Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 17

Esa noche, fue la más difícil desde que había empezado a dormir con Roseanne. Un grito desgarrador en medio de la noche, la despertó.

A su lado, estaba una sudorosa alfa, de expresión aterrada, y lloraba desconsoladamente.

Jennie buscó la manera de tranquilizarla, pero realmente no entendía nada de lo que estaba pasando. Parecía estar completamente inconsciente de su existencia.

—Roseanne, tranquila.

Los sollozos cada vez eran más fuertes, y sin poder evitarlo, sus propios ojos se llenaron de lágrimas al verla tan lastimada, y aterrada. Era como observar a una niña, aclamado por atención o salvación. Movió su cuerpo nuevamente, y para su buena suerte, se despertó.

Su respiración estaba totalmente descontrolada, y sus ojos se encontraban desorientados.

Se levantó de un salto de la cama, y fue directamente al baño. Jennie sintió un poco de alivio al lograr despertarla, pero seguía preocupada. Una de las cosas que había leído sobre los terrores nocturnos, era que despertar a las personas, podía ser muy difícil, y no se recomendaba.

Siguió sus pasos hasta la puerta del baño, que se encontraba abierta, y se encontró con una alfa derrotada en el suelo. Tenía su rostro enterrado entre sus manos, y temblaba de pies a cabeza.

—Roseanne, ¿Estás bien?

—Lo siento muchísimo. De verdad. Si te asusté, lo siento.

—No importa. Mírame —pidió en voz baja, y se encontró con el rostro que tanto le gustaba. Su expresión era de terror completamente, y también notaba un deje de preocupación— ¿Vas a estar bien?

—¿Vas a estar bien?

—Sí, pero importas tú. ¿Puedo hacer algo por ti?

—Te pediría un beso, pero soy un desastre en estos momentos.

Jennie sonrió para sus adentros, y se acercó a la alfa, para ubicarse en su regazo. Comenzaron con una danza lenta, que poco a poco, cambiaba de nivel, subiendo el calor en el ambiente del lugar.

Las mejillas de la omega estaban hirviendo, al igual que el resto de su cuerpo. Cada roce de Roseanne, la descontrolaba, y la hacía retorcerse. Se separaron debido a la falta de aire, y Jennie no pudo evitar sonreír al notar la cara de embobada que tenía su alfa. Pagaría por tomarle una foto en esos momentos.

—Me gustas así. Siendo un desastre.

—No digas eso.

—¿Te complica?

—Mucho. Me... Me haces.... Me haces mal. Voy a terminar en un hospital a causa de ti.

Volvieron a fundirse en un beso, que esta vez, era mucho más húmedo y pasional, que todos los besos que se habían dado.

Sin separarse, Roseanne se levantó, con la omega entre sus brazos, y tuvo la habilidad para apagar la luz del baño, y encender la luz de la lámpara que se encontraba del lado en el que dormía la omega.

Volvió a sentarse, esa vez, en una superficie mucho más decente, que el suelo del baño. Sus besos, comenzaron a bajar lentamente por el cuello de Jennie, y cuando tocó la fibra sensible, recibió un gemido totalmente audible.

—Roseanne, no hagas eso.

—¿No? ¿No te gusta? ¿Lo hice mal?

—Lo haces bien.

Jennie estaba más que agitada. El calor se extendía por todo su cuerpo, y no sabía cuánto más aguantaría. Su cuerpo pedía a gritos contacto con su alfa, pero estaba asustada. Nunca había estado con nadie, pero sabía leer las señales de su cuerpo, y también, podía leer lo que Roseanne le trasmitía.

—¿Me deseas?

No pudo evitar preguntarle a la mayor. Quería escuchar una respuesta verbal de su parte, pero con la expresión agitada, oscura y deseosa por parte de Roseanne, era más que suficiente.

—Voy a explotar por tu culpa.

—Nunca... Nunca he estado con nadie.

—Yo tampoco. Quiero que seas la primera, y quiero ser la primera contigo.

—Muero por que seas la primera.

Si Jennie creía que la expresión de Roseanne no podía demostrar más deseo, sus ojos la observaban como a una presa. Sentía que en cualquier momento sería devorada completamente por Roseanne.

—Mía.

Aquellas palabras, viajaron como rayo a su creciente dolor placentero, y tragó saliva pesadamente. Ya era un completo desastre. Se sentía acalorada, deseada, y sobre todo, húmeda. Estaba terriblemente húmeda.

