Capítulo 16
Jennie despertó debido a la ausencia a sus espaldas. Buscó a Roseanne con la mirada, y la encontró saliendo del baño. Aún era bastante temprano. Seguía con su pijama puesta.
—Buenos días.
—¿Qué hora es?
—Las cuatro. Vuelve a dormir.
—¿Te irás?
—Tengo que cerrar muchas cuentas. Desearía no tener que ir, pero es lo que nos toca.
La omega asintió lentamente, observando a Roseanne desde su lugar. Las palabras de Jisoo se repetían con fuerza. Ella no sabía absolutamente nada del trabajo que realizaba Roseanne. Era una especie de secreto. La curiosidad realmente la comenzaba a invadir. Tenía muchas dudas.
—¿Qué es lo que puedo saber de tu trabajo?
Soltó con cuidado, intentando no molestar a la alfa frente a ella. La expresión de Roseanne se endureció, y desde su lugar, notó como la tensión que apoderaba de su cuerpo.
—Nada. Mientras menos sepas, más posibilidades tienes de salir.
No quiero salir. Quiero quedarme contigo. No me iré.
—¿Es muy complicado?
Roseanne se sentó en el borde de la cama, y tomó la mano de la omega, para atraerla hacia ella y abrazarla.
—Sí. No quieres saberlo.
—Quiero saberlo.
—No quieres.
—¿Por qué no me muestras?
Esas palabras golpearon a Roseanne como un puñetazo directo a la quijada. Se separó de la omega, para observar su rostro. Parecía segura de querer saber más.
—No.
—¿Por qué no?
—Porque aún puedes cambiar de opinión. Aún puedes querer irte, y aún estás en posición de irte. Sabes que puedes hacerlo en cualquier momento.
—No sé si quiero irme —respondió con seguridad ante las palabras de Roseanne. Era lo único que tenía seguro en esos momentos. No quería irse— Pero necesito que me respondas mis preguntas. Quiero saber. Sé honesta conmigo.
Jennie tenía miedo, tenía ansiedad, y tenía dudas. Muchas dudas, que únicamente podrían ser resueltas por Roseanne. Si deseaba quedarse en esa casa, necesitaba respuesta a todas las cosas.
Sabía que no había marcha atrás cuando comenzara a saber más y más del mundo en el que vivía la alfa, pero no era su preocupación. En el momento que aceptó la oferta de Seulgi para ir a esa casa, cambió su vida.
No podía vivir inconsciente de las cosas que ocurrían en la casa que ya sentía familiar, o con las personas que convivía. No podía aguantar la curiosidad y la intriga que le causaba las cosas que realizaba Roseanne.
—Jennie...
—Mírame —pidió a la alfa, que se mantenía seria en su lugar. Cuando chocaron miradas, pudo ver la indecisión en sus ojos— Sé que piensas que estoy loca por querer saber sobre esto, pero necesito respuestas. Yo no quiero irme. Realmente no quiero irme, porque me siento cómoda contigo, y me gustas. Me gustas mucho, pero también tengo miedo. Es un mundo completamente diferente al que yo vivía hace un tiempo. No puedo vivir eternamente sin saber lo que haces. Lo que realmente haces.
—Ya lo sabes. Lo sabes perfectamente. Soy traficante. Eso hago. Traficar armas y drogas a todo el mundo que puede pagar por eso.
—¿Hay más?
—Sí, hay más cosas, pero no son difíciles de deducir. Suma uno más uno, y obtendrás las respuestas que quieres.
La omega sabía perfectamente que dormía junto a una asesina. Lo sabía, y no era un detalle que pasaba por alto. Roseanne y su familia, por lograr su cometido, posiblemente hayan matado a más personas de las que podía imaginar.
Su estómago se revolvió con fuerza a causa de esa idea. Mataban personas. Personas que podían ser inocentes, o tenían familias.
—Muéstrame. Es lo único que te pido. Muéstrame.
—Vas a odiarme.
—No. No te puedo odiar. Aunque hayas hecho cosas horribles, no te puedo odiar.
