvería a sacrificarse si fuera necesario.
—No.
—¿Mañana trabajas aquí?
—No.
—Quiero salir contigo. ¿Dónde nos vamos a juntar?
—En ningún lugar. No me interesa tener nada contigo.
—¿Te gusta alguien más? ¿Ese compañero tuyo? ¿Algún amigo?
—Sí, me gusta alguien más.
Estaba contando los minutos para que su tiempo acabase, y poder estar relativamente tranquila, pero nunca podría estar tranquila, cuando tenía a una persona frente a ella, mirándola de pies a cabeza constantemente.
Jennie debía admitir que no era una persona precisamente fea, y que si no fuera una idiota con méritos, tal vez fuera agradable. Aún recordaba la manera en la que Roseanne trataba a las personas, siendo alfa. Eso es lo que ella quería. Una persona amable, respetuosa, y que supiera escuchar y entender al mundo que le rodeaba. La mujer frente a ella no era ese prototipo de alfa, sino, que era todo lo contrario. Parecía arrogante, autoritaria e irrespetuosa.
—Me llamo Nicole, por cierto. Mi familia vino a cerrar cosas con otra familia, y bueno, estamos aquí.
—Que divertido, disfruta de la ciudad.
La omega se dio media vuelta, y corrió hasta salir de aquella habitación, su turno por fin había terminado. Podría ir a casa, estar con Bear, cansarse de lo melosas que eran Jisoo y Lisa, e incluso, jugar una partida de cartas con ellas, para después hundirse en su cama, recordando al amor de su vida.
Se cambió rápidamente de ropa, cubriendo su cuerpo lo más posible, ya que en pleno Enero, las tormentas de nieve eran un pan de cada día.
Su teléfono comenzó a sonar, y con una sonrisa en su rostro, contestó.
—Hola.
—Jennie, tienes que venir a casa, Bear te extraña, y yo también. Tu mami y Jisoo fueron a comprar hace mucho tiempo, y aún no vuelven. Parece que no podremos salir de casa algunos días.
—¿Otra tormenta?
—Sí, por eso, date prisa. ¿Le digo a Jisoo que vaya a buscarte?
—No, no es necesario. Estaré en casa pronto.
—Ya, pero date prisa. Jisoo dijo que iba a comprar algo que te iba a gustar, así que corre.
Antes de poder darle respuesta a Lisa, la beta cortó la llamada, dejándole las palabras en la boca. Esa era su nueva familia, y Lisa, era como la hermana que nunca tuvo.
Bear corrió automáticamente hasta la puerta del departamento, y comenzó a mover su cola de felicidad. Siempre estaba allí para recibir a Jennie.
Después de un viaje que le tomó aproximadamente media hora, podía relajar su cuerpo y su mente. Agradecía eternamente que la tormenta no haya empezado cuando aún caminaba por la calle.
—Hola precioso, yo estoy igual de feliz de verte. Te extrañé tanto.
El cachorro se dedicó a darle lamidas por todo el rostro, y Jennie, simplemente se dejó querer por él. Su gran amigo en esos momentos. Uno de los pocos que le quedaban.
—Tengo que hablar contigo.
La voz de Lisa, la sacó del trance en el que estaba junto a Bear, y la obligó a levantarse del suelo, para darle toda la atención a su amiga.
En esos meses, había logrado conocer a Lisa en profundidad, y Lisa, había logrado conocerla a ella. Comprendió que Jennie no había mentido en nada más que su identidad. A pesar de saber la verdad, seguía siendo exactamente la misma persona. Eso, le daba a pensar que sus sentimientos por Roseanne eran reales.
—¿Qué pasó?
Se sentó en el suelo, para que Bear se acomodará junto a ella, y poder seguir dándole cariño.
—Se trata de Irene.
Jennie se tensó en su lugar al escuchar el nombre de la persona que en algún momento, fue su mejor amiga. No habían hablado desde que le dio un beso a la fuerza, y no tenía ganas de verla. Ni siquiera había tenido contacto con Seulgi, ni con nadie que trabajase en esa academia. Simplemente, terminó contrato a través del teléfono, y ya.
Jennie no volvería a pisar ese lugar. No cuando todos ellos, habían encubierto a su padre, y seguían haciéndolo.
—¿Qué hizo?
—Creo que Jisoo tenía razón. En algún momento iban a buscarlas, o sea, es obvio que iban a buscarlas para enfrentarse a ustedes. Vino hasta aquí.
—¿Aquí? ¿A casa?
La beta asintió con la cabeza, intentando a dar a entender su punto. De su bolsillo, sacó una nota que había leído más de diez veces para estar segura de lo que decía allí.
—Es una dirección. Al parecer, un edificio abandonado.