Recibió un beso en el cuello, y se dejó llevar por las emociones carnales que comenzaba a experimentar por primera vez. Su cuerpo lo necesitaba, y no había mejor persona para hacerse cargo del problema, que Roseanne. Ella era la causante de todo eso.

Por primera vez, los dedos suaves y amorosos de la mayor se adentraron debajo de su polera, sacándole un gemido suave. Sentir a su alfa, sin la molestia de la ropa, era el paraíso. Acariciaba la piel de su espalda con cuidado, dejando el tacto suave, como un recordatorio.

—¿Puedo... Puedo sacarla?

Por más deseo que estuviera sintiendo en su cuerpo, no podía sacar la conversación que tuvo con Jisoo hace unas horas. Tenía que contarle la verdad. No podía mentirle.

—No por esta noche. Lo siento.

—Entiendo. No pasa nada. Cuando estemos listas, lo haremos. Siempre... Siempre estaré para ti.

—Lo siento...

—No, corazón. Tienes el control. Será mejor que vuelvas a dormir. Aún es temprano.

—¿Dormirás conmigo? ¿Puedes?

—Sí. ¿No te incomoda?

Jennie negó con la cabeza. Sabía que Roseanne lo preguntaba por la erección que estaba en su máximo esplendor. Para ella, no resultaba incómodo, por el contrario, lo disfrutaba.

Volvieron a acomodarse en la posición que ya resultaba automática y familiar. Para ambas, fue difícil conciliar el sueño, pero sobre todo para Jennie. Tener una erección en la espalda baja, y la humedad entre sus piernas, no era algo bueno para combinar, y por un momento, pensó en despertar a Roseanne, y retomar lo que estaban haciendo.

[🌠]

Por segunda vez, Jennie volvió a pisar la oficina de Roseanne. No había sido difícil convencer a la alfa de dejarla ir, sobre todo después de la noche que habían pasado. Tampoco quería dejarla sola en casa. Aún se encontraba ligeramente acalorada.

Ese día, en vez de carpetas, se encontró un portátil, y su curiosidad aumentó. Quería inmiscuirse en los asuntos que no le correspondían.

—¿Qué vas a hacer?

—Contestar correos.

La omega comenzó a reír por las palabras de Roseanne. Creía que en la mafia se manejaban muchas cosas, pero no sabía que los correos estaban entre esas cosas.

La alfa apuntó a su regazo con la mirada, y como la omega sumisa y dócil que era, llegó hasta ella, y se sentó en el lugar. Efectivamente, estaba a punto de contestar correos. Eran cuatro.

—¿Para quiénes son?

—Clientes. Mañana tenemos una cena. Vienen de Italia. Quieren armas.

—¿Les venden a muchas personas?

—Sí. Tenemos muchos clientes de todos los lugares del mundo.

—Cenas importantes, con personas importantes.

—Algo así, aunque si te soy honesta, nunca las disfruto. Siempre estoy sola. A los clientes, suelen acompañarlos omegas. Muchas omegas, y Mina siempre va con Nayeon. Soy el mal tercio.

Jennie sonrió divertida por la situación. Imaginaba a Roseanne en una esquina, mientras el resto de las personas hablaban alegremente, pero al pensar en que siempre habían muchas omegas, se golpeó con la realidad.

Roseanne era como la persona perfecta. No sería para sorprenderse, si alguna de aquellas omegas, se interesara en ella.

—¿Y tus padres también van?

—No. Mis padres están dejándonos negociar a nosotras. Están cansados de todo esto. Sólo asisten a los negocios más importantes, como el de Barcelona.

—¿Tan importante era?

—Muy. Mucho dinero por los próximos dieciséis meses. Drogas.

Armas, drogas y dieciséis meses recibiendo cantidades absurdas de dinero. El mundo de Park Roseanne.

La alfa, respondió a los correos, bajo las burlas de Jennie, y algunas recomendaciones de su parte. Según la omega, debía ser más directa para redactar documentos, y dejar las formalidades. Eso demostraría seguridad.

Cuando la joven secretaria cruzó el umbral de la puerta, fue fulminada por Jennie, que se aseguró de aferrarse al cuello de su alfa, y frotarse contra este, dejando su aroma marcado.

Entre sus manos, tenía dos carpetas de color negro, y las dejó despacio en el escritorio. No quería tener problemas con la omega, que sacaba su lado más posesivo en esos momentos.

—Señorita Roseanne, una de las carpetas, es el balance mensual, y el otro, es la propuesta por parte de los Alemanes que llamaron la semana pasada.