Tú vas a odiarme cuando te enteres de la verdad. Me vas a odiar. Me vas a odiar por siempre.
—Jennie, después de que comiences a saber, no hay forma de escapar. No habrá forma de...
—No quiero escapar. Siento cosas aquí —apuntó su pecho, al igual que había hecho Roseanne hace unas semanas— Te siento aquí. Con todo lo que soy. Te siento hasta los huesos. Y aunque quisiera escapar, no puedo. Soy demasiado débil para estar lejos. De sólo pensarte lejos, me duele.
—Yo tampoco quiero que te vayas, pero no puedo ser egoísta. Tienes una vida.
—T-tengo el control, ¿Cierto? Quiero ir contigo, quiero que me muestres.
[🌠]
Jennie estaba terriblemente nerviosa. El camino hasta el centro de Seúl era tortuoso. Podía escuchar los latidos de su corazón, retumbando contra su pecho. Sus manos sudaban, y no recibir ni una sola palabra por parte de Roseanne, desde que salieron de casa, la ponía mucho peor.
En la camioneta, estaba Tzuyu, Yeri y el que parecía ser el chófer de Roseanne. El mismo alfa de sonrisa amable. Entre los tres hablaban de cosas que ni Roseanne, ni Jennie entendían.
La verdad era que nada estaba siendo como ella esperaba. Creía que irían a algún edificio abandonado a golpear personas, pero estaban en el área empresarial de Seúl. Con los edificios más altos y modernos.
Ingresaron a la construcción más llamativa, y más alta de toda la zona. La curiosidad comenzó a llamar aún más a Jennie. ¿Por qué una persona tan peligrosa y buscada como lo era Roseanne estaba allí? No tenía sentido. No tenía el mínimo sentido.
Después de seguirla, llegaron al elevador, y pulsó el último piso. Era un edificio que superaba los treinta pisos. Una locura. Una completa locura.
La omega sintió como sus piernas temblaban a medida que recorría aquel piso. Era un lugar espectacular. No había dudas de eso.
Cuando cruzaron la puerta de lo que parecía ser la oficina principal, se encontró con la vista más bonita de toda su vida. Tenía la ciudad a sus pies. Literalmente. Seúl estaba a sus pies.
Era una oficina moderna, sobria y discreta. Habían bastantes muebles. Cada uno de un color diferente. En el escritorio, habían tres carpetas, perfectamente ordenadas, y bolígrafos. Todo lo que se llevaba la atención, era la vista.
Jennie caminó por el lugar, observando todos los posibles detalles, que le dieran una pista de lo que ocurría en esas cuatro paredes.
—¿Trabajas aquí?
—Sí. Aquí. Todos los días.
—Trabajas en medio de la zona más importante de todo el país. ¿Cómo?
—Para el mundo, no somos más que una empresa más. Las personas no saben lo que ocurre al interior. Las apariencias engañan bastante.
La omega comenzó a marearse por las palabras que Roseanne soltaba con normalidad. No era normal nada de lo que estaba ocurriendo. Era una locura. Era mucho más loco que caer rendida a sus pies, sabiendo que se dedicaba a cosas incorrectas.
¿Cómo estaban metidos en el medio de la ciudad y ninguna persona lo notaba? ¿Cómo Seulgi no sabía que trabajan a menos de una hora de distancia? ¿Cómo?
—Ustedes... Ustedes trabajan aquí.
—Sí.
—¿Y nadie sospecha de lo que hacen?
—¿Sospechar? No. No hay manera de que sospechen mientras sigan creyendo que tenemos dinero y generamos dinero.
—Trabajas en medio de todas estas personas, y nadie te reconoce.
—Nadie me busca. No es como en las películas, Jennie. Nadie nos busca. Nadie que no sea parte de este lado de la moneda, nos conoce. Por eso seguimos estando vigentes.
Eso explicaba muchas cosas a Jennie. Por algo podían caminar tranquilamente por las calles. Por algo no sabía de su existencia antes de entrar a esa casa. Esa era una de sus tácticas. Pasar desapercibidos. Roseanne era un fantasma, que con mostrar su dinero, podía seguir en el anonimato.
