Capítulo 10
Allí estaba Jennie nuevamente. Frente al espejo del gran baño, sin poder ocultar su sonrisa, y tampoco, podía ocultar el sonrojo de sus mejillas.
Agradecía con todo su corazón la respuesta de Roseanne, que con sólo escuchar esa pregunta, asintió con fervor, y le mostró su sonrisa más brillante. Esa sonrisa que sólo le pertenecería a Jennie.
Tomó el cepillo de dientes que había dejado allí la noche anterior, y comenzó con la rutina de limpieza nocturna. Estaba ansiosa por volver a estar bajo el mismo espacio que Roseanne. De sólo pensar en los brazos de la chica, rodeando su cuerpo, temblaba como una hoja.
Roseanne le había permitido utilizar el baño antes, cosa que el agradecía, porque le servía para prepararse mentalmente.
Al terminar, se miró con vergüenza por última vez al espejo, y con un suspiro, salió del baño. Roseanne observaba el suelo con interés, pero al notar a Jennie abandonando el lugar, su atención completa se la llevó su omega.
—¿Bien?
Quería asegurarse de que no fuera producto de su imaginación, o que Jennie estuviera reconsiderando la idea de dormir junto a ella. Tenía que ser cuidadosa, pero era difícil mantenerse neutral o indiferente con cosas como esas.
—Sí... Estoy bien.
—Voy a cambiarme. Ponte cómoda, ¿Sí?
Roseanne se levantó del colchón, y caminó lentamente hasta la entrada del baño. Evitó cualquier contacto con la omega, y cerró la puerta a sus espaldas.
Jennie llegó hasta la cama, y con delicadeza, se dejó llevar por la comodidad del lugar. A diferencia de la cama que se encontraba en la habitación que le pertenecía, esa, se sentía familiar, a pesar de sólo haber estado una noche allí. Se sentía familiar porque a pesar de que las sábanas estuvieran limpias, aún guardaban el aroma de Roseanne, y sabía que en poco minutos, tendría a su alfa, junto a ella.
Respira, o vas a ahogarte y quedarás en ridículo. No hay diferencia entre ayer y hoy. Sigue siendo Roseanne.
La espera para Jennie, parecía eterna. Sus manos sudaban, y no dejaba de pensar en la locura que estaba haciendo, pero tampoco dejaba de pensar lo bien que se había sentido al dormir junto a Roseanne. Había intentado todos los medios por dormir en su habitación, pero no podía. No podía.
Roseanne salió del baño, frotándose sus ojos con fuerza. Parecía cansada, y en su expresión se notaba el cansancio, pero a pesar de eso, seguía con una sonrisa brillante. La habitación se sumió en oscuridad, y pocos segundos después, Jennie sintió el aroma de Roseanne, cerca de ella.
—¿S-sigues bien?
—Sí. Perfectamente.
—Si en algún momento deseas irte, puedes hacerlo. No estás obligada. Puedes arrepentirte. ¿Lo sabes?
No lo haré. No puedo arrepentirme si se trata de ti.
—Lo sé.
Al igual que la noche anterior, buscó la mano de Roseanne, y la atrajo hacia ella, quedando frente a frente. Podía sentir la respiración tranquila y profunda de la alfa, y a pesar de estar a oscuras, estaba segura de que estaba sonriendo a causa de la cercanía que compartían.
—¿Cómo te sientes? —Jennie preguntó después de varios minutos en silencio. Seguía preocupada a causa de la huida de Roseanne en el almuerzo— ¿Bien?
—Cansada. Tengo un poco de sueño. ¿Tú no? Es tarde. Te hace mal dormir poquito.
—Sí, pero quería hablar contigo —habló con un tono de confidencialidad, sonriendo en dirección de Roseanne— Yo no sabía cómo pedirte esto, y te agradezco por haber aceptado. Podrías haberte negado, o no sé.
—No me... A mí no me molesta dormir contigo. Fue lindo. Fue más que lindo, en realidad. Creí que me odiabas. ¿T-todavía me odias?