—Gracias.

—¿Necesita algo? ¿Su café?

—Por favor. ¿Deseas algo?

La omega entre sus brazos negó rápidamente con la cabeza, sin dejar de mostrarse a la defensiva, y para calmarla, dejó un beso en su hombro, mientras la apretaba delicadamente contra ella.

La inofensiva secretaria, salió con pasos nerviosos de la oficina. Jennie se estaba tomando muy seriamente su papel de omega celosa y posesiva.

—No me gusta ella.

—¿No? ¿Por qué?

—Te mira mucho. Te mira embobada. Le gustas. Le gustas a todas las omegas.

—Oh, vaya suerte la mía.

Recibió un golpe en su hombro derecho, y comenzó a reír a causa de la expresión en el rostro de la omega.

—Yo sólo tengo ojos para ti. Tienes mi corazón.

—¿Sólo yo?

—Por supuesto. Sólo tú. Me gusta que me marques con tu olor.

Había tomado aquel gesto a la ligera, pero al recordarlo, su vergüenza salió a flote. Ella la había marcado, como si fuera de su propiedad, y Roseanne, no parecía molesta, por el contrario, en su rostro tenía una sonrisa de suficiencia. Estaba complacida por el comportamiento infantil y posesivo de Jennie.

—¿Te gusta?

—Sí —buscó la mirada de la omega, y su sonrisa se ensanchó. Jennie creyó que moriría en ese instante— Quiero ser tuya. Y quiero que seas mía.

Suspiró pesado, y se apoyó en el hombro de Roseanne. No sabía cómo responder ante palabras tan directas como esas. Se sentía como una adolescente con su primer amor. Roseanne era su primer amor después de todo.

Muero por ser tuya.

Cuando Jennie observó aquel documento repletos de números, rodó los ojos, e intentó adivinar lo que significaban, pero había ciertas gráficas, imposibles de entender, y los cálculos, no le daban.

Había cifras inimaginables calcadas en la hoja blanca, y al parecer, la persona encargada de llevar cuentas, revisar informes, escuchar propuestas y demás, era Roseanne.

Intentó seguirle el paso, pero era sencillamente imposible. Giró su rostro, para enfrentar a una persona bastante seria en esos momentos. Tenía el ceño notoriamente fruncido, y escribía ciertas cosas a un lado del documento. Cuando parecía encontrar algo que no le agradaba, tensaba la mandíbula.

Esa imagen era letal para Jennie. La Roseanne que ella conocía, raramente estaba seria, o con una tensión tan grande. Siempre le mostraba sonrisas amables a las personas, y podía considerarse como suave, pero la persona frente a ella no tenía nada de suave. Podía sentir el lado alfa, que no solía mostrar. Dominante, fuerte, y demasiado arrogante. La manera en la que encarnó la ceja al ver algo erróneo, le provocó un sinfín de emociones.

Se mantuvo babeando por ella, hasta que terminó de revisar el balance. Cuando recibió la atención que buscaba, la expresión de satisfacción, mezclada con la arrogancia, la llevaron a tragar saliva.

—Eres preciosa.

—¿Crees que soy preciosa? —preguntó con un tono de falsa inocencia, y la omega únicamente pudo asentir— Todo el mundo lo piensa.

—Lo eres. Demasiado.

—Bien. Gracias por el halago.

Jennie comenzaba a creer que Roseanne no dominaba el mundo en su totalidad, porque no quería. Era totalmente una persona perfecta. La persona con la que quería pasar el resto de sus días. Su alfa. Le agradecía al destino, por haberla puesto junto a Roseanne. Ya no podía ocultar su devoción por la chica.

—Bésame.

Sonrió, mostrando aquella versión con la cual la había conocido. Se fundieron en un beso especial. Jennie quería demostrar todo lo que sentía a través del gesto. Necesitaba hacerlo.

Al separarse, la omega observó el universo que escondía Park Roseanne en su persona. Quería ser la única en notarlo. Tocaba las estrellas cada vez que estaba con ella.

—Si sigues mirándome así, tendré que sacarte de aquí.

—¿Eh?

—Tengo que concentrarme. Es un poco difícil si me miras mucho. Me haces... Siento cosas. Me pones nerviosa.

Jennie no pudo evitar soltar una sonrisa ante lo que parecía una confesión. La persona con más poder del país estaba con ella, diciéndole que se ponía nerviosa por su mirada.

—Yo... Yo también siento cosas.

