Capítulo 15
¿Cómo podía definir Jennie el viaje a Barcelona? Perfecto. Nunca había hecho demasiados viajes en su vida, pero ese, había sido totalmente perfecto.
El lugar, las personas, la comida, el ambiente, el clima, pero sobre todo, estaba Roseanne. Era lo mejor que le había sucedido en su viaje. Las dos semanas en el hotel, y los cuatro días en la casa a orillas del mar.
Tenerla a su lado, estaba transformándose en un placer incalculable. Le gustaba estar junto a Roseanne. Todo encajaba gracias a la presencia de la alfa. Todo era más mágico, más irreal, más perfecto. Si fuera por Jennie, pasaría una vida completa a su lado. Con sus risas jocosas, o sus silencios profundos y cómodos.
Estaban en el avión, de vuelta a Seúl. Las posiciones en el avión eran bastante parecidas a las de la idea, sólo que esa vez, tenía a Kim Jisoo junto a Lisa. Era la segunda vez que se veían desde que la omega había ingresado a la casa de encubierta.
Sentía la mirada de Jisoo fija en ella, sobre todo en la mano de Roseanne que descansaba de manera posesiva en su muslo. Estaba nerviosa, y Roseanne podía notarlo en el ambiente. La alfa deseaba tranquilizar a Jennie, comenzaba a desesperarse por la actitud de la omega. Quería saber el motivo de sus nervios.
Volvió a temblar en su lugar, y suspiró pesado. No era fácil tener la mirada de Jisoo fija en ella. Si las miradas matasen, Jennie estaría más que muerta. La persona que trabajaba con ella, la había encontrado con Roseanne compartiendo un beso. Sabía la relación entre ambas, y podría dar aviso a la academia. Ese era el miedo más grande de Jennie. Jisoo podría hablar en cualquier momento.
—¿Qué pasa?
—Los vuelos no son lo mío.
Mintió, intentando darle seguridad a Roseanne. Sabía que sería difícil dejarla tranquila, pero debía hacer su mejor esfuerzo por ocultar sus nervios.
—¿Necesitas algo? ¿Quieres un té?
No pudo evitar soltar una sonrisa ante su preocupación, y se aferró a su brazo. Cerró los ojos, y aspiró el aroma familiar, que la hacía sentir segura, tranquila, relajada, confiada. Era como estar en casa.
El resto del vuelo, Jennie no hizo ningún esfuerzo por intentar ignorar la mirada filosa de Jisoo, y comenzó a dejarse llevar por Roseanne. La mayor, se había dedicado a repartir besos contra su coronilla, y a mantenerla segura entre sus brazos.
Volver a pisar la capital del país, era un gran regreso. Se sentía bien volver a casa. Habían varios vehículos esperando por la familia. Jihyo y Jung-Ki abordaron una camioneta, que los llevaba a una junta, o eso escuchó por parte de Yeri y Jisoo.
—Roseanne —Mina llamó la atención de su hermana, que estaba concentrada en la omega a su lado— Tenemos que irnos.
—¿Te vas?
Jennie no quería sonar triste, pero realmente deseaba estar por ese día con Roseanne. Habían vuelto de un largo viaje, y pensar que se iría, le dolía. Claro que le dolía, y mucho.
—Reunión de imprevisto. Prometo que será corto.
—¿Es una promesa en vano?
—No. Será cortó. Lo prometo.
A pesar de estar siendo vistas por muchas personas conocidas y desconocidas, la omega no pudo evitar aferrarse al cuerpo de Roseanne. Deseaba retenerla a su lado, pero no podía. Sabía que no podía, aunque lo deseara con todas sus fuerzas.
Roseanne aferró sus manos a la cintura de Jennie, y la pegó a su cuerpo. Ese contacto entre ambas ya era completamente familiar. Habían pasado horas abrazadas.
—¿Vas a pensar en lo que te propuse?
Cuestionó con algo de miedo por la respuesta de la omega. No quería asustarla, pero realmente necesitaba una respuesta. Estaba desesperada por saber lo que pensaba de eso.
—Lo pensaré.
