
❼
Mikey Way subió al autobús a eso de las siete de la mañana junto a su hermano diva. A través del cristal de sus lentes se notaban las ojeras debajo de los ojos y un pequeño bostezo se le escapó cuando pagó el pasaje.
Gee se le adelantó, sentándose con su grupito de presumidos y el zombie Way camino hasta la mitad del vehículo y se encontró con Maxx cuyo aspecto era que este.
—Tampoco dormiste ¿Eh?—le preguntó al sentarse a su lado.
—Ño. Me quedé hasta las cuatro editando el informe y de paso termine lo de inglés.—bostezo y se restregó los ojos.—¿Y vos?
—Gerard terminó con su virtualito y tuve que hacerle compañía..
—Oh.
—Si, "oh". Nunca pensé en tener la voluntad de acompañarlo en su duelo.
—Es que eres mejor persona que él. Tú sí que tienes buen corazón.
—Gracias, Maxxie.
—No hay de que bro.
Mikey apoyó su cabeza contra la de su amigo y este la suya en su hombro, y juntos se quedaron dormidos hasta el fin del recorrido.
Sinó fuera que Melanie los despertó con una bocina.
—AAAAAAAAAAAAAAAAH.
—LA CONCHA DE TÚ MADRE, MARTÍNEZ.
—¡Buenos días estrellitas! El cielo les dice holaaaaa.
Maxx le quitó de un manotazo la bocina y la tiró por la ventana.
—Ahora me debes trece dólares, cabron.
—No parecía valer esa cantidad de dinero, Nanny.
—Te estoy cobrando el doble de lo que me salió, puto femboy.
—Ni en pedo te lo pago.
—Veintiséis dólares.
—No
—Entonces treinta y nueve.
—¿Que acaso te llamas "Inflación Martínez"?
—Maxx.
—Melanie.
Está suspiró cansada y se da la media vuelta sobre su asiento, con un pequeño puchero de molestia.
—¡Genial! ¡Ahora me vas a aplicar la ley del hielo!
La chica lo recontra ignoró y le hizo conversación al pobre de Nate, quien a su lado era expectante de la anterior discusión.
—Tsk. Melanie...¡Melanie! ¡No me hagas esto! ¡Son apenas las ocho! ¡Mel!
—¿Y que era eso que te atacó la semana pasada?—le preguntó a su acompañante, ignorado completamente al rubio de atrás.
—Zapatos. Zapatos voladores...—dijo Nate con la mirada de las mil yardas en su rostro.
—¡Oh! Que experiencia tan...traumática.
—Supongo...
—No tiene caso.—suspiró derrotado.
—Solo te dió la espalda, webon.—Maxx le blanqueó los ojos.—De seguro que te hablará cuando lleguemos a la escuela. No te preocupes.
—Okey...No me esperaba que se lo tomara tan enserio.
Ni siquiera tomaron asiento cuando Melanie pasó a lado suyo, llevandose sus cosas y decidida a sentarse a tres mesas al fondo junto a Nate, con tal de estar bien lejos de sus amiguitos homosexuales.
—"Di siguiri ti hibliri" "ni ti priquipis" Nininini.—lo imito con una voz quejumbrosa.
—Ya. Te entendí weon.
—Ay, que bien.—masculló al sentarse.
Mikey se frotó los ojos y soltó un suspiro al sentarse en la dura y fría silla escolar. Miró a su amigo, compañero, compadre, compinche, camarada, hermano de armas , skibidi sigma, real, confidente, papu, cuate, parcero, causa y colega; que tenía una cara de molestia total y no dejaba de renegar por lo bajo con sus útiles.
Entendía el humor de Maxx y sabe que su amiga actúa de esa manera para conseguir lo que quiere, pero también sabe que puede perjudicar un poco su amistad de años.
Al llegar Miss. Melano con la más falsa de las sonrisas, ya todos estaban listos mentalmente para que empiece la clase más aburrida jamás creada y que encima seguía hasta después del primer recreo.
Que tortura.
—Bueno alumnos, de seguro que habrán hecho lo que les pedí ¿No es así?