Jennie sintió su pecho apretarse al escuchar esas palabras por parte de Roseanne. Ella estaba muy lejos de odiarla. Le faltaban años luz para odiarla. Jamás podría odiar a una persona como ella. Roseanne se había comportado tan bien, que Jennie sabía que le debía muchas disculpas y aclaraciones de todo lo que ha dicho, o lo que ha dado a entender, pero no sabía por dónde comenzar.
—No te odio. Es complicado, pero no te odio.
—No te agrada mi persona.
—Tampoco. No es nada de eso, créeme. Estoy asustada. Es eso. Tengo miedo.
—¿De mí?
De lo que haces conmigo. Del poder que tienes en mí. De la investigación. De tus negocios. De todos, menos de ti.
—No. No te tengo miedo. Me... Me haces sentir bien. Protegida. Me haces sentir protegida, y te lo agradezco, pero hay muchas cosas...
—¿Muchas cosas? ¿La familia? ¿Te asusta eso?
—En parte. Lo que ustedes hacen...
—Son crímenes. Lo sé. Todos sabemos que está mal. Vender drogas, armas y demás. Está muy mal, pero es lo que hacemos. Esto es lo que somos. Mi familia es todo lo que tengo. Esta casa, los negocios, y las personas que trabajan con nosotros. Todos son parte de la familia. Es mucho más de lo que se ve.
—¿No puedes... No puedes irte?
—Una vez entras a este negocio, es imposible salir. La única manera de salir es estando muerta. Me matarán. No puedo. No merezco vivir, pero no dejaría que me maten por intentar una vida lejos de mi familia.
—No digas eso, por favor —pidió en un susurro. No quería imaginar que algo malo pudiera sucederle a Roseanne. Su omega se retorcía de sólo pensarlo— No te pasara nada.
—No lo sabemos.
No soportaría que te hicieran daño. No puedo pensar en que alguien te haga daño. No digas eso. Te lo suplico.
—¿Me das un abrazo?
Roseanne rodeó el cuerpo de Jennie con cuidado. Sentía la necesidad de cuidar y tratar a su omega como se merecía. Acariciaba su espalda con delicadeza, mientras se llenaba del aroma que desprendía.
—Hueles tan bien.
—Tú también. No puedo... No puedo controlar mis ganas de seguirte, o de quererte cerca.
—Yo no quiero que te controles. No conmigo.
—No puedo atarte y dejarte aquí. Sería egoísta de mi parte —sonrió contra el pecho de Roseanne. Escuchaba y sentía el golpeteo de su corazón desenfrenado, que le transmitía seguridad— Debes... Debes tener a muchas omegas detrás de ti. Tu hermana dijo eso.
—¿Omegas? Nunca. Yo nunca...
—¿No? —Jennie sabía esa información, pero escucharlo desde Roseanne, era totalmente otra cosa. La mano protectora acariciaba su espalda tan lentamente, que le costaba concentrarse— ¿Ni por curiosidad?
—Me tienen miedo. Creen que voy a hacerles daño, o abusar de ellas. Pocas veces puedo hablar con omegas. Yo... Nunca he estado interesada en una omega. Hasta ahora, obviamente.
—¿Por qué hasta ahora?
—Porque te conocí. Siempre guardé todo mi corazón para una persona. Mi madre me decía que cuando encontrase a mi pareja, todo tendría sentido. Nunca sentí nada por alguien. Jamás. Ni siquiera sexual. Nadie hace que mi corazón golpeé tan fuerte. Es extraño....
—¿Sólo yo?
—Sólo tú.
—Lo que me dices, es demasiado fuerte, alfa. ¿Eres consciente de que juegas con fuego? Terminaré creyéndome tus palabras, y tendrás que lidiar con una omega, que no servirá para nada en tu vida.
—Yo quiero que me creas. Es la verdad. Y quiero lidiar contigo. Para mí, nunca serás un problema, o insignificante. No lo eres.
Jennie hundió su rostro en el hueco que se formaba en el cuello de Roseanne, y descansó allí, con una sonrisa de adolescente enamorada. Sentía tantas cosas fluir por su cuerpo, que no captaba la manera de controlarse, ni de frenar lo que parecía imposible antes de llegar a esa casa.
¿Estoy perdiendo la cabeza? ¿Estoy perdiendo la cabeza por Roseanne?
—Mi omega.
La corriente que recorrió a Jennie desde la espalda a la punta de sus pies, fue tan fulminante, que volvió a temblar de expectación. Roseanne estaba jugando con sus fibras más sensibles, haciéndola temblar con palabras acompañadas por un tono de voz suave y dulce, pero que eran tan demandantes, rígidas y posesivas.
—Mañana, me gustaría llevarte a un lugar. Quiero que veas algo.
—Bien.
—A dormir, pequeña.
Roseanne depósito un beso en la frente de su omega, y espero que se alejara de ella, pero Jennie, simplemente se acomodó, dándole la espalda.
—¿Me abrazas?
La alfa, pasó su brazo izquierdo por debajo de la almohada que ocuparía Jennie, y se colocó pegada a ella, mientras enterraba su rostro en el cabello castaño. Su brazo derecho, pasó sobre su cintura, aprisionando a la omega contra su cuerpo. Temía despertar, y que ya no estuviera junto a ella, pero al tenerla entre sus brazos, no podía pensar en nadie más.
—Duerme bien, alfa.
—Lo haré. Créeme que dormiré bien. Espero... Espero que tú también puedas dormir bien.
Contigo, todo está bien.
[🌠]
Lo primero que sintió Jennie al comenzar a despertar, era la luz que estaba ingresando a la habitación por las cortinas. Intentó removerse, pero una respiración suave contra su nuca, la llevó a darse cuenta de que estaba junto a alguien más.
Sonrió al sentir el aroma de Roseanne impregnado en ella, y su cuerpo, contra el de su alfa. Roseanne no había separado ni un sólo centímetro de Jennie, por el contrario, la intentaba mantener aún más unida a ella.
Podría haberse quedado en esa posición toda su vida, pero fuertes golpes en la puerta provocaron que saltara de la impresión. No quería despertar a Roseanne, que seguía dormida, manteniendo su cercanía.
—Roseanne, están golpeando la puerta.
Volvieron a escucharse aquellos golpes violentos contra la puerta, y Jennie, intentó mover el cuerpo, pero era imposible.
—¡Roseanne, sal de ese agujero y trae tu trasero a la puerta!
Roseanne se quejó audiblemente, y apretó a Jennie aún más contra ella, mientras olisqueaba su nuca. Dejó un beso en su hombro, y se levantó de la cama, dejando a Jennie sonriendo ante aquel gesto, y con un sonrojo evidente.
Al abrir la puerta, Mina y Lisa estaban en la puerta. La alfa, le mostraba su sonrisa más pícara a su hermana, mientras Lisa, se coló en el lugar. Apresuró su paso, pero el gruñido que le soltó Roseanne, la hizo detenerse.
—No te acerques.
—Quiero saber cómo está. Tengo los mismo derechos que tú.
—Mi omega.
La sonrisa de Jennie estaba en todo su esplendor, aunque se sentía culpable porque era la segunda vez, que Lisa se ganaba aquel gruñido por parte de Roseanne. Su omega saltaba de alegría cada vez que escuchaba esas palabras. Era su omega.
—Hermanita, te ves feliz. Espero que hayas podido...
—Cállate.
—Es que brillas de alegría. ¿Todo está tan despierto como tu sonrisa?
—¿Qué quieres?
—Tenemos que irnos. Al centro. ¿Olvidaste que hay un almuerzo importante? Tendrás que dejar a tu omega por unas horas, a no ser que quieras que vaya con nosotras.
—Ni muerta. Dame unos minutos. Estaré abajo en cuanto...
—¿En cuánto acabes? No duraras mucho. Precoz.
—En cuanto me bañe. Estúpida. Fuera de aquí.
Roseanne empujó a su hermana, que se fue haciendo gestos bastante sugerentes, que provocaron un sonrojo violento. Al volver su atención a Jennie, su amiga beta, se había aprovechado y la sostenía en un abrazo.