—Espero que me digas que sí. Es una de las muchas cosas, de las cuales que quiero recibir un sí.
Jennie negó divertida con la cabeza, y sin pensarlo dos veces, se fundió en un beso suave con la mayor. Habían evolucionado en esa área. Se sentían en la confianza de besarse. Se entregaron esa confianza mutuamente.
El compás del beso era suave, lo suficientemente como para torturar a Roseanne. Sus manos apretaban a Jennie contra su cuerpo con cuidado, aunque por dentro, creía que terminaría falleciendo.
Al separarse, mantuvo los ojos cerrados, intentado controlar las ganas que crecían en su interior, de mandar todo a la mierda, y escapar junto a su omega.
—Mi omega.
—Cuídate mucho, por favor.
—Vas a matarme si sigues así.
La escena era observada por varias personas curiosas de aquella actitud por parte de Roseanne. La alfa que parecía pragmática, lógica y lejana a dejarse llevar por las emociones, estaba delirando por un beso.
—¡Roseanne, abandona ese cuerpo. Demonio maldito. Sacas su lado salvaje. Hora de irnos, Romeo!
Mina gritó desde su lugar, ayudando a Nayeon a ingresar al vehículo, y luego tomó asiento. Roseanne maldijo por lo bajo, y abrazó por última vez a Jennie, que al igual que ella, no quería separarse.
—Nos vemos en casa.
Despejó su cuerpo, dejando a una confundida Jennie, estática en su lugar, mientras observaba como su alfa se iba del lugar. Giró su cuerpo, encontrándose con Lisa, y con la mirada gélida de Jisoo.
No tenía manera de escapar, no estaba Roseanne para que viniera en su defensa, y tampoco se salvaría de la conversación que debía ocurrir por orden natural. Jisoo y Jennie, se debían una conversación.
Subió a una de las camionetas que quedaba en el lugar, y comenzó el último tramo hasta llegar a la casa. El conductor que la había llevado por primera vez a esa casa manejaba con cuidado. A su derecha, Jisoo hablaba con él. En los asientos de atrás, únicamente estaban Jennie y Lisa.
La omega jugaba con el borde de su blusa, sin mirar hacia el frente. Estaba pensando en la oferta que Roseanne le hizo el último día que estuvieron en Barcelona.
No entendía de dónde había sacado la valentía para hacerlo, pero lo hizo. Roseanne deseaba compartir su habitación con ella, de manera más seria. Quería que llevase todas sus cosas hasta la habitación de la alfa. Compartir vestidor, baño, cama. Compartir el mismo espacio de manera oficial. Habían dormido juntas desde aquella noche que cayeron en la trampa de Lisa, pero Jennie no esperaba que fuera algo duradero. Que Roseanne le pidiera algo como eso, simplemente, le parecía loco.
Pensaba en la opinión de todas las personas posibles. Pensaba en la opinión de los padres de Roseanne, o de los omegas que habían llegado junto a ella. Pensaba en la opinión que tendría Lisa o Mina, incluso en la opinión de Nayeon. Le preocupaban todos los factores, pero más que nada, le preocupaba traerle problemas a Roseanne. Por su culpa, podría tener desacuerdos con su familia, y no quería eso.
—Jennie, te estoy hablando desde hace una hora como mínimo.
Lisa sacó a Jennie de su burbuja, ganándose su atención. La beta llevaba más de veinte minutos relatando sus días favoritos en Barcelona, pero la omega no le había prestado nada de atención. Ni siquiera sabía que le estaban hablando.
—Lo siento.
—¿Pensabas en Roseanne? No sé quién está más tonta, si tú, o ella. Usualmente, los omegas quedan más atontados a causa de los alfas, pero Roseanne, está hipnotizada por ti. Falta poco para verla flotando. Parece drogada. La he visto varias veces drogada. Antes fumábamos con Yeri, Tzuyu y Mina en la casa del árbol. Teníamos buenos viajes.
Jennie no conocía nada sobre aquellas prácticas de Roseanne. No la imaginaba fumando o consumiendo drogas. Ni siquiera la imaginaba bebiendo alcohol. Pagaría por verla emborracharse alguna vez.