Todos contestaron monótonamente un "Si profesora".
—Bien. ¿Que grupo quiere pasar a dar la exposición de lo que hicieron?
De la nada la mayor parte del curso empezó a sacar afiches y cartulinas. Mikey y Maxx se quedaron helados al verlos, al igual que Melanie y no había expresión alguna que pudiese describir como lucían sus caras en ese momento.
Hasta Nate vino muy preparado y con una presentación hecha en powerpoint. Y eso que hizo el trabajo solo.
Otro día más que follan a los tres por la retaguardia.
[...]
—No sé cómo sentirme.
—Menos.
—uh huh.
El trío salía de su aula al pasillo con una cara de haber visitado el mismísimo infierno. Detrás de ellos, sus compañeros salían contentos o algo aliviados después de dos módulos de pura presentación.
Ni hablar sobre ellos.
La pasaron mal.
—Nos cagó con esas preguntas. Nunca me sentí tan nervioso en mí vida...—dijo Mikey al sacarse una bolsa de cartón y soplar en ella.
—Yo quería morir ahí en ese instante.—habló Maxx mientras mantenía aún su mirada de las mil yardas.
—Yo esperaba que a Nate le pasara algo para poder ganar tiempo.
—Pero lamentablemente no fue así, Mely.
—Para nada.
Los tres doblaron la esquina y se encontraron con el mismo gentío de siempre. Ya sabían cómo iban a salir de eso, pero les importaba una mierda. Hay peores cosas que pasar entre personas bravuconas.
Dieron seis pasos y los tragó la gente al igual que un cardumen de peces con un trozo de pan en el agua. Varios les pegaron carteles en sus espaldas, goma de mascar en el pelo y porque no, algo más innovador: Rayarles la ropa con lapicera.
Al salir de ahí, automáticamente se limpiaron y quedaron como nuevos.
—Odio a todos.
—Ya lo sabemos Maxx. Es evidente que odias a medio mundo.
—¡Ah, y ahora me hablas! ¡Genial!
—¿Desde cuándo el aire tiene voz?
—¡Melanie!
—¿Y tan irritante?
—¡AAAAAAGH!
Maxx se dispuso a pelearle a Melanie, pero está lo ignoraba, haciendo la vista gorda , mientras dejaban a Mikey de lado y muy solito.
Quería interferir en la pelea, pero algo de inmediato le llamó la atención.
Al fondo del pasillo, en el tablero de eventos escolares, Ray Toro pegaba un pequeño cartel junto al nerd más nerd de quinto año y se animó a acercarse, en contra de su naturaleza tímida y torpe.
Desde que lo conoció bien en la biblioteca, la curiosidad creció en él cada vez que lo veía pasar por los pasillos o en la salida de la escuela y siempre se le calentaban las mejillas al verlo.
Cosa que no pensaba que le pasara, pero aquí estamos. A punto de saludarlo y sintiéndose un mar de nervios, Mikey se paró a un metro detrás del ruludo.
—E-eeh...H-hola.—vaciló, apenas sintiendo la valentía en su ser.
Ray no se inmutó y menos Alex.
El chico carraspeó un poco su garganta y respiro hondo.
—¡Hey, Ray!
Y logró que el más alto se diera la vuelta para mirarlo y este genuinamente le sonrió.
—¡Hola Mikey! No te había visto jaja. ¿Cómo estás, amigo?
Las palabras se le quedaron atascadas en su garganta y el rojo invadió descaradamente su rostro. Apenas, apenitas le contestó un "bien" en un hilito de voz, dejándolo más que claro que es un pendejo y que no sabe socializar como humano normal.
—Oh, me alegro entonces. ¿Vienes a inscribirte?
—¿Qué?
Ray río un poco y eso ocasionó que el corazón de Way diera un vuelco.
—Que si vienes a inscribirte al club de ajedrez.
—Ah. —Mikey se quería dar una patada mental al contestarle eso.—Eeeehm...yo...yo....yo no sabía que necesitaban a más personas.
