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ᴄᴀᴍʙɪᴏ ᴅᴇ ʀᴜᴛɪɴᴀ
























Su rutina diaria lo estaba matando, todos los días era lo mismo.

Al llegar el día, el supervisaba las diversas corrientes de agua, mar y ríos.

Luego de ver que todo estaba en órden, se disponía a charlar con su hermana Shinobu.

Y después se iba a ver el atardecer con su pajaro Sabito.

Pero le aburría.

El no podía charlar alegremente con los mortales al igual que sus hermanos pilares.

No, el tenía que estar alejado o si no los habitantes se horrorizaban y lo hechaban a patadas.

Si, a pesar de que el fuera un dios, los mortales no mostraban compasión.

Pará el pilar del agua le era muy deprimente el no poder charlar con alguien que no fuera Shinobu.

Pero ¿y el resto de los pilares?

Ninguno dejaba su puesto para solo escuchar a su hermano, y cuando se reunían, eran muy contadas las veces que Tomioka intervenía en algo.

No me malinterpreten, todos los pilares se querían, pero no lo demostraban de igual manera.

- Me estas preocupando Giyu - hablo seriamente su hermana -

- ¿Por qué lo dices? - pregunta desconcertado -

- Ya no eres el mismo, está soledad te está afectando negativamente Tomioka-San - dijo para beber de su té -

- honestamente, creo que a nadie le importa ya - objetó con desgano -

- a mi me importa - dijo clavando sus ojos violeta contra los de matiz azul marino - y aunque no lo demuestren como yo, el resto de pilares también les preocupas

-....

- suspiro dejando su taza en la mesa - No quiero que sigas a si de triste Tomioka-San, deberías darte un respiro

Y con estas palabras el pilar del agua abandono nuevamente el aposento del insecto.

¿Tomarse un respiro?

Solo se le ocurría un lugar en donde podría estar en paz sin ningún individuo a su alrededor.

























Se recostó en el frío césped para admirar el cielo azul.

La charla con Shinobu se terminó antes de lo usual, así que el atardecer tardaría un rato.

Sin Sabito alrededor, el pilar del agua podía escuchar perfectamente el aire moverse gracias a su hermano Sanemi, podía sentir el césped moviéndose al compás de las blancas y vírgenes nubes.

Sin esperarlo lágrimas agrias bajaron por sus blanquecinas mejillas.

Estaba llorando en silencio, esa soledad lo estaba consumiendo muy lenta y torturosamente.

La lluvia no se hizo esperar, las nubes se volvieron grises para acompañar a su dueño.

Porque si, al ser el pilar del agua el podía controlar la lluvia también.

Ubiera sido una llovizna normal, salvo que con cada segundo los llantos del pilar eran más desgarradores y por consiguiente, la lluvia se volvía más feroz.

Estaba cansado, estaba desesperado.

¿Estaria destinado a estar siempre sólo?

No lo sabía, y eso solo lo deprimia más.




































- ¡¿Por qué toda esta semana a llovido ha cántaros?! -

- Los habitantes están muy asustados -

- ¡el sol también merecía brillar! -

- Los insectos decayeron por la falta de comida -

- ¿que esta pasando pilar del agua? -

Era la reunión semanal de los pilares.

En toda la semana se dedicó a desahogar toda su triztesa contenida.

Pero al estar con sus hermanos, se dio cuenta de que se pasó ligeramente de la raya.

- nosotros somos los dioses protectores de este planeta - objetó enojado el albino - ¡no nos podemos dar el lujo de descuidar a los habitantes!

- lo siento - atinó a decir el azabache con su cabeza gacha -

El albino lo observó, y los demás se quedaron en un silencio sepulcral.

- es solo que... Odio esto - dijo nuevamente - odio ser el único que es temido por los mortales, odio estar siempre solo yo... - lágrimas cayeron nuevamente - me odio a mi mismo

Eso bastó para que el Pilar del agua comenzará a sollozar, los demás presentes se quedaron atónitos ante esas palabras.

-¡shinazugawa-san! - regaño la azabache -

El albino bajó la cabeza avergonzado.

- Tomioka-San - dijo acercándose a su triste hermano - ¿por qué nunca nos dijiste?

- yo... No lose Mitsuri - dijo tratando de apaciguar su llanto -

- ven aquí - dijo abrazando a su querido hermano -

Y así se dio por terminada la reunión de los pilares.


































- supongo que ver el atardecer por el resto de la eternidad no suena tan mal - dijo el azabache -

Su pajaro Sabito, el cual estaba bañándose, de un momento a otro empezó a emitir sonidos desesperados.

Esto asustó al pilar del agua.

- ¿que sucede Sabito? - preguntó al verlo volar hacia el -

- ¿hola? - se escucho - ¿hay alguien aquí?

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