—Si alguna vez quieres pegarte un viaje, vamos a la casa del árbol. Yeri tiene mano para conseguir marihuana. Es confiable y buena.
—No sabía que ustedes hacían esas cosas.
—Lo pasábamos bien. Típico de un grupo de amigas. Sé que es difícil imaginar a Roseanne fumando, pero también tiene un lado interesante. Con nosotras lo sacaba. Es una caja de sorpresas esa mujer. Entiendo que estés babeando por ella.
—Yo no babeo por ella.
La carcajada limpia que salió del cuerpo de Lisa se sintió como un golpe en la quijada para Jennie. Se estaba burlando de sus palabras, claramente. Deseaba saber que tan notorios eran sus sentimientos por Roseanne. Podría morir de vergüenza al recibir esa respuesta, pero necesitaba saberla.
¿Soy tan obvia? ¿Todos lo notan al igual que Lisa? ¿Sus padres lo notan? ¿Jisoo lo nota?
—Bien, y Roseanne no tiene las bolas azules cada vez que despierta contigo. Por favor. Hablemos las cosas como son. Roseanne babea por ti, y tú, babeas por Roseanne. Muy sencillo. El primer paso es darse cuenta.
No admitiría que estaba cayendo por Roseanne tan fácilmente, aunque sabía que tenía razón. Jennie babeaba por Roseanne. Tanto, que ya no soportaba verla, y no lanzarse a sus brazos, y mantenerse contra ella por horas. La necesidad de estar cerca de Roseanne era inhumana, y ya no luchaba contra sus impulso, por el contrario, tomaba el control de varias situaciones.
Lo primero que hizo la omega al llegar a aquella casa, fue estirar su cuerpo, y sonreír. No se sentía fuera de lugar, y tampoco estaba asustada por estar allí. Esperaría pacientemente al regreso de la alfa.
Tzuyu esperaba a el trío con una sonrisa en sus labios. De las personas que rodeaban a Roseanne, había sido la que menos había tenido contacto con Jennie, pero la omega, no desconfiaba de la chica, por el contrario, creía que era una persona agradable y amable. Podía verlo en sus ojos.
—¿Cómo estuvo Barcelona? Amo esa ciudad.
—Bien, muy bien. Veo que cuidaste la casa. Me parece bien.
—Obviamente cuidé la casa. Para la próxima, iré a ese paraíso. Espero que la idiota de Roseanne no posponga negocios importantes.
—La causante de la idiotez de Roseanne está aquí —Lisa apuntó a Jennie, para después suspirar con una sonrisa— Al menos, encontró a su omega.
—No, Roseanne es idiota de nacimiento. Jennie no tiene la culpa de eso. Te tocó la peor de nosotras. Lamentó que tengas que lidiar con ese saco de arena. Un saco de arena es más funcional.
—¿Nosotras? ¿Había más?
—Nuestro grupillo. Lisa, Mina, Yeri, Roseanne y yo. Somos como una banda. En un principio éramos las cuatro, y después la pequeña Yeri se unió al desmadre. Si estuvieras conmigo, tendrías al mejor cerebro de la casa, pero bueno, te tocó lo peor de lo peor.
Jennie asintió con obviedad. Recordó las fotos que observó en la casa del árbol, pero se abstuvo de generar un comentario. No olvidaba que era una cueva de alfas y betas. No apta para para omegas. Ella era una omega, y era pretendiente de Roseanne.
Un carraspeo suave sacó a todas de su burbuja, y fijaron su atención en Jisoo, que miraba a Jennie con seriedad, incluso, creyó que recibiría un grito, o un insulto, pero nada. No le gritó, ni la insultó, y mucho menos la golpeo. Simplemente, realizó un gesto para que la siguiera por el lugar.
Los pasos de Jennie, seguían a la beta por la casa. Podía adivinar que la llevaba al jardín trasero. Sabía que la conversación era privada. Muy privada y delicada.
Caminaban lentamente por el exterior de la casa. El silencio parecía ser imposible de perturbar, y la tensión era totalmente palpable.