—Es algo que hacemos cada trimestre por si hay más gente que se anima a entrar, ya que bueno...La mayoría ve al club cómo un montón de...
—Nerds.—contestó Suárez.
—Exacto.
—Oh, entiendo.
—Pero es mejor no darle tanta importancia a lo que la gente dice, a menos que sea algo preocupante...En fin ¿Te gustaría entrar?
—Es que yo...yo no sé jugar al ajedrez.—mintió, mientras se rascaba detrás de su brazo.—Mi papá intentó enseñarme de pequeño, pero soy muy torpe...
—¡Descuida! También damos clases de como jugar jeje.
—Oh...genial entonces. Ya veré después, si.
—Te prometo que te gustará. Tal vez no lleguemos a ser muchas personas ¡Pero la diversión es de menos! Porque no solamente jugamos y ya, también debatimos sobre el juego o dejamos que la creatividad de los jugadores fluya dentro del tablero, es decir, que ellos crean sus propias fichas y reglas. ¿Es algo loco? Si, pero te divierte....Y seguro hablé lo suficiente para incomodarte, así que...¿Qué hay de ti? ¿Cómo te está yendo el cuarto año?
El primer pensamiento de Mikes era: "Como la mierda. Me quiero morir y que los gusanos se coman de una vez este cuerpo insignificante y putrefacto".
Pero claramente le respondió otra cosa.
—Muy bien.
—Obvio que sí. Si eres un chico muy inteligente.
Las mejillas de Mikes se encendieron aún más y avergonzado y algo halagado volteo su vista a otro lado.
—G-gracias.—llegó a contestarle, mientras se rascaba el brazo.
—Oye Ray, ya está todo listo. Ya podemos irnos.— avisó Alex, después de estar todo este tiempo siendo la tercera rueda entre esos dos.
—En un minuto Ale.—y miró a Mikey aún con ese brillo tan particular.—Fue bueno que volviéramos a hablar, aunque fue poco nuestro tiempo.
Mikey asintió de acuerdo y con una pequeña sonrisa creciendo en su rostro npc.
—Bueno, espero verte pronto Mikes.—dijo al entregarle un folleto del club junto con una sonrisa brillante como el sol.
El chico se quedó contemplando el pedazo de papel en sus manos; los dibujos de las fichas, el estilo de letra y los colores usados eran muy llamativos y extraordinarios. Levantó la cabeza para responderle con energía, pero él ya no estaba ahí.
Suspiró, decepcionado y aún con el folleto en su poder decidió acercarse con lentitud al tablero.
—Con que coqueteando con mayores ¿Eh?
Mikey pegó un salto del susto y se giró sobre su eje, encontrándose con la mirada complice del rubio.
—¡Dios, Maxx! ¡Nunca me hagas eso de nuevo!
El rubio rió levemente mientras se inclinaba adelante, mirando con curiosidad la cara asustadiza de su bestie.
—Uy, ¿Tienes pensado entrar para estar más tiempo con él? ¿Eh? ¿No es así?
—¿¿Que?? ¡No!—respondió bien rojo.
—¿Y entonces?
—Entraré solamente para que me enseñe a jugar y ya. Solamente eso...y basta de poner esa cara.
Maxx soltó una carcajada.
—¿Enseñar? Oh por Elton ¡Si eres demasiado bueno en el ajedrez! Eso me parece una vaga mentira para pasar el tiempo con él.
—Tsk, lo que sea.—blanqueo los ojos al darle la espalda y se quedó pensando si anotar su nombre o no en el primer renglón en blanco del cartel.
—¿Vas a hacerlo?—preguntó ya sin burla en su voz.
El miope lo pensó bien y dejó su nombre junto con su firma en el cartel y miró feliz a su amigo. Este le sonrió orgulloso y le dio unas palmaditas en el hombro.
—¿Y cuando tiene que ir?
—El folleto dice que el lunes que viene, al mediodía.
—Bueno, entonces más te vale que te veas presentable ese día...—dijo dándole un codazo amistoso y un sugestivo movimiento de cejas.