—¿Aquí? —apuntó a su pecho con el bolígrafo en su mano— ¿Sientes cosas aquí?

—En todo el cuerpo. Te siento con todo el cuerpo.

Era una confesión demasiado personal. Jennie se sentía hormonal, y estaba sufriendo que algo llamado calentura o tensión sexual no resuelta. Se sentía extrañamente acalorada, y con la perfección de Roseanne, no ayudaba a controlar la situación. Aumentaba todas sus ganas de perder el control.

Quería creer que tal vez, su celo comenzaba a acercarse, pero sabía, que la causante de aquel estado era Roseanne. No eran los celos, ni su omega en busca de contacto con alguien. Era ella, en todas su facultades. La deseaba. Deseaba estar con Roseanne.

—¿E-en todo... En todo el cuerpo?

—Sí. No me hagas repetirlo, por favor.

Sus mejillas eran un desastre. Estaba sonrojada hasta las orejas, y la alfa podía notar su vergüenza y nerviosismo. Lo sentía en el aire.

El agarre en la cintura de Jennie se intensificó, mostrándose muchísimo más posesiva con ella. Mordió su labio inferior para no mostrar una sonrisa.

Una corriente pasó por todo su cuerpo, cuando una mano, se coló debajo de su blusa. Estaba tibia, y sentía como poco a poco, subía. Podría decirle que no, que parase, que no estaba lista, pero unos labios colándose en cuello, derrumbaron todas su barreras de defensa.

—Quiero... Quiero estar contigo. Ahora.

Sonaba ronca, y su voz, había perdido parte de la suavidad que la caracterizaba. Era demandante, profunda, intensa, y le demostraba que no sólo ella estaba delirando en esos momento. Pudo notar la misma expresión de la noche anterior, pero mucho más intensa.

—Estamos en tu trabajo. No podemos. Puede entrar tu secretaria, o alguien más.

—No. No entra nadie. Lo prometo. Lo hacemos aquí. En todos los lugares.

Escuchar eso, era un detonante con el que no podía lidiar. Estaba entregada a estar junto a Roseanne, pero en el fondo, sabía que esa oficina, era el peor lugar.

—No sé...

La alfa asintió con la cabeza, sin dejar de observar a Jennie como una presa a la cual deseaba con todas sus ansias. Todo lo que veía en Roseanne, era deseo en su estado más puro.

Sabía que nunca la iba a obligar a algo, y eso la hacía sentir más segura de lo que ya estaba. Tenía el poder de decidir si entregarse a la alfa, o no.

—Vamos a trabajar.

Asintió lentamente, sin dejar de sentirse un poco mal por no aceptar la oferta que comenzaba a ser cada vez más tentadora. Tenía nuevamente una erección bajo ella, y el dolor en su abdomen bajo, pedía una solución. Una solución que no podría dársela en esos momentos.

En su mente, se preguntaba cómo podría aguantarse tanto. Su alfa, le rogaba por un poco de atención, y ella, también la necesitaba por parte de Roseanne.

—¿No te complica que estemos así?

—Mentiría si te digo que no, pero quiero sentirte cerca. ¿Te incomoda a ti? No debe ser grato.

Tener una erección bajo ella, no era precisamente incómodo. Sólo aumentaban sus ganas de pegarse un tiro por idiota.

—No.

Olvidaron toda la situación que se había generado entre ellas, y notó como la atención de Roseanne fue directamente a la carpeta que contenía la dichosa propuesta de los alemanes.

Jennie se encontraba curiosa ante esa situación. Aún se preguntaba cómo es que Roseanne, trabajaba estando ella. Podría hacer cualquier cosa en contra de la familia Park, pero parecía tener la confianza total y absoluta de su alfa. En otra circunstancia, se sentiría feliz de poder adentrarse a los negocios de esas personas, pero ahora, no le interesaba recopilar información.

Se levantó del regazo de Roseanne, y dejó un beso en su nuca, para comenzar a recorrer la oficina a detalle. No había tenido la oportunidad de hacerlo. Con todos los estantes perfectamente ordenados, entendió que era un lugar importante.

Abrió los archivadores, y encontró más y más documentos, y por último, se dejó caer en el sofá. Tenía una vista directamente hacia la alfa. La miraba con una sonrisa en su rostro, y al ser encontrada por Jennie, bajó el rostro avergonzada.

Cuando llegó la hora del almuerzo, al igual que el día anterior, salieron de el majestuoso edificio, con las manos unidas, y comenzaron a caminar hacia un restaurante discreto, que se encontraba a unos quince minutos.