Nadie la busca. Nadie sabe de ella. Es seguro. Ella está protegida. Su familia está protegida.
Esa especie de confesión abría una puerta más, que tenía que ver directamente con Park Jung-Ki. ¿Cómo habían dado con su ubicación? ¿Cómo habían dado con su foto? No lo sabía, y necesitaba empezar a saberlo. Es la única información que habían recibido de él. Una foto. Una maldita foto.
—¿Toda tu familia se esconde?
—No nos escondemos. No es eso. Vivimos aparentando. Es diferente a escondernos.
—¿Nunca te han investigado? ¿La policía? ¿El gobierno? ¿Algo?
—Son clientes. El gobierno, la policía, los detectives. Todos son clientes. Aquí, y en el extranjero. Hay cosas que no sabes, pero no somos exclusivos de Corea. Nos extendemos por todo el continente.
Otra cachetada limpia e invisible que recibió Jennie en su rostro. Estaba metida en la cama de la heredera a un poder demasiado grande. Un poder que no conocía sus límites. Roseanne tendría bajo su control muchas cosas. Demasiadas cosas. Tenían al gobierno, a la policía y a los detectives. Los detectives. Los mismos detectives que deseaban investigar a su familia, pero eran simples jóvenes con ganas de una justicia que era controlada por ellos. No había posibilidades de ganar. Ni en un millón de años.
—¿L-los jueces? ¿Todo... Todo es tuyo?
—Algo así. Son clientes. No iremos a la cárcel, si eso deseas saber.
—¿También son tuyas?
—No, pero si algún miembro de la familia cae en la cárcel, el estado pagaría las consecuencias. Sabemos cosas. Hemos hecho cosas.
Se sentó en el sofá de cuero, y suspiró con pesadez. Su estómago dolía, y su cabeza daba vueltas. No podía creer en todo lo que estaba escuchando. Era más información de la que esperaba. Sabía que Roseanne podría tener poder, mucho poder, pero lo que tenía, era irreal. No sólo lo hacía en Corea, sino, que en el continente completo. Prácticamente todos los organismos importantes, tenían relación con la familia Park.
Había sido tan ingenua de creer que las cosas eran parecidas a una película. Era demasiado ingenua aún. Todas las personas que durante años investigaron a Park Jung-Ki, para simplemente encontrar una foto de él, eran ingenuas. Se habían metido en un área demasiado complicada. ¿Quién podría frenar a Roseanne? ¿Quién podría frenar a la persona más importante del continente?
"Yo no me estoy acostando con la persona más importante del continente."
"Estas jugando con fuego. Roseanne es mucho más de lo que crees. Esta familia es mucho más de lo que crees."
Quería salir corriendo, pero caería a los dos pasos. Sus piernas temblaban, y no pensaba con claridad. No sabía cómo manejar toda esa información. Se sentía una idiota. Era una idiota. No tenía lugar en esa vida caótica. No tenía lugar para una relación normal, común y corriente. No tenía lugar en la vida de alguien tan importante, con tanto poder, con tantos problemas. No era su mundo.
Con mucha suerte, había acabado la escuela. No había estudiado nada, y no tenía una carrera. Su trabajo como detective, claramente había fracasado, y no podría volver a eso, no quería volver. No era nadie al lado de Roseanne. Roseanne había estudiado, y trabajaba en la red de mafia más grande del continente. Claramente no era estúpida. Por el contrario, era una genia.
—Sabía que no podrías con esto. Lo siento, no debimos venir.
Rompió el silencio sepulcral que se había generado en la oficina. Estaba preocupada por Jennie. Sólo se había dedicado a mirar un punto fijo en el suelo.
—Esto es lo que eres. Todo esto. Tienes mucho poder. Muchísimo poder. Manejas todo a tu antojo. Tu familia maneja todo.
—Lo hacemos para protegernos. Para proteger a la familia. Las personas que viven en casa, o las que trabajan aquí. Todo es por ellos.
—Todo es por ustedes....
—¿Crees que me importa morir en una cárcel? ¿Crees que me importar morir? Debería estar muerta. No me interesa lo que pase con mi vida, pero las personas que tengo a mi alrededor, sí. Aunque hagamos cosas políticamente incorrectas, hay personas buenas, que no merecen pisar una cárcel, y no merecen una vida de persecución. Esa es mi misión, cuidar de la familia. Que las cosas sigan bien.
—¿A cuántas...
—¿A cuántas personas he matado?
Podía sentir el dolor a través de la voz de Roseanne, y se sintió como una idiota. Su impresión, le hizo olvidar que hablaba con una persona importante para ella. La mayor miraba por la ventana con la tristeza extendiéndose por su cuerpo. Tenía ganas de llorar, porque notaba el miedo que desprendía Jennie. Temblaba de pies a cabeza, y estaba a punto de llorar. Cuando las cosas parecían mejorar, todo caía como un castillo de arena, pero sabía que Jennie debía saber lo que hacía.
—Roseanne...
—Más de veinte. En su mayoría, alfas. Deudores, abusadores, y miembros de familias con las cuales tenemos ciertos problemas. También doy la orden de matar.
Más de veinte personas. Roseanne había matado a más de veinte personas, y también daba órdenes de matar a sus guardaespaldas. Jennie no deseaba imaginar el cargo de conciencia con el que vivía Roseanne, y ella no creía poder soportarlo.
¿Cómo vivir así? ¿Cómo dormiría por las noches al saber que su compañera había matado a más de veinte personas?
—¿Cómo vives con eso? ¿Qué haces con la culpa?
—La tengo aquí —apuntó a su pecho con tristeza, y suspiró— Siempre está aquí, pero es mi familia, y yo voy a hacer hasta lo último que pueda, por continuar con la existencia de mi familia. Le debo todo a mis padres, a mi hermana, a las personas que viven y trabajan conmigo. Si tengo que disparar por ellos, lo hago. La familia siempre es primero.
—Esto es mucho más de lo que esperaba —admitió en voz baja, y se hundió en el sofá con los ojos cerrados— Eres mucho más de lo que esperaba.
—¿Q-quieres irte? Sabes.... Sabes que si deseas irte, estará bien.
Nuevamente, tenía que escoger entre su vida, el camino "correcto", o Roseanne, pero esa vez, tenía conocimiento de algunas cosas que realizaba la alfa. Todo era peligroso, ilegal, loco y terriblemente confuso. Jennie era una persona que teóricamente, debía estar del lado de las personas buenas, que hacían cosas buenas, y luchaban por causas justas, pero Roseanne, tenía el control de todo. El gobierno en el que tanto creía era controlado por ella. La policía, era controlada por ella, y las personas para las que trabajaba, eran controladas por Roseanne.
No pudo evitar observar a la rubia de ojos tristes, y expresión tensa. Su amable y calmada alfa de voz dulce. La mujer que la tenía como una loca por ella. La misma mujer con la que deseaba continuar en el largo camino de la vida.
Debería salir corriendo. Debería estar aterrada por estar cerca de ella, pero no.
Jennie le realizó una seña, con la cual, la alfa en menos de dos segundos, estaba agachada frente a ella.
Tendría que volver a decidir, y arriesgar toda su vida. Quería hacer lo correcto, realmente lo correcto, pero antes de querer hacer lo correcto, debía pensar en lo que deseaba hacer. Su propia decisión. Sabía que tenía un poco de poder. El poder de decidir.
¿Esta es la vida que quiero? ¿Esto es lo que deseo?
Lo que quería, estaba frente a ella. Quería seguir con Roseanne. Quería volver a casa, a dormir entre sus brazos. Quería hablar con Lisa y Nayeon durante horas, mientras bebían té o café.
Te quiero a ti, alfa.
—No quiero irme.
Respondió a la pregunta generada por la mayor. Sintió que iba a fallecer, al notar como la esperanza volvía al rostro de Roseanne. La observaba con ojos sorprendidos, que comenzaban a brillar. Ni siquiera sabía de dónde sacó la fuerza para responder.