—¿Quién me manda a ser tú amigo?
—Pues papá Dioscito dijo "A este pibe lo veo muy solo. Pongamole un buen amigo" y ¡BUM! aparecí yo para joderte cada momento de tu existencia con mis locuras y mis ataques de ira. Y además es para siempre.
Mikey no pudo evitar reírse y se guardó el folleto en su bolsillo.
—Ya, Maxxie. Mejor volvamos al aula. De seguro Mely ya esté ahí.
—O tal vez anda espiando al pitufo de Johnny.
—Si, es lo más probable.
[...]
—¿Y ese coso?
—¿Cuál coso?
—¡Ese coso!
—Pero weon. ¡Indicarme bien!
—Dios, estás más ciego que un topo.
—¿¡PERO DE QUE COSO ME HABLAS!?
—Ese, con puntitos.
—Ah. Ese coso. Pues sirve para separar el tiempo en una historia y así cambiar de personajes y escenario.
—Eso me lo sacaste de Google seguro.
—Ya cállate, Maxx y dejemos que ese coso haga su trabajo.
—¿A poco que le pagan?
—¡YA!
Volviendo a la función de ese coso, hacemos un pequeño salto del tiempo: La hora del almuerzo.
Cómo es costumbre en la mayoría de fanfics que quieren retratar una realidad gringa poca ficticia, en la cafetería había una gran división de grupos y estaba muy marcado.
Ustedes se esperan a los típicos grupos de película; como populares que está conformado por los jugadores de fútbol (Americano) y las porristas irritantes, los frikis inadaptados, con olor a cebolla y que su único contacto humano es con sus familias o ellos mismos. También están los de canto a los que nadie les interesa, los sketers, los de básquet, los góticos, los normalitos que no necesitan etiquetas, y claro, los Shys
Y se preguntarán ¿En dónde caben el grupito de Las Divas?
Pues afuera, como toda mala onda.
Podrán hacerse los importantes y todo el cuentito, pero es una realidad que no son aceptados en ningún rincón de la escuela. Ni siquiera en el basurero. Simplemente son como moscas que van y vienen donde se les plazca. Por algo, los demás agradecen que son un grupo muy pequeño y no tan variado.
Hablando de moscas, Gerard estaba espantando algunas con su abanico del chino.
—¡Uuuush! Ya ni tranquilo se puede comer, che.-se quejaba mientras agitaba el objeto.—Patrick, cariño, la siguiente vez hacerme acuerdo de que compré un matamoscas eléctrico.
—Pero ya es la vigésima sexta vez que me pedís que te haga acuerdo y no puede ser que no hayas tenido el culo de acordarte por tu propia cuenta.
Gee ignoró su regaño y siguió espantando a la mosca acosadora y por qué no abanicándose a él mismo.
—No hagas esa cara. Luego te van a salir arrugas y muy feas.
El rubio no dejó de mirarlo con cara de ojete y le dió un sorbo muy largo a su jugo de naranja nutritivo y dietético. Intentaba al menos irritar al pelirrojo con el ruido o que le prestará algo de atención.
Pero el de ojos esmeralda siguió abanicándose descaradamente y a Patrick se le acabó el jugo.
El timbre de notificacion sonó en sus celulares simultáneamente y ambos los prendieron por mera curiosidad.
Era de Instagram.
—¿A quien habrán quemado está vez?—preguntó mientras entraba a la aplicación.
—No lo sé, pero no me sorprendería de que se tratara de mí.
—Ay, es el de confesiones.
—¿Y que dicen?
Gee le leyó en voz alta la publicación:
"Confieso que me gusta, pero me gusta mucho Patrick Stump.
Y no tengo problema si me ignora o me humilla con esos insultos que salen de esa preciosa boquita, yo sin dudas le doy como cajón que no cierra y lo haría feliz de mil maneras"
Los dos se miraron incrédulos ante semejante confesión y procedieron a reírse.
Que lástima que Brendon haya faltado, porque le hubiera gustado leer eso y que todo el maldito mundo escuchara sus risas ruidosas.