Para Jennie, caminar con su alfa de la mano por la calle, significa una cosa; protección. Se sentía inhumanamente protegida y segura. Roseanne era su lugar seguro, su hogar, su persona favorita, y estaba terriblemente loca por ella. No sólo su omega, sino, que su parte racional, caía sin paracaídas en el mundo de Park Roseanne.

Llegaron al restaurante, que estaba parcialmente lleno. Se sentaron en una mesa alejada del resto de las personas, y ordenaron exactamente lo mismo. Sus manos no se habían soltado en ningún momento, y la alfa, se aprovechaba de eso, para darle suaves besos en sus nudillos, y morder uno que otro dedo.

—Quiero proponerte algo.

Jennie observó hacia su izquierda, y se encontró con una sonrisa nerviosa, y un par de ojos brillantes. Su curiosidad aumentó.

—¿Qué cosa?

—Trabaja conmigo. Trabaja conmigo en esto.

La omega quedó paralizada en su lugar, y su corazón comenzó a latir rápidamente. En cualquier momento tendría un ataque cardíaco.

Roseanne le estaba pidiendo trabajar con ella. Sabía que no se refería a seguir ordenando su habitación. Le estaba pidiendo que ingresara a esa mafia. Que ingresara a la mafia más grande del continente.

Prefería un anillo, alfa.

—T-trabajar contigo....

—Sí. No quiero ponerte presión, pero juraría que lo haríamos bien. Eres muy inteligente, y pues, no sé, quiero trabajar contigo.

—Yo no tengo experiencia en eso. No sé nada. Soy omega. ¿Crees que puedes trabajar conmigo en algo tan importante?

Roseanne parecía pensar en la respuesta más correcta para esas palabras. No quería darle a entender algo erróneo, ni asustarla, y mucho menos presionarla a hacer algo que no deseaba.

—Sí. Quiero... Quiero que seas parte de la familia. En todos los sentidos —habló con cautela, pero su corazón se apretó, al notar la palidez de la omega. Sus manos se soltaron— Piénsalo.

Ni siquiera esperaba una petición, y mucho menos podría pensar en algo así. No se imaginaba trabajando en la mafia. Una cosa era conocer a Roseanne, y estar teniendo muchas experiencias juntas, y otra cosa completamente diferente, era trabajar con ella. Jennie era una omega, una omega que se sentía débil e inservible. No podría trabajar con alguien tan importante. Su lugar no era allí.

—No puedo aceptar algo así... Yo no nací para eso.

—No lo sabemos.

—S-soy omega.

—No te hace menos que otras personas. No te hace menos que nadie.

Jennie sonrió con tristeza, y suspiró. La vida de los omegas era difícil. Era demasiado difícil, y Roseanne no lo sabía. Nunca lo sabría. Su posición de alfa era un privilegio. Los alfas no sufrían de la sociedad en la que habían nacido. Sus privilegios iban desde los puestos de trabajo más altos, hasta la inmunidad al acoso, y sobre todo, a los abusos.

—Puedes salir a la calle de noche. No te miran como un trozo de carne cuando pasas por un lugar. No vives con el miedo de que van a tomarte a la fuerza. La sociedad dice que soy menos que el resto. Lo soy. Estoy viva en tu casa, sólo...

—Eres mi omega. Nadie te falta el respeto. Nadie.

—Porque te pertenezco. Por eso no me faltan el respeto.

Roseanne negó con la cabeza. No le gustaba el rumbo que estaba tomando aquella conversación, pero lo entendía por una parte. Era mucho mejor escuchar el punto de vista de la omega, antes de ignorar todo, e invalidar su punto de vista y su sentir.

—Las personas de casa, son buenas personas. Lo aseguro al cien por ciento. Te respetan porque eres una persona más, por ser Jennie.

—Una cosa es tu casa, y la otra tu trabajo. ¿Piensas en tu familia? No puedes meter a cualquier.

—Eres mi omega. E-espero que algún día sea nuestra familia...

Jennie no quería sonrojarse. Era una conversación seria, pero su corazón latía desenfrenado. Ocultó su rostro, fijando la mirada en la otra esquina del lugar, pero sentir el rostro de Roseanne en su hombro, no ayudó mucho.

—Mi familia me ve feliz. No tendrán problemas, sino, que me la chupen. No importan.

—Cállate —sintió un beso detrás de su oreja, y se estremeció al contacto— Roseanne.