—¿No quieres irte?
—No. No quiero irme. Mierda... Es difícil, es muy difícil.
—Jennie, tú puedes hacer lo que quieras. Eres libre, y si quieres irte, puedes irte.
—Quiero quedarme. A pesar de la mafia, la droga, las armas...
—¿Y las muertes? ¿Qué hacemos con las muertes?
—No lo sé. Llevará tiempo acostumbrarme, supongo. Te escogí a ti, con todo lo que incluyes. Las muertes, los problemas legales, las drogas, las armas y las otras cosas que desconozco.
Una sonrisa tímida se coló en el rostro de la alfa, y suspiró, quitándose algo de tensión de encima. No creía que la aceptarían con todo lo que era. Deseaba saber lo bueno que hizo en su vida pasada, para merecer a una omega como Jennie.
Tomó las delicadas y suaves manos de la omega, y entrelazo sus dedos. Su corazón latía con desenfreno de la emoción que sentía pasando por su cuerpo.
—Debería tenerte miedo, pero creo que Lisa tenía razón...
—¿Por qué?
—Eres como un cachorrito lleno de amor.
—¿Lo soy?
En respuesta, unió sus labios, a los de Roseanne formando un beso que le quitó el aliento. Estaba tocando el cielo con la manera en que la besaban. Podría morir feliz.
Pasó el resto del día, en la oficina de la alfa, observándola trabajar en un cómodo silencio. Le gustaba la postura dominante que tenía Roseanne al leer aquellos documentos, o cuando llamaba a personas y les ordenaba realizar ciertas actividades. Conoció a la secretaria de Roseanne, y se aseguró de fulminarla con la mirada cada vez que ingresaba al lugar.
Almorzaron en un restaurante cercano al edificio, y tal cual le explicó la alfa, pasaron totalmente desapercibidas, como si fueran una pareja normal.
Agradecía que el camino de vuelta, Roseanne estuviera pegada a ella, repartiendo besos en su cabello, o susurrando palabras dulces en su oído. No podía pedir un mejor final de actividades. Creía que nada podría arruinar su felicidad, pero al llegar a casa, se encontró con Kim Jisoo en el recibidor.
—Jennie, tengo que hablar contigo.
Iba a tomar la mano de la omega, pero un gruñido hizo que retrocediera varios pasos, con una expresión de miedo y sorpresa en su rostro. La causante de aquel ruido no estaba dispuesta a dejar ir a Jennie tan fácil.
—Mi omega.
—E-es urgente...
—Mía.
En otra circunstancia, se hubiera lanzado a los brazos de Roseanne, a besarla y repetirle que era suya hasta la médula, pero temía por lo que Jisoo iba a decirle, y realmente parecía ser urgente. No quería posponer una conversación con su compañera.
Giró su cuerpo hasta la alfa de ceño fruncido y expresión molesta. Podía sentir la posesividad emanando de su cuerpo. Le gustaba ese lado que mostraba cuando la gente se acercaba a ella. Le gustaba mucho.
—Tengo que hablar con Jisoo.
—No. Mía.
—Cinco minutos.
Atrapó el cuerpo de la omega por la cintura, y sin importarle la presencia del resto de las personas, atacó los labios de Jennie.
Recibió un jadeo suave como respuesta. No podía resistirse a un beso de esa manera. Era demandante, posesivo y un poco pasional. Como si quisiera gritarle al mundo, que Jennie estaba con ella.
Vas a matarme.
Al separarse, ambas respiraban con algo de dificultad, y Roseanne no dejaba de fulminar a Jisoo con la mirada.
—Cinco minutos —volvió a pedir, esta vez, en voz mucho más baja. Ese beso le había quitado toda la fuerza— Lo prometo.
Con un gran esfuerzo, se separó de Roseanne, y comenzó a caminar junto a una neutral Jisoo a su lado. Jennie no sabía cómo mirar en ese momento a la beta. Estaba avergonzada, y aún seguía un poco atontada.