Jennie esperaba que la primera palabra saliera por parte de su compañera de trabajo. Seguían siendo compañeras de trabajo, aunque ambas, tenían diversos conflictos con su vocación y el trabajo que estaban realizando en aquel hogar.
—¿Qué tanto sabes?
La beta preguntó de manera calmada, aunque Jennie sabía que no lo estaba. Podía notarlo en su postura. Todo su cuerpo estaba tenso.
—No mucho. Que Park Jung-Ki tiene hijas y una esposa. No sé nada importante. Nada que tenga relación con su negocio.
—Te has dedicado a conocer a profundidad a su hija. Te enfocaste especialmente en ella, por lo que veo. ¿Va bien? ¿Confía en ti?
Jennie frunció el ceño ante las palabras de Jisoo. No quería imaginar que estaba insinuando eso, pero era más que obvio que lo hacía. No era una insinuación sutil. Jisoo daba por hecho, que Jennie jugaba con los sentimientos de Roseanne para ganarse su confianza y sacar más información.
—Va bien, pero en otro ámbito.
—Te acuestas con ella. ¿Sirve de algo? ¿Te ha dicho algo relevante?
—No me acuesto con ella, y no. No me interesa saber nada de esto. Jisoo, no ocurre nada de lo que crees.
—Mira, que estés aquí es un error. Un error que podría costarte la vida. No van a perdonarte que juegues con los sentimientos de Roseanne. Es una pieza fundamental en este juego, ¿lo entiendes? No sabes lo importante que es Roseanne. Diría que es muchísimo más importante que el maldito presidente.
—N-no lo entiendo...
Jisoo detuvo su andar, para observar a Jennie, y se encontró con una omega completamente hundida por la alfa. Jennie estaba más que hundida por Roseanne, y con lo que observó en el aeropuerto, podía decir exactamente lo mismo por parte de Roseanne. Los sentimientos entre las dos eran más que reales y transparentes. Jennie no estaba jugando, ni mintiendo, y mucho menos fingiendo. Sentía de verdad.
—Es tu alfa, ¿No es así?
—¿C-cómo lo sabes? ¿Te lo dijo?
—No es difícil notarlo. Tu alfa, es la heredera de muchas cosas, Jennie. No sabes el poder que tiene esta familia. No lo sabes, y es mejor que no lo sepas —realizó una pausa, para retomar sus pasos y no llamar la atención. Tomó el brazo de la omega confundida, y la jaló con ella— La familia Park es extremadamente poderosa. No hay forma de llevarlos a un juicio. Aunque presentemos mil pruebas de todos sus crímenes, no podremos hacerlo.
—¿Cómo lo sabes?
—Llevo más de seis meses aquí. Tengo la confianza absoluta de todos.
—Incluida Lisa, ¿Cierto? También tienes su confianza.
Esa vez, fue el turno de Jisoo de removerse incómoda en su lugar. Jennie había dado en el clavo. Deseaba preguntarlo sobre su relación con la beta, pero sabía que su compañera, no le daría detalles de eso. No quería imaginar lo que ocurría entre ellas dos, pero con observar la manera en la que los ojos de Lisa brillaban cada vez que nombraban a Jisoo, era suficiente.
—Tienes que irte. No puedes seguir aquí.
Jennie soltó una risa amarga, y negó con la cabeza. Ella no iba a irse. Tenía que cumplir una misión, tenía que seguir conociendo a Roseanne, y seguir estando cerca de ella. No imaginaba su estadía fuera de esa casa. No aguantaría estar lejos de Roseanne.
—No.
—No es una pregunta. Es una orden. Te irás de aquí. Te estás metiendo en algo que no dimensionas, Jennie. No es un juego. La maldita mafia no es un juego.
—Sé que no es juego.
—No lo parece. ¿Creer que ir a Barcelona fue una buena idea? ¿Crees que involucrarte con Roseanne es una buena idea? ¿Crees que querer continuar en esta casa es una buena idea?
—Jisoo...
—Aún no te marcan. Puedes irte. No hay nada que te ate a este lugar. Mira, te estoy haciendo un favor. Si alguien del exterior se entera de tu relación con Roseanne, estás acabada. Te van a meter a la cárcel por cómplice. Seulgi no va a tener piedad contigo, Irene te va a odiar. No saldrás jamás. Vete, Jennie. Estás a tiempo de hacer las cosas correctamente.
—¿Y tú? ¿Qué hay de ti? ¿Por qué no sigues tus propios consejos y te vas de aquí?
—Porque yo trabajo aquí. Yo trabajo con ellos. Jung-Ki y Jihyo confían en mí. Soy guardaespaldas. Guardaespaldas de la familia.
La confirmación de esa noticia cayó como un balde de agua fría para Jennie. Lo había escuchado un par de veces por parte de Roseanne, pero estar frente a Jisoo, escuchando sus palabras, era diferente. Ella no era la única que se había desviado de la misión principal.
—¿Y por qué quieres que me vaya? No soy la única que traicionó a sus compañeros. Por eso no saben nada de la familia. Los proteges.
—Yo no me estoy acostando con la persona más importante del continente. Tienes muchas razones para querer escapar. Mataron a tu padre. ¿Ya se te olvidó?
Una bofetada limpia e invisible chocó contra su rostro. No olvidaba ese detalle. La familia Park mató a su padre, y necesitaba obtener respuesta a ese suceso. Necesitaba ordenar sus prioridades en ese momento. Saber que Jisoo también estaba del lado de la familia, le daba cierta tranquilidad, pero también le ponía los pelos de punta. La beta realmente parecía interesada en que Jennie se fuera de ese lugar.
En ese momento, una pregunta comenzó a hacer eco en su cabeza. ¿Qué tan importante era Roseanne en la familia? ¿Por qué Jisoo hablaba de ella, como si fuera vital? ¿Qué cosas estaba ignorando?
—Jisoo, ¿Trafican omegas?
Uno de los posibles crímenes de la familia, era el tráfico de omegas. Si eso era real, tendría muchos más problemas. Quería creer que no, ella sabía que Roseanne no era capaz de hacerle eso a una persona, pero no conocía a sus padres, ni sus alcances, y eso, le preocupaba. Si la respuesta de Jisoo era positiva, claramente, tendría que replantear sus prioridades.
—No. Claro que no. No viven del tráfico de personas, y menos del tráfico de omegas. Aquí los omegas son respetados, creí que lo vivías en carne propia. En esta casa, los abusadores, acosadores, o traficantes de omegas, son mal vistos. Los matan. Si por la calle encuentran a un alfa o un beta, acosando o abusando a un omega, lo van a matar.
—¿Lo hacen?
—Sí. Tuve que darle un tiro a una idiota que acosaba a una omega por la noche. Fue hace un par de meses. Tu querida Roseanne, me dio la orden, después de darle una paliza.
Con esas palabras, se sacaba un gran peso de encima. Uno de los muchos que tenía en su mochila. La familia Park, no se dedicaba al tráfico de omegas. Aún tenía muchos problemas que arreglar. Muchísimos.
—Te irás en estos días. Voy a hablar Jihyo.
—Jisoo...
—No, Jennie. No dejaré que arruines tu vida por amor. Toda la academia confía en tus habilidades de detective.
—No quiero irme —sus ojos estaban llenos de lágrimas notorias— Yo quiero quedarme con Roseanne. Quiero quedarme aquí, por favor
—¿Crees que Roseanne va a aceptarte después de enterarse de tu identidad? Llegaste a esta casa para destruirlos. No te querrá ver nunca más. No te engañes. Vas a morir.
—No me interesa. Necesito tiempo, Jisoo. Necesito continuar con ella. No puedo dejarla. No me importa el exterior. No me interesa nada.
—Tienes una vida por delante. No seas ridícula. Tu mejor amiga, tus abuelos, todo.
Las lágrimas corrían por el rostro de la omega. Recordaba los mejores momentos junto a su mejor amiga, y sus abuelos. Incluso, tenía memorias de su paso por la academia. Jennie estaba dejando de lado todas esas cosas, sin notarlo hasta ese momentos.
No había manera de frenar sus sentimientos, cuando lo único que llenaba su mente, era la imagen de una sonriente alfa. De su alfa. Sentía a Roseanne en su pecho. La sentía en su corazón, y en su mente. Ya no existía nada más importante que Roseanne.
El sentimiento estaba en todo su esplendor, y lloraba por eso. Lloraba por la impotencia, lloraba por lo idiota que era. Por dejar todo atrás a causa de una persona. No hacía falta que Roseanne la marcase, para pertenecerle. Era suya. Completamente suya. De pies a cabeza. Todo lo que era Jennie Kim, le pertenecía a Roseanne.
Soy suya, hasta los huesos. Aunque duela, soy suya. Le pertenezco completamente. No puedo retroceder el tiempo, porque terminaría de la misma manera. Seguiré siendo suya, a pesar de que posiblemente me odie.
—No hay nada más, Jisoo. No hay nada más que ella. No necesito tiempo para pensarlo, ni para analizar mis posibilidades. No quiero irme. No voy a irme.
—Estas jugando con fuego. Roseanne es mucho más de lo que crees. La familia es mucho más de lo que crees.
—Es mi decisión quedarme aquí. No hay nada más. Voy a quedarme. Es lo que quiero.
Jisoo sabía que no había nada más por hacer. No convencería a Jennie de lo contrario. No iba a sacarla de sus ideas. Sabía desde el comienzo, que no cambiaría su opinión, pero al menos, debía intentarlo. Le preocupaba que todo eso superase a Jennie. Tendría que lidiar con muchísimas cosas. Muchísimos problemas. Muchísimas personas. Mucho de todo.
—Bien, pero tienes que prometerme una cosa.
—¿Cuál?
—Si tu decisión es esta, y estás completamente segura de que es la vida que quieres, promete que vas a cuidarte, y que vas a cuidar a Roseanne. Aunque no lo creas, puedes cuidarla. Tienes que prometerme eso.
—Lo prometo.
—Mucha suerte, Jennie. La vas a necesitar.
[🌠]
En el momento que Roseanne cruzó el umbral de la puerta de su habitación, se encontró con la omega mirando un punto muerto en el suelo, parecía absorta del mundo real.
Podía sentir algo de nerviosismo en ella, y se acercó llamando su atención. La buscó con la mirada, y al ubicarla, saltó de la cama, para lanzarse a sus brazos.
Desde la conversación que tuvo con Jisoo, no había dejado de pensar en toda la información que recibió. Jisoo era prácticamente, un miembro más de la familia, y tenía enredos con Lisa. Ella, había escogido su bando del juego. Su lugar estaba junto a Roseanne, y en un acto que podía parecer egoísta, la había escogido nuevamente a ella. Al igual que lo hizo aquella noche que viajaron a Barcelona. Ese día, Jennie volvió a escoger a Ros.
—Te extrañé —habló la omega con su rostro escondido en su lugar favorito— Te extrañé demasiado.
—No más que yo, corazón. No más que yo.
—No sabes eso. Yo... Yo realmente te extrañé muchísimo.
Jennie salió de su escondite, para buscar los labios de la alfa con urgencia. No le bastaba con un abrazo.
El beso empezó suave y delicado, al igual que todos los otros besos que solían darse, pero la omega se sentía en la necesidad de más. Al momento en el que su lengua chocó con la contraria, jadeo con sorpresa, pero había sido un contacto lo suficientemente placentero, para desearlo nuevamente.
Llegaron con los labios unidos a la cama, y sin importarle lo muy comprometida que podía ponerse esa situación, empujó el cuerpo de la alfa, para que se sentara en el colchón, y al lograr su objetivo, se posicionó a horcajadas de ella.
Al separarse, podían escucharse respiraciones agitadas, y jadeos. Roseanne parecía hechizada por el rostro de la omega, pero sobre todo por la posición en la que se encontraba. Sus manos seguían firmes en su cintura, mientras la apretaba contra su cuerpo. Estaban completamente pegadas.
—Jennie...
—Bésame.
Volvieron a fundirse en un beso pasional, que no servía para controlar las ganas que sentían. Jennie sentía que con cada roce, iba a desmayarse. La temperatura en la habitación parecía haber pasado de los veinte, a los cien grados en un segundo.