—Trabaja conmigo. Yo te muestro. Te enseño todo lo que sé. Clientes, proveedores, puntos estratégicos, aliados, todo. Puede que en unos meses, me ganes el puesto.

—Ni siquiera lo merezco. No puedo aceptar algo así.

—Puedes. Quiero que lo aceptes. Verte todos los días, o la gran mayoría de ellos. Haremos todo desde tu punto de vista. Puedes trabajar algunos días, o los que tú quieras. Piénsalo. Hay algo en mi interior, que cree en ti, y en tus posibles habilidades en este negocio. No planeo ignorarlo.

Lo que sientes, es calentura.

En ese momento, Jennie recordó algo terriblemente importante. Había aceptado ser cotejada por Roseanne, y a pesar de todo, seguía tomando los supresores. No entendía porque no le había reclamado, sino por el contrario, parecía totalmente despreocupada por el tema.

Estaba mal visto que los omegas que están siendo cortejados tomaran supresores. La sociedad lo veía así.

—Roseanne...

—¿Qué?

La alfa jugaba con los dedos de la omega, sin importarle mucho lo que ocurría por la mente de Jennie. Comenzaba a sofocarse y a preocuparse.

¿Por qué no me ha gritado? ¿Por qué no lo ha mencionado? ¿Por qué ni siquiera parece pensar en el tema?

—¿E-estás enojada?

—¿Eh? ¿Por qué? ¿Parezco enojada? —forzó un ceño fruncido y la expresión molesta, pero terminaron en una sonrisa divertida— ¿Qué pasa?

—Yo... Yo no he dejado de tomar los supresores —habló en un susurro, como si Roseanne no estuviera consciente de eso— No te enojes, por favor.

—Ya lo noté. Hueles menos a ti.

Seguía sonriendo como una niña pequeña. Le mostraba los perfectos dientes, y no parecía molesta, enojada o decepcionada. La omega soltó la mano de la alfa, y se tensó. ¿Qué clase de alfa era Roseanne?

—¿Y no te molesta?

—¿Por qué debería molestarme? Son tus decisiones.

—¿Quieres que deje de tomarlos?

—Oh... No. Tienes que tomarlos por ti. Sólo por ti. Si quieres seguir con eso, sigues, sino los dejas. Yo no tengo que intervenir en tu cuerpo. Es tuyo.

—Pero no puedo...

—¿Por qué? ¿Se acabaron? Lisa puede traer más. Muchos más. No te preocupes por eso.

—Me estás cortejando.

—Sí, lo sé.

En toda esa conversación, Roseanne no había dejado de sonreír, pero cuando escuchó la palabra cortejo, su rostro brilló, dejando a Jennie pasmada.

En su mente, se repetía que no podía haber encontrado a una mejor alfa que Roseanne. La escuchaba, tomaba constantemente su punto de vista, y siempre era demasiado comprensiva. Los alfas que había conocido Jennie, eran un asco. Autoritarios, egocéntricos, poco agradables, unos idiotas, que no tenían muchas neuronas. En cambio Roseanne, era todo lo contrario. Seguía encontrando cosas en la alfa, que la sorprendían gratamente.

Eres un sol, alfa.

Tomó su rostro con cuidado, y plantó un suave beso, que se sentía como el paraíso. Todos sus sentidos estaban completamente entregados a Roseanne. Podía sentir la expectación en sus movimientos, y cuando acabó, su alfa tenía una sonrisa atontada en si rostro. Parecía embobada.

—Entonces, ¿No te molesta?

—No, corazón.

Una idea pasó por la idea de la omega. Comenzó a imaginar lo que sería tener un cachorro con Roseanne, y sin querer, su sonrisa se amplió.

Ambas querían tener hijos, y Jennie no imaginaba a otra persona que no fuera Roseanne, junto a ella. Tenía que ser ella, la madre de todos sus cachorros. No había nadie más. Únicamente Roseanne. Sería definitivamente, la mejor madre del mundo.

—Gracias.

—¿Por?

—Por todo. Muchas gracias.

—¿Pensarás en mi propuesta?

Jennie mordió su labio inferior, para evitar soltar una sonrisa por el puchero de súplica que se formaba en los labios de Roseanne. No podía resistirse a la idea de pasar más tiempo con ella, pero no olvidaba que era peligroso. Más que peligroso. Si aceptaba, pasaría de ser detective, a ser criminal, y cómplice de muchos delitos.

—Pensaré en tu propuesta, pero no te prometo nada.

—Esa es mi chica.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro