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Capítulo 24

Las habilidades de Kim Jisoo al volante, cada día eran más cuestionables, sobre todo en el estado en que se encontraban. Sabía que lo que esperaba en casa, no era bueno, sino, que sería su fin. El final de todo ese juego iniciado por Seulgi.

Tragaba saliva pesadamente, mientras pensaba en todos los momentos que pasó junto a la familia que robó su corazón. La mejor familia que le pudo tocar. Los quería. A todos, pero también, pensaba en Lisa.

Su intención nunca fue enamorarse perdidamente de la beta más habladora que había conocido, pero al igual que pasaba con los alfas y los omegas, ella sentía que Lisa era su pareja predestinada. No sabía como pero lo sentía. Su juego con la chica duró un par de semanas, cuando simplemente cayó en cuenta del sentimiento que corría por su pecho.

Tampoco pensaba tomarle cariño a un puñado de mafiosos, que hacían todo tipo de crímenes, pero allí estaba, rezando por encontrar una solución al problema que se avecinaba.

A su lado, una aturdida y silenciosa Jennie, miraba por la ventana el paisaje que se movía a medida que avanzaban por la carretera.

Ninguna de las dos se atrevía a romper el férreo silencio que se había formado entre ambas. Sabían que la situación no sería sostenible por mucho tiempo.

No había un plan de escape. No había un plan B. No había nada más que decir la verdad. Era la única opción que pasaba por sus mentes. Confesarse con la verdad, y esperar el odio eterno que caería sobre ellas. Ninguna estaba preparada para el odio, ninguna esperaba recibirlo, pero era la única opción coherente después de que recibieran aquella cantidad de información.

¿Qué más se podía esperar?

Odio. Rechazo. Enojo.

Vas a odiarme.

Jennie sólo imaginaba las posibles reacciones que tendría Roseanne, y ninguna le agradaba. Todas iban a terminar de mala manera. Roseanne acabaría odiando a Jennie.

Tendría que aceptar cualquier cosa por parte de su alfa. No podía retroceder el tiempo, y hacer las cosas de mejor manera. Su inclusión a esa casa había sido totalmente forzada.

No era la única preocupación que tenía en su cabeza. El beso forzado que Irene le había dado, también comenzaba a molestarla. Se sentía muy fuera de sí, y tendría que darle una explicación de eso a Roseanne. O al menos, era su pensamiento básico de toda esa situación.

Volver a casa, después de recibir la información de que su padre era un abusador, lo hacía todo un poco más fácil. Sabía la verdad del porque lo habían matado, y en ese momento, no sentía ni un sólo atisbo de rencor contra ellos. Por el contrario, agradecía a la persona que había decidido acabar con la vida de su padre.

¿Cómo podía cambiar de sentimientos en menos de veinticuatro horas?

Su padre, había abusado de su madre por algunos años. La golpeaba, la humillaba, y provocó que se marchase. Había abusado sexualmente de alguna omega, y seguramente lo encontraron, y lo mataron. Le trajeron parte de la justicia que merecía en ese caso. Un abusador, nunca dejará de ser un abusador.

La muerte, era el único camino para él.

El hecho de que tenía que exponer todo eso a su alfa, le ponía los pelos de punta. Ella no era la culpable de los actos cometidos por su padre, pero se sentía igual de mal, y siempre se sentiría mal. Era su descendencia. Tenía la sangre de un abusador.

—Jennie...

Escuchó el llamado de Jisoo, que se había detenido el vehículo a un lado de la carretera. Parecía estar sufriendo realmente con todo eso.

—¿Sí?

—Fue un placer llevar a cabo esta misión contigo. No pude tener mejor compañera que tú. No llegamos a un punto final, pero conseguimos algo mejor.

La omega puso toda su atención en la beta, y le mostró una tímida sonrisa. Ella tampoco se imaginaba haber realizado todo eso con alguien que no fuera Jisoo.

Ambas habían tomado el camino que parecía incorrecto, pero sabían que no había mejor lugar que la casa de la familia Park.

—¿Qué?

—Una familia. Conseguimos a la mejor familia del mundo. Eso no nos lo quitará nadie, ¿cierto?

—No, nadie nos quitará eso. ¿Sabes qué tendremos que decir la verdad como sea? Podemos servir de ayuda.