Podía sentirlo todo desde esa posición. Las manos de Roseanne aferradas en su cintura, apretando con suavidad, en forma de tortura, o la tensión en sus hombros. Parecía una roca. Lo que más podía sentir, era aquel intruso que crecía bajo ella.
Roseanne estaba haciendo un esfuerzo por seguir controlando sus impulsos. Era difícil teniendo a Jennie sobre ella. Demasiado difícil, pero haría todo lo posible para seguir controlando al animal que vivía en su interior.
Esa vez, la alfa se separó con la mejillas enrojecidas, labios rosados y húmedos, y la respiración errática. Sus ojos desbordaban pasión y se notaban mucho más oscuros de lo normal. Jennie sintió una corriente en su espalda, que paró en ese dolor que se formaba en su abdomen bajo. El mismo dolor con el que despertó hace unos días.
—Lo siento.
—¿Por qué? ¿N-no... No te gusta?
—Por comportarme como una novata. Lo soy, pero contigo... No quiero serlo.
—Oh... Entonces, ¿No te disgusta?
—Me encanta. ¿No se nota?
Por la mente de la omega, pasaron muchas ideas, hasta encontrar el punto con el que Roseanne había lanzado, y cerró los ojos con vergüenza. Aún seguía encima de ella. Podía sentirlo todo.
Antes de poder responder, la puerta de la habitación fue golpeada por un intruso. Jennie iba a levantarse a abrir, pero la alfa lo impidió, manteniendo su cuerpo en la misma posición. No le importaba quién era, no tenía cabeza para nadie. Volvieron a golpear la puerta, pero Roseanne seguía desentendida del asunto. Estaba dedicada a mirar con detalle a la omega frente a ella. Al tercer toque violento, Jennie comenzó a reír por las expresiones de molestia en el rostro de la mayor.
—Puede ser importante.
—No me importa. Estoy... Estoy cómoda. Me gusta estar así. Cerca de ti.
A mí también me gusta. Me encanta, pero van a destruir la puerta.
—¿Y si son tus padres?
—No. Ellos no molestan.
—Puede ser tu hermana. Puede ser muy grave.
—Tú eres más importante que todos. Si es importante, seguirán tocando.
Después del décimo golpeteo en la puerta, Roseanne accedió a dejarla en libertad, y se levantó de la cama, para llegar hasta la puerta. Ingresó una indignada Lisa. Tenía una expresión molesta en su rostro, pero cambió radicalmente, al ver el estado en el que Jennie se encontraba. Podía jurar que algo había pasado. Las mejillas enrojecidas, y la sonrisa nerviosa y culpable.
—Estoy hace mil horas allá afuera. Ninguna de las dos idiotas es capaz de abrirme.
—¿Qué quieres?
—Venía a llamarlas para la cena.
—¿Tanto escándalo por eso? Me hiciste levantarme de la cama, para llamarme a la cena. No tengo hambre.
—Pero Jennie si puede tener hambre. No seas egoísta. No es tuya.
—En realidad, yo tampoco tengo hambre.
En su cabeza y cuerpo, no había más lugar para otra persona, que no fuera Roseanne. No tenía hambre, tampoco tenía ganas de hablar con Lisa. No tenía ganas de nada, que no tuviera directa relación con la alfa de cabello rubio. La gente tenía prioridades. Ella también tenía prioridades. Roseanne encabezaba la lista.
—Bien. Espero que te sientas cómoda en tu nueva habitación. Roseanne es extremista con el orden. Cumplo con avisar. Tengo suerte de estar lejos de aquí. La paredes pueden sorprender un poco. Nos vemos mañana, descansen mis niñas.
Lisa salió de la habitación, mostrándole una sonrisa pícara a la omega, que sólo sirvió para aumentar sus nervios, y su vergüenza. Roseanne estaba teniendo un episodio de felicidad extrema.
Volvió a su lugar en la cama, sintiendo el calor de la omega a su lado. Sin pedirlo, Jennie retomó la misma posición en la que estaban antes.
—¿Eso es un sí? ¿El primer sí?
—Sí.
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