—¿Y quiere que vayamos?
—Sí. Sólo dijo que Jisoo y tú debían ir. No sé cómo encontraron nuestra casa, y no sé cómo supieron que vivíamos exactamente aquí.
—Tampoco nos estábamos escondiendo. Posiblemente tenga que ver con Seulgi. ¿No has recibido ninguna llamada?
Negó rápidamente, al mismo tiempo que la puerta volvía a abrirse, mostrando a Jisoo y a su madre. Su querida madre.
Jennie comprendió muchas cosas a medida que pasaban los meses. Entre esas cosas estaba el perdonar. Había logrado perdonar a la persona que menos culpa tenía en toda esa situación. No había sido su culpa casarse con un abusador, y después de muchos días hablando con ella, comprendió que si no la hubiera dejado, no estaría viva, y Jennie, la necesitaba viva.
—Buenas familia. Hace mucho frío afuera, así que será mejor que se preparen para estar unos días aquí.
Lisa llamó la atención de Jisoo, que en menos de dos minutos, estaba a su lado, prestándole toda la atención del mundo.
La relación entre ambas crecía todos los días, y Jennie lo notaba. Estaba feliz de que al menos, pudieran estar juntas, sin mentiras de por medio. Se amaban de una manera muy especial, y muy propia de ellas dos.
—Toma.
Le extendió la nota, y después de leerla, la expresión facial de Jisoo cambio automáticamente. Había llegado con una sonrisa, y ahora, tenía un ceño fruncido.
Era esperable para cualquier persona, que en algún momento iban a tener que dar la cara por la traición que habían hecho en contra de la academia, pero eso, era algo totalmente personal, y sabía quién estaba detrás de eso.
Jisoo conocía la determinación, de la persona que fue su jefa por mucho tiempo. Conocía en cierta profundidad a Kang Seulgi. Una alfa de personalidad rígida, seria y muy entregada a cumplir el rol de justiciera social.
Su obsesión con la familia Park, se remontaba hace más de cinco años, cuando un antiguo miembro del cuerpo de detectives, le mencionó los terribles crímenes que cometían. Desde ese día, se prometió a sí misma, llevarlos hasta la ruina.
Lo que Kang Seulg nunca supo y tampoco conoció, es el alcance que tenía Park Jung-Ki y mucho menos, conocía el poder que tenía su hija y heredera. Todo el mundo estaba bajo sus órdenes, y que lograse obtener una foto de su familia, era demasiado avance.
—Es Seulgi.
—Irene vino a dejar la nota, y después se fue.
—¿No dijo nada más?
—No, pero no lo entiendo. ¿Por qué esperó tantos meses para buscarlas?
—Para bajar la guardia y tomarnos por sorpresa. Por eso —respondió la omega acariciando a Bear, que parecía querer dormir en el regazo de Jennie— Querían tomarnos por sorpresa.
—Yo estoy sorprendida porque tiene la cara de presentarse aquí, después de besarte a la fuerza. Es un asco. Deberíamos pegarle un balazo y problema solucionado —Lisa apoyó su cabeza en el hombro de Jisoo, y se dejó acariciar por su novia sonriendo en el proceso— Aún podemos atacar primero. Siempre defender la familia. Son las lecciones que nos dio Jung-Ki. La familia primero.
—¿Y cuál es su propósito?
Jisoo suspiró pesado, entendiendo que no iban precisamente a hablar con ellas, y que los traidores debían pagar con sangre. Seulgi las haría pagar su traición con sangre
Jisoo dejó un beso en su sien, para luego, levantarse del sofá, desapareciendo por el pasillo del lugar. Ni Jennie, ni Lisa sabían lo que esperaba por ellas.
—Torturas.
La mujer mayor, se sentó junto a Lisa, ocupando el espacio que Jisoo había dejado libre. Ella más que nadie, conocía aquellos viejos cometidos de la academia con los traidores.
—¿Qué?
—En la academia están muy mal vistos los traidores. Cuando entras, haces un juramento. En el juramento, firmas una especie de contrato, que no se puede romper hasta que mueres. Es muy raro el caso de que un detective, deje de ser detective. Ahora las cosas no son tan extremas, pero en mi tiempo, lo eran. Seulgi, por lo que veo, conoce mucho de la historia de la academia. ¿Las citó a un lugar? —ambas asintieron lentamente, mirándose con miedo debido a las palabras que la madre de Jennie les estaba dando— Tuve algunos compañeros que fueron torturados por traicionar a la academia, y después de eso, no volvían a ser los mismos. Nadie es el mismo después de torturas.
—¿Y tienen que ir obligatoriamente?