Jisoo pareció pensar varios segundos antes de dar un asentimiento de su parte. Suspiró pesadamente, sacando un dispositivo móvil desde su bolsillo.

—Creo que Seulgi espera ponernos en esa situación. ¿Recuerdas lo que hablamos? Nos llevará a los extremos.

—¿Insinúas que está haciendo esto para presionarnos? ¿Ya lo sabe?

—Lo más probable, es que sí. Seulgi es de todo menos estúpida. Apestas a alfa desconocido, ¿No crees que Irene dijo algo de eso? Cuando atacaron a Mina, debimos hacer algo. Allí está el inicio de todo.

Jennie asintió con la cabeza, sintiéndose una estúpida por culpa de sus impulsos. Había nombrado a Roseanne en presencia de Irene, y si no sabían sobre su traición, no sería difícil descubrirlo. Prácticamente, le había dicho que escogía ese modo de vida, el modo de vida peligroso y criminal.

Es un avance. Ya era hora.

—Irene sabe que estoy enamorada de Roseanne se lo dije.

Como si se tratase de un película de terror, la cabeza de Jisoo se giró tan rápido hacia la derecha, que se escuchó como sonaban sus huesos. La confesión de Jennie, era todo lo que no se esperaba.

—¿Sabe quién es Roseanne?

—No lo sé. Sólo le dije que era mi alfa, y que la escogía a ella. Debe suponerlo.

La mente de la beta se movía con habilidad, intentando tener un salida al embrollo en el que se encontraban. Ninguna estaba lista para decir la verdad, pero las iban a obligar a hacerlo.

Jennie miraba por la ventana, dejándose llevar por el lindo paisaje, hasta que una idea llegó hasta su mente con la fuerza de un rayo. Siempre había sido imposible encontrar a la familia Park, porque tenían bajo su poder a todos los organismos de justicia del país. Policías, jueces, y al gobierno comiendo de su mano.

Una sola llamada, y Seulgi acabaría con eso. Podría llamarla, y darle un ultimátum, después de todo, nunca llegarían a nada. Nunca podrían atraparlos, porque eran la familia más grande del continente asiático, y sabía de sobra, que Roseanne no dejaría que a nadie le ocurriera algo.

—Tengo una idea. Es estúpida pero es una idea.

—¿Cuál?

—Llamar a Seulgi. Decirle que todo lo que hace, es imposible. No hay manera de que lleve a cabo lo que quiere.

—Pero no lo sabe.

—Por eso. Tenemos que hacérselo saber.

—¿Cómo?

—Llamando a Choi. Al señor Choi.

Jisoo pareció comprender a la dirección que deseaba ir Jennie, y asintió con efusividad. Si Seulgi planeaba amenazar o amedrentar a la familia, ellas debían hacer lo mismo, y que mejor manera que cortar sus intentos de atraparlos, que recibiendo un regaño por parte del director de la academia de detectives. El mismo que tenía una relación directa con ellos. El mismo que lucraba con la mafia.

—Tienes que decirle a Roseanne.

—Asumo que sí.

—O podrías dejarte marcar y te dejas de preocupar de tantas estupideces. Después de estar marcada, ella entenderá tu situación. Sentirá lo mismo que tú.

Negó con la cabeza ante las palabras de Jisoo. Ella no iba a usar a Roseanne para escapar de sus decisiones. Tendría que afrontar lo que le tocó vivir, y esperar que la resolución de ese problema en el que estaba, fuera de la mejor manera.

[🌠]

Cuando Jennie pisó el recibidor de la casa, se encontró con un lugar muy tranquilo. Tan tranquilo que terminaba dando miedo. Nadie estaba esperando por ella, nadie la extrañaba, y nadie lo buscaba.

Por una parte se sentía aliviada, pero el silencio del lugar, la ponía un poco nerviosa. No solía ser una casa conocida por la tranquilidad. Vivían por lo menos, treinta personas allí.

Un torbellino corría por las escaleras. Necesitaba poner al tanto de la situación a Jennie y Jisoo. Lo primero que hizo al tocar el suelo, fue lanzarse a los brazos de su pareja, provocando un sonrojo en la mayor, que la sostenía con delicadeza contra su cuerpo. En ese momento, Jennie estaba tenido un poco de su propia medicina.

¿Así de incómodo es?

—Ustedes dos... Tienen problemas. Roseanne quiere matarte y exponer tu cabeza a la plaza pública. He intentado de convencerla de que todo iría bien, pero sus órdenes habían sido claras. Traer a Jennie a casa. ¿En qué momento creyeron que era buena idea volver a irse?

El tono de Lisa era neutral, incluso rozaba lo divertido, pero Jennie realmente estaba preocupada, por la preocupación que podía generar en su alfa. Estaría enojada, y se desquitaría con ella.

—¿Dónde está?

—En la oficina. Encerrada, buscando las respuestas necesarias.

—Jennie sabe lo de las fotos —comentó Jisoo, atrapando uno de los cabellos rebeldes de Lisa para jugar con el— ¿No hay ningún indicio de nada más?

—No. Jung-Ki y Jihyo salieron a el almuerzo que debía atender Roseanne, y pues, tu alfa anda en modo desagradable.

Asintió lentamente, tomando la valentía necesaria para ese momento. Tendría que entrar a esa oficina, y controlar a Roseanne.

Controlar...

Controlar a Roseanne.

¿Cómo?

Sus pasos eran temblorosos hasta llegar frente a la puerta de la oficina. No pudo evitar pensar en el primer día, donde firmó ese contrato que no seguía teniendo validez.

Podía sentir la voz molesta desde el otro lado de la puerta. No sabía con quién hablaba, pero claramente no era una conservación agradable. Las separaba una puerta de distancia, y la voz molesta de su alfa, la estremecía de igual manera.

Sin esperar más, ingresó rápidamente al espacio, cerrando la puerta a sus espaldas. La estancia estaba totalmente cargada de feromonas, y poco se distinguía el aroma que tanto le gustaba.

Roseanne giró su cuerpo al sentir la presencia de la omega. Había pasado una noche terrible pensando en todo lo que podía haber pasado con ella. Incluso, llegó a creer que Jennie la había abandonado, pero estaba allí, con la mirada fija en ella.

Sonríe alfa, sonríe. No lastimes tu labio.

—H-hola.

Saludó en voz baja, prácticamente en un susurro, pero lo suficientemente audible como para no tener que repetirlo. Roseanne se mantenía con una expresión neutral, pero sus ojos, demostraban toda la molestia que fluía por su cuerpo.

Tensó su mandíbula al sentir el aroma de otro alfa en el cuerpo de Jennie. Podía sentirlo, y era completamente desconocido. Habían tocado a su omega en su ausencia. Debía morderse el interior de su mejilla para controlar sus impulsos. Quería arrancar una cabeza.

—Hola.

Dejó caer su cuerpo a la silla, volviendo su atención a la cantidad ridícula de papeles que tenía frente a ella. Necesitaba sacarse la idea de Jennie con otro alfa, o terminaría haciendo cosas de las cuales se arrepentiría.

No te muerdas el labio. Sonríe. Se amable y una gran alfa. Como siempre. ¡Que no te muerdas el labio!

—Lisa... Nos dijo que estabas aquí.

—Estoy ocupada, ¿Puedo servirte de algo?

No esperaba una respuesta tan fría y distante, pero era previsible. Jennie había desaparecido de un momento para otro. No podía olvidar eso. No podía olvidar que pasó la peor noche de su vida, creyendo que su omega la iba abandonar después de contarle la verdad sobre las muertes que cargaba a sus espaldas.

Roseanne estaba estresada, cansada y triste. Sentía muchas cosas cruzando por su pecho, pero lo que no salía de su mente, eran las fotos que habían llegado a su casa, y el par de iniciales de un desconocido. Claramente, era una declaración de guerra. Le estaban declarando la guerra a su familia, y ella no tenía la mínima idea de quién se trataba, ni por dónde podría empezar a resolver sus dudas.

Nunca se había preocupado mucho de las amenazas, eran fáciles de adivinar. Solían ser por parte de familias que coincidían en los negocios, pero nunca le interesaba. Sus padres se encargaban de hacer todo, pero en esos momentos, una familia completa dependía de ella, y lo que más le irritaba, era pensar en alguien haciéndoles daño. Roseanne temía por la vida de todas las personas, pero temía más, por la vida de Jennie. Era su omega.

—Me enteré de las fotos....

—¿Te lo dijo Jisoo?

Asintió dando pequeños pasos hacía la alfa de expresión perdida. La mirada de Roseanne divagaba en un punto muerto en el suelo. Cuando llegó a su destino, no pudo evitar sentirse nuevamente segura. Ese era su lugar favorito en el mundo.

—Quiero... Quiero ayudarte.

—¿Eh?

—Llama al señor Choi, al director de la academia de detectives...

—¿Y qué debo decirle? ¿Qué tienen que ver los detectives en esto?

Jennie se agachó, quedando a la altura de Roseanne. No iba a salir librada de eso fácilmente. Era el momento de hacer algo por la familia, y prevenir a Roseanne, sacar a Seulgi del camino, y de paso, confesar la verdad.

—Llama a Choi, y dile que Kang Seulgi lleva meses realizando actividades fuera de los casos estimados y propuestos por la institución. Hay muchos detectives jóvenes que están bajo sus órdenes.

Yo estaba bajo sus órdenes. Yo quería hundirte. Quería terminar contigo.

—¿Cómo sabes todo esto?

—Mueve todas tus influencias para que den de baja a Seulgi. Se va a resistir a abandonar el caso que quería abrir contra tu familia. Si Choi se opone a eso, dile que conoces la historia del matrimonio Kim, y que no dudaras en exponer su complicidad con ese abusador. ¿Me entiendes lo que te estoy diciendo?

—¿Qué?

—Vas a tomar el teléfono, y le dirás todo eso. Por favor, debes hacer todo lo posible para que Seulgi pierda su lugar. Tiene muchas personas que piensan como ella. Harás lo que sea necesario para sacarla.

Roseanne asintió en silencio, observando los orbes de la mujer de la cual estaba profundamente enamorada, y suspiró pesado. Había algo que se removía en su interior. Veía a otra persona, mucho más decidida en su actuar, sin miedo ni titubeos.

Antes de que marcase el número de teléfono, notó como lágrimas se escapaban de los ojos de su amada, y automáticamente, desvió toda su atención a ella.

—¿P-por qué lloras?

—Porque estoy feliz de haberte encontrado, aunque no te esperaba para nada. Estoy feliz.

Estoy feliz de haberme enamorado de ti.

—¿Lloras de felicidad? —la alfa parecía un cachorrito confundido, sacándole una pequeña sonrisa a Jennie, que asintió débilmente— No tienes que llorar.

—Roseanne, llama al señor Choi. Tu familia va a estar segura después de que saques a Seulgi del camino. Ella envió las fotos. Te siguen. Atacaron a Mina. Te atacaron a ti. ¿Lo recuerdas? Hace un tiempo. No eran simples extraños, posiblemente estaban bajo las órdenes de esa mujer. ¿Entiendes la gravedad de ese asunto?

—¿Por qué sabes de ella? ¿La conoces? ¿Ella te hizo algo? ¿Te amenazó?

Negó rápidamente, y tomó las delicadas manos de Roseanne entre las suyas, antes de suspirar con pesadez. Tenía muchas cosas que explicar, pero primero, Roseanne tenía que realizar esa llamada.

—Llámalo. Estaré en la habitación. Sé que estás confundida. Dile todo lo que te dije, ¿sí?

Antes de que Roseanne pudiera responder, Jennie estaba saliendo de la oficina con una opresión indeseable en el pecho, y frente a ella, tenía a su compañera de la aventura más loca de toda su vida.

No hubo necesidad de intercambiar palabras, ni gestos. Con la mirada, era más que suficiente para entenderse perfectamente. Había llegado la hora de mostrarse tal cual eran.

Jennie cerró la puerta de la habitación con cuidado, antes de dejarse inundar por el aroma de Roseanne que siempre estaba allí. Por una extraña razón, se encerraba en aquel lugar, negándose desaparecer.

Sonrió de lado observando la cama en la que solían despertar abrazadas, y dejó que todos los recuerdos llenaran su mente.

La primera noche juntas, su primer abrazo, o la noche en la cual Roseanne había tenido su único episodio de terror nocturno junto a Jennie. Todos esos recuerdos llegaron como rayo a su mente. Su recuerdo favorito, era en definitiva la noche del celo de Roseanne. Esa noche, tocó el cielo, y vio las estrellas al mismo tiempo en los brazos de la persona que amaba.

Su plan nunca fue enamorarse de Roseanne, o de Irene, ni de nadie. Nunca pensó en el amor como una opción, nunca pensó encontrar una persona que le moviera el corazón, o que la hiciera suspirar con una sonrisa de idiota. El amor nunca había sido una opción en su vida. Hasta que conoció a Park Roseanne.

Si Jennie pudiera describir el amor en una palabra, claramente esa palabra sería Roseanne. La amaba de todas las maneras humanas posibles. La amaba de la manera más loca, apasionada, y real. La amaba con todo su ser. La amaba antes de conocerla. Desde el primer día, Jennie Kim había conocido el amor en Park Roseanne. Fue demasiado cobarde en no dejarse llevar.

La amo. La amaré aunque no me quiera, y la seguiré amando en todas las vidas que tenga. La amo.

Jennie sabía que después de que Roseanne terminase esa llamada con el señor Choi, todo acabaría. Su amor, su tiempo con la familia Park, y su posible futuro con su alfa. Todo tendría fin.

Recordó el objeto en el cual recopilaba cada una de la información del caso. Yacía guardado entre su lado del armario, y cuando tuvo la agenda entre sus manos, se dispuso a leerla.

No contenía ni un diez por ciento de toda la información que Jennie conocía, y lo único que podría hacer con ella, era entregarla a la persona que pertenecía a la familia que debía investigar.

"¿Cuántas misiones tienes en el cuerpo?"

"Quiero que Nayeon haga esta misión. Junto con Jisoo."

"Yo valoro todo el trabajo que está haciendo Jisoo, pero necesitamos muchísimas más cosas. Necesitamos más cercanía con esas personas. Adentrarnos a ellos, como parásitos y alojar allí. Cuando tengamos toda la información, prometo que te sacaremos de esa casa. Esa familia droga a la población, le vende armas a los desequilibrados de la sociedad y un montón de cosas más."

"Tienes que ser precavida. Cuidarte muchísimo. Son personas malas. No hables mucho por teléfono. Estarán intervenidos. Es una de las maneras que tendrán para controlarte. En cuatro meses nos vamos a juntar. Exactamente, cuatro meses. Iré a ese infierno si no vienes a casa en cuatro meses."

Jennie Kim no había encontrado maldad en esa casa. No había encontrado a despiadados alfas que abusaran de ella constantemente, o que mataran a diestra y siniestra. Jennie encontró a una familia. Una familia que la respetaba por el simple hecho de existir. Una familia que se cuidaba protegía y respetaba entre ellos.

Esto es una familia. Mi familia.

Se dejó caer al suelo, llevando sus piernas a la altura de su pecho, dejando caer las lágrimas rebeldes que no había podido contener para nada. Su pecho dolía, quemaba, y necesitaba desahogarse de todo lo que recorría su cuerpo. Necesitaba decir la verdad.

Imaginar una vida lejos de Roseanne, claramente era algo impensable para ella, pero imaginar una vida llena de mentiras, dolía mucho más que imaginarla lejos.

Roseanne era tan perfecta, tan noble, y tan honesta, que no podía continuar mintiendo de esa manera con respecto a su motivación principal para estar en esa casa. Todo había empezado como una misión para intentar a acabar con la familia Park, y acabó en una historia de amor desenfrenado entre dos personas que estaban destinadas a enamorarse.

Había perdido cualquier noción del tiempo. Sólo se dedicó a observar la puerta, esperando a que Roseanne ingresara en ella. Pasaron horas, hasta que la estructura se abrió, mostrando la imagen más devastadora que vería en toda su vida.

La mujer que solía tener una expresión tranquila y amable estaba completamente destrozada. Sus ojos estaban hinchados, enrojecidos, al igual que sus mejillas y la punta de su nariz. Había llorado por horas, por culpa de la omega que la esperaba con una expresión de tristeza en su rostro.

Cerró la puerta a sus espaldas, y se acercó hasta el cuerpo inmóvil en el medio de la habitación. Cayó de rodillas, y buscó la mirada que tantos sentimientos le había provocado, pero en esos momentos, era una extraña para ella.

—¿Quién eres?

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