Quería correr a separarlas, y mandar a Lisa a otro lugar. Quería volver a estar junto a Jennie, y no separarse jamás de ella.
—Yo... Yo tengo que irme. Olvidé que tenía una reunión en el centro.
La omega sintió sus hombros caer y su expresión cambiar a una de decepción. Esperaba estar junto a Roseanne, tal vez hablar con ella, preguntarle cosas, y almorzar juntas. Reírse un poco.
—Bien. Te voy a preparar desayuno. ¿Quieres algo en especial?
—No. Nada en realidad. No tengo hambre. Llevaré a Jisoo conmigo. Para que no la busques como desquiciada por toda la casa.
Sin más, ingresó al baño, cerrando la puerta a sus espaldas. Lisa suspiró con una sonrisa de culpabilidad en su rostro. Levantó a Jennie de la cama, y la guio con pasos seguros hasta el vestidor de Roseanne. La omega aún se impresionaba con la cantidad de ropa a medida que estaba allí. Podría jurar que todas las piezas del lugar eran de diseñador.
—¿Dormiste bien? ¿Duele algo? ¿Necesitan algo en lo que pueda ayudarlas? Aparte de ser la mejor en mi trabajo. ¿Algo?
—No. No necesito nada.
—Que bien. ¿No te duele, cierto? Espero que Roseanne sea cuidadosa contigo. ¿Sabe que tú nunca has estado con alguien? ¿Se lo has dicho? Digo, si duermen en la misma cama, deben pasar cosas...
—¿Te refieres a sexo? —las mejillas de Jennie ardían por la posibilidad que estaba barajando Lisa. Ella no había pensado en eso con Roseanne. Ni siquiera lo imaginaba— ¿Crees que tenemos sexo?
—¿No lo tienen?
—No. Claro que no. Jesús. Ella... Ella no hace nada. Sólo dormimos. Ni siquiera me ha preguntado sobre eso.
—Vaya. Me sorprenden. La primera noche, era entendible, pero la segunda. ¿Cuánto van a esperar? ¿Una eternidad?
—Lisa... Yo no pienso en esas cosas con Roseanne.
—Oh... Eso explica muchas cosas. Bueno, olvida nuestra conversación. ¿Tienes hambre? Voy a traer tu desayuno. No creo que te dejen salir en pijama.
—Yo puedo ir contigo.
—No, mejor no. Ya tuve un problema con Nayeon una vez, aprendí que los alfas son idiotas, sobre todo con omegas tan bonitas.
Lisa comenzó a tomar las perfectas piezas de diseñador, y las colocó a un lado del vestidor. Parecía saber lo que exactamente deseaba Roseanne, y eso, provocaba una sensación extraña en Jennie. No le agradaba que tomara sus cosas como si le pertenecieran a ella, o que comentara sobre lo que le gustaba a Roseanne utilizar o no. Ignoró esa sensación cuando Lisa abandonó la habitación, y en su lugar, ingresó la dueña de sus pensamientos.
El cabello rubio de Roseanne goteaba, dejando marcas por su piel. Tenía una toalla blanca, que rodeaba su cuerpo, dejando a la imaginación muchas cosas. Le mostró una sonrisa completa a la omega. Jennie contuvo el aire, y agachó la mirada al suelo. Roseanne estaba disfrutando como nunca la reacción de su omega. Podía oler su nerviosismo desde el otro lado de la casa.
Con pasos torpes, logró salir del vestidor. Su cara hervía, y creía que iba a fallecer. Sintió los brazos de alguien a su espalda, y se tranquilizó ligeramente, al saber que era Lisa.
—¿Es bonita?
—Es descarada.
—Espérame aquí.
Jennie se sentó en la silla cómoda a esperar a Lisa, sin poder sacar la imagen de aquella alfa de piel pálida y rubio cabello de su mente. No había visto nada tan revelador, pero con lo que vio, era suficiente. Roseanne tenía una piel perfecta. Pálida y suave. Un cabello sedoso, y largo. Tan largo que podría enredarse eternamente entre sus manos.
Sintió la culpa apoderarse de todos sus pensamientos impropios. ¿Por qué pensaba de esa manera de un cuerpo ajeno al suyo? ¿Por qué no deseaba eliminar esa imagen de su mente? ¿Por qué parecía difícil mirar a Roseanne?
Cuando su mala suerte no podía empeorar, sintió la presencia de alguien a sus espaldas. Podía sentir el aroma a alfa, mezclado con perfume. Aunque no la estuviera mirando, sabía que estaba sonriendo, y eso, la hizo sonreír.
Giró su cuerpo, y se encontró con Roseanne. Efectivamente estaba sonriendo, y con ropa. Eso era mucho mejor, aunque los dos primeros botones de esa camisa blanca se habían llevado su atención. Dejaban ver parte de su pálida piel, y sus clavículas se mostraban sin ninguna contemplación de los estragos que podía generar en otras personas.
—Tengo que irme, pero volveré a eso de las ocho o nueve. ¿A-aún puedo mostrarte mi lugar?
—Sí. Puedes.
—Bien. Cuídate mucho, por favor.
—Pues, yo no soy quien va a lidiar con sus negocios criminales —bromeó con una sonrisa contagiosa— Cuídate, alfa.
—Lo haré.
Jennie quería lanzarse contra ella, y dejarla amarrada contra la cama, evitando que se fuera. Le rogaría en el único idioma que sabía hablar, porque se quedase junto a ella, y olvidase su trabajo, pero no lo hizo. Simplemente le mostró su mejor sonrisa, mientras dejaba que Roseanne abandonara la habitación.
Lisa llegó con una bandeja llena de alimentos, y a fuerza, obligó a Jennie a comerse al menos la mitad. Con la frase, "a Roseanne no le gustará saber que no comes", pudo ganarse que la castaña comiera.
Entra las dos, realizaron la limpieza de la habitación, y a pesar de ser sábado, Lisa seguía trabajando como si fuera un día de semana. Claramente, se ganaban el sueldo a base de trabajo.
Estuvieron limpiando salones, muebles, pisos, y habitaciones por montones. La última para fue en la habitación de Nayeon y Mina.
—Hola. Adivina con quién durmió nuestra pequeña Jennie. Sólo respuestas incorrectas.
Lisa se adelantó a un saludo entre el par de omegas, y esperó a una respuesta por parte de Nayeon, que le mostró una sonrisa amable a Jennie.
—¿Estás bien? ¿No necesitas algo?
—¿Por qué creen que voy a necesitar cosas? ¿T-también crees que tenemos sexo?
—Es lo más normal entre las parejas.
—No lo hacemos... Y no lo haremos.
Nayeon soltó una carcajada sonora y burlesca, que provocó, un sonrojo en Jennie. Ella estaba segura de que no habían posibilidades de estar con Roseanne en ese plano de la intimidad. Podría dormir con ella, pero el sexo, no estaba dentro de esas condiciones.
—¿Sabes cuántas veces dije eso? Más de diez. Más de veinte, y caí. Como idiota. Sin darme cuenta. No confíes en alfas. No antes das cuenta, y ya te tienen entre sus garras. Duermes con la persona más alfa que he conocido y que voy a conocer en mi vida. ¿Aún no le cuentas a Jennie el motivo por el cuál Roseanne no puede entrar a la cocina de los omegas?
—Nop.
—Tu alfa, adelantó el celo de cada uno de los omegas que trabaja aquí. De todos. ¿Imaginas a más de veinte omegas en celo por culpa de una persona?
Los ojos de Jennie se abrieron con sorpresa, pero no le sorprendía tanto. Ella podía sentir la presencia de Roseanne, a bastante distancia. Tenía un aroma embriagador, y su presencia la ponía a temblar, pero eso no significaba que ella caería igual que los otros omegas.
—Vaya...
No soy tan fácil. ¿No soy tan fácil?
—¿No sientes que tu celo se acerca?
—No. Espero que no ocurra. Me encerrare en mi habitación si pasa.
—O puedes pasarlo con tu alfa. Mi primer celo con mi alfa fue... Intenso. Yo estaba en la misma idea que tú. No quería caer, pero al verla, fue imposible alejarme de ella.
Ya es imposible alejarme de Roseanne. ¿Estoy en celo y no me he dado cuenta o perdí la cabeza?
Jennie y Lisa, hablaron por bastante tiempo con Nayeon, mientras la chica se dedicaba a corregir a Lisa con sus acciones. Era demasiado territorial con sus cosas. En especial, con las cosas de Mina. Parecían intocables.
El trío abandonó la habitación, y llegaron hasta la cocina de omegas. Para la buena suerte de Jennie, estaba vacío. La beta sirvió tres platos, y comenzaron a comer.
—¿Hace cuánto conoces a Mina?
—Casi tres años. Entré a trabajar igual que tú, y la primera persona que me encontré, fue ella. Era tan arrogante, que la odié. Me costó mucho aceptar que era mi alfa. Mandé a mi hermano a golpearla. Por eso puedo entenderte. Es difícil inmiscuirse en este mundo, Jennie. Lo que hacen, lo que ocurre aquí, pero poco a poco, vas entrando. Esta es mi familia ahora.
—Pero... Son criminales. Todos. Y nosotras seríamos cómplices.
—Nadie es un santo en esta casa. Estamos consciente de eso. Nadie es un santo en la vida.
Mi padre lo era. Irene lo es.
—¿No te asusta? Mina es tu alfa, y las cosas que hace son horribles. Hay gente allá afuera que puede hacerle daño.
—Siempre. Siempre tengo miedo de lo que pueda pasarle. Confío en ella, confío en que volverá conmigo. Al principio no podía dejar de pensar que iba a perderla, aún lo hago. Con el tiempo aprendes a controlar ese miedo. Debo decir que esta familia posee mucho poder, Jennie. Más del que crees. No es tan fácil llegar a ellos.
—Pero no es imposible.
—Nada es imposible. ¿Nerviosa por Roseanne?
Asintió con cuidado. Expresar abiertamente su preocupación por Roseanne, podía causarle más problemas de los que ya tenía, pero confiaba en que aquel secreto quedaría entre ellas.
Roseanne seguía siendo parte de una mafia, y ella, seguía siendo aquella omega inexperta que había sido introducida a la fuerza a esa casa, para investigarla. Había sido introducida gracias a Jisoo.
Jisoo. ¿Qué estás haciendo? ¿Por qué escondes a estas personas?
Jennie se divirtió con el par de amigas. Realmente se divirtió con ellas. Hablaron de variados temas, se rieron de las situaciones en las que habían estado a lo largo de la vida, y por un momento, Jennie se sintió parte de algo. Ambas escuchaban sus anécdotas de escuela, o lo mucho que le gustaba cierta cosa. No estaba fingiendo, ni mintiendo, ni engañando para sobrevivir. Era Jennie Kim.
Pudo notar durante toda la conversación, que cada vez que Nayeon nombraba a Jisoo, la beta tomaba una posición diferente. Una tensión se apoderaba de su cuerpo, y sus mejillas adquirían color, a pesar de que fueran cosas básicas. La duda comenzó a crecer en Jennie, pero dos preguntas la atacaban con fuerza. ¿Qué ocurría entre Jisoo y Lisa? ¿Qué hacía realmente Jisoo en esa casa?
La omega al notar que el anochecer cayó en la casa comenzó a moverse por toda la cocina. Estaba ansiosa, y sin evitarlo, miraba el reloj de aquella pared. Quería ver a Roseanne, abrazarla, y pasar una noche entre su tacto y su aroma. Necesitaba volver a ver a su alfa.
—Pareces omega en celo. Disimula. Nos dejas en vergüenza.
—Habla la persona que no permite que toquen el lado en el que duerme su alfa. Si hablamos de territoriales e intensidad, ustedes le ganan a todo el mundo.
—Es diferente.
—Es exactamente lo mismo. Los omegas son tan intensos. Apenas huelen a un alfa, quieren tirarse encima. Aunque los alfas son peores que todas las basuras de este mundo —Lisa parecía estar confesándose ante las dos omegas, debido al tono de confidencialidad que estaba utilizando— Los alfas piensan con el nudo.
—Oye, es asqueroso que digas eso.
—Es verdad. Con la cabeza, pero del...
—Entendimos. Los alfas no piensan.
Jennie cortó a Lisa, antes de que pudiera decir alguna otra barbaridad. La beta estaba totalmente fascinada con hacer comentarios de ese tipo. No sabía si era para notar su incomodidad, o su pudor. Jennie aún se consideraba inexperta ante todas esas cosas, pero Lisa se divertía.
—Jennie...
—¿Sí?
—Tengo que hacerte esta pregunta. Es por el bien de la familia.
—Si tiene que ver con miembros, o sexo, o celo, no deseo responderla. ¿Tiene que ver con eso? —asintió rápidamente, ganándose un golpe por parte de Nayeon— ¿Qué?
—¿Sabes lo que es el nudo, cierto?
—Claro que lo sé. Fui a la escuela.
—Entonces, sabes que...
—Lo sé. Nos quedaremos pegadas como perros por varios minutos. Todo con la idea de que la fecundación sea exitosa.
—¿Quieres tener hijos?
Jennie asintió con una sonrisa. Uno de sus mayores sueños, era tener una familia, con muchos pequeños de mejillas llenas y rosadas. Si Jennie podía tener cinco hijos, los tendría.
—Que bien. Siempre puedes adoptar, o tener sexo. Creo que es más satisfactorio tener sexo, pero bueno, tú decides.
—Ahora, soy muy joven, pero llegará el día que tenga una pareja estable, y pueda tener una familia. Tengo diecinueve. No puedo tener hijos ahora.
—Pero puedes practicar.
A lo lejos, se escuchó lo que podían adivinar como la puerta principal cerrarse. Todos los sentidos de Jennie se pusieron alerta ante cualquier acción. Su omega estaba expectante.
Roseanne. Espero que seas tú.
El par de hermanas reían por una broma de la mayor, que al ingresar a la cocina, fue directamente a buscar a Nayeon, que la esperaba con los brazos abiertos.
Sin evitarlo, le mostró su mejor sonrisa a la alfa que se apoyó en la entrada de la cocina. Roseanne la observaba con detalle, y comenzó a reír, mientras agachaba el rostro. Sus mejillas estaban calientes y enrojecidas. Los nervios eran tan palpables, que se sentía una idiota.
Jennie se acercó con cuidado, hasta quedar frente a Roseanne. Su aroma la golpeó tan fuerte, que no pudo evitar lanzarse contra ella, provocando que comenzara a caminar en retroceso. Sus brazos estaban enrollados en el cuello de la mayor, mientras Roseanne la sostenía por la cintura con fuerza. La espalda de la alfa chocó contra una pared, pero ni siquiera se inmutó. Todo lo que le importaba estaba entre sus brazos.
—Mi omega —soltó de manera posesiva, mientras recorría su espalda con cuidado— Pensé... Pensé en ti en todo momento.
—¿Estás bien? ¿No te hicieron daño? ¿Todo...todo va bien?
—Sí. Nada de qué preocuparse. ¿Tú estás bien?
—Claro que sí. Lisa y Nayeon han sido amables conmigo. Yo también pensé en ti, si te soy honesta.
Jennie salió de su escondite, para encontrarse con el par de ojos más brillantes de la galaxia. Roseanne sonreía con fuerza. Con tanta fuerza, que era capaz de iluminar un planeta completo. Sus ojos brillaban alegres.
—¿Pensaste en mí?
—Como loca. Creí que podían hacerte daño.
—Tranquila. Nadie nos hace daño. ¿Estás... Estás lista?
—¿A dónde planeas llevarme?
Jennie estaba intrigada con el lugar al que Roseanne la llevaría. No tenía miedo. Con Roseanne, el miedo no existía, sobre todo si le sonreía de esa manera. Jamás sentiría miedo.
—A las estrellas. ¿Me permites llevarte a las estrellas esta noche?
—Llévame a las estrellas.
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