—Más bien, es una advertencia. Si ellas no se presentan, vendrán a buscarlas, y será mucho peor.
—Mamá, ¿Sabes si podemos llegar a un acuerdo para que no nos maten?
—No se negocia con las personas que no tienen honor, lealtad y respeto. Ustedes lo perdieron según Seulgi. La única manera que veo para salir de esto es enfrentándose a ella.
—¿Cómo? ¿A balazos?
—Exacto.
—Y eso es lo que vamos a hacer.
Jisoo regresó a la sala de estar del departamento, junto a lo que parecía un mapa de la ciudad, y lo colocó en el suelo. Tenía ubicado el lugar exacto en el cual iban a ir.
Jennie tragó saliva con dificultad, imaginando cada uno de los escenarios posibles después de un enfrentamiento con Seulgi. Imaginaba un enfrentamiento con Irene.
¿Ella también estaba de acuerdo con eso?
Sabía que tendrían que enfrentarse en algún momento, pero no de la manera que Seulgi planeaba. No quería matar a nadie.
—Vamos a ir, un par de disparos, y volvemos a casa. Después de eso, se acabó.
—¿Y cómo planeas que sobreviva allí? Jisoo, apenas se usar un arma. Nunca he disparado.
—Ese es el punto. Irás conmigo, pero no vas a disparar. Tengo otra idea en mente. Tengo a otra compañera.
—No entiendo.
Comenzó a sonar un teléfono, y todas miraron a Jisoo. Sacó el dispositivo que tenía en su bolsillo, pero no era ese el que estaba sonando.
La vista de Jennie fue directamente a su habitación. El sonido provenía desde allí, y la única manera de que sonara un teléfono...
Roseanne.
Se levantó en menos de dos segundos, y corrió hasta su habitación. Lo encontró en su mesa de noche, pero el número era desconocido. No lo tenía entre sus contactos.
—¿Roseanne?
—¿Jennie?
—¿Mina?
La respiración de la omega se contuvo al escuchar la voz de la hermana de su alfa, y las peores cosas pasaron por su mente. ¿Por qué la llamaba Mina? ¿Por qué no la llamaba Roseanne? ¿Por qué la llamaban?
—¿Sigues allí?
—S-sí...
—Sé que no hablamos mucho, pero necesito saber lo que hiciste.
—¿Qué?
—Roseanne me acaba de llamar furiosa. ¿Se encontraron en la calle? ¿Le hiciste algo?
Jennie comenzó a buscar algún indicio de haberse encontrado con Roseanne, pero no tenía ninguno en su cabeza. Ellas no se habían encontrado para nada. Ni siquiera de lejos.
—¿Qué te dijo? ¿M-me vio?
—Sólo comenzó a insultarte. ¿Qué estupidez hiciste? Ya le haces mucho daño a mi hermana, ¿Podrías dejar de atormentarla?
—Yo amo a tu hermana. Ella....
—Roseanne... No está bien. Realmente no está bien. Tu partida la tiene mal, y es otra persona completamente. Jennie, le rompiste el corazón a mi hermana. Si me entero que vuelves a hacerle daño, voy a ir hasta tu pocilga, y a enseñarte modales.
El pecho de Jennie se apretó al imaginar a Roseanne sufriendo por su culpa, y se golpeó mentalmente por no haber encontrado a su alfa entre todas las personas con las que se cruzó esa noche. No tenía ni la mínima idea de dónde empezar.
—Mina...
—Adiós.
La finalización de la llamada fue como un balde de agua fría para la omega, y simplemente, dejó caer el teléfono al suelo.
Había tenido la posibilidad de estar con Roseanne, de verla, de tocarla, de abrazarla, pero la había desperdiciado. Comenzó a buscar entre sus memorias, hasta que encontró un hecho en particular.
"Me llamo Nicole, por cierto. Mi familia vino a cerrar cosas con otra familia, y bueno, estamos aquí."
La familia de Nicole seguramente tenía algo que ver con Roseanne. Aunque fuera muy poco, tenían que ver, y Jennie tenía que buscar la posibilidad de encontrarse nuevamente con esa mujer. Como sea. Ella era su único conducto directo hacia Roseanne.
Jisoo y Lisa observaban a Jennie con curiosidad, preguntándose porque tenía esa expresión en el rostro. Ambas sabían que la omega conservaba ese teléfono, con la esperanza que algún día, recibir una llamada por parte de Roseanne. Jennie no tenía la valentía suficiente para llamarla.
Ninguna de las dos estaba de acuerdo con eso. No querían ver a Jennie peor de lo que estaba. Notaban que cada día, su salud empeoraba, su peso continuaba disminuyendo. Nada mantenía con vida a Jennie, e ilusionarse con una llamada proveniente de Park Roseanne, no la iba a dejar mejor.
—¿Quién era?
Lisa le envió una mirada de reproche a su novia, que era la más molesta con esa situación. Le importaba Jennie, y no quería que su vida acabase por la falta de un alfa. Sabía que no podría soportar por más tiempo esa situación. A pesar de no estar marcada, había conocido a su pareja predestinada, y si continuaban lejos, la depresión terminaría de atacar a Jennie, dejándola peor.
—Mina.
—¿Y por qué llamó?
—Roseanne me vio. En el casino. No sé cuándo ni cómo, pero me vio.
La voz de ilusión que poseía Jennie, sólo servía para aumentar la molestia de Roseanne.
—¿Y tú la viste?
—No, pero eso significa que está cerca.
—Jennie, yo creo que no debes ilusionarte. Seguramente Roseanne estuvo allí por negocios, y después de verte, no volverá.
Lisa no quería ser cruel, pero ella más que nadie, conocía el lado desagradable de Roseanne, y no deseaba que la omega sufriera más, a causa del desprecio que podía tener contra ella.
Recordaba perfectamente las últimas palabras que había escuchado de Roseanne hacia Lisa. La omega, había sido su peor error, y no volvería a caer en eso. No quería volver a saber de ella, y prefería que estuviera muerta, antes de tener que volver a verla. Roseanne, le había deseado la muerte a su omega.
—Quiero verla... Necesito verla.
—Pero ella no te quiere a ti. Tienes que entender eso. No te quiere.
—Jisoo...
—No, Lisa, dile todo lo que Roseanne te dijo cuando te fuiste de esa casa. Dile, para que entienda de una vez por todas, que Roseanne no la quiere en su vida —la pareja había llegado al acuerdo de no decirle absolutamente nada a Jennie para no seguir lastimando, pero bajo el punto de vista de Jisoo, una persona como Roseanne, no se merecía a Jennie— Dile.
—¿Qué cosa?
—Olvídate de Roseanne, ella no te quiere.
—¿Por qué estás segura de eso? Yo... Yo quiero saber lo que siente. Puede que aún tenga una posibilidad.
Jisoo se sentía culpable por ser quien rompiera las ilusiones de Jennie, pero debía hacer algo por que su amiga, saliera de ese trance. Tenía que hacer algo por Jennie.
—Mira...
—No, Jisoo. Ella es la persona más importante en mi vida.
—La persona más importante en tu vida, deberías ser tú. Tú eres la persona más importante. Deja de humillarte por alguien que no valora todo lo que hiciste y estás dispuesta a hacer. Viajaste, te arriesgaste, mentiste, y ahora, tienes detrás de ti a las personas que traicionaste por ella. ¿Dónde está Roseanne? ¿Roseanne va a ayudarte? ¿Roseanne te quiere? No. No va a ayudarte, no está aquí y no te quiere. Entiende eso de una vez. Sólo te estás humillando por ella. Ten un poco de amor propio, y olvida que has nacido como una omega. Pon los ovarios que tienes por delante, y sácate a Roseanne del corazón. Vive tu vida, Jennie, porque esa hija de puta está viviendo la suya. No puedes seguir así.
La omega se mantuvo en silencio, mientras recibía todas esas palabras por parte de Jisoo. En parte tenía razón, no podía seguir con ese modo de vida, pero por otro lado, lo único que conocía era Roseanne. Su mente, su cuerpo, su corazón parecían funcionar especialmente para una persona.
Lisa tomó su mano, al notar que comenzó a temblar con violencia, y estalló en llanto. Quería ser fuerte, tanto como su madre o tal vez Yeri. Quería ser valiente como Jisoo, o Lisa, pero no. Jennie se sentía débil sin Roseanne. Era débil sin Roseanne, y a pesar de que no tuviera su cuello con una marca, la sentía. Sentía como su cuerpo moría poco a poco, y también sentía como sus ganas de vivir se iban al mismo tiempo.
Su única opción, era rendirse y aceptar su destino. Nada parecía lo suficientemente bueno como para pelear por ello. Todo estaba opaco, oscuro, frío. Todo sin Roseanne no tenía un sentido.
—Quiero ser fuerte como tú. No quiero seguir así. Realmente no quiero, pero no puedo más. Lo único que tengo en mente, es a Roseanne. Es mi alfa, y no puedo luchar contra eso. No puedo. Desearía tener la suficiente valentía como para olvidar mi condición de omega, pero no puedo. Ya no me quedan las fuerzas suficientes para hacerlo —perdió la fuerza en sus piernas, dejándose sostener por Lisa, que la llevó hasta el sofá— Estoy perdida sin Roseanne.
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