—Diablos Patrick. Tus fanes no tienen vergüenza en decir barbaridades.—dijo entre risitas, mientras se limpiaba sus lágrimas de cocodrilo
Patrick alzó sus hombros sin saber que responderle, porque era cierto lo que decía. Sus admiradores siempre han sido sinceros con sus pensamientos acerca de él.
Y nuevamente los dos estallaron de la risas, llegando a molestar a los que paseaban por ahí e incluso los pajaritos que andaban cantando y picoteando el césped en busca de su almuerzo para sus crías.
Pero no muy lejos de ahí, entre unos arbustos gigantes, tres seres los espiaban desde hace más de un rato...
—Al parecer se están burlando de tú confesión, weon.—comunicó Ross, sin apartar su vista de las gordas
—Pero al menos lo hice reír. Así que más puntos de aura para mí ¡WUUUU!
El más bajo de los tres escribió en su cuaderno los puntos que se ganó Pete y le dio pulgar arriba.
—Tsk. Igual eso no es señal para que caiga rápidito a tus mugrosos pies.—bajó sus binoculares y lo miró de perfil.—Aún sigues en el nivel cero, por lo que deberás encontrar más formas de acércate a él o terminarás siendo el hazmerreír de todo el curso.
—Pero sí ya lo es, Ry.—indicó Iero, sin embargo no pudo evitar ser golpeado en la nuca por parte del moreno.
—Sere un chiste andante, pero ya verán. En cuestión de tiempo, Patrick Stump será mío y yo seré el ser más feliz de todo el puto mundo ¡Y nadie podrá detenerme!
El castaño rápidamente le tapó la boca y se llevó un dedo a los labios, indicándole que guardará silencio, mientras volvía a observar por los binoculares si las víctimas habían escuchando las exclamaciones de Wentz.
Esos dos estaban atrapados en el teléfono, así que falsa alarma.
—A veces me pregunto si tienes algo de materia gris en el cerebro.
—¿Que es materia gris?
—Olvídalo.
Volviendo con su trabajo, Ryan sintió la necesidad de observar por unos momentos a Frank. Lo veía tan concentrado también espiando a las divas y anotando cosas en su cuaderno, que a penas alcanzaba a notar con claridad.
"Se le hacen hoyuelos cuando se ríe"
"Su risa es linda"
"Él es lindo"
Fue lo que alcanzó a leer y apartó de inmediato su vista del cuaderno, con miles de dudas creciendo en su cabeza por microsegundo.
—«¿A quien se estaba refiriendo de esa manera? ¿Y por qué sonríe como pendejo? No me digan que está igual de enculado que Pete por alguno de esos nalgones insufribles...»
Las divas se levantaron de su banquito, yéndose para otra lado. Así que Ryan ordenó a sus camaradas que debían seguirlos y entre los tres levantaron el arbusto artificial, siguiendolos por más que eran vistos por algunos.
Cuando la divas entraron a la cafetería, soltaron el arbusto y se metieron dentro de un bote de basura al cual Wayne había dejado libre de basura y siguieron a sus presas por toda la escuela.
—Ry ¿Por qué estamos haciendo esto?-se preguntó Frank una vez que se detuvieron cerca de los casilleros.
—Porque a mí me gusta el chisme, mijo y estás divas son una gran fuente de chisme.
—Ah, cierto.
—Y además que nos pagan, Frankie. Por hacerte esta wea.
—¿Y cuánto nos pagabas?
—Veinticinco dólares la hora.
—Con razón te queremos mucho Ryro.
—Ya Pete. No te pongas gay conmigo.
—Pucha...
Lo que estos no sabían que afuera del bote de basura, Maxx, quien pegado contra una pared y muy cerca del escondite de las ratas, escuchó lo que tramaba Ross, pero lo que más le interesó fue la cantidad de dinero que la ardilla cobraba por espiar a personas randoms.
Tal vez debería hacer una pequeña visita a Ryan en los baños.
Bueno, aquí les dejo su capítulo :D
Nos vemos el sábado o domingo o cuando se pueda
~Midnight, fuera
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