Llegaron a la cocina muy conocida por la omega. Para su buena suerte, estaba vacía, y podrían hablar con tranquilidad. Jisoo, a pesar de todo, revisó el lugar, hasta quedar completamente segura de que no había nada de lo que preocuparse.
—Cuando te pedí que te cuidaras, me refería a no hacer cosas estúpidas. Lo que haces, es estúpido. ¿Creíste que era buena idea ir al trabajo de Roseanne? ¿Perdiste la cabeza?
—Tenía que ver una cosa.
—Lo que verás pronto, es un ataúd. No puedes volver a ir a ese lugar.
—Hablé con Roseanne. Necesitaba conocer un poco más.
—¿Qué?
Jisoo podría jurar que moriría a causa de las locuras de Jennie. Estaba arriesgando su vida. Todo iba a terminar mal, si no controlaba un poco sus acciones. No sabía cómo ayudarla, ni lo que debía hacer para frenar un poco los impulsos de la omega.
—No puedo quedarme aquí, sin saber algunas cosas.
—¿Sabes de las muertes?
—Sí, y también sé de todo lo demás. Entiendo por qué decías que Roseanne es la persona más importante del continente. Deberías haberlo dicho antes.
—¿Te lo dijo?
—Sí.
—Mierda. Ya no hay posibilidades de que te vayas, ¿Lo sabes?
Tampoco planeo irme. No puedo ni quiero irme. No me iré.
—Lo tengo claro. Sabes que ya tengo mi decisión tomada.
—Ya lo noté. Puedo verte babeando por Roseanne, pero lo que haces es arriesgado. No puedes ir caminando por allí normalmente. ¿Qué pasaría si te descubren? Pudiste encontrar a Seulgi, o peor. ¿Te imaginas la cara que hubiera puesto Irene?
Jennie no había pensado en la posibilidad de encontrarse con algún compañero de trabajo, pero poco le importaba. Quería acabar con ese tema lo antes posible. Ni siquiera planeaba abrir la boca para contar lo que sabía. Toda su lealtad estaba con Roseanne.
—Tienes que cuidarte.
—¿Hay algo de lo que deba tener miedo?
—No te ves asustada.
—No tengo miedo. Al menos, no tengo miedo de Roseanne, si eso piensas. Ella es...
—Es tu alfa, y también es buena gente. Lo entiendo. La mitad de todas las personas que conozco, están completamente enamoradas de Roseanne.
Pobres. Que sigan esperando. Es mía.
—¿No puedo seguir yendo a su trabajo?
—Si te digo que no lo hagas, lo harás de todas las maneras. No vale la pena que te advierta. ¿Cuándo vas a hablar con ella?
—¿Hablar?
—Tienes que decirle sobre tu identidad. Si quieres tener algo con ella, merece al menos, saber que eres detective, y te mandaron a investigar a la familia.
Jennie se tensó al escuchar las palabras de Jisoo. Decirle la verdad a Roseanne, aún no estaba en sus planes, aunque debería decirle la verdad, y también, sacarse la duda de la muerte de su padre.
Eran los problemas más grandes que la omega tenía en su agenda. Los dos problemas que debía resolver, pero no sabía cómo afrontar. Sería demasiado difícil contar la verdad, y hurgar en aquella muerte. Con esos dos sucesos, podrán cambiar absolutamente todo.
—Intentaré hablar con ella. No sé cuándo, pero pronto. Sabes que diciendo la verdad, también te dejaría en evidencia.
—Lo sé, y estoy cansada de mentir. Hay algo que nos diferencia, Jennie.
—¿Qué cosa?
—Yo realmente entré con la convicción de hacer pagar a la familia por lo que hacían, y a diferencia de tus sentimientos, los míos partieron como un juego. Eran una mentira.
Esas palabras, sonaba a una confesión por parte de Jisoo, e inmediatamente, pensó en Lisa. La beta era demasiado inocente, y por lo que había notado, estaba perdida por Jisoo. Sería un golpe duro para ella, enterarse que comenzó como una mentira, para ganarse su confianza.
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